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Estrellas fugaces y problemas de colores por Adriana Sebastiana

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Notas del capitulo:

Hola a tod@s... Otro capítulo más.

Lamento, de verdad, lamento la demora. No hay perdón, me entretuve en otras cosas y casi olvido subirlo. Lo siento. T_T


Soy una mala autora... lo siento.

 

Bueno... espero que les guste el hilo de acontecimientos. Y que me sepan disculpar.

 

TODOS LOS PERSONAJES DE KUROKO NO BASKET SON PROPIEDAD INTELECTUAL DE TADATOSHI FUJIMAKI-SENSEI.

Capítulo XII

 

—Akashi, ¿crees que sea necesario?

 

—Completamente, Shintarô. Yo no puedo lidiar con un problema de esa envergadura. Mi guardaespaldas se encargará de todo. Ahora, solo tenemos que alejarlo de esos dos… ¿se te ocurre algo?

 

—No tengo nada en mente… —se resignaba el peli verde, al ver como los orbes bicolores de su acompañante destellaban ante alguna idea malévola.

 

—¡Oh! Ya veo. No será problema, porque se me acaba de ocurrir algo fantástico. —Seijûrô miraba con atención a ese trío. Su aura emanaba gran parte de su absolutismo. ¡Ese plan no debía fallar! —Sería muy sospechoso que yo me acercara a ellos, así que quiero que llames a alguno de los demás… Ryôta es más apropiado.

 

Midorima marcó el número de Kise, nervioso. ¡Eso no le daba buena espina!

 

—¡Hola…! Midorimacchi~ es un gusto recibir una llamada tuya. ¡Kya~!

 

—Tranquilízate, Kise.

 

—Yes~ ¿Para qué me llama Midorimacchi entonces? —replicaba el rubio con un mohín.

 

—Quiero que vengas al comedor que tiene chimenea, entra por la puerta de atrás. Te esperaré…

 

—¡Ya sabía que no podías odiarme~! Vas a invitarme a comer, lo sé. Te resulto irresistible. —Kise saltaba en una sola pata. Estaba seguro que ese “Muérete” de la otra vez era solo una broma, no podía ser cierto. Midorimacchi era un amor… muy, muy, muuuuy en el fondo. —Pero si quieres conquistarme, déjame decirte que mi corazón le pertenece a mi precioso Kurokocchi~

 

—¡IDIOTA! Kise, yo no te quiero en lo más mínimo, por mí puedes…

 

—Cálmate, recuerda el plan. Solo tráelo, necesitamos hacer alboroto. —interrumpía el heterocromo antes de que a su cómplice verdoso se le ocurriera meter la pata.

 

—¿Akashicchi está contigo?

 

—Lo siento, Kise. Sí, él está conmigo. —respiró hondo, y rogó a Oha Asa por un poco más de paciencia. —Volviendo al tema de mi llamada, quiero que vengas porque están regalando chocolate caliente ~nanodayo. Ven o se enfriará.

 

—¿En serio, Shintarô? ¿No se te pudo ocurrir algo más… yo que sé… urgente? —murmuró el Emperador tras escuchar esa miserable excusa. Su cómplice necesitaba unas buenas clases de Absolutismo, y él se encargaría de proporcionárselas, así sea a la fuerza…

 

—¡Tsk! —sí, ese no era su fuerte. —¿Y ahora qué hacemos? ¿Crees que baste con Kise? Sé que tiene buena fama, pero hasta el momento no le han molestado, y dudo que sea porque no le hayan reconocido ~nanodayo.

 

—Solo aguarda, Shintarô. Daiki vendrá con él. Todo marcha de acuerdo a nuestro plan.

 

—¿Por qué estás tan seguro que Aomine vendrá con él?

 

—Parece que lo has olvidado, Shintarô. Yo soy la certeza.

 

Midorima prefirió ver hacia otro lado, no podía llevarle la contraria… no, a menos que alguna de sus predicciones fallara, pero eso casi nunca pasaba. Sí, “casi” … la pérdida del Rakuzan contra Seirin era la única excepción.  

 

Pasaron cinco minutos, y Kagami parecía más dormido que despierto. Kuroko estaba bastante preocupado, aunque ya no insistía más. Se había cansado de recibir tantas respuestas negativas. ¡Aunque evidentemente no estaba bien!

 

Murasakibara contaba los minutos para poder estar a solas con Kuroko. Cada quién tenía su objetivo frente a sus ojos. Solo era cuestión de tiempo.

 

 

—Hola, Midorimacchi~ —saludaba un abrigadito Kise Ryôta a la persona que le esperaba.

 

—Kise. Veo que vienes con Aomine. —“¡Caray! Akashi, ¿eres un maldito psíquico o algo así?” pensaba el de anteojos.

