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Quiero ser tu apoyo por Lure89

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Notas del capitulo:

Buenas!!! Cómo están? Ha pasado un tiempo, eh? Lamento los retrasos por culpa de… (lo mismo de siempre), y… por escribir tres historias a la vez. Saben que me voy turnando para cumplir con todas y por eso me demoro más en actualizar.

Igualmente entré oficialmente en vacaciones (bueno… mentira… en realidad sería a partir de este martes 6/12) pero digamos que ya estoy por cruzar la puerta, jeje. Así que… no prometo nada… pero es probable que sean más rápidas las actualizaciones. Eso intentaré.

Les aviso, que también por apurada, me falta darle una revisión más al capítulo, pero ya no sé cómo poder darle la vuelta de rosca que le falta. Así que se los iré compartiendo y lo retocaré más adelante si hace falta, jeje. Peco de ansiosa, lo sé.

Bueno, los dejo leer tranquilos.

Capítulo 28: Sudor Frío.

 

 

La posición del paradero de Bruce y el doctor Henry había sido triangulada gracias a la inteligencia artificial de Tony Stark: Jarvis. Pero al llegar al lugar indicado por el localizador que poseía Batman encima, se encontraron con un escenario que no era el esperado. El playboy se había marchado hacía largo rato dejando al doctor asegurado en la habitación junto a un par de hombres inconscientes y maniatados en el suelo.

Mientras Henry había quedado a la espera de ser rescatado, la ansiedad y el miedo por el que había transitado en aquella prisión, lo consumieron llevándolo al punto de entrar en una crisis; y al notar a los héroes que habían ido a su rescate, sus nervios se desataron y explotaron. Llevado por sus emociones alborotadas y lleno de temor por el millonario que estaba en peligro, buscó a Superman para pedirle ayuda en su favor. Le exigió a gritos que fuera al rescate de un Bruce que necesitaba asistencia cuanto antes y que se encontraba en un muy mal estado; algo que todos sabían desde un principio, pero confiados en lo que el murciélago les había dicho, creyeron que estaba en condiciones de tolerar la situación que habían planeado. Obviamente todo cambió cuando los hechos se suscitaron de manera contraria a la esperada, forzándolos a actuar de manera apurada y sin un plan.

Clark al oír hablar al doctor con desesperación y con sus claras advertencias, se estremeció con un terrible terror embargándolo. El mismo miedo lo paralizó y su preocupación comenzó a ir en aumento. Miles de malos pensamientos circularon por su mente haciendo que su figura permaneciera estática, clavada en el suelo, y sus ojos perdidos en un punto fijo, abstraído de lo que sucedía a su alrededor. Necesitaba saber cuanto antes sobre su pareja porque ya no soportaba la duda y la incertidumbre. Era tanta la angustia que estaba sufriendo, que sentía como el aire le parecía escasear.

 

—¡Por favor! ¡Superman! ¿Me está escuchado? Tiene que encontrarlo. —Zarandeó nuevamente al hombre de acero para hacerlo reaccionar, pero este seguía abandonado en sus pensamientos.

 

—Tranquilícese, doctor, no se preocupe. Nosotros nos encargaremos de encontrar al señor Wayne —dijo Steve tomándolo de los hombros para obligarlo a soltar a un consternado Clark, que aun se encontraba estático con los ojos desorientados.

 

—Eso… lo necesitamos calmado, Henry —apoyó Tony al accionar de su pareja al notar que se tenían que hacer cargo de la situación cuanto antes—. Usted es el único que nos puede ayudar a encontrar a Bruce Wayne. Debe decirnos que sucedió para saber por dónde empezar a buscar. —Lo tomó de un brazo y en seguida Steve lo ayudó del otro lado hasta guiarlo a uno de los asientos del lugar.

 

Al sentir las fuertes manos que lo sostenían, transmitiéndole seguridad y confianza, el doctor cerró sus ojos por un instante y se desplomó en el asiento. Seguido, se concentró en relajarse, porque sabía que los héroes tenían razón, no iba a servir de nada estar en ese estado alterado, no ayudaba y solo lograba empeorar la situación. Teniendo eso en cuenta, contó hasta diez y llevándose los dedos hasta su muñeca comenzó a respirar pausadamente hasta sentir como sus pulsaciones descendían.  Luego al estar más serenado, abrió los párpados y miró por unos segundos las caras acongojadas de todos los presentes.

Mientras el doctor iba calmándose, Tony se acercó a los malhechores y se aseguró que estuvieran bien amarrados. Luego le dio unas breves indicaciones a su I.A y tomó a los hombres inconscientes de los brazos hasta sacarlos de la habitación para no turbar más al doctor que no dejaba de mirarlos. En esos instantes, Steve aprovechó para acercarse al reportero y chasqueó un par de veces los dedos frente a su rostro tratando de hacerlo reaccionar.

 

—Oye, Clark —susurró por lo bajo para que solo él lo escuchara y apoyó su mano en su hombro para llamarle la atención—. Debes recomponerte, no es momento para que pierdas la compostura. Bruce te necesita. —Lo tomó con fuerza y lo sacudió un poco para ver si obtenía mejor resultado.

 

Steve sin ánimos de rendirse, continuó hablándole para hacerlo regresar. Sus palabras suaves viajaron paulatinamente a través del viento llegando a los oídos de Clark. Estas fueron haciendo mella en su cabeza hasta poderlas asimilar, llevado por el significado de las mismas. “Bruce te necesita” Había oído nuevamente dicho con más firmeza y esto hizo que su cuerpo temblara. Sabía que debía volver, tenía que recuperar todas sus facultades si quería salvar a su amado. No podía seguir abstraído del mundo real. Así que pestañando un par de veces volvió lentamente en sí. Carraspeó incómodo al darse cuenta que se había dejado llevar por la desesperación y palmeó un par de veces la mano del Capitán que aún lo sostenía con fuerza. Seguido, al sentirse más tranquilo, le regaló una sonrisa y tras un suspiro le habló.

