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Estrellas fugaces y problemas de colores por Adriana Sebastiana

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Notas del capitulo:

Hola...

Ahora sí que lamento la demora. Fue todo un día...

¡Mi primera crisis de inspiración de lo que va el fanfic!

Creo que para que no estén pendientes el viernes... revisen el sábado, ahí es seguro.

Sí, ya lo voy a poner en mi resumen >_<

Uff! Muchas cosas en esta semana T_T ¡Ah! Es difícil conseguir un empleo... luchar por tus sueños. Pero ahí le vamos, ¡perseverancia ante todo!

 

Ahora sí, les dejo leer el cap de esta semana. Cuidense, y apóyenme con mi otra historia :3

KiKuro :3 (ya lo sabían, solo era cuestión de tiempo )

 

LOS PERSONAJES DE KUROKO NO BASKET SON PROPIEDAD INTELECTUAL DE TADATOSHI FUJIMAKI-SENSEI.

Capítulo X

 

—¡Eso estuvo delicioso~! Akashicchi conoce muy buenos lugares… ¡Lo amo~! —y apenas hubo reparado en sus palabras, se corrigió — pero como a un amigo… —aunque, evidentemente, lo que haya dicho no era de importancia para su adorado peli celeste.

 

—No seas tan meloso, Ryôta. Me dan escalofríos. —añadía el infante sin perder la compostura. Ya lo saben, glamour, ante todo.

 

—Pero es cierto, Akashicchi. Siempre nos tratas bien… no como otros… —y en seguida, miró hacia donde estaba un ‘distraído’ Aomine Daiki. Kuroko solamente sonrió, de una manera casi imperceptible, por supuesto.

 

—Es momento de descansar un rato, nos veremos para el partido de la tarde. Espero que sean puntuales.

 

El heterocromo tomó una de las muñecas de su sexto hombre fantasma y ‘huyó’ del lugar. En efecto, quería ‘descansar’, pero no lo haría solo.

 

—Espera Akashi-kun.

 

—Solo un poco más, ya casi llegamos.

 

¿Pero a dónde demonios lo estaba llevando?

 

—Aquí es… —a Kuroko le llegó la luz del sol justo en los ojos, por eso le costó trabajo ver lo que el Emperador le quería mostrar. Pero estaba allí, un sofá-cama enorme y de un blanco impoluto. Sobre él, reposaban un par de libros y algunas almohadas de colores.

 

—Akashi-kun… esto es un poco raro.

 

—Necesitamos descansar un poco. No me hagas decírtelo con palabras.

 

—Es que no entiendo lo que quieres de mí. —el pequeño puso los ojos en blanco, y con delicadeza tomó la mano del ahora más alto.

 

—Tetsuya, quiero que duermas conmigo —Kuroko se estaba pintando de colores, pero cómo no hacerlo, si un ‘coro de ángeles’ pululaba tras el pelirrojo.

 

—¡No digas esas cosas, Akashi-kun! En primer lugar, somos hombres… y… —el pequeño no le dejó continuar, sino que se puso de puntitas y lo calló con el suave toque de su dedo índice.

 

—No te estoy pidiendo “eso”, Tetsuya. ¿Qué ideas raras tienes en la cabeza? —sonrió con delicadeza, aunque por dentro moría de la felicidad al saber que los pensamientos de su sexto hombre fantasma no eran tan castos como imaginaba. ¡Perfecto! —solo quiero que pasemos la tarde juntos, durmiendo. No tienes nada qué hacer hasta la hora del partido, ¿verdad?

 

Kuroko dudó un instante, tiempo suficiente como para corroborarlo.

 

—Si ese es el caso, no tienes por qué negarte. No voy a comerte… —“Aunque muero de ganas por hacerlo”.

 

—Solo leeré un poco. —su rostro impasible volvió a ser el de siempre, los colores carmín no duraron mucho sobre su faz, y sin esperar respuesta del Emperador, se sentó en tan mullida superficie, soltó un suspiro y tomó el primer libro que le llamó la atención.

 

“Las aventuras de Sherlock Holmes” de Sir Arthur Conan Doyle.

 

Será una lectura interesante.

 

….

 

 —Tetsuya, despierta… ya es hora de irnos.  —“¿En qué momento me quedé dormido?” pensaba el aludido, y “¿en qué momento me he despertado?”. Lo que parecían dos o tres segundos se convirtieron en horas.

