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Quiero ser tu apoyo por Lure89

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Notas del capitulo:

Holaaaaaaa!!! Aquí feliz de poder regresar con nueva actualización. Ha pasado un tiempo desde la última vez que lo hice y me disculpo por eso. Tuve un cuatrimestre muy intenso con mis estudios y trabajo. Voy a aprovechar las vacaciones para escribir todo lo que pueda. Como siempre, muchas gracias por el apoyo y la espera.

Lamento si en este capítulo encuentran errores en redacción u ortografía. Siento que si le sigo dando vueltas lo voy a dilatar innecesariamente y no quiero hacerlos esperar mucho más. Espero que les guste y los invito a leer.

Capítulo 32: Prométeme.

 

 

Guarida de la mafia.

 

 

El quejido de los integrantes de la mafia se escuchaba por doquier en aquel escondite que había quedado destrozado. En su mayoría, hombres tendidos en el piso, algunos inconscientes, otros con lesiones entre graves o leves sin entender que rayos les había pasado y quién les había dejado así. Todo había sido inesperado y repentino, sin darles mucho tiempo a reaccionar. Se creyeron poderosos Dioses entre mortales, capaces de transgredir cualquier regla y ley, pero no, no mientras los héroes más famosos del mundo luchaban contra el crimen de manera incansable.

 

La cara de Tony Stark mirando a cada uno de los hombres tendidos era entre seria y preocupada. No muy lejos, el Capitán América estrechaba su mano con el agente a cargo de perseguir de cerca a ese núcleo criminal, que al fin gracias a los esfuerzos de Batman había salido a la luz. En seguida, varios hombres especializados llegaron al lugar y comenzaron a arrestar a los hombres ilesos, y los distintos enfermeros y doctores a disposición de la fuerza, se dedicaron a los heridos de manera atenta y profesional; aunque siempre era duro tratar con criminales.

Rogers acabó con las formalidades que requerían el caso y se acercó a su pareja que aún permanecía mirando un punto fijo perdido en sus pensamientos. Algo de todo aquello lo había afectado, y no era precisamente los mafiosos tendidos en el suelo.

 

—Oye, ¿te encuentras bien? —preguntó buscando su mirada, colocándose enfrente. Al parecer, su voz hizo que Tony volviera de a poco del lugar en donde había quedado perdido y alzara la mirada hacia otro punto.

 

—¿Yo? Pfffff. ¡Más que bien! Recuerda que en comparación, sus armas son como un piquete de mosquito para mi armadura, Cap. —Le sonrió forzosamente, pero la tristeza en sus ojos era percibida fácilmente por el rubio.

 

—Me refiero a si estás bien con lo de tu amigo. Pareces… un tanto aturdido —dijo acercándosele para que fueran ellos dos los únicos en escuchar esa conversación.

 

—Tendrías que haberlo visto, Steve. —Por primera vez lo vio a los ojos desde que había llegado al recinto y el soldado notó el miedo en su mirada—. Se lo veía muy mal. Estaba inconsciente en sus brazos. —Inhaló profundo y soltó el aire lentamente—. Pero sabes que, lo que más me impresionó fue la cara de desesperación de Superman. Ya la había visto antes en otros. Y la odio. No quiero volverla a ver. —Regresó a mirar a la nada y al segundo el casco de su armadura descendió para cubrir su rostro—. Hemos terminado aquí, ¿no es cierto? El agente puede hacerse cargo solo de ahora en más.

 

—Sí. Ya han ido incluso hasta la estación de policía para arrestar al comisario Gale y sus cómplices. Van a acusarlo por encubrimiento de homicidio, asociación ilícita y corrupción policial. —Iba a seguir hablando, pero notó un pequeño disturbio cerca de ellos y le hizo señas a Tony para que viera hacia ese lugar.

 

—¡Hey! ¡Espere! ¡Espere! —gritó con fuerzas Terry mientras era arrastrado por uno de los agentes. Sus manos estaban apresadas tras la espalda con esposas—. ¡Solo un segundo! ¡Tengo que hablar con esos dos! —exclamó colérico porque no le permitían acercarse a los vengadores.

 

—Déjelo, agente —pidió Steve con voz de mando para que lo soltara—. Yo me hago cargo. Lo llevaré personalmente hacia el patrullero cuando terminemos con él. —Caminó resuelto hasta el homicida y lo tomó del brazo bruscamente para arrastrarlo hasta Tony.

 

—¿Qué rayos quieres? —murmuró el millonario con fastidio, sin ánimos de tolerarlo un segundo—. No tengo tiempo para ti, así que será mejor que sueltes todo rápido. Y ni se te ocurra amenazarnos porque me encargaré no solo de que vayas a prisión, sino que la pases muy mal.

 

Gale tragó grueso antes de hablar, y procedió con el mejor tacto que la situación le permitía—: Tranquilo, amigo, no tengo intenciones de extorsionar a nadie, aunque todo lo que he visto de Bruce Wayne me ha dejado mucho para hablar. Me gustaría saber quién se esconde tras la máscara de playboy. —Sonrió con picardía y de inmediato entrecerró un ojo por el dolor agudo de cabeza. El golpe que lo había dejado inconsciente lo estaba matando.

 

—Habla de una vez si no quieres que te lleve ahora mismo con el agente —dijo Steve sin ánimos de escuchar tonterías y con unos grandes deseos de que el día terminase.

 

—Solo quiero que le den un mensaje. Intuyo que ustedes darán con él más fácilmente que yo —cuchicheó mientras se acercaba más a ellos—. Que no se olvide de cumplir su promesa. Yo cumplí con mi parte.

 

—Si él te ha dado su palabra, cumplirá —contestó Tony activando sus propulsores y elevándose un poco del suelo—. Me iré adelantando, Capitán. Nos reuniremos luego. —Salió a una gran velocidad por el agujero del techo que había hecho Superman, creando una fuerte ráfaga de viento que hizo cerrar los ojos del malhechor.