 

—Ya… ya estoy bien. Lamento haberme ido así. Gracias —agradeció con cariño y sin esperar más para actuar, miró para todos lados para establecer la situación. Al estar más consciente de lo que sucedía a su alrededor, caminó decidido hasta pararse al frente del hombre canoso.

 

—Doctor, sé que debe estar asustado por todo lo que ha pasado, pero ya está a salvo con nosotros. Necesitamos que nos diga lo que sucedió. Por favor. —Hizo una pausa y cerró sus ojos por unos segundos con fuerza—. Ayúdenos a encontrar a Bruce —pidió suavemente con tristeza, cosa que llamó la atención al mayor.

 

Este asintió con energía ante las palabras del héroe. Sabiendo que los hombres necesitaban respuestas o información que los ayudara a encontrar el paradero del millonario, tomó una bocanada de aire y con firmeza comenzó a relatarles brevemente lo que había sucedido antes de que ellos llegaran al lugar.

 

 

Anteriormente en la prisión.

 

Teniendo al hombre drogado con la sustancia de la verdad, maniatado, y dispuesto a contestar todas las preguntas que Bruce deseaba, se comenzó con un breve interrogatorio para averiguar un poco más sobre la situación en la que estaban involucrados, las personas que permanecían afuera de las paredes que los aprisionaban, y la manera de cómo poder escapar. Muchos datos no pudieron obtener, lamentablemente, porque el hombre había sido traído a las instalaciones vendado. Por tal motivo, no sabía en donde estaba ni cómo había llegado ahí. Los implicados habían preparado todo el operativo con cautela para no ser descubiertos, y el desafortunado hombre, que estaba en esos momentos un poco maltrecho, solo había sido contratado para ocuparse del servicio de manera anónima, pretendiendo callarlo con una cuantiosa suma de dinero a modo de recompensa. Aunque no obtuvieron todas las cosas que precisaban saber para salir del lugar, ya tenían datos suficientes de cómo era el recinto y como moverse medianamente por el mismo. Habiendo obtenido las respuestas necesarias para proceder en su intento de escape, Batman inspeccionó las prendas del sujeto y le retiró su celular junto a un pequeño frasquito que llevaba en el bolsillo. Como Bruce especulaba que no tenían mucho tiempo más antes de que otros vinieran para saber de ellos, decidió terminar con el interrogatorio asestándole un fuerte golpe a la quijada del hombre para dejarlo inconsciente. No podía arriesgarse a que el sujeto hablara de más y los delatara. Como siempre y, ante todo, Bruce trataba en todo momento ser precavido y estar varios pasos adelante de su adversario.

 

—¿Era realmente necesario? —replicó el doctor asombrado ante el golpe dado por el millonario—. Este hombre era incapaz de hacer daño. —Revisó al sujeto atado y arrugó su rostro pensando en el dolor que le causaría el porrazo al despertar.

 

—Usted es demasiado bueno, Henry. No puede tener miramientos con nadie en nuestra situación. Todo aquel que esté aquí, es nuestro enemigo. No importa si no tienen nada que ver con la gente que nos secuestró. —Cerró los ojos por un instante, mareado, y trató de respirar profundo para lograr tranquilizarse. Aún sentía el peso de la droga en su cuerpo sumado a su mala condición.

 

—Y bien… ¿Qué haremos ahora? —preguntó ansioso el doctor al no tener idea alguna de que hacer—. No sabemos dónde estamos y sería una locura intentar escapar de aquí al no conocer bien el lugar. Ni hablar que ni siquiera podemos salir al no tener llave alguna que abra esa puerta. —Señaló en dirección a la misma con frustración y dejó caer su brazo con pesadez—. Para colmo, aunque tengamos un celular… no podremos avisarle a nadie en donde nos encontramos. ¡Estamos varados! —exclamó nervioso y dejó ver su cara llena de miedo; le asustaba demasiado toda la situación. Las esperanzas que había recuperado al verse salido de sus ataduras, se desvaneció al notar que sus posibilidades de escapar de ese lugar eran casi nulas.

 

—Cálmese doctor, no sirve de nada entrar en pánico. Le diré lo que va a suceder a continuación para que esté preparado —dijo Bruce poniéndose de pie y caminó hasta pararse en frente de la puerta—. Obviamente alguien vendrá pronto para saber de nosotros. Seguramente deben creer que en estos momentos nuestro interrogatorio está llegando a su fin. —Palpó con sus manos la puerta oxidada, inspeccionó sus bisagras, y luego aproximó su oído hasta apoyarlo sobre el metal frío para oír lo que sucedía afuera—. Cuando regresen… estaremos listos. Ellos abrirán la puerta por nosotros. Y en cuanto atraviesen este umbral, tendremos nuestra oportunidad de escapar. —Se alejó un poco y miró las marcas en suelo producidas de tanto abrir y cerrar esa puerta vieja y desvencijada.

 

—Pero… ¡ellos son muchos, y están armados! ¡No podremos hacer nada! —Comenzó a caminar de un lado a otro, tironeándose los cabellos para canalizar sus nervios—. Debe llamar a alguien cuanto antes, alguien que nos diga que hacer. ¡Espere! —Detuvo su caminar con los ojos bien abiertos al atravesársele una idea por la cabeza—. ¿No tiene GPS el celular? ¡Seguramente nos pueden ubicar así! —exclamó lleno de dicha y con una creciente felicidad, estaba seguro que de esa manera podrían encontrarlos.

 

—No tenemos tiempo para eso —dijo retirándose el saco y lo tiró en una esquina al suelo—. Gale y sus hombres entrarán en cualquier momento. Debemos estar listos cuanto antes para actuar. —Bruce se arremangó la camisa, luego tomó a Henry de los hombros y lo guió hasta ubicarlo al lado de la puerta junto a la pared—. Quédese aquí. Le aseguro que estará a salvo —indicó seriamente y volvió al lugar donde anteriormente había estado parado.

 

—¿Aquí? ¿Qué pretende que haga aquí? —preguntó dudoso y se refregó las manos varias veces ansioso.