 

El cielo tenía un color precioso. Incluso ciertas nubes traviesas se mancharon de púrpura, alterando ese equilibrio tan puro en el mando celestial. Era hermoso, y parecía que, si se quedaban el tiempo suficiente, podrían observar el movimiento de aquellas masas de vapor, así como el inminente atardecer que se reflejaba en sus pupilas.

 

—¿Qué hora es? —parecía más tarde de lo que realmente era.

 

—Son diez para las cinco. Tenemos que apurarnos, las canchas están del otro lado…

 

—Volviste a la normalidad —sus orbes celestes no se apartaban del individuo que tenía al frente.

 

—¿Eh?

 

El heterocromo se levantó del sofá-cama de un salto, y pasó sus manos por todo su cuerpo. En efecto, era un adolescente… de nuevo. Pero ¿cómo? Con Midorima no sucedió así… ¿o es que acaso depende del grado de cercanía con Kuroko? Hay quienes necesitan más tiempo con él para arreglar sus diferencias. Akashi solo pudo reír ante las nuevas circunstancias.

 

—¿Por qué te ríes, Akashi-kun? —acotaba un sorprendido Kuroko.

 

—Es que pensé que tendría más tiempo.

 

—¿Y para qué necesitabas más tiempo? —¡Oh! ¡La ingenuidad!

 

—Para esto —no pasó mucho tiempo para que el 11 de Seirin estuviese bajo el Emperador, con la mirada perdida, entre sorprendida y aterrada.

 

Milímetro a milímetro, los labios rosados del pelirrojo se acercaban, hambrientos. El peli celeste no forcejeó, estaba anonadado para cualquier cosa. “Que pase lo que tenga que pasar” se resignó, y cerró los ojos.

 

¡Plop!

 

Pasaron un par de segundos, y una voz escandalosa hizo que abriera sus ojos. ¿Y el beso? Nunca sucedió.

 

—¡Ups! Lo siento, Akashi —decía una alegre peli rosa mientras se acercaba corriendo, con un ‘koala’ moviéndose de lado a lado (ya no era un oso).

 

—¿Momoi-san?

 

—Hola, Tetsu-kun. Me alegra no haberte lastimado… —sonrió de la forma más dulce que pudo. Y por un momento Kuroko se lo creyó, pero conocía las intenciones de la muchacha con él, además de que no era para nada torpe. Aquello solo pudo ser intencional, ¿cómo es que una pelota de tenis pudo habérsele escapado de las manos? ¿Y la raqueta? —Creo que está inconsciente. Lo siento mucho, Akashi. —lucía preocupada, pero no por eso iba a lamentarlo. Había prevenido un desastre, ¿no es así?

 

—Por favor sé más cuidadosa, Momoi-san. —el muchacho lanzó un suspiro al aire, aliviado. No sabría con qué ojos ver a Akashi después de un “beso de verdad”. —¿Qué estás haciendo aquí?

 

—Investigué un poco las instalaciones del resort, y pude darme cuenta que te traería a este lugar desde el momento en que te llevó con tanta prisa. Aunque no lo creas, Akashi es bastante predecible —“Siquiera para mí… y cuando se trata de ti” le faltó decir, pero no hacía falta. Kuroko parecía comprenderlo a la perfección, y le asustó un poco.

 

—¿Y ahora qué hacemos con Akashi-kun? No creo poder cargar con él.

 

—Supongo que podemos llamar a uno de sus guardaespaldas. ¿Los has visto? ¡Son enormes!

 

—No estoy seguro de eso, pero… —miró a los ‘pollitos y campanas’ que daban vueltas sobre la cabeza del heterocromo. Lo pensó unos segundos, hasta que a la final accedió. ¿Qué más le podría pasar al pobre? —Está bien, yo los llamaré… pero cubrámoslo. Hará más frío dentro de poco.

 

Y de esa manera, ambos muchachos se alejaron del lugar, dejando a un ‘dulce jovencito’ dormido sobre un impoluto sofá-cama, y cubierto por una mantita de color rojo. Parecía un ángel, pero tenían la certeza de que cuando despertara, las cosas se saldrían del lugar. Aunque ¿qué atrocidad le podría hacer a una muchacha como Momoi?

