Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Quiero ser tu apoyo por Lure89

[Reviews - 214]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Y llegamos al anteúltimo capítulo! Sólo falta el epílogo y termina esta historia <3

Las horas pasaron lentas y tranquilas para los enamorados que volvían a estar juntos. La furiosa tormenta de la noche fue calmando poco a poco hasta que el cielo se despejó y la luz del amanecer llegó resplandeciente en augurio de un grandioso nuevo día. El rey astro se alzó espléndido, iluminando a su paso el cuarto en donde aún descansaba plácidamente un dormido Bruce. Se encontraba envuelto en sábanas blancas, con el pecho semidescubierto y recostado de lado, dándole la espalda a los rayos que se filtraban y resaltaban a través de las gotitas de agua que mojaban el cristal. La brisa fresca se colaba por la ventana de esa habitación sencilla y acogedora, volviéndose lentamente en una caricia que invitaba a despertarse. Bruce se sentía como nunca antes en mucho tiempo: relajado y en paz. Respiraba aletargadamente en un sueño placentero, con una sensación de calidez y bienestar, de habitar en un ambiente seguro y agradable. No había mejor lugar en donde sentirse protegido que en el aquel donde estaba Clark. El empresario inhaló profundo antes de abrir sus ojos perezosamente. No había apuro, ni urgencias que atender, tampoco exigencias de su trabajo o de la Liga, lograba al fin tomarse todo el tiempo del mundo para despertar. Podía jurar que se sentía mucho más agradable el estar allí que en la solitaria y lujosa alcoba de su mansión. Le encantaba sentir aún el aroma de Clark envolviéndolo a su lado, como si estuviera junto a él para saludarle con un cadencioso "buenos días". Pero aquel perfume se mezcló con una fragancia que comenzaba a tener más presencia. Pestañeó un par de veces adaptando su vista a la luz del ambiente y, al ver más nítido, descubrió un ramo de lirios rojos y anaranjados justo delante suyo. Se incorporó hasta sentarse y tomó las flores en sus manos para admirarlas con una cálida sonrisa.

Clark se destacaba por tener esos gestos que harían derretir a cualquier persona. Y ya no podía mentirse a sí mismo. Aunque a Bruce le avergonzara y a veces le pareciera demasiado cursi aquellos detalles, le sacaban una sonrisa genuina. Aquel hombre de otro mundo sólo tenía ojos para él, y él se sentía plenamente amado. Clark lo quería a su lado pese de sus defectos y lo complicado que era para mantener una relación. A veces no podía entender aquello.

Bruce se levantó mejor de lo que pensaba, había sufrido una noche por demás intensa entre el estrés y las emociones vividas. Le calmaba saber que al fin Luthor era un problema menos que le quitaría el sueño. Por los próximos meses, y espera que años, estaría bajo prisión hasta que se inventara algo nuevo o sobornara a quien pudiera para ser libre. Pero Batman no se quedaría de brazos cruzados esperando a que eso sucediera, se encargaría de seguir presionando con todas sus estrategias para evitar que se saliera con la suya. Con un suspiro pesado buscó que ponerse para salir al comedor. Sus ropas desperdigadas por el suelo habían desaparecido y ya se daba una idea de que había sucedido con ellas. Vistió una camisa blanca a medio abotonar de su pareja y caminó descalzo, usando sólo los boxers prestados que había recibido tras la ducha de la noche anterior. Llevó en brazos el ramo de lirios y llegó hasta la cocina dónde había sentido deambular a su pareja desde que había cruzado la puerta. Ahí lo encontró con su usual vestimenta de chico de granja y esos lentes de pasta negra tan característicos. Estaba ultimando los detalles de lo que parecía ser una apetitoso y elaborado desayuno mientras tarareaba una melodiosa canción. Clark terminó de servir las tostadas en una pequeña panera y alzó sus ojos brillando y desbordando de alegría para recibirlo.

—Buenos días Bruce, llegas justo a tiempo. —Le había oído despierto desde hacía un rato, pero le dio su tiempo para levantarse.

—Buenos días Clark. Gracias por las flores. Son preciosas.

