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Quiero ser tu apoyo por Lure89

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Notas del capitulo:

Nueva actualización, lamento la demora. Espero lo disfruten mucho!

La sala de operaciones de Luthor era un caos. Había empleados corriendo por doquier, teléfonos sonando y personal especializado ocupado, tecleando para poder recuperar el sistema cuanto antes. La infiltración realizada les estaba dando un increíble dolor de cabeza y muchos problemas que los técnicos a duras penas podían controlar; pocas eran las funciones que tenían bajo su poder. El candidato a presidente estaba que echaba espuma por la boca, no podía tolerar la inoperancia de su gente y se revolvía en su propia bronca al verse en ridículo por permitir que WayneTech metiera sus manos en la tecnología de su edificio. Para colmo, contenía a Superman y al millonario encerrados en su oficina y no tenía la menor idea que estaba pasando con ellos. Quería resultados, necesitaba volver a tener los hilos en sus manos, y mientras pensaba en su cabeza las mil y un cosas que haría luego para desquitarse el horrible sabor que tenía en la boca, su cuerpo estático permanecía en medio de lugar con la mirada fija en el monitor con interferencia.

 

—Debemos irnos de inmediato, señor. —Mercy interrumpió sus cavilaciones por su tono de voz levemente alarmado—. La policía está preguntando por usted, están intentando ingresar al edificio en estos momentos. —Tenía en su oído un comunicador que ante cualquier emergencia era activado para ser informada.

 

—¡¿Acaso es una broma de mal gusto?! ¡¿Alguien más tiene malas noticias para darme?! —exclamó colérico dándose la media vuelta para verla—. ¿Por qué rayos me busca a mí la policía? ¡Muéstrame la entrada, idiota! ¡Dime que al menos podemos ver eso! —exigió a uno y se acercó al monitor que apuntaba el perímetro solicitado.

 

—Di-disculpe, señor. También está el canal de noticias en el acceso principal —informó uno de los valientes y dejó a ver en un televisor a Lois Lane comunicando en vivo. El canal transmitía con una marquesina que decía:

 

“¡INFORMACIÓN DE ÚLTIMO MOMENTO!”.

 

—“Aquí Lois Lane del Daily Planet. Estamos frente al edificio de LexCorp junto a los efectivos del Departamentos de Policía de Metrópolis. Hace unos minutos recibí información confidencial sobre el empresario y candidato a presidente Alexander Luthor, que detallan un sinfín de delitos, corrupción y diferentes trasgresiones a la ley adjudicados a su campaña política y negocios empresariales”. —La mujer alzaba una mano a la frente para cubrirse del fuerte viento que hacía mover sus cabellos y le nublaba la vista. Todos los que se encontraban allí afuera sufrían la dureza del mal tiempo que segundo a segundo empeoraba—. “Los uniformados tienen órdenes del juez de realizar un allanamiento al edificio, pero el personal de custodia les está negando el acceso… Al parecer, si no cooperan en los próximos minutos, van a irrumpir a la fuerza. La tormenta pronosticada para la noche de hoy parece estar por desatarse en cualquier momento, pero nosotros no nos moveremos de aquí, los mantendremos informados minuto a minuto” —decía con dificultad, casi gritando al sentir el estruendo de los rayos que hacían interferencia con su voz—. “Acerquémonos para ver lo que sucede”.

 

La reportera seguía informando mientras la cámara apuntaba hacia el edificio, a la policía y a ella en un seguimiento de la noticia. En un cuadro ubicado en la esquina inferior derecha del televisor, otro camarógrafo filmaba lo que había sucedido a tan solo unas cuantas cuadras de LexCorp. Se veía a Samantha siendo asistida por los paramédicos mientras ella estaba sentada en la parte trasera de una ambulancia, tapada con una manta. La policía también estaba allí ocupándose de la situación, tomándole declaraciones. Al ver el despliegue de efectivos y el canal de informes exponiéndolo de aquella manera, Lex lanzó un grito desde las entrañas y rompió la pantalla del televisor con su puño, cortándose el brazo y haciendo saltar chispas del artefacto destruido.

 

—El helicóptero está listo, señor. Podemos marcharnos en este mismo instante —aclaró Graves de inmediato.

 

—No. Aún no me puedo ir, mucho menos como un cobarde —masculló entre diente—. Y no sin antes de saber…

 

—Ya no les debe quedar mucho tiempo. A esta altura apenas si tendrán oxígeno —dijo la mujer haciendo obvia mención a Wayne y Superman, invitados que Luthor atendía de manera especial—. Será el primero en saber de sus decesos. Luego despejaremos todo en cuestión de minutos.

 

 

—¡No me importa! —mencionó el empresario en un grito irritado, ya no contenía la rabia que sentía—. Yo deseaba verlo morir con mis propios ojos. Verlo sufrir en una lenta agonía. Que él pudiera saber que yo, Lex Luthor, soy el vencedor, el que le arrebató toda esperanza. ¡Arrgggh! ¡Vamos! ¡Limpien todo de inmediato! Y quiero buenas noticias en menos de media hora. —Se dio media vuelta empujando a uno que iba por su camino y su guardaespaldas se apresuró para abrirle paso hacia la terraza.

 

Los empleados no dejaron de mover sus manos atareados en su trabajo, sudando por los nervios, aunque más relajados y soltando un suspiro de alivio al ver al millonario partir. Otros que estaban ahí presentes, arrastraron al cuerpo del operario asesinado mientras personal de limpieza sin mencionar palabra se dedicaba a quitar todo resto de sangre que había quedado en el piso. El poder que tenía ese hombre sobre ellos era más allá del respeto, era miedo.