 

Steve simplemente se quedó mirando la partida de su pareja y con un resoplido descendió la vista hacia el asesino. Mirándolo como quién ve a una escoria, lo tomó del brazo para llevarlo ante el agente que esperaba afuera. Tony simplemente voló en dirección al apartamento, esperando conocer de la situación de su amigo, y Steve una vez que terminó con todo el asunto formal, se subió a una motocicleta prestada para regresar junto con los demás.

 

__________________

 

 

Dos días después…

 

 

Un dolor intenso en todo su cuerpo fue lo primero que sintió Bruce al ir despertándose. Todos sus músculos se sentían agarrotados de haber estado tendido en esa cama durante dos días. El alto agotamiento que había sufrido más la suma de desatenciones por las que había pasado su cuerpo, le estaban pasando factura. Se incorporó con dificultad en la cama y miró hacia todos notando la habitación vacía. Se llevó una mano a los cabellos y ahí se dio cuenta que tenía conectado un suero en su brazo izquierdo. Presionando la inserción de la aguja, retiró la misma con cuidado y se quedó unos segundos en esa posición mientras trataba de rememorar los sucesos pasados. Retiró las piernas hacia fuera de la cama y se levantó sosteniéndose del colchón. Las piernas no le respondieron de inmediato y tuvo que sujetarse de las paredes hasta lograr una mejor movilidad. Era normal que su cuerpo no le respondiera con tantos días inmovilizado. Caminó con pasos torpes hasta la ventana y giró levemente la varilla para abrir la persiana. La luz del sol iluminó sus ojos azules, y tuvo que entrecerrarlos hasta lograr enfocar bien su vista.

 

Se observó por unos instantes notando la ropa de cama que llevaba puesta. Un simple pantalón largo de color negro y una remera mangas corta gris. Sus pies desnudos caminaron buscando algo que ponerse para abrigarse y encontró una campera que solía usar el reportero descansando sobre el respaldo de una silla. La tomó entre sus manos y se la llevó al pecho para luego inhalar profundo el aroma de su pareja. Su rostro mostro leve signos de sentirse complacido por el recuerdo de la última vez que lo había visto usándola. Mientras se la colocaba simplemente para sentirse un poco abrigado, salió de la habitación en busca de Clark.

 

Al llegar al comedor, encontró a todos sentados alrededor de la mesa desayunando, con risas alegres y sonrisas en sus rostros. Sintió el aura cálida de felicidad y armonía, y se sintió atraído por ella, en especial, por el rostro sonriente de su pareja que tanto había extrañado. Él jugaba con Abie en su regazo mientras ella trataba de quitarle algo a Stark del bolsillo, con complicidad de Steve, que lo distraía mientras le daba charla.

 

—Buenos días —dijo con dificultad y sintió su garganta seca.

 

Su voz llamó la atención de todos, logrando que dejaran de hacer lo que estaban haciendo para mirar hacia atrás, encontrándose con un Bruce Wayne de rostro relajado y más entero que la última vez que lo habían visto.

 

—¡Bruce! —gritó Abie con alegría, bajándose rápidamente del regazo de Clark para salir corriendo a su encuentro—. Al fin despiertas, Bruce.

 

En cuanto lo tuvo a su lado, se abrazó con fuerza a sus piernas y este se agachó para tomarla entre sus brazos con cariño.

 

—Hola, Abie. Si, al fin despierto. —Quitó un mechoncito de pelo de su rostro y ella le devolvió una enorme sonrisa para luego abrazarse del cuello.

 

El murciélago alzó la vista a la mesa y notó como Alfred de inmediato se ponía de pie para retirarle una silla e invitarlo a sentarse.

 

—Amo Bruce, por favor, tome asiento. Le traeré en seguida algo para desayunar. —Salió expedido hacia la cocina buscando de calentar un poco de leche y disponerle algunos bocadillos para comer.

 

Los rostros de los dos vengadores y el doctor le devolvieron una sonrisa, pero cuando cruzó sus ojos con los de Clark, este reaccionó de manera inesperada, sobresaltando en su lugar. Éste sintió incómodo con ese encontronazo y terminó desviando la mirada hacia otro lugar, para luego ponerse de pie con gesto nervioso, alejándose de la mesa buscando la compañía de Alfred en la cocina. Bruce suspiró abatido por este gesto esquivo y se puso de pie sosteniendo la mano de la niña que lo guiaba hasta la mesa.

 

Luego de todo lo sucedido era obvio que recibiría reclamo por parte de todos. Ya se lo esperaba y estaba preparado, pero jamás creyó que la actitud de su pareja fuera afectarle como lo estaba haciendo. Tenía unos deseos enormes de estrecharlo en sus brazos sin importarle la presencia de otros o que vieran aquel gesto en él raro. Últimamente ya le estaba importando muy poco todo. Tanto él como el reportero había pasado por situaciones límites. ¿Era necesario seguir con ideas y vueltas cuando los dos ya sabían lo que sentía uno por el otro?

 

—¿Cómo te sientes, Bruce? —preguntó el doctor llevando una mano a su muñeca para tomarle el pulso—. Solo será un momento. — El millonario no se esperó ese acto repentino, pero no dijo nada y se dejó revisar.

 

Generalmente a Batman no le gustaba ser atendido por médicos, pero dada su situación, mucho reclamo no podía tener. Miró un segundo a todos y volvió la vista al médico arrugando un poco su rostro con muchos deseos de apartar su mano.

 

—No me siento mal, pero si cansado y pesado, como si me hubieran drenado la energía  —contestó con simpleza y chistó con su lengua poniéndose impaciente. No deseaba ser atendido en frente de todos—. La herida de bala no me molesta. Recuerda que apenas me rozó.

 

—Siempre minimizas todo, ¿eh? Bien, traeré mis cosas para revisarte mejor. Pero primero desayuna bien abundante, que ante todo debes recuperar energías y peso. —Se levantó de la mesa y fue hacia la habitación que le habían destinado para dejarse a mano su portafolio.