El súper hombre pasó una mano por su nuca desviando la mirada, avergonzado. Había temido que no le agradara del todo aquel detalle y, aun así, se había dejado llevar por su instinto—: Me alegro que te gusten. Quería que las vieras al despertar. —Volvió sus ojos a su pareja para regalarle otra sonrisa. Estaba tan feliz de haberlo recuperado, que no podía evitar expresarlo a cada rato en su rostro—. El café estará listo en un minuto. Toma asiento.

—Me gusta cuando eres romántico y te sonrojas hasta las orejas —confesó caminando a paso lento a su encuentro, parándose justo delante para tomar sus labios en un delicado roce. Soltó un suspiro aliviado al recordar que bien sabían. Dejó que sus dedos se colaran entre los cabellos negros y sedosos en una íntima caricia, y profundizó aquel beso hasta sentirse satisfecho—. Me levanté con hambre.

Clark sólo pudo ronronear bajo, atrapando la cintura de su amado entre sus brazos antes de que se pudiera escapar—: Y tú me abres otro tipo de apetito —dijo llevando la nariz a su cuello para inhalar y llenar sus pulmones de su aroma—. Que inapropiado de tu parte aparecerte así en el comedor. Sabes lo mucho que me provocas luciendo de esta manera. —Besó uno de los tantos chupones que adornaban su piel, un delicado toque que trasladó lentamente en un recorrido hasta el hombro que fue descubriendo.

—No tenía que ponerme, agarré lo primero que tuve a mano —mintió con una sonrisita juguetona, oculto para no ser descubierto. Sabía que le provocaba y buscó específicamente obtener esa reacción—. Cuidado con mis flores, las vas a aplastar. Iré a ponerlas en agua. —Le movió un poco del hombro para hacerse lugar y caminó en dirección a la mesada en busca de un jarrón.

El pecho de Superman soltó un largo suspiro y fue a apagar el fuego de la hornalla para retirar el café. Agarró el recipiente y lo llevó a la mesa dejándolo junto a la leche que ya se encontraba dispuesta entre las demás cosas. Ahí se recostó contra una silla y sus ojos se pasearon por la anatomía de su amado que se movía cómodo en el ambiente. Podía ver sus hombros relajados, espalda recta, muslos marcados y parte de ese trasero firme que le daban ganas de morderlo. Sin pensárselo dos veces, le abrazó por detrás rodeándolo con sus fuertes brazos. Descansó su mentón en el cuello que le recibió gustoso y acarició su abdomen por el espacio entreabierto de la prenda.

—Si sigues así, creo que no desayunamos. —Bruce emitió un leve jadeo, el deseo comenzaba a tomar más fuerza en él, y no podría detenerlo por mucho tiempo. Le agradaba los besos y las caricias que recibía, incluso inclinó más su cabeza ofreciéndose, cerrando sus párpados y dejándose llevar por los mimos—. Clark...

—Mmm, ¿qué? ¿Quieres que me detenga?

—No. No lo hagas. —Se giró entre sus brazos y volvió a besarle. Tenía pensado recuperar cada beso perdido en todo ese tiempo que le había olvidado.

Ambos movieron sus labios con pequeños roces juguetones, acariciándose lentamente, buscándose una y otra vez. Poco a poco fueron progresando, soltando jadeos, inspirando hondo, dejándose llevar. Clark atacó con un tirón de sus dientes el labio inferior para luego lamerlo obteniendo la reacción que buscaba. Bruce abrió su boca exhalando un aliento cálido que le hizo temblar, el reportero sumergió su lengua húmeda y glotona encontrándose con la misma ansiedad. En aquel beso ambos sintieron como si el mundo volvía a tener sentido, como se potenciaba el tacto sensible de sus pieles y se erizaba al cosquilleo que golpeaba sus vientres.

—Extrañaba volver a tenerte así —murmuró Clark con dificultad, apoyando su frente sobre la otra y su mano en la nuca para no perder ni un centímetro de distancia—. No quiero volver a sentir que te pierdo.

—No lo harás —aseguró con un leve sonrojo al sentir la temperatura en ascenso. Se relamió los labios y disimuló la saliva que se había acumulado en su boca.