 

—No, soy absoluto.

 

—¿Eh? —Midorima estaba que no se lo creía. Ese enano pelirrojo era terrible… aunque bueno, ya estaba bastante acostumbrado a sus rarezas “absolutas”. —¡Cof! ¡Cof! ¿Por qué Momoi no vino con ustedes?

 

—¡Ah! Satsuki…. Al principio estaba muy emocionada, pero cuando le dijimos que íbamos a reunirnos con Akashi, se enfermó y dijo que no podría acompañarnos. Mujeres… —Aomine estaba a punto de decir una cosa más, pero fue interrumpido.

 

—Por supuesto que no iba a venir. Entren por la parte de adelante, nosotros lo haremos por aquí. —ordenaba con glamour el heterocromo.

 

—¿Eh? ¿Por qué? ¿Qué tienes pensado, Akashi? —Ahomine no era tan idiota como para no percibir el peligro. Tenía el “wild”, ¿lo recuerdan?

 

—Solo obedece, Daiki. Entren y pidan lo que se les apetezca. Todo corre por cuenta de la casa. —“Mi cuenta, mejor dicho” no quería gastar dinero en esos idiotas, pero todo sea por el Plan B, o también conocido como “Tigre en cautiverio”.

 

Hasta ahora, todo se apegaba al plan.

 

—Ne~ Ne~ Aominecchi, es gratis. ¡Vamos~!

 

Y así fue como ese par se adentró en una de las ‘aventuras’ más locas de su vida.

 

 

—¡Oi! Tetsu… No pensé encontrarte aquí —saludaba con alegría el recién llegado. Pero solo le duró un instante. —¡Ah! Kagami, Murasakibara…

 

—Hola, Aomine-kun… Kise-kun.

 

—Kya~ mi querido Kurokocchi me saludó primero. Siempre está al pendiente de mí, aunque no quiera admitirlo… ¡Moo~! I… love… you —y lanzó un beso imaginario al muchacho de orbes celestes, quien hizo ademán de ahuyentarlo como a bicho raro… al beso, claro está.

 

—¿Qué hacen aquí, idiotas? —replicaba Kagami al notarlos con el rabillo del ojo. Aunque sus fuerzas estén debilitadas, no iba a dejar que se queden con su querida “sombra”.

 

—Nada del otro mundo, solo a tomar algo caliente…. ¿y a quienes llamas idiotas, Bakagami? —resoplaba un molesto Aomine Daiki.

 

—A ustedes, claro está… ¡Ahomine! —el tigre no se iba a cansar de molestarle con eso. Aquel sobrenombre le quedaba de maravilla. ¡Uno siempre saca fuerzas de donde sea para proteger lo suyo! Sí, a su mejor amigo…

 

—Basta muchachos. Es molesto verlos discutir siempre que se encuentran.

 

—Kuro-chin tiene razón~ son muy molestos a veces~ —secundaba un precioso niño de orbes violáceos.

 

—¡Kya~! Pero qué lindo que está Murasakibaracchi~ —el rubio oxigenado estaba lanzando brillitos con los ojos, mientras que todo a su alrededor parecía un arcoíris. ¡Vaya que le encantaban las cosas lindas!

 

—Y entonces, ¿nos van a acompañar? —interrumpía Kuroko, al darse cuenta de que estaba siendo ignorado.

 

Como la mesa era muy pequeña para tantos adolescentes, se tuvieron que poner de pie para ubicarse en una más adecuada. Estaba a unos tres metros de la primera, y la vista a la chimenea era mucho más amplia. Kagami no quería moverse, sentía que sus músculos se dormían uno por uno, cada movimiento que hacía le costaba demasiado.

 

 Pero, ¿qué demonios me está pasando?

 

Prácticamente cayó en su nuevo asiento. La comida que tenía en frente ya no le importaba, solo quería que Kuroko esté a salvo de esos salvajes… solo quería descansar un poco en su cama.

 

Aomine y Kise aún no se sentaban, estaban discutiendo sobre quién se sentaría junto al peli celeste… ¡un asunto de nunca acabar!

 

Segundo a segundo, el plan de Akashi tomaba forma…

 

El guardaespaldas del Emperador había seguido las órdenes de su joven amo al pie de la letra. Y ahí estaba su obra: un grupo de adolescentes eufóricas.

 

—Ahora es el momento, Shintarô. Dilo. —Ordenaba el Absoluto, quien no soportaba esperar un momento más para ver el mundo arder.

 

—¿Estás seguro, Akashi? —tragó saliva en seco. ¡Definitivamente, las cosas no estaban saliendo bien!

 

—Solo hazlo, en medio de tanta locura, nadie se dará cuenta de que fuiste tú.