 

En la cocina, Clark abrió la heladera con la excusa de buscar agua para beber. Alfred terminaba de pelar una fruta y lo miraba de costado hacer la acción. Ocultándose tras la pared, el menor abrió la botella y le dio algunos sorbos mientras miraba como el mayordomo terminaba de preparar todo lo que le daría a Bruce. Se sentía patético actuando de aquella manera y no quería resultarle esquivo a su pareja, pero necesitaba aquietar su corazón que había saltado del pecho en cuanto lo vio.

 

Quería decirle tantas cosas que en su cabeza no encontraba orden para expresarlas. Necesitaba reclamarle todo lo que había estado rumiando su cabeza durante aquellos días de espera. Un primer impulso fue el de tomarlo del brazo y arrastrado hasta una habitación para hacerlo, pero no quería apurar las cosas.

 

—Lamento mi intervención. Es una simple sugerencia —habló Alfred logrando obtener la atención de Clark—. Creo que lo mejor es que dialogue con el amo Bruce sobre lo que siente. Esconderse aquí no ayudará a que lo resuelvan.

 

Los ojos del súper hombre descendieron al suelo y sonrió. El mayordomo siempre era muy astuto.

 

—Lo sé. Huí de él. No me gusta reaccionar así, pero estoy muy molesto y no quiero hacer una escena enfrente de todos. Tengo que hablar con él en cuanto estemos a solas. —Jugó con la base de la botella y suspiró pesadamente.

 

—Eso lo entiendo. Aunque… ¿Soportará mantenerse distante mientras espera la oportunidad? —preguntó dándose la vuelta y abrió sus ojos sorprendido al notar a su Amo parado en el umbral, justo detrás del Kryptoniano.

 

—Así que es eso —señaló Bruce tranquilamente, sorprendiendo al menor que deseaba que en esos instantes lo tragara el suelo por ser descubierto—. Sabes que eres demasiado grande para ocultarte tras la pared, ¿no? No seas infantil. Podemos hablar cuando quieras. —Y viendo la botella de agua que traía en sus manos, se la arrebató para comenzar a beber sin parar hasta acabársela—. Gracias. —Le regaló un efímero beso y le devolvió el envase vacío para regresar al comedor.

 

Clark llevó sus dedos hasta sus labios y un pequeño rubor pintó sus mejillas. Había sido minúsculo ese contacto, pero ¡Oh Dios! como le había hecho estremecer. En todo momento estaba tentado en dejar su enojo a un lado e ir a buscarlo para robarle un beso como se debía. Pero no. Debía mantenerse firme en su postura y hablar primero. Necesitaba dejar unas cuantas cosas en claro sobre lo que había sucedido antes de que todo siguiera su curso. Si no lo hacía, no quedaría tranquilo.

 

—Maldición —chistó molesto arrugando el envase de plástico entre sus dedos hasta hacerlo tan pequeño que cabía en la palma de su mano.

 

—Que caso que son ustedes dos —dijo Alfred negando con la cabeza y tomó las cosas preparadas para su señor.

 

En la bandeja había un una taza y cucharita, un jarrito con leche caliente, miel, pan tostado, queso, dos rodajas de toronja y un zumo de naranja. Era lo justo y necesario que necesitaba su señor para recuperar las fuerzas y en especial los glóbulos rojos por el tema de la anemia. Había consultado con el doctor Henry la dieta que debía mantener y éste le había dejado detallado todo lo que necesitaba para ponerse nuevamente en condiciones.

 

Alfred dispuso todo sobre la mesa ante la atenta mirada de Bruce. Éste no estaba de humor como para comer tanto, pero no se le permitió chistar. Con una mirada severa, su mayordomo le dio a entender que debía comer todo y si no habría consecuencias. Tras dejar los alimentos, dejó dos pastillas en un pequeño vasito y lo arrimó hacía su señor para que las tomara. Éstas lo ayudarían a recuperarse junto a la buena alimentación que debía llevar.

 

—Mientras tú jugabas a ser la bella durmiente, —habló repentinamente Tony para cortar el aire tenso que se estaba generando en el ambiente—, nosotros nos ocupamos del resto de la situación. Estás libre de compromisos y obligaciones hasta nuevo aviso. Así que por los próximos días te dedicarás a descansar y a dejar que te mimen. —Le guiñó un ojo, coqueto, y se dio media vuelta para ver a Abie que le había metido mano en el bolsillo y se hacía la ingenua como si no lo hubiera tocado.

 

—¿A qué te refieres con que estoy libre de obligaciones?

 

—Nos hemos encargado de encerrar a todos. El núcleo de la mafia fue resuelto y capturaron a las cabecillas a cargo. Los hermanos Gale están en prisión esperando a ser procesados por la ley bajo todos los cargos de los que son culpables y hablé con tu gerente para qué se ocupe de cumplir tu promesa económica ante ellos. Hasta me dediqué a tramitar el pasaporte y la visa de Abie para que pueda viajar a Estados Unidos. ¿No soy genial? —se alabó así mismo mientras se limpiaba las uñas.

 

—Fascinante. ¿Tú solo hiciste todo eso? —Usó un tono de burla que fue censurado por una miga de pan lanzada por Tony.

 

—Sí, idiota. Todo para que no tengas que mover un dedo. —Le lanzó otra miga que terminó rebotando contra los dedos del murciélago que la había repelido con simpleza.

 

—Gracias, Tony. Entonces, Abie… ¿Te vas a EE.UU? —preguntó interesado a la pequeña.

 

—Sí. Decidí ir a vivir con el abuelito Henry —comentó la pequeña con una sonrisa que de tan amplia se terminó formando un hoyito en la mejilla—. No tengo familiares en Londres y los que viven en EE.UU no tienen idea de que existo. No quiero terminar con gente extraña por cuestiones legales. Además, seguramente solo les va a interesar la herencia que me dejó mi papá y no se preocuparán por mí.