Clark infló su pecho con alivio creciente. Su mano que aún reposaba en su pareja se fue deslizando en una caricia lenta hasta apartarla—: Desayunemos. Quiero que comas antes de que se enfríe, tendremos tiempo para nosotros. Hoy no pienso dejarte marchar pronto. —Fue hacia la mesa soltando un resoplido. Si hubieran seguido un minuto más así de cerca, no dudaba que lo hubiera subido a la mesada y lo hacía suyo.

—Tampoco pensaba irme pronto. —Bruce también respiró hondo buscando aquietar sus palpitaciones, tomó su ramo de flores y lo dejó adornando como centro de mesa—. Quiero pasar el día contigo. —No pudo evitar contagiarse de la enorme sonrisa que le dedicó.

Clark le sirvió tal como le gustaba el café, negro y sin azúcar, junto a un vasito de naranja exprimida. Para degustar le acompañaba tostadas, queso y dulces para untar y algunos alfajorcitos blancos y negros. Además, no podía faltar panqueques con fruta, bocadillos con crema y yogures. Había cantidad y variedad, evitando las frituras por completo.

—Come lo que quieras. No sabía que se te antojaba.

—Creo que es mucho —sugirió Bruce mirando todo, meditando que escoger.

—Opté por todo lo que fuera medianamente saludable. —Rio divertido, sirviéndose para él. Luego apretó ligeramente los labios por lo que cruzó por su mente—. Recuerdo que debías seguir una dieta hasta recuperarte de la anemia. Siento tus latidos palpitar a un ritmo saludable. ¿Ya te encuentras bien?

—Sí, me siento mucho mejor, solo falta que la doctora Thompkings me dé el alta. Tengo cita en unos días para que revise mis nuevos estudios. Creo estar en condiciones de volver a mi rutina en las calles. —Notó el esfuerzo que hizo el reportero para mostrarse alegre por él, no obstante, en el fondo era evidente su disgusto—. Sé que no eres fan de mis métodos, y soy consciente que mis últimas acciones no transmitieron confianza en lo absoluto. Pero no puedo dejar de ser quién soy, ni de hacer lo que hago. Ahora quisiera ver el canal de noticias, si no te molesta. No he sabido nada de Luthor desde ayer en la noche.

El súper hombre lo estudió de lado con ojos entrecerrados y terminó por aflojar; no le apetecía discutir en esos momentos, sabía que sería un tema por el que chocarían seguido. Bruce era demasiado testarudo cuando algo se le metía a la cabeza. No pretendía que dejara de ser quién era, pero sí que fuera consciente de que era humano y, por lo tanto, mortal, vulnerable. Su egoísmo al despreocuparse por su vida debía terminar.

—Bien. Luthor ha estado en todos los noticieros del país desde temprano. No han parado de hablar de él por lo sucedido en LexCorp. Seguro todavía es tema de debate. —Tomó el control remoto y dejó el canal en dónde estaba Lane como invitada especial de las noticias de las once.

En el estudio, un periodista a cargo del programa se encontraba sentado junto con la reportera en unos cómodos sillones. Conversaban y debatían los últimos sucesos sobre el famoso multimillonario y candidato a presidente de los Estados Unidos en una lucha profesional. Detrás de ellos, una pantalla amplia dejaba ver las escenas de lo que había sido el arresto, pasado a primer plano ante la directiva del hombre.

¿Qué creen qué hacen?! ¡Suéltenme! ¡No saben con quién se están metiendo! ¡Todos van a pagar por este ultraje! ¡Todos y cada uno de ustedes! ¡Lex Luthor no será humillado así!", gritaba mientras era trasladado hacia una patrulla y le cerraban con un portazo. Se veía al hombre gritar tras el vidrio, totalmente desencajado, pero ya no se oía más nada de lo que decía.

La imagen regresó rápidamente al estudio con los profesionales siendo el centro de atención.

