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Estrellas fugaces y problemas de colores por Adriana Sebastiana

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Notas del fanfic:

Hola a todos...

Este es mi primer fanfic, constará de unos 7 u ocho capítulos, todo depende de cómo se vaya desarrollando la historia. Espero que les guste.

La idea me llegó tras ver un montón de imágenes de los chicos de KnB de niños. Son adorables~! *3* Y bueno... ya se imaginarán lo que pasa ^^

 

Sin más los dejo leer.

Espero reviews, me motivan a continuar lo más rápido posible.

Jejeje ahora sí, a leer.

 

LOS PERSONAJES DE KUROKO NO BASKET SON PROPIEDAD INTELECTUAL DE TADATOSHI FUJIMAKI-SENSEI.

LOS PERSONAJES NO ME PERTECEN, LOS USO SIN FINES DE LUCRO.

Estrellas fugaces y problemas de colores

 

Capítulo I

 

Si no fuera por las luces de la enorme ciudad, Tokio tendría una gloriosa vista hacia el espacio exterior. Sobre todo, en una fecha tan privilegiada como aquella: una lluvia de estrellas fugaces. Era invierno, la final de la Winter Cup había terminado, dejando a Seirin como nuevo campeón; el cumpleaños de Kuroko fue hace dos días, y ahora, los estudiantes de preparatoria disfrutarían de sus vacaciones antes de ascender de curso en primavera.

 

—Chicos, este ha sido un gran año. Vamos a repetirlo, así que no descansen… entrenen como si su vida dependiera de ello. —fueron las palabras de aliento de Riko.

 

—¡Como usted ordene, entrenadora! —respondieron los muchachos de Seirin al unísono.

 

Kagami y Kuroko se despidieron de los demás muchachos y se dirigieron al Maji Burguer. Al llegar, nuestro chico fantasma pidió lo de siempre: una malteada de vainilla, mientras que “su luz”, compró doce hamburguesas de queso, pocas según él; al parecer se estaba dando cuenta de que tanta comida chatarra iba a pasarle factura algún día. Se sentaron en una mesa con vista al exterior para disfrutar de su compañía. “Es ahora o nunca”, pensaba el muchacho con cejas extrañas mientras observaba a su compañero con detenimiento, hoy le revelaría sus sentimientos.

 

—Oi, Kuroko… —pronunció mientras veía a otro lado.

 

—¿Qué sucede Kagami-kun? —respondió el menor, fijando su vista en su acompañante.

 

—Bueno… verás, tú y yo somos amigos… muy cercanos… —empezó el tigre.

 

—Así es, Kagami-kun ¿cuál es el punto? —dijo sin despegar su vista del mayor, mientras daba un sorbo más a su batido preferido.

 

—Lo que yo quiero decir, es que…

 

—¡Lo siento Kagami-kun! Espera un momento, tengo que contestar. —replicó Kuroko antes de ponerse de pie y contestar su móvil en la parte de afuera. Ese tono solo lo usaba con los miembros de la Generación de los Milagros.

 

—Hola, habla Kuroko. —contestó sin una pizca de entusiasmo, alejando el teléfono de su oído esperando una respuesta inmediata.

 

—¡Hola, Kurokocchi~! ¡¿No te da gusto oír mi voz?! —era el enérgico entusiasmo de cierto rubio.

 

—En lo absoluto, Kise-kun.

 

—Moo~ ¿Qué malo eres Kurokocchi~? Yo siempre estoy extrañándote... ¡Hey! ¿No quieres ir a Kaijo el próximo año? —Kise usó su tono infantil, de nuevo— Seríamos un equipo invencible, te lo aseguro Kurokocchi.

 

—Si me llamaste para eso, entonces voy a colgar —Kuroko siempre tan despiadado con su amigo— adiós, Kise-kun.

 

—¡Espera Kurokocchi! No es eso… escúchame —imploró, dando un respiro de alivio al darse cuenta de que su peli celeste aún no había cortado la línea.

 

—¿Y bien?

 

Kise se llenó de energía nuevamente, pero se contuvo un poco antes de retomar la conversación— Akashicchi quiere que nos reunamos todos como los viejos tiempos ¿has oído sobre la lluvia de estrellas de pasado mañana? Dijo que nos invita a todos a pasar una semana en Kyoto… dijo algo así de unas cabañas. ¡Vamos, Kurokocchi, será divertido! ¡Podemos bañarnos juntos y todo! ¡Tenemos que aprovechar la bondad de Akashicchi~ Come on, my Darling~! —arrastró la última palabra, para darle más… ¿cómo se dice? Sensualidad.

 

—Suena muy bien Kise-kun. Siempre he querido ver una lluvia de estrellas, muchas gracias por decirme… pero no me bañaré contigo. —añadió antes de crear un malentendido. —¿cómo nos organizamos? ¿Todos ya confirmaron la salida?