 

 

—¡Oi! ¡Ya era hora de que llegaran! ¿Y Akashi? —un inquisitivo Kagami alzaba la voz con algo de impaciencia. Cuando se trataba de baloncesto, la impuntualidad era un pecado.

 

—Es un gusto verte, Kagami-kun —puntualizó su actual sombra. No le hacían gracia esos tratos por parte del más alto, pero ¿qué se le podría hacer? —Akashi-kun prefirió dormir un poco más. Dijo que no le molestemos.

 

—Eso es muy extraño, Akashi no es de ese tipo de personas —agregó un consternado Midorima. Y es que era cierto. La idea de jugar baloncesto a la cinco de la tarde era de nada más ni nada menos, que del Emperador del Rakuzan. ¡Era inconcebible que prefiriera dormir!

 

—Akashi-kun dijo que prefería dormir —repitió Kuroko, y a todos se les erizaron los vellitos de la nuca. Aunque algo no cuadraba ahí, no querían preguntar de nuevo. Era extraño que la persona más dulce del planeta les provoque tantas emociones.

 

—Bueno, es hora de jugar. Quiero arreglar asuntos pendientes —insistía Kagami, mientras daba vueltas al balón sobre su dedo índice. No hay que negar que es muy hábil para esas cosas. Midorima lo fulminó con la mirada, sabía que se trataba de él.

 

—Yo quiero ir en el equipo de Kuro-chin~ —sin previo aviso, el titán de Yôsen se aferró al cuerpecito del menor. —¿verdad que quieres jugar conmigo? —añadió, mientras veía con dulzura a la personita que tenía entre sus brazos. Ignorando por completo las miradas asesinas de todos.

 

—No veo inconvenientes. Me parece muy bien. —decía mientras recuperaba un poco de su espacio personal.

 

—En ese caso, yo también estaré en su equipo ~nanodayo. —y antes de que los demás pudieran agregar algo, le hizo la misma pregunta a Kuroko, pero a su manera —Podría ir con los otros, pero sé que tardarán mucho en ponerse de acuerdo. —El de ojos color del cielo solo asintió.

 

—¡No es justo! ¡Ya les había dicho que quería jugar con Kurokocchi~! Moo~ —chillaba un rubio entrometido. —además, estaremos bastante desequilibrados. Aominecchi y Kagamicchi juegan en la misma posición… y… y… ¡No es justo! —terminó con un mohín de ‘rebeldía’. Sus palabras eran ciertas, pero ese par no cambiaría de idea.

 

—No me importa… ya reservé a Kuro-chin para mí. Acéptalo, o te aplastaré. —su voz se hizo más grave en unos instantes. Kise no quiso decir nada, aunque en su garganta las palabras luchaban por salir.

 

—¡No es justo! Si ganamos quiero una selección más justa —refunfuñaba el rubio, aún con un mohín en sus labios.

 

—Estoy de acuerdo. Si gano, jugarás en mi equipo, Tetsu. “Solo yo puedo jugar contigo” —recitaba con profundidad, mientras que los demás tenían una venita en la frente por tantas veces que escuchaban aquella frase.

 

—¡No decidan por él, fenómenos! Kuroko es mi sombra. Cuiden sus palabras. Seré el próximo que juegue con él —Kagami encendía más los ánimos del resto. Parecía que aquella discusión de siempre se iría de largo.

 

—¡Cof! ¡Cof! El sol se va a ocultar dentro de poco, y saben que no me gusta perder el tiempo. —sonrió con ‘dulzura’, pero el trío tembló de miedo. ¿Qué era eso? ¿Cuánto tiempo tuvo que pasar con Akashi para que se le pegaran las malas costumbres?

 

—Muchachos, solo será un partido. Luego, como dijeron… cambiarán de posiciones. —incitaba la peli rosa, quien contaba los segundos para ver a su amado Tetsu-kun sudoroso, y con la camiseta pegada a su cuerpo…  ¡¿Y quién no quiere verlo así en estos tiempos?!

 

—¡Tsk! –fue el sonido que soltaron los Ases de Tôô Gakuen, Kaijô y Seirin al unísono. Tendrían que dejarlo a la suerte.