 

Luthor se desplazaba por los pasillos con pasos largos y enérgicos, dándole un último vistazo a su oficina antes de meterse al elevador y ver como se cerraban las puertas que le llevaría hacia su vía de escape. Al llegar a la plataforma de despegue, un helicóptero con su motor encendido hacía que las hélices estuvieran listas para levantar vuelo. El viento era atroz a esa altura y lo empeoraba el clima terrible de la tormenta, que en cuanto el empresario quedó a descubierto, no dudó en desatarse con toda su furia. Parecía que hasta el cielo se le oponía. Lex alzó sus brazos para cubrirse los ojos, luchando contra la corriente de aire que le empujaba y le hacía dificultosa la tarea de llegar hasta el vehículo. Sus ropas se movían frenéticamente por la correntada y la lluvia que comenzó a azotar a la ciudad tampoco fue benevolente con él. En cuestión de segundos estaba bañando de pies a cabeza.

 

—¡Señor Luthor, no podremos volar así! ¡Es muy peligroso elevarnos con este viento y la tormenta! —gritó el piloto del helicóptero que se esforzaba para que le escuchara con tanto ruido. El agua golpeando contra el suelo y los truenos que no dejaban de retumbar en el cielo disminuían su voz.

 

—¡No me importa lo que te cueste despegar, maldito inútil! —Lo tomó de las ropas llevándolo contra su rostro para que le quedara bien en claro el mensaje—. ¡Nos iremos de este edificio aunque te cueste la vida en ello! —Lo soltó con asco y se subió al asiento trasero.

 

—¡Señor, si nos queremos ir, ahora es cuando! —acotó Mercy que escuchaba atenta con una mano en su oreja lo que el personal de guardia le informaba—. ¡La policía ya está dentro! ¡No pudieron detenerlos!

 

—¡Sube y despega! —Empujó al hombre que estaba blanco por el miedo, y que sólo accedió en cuanto vio que la asistente personal retiraba su arma y le apunta a la cabeza para obligarlo—. Sácanos de aquí y serás bien recompensado. —Cerró la puerta del helicóptero con fuerza y retiró un pañuelo de su bolsillo que escurrió para intentar secarse un poco el rostro.

 

Mercy no tardó en dar la vuelta apenas el sujeto se subió al helicóptero, y lo acompañó a su lado para cerciorarse que levantara vuelo. El muchacho con manos temblorosas se ajustó el cinturón, se colocó los audífonos con el micrófono, y una vez listo, tiró de la palanca de mandos para que el pesado aparato de hierro comenzara a ascender. Difícilmente logró elevarse unos metros, el mal tiempo le hacía perder estabilidad y el helicóptero se bamboleaba a cada lado peligrosamente. Cuando pobremente alcanzó a mantenerlo derecho, intentó subir más hasta que escuchó un fuerte rechinar de acero junto un sacudón que los hizo zarandear en sus lugares.

 

—¡Maldición! ¡¿Por qué todavía estamos aquí?! —exclamó indignado Luthor.

 

—¡No-no logro movernos, señor! —gritó aterrado al ver que accionaba la palanca y no respondía. Señales de luces y ruidos de peligro comenzaron a sonar en el panel de control—. ¡Algo nos está deteniendo!

 

Y el crujido estridente de hierros doblándose los desestabilizó otra vez. El helicóptero comenzó a descender, y tras aquello, una explosión los hizo sobresaltarse. Las hélices fueron perdiendo su fuera giratoria al romperse, saltando y disparando sus partes partidas para cualquier lado. La coraza principal del aparato comenzó a girar de costado y Lex pegó su rostro al vidrio empañado, limpiándolo con su mano para poder ver tras la intensa lluvia. Fue recién ahí que notó al súper hombre, con sus ojos rojos, manipulando el vehículo a su antojo hasta hacerlo caer de lado.

 

—¡Bastardo! ¡Cómo rayos ha sobrevivido! —gritó encolerizado y apretó todos sus dientes. No alcanzó a decir más. La puerta fue removida de un tirón y Superman tomó a Luthor de la ropa arrancándole el cinturón de seguridad con facilidad. Lo alzó por encima de su cabeza y lo lanzó contra el piso unos cuantos metros hacia atrás.

 

El cuerpo del millonario se desparramó por el suelo, embarrándose por la mezcla de agua y tierra en charcos formados por la lluvia. Se quejó adolorido sacudiendo su cabeza y alzó el mentón para ver como el kryptoniano caminaba hacia él sin dejar de enseñar sus ojos inundados con violencia. Mercy tras lograr salir del helicóptero, efectuó un disparo tras otro en un intento vano de hacer algo para frenarlo.

 

—Maldita basura, tendrías que estar ¡muerta! —El magnate se puso de pie todo orgulloso y se ahogó al sentir los duros dedos de Clark rodeándole la garganta—. ¿Cómo demonios fue que… saliste? —preguntó sacudiendo sus pies violentamente al sentir como el aire era cercenado de sus pulmones.

 

—Debería molerte a golpes. Debería quebrarte todos los huesos y dejar que te revuelvas en agonía —mencionó el reportero respirando fuertemente por la nariz, con la ira establecida en sus entrañas—. O quizás ver como se te va la vida entre mis manos justo así, como ahora.

 

—Pero tú… no eres así —dijo con dificultad, con los ojos rojos por el dolor, la falta de oxígeno y el esfuerzo que hacía para mantenerse lúcido. Sus manos iban hacia los dedos del súper hombre en un intento de hacerse espacio para respirar.

 

—No, no soy así. Pero has rebasado mi límite. —Aflojó los dedos sólo para asestarle un gancho en medio del estómago y dejar que se desparramara nuevamente sobre el charco de agua.

 

Luthor se contorsionó ahogado hacia adelante, tosiendo repetidas veces sin poder llevar oxígeno a sus pulmones. Tenía la vista nublada y salivaba en exceso al no controlar nada en su organismo. Podía sentir como algunas de sus costillas se habían quebrado con aquel simple golpe. Se quedó allí tumbado, sintiéndose humillado, ultrajado y rebajado ante ese hombre de otro mundo al que odiaba con cada gramo de su ser. Tomó una bocanada de aire que le hizo doler como mil demonios, y apoyó sus manos sobre el suelo para incorporar su torso y mirarle con todo el desprecio que le tenía.

 

—Soy un ciudadano respetable de los Estados Unidos —empezó a hablar en cuanto recobró un poco el aliento, temblando por la impotencia—. Soy el candidato a la presidencia con la mayor popularidad en encuestas y el favor de los votantes. ¡He mejorado la economía del país desde mi campaña! ¡No puedes tocarme!