 

—Kurokocchi me hace muy feliz. Todos vamos a ir, incluso Midorimacchi, claro… todos pusimos la condición de que “Sin Kurokocchi, nadie va”, pero se arregla con tu respuesta. Va a ser divertidísimo. Ya quiero que nos veamos de nuevo. ¿Estás solo?

 

—No tenía idea de que se hayan puesto de acuerdo a mis espaldas. —mencionó el peli celeste con un tenue rubor en las mejillas, agradecía que solo fuese una llamada telefónica. Realmente estaba encantado de que sus amigos piensen tanto en él (y no tiene idea de cuánto), al final, todo será “amor y alegría”. —No estoy solo, Kagami-kun me acompaña. Estamos en el Maji Burguer. Y si no hay nada más, tengo que colgar.

 

—Espera… ¿puedo visitarte un poco más tarde? Es que quisiera que hablemos un poco, no tengo con quién más ir y me gustaría que nos pusiéramos de acuerdo… ¿Sí, mi lindo Kurokocchi? —mintió descaradamente, el rubio aprovecharía cada momento con su adoración.

 

—Vale, pero no me digas lindo. No me gusta. A las siete, en mi casa. Mi abuela te puede abrir la puerta, ya conoces mi cuarto. Espero llegar antes, sino… ya sabes que hacer. Adiós Kise-kun. —Kuroko dio por terminada la llamada antes de escuchar la escandalosa voz de su amigo otra vez.

 

El ojiazul entró al Maji y se sentó frente a su pensativo compañero, lo observó por un momento, divertido. Él no había advertido su presencia (para variar).

 

—Kagami-kun ¿qué querías decirme?

 

—¡Kuroko! ¡No me asustes así! ¡¿Desde cuándo estás aquí?! —replicó un exaltado pelirrojo ante la “repentina” aparición del más bajo.

 

—Desde hace unos minutos. —se limitó a responder, esperando las palabras del mayor que antes quedaron incompletas.

 

Ante su impasible mirada, Kagami ordenó por enésima vez sus ideas para “decírselo de una vez por todas”. ¡Quién creyera que el tigre de Seirin era tan cobarde para expresar sus sentimientos! ¿o no estaba seguro de ellos? No es que no quisiera a Kuroko, pero se le hacía difícil verlo como pareja ¿eso quería? ¿y si el menor no lo aceptaba y su amistad se estropeaba? Había muchos riesgos, pero debía tomarlos si quería estar junto al peli celeste. Suspiró resignado ¡obviamente le quería! Nada sexual por supuesto (o bueno, no de momento), solo quería estar cerca suyo, y compartir muchas más cosas; y, sobre todo, apartarlo solo para él, ya que estaba consciente de lo peligrosos que eran los chicos multicolor de los que Kuroko siempre hablaba… ¿siempre hablaba? ¿Acaso estaba sintiendo celos… otra vez? Todo era tan complicado, un “cerebro de balón” como él no debería trabajar tanto. Ya estaba decidido… ¡hoy era la última vez que lo intentaría! Sino, se conformaría con su amistad, que de por sí, era invaluable.

 

—Kuroko, somos amigos… y yo te quiero mucho —soltó al fin, casi sin vacilar. El menor lo observó por un momento que le resultó eterno, dio un sorbo a su malteada y se dispuso a responder. No sabía lo que esos segundos de espera le provocaban al muchacho.

 

—Yo también te quiero Kagami-kun —su voz era neutral, y su rostro no mostraba emociones, como casi siempre— somos amigos y nos llevamos muy bien. Además, tu eres mi luz, y trabajas mucho con el equipo. Eres admirable —una puñalada en el corazón del pelirrojo. Lo intentaría de una manera más directa… claro, sin asustarlo.

 

—¡Agh! No me refiero a eso… sino, a que quiero que seamos más que amigos. —El menor miró de nuevo, y dejó su vaso vacío sobre la mesa antes de mostrarle un pulgar arriba. ¿eso significaba un sí?  —Me da mucho gusto…

 

—Seremos mejores amigos —Interrumpió el pequeño mientras le brillaban los ojitos y veía a un derrotado Taiga frente a él con un aura oscura y por los suelos. No sabía si Kuroko era un idiota, un muchachito inocente o un malvado que se burlaba de sus sentimientos. Apostaba por las dos primeras opciones.

 

—A eso me refería, Kuroko… —repuso Kagami sin más ilusiones en su pobre corazón.

 

—¿Te sientes bien? Tu voz suena diferente —“tan idiota, tan inocente”; pensó el mayor ante aquella pregunta. Ya no había vuelta atrás. Serían amigos… no, “mejores amigos”. Como se lo había autoimpuesto, esa sería la última vez que lo intentaría. Lanzó un suspiro y sonrió de nuevo, queriendo cambiar de tema lo más pronto posible.

 

—Oi, Kuroko. ¿Quién te llamó?

 

—Kise-kun.

 

—¿Y qué quería esa “rubia teñida”? —sonrió ante su propio comentario.