Estas fueron los últimos momentos filmados de Luthor antes de que la policía de Metrópolis se lo llevara a sus instalaciones. Y díganos, señorita Lane, ¿puede contarnos de dónde ha sacado la información que ha servido para dar con su captura? Usted ha sido la mujer clave en esta investigación, proporcionándole a los fiscales lo necesario para obtener la inmediata orden del juez. —Estaba interesado en la exclusiva que podía obtener de ese reportaje—. Los abogados de Luthor aparecieron rápidamente en acción y hace horas están alegando que la procedencia de esa información es falsa. Piden la pronta liberación de su cliente con fines de esclarecer la situación y limpiar su buen nombre.

Bruce frunció el ceño en un gesto molesto. Aunque se esperaba la resistencia por parte de Luthor, le ponía de muy mal humor.

Sí, he oído que se está procediendo un alegato a su favor. Pero eso no bastará para soltarlo. Tenemos la declaración de Samantha Divador que había sido secuestrada y que afortunadamente está a salvo gracias a Superman.

También hemos estado transmitiendo ese caso de muy cerca. Por lo que expresó Divador ante las cámaras, el personal a cargo de Luthor fueron quienes intentaron asesinarla, pero eso no son pruebas suficientes para inculparlo.

La lista es larga, no se queda ahí. Podrán enterarse más del caso cuando publique mi noticia mañana en primera plana. Por el momento todo lo que he proporcionado a la fiscalía no sólo tiene al detalle los crímenes que Luthor ha cometido, sino que hay evidencias que lo respaldan; en especial lo sucedido en el evento de caridad de Wayne Enterprises. Lo más importante y que aún no está disponible al público, son las grabaciones que tengo de la oficina de Luthor horas antes que fuera arrestado. Videos del ataque a la señorita Divador y una conversación esclarecedora con alguien a quién no daré nombre en estos momentos. Sólo eso les puedo mencionar.

—No sabía que le habías dado también esas grabaciones —mencionó Clark que prestaba atención a lo nuevo que se estaba revelando en esos momentos.

—No quería dejar ningún cabo suelto, Clark. Envié lo justo y necesario. Conozco bien a Luthor, sabía que iba a agarrarse de lo que tuviera al alcance con tal de salir airoso como siempre lo hace. Pero no en esta ocasión. Probablemente tenga que ir a declarar, pero no me molesta con tal de saber que estará bajo prisión por mucho tiempo.

—¿No temes que tome represalias contra ti?

—No le conviene, los ojos del mundo ahora están sobre él. Cualquier cosa que me suceda lo pondrá en evidencia. Intentará limpiar su buen nombre. Sobornará a cuantos pueda y buscará la forma de quedar en libertad. Siempre lo ha hecho, y no dudo que lo haga una vez más. La corrupción es algo contra lo que luchamos incansablemente. Pero al menos sé que eso le llevará tiempo y muchísimo dinero. Podemos considerarlo una victoria. —Tomó el control remoto y apagó la transmisión—. Ya he visto suficiente. No dudo que pronto me llegue una citación y deba ocuparme personalmente —dijo volviendo a interesarse en terminar con su desayuno.

—Me alegra que le hayas cerrado caminos. Imaginé que te habías encargado de pulir cada detalle. Siempre tienes todo cubierto. —Inspiró para continuar—. Ahora que todo ha salido bien, debes escucharme. —Se puso serio y se retiró los lentes dejándolos a un lado—. Creo que es hora que comiences a involucrarme también en tus decisiones. No quiero otra misión suicida como la de Inglaterra o como esto que acabamos de pasar. Debes dejar de ser egoísta. Eres mi pareja, mi prometido, pronto mi esposo, y pretendo pasar muchos años de mi vida junto a ti. No me parece justo que siempre me dejes preocupado por las locuras que haces. —Hizo una pausa para asentar lo que había dicho—. Sé que eres Batman, y sé que nuestro estilo de vida es peligroso, enfrentamos a la muerte casi a diario. Vivimos sin saber qué nos deparará el día siguiente, pero al menos, quiero que empieces a contar conmigo, que me tengas en cuenta en tus decisiones, que en situaciones extremas no me alejes y decidas actuar solo poniéndote innecesariamente en peligro. —Le miró con firmeza, muy decidido—. Si vamos a ser un matrimonio, esto debe cambiar.