 

—Nada. Como le dije, solo no se mueva. Es el lugar más seguro. —Miró por unos instantes la hora en su reloj y gruñó molesto al advertir que había pasado un tiempo importante desde que había quedado inconsciente.

 

Bruce estaba seguro que en esos instantes su pareja y amigos estarían preocupados buscándolos. Debía contactar con ellos cuanto antes para tranquilizarlos y contarles su situación. Pero no podía permitirse distracciones, era cuestión de segundos para que volvieran los hombres a por ellos. Tenía que estar concentrado y preparado para recibirlos; y eso significaba seguramente un enfrentamiento. Uno en el cual no estaba con todas sus capacidades para afrontar.

Los nervios de Henry lo consumían, no entendía nada de lo que estaba sucediendo. No podía comprender lo que pasaba por la mente del millonario y cuál era la verdadera intención de su papel en todo ese embrollo en el que estaba metido. ¿Por qué un playboy millonario estaba haciendo lo que estaba haciendo? Para colmo su manera de actuar distaba mucho en lo que realmente era, y eso lo confundía mucho. ¿Podía realmente confiar? Era una de las tantas preguntas que se hacía mientras se sumergía más en el terror que lo paralizaba.

 

—Bruce… No entiendo que pretende estando allí parado. ¿Qué es lo que tiene pensado hacer? —preguntó Henry moviendo las piernas en el lugar sin dejar de frotarse las manos. Al ver al millonario mirarlo con un gesto molesto, se disculpó—: Lo siento… no sé cómo manejar los nervios. Me asombra que usted se lo esté tomando tan bien. No… no imaginé que fuera a resultar así de centrado, Bruce. La imagen que muestra al mundo entero es distinta a lo que realmente me deja ver. —Meditó unos segundos en silencio al ver al otro quedarse callado ante su declaración.

 

—No soy lo que todos creen, Henry, pero eso ahora no importa. —Suspiró cansado y trató de calmar al anciano—. Voy a confesarle algo para dejarlo aun más tranquilo. —Inhaló en profundidad y se llevó una mano a la cabeza para acariciar su sien. Sus ojos lucían agotados, pero en ningún momento había duda en ellos—. Por lo poco que nos dijo este hombre, estoy casi seguro que en este lugar solo hay un par de matones, nada más. Gale cree que puede engañarnos con su gran despliegue de poder, asustándonos con su asociación con la policía y la mafia. Pero creo que la relación entre estas dos fuerzas no está en muy buenos términos. Ninguno se fía del otro y eso genera tensión. Antes de que me drogaran, vi a Gale que… —Y detuvo su plática al oír repentinamente los pasos de alguien proviniendo de afuera.

 

Bruce levantó su mano y le hizo una señal de silencio a Henry que no dejaba de hacer ruidos con los pies. Este al notar que algo que desconocía estaba sucediendo, se puso duro y firme en su lugar, tapándose la boca con las manos. Seguido comenzó a temblar, y al oír los pasos que previamente había escuchado el murciélago, de su frente corrieron unas gotas de sudor.

 

—Oye, Taylor, ¿Ya terminaste con tu trabajo? —Se escuchó la voz de Gale gritando desde afuera y tras terminar la pregunta golpeó con fuerza la puerta cosa que hizo saltar a Henry del susto en el lugar—. ¿Me oyes? Te has demorado mucho —acotó a la vez que usaba su llave en la cerradura para abrir.

 

Apenas se escuchó el chirrido de la puerta al abrirse, Bruce llevó una pierna hacia atrás y se puso en guardia. La puerta se entreabrió un poco y Terry dio un paso hacia adentro mientras confiado decidía ingresar. Pero no pudo ir muy lejos porque en cuanto quiso dar otro paso Batman elevó su pierna en una potente patada frontal a la puerta, logrando asestarle un fuerte golpe directo al rostro. Desorientado, Terry cayó al piso y se golpeó la nuca con la pared de atrás que delimitaba el angosto pasillo. Quedando aún más aturdido y desparramado en el suelo, se llevó rápidamente una mano a la boca y cubrió su nariz para contener el sangrado que brotaba producto del fuerte golpe. Rápidamente, el murciélago abrió la puerta y lo tomó de las solapas de su saco con energía, demostrando una cara contraída por la furia contenida. Ante la agresividad del atacante, Gale abrió los ojos asustado y trató de zafarse del agarre sin éxito.

 

—¡Hey! ¡Ustedes dos, ayúdenme! —gritó desesperado a dos de sus aliados que permanecían a unos cuantos metros de distancia sin percatarse de lo que estaba sucediendo y a la espera de sus órdenes.

 

Estos rápidamente desenfundaron sus armas y sin titubear apuntaron al playboy para dispararle. Bruce al ver a su derecha, detectó el inminente peligro de los hombres armados y tironeó de Gale con fuerza, levantándolo del suelo hasta arrastrarlo adentro de la prisión. Tras ese acto, no tardó en oírse los fogonazos por parte de los malhechores que claramente sus intenciones distaban de mantenerlos con vida. Henry al escuchar los disparos, se hizo la señal de la cruz y juntó sus manos para comenzar a rezar pidiendo ayuda celestial, pero al ver la reacción de Bruce, dejó toda oración atrás y abrió grande sus ojos de la sorpresa.

Una vez dentro de la habitación, Batman golpeó a Gale contra una pared con un simple envión, logrando que este quedara semiinconsciente tumbado sobre uno de los asientos, quejándose adolorido por los reiterados golpes recibidos. En seguida el playboy se colocó pegado a la pared al lado de la puerta, a la espera de los otros dos que estaban a pasos de llegar. Miró por unos segundos a Henry y le regaló una sonrisa para calmarlo en medio de lo que sería ese caos. Este simplemente tragó saliva y volvió a juntar sus manos para orar. Y tal y como se esperaba, los dos hombres que habían disparado no se hicieron esperar.