 

—Está bien… —resopló, ya sin ánimos de contradecir al heterocromo… y con la sangre recorriendo con prisa cada uno de sus vasos sanguíneos.

 

¡¡AHÍ ESTÁ KISE RYÔTA, EL MODELO DE “SIXTEEN KAWAII”!!

 

Ya no había nada qué hacer. Aquellas palabras fueron el inicio del fin.

 

Kise sabía que eso no traería nada bueno, y se alejó lo más que pudo hacia la puerta de atrás. Aomine, como todo un idiota, no sabía lo que estaba pasando y le siguió en busca de una explicación por tan repentina huida, aunque su “wild” le decía que se apartara. La entrada principal dejó ver a un grupo de chicas hormonalmente alteradas, con unas cuantas pancartas de color rosa, y decenas de ejemplares de la ya mencionada revista, donde el popular modelo adolescente aparecía como portada. Midorima, quien había dado la voz de alarma, había sido empujado con una fuerza sobre humana, ya que, de alguna manera, impedía el paso a tan alocado gentío... mientras que el creador de menuda obra maestra, se debatía entre reírse como villano de película, o no.

 

Kise estaba acorralado, y, por consiguiente, su moreno amigo también. Las palabras de admiración eran tan profusas que no distinguía ninguna. Estaba nervioso, por primera vez en su vida se sentía intimidado por unas muchachas… ¡pero vaya qué muchachas! Se las quiso quitar de encima, por supuesto, pero no iba a dejar de ser un hombre decente en el proceso.

 

Kuroko y Murasakibara veían la escena con asombro, querían ayudarlos, pero ¿cómo? Kagami estaba prácticamente dormido en la mesa, y las cosas estaban saliéndose de control. Las 20 fans del inicio, rápidamente se convirtieron en 30, luego en 50… y así sucesivamente. Aquella situación, no era para nada agradable.

 

—¡Sálvese quien pueda! —exclamó uno de los clientes del lugar antes de salir corriendo. Los demás en el comedor le siguieron de inmediato, porque las preciosas señoritas que buscaban autógrafos de Kise estallaron en una ola de euforia por quién sabe qué razón. En pocas palabras, perdieron un ‘poco’ la compostura.

 

Murasakibara se portó astuto y jaló a su “dulcecito” a un lugar más seguro. Obviamente, Kuroko no quería desprenderse de su mejor amigo… ¿Qué iba a pasar con el pobre?

 

—Murasakibara-kun, debemos regresar por Kagami-kun.

 

—Ahora no, Kuro-chin. Es un campo de batalla. Estoy seguro que no le harán nada, en los juegos de video, los enemigos no te atacan si permaneces quieto… es algo así como un sensor de calor. No te preocupes, estará bien~ —el pequeño le miraba con un peculiar brillito en los ojos. A Tetsuya le pareció tan tierno… pero vaya manera extraña de asegurarle que su “luz” estaría bien.

 

Caminaron con algo de prisa del lugar, luego verían cómo regresar.

 

 

—¡Oi, Kise! Esto da miedo, diles que se tranquilicen. —murmuraba el moreno a su rubio camarada. Todo eso no pintaba nada bien.

 

—Ya lo haré… eso espero —respondió el aludido con el mismo timbre de voz. —Señoritas mías… me hace muy feliz todo este entusiasmo, pero por favor, sean comprensivas, y…

 

No más palabras, no más pensamientos… no más nada…

 

En un instante, decenas de pares de manos, y tal vez, pies, lo atacaban. Era como si él fuese el último hombre sobre la faz de la Tierra. Un golpe, otro y luego otro. Hasta que el tumulto cesó por intervención de la seguridad del resort. Finalmente, solo quedaron dos jovencitos tirados en el piso, con estrellitas girando alrededor de sus cabezas. ¡Sí, Aomine también fue víctima del ‘ataque terrorista’!

 

Nadie más, solo ellos dos, y el personal de seguridad… ni siquiera los miembros del equipo de cocina estaban presentes, ni siquiera el propio perpetuador y su cómplice.

 

¿Y Kagami?

 

¿Pues qué sería del Plan B si no hubiese logrado su objetivo?

 

Sencillo…

 

Kagami no estaba, porque en medio de semejante alboroto, uno de los miembros de la corte de Akashi se introdujo al local y sustrajo al individuo en cuestión, con sumo cuidado… ¡No vaya a ser que se despierte el pobrecillo!

 

 

Murasakibara y Kuroko seguían caminando en dirección contraria a la del comedor. Esperando que las cosas menguaran, pero no parecía que fuera pronto, aún se escuchaban los vítores y chillidos de las jovencitas.

 

—Tetsuya, Atsushi. Es un gusto verlos. Parece que va a llover. —saludaba con suficiencia el Emperador.