Bruce le escuchó atento sin quitar sus ojos de encima. Meditó sus palabras a medida que Clark se expresaba. Podía comprender todo aquello, es más, sabía que en algún momento se lo iba a mencionar. No era la primera vez que por una situación así llegaban a discutir. Y es que para Bruce, cambiar algo tan arraigado, le era muy difícil. Por años había aprendido a priorizar el bienestar de los demás, había decidido que su vida iba en último lugar. Por años se había embarcado en situaciones peligrosas solo, porque prefería exponerse él que a los demás. Era el camino que había elegido, su destino, era parte de la promesa que había hecho en la tumba de sus padres. Pero ya no estaba solo, dejaba de ser solamente él, en el camino le acompañaba alguien más, y tenía que empezar a contar con Clark si quería que aquello funcionara.

—Lo entiendo —señaló Bruce tras quedarse pensando unos cuantos segundos—. Lo tendré en cuenta. Intentaré ser más consciente que también eres parte de mi vida.

El reportero soltó un suspiro de alivio y aflojó la tensión. Su sonrisa volvió a su rostro—: Gracias. Significa mucho para mí. —Buscó tomar su mano y le regaló un tierno apretón—. Sé que será difícil para ti, siempre has sido muy solitario. No deseo cambiarte, no voy a dejar de repetírtelo. Si necesitas un momento a solas, si quieres aislarte a veces o no deseas mi compañía, lo entenderé, aceptaré respetar tus tiempos. Sólo necesito saber que al final, estarás ahí conmigo.

El millonario se puso de pie sin soltar el agarre en ambas manos. Con movimiento relajado y controlado se sentó sobre el regazo de su pareja y rodeó su cuello sin quitar su mirada penetrante. En el fondo, Clark intentaba entender sus intenciones, no avanzaba ni daba indicios de querer algo en particular, sólo le vio sentado allí sin decir nada. Se sintió sumamente observado, de cierta forma le intimidó hasta el punto de bajar la mirada por un breve segundo. A veces Bruce podía resultar ser muy amenazador con esos ojos azul oscuro mezclado con un grisáceo, su mirada podía volverse realmente gélida y avasalladora. Volvió a levantar el mentón y dejó que le observara a gusto, deslizó sus manos por la cintura para tener más contacto, algo que le enseñara que pretendía.

—Casémonos —soltó repentinamente Bruce—. Hoy mismo.

—¿Qué? —atinó a decir sumergido en la confusión—. ¿Hablas en serio?

—Siempre hablo en serio. ¿No quieres?

—¡Sí quiero!

—¿Entonces?

—Es que, sólo me atrapaste desprevenido. —Sus mejillas fueron tomando color paulatinamente—. Yo... obviamente quiero casarme contigo, cuando sea, dónde sea —respondió decidido—. Mientras esté contigo, me es indistinta cualquiera sea la forma. —Se pegó a su cuello y le abrazó por la espalda estrechándolo—. Pero quisiera planear algunas cosas, preparar detalles. Quiero que sea especial.

Bruce descansó su cabeza sobre el hombro de Clark soltando un suspiro. Se había dejado llevar por un repentino impulso—: Tienes razón, estoy siendo precipitado. Dime, ¿qué detalles te gustarían en nuestra boda?

Clark pareció sentir burbujas en su estómago al escuchar esa palabra. Acarició su espalda mientras se disponía a imaginar—: Bueno, pues... no quiero nada exorbitante ni llamativo. Eso seguro. Me gustaría que fuera una celebración sencilla, con algunos amigos y familiares, en un lugar simple, pero significativo y memorable.

—Estoy de acuerdo. Hmmm... —Meditó unos segundos—. ¿Qué tal te parece en Kansas?

—¿Sugieres en mi granja? —En su voz había un atisbo de ilusión. La idea pareció gustarle.

—Claro, es alejado, tranquilo. Sería algo íntimo. Me gusta. ¿A ti?

—Es perfecto.

—¿Lo crees?

—Sí, lo es. Podríamos organizar algo lindo ahí. Ya imagino a Ma muy entusiasmada con todos los preparativos.

—Sin dudas. Debemos visitarla. Quedamos en que lo haríamos la última vez. —Suspiró acordándose del motivo porque no habían podido verla. Quiso borrar de inmediato el recuerdo de su cabeza.