 

—El pueblo no opinará lo mismo a partir de hoy. —Hizo un breve gesto con su cabeza, señalando a los efectivos que entraban corriendo por el techo y al camarógrafo de la señorita Lane que en seguida se hizo lugar para filmar lo que sucedía.

 

Varios hombres rodearon al empresario apuntando sus armas. La guardaespaldas Graves fue atrapada de inmediato y esposada al poseer el arma que soltó en cuanto la policía dio la orden de que la arrojara y se tirara al suelo. Lois comenzó a notificar lo que sucedía, empapada así como estaba, manejándose completamente profesional pese a que la tormenta no aminoraba. Uno de los efectivos se acercó al magnate y retiró sus esposas de su cinturón exclamando lo que cientos de veces había hecho en su profesión.

 

—¡No te muevas, Luthor! ¡Pon tus manos donde pueda verlas! ¡Quedas arrestado bajo la unidad de policía de Metrópolis! Tienes derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que digas puede ser usada en tu contra… —Y continuó narrando los derechos al hombre magullado.

 

—No puede ser… —musitó decepcionado el magnate, agachando su cabeza y alzando sus manos lentamente, para luego cambiar repentinamente de actitud—. ¡Yo soy Lex Luthor! —Se levantó brioso sin ánimos de cooperar y en seguida lo redujeron.

 

El efectivo lo esposó y arrinconó sin delicadezas contra el suelo, a la fuerza. Luthor fue levantado del piso y movido rudamente hacia el elevador para sacarlo de allí y llevarlo a la comisaría. Un poco más atrás, Superman miraba la escena sin cambiar la expresión de su rostro, no perdía detalle de cómo se llevaban al filántropo maniatado, escuchándolo soltar improperios de todo tipo, jurando y perjurando que se las haría pagar a todos, con la promesa que quedaría prontamente libre. El camarógrafo siguió el suceso junto a su compañera que describía todo hasta ver como el empresario desaparecía por el ascensor. Ahí mismo Lane mandó al canal a una pausa hasta esperar reencontrarlo en la planta baja y le pidió a su compañero que le esperara abajo, ya que necesitaba urgente decirle unas palabras al kryptoniano. Su acompañante asintió ante su pedido y se apresuró a bajar las escaleras en busca de otro elevador para llegar más rápido.

 

—¡Superman! ¡Superman! —le llamó Lois angustiada, y al verlo tan serio y tensionado, ladeó su cabeza con interés. Aunque conocía la opinión del héroe sobre aquel megalómano creído, era la primera vez que lo veía en ese estado iracundo—. Superman, ¿está todo bien?... ¿Superman?

 

Clark no respondió al segundo, recién cuando pudo calmarse un poco y apaciguar sus pensamientos alterados, dirigió su vista hacia ella—: Lo siento, Lois. Sí, al fin todo está bien. ¿Qué precisabas? —preguntó aflojando sus músculos y le dedicó una pequeña sonrisa más amable.

 

—El señor Wayne y su guardaespaldas entraron al edificio horas antes. Pero no hay señales de ellos —mencionó preocupada, aunque los efectivos ni tiempo se habían tomado hasta el momento de recorrer todo el lugar—. Parte de la información que recibí vino de lo sucedido en su último evento de caridad. Tengo la sospecha que Luthor pudo haberle hecho algo, así como intentó hacérselo a Samantha, la mujer que has rescatado.

 

—Descuida, él se encuentra a salvo. Lo he visto marcharse junto a quien le acompañaba hace unos instantes. —Se elevó suavemente y los rayos iluminando desde atrás le hacían verse realmente como un Dios—. Has hecho un gran trabajo. Continúa con tu reporte… haz tu primicia. La gente de Metrópolis debe saber quién es realmente Lex Luthor. —Se marchó sin más, sin despedirse, enfocado sólo en regresar con su pareja.

 

Lois asintió convencida, se retiró los cabellos mojados hacia atrás, y salió disparada con sus tacones regresando junto a su compañero para seguir informando. Estaba entusiasmada, excitada y con muchas energías. Ni un diluvio disminuiría su espíritu lleno de ese fuego que llevaba dentro para cumplir con su profesión.

 

Clark esperó a tener ojos curiosos lejos y descendió con cuidado hasta el piso en donde se encontraba Wayne. Entró por la ventana rota y allí lo halló de pie junto al televisor, viendo en exclusiva el reporte de Lane con un rostro que denotaba una leve satisfacción mezclada con una expresión de dolor. Sus ojos se voltearon a verlo, cansado, y dio unos pasos hacia el kryptoniano que le extendía su diestra en una invitación a marcharse.

 

—Ya todo acabó. Lo tienen, Bruce —dijo agarrando su mano con fuerza al tenerlo a su lado, y tomó su cintura con cuidado hasta rodearlo con su brazo.

 

—Sí, al fin acabó todo. —Se aferró al hombro fuerte de Kent y éste de manera instintiva inhaló profundo ampliando su pecho, soltando luego lentamente el aire con cierto alivio. Volverlo a tener en sus brazos le relajaba enormemente—. Es hora de regresar. —Le observó con esa tristeza que aún no le abandonaba.

 

El súper hombre levitó hacia afuera y el agua de la intensa lluvia comenzó a empaparlos. Muy poco les interesó el clima y el cielo tronando, para los dos, no había otra cosa que les importara más en esos momentos que saber que habían vencido y aún estaban vivos, teniéndose uno al otro. Bruce lavó su rostro cerrando sus párpados, y el kryptoniano terminó por rodear su cintura con la otra mano hasta arrimarlo contra su pecho. Podía sentir con su cuerpo como el corazón de su amado vibraba a través de sus músculos.

 

—¿Quieres que te lleve… o vayamos a…? Quizás los dos podríamos… —No sabía cómo pedirle que no le alejara, que pudiera estar junto a él un poco más. Por un lado, temía que Bruce le exigiera estar solo.