 

 

Los partidos fluyeron con naturalidad:

 

Primero: Kuroko, Midorima y Murasakibara vs. Kagami, Kise y Aomine. Con un resultado de 56-50.

 

Segundo: Kuroko, Midorima y Kise vs. Aomine, Kagami y Murasakibara. Con un resultado de 67-66.

 

Tercero: Kuroko, Aomine y Kise vs. Murasakibara, Midorima y Kagami. Con un resultado de 78-83.

 

Estaban agotados, pero en general lucían satisfechos. Todos a excepción de Kagami, quien no tuvo la oportunidad de recibir los pases de su propia “sombra”. Incluso una pequeña lagrimilla amenazaba con salir durante el último partido, al ver lo bien que se complementaban Aomine y Kuroko. ¡Sí, esas cosas duelen!

 

—Kagami-kun…

 

—¿Qué quieres Kuroko? —está bien, estaba un poco herido, pero no debía responderle así. Aunque al pequeño no pareció molestarle. Le miró, y sus ojos se abrieron como platos, “con razón soy un Bakagami”. Sonrió enseguida y no esperó mucho para corresponder al saludo de ‘puño’ que el peli celeste le ofrecía.

 

Ahora soy tu luz, Kuroko.

 

—Creo que es mejor que veamos cómo está Akashi —susurraba Momoi lo más cerca que podía. No quería que los demás se alarmen, sobre todo Midorima. Pero era demasiado tarde.

 

—Entonces sí le sucedió algo a Akashi. No tienen que ocultárnoslo. —decía indignado el de anteojos.

 

—Este… bueno… —Momoi dudaba, no quería confesar su crimen tan pronto.

 

—Momoi-san le pegó con una pelota de tenis en la cabeza y quedó inconsciente. —se adelantó Kuroko, recibiendo las miradas sorprendidas de todos.

 

—De verdad, lo siento. Cuando despierte me disculparé con él —la muchacha se inclinó, moría de vergüenza. “Gracias, Tetsu-kun”. Y así era el amor, por ese instante, quiso matar al muchacho que le quitaba suspiros.

 

—Bueno, vamos a verlo entonces. —insistía un ‘nada preocupado’ Midorima.

 

—Sí, ya debe estar en su habitación —decía el peli celeste, recordando a los temibles guardaespaldas de su amigo. —Les contaré la historia en el camino.

 

Todos caminaron en dirección de su cabaña, y al llegar, encontraron las luces apagadas. Era normal. Tocaron la puerta un par de veces, pero nadie respondía del otro lado, ¿seguirá inconsciente? No era un chico débil…

 

—¿Qué tan fuerte le pegaste, Satsuki?

 

—¡No lo digas así! Suena horrible. Fue un accidente. No fue tan fuerte.

 

—Akashi, abre la puerta. Somos nosotros. —insistía el peli verde, ahora notablemente preocupado. ¡¿Qué tan fuerte podría golpear una chica?!

 

—Hola muchachos, ¿han visto al joven Akashi? No he podido contactar con él desde hace un par de horas. —el guardaespaldas más corpulento tenía una voz muy amable, y lucía un poco cansado, ¿había estado corriendo?... pero eso no era lo importante, ¡¿Cómo es que no sabe dónde está Akashi?!

 

—Tetsu-kun… se supone que tú contactarías con ellos… —la mirada perdida de Momoi confirmaba a todos lo peor. Su amigo pelirrojo seguía tirado en quién sabe qué lugar.

 

—Creo que lo olvidé —y así sin más, Kuroko respondió con sinceridad. Lo lamentaba, pero no se podía hacer nada más ahora; solo ir a buscarlo donde seguramente, continuaba dormitando.

 

—¡Tenemos que apresurarnos! Está haciendo frío… —Ok, ahora sí que el As de Shûtoku había perdiendo un ‘poco’ los estribos. ¡Y cómo no hacerlo si Akashi era su mejor amigo!

 

Todos, incluido el guardaespaldas, corrieron por medio resort hasta encontrar un “sofá-cama de un blanco impoluto” con un “joven amo” durmiendo como bebé. Incluso tenía un rastro de saliva, la posición de las almohadas no había sido la más cómoda del mundo. Era inevitable. Aomine y Kagami soltaron una carcajada al reparar en ello, y Kise casi los sigue, pero guardó un poco más la compostura. Aunque no era eso… no totalmente, sino que Midorima le lanzó una de sus miradas de hielo.