—Sí... tuve que decir que estabas muy ocupado. Ella supo entender.

—Pero ahora estoy libre. Vamos este fin de semana. Podemos escuchar sus sugerencias. —Se apartó para verle otra vez, ya con una mirada más suave y relajada. Clark podría jurar que era una expresión enamorada. Le encantaba escucharle hablar tan tranquilamente, planeando juntos.

—Es una idea fantástica. —Tomó delicadamente su mentón y ahí mismo le besó, un encuentro suave y delicado que se fue transformando en uno intenso hasta quitarle el aliento.

—Clark...

—Dime... —respondió en un susurro, sus labios habían alcanzado su lugar favorito. El cuello de Bruce que se erizaba con simples caricias.

—Sabes cómo termina esto.

—Sí, lo sé.

—¿Y el desayuno?

—No se moverá de aquí.

—Bien. Llévame a la habitación entonces. —Cerró levemente sus ojos, ronroneando con gusto.

—A la orden. —Tomó sus muslos poniéndose de pie y caminó a paso ligero hacia su dormitorio.

Al parecer, el desayuno terminaría enfriándose de todas formas.

____________________

Los colores rojizos y anaranjados de una hermosa tarde otoñal iluminaban el cielo ese día especial. La granja de los Kent parecía alzarse en todo su esplendor. El cultivo repleto de girasoles y trigos resaltaba su belleza gracias a los rayos del sol que aún habitaban el firmamento. Smallville sería testigo de la unión de dos héroes enamorados que al fin sellarían su destino juntos. Los congregados a la celebración se encontraban emocionados, algunos deambulaban por toda la estancia acomodando detalles de la decoración y otros cuchicheaban entre ellos a la espera de la ansiada hora. Faltaban tan solo algunos minutos para que diera comienzo y la expectativa se reflejaba en sus rostros. Tal y como habían querido los novios, el lugar estaba preparado con detalles sencillos sin dejar de ser muy bien pensados. Decidieron realizar la ceremonia al aire libre, ubicados estratégicamente de frente al atardecer. Varias filas de bancos estaban dispuestas sobre el pasto verde a cada lado de una pequeña alfombra hecha de flores blancas que simulaban un pasillo que terminaba justo en un arco de bodas perfectamente adornado. No muy lejos de allí, estaba la recepción lista, con una mesa larga y diferentes platillos para todos los gustos, dispuesto de manera tal que cada invitado pudiera servirse según le apetecía.

La pareja había deseado que esa ceremonia se diera en un ámbito íntimo, dónde sólo estuvieran los más allegados de cada uno. Los invitados fueron algunos amigos cercanos y familiares. De parte de Clark estaba su mamá, su prima Kara, Conner y no podía faltar su mejor amiga Lois y Jimmy, el fotógrafo oficial de la fiesta. Ambos fueron los últimos en enterarse de la relación que mantenía el reportero, sabiendo lo justo y necesario para que pudieran estar allí como parte de los presentes. Cabe destacar que Jimmy lo tomó como algo natural y hasta predecible, siempre había dado por obvio que su gran amigo tenía gustos diferentes, sólo faltaba que se los contara abiertamente. Por el contrario, Lois se volvió loca al enterarse de la noticia y estuvo molesta con su amigo por habérselo ocultado por tanto tiempo. Ella se sentía ofendida porque nunca le hubiera juzgado por la persona con la que salía. De parte de Bruce, estaban sus hijos Dick y Tim, Alfred, al que consideraba como a un padre, la Doctora Leslie, y el comisionado Gordon junto a su hija Bárbara, amigos fieles desde hacía muchos años. Los invitados en común fueron los fundadores de la Liga y algunos otros héroes como ser Oliver, Dinah y Zatanna, que dejaron sus alter egos de lado para vestir de gala al igual que los demás; los afamados Vengadores de Nueva York, Tony Stark y Steven Rogers, que, tras la última aventura en conjunto, afianzaron más el contacto; y por último Abie Williams y el Doctor Henry White, que no podían estar ausentes en esta fiesta.