 

—Me alegro que tomaras esa decisión. Cualquier inconveniente con papeleos no dudes en consultarme, Henry. —Miró al doctor que volvía de la habitación.

 

—No te preocupes Bruce. El señor Stark también se está ocupando de eso.

 

—Así que como has escuchado, ya todo está resuelto —acotó Iron Man—. A ti solo te queda ocuparte de tu salud y disfrutar de tu estadía con… ¡Oye niña! ¡Eso no es para jugar! —le exclamó cuando al fin la pequeña le había podido arrebatar su celular—. ¿Y cómo rayos desactivaste el bloqueo?

 

—Bleeeee —le sacó la lengua y se le rió detrás a carcajadas—. Si eres tan tonto como para poner de contraseña: Steve te amo, ¡cualquiera la adivina!

 

—¡Mi celular no tiene desbloqueo de esa manera, es con huella digital! Además no pondría una contraseña tan obvia. —Miró hacia otro lado haciéndose el importante y volvió la vista pícara hacia su pareja—. Steve, como se te ocurre desbloquearle el celular. No le permitas usarlo.

 

—Déjala, Tony —pidió Steve que era ahora el asiento de la pequeña dama—. No le hará nada a tu móvil.

 

—Ah, bueno, ¿si a ti no te importa? A mí tampoco. No es que pueda encontrar esas fotos en donde profesamos nuestro amor muy apasionadamente —dijo ladino mirándolo con suspicacia—. Ni videos donde probamos nuevas posturas. Nah, no me preocupo.

 

El rostro de Steve se sonrojó y de inmediato le quitó el celular de manera nerviosa a la niña justo en el momento exacto en que ella abría una carpeta con una sonrisa de oreja a oreja. En su torpeza para evitar que se viera u oyera algo, trató de bloquearlo nuevamente y sin ser consciente de la fuerza utilizada terminó apretando tan fuerte el celular que se quebró a la mitad, soltando un largo suspiro de alivio.

 

—¡Ay por favor! —se quejó la menor indignada—. Ni que me asustara por ver un pene. —Steve le tapó la boca de inmediato y abrió grande sus ojos con vergüenza.

 

—¡Abie! ¡Ya hablamos de esto! —Miró con pena hacia Tony devolviéndole el celular hecho trizas.

 

—¿Tienes idea de cuantos móviles me has roto, Steve? ¡Con este es el quinto! ¡El quinto! —Observó el artefacto destrozado y se levantó con intenciones de tirarlo a la basura—. Tienes suerte de que tu novio sea multimillonario.

 

Bruce miraba toda la escena cómica con un semblante neutro y hasta pacífico. Generalmente lo ruidoso que solía ser Stark era una de las cosas que le molestaba, pero esa vez no, por el contrario, toda la mesa le resultaba amena y familiar.

 

¿Desde cuándo había cambiado tanto?

 

Recordaba que lo común era sentirse irritado, malhumorado y seco ante una situación así. Sonrió tras la taza de leche que le habían servido y bebió tranquilamente mientras seguía disfrutando de las personas que lo rodeaban. Solo le faltaba su súper hombre favorito para sentirse más completo.

Alzó la mirada en dirección a dónde se escondía Clark y lo vio al fin aparecerse con una leve sonrisa vergonzosa que se reflejaba en sus ojos y que no tardó en desviar para evitar sostener las miradas. Se sentó en donde antes había estado minutos atrás y siguió desayunando junto con todos los demás tranquilamente.

 

Bruce terminó toda su comida sin oponer resistencia a pesar que no estaba con un particular apetito. Y por último se tomó las pastillas correspondientes. Solo fue gracias a la charla y la armonía de la mesa, que comió todo sin darse cuenta, poco a poco.

Cuando despejaron todas las cosas del desayuno, tanto Tony como Steve fueron a ultimar detalles de su equipaje para el regreso a Estados Unidos. Por otro lado, el doctor White le pidió a Bruce ir a su habitación para revisarlo correctamente como se lo había indicado en cuanto lo vio despertar. Sin demorarse ese asunto que no le agradaba demasiado al vigilante nocturno, se encaminaron al cuarto seguidos por Clark, que hasta el momento no le dirigía la palabra a su pareja.

 

—Muy bien. Antes de comenzar quiero que te quites el abrigo y la remera para ver tu herida en el hombro —pidió el doctor dejando su portafolio sobre una silla y luego le indicó con una mano la cama para que tomara asiento allí—. ¿Me has dicho que no te ha estado molestando?

 

—No. Pero ante de desvestirme, quisiera que los entrometidos se marchen. —Miró a Clark con astucia, esperando lograr hacerlo hablar. Era un método tonto, pero si iba a hacerse el duro no dirigiéndole la palabra, al menos lo iba a obligar a hacerlo. Internamente deseaba oír cualquier cosa de él.

 

—Aunque pueda escuchar y ver desde cualquier lugar de la habitación, no pienso moverme de aquí. —Superman se cruzó de brazos y se recostó contra la pared más cercana en clara señal de que se quedaría—. Quiero estar presente para ser testigo de lo que el doctor tenga para decirte. Así evitamos las escusas luego.

 

Las manos de Bruce se alzaron a modo de derrota y rió suavemente. Satisfecho por haber logrado su cometido, volvió la vista hacia el doctor y se quitó las prendas dejando su torso desnudo. Por dentro Clark se moría ante ese gesto, no por la desnudez en sí, sino por percatarse por primera vez el abrigo que llevaba puesto Bruce.

 

Su abrigo.

 

El médico observó la escena un tanto incómodo al saber la tirantez que había entre estos dos, pero recomponiéndose lo mejor que pudo, se acercó a su paciente y retiró la gasa vieja que cubría la herida para inspeccionarla. Observó la misma por largo rato y presionó levemente la zona hasta sonreír satisfecho por el resultado.