Uno más veloz que el otro llegó a la habitación, y resuelto en acabar con los hombres secuestrados que se escondían ahí, abrió la puerta de un empujón. Esta mala jugada por parte del tipo, que creía acorralado a dos indefensos, fue inmediatamente aprovechada por Bruce. En cuanto vio el brazo extendido del hombre armado, sin dudar tomó su muñeca con la mano derecha y le asestó con codazo al rostro con el brazo izquierdo para desestabilizarlo. Aprovechando su desorientación tomó sus dedos que sujetaban el arma hacia abajo y los retorció para obligarlo a soltar la misma. Viendo la resistencia, golpeó fuertemente el codo que aún permanecía extendido hacía arriba, produciéndole un agudo dolor que al fin lo doblegó y obligó a que soltara el arma. Si hubiera ejercido un poco más de la fuerza necesaria, hubiera roto un hueso sin lugar a dudas. Seguido, al ver al hombre adolorido que se quejaba a gritos del dolor sin poder reaccionar, lo tomó de la nunca y sin soltar su brazo maltrecho envistió su cabeza contra el lavabo que estaba en frente de ellos. El golpe fue tan fuerte que rompió el mismo produciéndole una lesión que terminó noqueándolo.

Tras acabar con el primer hombre, Bruce giró apenas su rostro hacia atrás y vio a su otro adversario apuntándole. Rápidamente se agachó al suelo, colocó sus manos firmemente sobre el mismo y barrió con fuerza las piernas del enemigo para tumbarlo. Aprovechando al hombre en el suelo, agarró en una llave el brazo armado y usando sus piernas enlazó las mismas sobre el cuello del otro. El sujeto comenzó a disparar seguidamente intentando ejecutar al murciélago, pero al no tener dominio de su brazo, las balas eran desperdiciadas contra la pared. Un pitido agudo y ensordecedor aturdió un poco al caballero de la noche al recibir el ruidoso fogonazo muy cerca de su oído, pero sin dejarse amedrentar, no soltó en ningún momento el agarre. Sabiendo que no podía perder más tiempo en esa posición porque se estaba cansando, ejerció más presión con ambas extremidades para asfixiarlo. Lentamente, el hombre fue perdiendo la consciencia por la falta de oxígeno y la resistencia en el forcejeo fue rápidamente en descenso. En cuento quedó inconsciente, destensó los músculos de su cuerpo y suavemente soltó el arma de entre sus dedos. Solo se demoró un minuto en aquella posición para dejar al sujeto inconsciente, pero para Bruce pareció serle una eternidad. Al estar completamente seguro que el malhechor había caído ante su técnica, Bruce tomó su pulso y lo soltó. Creyendo que el ataque enemigo había cesado, se puso de rodillas, agitado, tratando con mucho esfuerzo de incorporarse mientras intentaba respirar. Henry dio unos pasos hacia el millonario para asistirlo al ver que todo se había calmado pero un movimiento ajeno inesperado lo alertó.

 

—¡Cuidado, Bruce! —gritó desesperado el doctor al ver al primero que había caído desmayado ponerse de pie, tomando su arma del piso.

 

El enemigo al estar aún aturdido, levantó tembloroso su brazo sano y disparó contra Bruce haciendo que el proyectil rozara su hombro derecho. Gracias a la advertencia del doctor, esos segundos de ventaja le dieron al millonario una oportunidad de hacer un rápido movimiento para salir de la mira del arma; pero desafortunadamente este no fue lo suficientemente veloz como para evitar salir ileso. En un ataque resuelto para desarmar al hombre, el playboy tomó una navaja de la cintura del sujeto que aún estaba inconsciente, y lo lanzó directo a la mano del otro para obligarlo a soltar nuevamente la pistola. El corte en los dedos tuvo su efecto deseado y el arma cayó al suelo junto a unas cuantas gotas de sangre. Con un enorme esfuerzo, Bruce se puso de pie y dio unos pasos hacia el hombre que se sujetaba la mano ensangrentada.

 

—¡Ya duérmete de una buena vez! —gritó con firmeza el murciélago a la vez que le asestó una potente trompada en la mandíbula del enemigo.

 

Este se desplomó al instante, quedando definitivamente noqueado por el terrible golpe al rostro. El doctor sonrió aliviado al ver a todos en el suelo inmovilizados, incapaces de hacerles daño, y caminó lentamente entre los cuerpos para llegar hasta el playboy que claramente necesitaba de su asistencia. El rostro de Bruce se encontraba todo sudado y su boca permanecía abierta en un desesperado intento por buscar oxígeno. Se llevó una mano al pecho al sentir como su corazón bombeaba con demasiada fuerza y tembló por unos segundos sintiendo como iba perdiendo la consciencia. Sus ojos se dieron vuelta y sus piernas flaquearon perdiendo la firmeza en las mismas. Sumergiéndose en el agotamiento que le pedía a gritos dejarse vencer, aflojó todos sus músculos y se inclinó hacia atrás renunciando a las ganas de mantenerse en pie.

 

—¡Bruce! —exclamó el doctor asustado. Rápidamente llegó hasta él y lo sostuvo del brazo rodeándolo sobre sus hombros, aguantando su peso para que no cayera.

 

Al ser nombrado de esa manera, el millonario hizo un enorme esfuerzo por mantener la consciencia y abrió sus ojos con dificultad. Se dejó arrastrar por el médico que lo sostenía con firmeza y movió sus labios en un intento de hablar para tranquilizar al otro que le susurraba “estarás bien” repetidas veces. Pero las primeras palabras que ansió decir se ahogaron en su garganta. No pudo pronunciarlas porque su cuerpo priorizaba el respirar y el guardar energía para mantener la lucidez ante cualquier otra cosa. Su condición física para la lucha era tan mala que apenas si había podido terminar con los dos con los que se había enfrentado. Ese simple enfrentamiento lo había dejado exhausto. Decidido a cruzar esa barrera de la debilidad y concentrándose en lo que quería decir, tosió un par de veces hasta sentir que sus cuerdas vocales se despejaban para poder hablar.

 

 —He-Henry… haa, haa, estoy… bien… —balbuceó con terrible dificultad, pero al darse cuenta de lo mucho que le había costado decir solo un par de palabras, desistió en dialogar y se dedicó a respirar hasta recuperarse un poco.