 

—Llévame a tú departamento. Quiero ir a tu departamento —respondió suavemente el playboy. Un breve silencio dejó que el espectáculo que era el cielo fuera espectador de aquellos hombres que no apartaban sus miradas, qué se decían mucho más que mil palabras, transmitiendo demasiados sentimientos—. Llueve igual que esa noche… Aquella vez que regresaste con vida. Que regresaste a mí. —Dejó caer su frente en el hombro ajeno y terminó por rodear con sus brazos el cuello para agarrarse mejor—. Vamos pronto, por favor.

 

—Sí… —contestó sobre su oído, y no faltó mencionar más. Teniéndolo bien sujeto, lo acomodó entre sus brazos para cargarlo mejor, y se movió en dirección a su hogar.

 

Al llegar al departamento, Clark descendió suavemente y dejó a su pareja en el suelo con toda la calma del mundo. No deseaba soltarlo en esos momentos, al contrario, tenía deseos de abrazarlo fuerte y estrecharlo entre sus brazos, quedarse en esa posición por un largo tiempo sin mencionar nada, sin esperar nada, sólo reconfortarse de aquella manera. Creyó que en cuanto los pies del millonario tocaran el piso, éste se alejaría; solía mantener las distancias y muchas veces los afectos le incomodaban. Se sorprendió al ver que Bruce no se había separado ni un ápice y mantenía la cercanía con él. Quizás pensaba de igual manera, que deseaba estar así con él. Eso le hizo aflorar una sonrisa que iluminó su rostro.

 

El cuerpo de Bruce se estremeció de pies a cabeza sin quitarle los ojos de encima. Recién ahí Clark prestó atención al detalle que estaba empapado y que la temperatura del ambiente era considerablemente baja para su cuerpo. El clima frío de esa tormenta era cruel esa noche. Un charco comenzó a formarse debajo de ellos del agua que se resbalaba por sus prendas. Para Superman, el frío, la lluvia o el viento le eran indiferente, no así para Wayne, que mantenía su mirada levemente afligida en todo momento. El reportero lo envolvió nuevamente con su cuerpo para darle calor, al menos supo que aquello le reconfortaba porque notó un leve alivio al escuchar un suspiro. Todavía no entendía el porqué, la razón por la que Bruce no abandonaba esa expresión melancólica en su rostro. Pero en ese momento no quería preguntar.

 

Bruce siempre había sabido que todo el asunto con Luthor sería riesgoso. Iba a exponerse él mismo para obligar al magnate desquiciado a hablar. Estaba consciente de las consecuencias a las que se enfrentaría, del peligro que supondría, y por eso había decidido apartar al otro, en un intento de protegerlo y a sabiendas que no permitiría hacerlo solo. Luego cuando el juego cambió, cuando Lex tomó por unos instantes la ventaja y casi lo mata, una parte de Bruce sintió que se ahogaba y deshacía en miles de pedazos. Esa angustia, esa desazón por volver a revivir como Clark se iba de sus brazos, de su vida, estaba ahí en sus ojos y en un pesar que no le abandonaba.

 

—Bruce, dime qué sucede —pidió con suavidad, buscando la respuesta a su evidente tristeza.

 

—Casi te vuelvo a perder, Clark. —El héroe de Gotham llevó ambas manos hacia el rostro de Superman y tomó sus mejillas—. Casi te pierdo. Y jamás me lo hubiera perdonado. —Cerró sus ojos con fuerza, temblando más fuerte.

 

El motivo ya no era el frío.

 

—Pero no fue así. Estoy vivo. Y ya todo acabó. —Tomó la diestra de su amado, la misma que estaba hinchada y amoratada por los golpes que le había dado al vidrio en un intento de liberarlos, y le entregó un pequeño besó en el dorso sin quitar su mirada penetrante sobre los ojos del otro—. Deja de pensar en eso. Estoy bien y tú también lo estás. —Sonrió al ver que en respuesta su dejaba escapar otro suspiro—. Tienes frío y estás helado. Debes quitarte toda esa ropa mojada. Vamos a la ducha —susurró retirando unas gotitas que se deslizaban por esa mejilla pálida.

 

Bruce negó con la cabeza.

 

—Te enfermarás así. Necesitas levantar tu temperatura —insistió, una mueca demostraba su descontento ante su negativa.

 

—No aplacemos más esto, Clark. Sé que lo deseas, al igual que yo. —El playboy se apartó del contacto dando unos pasos hacia atrás, y deslizó su saco por los hombros hasta dejarlo caer pesadamente. Luego se retiró la corbata y la lanzó contra el suelo, con una mirada llena de apetito y necesidad—. Hay otras maneras de subir la temperatura. Ahora sólo deseo tenerte. Ven. —Hizo un gesto para que fuera a su encuentro—. Hazme recordar todo otra vez… Hazme revivir cada detalle.

 

Superman no se lo pensó más, fue directamente su encuentro con toda la determinación del mundo. Atrapó sus labios en un beso mortal y le comió la boca con una necesidad y desesperación que colmaba a Bruce. Éste le respondió de igual manera dejando que su lengua se deslizara profundo y circulara por su boca, cargando el calor y la humedad que traía dentro, tomando la ajena con esa sed que iba en aumento. Ambos soltaron suspiros fogosos y llenos de anhelo, respirando por la nariz con dificultad, con fugaces gemidos proferidos en los pequeños espacios que se daban para respirar. Las manos de Clark fueron a la espalda de su amado y se colaron por debajo de la prenda para alcanzar la piel, esa deseada piel a la que extrañaba como mil demonios. Bruce se estremeció entre sus dedos y jadeó lascivo pegándose más al cuerpo del otro. Buscaba desesperadamente contacto, de ese calor que siempre le entregaba y que bien recordaba.

 

El frío pasó a segundo plano.