 

—A pesar de lo que creía, se ve realmente muy bien. Está cicatrizando rápido. Eso es bueno. —Buscó todas las cosas para limpiar la herida y la volvió a cerrar una vez higienizada a consciencia.

 

Luego se llevó el estetoscopio al oído y se quedó por un buen rato auscultando el corazón de Bruce con los ojos cerrados. Clark hacía lo mismo, escuchaba sus latidos aun levemente alterados mientras se mordía el labio inferior por los nervios. Por su parte, Bruce suspiró un par de veces decaído y simplemente mantuvo la vista hacia un punto fijo sin ánimos de nada. El doctor luego de sacar sus conclusiones, terminó retirándose el artefacto para colgárselo al cuello y se sentó frente al millonario para comenzar su discurso.

 

—Voy a ser sincero contigo, Bruce. No sé lo que haya sucedido tiempo atrás y qué fue lo que te llevó a estar así. —Hizo una pausa y miró hacia Clark para luego volver la vista hacia el playboy—. Estás anémico, eso ya lo sabes. Y la anemia severa puede causar niveles bajos de oxígeno en órganos vitales. El estrés de hace unos días, el extremo esfuerzo físico y la droga que nos dieron, todo eso sumado a tu estado, casi te ocasionan un infarto. Tienes suerte que tu corazón es fuerte y lo resistió. Pero no tolerará pasar nuevamente por una situación así. Si te sobrexiges otra vez, tu corazón se detendrá. Quiero que esto te quede muy en claro.

 

—Lo tengo presente —respondió Bruce seriamente, mirándolo a los ojos. No era ningún tonto, sabía de las consecuencias de sus actos—. Soy consciente de lo que me puede llegar a suceder. Pero en situaciones como la que vivimos, una vida es insignificante en comparación a muchas.

 

—Todas las vidas valen por igual Bruce. Creo que un vigilante nocturno como tú debería saberlo mejor que nadie. —Inhaló profundo y se puso de pie—. Como profesional y actualmente tú médico, debo informarte que tienes que guardar estricto reposo. Nada de salir de noche y deambular por los techos. Nada de no comer y prohibido saltearte comidas. Debes seguir una dieta estricta y tomar las medicinas que te receté. Necesitas aumentar de peso y mejorar tus niveles de glóbulo rojo antes de volver a la acción. En unas semanas quiero que te hagas estudio completo de sangre y orina, y definitivamente un electro y eco cardiograma para ver cómo estás.

 

—No puedo parar por semanas mientras me recupero de la anemia. Tengo muchas obligaciones que cumplir. Prometo descansar unos días, pero no semanas. —Se colocó la remera y luego sostuvo entre sus manos el abrigo por unos instantes.

 

—Me parece que no entiendes tu lugar. No me importa lo que tú quieras. Harás lo que yo te diga y tengo gente a cargo para que se ocupe de que se cumplan todas mis indicaciones. Tu vida no es un juego, Bruce. Esta vez no está en tus manos. No me obligues a que te internen. Mira que con mis contactos puedo hacerlo. —Sonrió con astucia y guardó todas sus cosas en su maletín para encaminarse hacia la puerta—. Abie y yo viajaremos a EE.UU antes que tú. Tengo entendido que aún te quedan varios días de vacaciones. Aprovéchalas para descansar. Cuando regreses, me ocuparé de que me informen de tus progresos. Es hora de que te cuides de una buena vez. —Salió de la habitación sin decir más y se reunión con su sobrina que estaba cerca tratando de escuchar lo que sucedía allí dentro.

 

Clark se alejó de la pared en donde se había quedado recostado y tuvo intenciones de marcharse por la puerta sin decir nada. Cuando creyó que saldría de ahí con el silencio que los envolvía a ambos, la suave voz de su pareja lo hizo detenerse en el lugar.

 

—Ya, suelta de una vez lo que te está molestando, Clark —dijo Bruce poniéndose de pie, logrando que Superman se quedara clavado en el piso, temblando un poco por contenerse de explotar y soltar todo lo que tenía guardado—. Es ridículo que estemos en la misma habitación y no nos dirijamos la palabra. Ignorarme no hará que se solucione el problema.

 

Clark inhaló profundo y se dio media vuelta regalándole una mirada desafiante, una que no amedrentó para nada al mayor. Todo lo contrario. Bruce siguió viéndolo con su aura impasible, esperando lo que ya intuía que sería un terrible reclamo.

 

—Estoy enojado contigo. Más que enojado, furioso —dijo conteniéndose para no gritar, porque lo que más tenía deseos de hacer era largar todo lo que sentía a los gritos—. Lo que has hecho fue una total imprudencia. Me prometiste que te cuidarías, me dijiste que me ibas a llamar si necesitabas ayuda. ¡Pero no! ¡El perfecto murciélago de Gotham siempre hace todo solo, ¿cierto?!

 

—No digas tonterías. Te llamé cuando te necesite —respondió tranquilamente sin apartar la vista.

 

—¿Acaso te estás burlando de mí? ¡Casi te mueres por la estupidez que hiciste! Me llamaste minutos antes de colapsar. ¡Yo te sostuve en mis brazos! ¿Sabes lo que se siente aquello? El no saber nada de ti por horas. El no saber si estás vivo o estás muerto.

 

—Sabes que sí —acotó interrumpiendo con suavidad y un dejo de tristeza, cosa que hizo que Clark tragara en seco y apretara sus manos en puño. Por un instante había olvidado el hecho de que Bruce también había pasado muchos días sin saber de él—. Fue un error, lo voy a admitir —continuó hablando el playboy—. Estaban más preparados de lo que creía. Las cosas no salieron tal cual fueron planeadas, pero se actuó conforme a lo que la situación requería.