 

—Yo llevaré a Aka-chin a su cama. Espero que no se despierte en el camino~ —suspiraba Murasakibara, quien estaba en proceso de acomodarlo en sus brazos.

 

—Se cuidadoso ~nanodayo. —a veces, el sentido de “madre sobreprotectora” se activaba irremediablemente en el de ojos esmeralda.

 

Uno, dos y tres movimientos. No hacían falta más para que el ‘bello durmiente’ se acomodara en su transporte viviente. Parecía bastante acostumbrado. El trayecto fue un poco más largo que el de ida, pero de todas formas llegaron a la cabaña, y con ayuda del guardaespaldas, abrieron la puerta. Y como nunca, el titán de Yôsen, depositó con la mayor delicadeza a su preciada carga. El colchón se hundió con el peso, y se amoldó perfectamente a su huésped. De verdad parecía un ángel.

 

—Es mejor que nos vayamos. No quiero estar aquí cuando despierte. —Aomine temblaba de miedo. —Satsuki, no creo que te haga daño… sin embargo, busca una buena excusa. — y con el tono más sublime que podía, dijo —“Y que la suerte te acompañe” —incluso cerró los ojos, como quien lamenta la pérdida de los caídos en batalla.

 

—¡Eres muy cruel, Dai-chan!

 

—Shhh~ no hagan ruido, despertarán a Aka-chin.

 

—Aún me tiene preocupado, ya era hora que despierte ~sû —Kise de verdad mostraba esa preocupación en sus ojos ambarinos.

 

—Nosotros también —esta vez fueron Kagami y Aomine al unísono.

 

—Creo que será mejor que yo me quede a cuidarlo… aunque primero creo que me daré un baño~

 

—¿Estás seguro, Murasakibara-kun?

 

—Sí, Kuro-chin. Aka-chin casi nunca se enfada conmigo. Y si lo hace, soy bastante grande~. Les llamaré si despierta. Nos vemos mañana.

 

Nadie estaba convencido, aunque en parte, lo que decía no faltaba a la verdad. Akashi casi nunca descargaba su enfado sobre el pobre de Murasakibara. Casi nadie lo hacía, y es que era una pelea que no tenía caso. No tuvieron más remedio que salir con algo de prisa de los ‘aposentos del Emperador’. Mañana sería otro día.

 

 

—¡Ow~! Me quedé dormido… ¿qué hora será? —el peli morado trataba de alcanzar su teléfono sin mucho éxito. Aunque tampoco es que esforzara mucho que digamos.

 

—¿Quién es? —el sol se filtraba a través de las delgadas cortinas. Era un mañana con un brillo muy tenue.

 

—¡Eh! —dijo sorprendido el de orbes violáceos al darse cuenta de que esa no era su cabaña… sino la de… —Aka-chin, ¡buenos días! ¿te encuentras bien?

 

—Espera… ¿quién eres y por qué estás en mi habitación? — el heterocromo aun no quería abrir sus ojos, le dolía la cabeza por el golpe de ayer. Sin embargo, esa dulcísima voz le obligó a hacerlo. —¿Atsushi?

 

—Hola Aka-chin~

 

—Pero, ¿qué te pasó? —claro que sabía lo que le pasaba, pero le sorprendía.

 

—Lo siento~ no quise quedarme dormido. Pero estaba cuidándote la noche anterior. —“¿Es que aún no se da cuenta de qué es un niño? Increíble.” Pensaba el pelirrojo, sin salir de su shock inicial.

 

—¡No me refiero a eso, Atsushi! ¿En serio no te has dado cuenta de tu estado?

 

—¿Estado? —repetía el nuevo infante. No sabía a qué se refería su excapitán, pero lucía alterado, seguramente era algo grave. —¿estoy enfermo?

 

—¡No es eso! Solo mírate…

 

Aun sin entenderlo bien, Murasakibara hizo lo que Akashi le solicitó. Y en efecto, casi se cayó al bajar de la cama. Su altura descomunal se había marchado, ahora era un indefenso niño de ojos morados que hacían juego con su desordenado cabello.

 

¿Otro día fuera de serie? Así es… y en esta ocasión, el clima no estará de su parte.

Notas finales:

See you next time~!

(^o^)7


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