 

Siendo llevado por el peso del kryptoniano, el millonario dio unos pasos hacia atrás en dirección hacia la cama. Tomó la capa que descansaba sobre aquellos fuertes hombros y con un simple movimiento se deshizo de ella. Quería ser más veloz al retirar todas las prendas que le impedían sentir al otro, de poder tocarlo con sus propias yemas y delimitar esos duros e impenetrables músculos, pero poco le permitía Clark usar sus manos al ser avasallado de aquella manera tan intensa. Y era comprensible, él se sentía igual. Bruce terminó cayendo hacia atrás sobre el confortable colchón y estiró su cuello al recibir los incontables besos y chupones que se dedicó el reportero a regalarle. Marcas que dejaba señal del paso por aquel hombre que consideraba sólo suyo. Ambos cuerpos se movieron con arrebato, buscando frotarse uno con el otro, pegando sus pelvis y demostrando el despertar de sus miembros y ese fuego que llevaban dentro. Superman sin dejar de usar sus labios, se deshizo de la camisa ajena con un simple tirón de sus manos, haciendo saltar todos los botones hasta que estos rodaron por el suelo. Fue recién ahí que se detuvo unos instantes para apreciar el cuerpo que tenía debajo con el aire desencajado y relamiéndose los labios. Sus ojos azules profundos se pasearon por el pecho y abdomen del murciélago, deslizando a la vez suavemente sus dedos en un delicado roce, haciéndole estremecer en cada contacto, delimitando cada protuberancia y cicatriz.

 

—Eres hermoso, Bruce —susurró con el recorrido establecido hasta su cintura. Al llegar al cinturón, se lo tomó con más calma el quitárselo—. Todo en ti es hermoso. Nunca me canso de explorarte. —Se dedicó a desabrochar el pantalón y lo deslizó por las piernas hasta al llegar al calzado que le estorbaba. Se lo retiró sin desatar y finalizó la tarea empezada hasta tenerlo completamente desnudo y a su merced.

 

Era todo un espectáculo ese hombre. Tenía la piel humedecida por la lluvia y esa erección mojada de sus propios fluidos por la excitación, una boca roja e hinchada por los besos recibidos y unas mejillas sonrosadas que resaltaban en su pálido rostro.

 

Ahí mismo Clark fue a besar ese vientre alzando las extremidades por debajo de los muslos y dejándolas apoyadas sobre sus hombros. Continuó descendiendo por la ingle y su boca fue a parar a la entrepierna en un gesto abandonado, intoxicado por el deseo. Alzó la mirada y se encontró con su amante apoyado en sus codos, levemente inclinado hacia adelante para observar su labor. Amó la expresión llena de excitación que tenía por aquellos simples besos. Totalmente entregado, con el pecho subiendo y bajando por el deseo y los continuos temblores ante sus roces. Volvió a relamerse los labios, y esta vez fue directo al falo despierto que palpitaba a cada contacto. Engulló aquel miembro con un hambre voraz hasta sentir que rozaba su propia garganta y se dedicó a satisfacerlo por completo. Limpió primero todo rastro de líquido y luego dejó escurrir su saliva por los labios en un continuo movimiento de su cabeza, subiendo y bajando en toda la extensión de aquel falo que se ponía cada vez más duro en su boca. Chupó la base de manera insistente y lamió en descenso con su lengua expuesta hasta llegar a los testículos que absorbió sin cuidado dentro de su cavidad. Jugó con estos dentro de su boca, moviéndolos con su lengua, mirando atentamente a Bruce a los ojos para soltarlos y regresar a ese miembro que se alzaba en toda su magnificencia. El cuerpo de Bruce se removía de placer y jadeaba constantemente complacido por la atención. Sus manos se fueron al cabello ajeno y tiró de éste descargando las sacudidas que le apabullaban. El constante movimiento con un ritmo estable, los ojos azules que le dedicaban la más gloriosa expresión de placer, disfrutando totalmente de aquello, el ruido del líquido viscoso que se escapaba de los labios carnosos de su amante que se mezclaba con su propia esencia; todo aquello hacía que Bruce fuera arrinconado cada vez más hacia el límite.

 

—¡Clark! No puedo, ¡Ahhh! más —le avisó en un desesperado intento de advertirle y tiró con más fuerza de sus cabellos, cerrando sus piernas alrededor de la cabeza ajena conteniéndose lo que más podía, porque ¡diablos!, sí que gozaba.

 

—Quiero que te corras, Bruce. Déjame probarte —susurró y lamió sus dedos hasta embeberlos con abundante saliva.

 

Retomó su tarea de atragantarse con aquel miembro viril, sintiendo toda su textura en el acto, y jugó con la entrada ajena en un primer momento de ir preparándolo. Introdujo un dedo que se deslizó con facilidad, y tras éste, le siguió el segundo, llevando ambos, profundo, hasta llegar a los nudillos. Comenzó una suave penetración mientras que su boca continuaba subiendo y bajando, presionando con sus labios la carne, rozando con cuidado con sus dientes, buscando el punto de máximo placer en el otro. Tantas estimulaciones hicieron que Bruce no parara de retorcerse, su vientre subió y bajó repetidas veces hasta que se tensionó en un primer espasmo al acabar. El millonario se mordió los labios tirando la cabeza hacia atrás, ahogando un gemido sonoro hasta desplomarse sobre el colchón con el aire aturdido. La boca del kryptoniano fue colmada por completo y tragó su premio con una sonrisa triunfal. Se dedicó a lamer atentamente todo resto que hubiera quedado y al terminar, subió por el cuerpo ajeno dando besos en su recorrido hasta llegar a sus labios. Lo encontró agitado, con la mirada levemente nublada y una boca temblorosa por el respirar. Le esperó ahí sin quitarle la vista de encima, disfrutando de ver a su amado en aquel estado. Fue Bruce quién se estiró hasta alcanzarlo, tomándolo de la nuca para llevarlo hasta su encuentro. Ahí se besaron con más calma, con movimientos amplios y lenguas juguetona que se exploraban a la distancia. Bruce saboreó su propia esencia con gusto y luego se dedicó a morderlo suavemente, recorriendo su mandíbula seguido de su cuello, hasta alcanzar el lóbulo que tomó entre dientes y tiró suavemente de éste.