 

—Akashi-kun, hay un alboroto en el comedor. Haz algo, por favor.

 

—Ya me encargué de eso. La seguridad debe venir en unos segundos. —replicaba el pelirrojo con soltura. Como si no tuviese nada que ver. —¡Oh! La primera gota. Vamos a mi cabaña. Le diré a uno de mis guardaespaldas que traiga lo que les apetezca. —y sonrió, con dulzura, a la persona que tanto quería.

 

—Aka-chin, no hace falta…. Kuro-chin y yo vamos a jugar. ¿No es cierto? —insistía el menor.

 

—Sí, fue una promesa. Lo siento, Akashi-kun. Y creo que nos vemos, está empezando a llover bastante fuerte. —y sin mirar de nuevo, o decir algo más, se alejó con el peli morado por el mismo sendero por el que había transitado antes con el tigre de Seirin.

 

Akashi solo lo vio alejarse. Estaba en shock… ¿por qué Tetsuya era el único que le podía decir que no?

 

—Kuroko, no quiero que te mojes. Mi Lucky Item de hoy es un paraguas transparente. No me importaría si tengo que compartirlo contigo ~nanodayo. —y acompañado de un leve rubor de mejillas, cubrió a su amado y a él mismo bajo la protección del ya mencionado objeto de la suerte.

 

—¿Tan ciego estás, Shintarô? —cuestionaba el heterocromo, al darse cuenta de que su amigo, y ahora, cómplice, estaba compartiendo un paraguas con un arbusto.

 

Bueno, vale decir que ese arbusto, o, mejor dicho, árbol recién plantado, tenía un tamaño similar al de Kuroko… ¡Cualquiera se equivocaría! ¿verdad?

 

—¡Tsk! —la vergüenza era grande, ya le había costado bastante seguirle el paso a Akashi… ¡y ahora confundía a Kuroko con un árbol!

 

—Lamento lo de tus lentes, te lo compensaré. Pero ahora, acércate, no quiero que la lluvia me deje todo empapado. —Akashi extendió su mano, quería guiar a su amigo hacia sí. Cualquiera hubiese visto aquella escena con ternura, era innegable que pasaría como galán de cuento de hadas.

 

Midorima se acercó, ahora el paraguas los cubría a ambos. Uno cerca al otro. El más alto, sonrojado todavía ante su torpeza, mientras que el más bajo, estaba entretenido en sus cavilaciones. ¡Era hora de poner en marcha el Plan C!

 

Un par de turistas los miraban con curiosidad… sin evitar pensar en lo siguiente:

 

¡Qué bonita pareja!

 

Pero como casi siempre sucedía: “Las cosas no son lo que parecen, y nada, absolutamente nada, sale de acuerdo al plan”.

 

 

—Aominecchi… ¿estás bien?

 

—¡Cállate, Bakise! Todo esto fue culpa tuya…

 

—¿Eh? No es mi culpa ser tan atractivo, y tan endemoniadamente sexy. —mencionaba cierto rubio empalagoso antes de sentarse sobre del frío suelo.

 

—¡Idiota! Nadie piensa que eres atractivo… se pusieron así porque saliste semidesnudo en esa revista de cursilerías… ¿es que no tienes pudor, Kise? —Aomine también se levantó del piso, pero no fue fácil, le dolía todo el cuerpo. Esas muchachas eran rudas.

 

—Claro que lo tengo. Yo me estoy guardando para mi Kurokocchi~

 

—No pienses en hacerle cosas raras a mi Tetsu… ¿me oíste, animal?

 

—¿Eh? ¿A quién llamas animal, cerebro de balón? Además, es MI y solo MI Kurokocchi~

 

—Es MI TETSU…

 

—MI KUROKOCCHI…

 

—MI TETSU… ¡Y mejor levántate de una buena vez, Kise! Te ves patético en el piso.

 

—Ahomine… ¡Oh! Mira, está lloviendo… ¡No traje paraguas! ¡Nos vamos a mojar!

 

—¡Qué va, hombre! El agua no moja…

 

—Por eso eres un Ahomine… ¡ES MI KUROKOCCHI~! —y habiendo dicho eso último, Kise se alejó del lugar corriendo. No sé, en busca de su amado peli celeste, quizás.

 

Aomine le siguió el paso, ya no importaba la lluvia… solo quería alcanzar a ‘esa rubia teñida’ para decirle que era “SU TETSU”. El honor de un hombre no puede ser mancillado de esa manera, era inaceptable.

Notas finales:

Gracias por su lectura...

Y agaredecería que me dejen algún review >_<

¡Cómo quisiera tener esa revista! Sexteen Kawaii

Cuidense, y nos leemos en otra ocasión.

 

See you next time~! (^o^)7


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