 

—¡Dios! ¡¿Qué dices?! ¡No lo estás! ¡Siéntate aquí y déjame revisarte! —Lo colocó sobre uno de los bancos y en seguida palpó la piel de su rostro.

 

Henry podía ver como las gotas de sudor frío caían de la frente del menor de manera abundante, tratando de regular algo de todo lo que estaba mal en ese cuerpo; sus ojos estaban caídos, apagados, con unos párpados temblorosos que hacían un enorme esfuerzo por mantenerse abiertos, por seguir luchando, por estar alerta; y su boca se encontraba abierta y jadeante, buscando el aire que nunca parecía ser suficiente para saciar la necesidad de oxígeno en sus pulmones.

 

—Estás sudando en frío y tu temperatura ha descendido —dijo con preocupación y dio gracias al cielo que el millonario aún podía mantenerse consciente. Necesitaba que no se durmiera en ese lugar.

 

Rápidamente llevó dos de sus dedos a la muñeca izquierda del playboy y le tomó el pulso. Mordió su labio inferior nervioso y luego de llevar el conteo apoyó el brazo delicadamente sobre el regazo del menor. Se notaba fácilmente la languidez en su cuerpo ya que no ejercía ninguna resistencia a los movimientos que hacía el doctor con este. Luego se quedó mirándolo por largo rato esperando a que comenzara a respirar mejor. Bruce sudaba mucho y a pesar que ya no jadeaba, su respiración todavía era dificultosa y acelerada.

Mientras el héroe de Gotham se permitía respirar y se concentraba solo en ello, cerró sus ojos ante la atenta mirada del mayor. Necesitaba descansar la vista, aunque sea solo por unos minutos, porque el mantener los párpados abiertos le demandaba demasiado esfuerzo. Para el doctor, todo esto que veía era desesperante. El notarlo respirar de aquella manera, su temperatura, y su sudor, parecían indicadores de que iba a sufrir un colapso en cualquier momento. Intuyendo un diagnóstico apurado, Henry llevó ambas manos al rostro del millonario y miró por debajo de los párpados inferiores la esclerótica para confirmar lo que ya especulaba. La misma tenía una tonalidad azulada mientras que el color de la piel del rostro y los labios eran pálidos.

 

—Estás anémico, Bruce —dictaminó al poco tiempo con una cara llena de tristeza—. Tú lo sabías… ¿cierto? No parece sorprenderte que te lo diga. ¿Desde hace cuanto? —preguntó interesado y alejó las manos de su rostro para inspeccionar la herida del hombro.

 

—Desde… hace varios… meses —contestó lo mejor que pudo y tragó en seco al sentir la garganta áspera que dolía de la repentina sed que tenía. La droga y las varias horas en que habían estado aislados, hicieron bastante mella en su cuerpo.

 

—Bien. Me atrevo a decir que… —Suspiró y se rascó la nunca incómodo, pero luego decidido, prosiguió—: Bruce, a pesar que sabes que tienes anemia… intuyo que no te has estado cuidando debidamente —acotó acertadamente mientras rompía la camisa para inspeccionar mejor la lesión del hombro—. No sé exactamente cuál es tu peso, pero… estoy seguro que en este último tiempo has perdido unos cuantos kilos. ¿No es así? —cuestionó mirándolo fijamente a los ojos por unos segundos y gruñó molesto al ver al otro asentir con la cabeza—. ¿Tienes idea de los problemas que trae no cuidar como corresponde tú estado anémico?

 

—Algo… Lo básico —respondió con una sonrisa y arrugó su rostro al sentir la presión que ejerció el doctor sobre su herida para cubrirla debidamente—. Estaba de vacaciones… se suponía que en este tiempo… dedicaría a cuidarme. Pero no pudo ser. —Suspiró agotado y al ver retirar las manos del doctor de su hombro, lo sacudió un poco comprobando su movilidad—. Ya me siento bien. Gracias por atenderme —contestó con mayor soltura e inhaló en profundidad y exhaló lentamente.

 

Ahora sentía como el aire ingresaba mejor a sus pulmones, como el mismo llenaba su pecho y se expandía por todo el cuerpo. Podía percibir como su corazón se iba serenando. Esto era gracias a la concentración que le había estado dedicando en desacelerar sus pulsaciones y en respirar más pausadamente. Trajo ante sí los recuerdos de sus arduos entrenamientos físicos y mentales del pasado para aplicarlos en ese momento en que necesitaba recuperar la compostura. No podía permitirse colapsar en un lugar como ese teniendo al doctor desvalido que obviamente no sabría cómo actuar si el quedaba inconsciente.

 

—No tienes por qué dar las gracias. Además, es mi deber. Yo me siento en deuda contigo por salvarme de una muerte segura. Lo menos que puedo hacer es atenderte. —Volvió a tocar el rostro del playboy y suspiró aliviado—. Parece ser que regresó un poco de color a tu rostro. Es una buena señal. —Lo miró un segundo y sonrió al verlo recuperándose. Pero al notar sus intenciones de levantarse le indicó—: Hey, hey, hey. ¿A dónde crees que vas?

 

—Tenemos cosas que hacer —dijo escuetamente arrugando sus facciones.

 

—Bruce, deberías quedarte sentado un rato más. Aun necesitas tiempo para recomponerte. Al menos hasta que tus pulsaciones bajen a un nivel normal. Pudiste tener un paro cardíaco, ¿lo sabes? —le regañó con energía mientras señalaba su corazón. Necesitaba que permaneciera quieto, aunque sea por unos minutos más.

 

—No tengo tiempo para descansar. Antes que nada, primero necesitamos amarrar a esos hombres, incluyendo a Gale; no me sentiré tranquilo hasta estar seguro de que no irán a ponerse de pie nuevamente. —Volvió a suspirar y se llevó una mano en la cabeza por el profundo dolor que sentía. Aún tenía su oído pitando por el ruido de los disparos cerca de su oreja—. Además… debo hablar con Gale. Es el único que sabe donde ha dejado la información que se robó. Necesito encontrar esos datos y borrarlos antes de que lo hagan los de la mafia. —Hizo a un lado a Henry y con dificultad se puso de pie. Dio unos pasos y se tambaleó, pero se agarró del doctor que le ofreció su brazo como sostén.