 

—Te quiero adentro. —Soltó su aliento cálido sobre la oreja del reportero susurrando con calor. El miembro duro de Clark le causó una punzada de dolor por la necesidad de ser atendido. El millonario se dejó caer hacia atrás y empujó a su pareja del pecho para que le hiciera espacio. Con pesadez se giró hasta quedar boca abajo y colocó un par de almohadones sobre su pelvis para alzar su trasero en alto—. Vamos, compláceme —pidió con el rostro sobre el colchón, levemente volteado para verle.

 

El hombre de acero tragó saliva y volvió a llenarle de besos la espalda hasta llegar a esos deliciosos glúteos. Tomó los mismos con ambas manos y masajeó insistente, en círculos y abriéndolos para poder tener accesos a ese anillo de carne que se dilataba y contraía ante la voluntad de su dueño. Apostó su cabeza ahí en medio y se dedicó a lamer la zona. Luego introdujo su lengua embebiendo su saliva y su pulgar se propuso a acariciar el perineo, esa zona sensible y muy erógena que hizo aspirar profundo al millonario al ser rozada. Clark buscó nuevamente el pene del murciélago para volverlo a despertar y lo estimuló masturbándolo con sus dedos.

 

—Vamos, Clark… no me hagas esperar. —Las manos de Bruce se aferraron sobre las sábanas y estrujó la misma moviendo instintivamente su trasero al encuentro del reportero.

 

Quería de una vez por todas sentir aquel miembro duro golpeando dentro de su interior.

 

El reportero lamió por última vez al retirar su lengua y abrió los muslos de Bruce hasta dejar ambas piernas a los costados de su cuerpo. Ahí se irguió retirándose la parte superior de su traje y luego bajó su pantalón hasta descubrir su pene que se encontraba hinchado y adolorido. Deslizó el mismo por sobre las nalgas, repetidas veces, tentando al otro y escurriendo su propio fluido por la zona. Luego acomodó la punta y suavemente se introdujo esperando que la zona le fuera aceptando. Soltó un suspiro satisfecho al sentir como aquellas paredes le iban recibiendo, apretando su erección y cubriéndola de una deliciosa sensación de abrigo y calor. Apoyó su peso a los costados del rostro de Bruce, con sus brazos extendidos, e inclinó su cuerpo sobre el otro gradualmente en un primer movimiento de sus caderas. Algo frío sobre la espalda del playboy le hizo sobresaltar, pero no tuvo tiempo de voltearse a ver, su pareja comenzó a penetrarlo continuamente haciendo que enterrara su frente en el colchón.

 

Bruce sólo pudo comenzar a gemir necesitado, cada embestida hizo alzar su voz. Podía sentir el movimiento que hacía el otro, como se balanceaba hacia adelante y hacia atrás, agitando sus caderas, endureciendo sus glúteos en cada inserción. Clark no se quedó atrás en expresar lo que sentía. Tenía los ojos perdidos por el deseo, miraba al hombre que tenía debajo y se excitaba cada vez más con su voz. La placentera intromisión le hacía estremecer de pies a cabeza y le llevaba a golpear más fuerte con su pelvis las nalgas ajenas. El lujurioso sonido de esos cuerpos revotando, más los jadeos y gemidos de ambos aumentaba más el fuego que había en ellos.

 

Todo era muy intenso.

 

Y no es que sólo estaban conectados por una necesidad meramente física, se buscaban desde lo más profundo de sus emociones, buscaban volver a sentirse vivos junto al otro, de volver compartir esa unión que era única y con la que con nadie más podían compartir. Porque si bien hubo otros encuentros, otras personas antes de ellos, jamás podrían comparar lo que sentían sus corazones, sus pieles al estar unidos. Clark se pegó más al pecho de su amante y apretó su mandíbula con fuerza, su mentón se acomodó en el cuello de Bruce y gruñó casi temblando. Se sentía cerca del clímax, su miembro clamaba por liberarse, pero quería esperar a su pareja, necesitaba hacerlo junto a él. Y fue entonces que, con un simple toque, el murciélago le arrinconó hasta el punto de no retorno. La diestra de Bruce se elevó para tomar el perfil de su pareja y giró su rostro buscando conectar con su boca.

 

—Libérate, Clark. Déjame sentirte —susurró sobre sus labios, y ese fue el detonante del reportero.

 

Apretó más sus dientes y en la siguiente estocada profunda, colmó la cavidad de Batman con toda su esencia. Convulsionó por el avasallante orgasmo que le invadió y prolongó el disfrute de los estertores, jadeando con una continua penetración hasta que no pudo más y venció su pecho sobre el otro, manteniendo el peso bajo sus brazos para no aplastarlo. El cuerpo de Bruce se estremeció y frustró al sentir como aquellas estocadas se detenían. Mordió sus labios y fue girado desde el mentón para ser tomados. Clark le besó con una sonrisa que no le abandonaba y le miró con esos ojos que brillaban de felicidad. Lo sentía suyo, ahí junto a él, y era una sensación reconfortante.

 

—Ahora juntos, Bruce. —Besó otra vez sus labios, la comisura de estos, siguió por su mejilla y por sobre los párpados. El millonario se dejaba mimar y soltó una risita suave ante la cosquilla que le producía.

 

El miembro de Superman fue retirado con cautela y continuó su recorrido de besos mientras se tomaba el trabajo de girar a su pareja hasta dejarlo de frente, acomodándose entre sus piernas con intenciones de retomar el trabajo y buscar el orgasmo simultaneo. Las energías en él estaban renovadas, con su cuerpo listo para continuar y con el deseo de ver otra vez ese rostro al acabar. Fue recién ahí que Bruce descubrió aquello frío en su espalda que le había hecho estremecer. El cuello del kryptoniano portaba una cadena, y de la misma, colgaba un hermoso anillo con una preciosa piedra azul incrustada. En ese instante un pequeño flash le invadió con una seguidilla de imágenes, detalles de aquel recuerdo vivido regresando con todas sus fuerzas. Lo reconoció otra vez, era suyo, el que le había dado en aquella isla cuando le propuso matrimonio. Lo había guardado hasta ese momento. Bruce miró a los ojos a su pareja con una expresión que no se podía traducir, su corazón saltó de su pecho y abrió sus labios para decir algo que ni él mismo entendía, todavía estaba asimilando muchas cosas. Pero no alcanzó a pronunciar palabra, su boca exclamó un gemido en alto y cerró los ojos al sentir como el otro se había colado en su interior nuevamente y complacía esa necesidad que había quedado insatisfecha.