 

—¡No me vengas con eso! ¡Tú preferiste actuar por tu cuenta ignorando que éramos un equipo! ¡Se suponía que debías informarnos a nosotros y entre todos decidir cómo proceder! —Levantó la voz en alto, mientras el cuerpo le temblaba. Volvió a tratar de calmarse respirando por unos segundos, resoplando con fuerza por la nariz. Luego, cuando bajó su nerviosismo, siguió hablando en un tono más bajo—. Meterte así en la guarida de la mafia, sin saber con lo que te ibas a encontrar, fue una cosa totalmente imprudente. Desconsiderada para mí y tus amigos que no teníamos noticias de ti.

 

—No voy a disculparme por las decisiones que he tomado, las mismas fueron pensadas acorde a las circunstancias y al escenario en el que estaba. ¿Podría haberlo hecho de otra manera? Quizás sí, pero no lo sabremos.

 

—Entonces… ¿Vamos hacer como si no pasó nada y rezar que con suerte en otra situación similar también salga todo bien? ¿Esa es tu respuesta? ¿Te importa un carajo por lo que pasamos nosotros que casi te vimos morir?

 

—No dije eso. Sabes que no es así. —Se acercó suavemente y el Kryptoniano dio unos pasos hacia atrás, tratando de seguir manteniendo la distancia.

 

—No te entiendo Bruce. ¿Cómo esperas que reaccione? ¿Pretendes que lo olvide y que siga así como si nada? Si no piensas disculparte o al menos hacerte cargo por lo sucedido, no puedo seguir esta conversación contigo. —Dejó la frase en el aire y se quedó firme en el lugar al darse cuenta que era ridículo retroceder. Quería saber que era lo siguiente que haría su pareja y más aún, que tendría para decirle respecto a eso.

 

—Sé que con mis acciones les he causado mucho pesar. A todos. En especial a ti. —Tomó su perfil con cuidado y el primer impulso que tuvo Clark fue el de apartarse, pero en cuanto sintió el calor que emanaba la mano de la persona que amaba, se maldijo a sí mismo por caer tan fácilmente en esa necesidad de su contacto—. Escucha, sé que soy un hombre difícil de tratar, orgulloso y muy testarudo. No son mis mejores cualidades, pero éstas me llevaron muchas veces a superar cualquier situación o peligro. Así soy Clark, de esta forma me conociste y así algún día acabaré mis días, sin duda. Pero soy la persona de la que te has enamorado.

 

Clark cerró sus ojos con dolor y llevó una mano sobre la de Bruce que sostenía con cariño su rostro. Sintió como las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos sin poderlas controlar. Era verdad, amaba a Bruce con todo su corazón, con todo su espíritu; y deseaba protegerlo por sobre todas las cosas. Se sentía tan débil a pesar de ser tan fuerte. Supo de las incontables veces en las que Bruce había arriesgado su vida, y fue gracias a su fuerza de voluntad, a su espíritu inquebrantable que había salido victorioso.

 

Pero eso no significaba que dejara de darle miedo el ver como la vida de la persona que más amaba peligrara.

 

Ser su apoyo. ¿Algún día Bruce aceptaría eso?

 

—No lamento las decisiones que tomé, Clark, porque las mismas lograron el resultado favorable que tuvimos. Sí lamento haberte preocupado tanto, el hacerte sentir así. Lo siento. —Rodeó su cuello con fuerza y pegó su perfil al otro en un íntimo abrazo—. Realmente lo siento —volvió a repetir en un susurro y al fin sintió como Clark correspondía el abrazo desde la cintura y dejaba caer las gotas de sus ojos sobre su hombro.

 

—Prométeme que te cuidarás hasta que te recuperes —pidió estrechándolo con más fuerza hacia su pecho—. Prométeme que harás caso a las indicaciones del doctor y que me dejarás cuidarte.

 

Hubo unos segundos de silencio y una exhalación—: Está bien… lo prometo. —Bruce besó su cuello con afecto y acarició su nuca—. Haré caso y dejaré que me cuides. —Sonrió al notar como su pareja se alejaba para verlo al rostro, todavía dudando de su promesa—. No pongas esa cara. No miento. Digo la verdad. Puedes oírlo, ¿no? Los latidos de mi corazón hablando. —Tomó la mano de Clark y la llevó hasta su pecho para que pudiera sentir su repiqueteo.

 

—Sabes que puedo oírlo. No dejo de hacerlo. Tengo memorizada todas sus variaciones. No pienso perderte el rastro otra vez. —Suspiró pesado y sintió como su cuerpo se aflojaba poco a poco. El haber sobrepasado tantos nervios al fin lo estaban relajando.

 

—Entonces… ¿Te sientes mejor al haber soltado todo aquello? ¿Estamos bien? —preguntó Bruce curioso, sin quitar la vista del azul cielo de su amante mientras este le acariciaba la espalda delicadamente, deslizando su pulgar por el contorno de su espina dorsal.

 

—Todavía estoy molesto contigo. Ya te lo he dicho. Odio ver como tratas a tu cuerpo y quieras hacer todo solo sin pedir ayuda. —Resopló cansado con un mohín—.  Necesitaré que pongas de tu parte para regresar mi buen humor. —Se acercó hasta su cuello con una sonrisa y besó el mismo en un pequeño recorrido hasta el oído, necesitado de esa piel que tanto amaba—. Estoy molesto, pero estamos bien —acabó por decir y esta vez fue en busca de la boca ajena para besarla.

 

—Siiiiiii —gritó la niña entrando a la habitación, interrumpiendo aquel beso y abrazándose a las piernas de sus dos héroes favoritos con fuerza—. Al fin se arreglan. Odiaba verlos peleados cuando sé que los dos se aman mucho —dijo con energía y un enorme cariño.

 

Bruce sonrió al verla y acarició sus cabellos, pero en cuanto alzó la vista, su ceño se frunció irritado—: ¿Qué hace allí? —preguntó al millonario de New York—. Eres un caradura, Tony. Escuchando conversaciones privadas. Lo creo de la niña, pero no de un adulto como tú.