 

—No le llames así. Es rubio natural. —otra puñalada a su corazón, antes no los hubiera defendido, y menos a Kise, ya que siempre le seguía la corriente cuando quería molestarle. El hecho de que todos hayan hecho las paces era la respuesta— dijo que Akashi-kun había dado la idea de reunirnos como en los viejos tiempos, y que aprovecharía lo de la lluvia de estrellas de pasado mañana. Al parecer, solo faltaba yo… o no sé lo que Kise-kun me quiso decir, pero vamos a ir todos. También Momoi-san.

 

—¿Eh? —dejó una hamburguesa de lado ante la sorpresa. Los chicos milagrosos estaban tomando la delantera. Era un dolor en el trasero, ahora tenía que aguantarlos, todo por la “amistad reconstituida” de Kuroko con esos “bichos raros”. Y lo peor de todo, había sido idea de ese loco de Akashi —Kuroko, ¿entonces aceptaste su invitación, así como así?

 

—Por supuesto, son mis amigos, y los quiero mucho. Sé que no me llevo muy bien con todos, pero me encantaría volver a divertirnos como los viejos tiempos. —Kuroko sonrió con dulzura al recordar sus salidas al campo con los chicos de la Kiseki no Sedai, estaba en lo cierto, no todos eran “compatibles”, como diría Midorima, pero la pasaban muy bien, y extrañaba esos momentos— ha pasado tanto tiempo… —dijo casi en un susurro por tantos recuerdos inundándole la cabeza. Otra puñalada para el tigre de Seirin.

 

—Ya veo. Espero que se diviertan… aunque —su mente le acabó de dar una brillante idea. Haría que funcione, sí o sí— te puedo acompañar. Ya sabes, sería más divertido. Mientras más, mejor ¿no?

 

—No lo sé Kagami-kun. Claro que quisiera que nos acompañaras, pero no sería bueno abusar de la amabilidad de Akashi-kun, según Kise-kun, nos hospedaríamos en unas cabañas pertenecientes a la compañía de su padre. Pero llámale, seguro quiere que nos acompañes. Aunque no lo parezca, Akashi-kun es una muy buena persona —¿Buena persona? Eso tendría que negarlo. No es que le haya parecido un ser despreciable, engendro del mal o algo parecido… pero ¡Le lanzó unas tijeras!, eso definitivamente no es de buenas personas. Sabía que solo era “bueno” con “su querido Tetsuya”, y con el arcoíris.

 

—Eh, con que tengo que hablar con Akashi, no me importa. No quiero dejarte solo, además quiero divertirme en mis vacaciones. No solo entrenar —mintió, pero ¿qué más podría hacer?

 

—Me gusta la idea, le diré a los chicos. Hoy voy a ver a Kise-kun y quizás él nos ayude a convencer a los demás. —¿pero qué demonios? Si ese rubio es el que más interés mostraba en el peli celeste. Sin embargo, no iba a rendirse. Iba a acompañar a Kuroko a esa “aventura”, era su mejor amigo después de todo, tenía que evitar que esos muchachos con las hormonas locas le hicieran algo indecente —Vamos Kagami-kun, se está haciendo tarde.

 

Ambos salieron del Maji Burguer y empezaron a hablar de cosas triviales como la mayoría del tiempo, y de lo entusiasmados que estaban para ganar en el próximo Inter High y Winter Cup. Esta vez, querían llevarse ambos títulos. ¡Vaya muchachos ambiciosos! Llegaron a una esquina y se despidieron, Kagami hasta había olvidado lo de hace un momento, todas sus preocupaciones se desvanecieron. No era una persona rencorosa ni nada por el estilo, pero… más se debía a su poca memoria. Pobrecillo. Kuroko estaba a dos cuadras de llegar a su casa, aún faltaban diez para las siete, así que supuso que su amigo rubio todavía no llegaba.

 

—Hola Kurokocchi~ ha pasado tanto tiempo —susurró Kise en el oído del menor mientras lo sujetaba por detrás en un cálido abrazo. El mencionado no se movió, solo asintió, acostumbrado al comportamiento del más alto.

 

—Hola, Kise-kun. ¿podrías soltarme por favor? —su voz era tan apática, tan neutral, tan “especial” para su acompañante de Kaijô. Se miraron un rato y el peli celeste caminó un poco más hasta llegar a su casa y recibir a su visita. Al parecer, su abuela no se encontraba, había dejado una nota en el mueble de la entrada: Tetsuya, fui al minimarket a hacer algo de compras. Regresaré en una hora. Cuídate mucho; te quiere, tu abuela.

                                                                                              

Kuroko suspiró con pesadez, estaría solo con su escandaloso amigo. Ya imaginaba todos los mimos de los que sería víctima en ese período de tiempo. “Regresa pronto abuela”, pensó el joven antes de subir las escaleras, con el rubio pisándole los talones.

 

 

 

Notas finales:

Muchas gracias por haber leído.

Nos vemos la próxima vez.

Espero actualizar cada semana. Tal vez los viernes. Ya se los comunicaré ^^


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