 

—¡Ahhh, Clark! —exclamó en alto, jadeando entremedio de sus palabras al sentir como los dedos del kryptoniano se cernían sobre su miembro para darle doblemente placer.

 

—Gime para mí, Bruce —pidió besando su pecho, alcanzando luego una de sus tetillas para lamerla y sorber el área—. Me encanta ver como disfrutas, cómo te retuerces de gozo. —Sus estocadas eran duras y profundas, golpeteando la entrada que cedía fácilmente a sus embestidas.

 

El chapoteo que hacían avivaba más la lujuria en los dos. Clark llevó sus manos a la cintura del millonario buscando impulsar su cadera al encuentro de la otra. Usaba fuerza de más sin ser consciente, enceguecido por el deseo, dejando que sus dedos se enterraran en aquellos músculos fornidos como si necesitara estar más en contacto. Sin dudas futuras marcas se resaltarían al día siguiente. Lamió cada gota de sudor que se fue formando en la piel de su amado y le sonreía al percibirlo tan extasiado y perdido en la pasión. Adoraba su boca abierta, jadeante, y su espalda levemente inclinada hacia adelante impulsado por las sensaciones del momento. Bruce no entendía que estaba pasando con su cuerpo, se aferró a las sábanas tirando de éstas, exclamaba sin pudor a través de su garganta. Todo era intenso, demasiado intenso, porque en esos instantes era un ser puro de miles de sensaciones alcanzando a su cuerpo. Podía escuchar esa voz que le encantaba, jadeos y gruñidos como eco en sus oídos, llegaba hasta sentir como en cada tramo de su piel el tacto de una mano le tocaba, le acariciaba. Su punto más sensible era estimulado una y otra vez, sin descanso.

 

Y fue en ese instante que su mente se sacudió.

 

Llegando cerca del orgasmo, notando como Clark apresuraba sus embestidas, también a punto de acabar, sintió como si su cerebro se saturaba con miles de recuerdos, como cientos de sensaciones, vivencias y parte de su historia retornaban a su memoria. Fue tan ruidoso todo, tan fuerte y abrumante, que Bruce llegó a un orgasmo intenso que le hizo perder el conocimiento. Sus sentidos se anularon y cayó en la inconsciencia desplomándose en la cama. Superman había acabado junto con él, cerrando brevemente los ojos y saboreando los estertores de su cuerpo sin notar aquello. Poco a poco, descubriendo su mirada y su pecho acompañando el aliento, encontró a Bruce respirando con mucha dificultad, desvanecido. Salió de su interior despacio y buscó reanimarlo, preocupado.

 

—Bruce... Bruce —le llamó tocando su mejilla, prestando atención a que estuviera bien. Por suerte con un simple vistazo notó que solamente estaba sumamente agotado, sin nada por lo que alarmarse en verdad—. Bruce, despierta. —Le miró con un dejo de ansiedad suplantado pronto por un alivio al ver como abría lánguidamente los ojos otra vez—. Ahí estás… me asustaste, te fuiste por un momento. ¿Ha sido muy intenso? —preguntó con una sonrisa llena de satisfacción, sumamente feliz.

 

—Clark… —le nombró con pesadez, mareado, navegando con la mirada alrededor hasta toparse con aquel anillo que colgaba de su cuello. Recobrando de apoco la lucidez, sintió su corazón dar un vuelco y latir deprisa, como si fuera a salírsele del pecho. Le siguió un fuerte hormigueo en su estómago que le hizo inhalar con una aspiración. El sentimiento que tenía adentro ahora explotaba con fuerza, y le hacía sentir como cada poro de su piel se le erizaba—. Creo que esto… me pertenece. —Estiró su mano con dificultad hasta lograr atrapar la sortija entre sus dedos.

 

Los ojos del reportero se abrieron enormes e inhaló profundo, quedándose luego conteniendo el aliento. Aquel comentario había tocado cada fibra de su ser. No encontró palabras para decir, y aunque lo hubiera querido, su cuerpo estaba tan estático y pasmado, que no hubiera podido. El silencio los envolvió cómplice de la situación, dejando que los amantes pudieran conectar las miradas en unos segundos que parecieron eternos. Bruce acabó por alzar la comisura de su labio en una ligera sonrisa, advertía que aquello que había dicho podía significar mucho, y llevó su diestra a aquella a la mejilla de su amante que ahora le adornaban unas gruesas lágrimas. Sin dudar se incorporó lentamente hasta quedar cara a cara, acariciándole hasta los cabellos en una fuerte muestra de afecto.

 

—Debería estar en mi anular —indicó esperando alguna reacción en el otro. Sólo pudo sentir en respuesta unos fuertes brazos rodeándolo, quitándole un jadeo—. Despacio… Clark. Vas a romperme.

 

—¡Dime que recuerdas aquella tarde! ¡Qué recuerdas todo! —exigió desesperado al despertar de aquel transe, sin ser consciente del poco tacto al sujetarlo. Ante el gemido de dolor, aflojó el afiance suavemente hasta volver a mirarlo—. Por favor… —mencionó con una expresión que denotaban expectativa y a la vez miedo.

 

—Te recuerdo, Clark. Recuerdo cada detalle de ese día y… el porqué de mi elección.  —Suspiró agotado devolviéndole una sonrisa afectuosa. Todavía se encontraba un poco mareado por la aplastante información que había regresado, mas ahora toda bruma en su cabeza había desaparecido.

 

—Tuve miedo… miedo a que realmente me olvidaras, que decidieras alejarme y seguir tu camino. Solo. Aunque había decidido enamorarte otra vez, me sentía perdido. Todo lo nuestro se desmoronaba y no lograba hacer nada al respecto. —Le miró agobiado.