 

El héroe se había agachado en la puerta, en una posición muy comprometedora que había quedado expuesta por la pequeña en cuanto entró sorpresivamente. Él igual que ella, había estado espiando y escuchando lo que sucedía entre su amigo y su pareja. Más por curioso que por otra cosa.

 

—¡Oye! ¿Por qué solo a mí me llamas la atención? Steve también estaba —contestó a la vez que se ponía de pie mirando hacia atrás, abriendo grande su boca al notar que su pareja ya se había marchado en cuanto la puerta se abrió—. ¡Cobarde! ¡Apóyame hasta el final! —le reclamó con los brazos en jarra, pero Steve lo ignoraba, conversaba con el doctor y Alfred que en estaban en la mesa.

 

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Pasaron una mañana maravillosa todos juntos, salieron a almorzar a un lujoso restaurante y se divirtieron por varias horas hasta que el momento de la partida llegó. El área estaba delimitada por varias cuadras a la redonda, para así evitar ojos curiosos y permitir que todos los héroes pudieran despedirse apropiadamente. Todos estaban en el lugar de despegue menos Alfred, que se había quedado en el hotel ocupándose de ciertos detalles.

Los papeles de Abie estaban listos, todo el equipaje de los vengadores y del doctor ya estaba empacado, y solo restaba subir al avión privado en el que habían viajado Tony y Steve para llegar a Londres.

 

La despedida fue muy difícil, en especial para Abie, que lloró por largo rato, acongojada por separarse de su querido Bruce. Él había comprendido su dolor, él había estado para apoyarla y había arriesgado su vida para salvarla de la mafia. Deseaba estar un tiempo más con él, pero sabía que ya se volvería una carga y quería que Clark lo cuidara mucho hasta que se recuperara.

 

Con un beso fuerte en la mejilla y luego un gran abrazo, Abie se aferró a su héroe con mucho cariño antes de decir adiós.

 

—Tranquila, Abie, esto no es una despedida. Volveré a EE.UU en algunos días y podrás visitarme en la mansión.

 

—Lo sé. Iré a saludarte cuando pueda —dijo con un hipido y tomó con dulzura el rostro de Bruce—. Prométeme que te cuidarás. —Y miró a Clark fijamente—. Y tú lo obligarás. —El millonario rió y ella se puso seria—. ¡No es broma!

 

—Sí, muñeca. Prometo que me cuidaré. —Se puso de pie y buscó algo en su bolsillo—. Tengo un regalo para ti. Tu decidirás si lo quieres o no. —Retiró un pendrive de su pantalón y se lo enseñó—. Conozco tu inteligencia, estoy seguro que podrás superar a tu padre. Aquí está todo el fruto de su trabajo. La investigación que hizo de la enfermedad de tu madre. Es tuya, si la deseas, pero debes ser consciente de los riesgos que puede traer. Te doy a elegir, Abie.

 

—No la quiero —respondió de inmediato negando con la cabeza—. Tengo todo lo que necesito aquí, Bruce. —Señaló su cabeza y luego su corazón—. Y aquí. Mi padre era mucho más que sus investigaciones. Quiero seguir sus pasos, pero recorreré mi propio camino. —Sonrió feliz llevando sus manos hacia atrás.

 

—Sabia decisión —acotó el murciélago y se llevó el dispositivo de vuelta en su lugar—. Entonces es un hasta luego.

 

—Sí. —Volvió a sonreírle y caminó hasta Superman—. Gracias por aguantarme y por brindarme todo tu apoyo, Clark. Te lo agradezco. —También lo abrazó con fuerza y tiró de su mano para lograr que descendiera su rostro hasta regalarle un dulce beso—. Sabes que a ti te quiero, pero Bruce me puede. No se peleen, que sino en cuanto sea mayor voy a robártelo.

 

Clark abrió sus ojos sorprendido y luego comenzó a reír a carcajadas. La niña nunca dejaba de sorprenderlo.

 

—Claro Abie, me aseguraré que Bruce y yo construyamos un futuro juntos —le susurró para ser discreto y a escondidas le volvió a enseñar la cajita con el anillo que llevaba encima en todo momento.

 

La niña abrió grande sus ojos y rió dulcemente, tratando de aguantarse las ganas porque aquello sucediera enfrente de sus ojos; obviamente no era el clima perfecto que estaba buscando Clark para eso y lo comprendió.

 

El doctor volvió a darle las indicaciones pertinente a Bruce y antes de subirse al avión le dio las gracias y un enorme abrazo. Tomó en brazos a la pequeña sobrina y subió para darles un tipo a Tony y Steve a que se despidieran.

 

—Sé que no suelo decir esto, pero gracias Tony. A los dos. —Bruce miró al rubio y luego volvió a posar sus ojos en el castaño—. Sin su ayuda no lo hubiera podido hacer. Prometo que cuando vuelva nos juntaremos a tomar ese café —dijo con media sonrisa y luego exhaló todo el aire de los pulmones al recibir un fuerte abrazo.

 

—Más te vale. —Palmeó con ganas su espalda—. Cuídate, amigo. Nos estamos viendo pronto.

 

Por otro lado, el Capitán y Superman se estrechaban las manos con fuerza y luego se suscitó un abrazo con cariño.

 

—Gracias Steve, fue un placer trabajar contigo. Has sido un gran apoyo.

 

—El placer fue mío, Clark. Un orgullo trabajar con Superman. —Le sonrió y miró directo al bolsillo de su pantalón—. Ánimos con eso. —Y luego se fue hasta el frente de Bruce para estrecharle la mano en un saludo.

 

—Capitán… Steve. Sé que no hemos tenido oportunidad de interactuar mucho entre nosotros. Intuyo que nos habríamos llevado mucho mejor en otras circunstancias. Lamento los malos entendidos.