 

—Te dije que era muy pronto. ¡Qué hombre más testarudo! —exclamó molesto por la locura que estaba intentando hacer el playboy, y frustrado, acotó—: Yo me encargaré de atar a los hombres. Puedes quedarte tranquilo. —Miró a estos por unos segundos e hizo una mueca de dolor al ver lo maltrechos que estaban en el piso—. Aunque… dudo que vayan a despertarse pronto. Mientras, te quedarás aquí sentadito a la espera que Gale reaccione, aún está aturdido por los golpes y no podrá escucharte o responderte si le hablas. —Lo volvió a obligar a sentarse sin ser contradicho.

 

Bruce sintiéndose aún mareado, aceptó la idea del doctor y tomó asiento nuevamente. A pesar que su cabeza iba a mil por hora, pensando en que hacer y especulando los siguientes veinte pasos a dar, su cuerpo no respondía como quería. Recordó las semanas atrás, cuando este le fallaba en medio de la acción, y murmuró molesto palabras de descontento. Odiaba no poder sentirse libre en hacer y deshacer cuanto quería. No se acostumbraba nunca a sentirse imposibilitado de actuar según sus deseos. Necesitaba ponerse en forma cuanto antes porque no sería capaz de portar la envestidura de Batman si seguía así de debilitado. Cualquier simple enfrentamiento podría resultar en su muerte o aún peor, en la muerte de alguien más.

 

—¡Bien! ¡Hombres maniatados y seguros! Ahora solo falta despabilar un poco a Gale —dijo el médico mientras se acercaba a este.

 

Terry había quedado desparramado en el asiento de enfrente y había mantenido la consciencia por unos segundos mientras se daba el enfrentamiento de Bruce con los dos hombres. Pero estaba tan aturdido, que no duró mucho y cayó rendido quedándose dormido. El doctor White se acercó al científico y lo acomodó en el asiento hasta dejarlo sentado. Luego lo cacheteó un poco y esperó a que este reaccione. En cuanto abrió los ojos, Bruce se puso de pie y se acercó hasta quedar parado en frente. Los ojos de Gale aún miraban desorientado a su alrededor, tratando de entender lo que había pasado. En un acto agresivo, Bruce lo tomó del sacó y lo sacudió con fuerza para terminar de despabilarlo.

 

—Escúchame bien escoria. No tengo tiempo para perder contigo. —Se agachó para acercarse bien a su rostro y murmuró con bronca entre dientes—. Miles de personas estarán en peligro si dejas que la mafia se apodere del virus mutado. No tienes idea del desastre global que puedes ocasionar. —Golpeó su espalda contra la pared y lo fulminó con sus ojos gélidos—. Dime donde está la información que robaste —habló con voz grave y firme.

 

—No… no lo sé. No la tengo yo. Ya no. Quizás esté donde están ellos —contestó aún desorientado y se removió en su asiento con un quejido de dolor. El cuerpo entero le dolía producto de los golpes recibidos.

 

—Creo que tengo la manera para que suelte todo lo que sabe —dijo el doctor con una sonrisa, tomó una de las armas que estaba en el suelo y le apuntó a la cabeza—. Si no quieres que te mate… y déjame decirte que tengo muchas ganas de hacerlo… comienza a hablar.

 

—¡Espera! ¡Ju-juro que no lo sé con exactitud. Pero seguramente tiene que estar en el escondite de ellos —exclamó intentando mostrar una actitud pacífica—. Hicimos un trato, ¿entienden? Yo les di la información encriptada a cambio de unos billetes en una de sus instalaciones. Directamente a un ordenador de ellos. —Tragó en seco al ver el rostro del playboy arrugándose aún más—. Pero… aunque tengan la información. ¡No pueden hacer nada con ella! ¡No al menos hasta que descifren la codificación! ¡Po-por eso estamos tratando de averiguar esos datos!

 

—¡¿Cuántas copias hay de esos archivos?! —gritó enfurecido—. Y espero que tu respuesta me satisfaga —preguntó Bruce irguiéndose a la vez que lo levantaba del asiento desde la ropa y lo dejaba por encima del nivel del suelo.

 

—So-solo una. ¡Lo juro! Ellos no pueden hacer una copia de la información. No al menos sin activar el virus que implantamos. —Sacudió los pies aterrado y sacudió ambas amarradas en un intento de zafar un poco el apriete que hacia Bruce—. ¡No soy tan tonto como para darle la información sin asegurarme de que no me estafen!

 

Bruce al sentir la mano del doctor en su brazo, tratando de tranquilizarlo, reaccionó y cayó en cuenta de lo que estaba haciendo. En seguida soltó a Gale y lo dejó caer en el asiento. Tras ese acto, suspiró frustrado y se acarició un poco el hombro lastimado. Sentía un dolor constante pero tolerable. La bala afortunadamente no había roto ningún hueso y solo había lastimado levemente el músculo. Era una herida que, bien curada, en un par de días dejaría de molestarle y de prestarle atención. Y tal y como había sucedido en tantas otras veces, en momentos cuando la ira lo dominaba, todo dolor desaparecía como minutos atrás. Gracias a esa ausencia de dolor, el levantar el peso de un hombre adulto como Gale, hizo que su hombro lo resintiera.

 

—Déjame decirte lo que va a suceder contigo, Gale —dijo finalmente Bruce luego de estar meditando por un rato lo que iba decir—. Tú irás a prisión por homicidio en primer grado, por robo de información a una de las sucursales de Wayne Medical, secuestro, extorción y… me quedo corto. La lista no se acaba ahí. —Lo miró seriamente y sintiéndose agotado de estar parado se puso en cuclillas antes de seguir hablando—. Además, sé que tu hermano el comisario, es cómplice en todo esto. Jamás habrías movilizado tantos recursos tu solo. Obviamente… él tampoco quedará impune. Tengo datos suficientes para encarcelarte a ti, a él y a todos sus asociados también.