 

—Lamento por lo que has pasado, la tristeza que te he causado. —Tomó su mano y acarició el anillo que portaba. Jamás había abandonado su dedo—. Nunca me permití tener esto, estar con nadie. Siempre me aterró perder una vez más a quién amo. Creí que estar junto a alguien era un error y me obligué a alejar a todo el que pudiera amarme. Me he negado toda mi vida a sentir, a ser… humano. El amor, tener una relación, incluso el menor deseo, reprimí todo. Sin amor, sin familia, sin intimidad de ninguna clase. Sin perderse en otra persona. No en esta vida. Eso creí, en eso me aferraba para seguir este camino. Hasta que… hasta que llegaste tú, Clark. Y lo cambiaste todo. Ha sido difícil desapegarme de esa idea de vida cuando por años lo he machacado en mi inconsciente como a hierro vivo. Olvidar todo lo que significabas para mí, generó ese rechazo.

 

Clark había escuchado toda esa declaración en silencio, sus mejillas ardían y sentía como su pecho se llenaba del más cálido amor, de un confort que le aliviaba y le curaba todas las heridas. Quería estrechar a ese hombre entre sus brazos con fuerza, llenarle de besos y repetirle que nunca más estaría solo, que él estaría ahí con él por siempre. Que jamás le permitiría volver a sentirse así.

 

—No te disculpes, fuiste una víctima más de todo lo sucedido —respondió sensible e hizo más fuerte el agarre a esa mano—. Ahora ya estás de regreso, eso es lo que importa. Recuperé a la persona que más amo. Mi prometido. —Sus dedos se deslizaron hasta su nuca y se retiró la cadena para obtener el anillo—. Esto debe regresar al lugar que le pertenece. —Le dedicó una mirada llena de amor.

 

Bruce le enseñó su mano izquierda y miró como la sortija retornaba a su anular. Los labios de Clark se posaron sobre aquella piedra color marino y luego por los dedos y el dorso de la muñeca.

 

—Mi Bruce —musitó cálidamente y el aliento golpeó sobre la piel. Alzó sus ojos resplandeciendo como al mar más azul jamás antes visto—. Mi amor… —Fue en busca de sus labios y le besó lentamente, suspirando con una sensación que le hacía sentirse completo. Le tumbó hacia atrás y se separó a una muy corta distancia—. Di que me amas.

 

Bruce le miró en silencio por unos segundos, todo aquello siempre le avergonzaba, pero no se lo iba a negar.

 

—Sí, Clark, te amo.

 

—Otra vez —pidió besando su cuello repetidas veces y volvió por sus labios a los cuales mordió levemente—. Anda, quiero escucharlo.

 

—No me presiones. —Le rodeó con los brazos el cuello y soltó una risita al ver como la expresión de su pareja demostraba un rezongo—. Se está volviendo demasiado cursi, incluso para ti.

 

—Merezco un resarcimiento. Me debes muchos te amos por todos los días perdidos. —Continuó con su ataque de besos y Bruce cerró los ojos dejando escapar su aliento.

 

—Clark… —mencionó tembloroso, le encantaba la atención que recibía, pero no estaba con energías para una ronda más.

 

—Lo sé, estás agotado. —Dejó los mimos a un lado y le observó con una sonrisa—. Por eso ducha, cena y luego a la cama. —Se incorporó con facilidad y tomó a su pareja en brazos, como llevándolo en nupcias.

 

—Ahh, ¿qué haces? —Se sostuvo de su cuello y se dejó llevar por la puerta en dirección hasta el baño.

 

—Te cargo hacia la ducha como lo haría un esposo. Vuelves a ser mi futuro esposo, ¿verdad? Debería poder hacer estas cosas sin problema.

 

—Pero todavía no estamos casados, Boy Scout. —Se rio por las travesuras que hacía el otro y jugó con el rulo en su frente, girándolo con sus dedos—. Por esta vez lo dejo pasar. —Se acurrucó sobre su cuello e inhaló profundo su perfume natural.

 

Clark sólo sonrió y abandonó un gruñido al sentir los dedos de su prometido colándose por su cuero cabelludo. Ese masaje que recibía le encantaba y relajaba demasiado. La confianza e intimidad con Bruce era algo que había construido después de muchos años, y al parecer, ahora había vuelto al regresar sus recuerdos. No podía sentirse más feliz y completo.

 

CONTINUARÁ...

Notas finales:

Hola a todos! Lamento mucho el retraso. No se dan una idea lo que me costó poder terminar este capítulo, lo insegura y ansiosa que estuve. Nada me gustaba, nada me convencía, sentía mucha frustración. Días dejé reposar la historia y días me tomé en releer una y otra vez lo que había escrito. Quedan como mucho capítulo final y epílogo, y realmente quería que esto quedara bien, que les llegara al corazón, les trasmitiera sentimientos, entusiasmo, felicidad, quería expresarme tanto y las palabras no me alcanzaban. Fracasaba en mi narración. Todavía siento que puede estar mejor, siempre puede estar mejor, pero creí que era el momento de compartírselos, no tenía sentido seguir enroscándome. Así que aquí está, a pasitos del final.

 

Bruce ya lo recuerda y la pareja vuelve a estar unida otra vez!!!! Yeaahhh!!! En verdad quería que el momento fuera único y especial, que la intimidad les diera mariposas en el vientre y se llenaran de love en el momento que vuelve a recordar. Espero, aunque sea, haberles transmitido algo de todo lo que tenía adentro. Por otro lado, Luthor quedó expuesto por sus crímenes, así que se le va a complicar mucho al magnate zafarse de todo lo que se le viene.

 

Me despido corazones, espero poder leer sus opiniones y que me cuenten que les pareció este capítulo. Siempre agradezco a todos su apoyo, reviews y votos para esta historia. Ha sido un camino largo, y como siempre digo, gracias por acompañarme. Además, quiero darle las gracias a mi amiga Gaby que me ha apoyado en todo este proceso con su opinión y aliento! Ella me dio los ánimos para sentirme más a gusto con lo que había hecho.

 

Nos estamos leyendo pronto, les envío todo mi cariño. Besos y hasta la próxima.


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