 

—No digas nada, Bruce. Lo entiendo. Al principio sentía hartos celos de ti. Tony siempre se llenó la boca de lo grande que eras y eso me daba inseguridad. Ahora sé que estás muy enamorado de Clark como para fijarte en él. —Rió avergonzado y Bruce abrió sus ojos sorprendido. Luego el rubio miró como Clark y Tony también se estrechaban la mano para despedirse—. Pero todo lo que me contó es cierto. Mostraste un gran valor y un compromiso por el bienestar ajeno que es inigualable. Realmente te admiro.

 

—Gracias —Y no terminó de decir mucho más porque Tony agarró del brazo a su rubio y comenzó a tironear de él.

 

—Ya debemos irnos, Cap. Los tórtolos tienen que estar solos. —Apresuró sus pasos hasta subir a su avión y saludó enérgico para luego cerrar la puerta tras de sí.

 

El doctor que estaba al lado de Abie la miró por largo rato hasta que soltó lo que estaba pensando—: ¿Crees que te hubiera dado esa información?

 

 

—¿Con lo que le costó borrarla? ¡Por favor! Me estaba poniendo a prueba. —Se asomó a la ventana para saludar con energía mientras el motor del avión se ponía en marcha para arrancar.

 

El mismo no tardó mucho en despegar y salió volando en dirección hacia el otro continente. Bruce y Clark se quedaron viendo la estela de éste por unos segundos con la sensación un tato amarga de la despedida.

 

—¿Realmente le ibas a dar esa información? —preguntó Superman intrigado.

 

—Por favor, Clark. Me conoces. Estaba poniéndola a prueba. Es muy inteligente. Será grande cuando crezca. —Lo miró por unos segundos y le sonrió de costado.

 

Los ojos del súper hombre sonrieron en respuesta. En cuanto notó lejos a la aeronave, tomó la cintura de su pareja para atraerla hacia su encuentro con un deseo apabullante.

 

—Y bien, señor Wayne. Ya no tenemos más interrupciones. ¿Me dará ese beso que anhelo desde hace días? —susurró con voz muy seductora, sonriendo al notar que la piel de su amante se erizaba por su voz y su contacto—. Desearía hacerte mil y un cosas en este instante. —Se acercó hasta su mandíbula y acarició la misma con los dientes.

 

—Tengo planeado algo que te gustará, Clark. —Se aferró a su remera, sintiendo que las piernas le temblaban levemente por ese simple roce—. Es una propuesta que está en marcha, pero podemos dar vuelta atrás sin no te gusta.

 

—Te escucho —musitó para luego retirar su lengua y lamer esa zona sensible detrás de la oreja.

 

El murciélago inhaló hondo y soltó un jadeo. No podía entender cómo se encontraba tan sensible y desesperado por conectar con ese hombre.

 

—Lo-londres es hermosa y sé que me gusta por su parecido a lo fría y oscura que es Gotham. Pero necesito aire nuevo, cálido y alejado de todo el mundo, de la ciudad. Tengo una propiedad en una isla del Caribe donde podremos estar solos lo que reste de las vacaciones. Hah —gimió sin poderlo evitar al sentir como su pareja mordía aquella zona que antes había lamido—.  A-Alfred está empacando nuestras cosas. Y ya se encargó de que se ocupen de tener la casa equipada con todo lo necesario. ¿Qué dices? —Intentó apartarlo un poco para verlo al rostro.

 

Imposible, menos cuando a su Kryptoniano se le metía algo en la cabeza como entretenerse con su cuello y oreja.

 

—Es fantástico —murmuró viéndolo a los ojos y llevó una mano a su mentón, acercando sus labios lentamente.

 

—Podemos irnos ahora —dijo Bruce exhalando el aire de sus pulmones como si el contenerlo fuera algo que le quemara—. Tengo la locación en mi celular. Con solo verlo tú serías capaz de ir sin problemas. —Habló entre los labios de Clark que ya lo habían alcanzado.

 

—No lo dudo. ¿Así que no te molesta ser cargado? —Abrió su boca y retiró su lengua para acariciar los labios ajenos que vibraban por el deseo.

 

—Sí. Todo por irme ahora mismo. —Sacó su móvil del pantalón y los ojos del reportero se posaron unos instantes para volver a fijar la mirada en el millonario.

 

—Hecho. Nos vamos ahora mismo. —Al fin comió los labios de su amante con un deseo tal como si fuera el aire que necesitaba para vivir.

 

Ambos jóvenes se besaron como si hubiera sido tiempo en que no lo hacían. Tomando cada rincón del otro, explorando y saboreando el calor y la humedad de la boca ajena. No tardaron en sentir la temperatura aumentando en su cuerpo y los ruidos que hacía sus narices al respirar cada vez con mayor dificultad. Estaban acelerados, necesitados de la conexión tan única que tenían con el otro, del sabor de sus pieles, del aroma de sus cuerpos. Clark rápidamente sostuvo con suavidad la cintura de su amante y comenzó a tomar vuelo sin despegarse de él. Bruce totalmente entregado como nunca, llevó sus manos hasta el cuello ajeno y se sostuvo de éste. Y así como estaban unidos, sin despegar ese íntimo contacto, Superman comenzó su marcha hasta la costa de ensueño. Era un tiempo que la pareja no desaprovecharía para pasar el resto de sus vacaciones en paz, y una oportunidad excelente para Clark de hacer la famosa proposición.

Notas finales:

Bueno, como sabrán, era necesario que Clark le dijera todo aquello. Me alegra que así resultara porque todo por lo que pasan siento que los acerca un poco más. Los vuelve más unidos. Este Bruce ha hecho un enorme avance y se siente más suelto para conversar sobre lo que siente.

Obviamente el resto de las vacaciones de ellos será puro disfrute del bueno, jeje. (Ustedes me entiende ;) Sé que también lo ansían.

Muchas gracias por su lectura, y como siempre, me gustaría poder oír sus opiniones. Espero volver pronto con otra actualización! Besos!!!


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