 

—Tendrás tu merecido, basura. No saldrás de eso. Pagarás por matar a mi amigo, te pudrirás en la cárcel y… —El doctor se calló al ver la mano levantada de Bruce pidiéndole silencio.

 

—Tranquilo, Henry. Yo me ocupo. —Lo miró con una pequeña sonrisa y este asintió decidido, aunque frustrado a la vez—. Solo tienes una opción para salir lo mejor parado de esto, Gale, la única que voy a ofrecerte y espero que la aceptes.

 

El hombre molido que había estado escuchando atentamente, se interesó por las palabras del millonario y solo atinó a levantar una ceja. Miró al doctor y luego al playboy varias veces para terminar acomodándose mejor en su asiento y prestar atención—: Bien… soy todo oídos. ¿Qué quieres? —preguntó intrigado, pero a la vez desconfiado.

 

—Tú y tu hermano completarán la sentencia que dicte el juez cuando resuelvan su caso ante la ley. Se hará justicia como corresponde y eso es algo en lo que no voy a intervenir —dijo firme mientras Terry se removía incómodo en su asiento—. Lo que sí puedo ofrecerte… es salvar a tu familia y a su futuro.

 

—¿A qué te refieres? ¡¿Qué tiene que ver mi familia en esto?! —preguntó exaltado sin entender a donde quería ir el murciélago.

 

—¿Es que acaso no te das cuenta del peligro al que expusiste a tu familia? —gritó Henry que escuchaba atentamente las palabras del menor—. ¿Creíste que saldría todo bien de tratar con la mafia? ¡¿Eres estúpido?!

 

—Oh… miren al docto diciendo palabrotas, calma, anciano, todo está bajo control. —Tembló unos instantes pensando en lo que le había dicho y su semblante confiado cambió por uno preocupado.

 

—No trate de engañarnos, Gale. Sé que tu relación con la mafia no está en buenos términos. Vi como asesinó a uno de ellos en frente de mí mientras estábamos en la fiesta. —Volvió a ponerse de pie y comenzó a caminar por la habitación—. Todo indica que hubo un quiebre entre ustedes. No me lo va a negar. —Lo miró por unos segundos y tomó la navaja que estaba en el suelo.

 

—¿Y eso qué? Es verdad que no quedamos en buenos términos cuando se nos escapó la niña. Pero todo se iba a resolver en cuanto le consiguiera los datos. —Escupió contra el piso un poco de saliva acumulada con restos de sangre que le había quedado en la boca—. Y sobre ese sujeto… lo mate porque no iba a permitir que se me adelantara y me robara la información. No soy estúpido. Lo tenían conmigo para vigilarme y estaba seguro que en cuanto tuviera la oportunidad me iba a traicionar. Preferí salvaguardarme yo antes que él. Total… acusaba que había caído en fuego cruzado y listo. Estaba limpio. —Se removió incómodo por las ataduras y exhaló cansado una enorme bocanada de aire.

 

—Lamento decirle que ellos no están contando con usted para obtener los códigos. Tenían pensado secuestrar a Abie Williams para obligar al doctor a salir. Conociendo el vínculo entre estas dos familias, la niña sería un detonante excelente para que Henry colabore. Pero afortunadamente, a la pequeña me la crucé yo. —Sonrió con dulzura, algo que solo pudo observar el doctor al estar de espaldas a Gale.

 

La rabia y la ira explotaron en los ojos del científico que se creía engañado y traicionado. Comenzó un sinfín de improperios contra los hombres a los que eran sus aliados mientras que se mordía los labios por la bronca. En eso, Bruce uso la navaja en su brazo izquierdo e hizo un pequeño corte para retirar el localizador que llevaba puesto. Después de retirarlo de su cuerpo, se acercó al lavabo destrozado y abrió la canilla para retirar los restos de sangre que estaban en el.

 

—Ya… tú, ricachón. ¿Qué tienes para plantearme? Si me interesa tu propuesta, quizás lo medite —habló con enojo Terry, que a pesar de que se hacía el difícil, muy en el fondo ya había tomado una decisión. Quería que todos pagaran por traicionarlo.

 

—A cambio de que me lleve con la mafia como su prisionero… —dijo repentinamente Bruce a lo que Henry se puso en alerta y caminó hasta pararse al lado de él.

 

—¿Qué? ¿Qué estás diciendo? —preguntó alterado al escuchar la barbaridad de lo que había dicho.

 

El héroe de Gotham le sonrió y colocó una mano en su hombro—: Tranquilo, sé lo que hago —le respondió y se acercó a Gale que lo miraba incrédulo, pero con una sonrisa llena de satisfacción—. A cambio de que me lleve con la mafia como su prisionero… prometo que su familia será protegida y nunca le hará falta nada a tu esposa y a tus hijos. Les daré todo lo que necesiten.

 

—¿Y a mi hermano? ¿Qué pasará con su familia? —preguntó dudoso pero esperanzado. Sabía que no podía dejar solo a su compañero de crimen habiendo sido que él lo presionó para que se sumara a su causa.

 

—La familia de su hermano recibirá el mismo trato —contestó, y usando la navaja que llevaba encima, cortó sus ataduras para dejarlo libre—. ¿Es un trato? —preguntó tendiéndole la mano, confiado en que diría que sí.

 

—Es un trato. —Aceptó la mano tendida y la tomó con fuerza—. Pero no me hago responsable de lo que pueda llegar a sucederte. No sé como actuarán ellos viéndonos a nosotros llegar juntos.

 

—¡Es una locura! —gritó Henry interponiéndose entre ese gesto de los dos hombres, logrando que se rompa—. Bruce… estás enfermo y necesitas atención medica. ¿Qué quieres ir hacer ahí tu solo? ¡En una guarida de la mafia! ¡Van a matarte! —Lo tomó de los brazos y lo sacudió bastante para hacerle entrar en razón.

 

—No te preocupes, Henry. Sé cómo manejar la situación. Agradezco que te intereses por mi bienestar. Pero debo hacer esto. No puedo permitir que la mafia siga avanzando. Es probable que dispongan gente para intentar decodificar la información. Es ahora o nunca. —Tomó su mano y colocó sobre ella el dispositivo que se había retirado—. Esto servirá para que te encuentren. Es un localizador que aún no está activado. Yo me iré de aquí con Gale y llamaré a mis amigos para decirles en donde estás. Vendrán en seguida. —Cerró la mano y le dio un fuerte apretón regalándole a la vez una pequeña mueca de complicidad—. Ya está a salvo, Henry. Lo ha hecho bien. Solo resista unos minutos más. —Se dio media vuelta y con un gesto de su cabeza le indicó a Gale que se pusiera de pie.

 

—¿Qué necesitas que haga? —preguntó levantándose de su asiento y caminó con dificultad unos pasos.

 

—Quiero tener acceso a la copia de la información que hizo. Y podré hacerlo junto con su colaboración. —Retiró el celular de su bolsillo y se quedó mirando el mismo por unos segundos.

 

—Pero eso es imposible. ¿Por qué permitirían que Bruce Wayne tuviera algo que ver en esto? No dejarán que te acerques a un computador y mucho menos que pongas tus manos en la información. Además… mírame lo golpeado que estoy. ¿Qué excusa inventaré cuando me vean así? Será más que sospechoso. —Se señaló de arriba abajo y con el puño de su manga se secó el sudor de su cabeza.

 

—Por eso no se preocupe… yo me encargaré de indicarle lo que tiene que decir. En el camino se lo contaré. —Abrió la puerta y acercó su rostro para mirar afuera.

 

—No… no deberías hacer esto solo, Bruce. ¿Por qué no esperas a tus amigos junto conmigo? Por favor —pidió con pesadumbre apretando con fuerza el dispositivo que tenía en su mano—. Dijiste que vendrían en cuestión de minutos. —Lo miró afligido y se acercó para tomarlo del brazo y tironear de él, pero al ver la determinación en aquellos ojos, decidió no insistir más agachando su cabeza.

 

Bruce sonrió y le dio unas palmadas al hombro—: Estaré bien. Lo prometo —contestó a al pedido del mayor, y sin dar marcha atrás, salió decidido junto a Terry que lo siguió por detrás.

 

____________________

 

 

Nuevamente en la prisión, Henry había terminado de relatarles brevemente lo que había sucedido y se quedó mirando a todos los héroes, uno por uno, esperando algún tipo de reacción. El más preocupado y afectado de todos era sin dudas Clark, que había aguantado la respiración mientras le describían la terrible descompensación de Bruce y la pequeña lesión que había sufrido. Sin saber que hacer o como proseguir miró directamente a Tony buscando en los ojos del genio algún tipo de sugerencia de acción frente al complicado caso que tenían. Pero Stark solo atinó a caminar por la habitación, rascándose la barba mientras meditaba en silencio, como todos los demás. Steve por su parte cerró los ojos junto a un largo suspiro y llevó ambas manos a la cintura mientras también pensaba en la situación.

 

—Bien, entiendo porque Bruce decidió irse solo y actuar por su cuenta —habló repentinamente el millonario, obteniendo la atención de todos—. No creímos que la mafia tuviera consigo la copia de la información en estos momentos. Especulábamos que aún estaba en posesión de Gale. —Apretó su mano en puño y mordió levemente su labio inferior preocupado.

 

—Eso complica aún más las cosas. —Clark se mordió el labio y se llevó una mano a los cabellos para retirárselos hacia atrás.

 

El capitán abrió sus párpados e inhaló profundo antes de acotar—: Esto es terrible. Significa que en estos momentos están intentando decodificar los datos ellos mismos. Probablemente tengan gente capacitada ocupándose de la tarea. En ningún momento les importó obtener los datos del señor White. ¡Dios! ¡Es cuestión de tiempo a que lo resuelvan! —exclamó preocupado.

 

Tony asintió dándole la razón—: Exactamente. Si no fallo en mis cálculos, y nunca lo hago, ya hace más de 24hs que están en posesión de la información. No me quiero arriesgar, pero en estos momentos podrían hasta haberlo resulto. No lo sabemos con exactitud. —Se cruzó de brazos y exhaló una pequeña risa mientras negaba con la cabeza—. Maldito Wayne, siempre veinte pasos adelante. ¿Pensó todo esto en ese estado? —murmuró asombrado por descubrir la línea de pensamientos que había seguido su amigo, y al ver la cara de duda en sus compañeros se dispuso a explicar.

 

 

En otro lugar…

 

 

—Vaya Gale… sí que te han dado una paliza, ¿eh? Cuéntame otra vez como se soltaron… anda —dijo un hombre con bigote que les abría la puerta a los recién llegados.

 

—No te burles, idiota. Que me iba a imaginar que Taylor sucumbiría tan fácil por unos cuantos billetes. —Empujó a un encapuchado Bruce por la espalda y lo obligó a entrar al edificio—. Este maldito lo sobornó para que jugara a su favor. ¡¿Puedes creerlo?!

 

—Vamos… todos morimos por unos cuantos billetes, Gale. No somos la excepción. Jajajajaja —rió enérgico mientras cerraba la puerta tras de sí.

Notas finales:

Bueno gente bonita, hemos terminado con este capítulo. Espero que les haya gustado saber que pasó antes de que nuestros héroes llegaran a la prisión. Para el próximo capítulo se enterarán como sigue la historia con un Bruce adentro de la mafia. Jeje está intensa la cosa.

¡Mi Clark… mi pobre dulce de leche, está sufriendo feo! Esto es algo que luego le reclamará sin lugar a dudas a su novio.

Bueno… me voy despidiendo. Como siempre son bienvenidos a contarme lo que tengan ganas. Me encanta charlar con ustedes. Nos leeremos pronto en otra historia. Saludos.


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