Todo estaba casi listo para festejar el anhelado casorio, únicamente faltaban que salieran los novios que no se habían visto desde hacía días. Cada uno se estaba alistando en una habitación diferente dentro de la casa antes de volver a encontrarse. Clark había insistido en que la última semana sería una gran idea mantenerse distante para hacer el encuentro y la reunión más especial aún. Bruce aceptó sin problemas, le agradó tener un tiempo a solas para meditar y prepararse mentalmente para todo lo que vendría una vez que comenzaran a vivir juntos. Por esa razón, cuando Wayne llegó a la granja, el reportero ya estaba adentro para no cruzarse.

—¡Estúpido moño! —bramó Bruce intentando por cuarta vez que el accesorio le quedara bien. Éste terminaba torcido hiciera lo que hiciera.

—¿Necesita ayuda, señor? —Pennyworth, que le había estado observando desde hacía rato batallar con un simple nudo, se vio en la necesidad de intervenir. No dudó en asistir al verle temblar las manos—. Permítame —mencionó llevando sus experimentados dedos para acomodarlo como debía.

—Por favor, hoy está rebelde —bufó derrotado, y desvió la vista hacia las cortinas para ver a través de ellas. Inhaló profundo buscando calmarse—. Ya están todos, ¿verdad?

—En efecto, sólo falta que usted y el señor Kent salgan. —Ajustó bien el moño y dio unos pasos hacia atrás para observarlo con una sonrisa nostálgica—. Realmente luce muy bien.

El esmoquin con saco, chaqueta y pantalón azul más la camisa blanca hacía ver a Bruce con un aire formal, pero fresco, sin ser demasiado suntuoso. Los accesorios como el reloj y los gemelos en plateado le daban un toque más de elegancia. Sus cabellos estaban perfectamente peinados hacia atrás acentuando la mirada de sus ojos.

 

—Gracias —contestó sin importancia, asomándose por la ventana. Su mano apretó con dureza la cortina y luego la cerró de un tirón.

—Se lo ve muy inquieto. ¿Está inseguro de contraer matrimonio con el señor Kent? ¿Acaso se arrepiente? —preguntó cuidadoso, le había notado un poco susceptible desde que habían salido de la mansión.

—No. En lo absoluto. Nunca estuve más seguro. Quiero esto, a Clark en mi vida —contestó con firmeza—. Sólo deseo que todo salga bien, más allá de la celebración de hoy. Me refiero a todo lo nuestro —confesó como si soltara un peso de encima, era algo que no dejaba de preocuparlo. Se sentó en la cama y se talló el rostro para despejarse—. Sabes como soy. Temo estropearlo de alguna forma. No me perdonaría hacerle daño.

Alfred le miró con cariño y se sentó a su lado. Posó una mano por su hombro intentando alejar esos demonios que le atormentaban. Y es que lo conocía muy bien, sabía de sobra que Bruce nunca había visto un futuro en el cual fuera feliz.

—No va a estropearlo. El señor Kent ha estado a su lado a lo largo de todos estos años, nunca se ha rendido, lo conoce hasta el punto de haberse enamorado de usted, tal y como es. —Retiró el contacto al ver que el millonario quitaba su postura rígida para enderezarse—. Sin dudas no será fácil. Toda relación tiene altos y bajos. Dudarán, discutirán, probablemente pelearán y tendrán diferencias como pareja. Pasarán por pruebas que le harán tambalear sus fuerzas. Pero si se aman, si están juntos en cada paso que den, le aseguro que podrán contra todo y todos. —Le sonrió con un cariño inmenso, dejando afuera toda la postura profesional que siempre mantenía—. Serán más fuertes que todas las adversidades que se les presente. Y le prometo, que el viaje será maravilloso.

Bruce suspiró y cerró sus ojos esbozando una sutil sonrisa—: Creo que sí, Alfred. Así será. —Asintió convencido—. Gracias por todo. Por estar desde el comienzo... siempre.

Alfred abrió sus manos invitándolo a un abrazo y Bruce correspondió enseguida, fundiéndose en el afecto que el mayor le transmitía. Era un día especial, podía permitirse dejarse llevar por sus sentimientos.

—Merece ser feliz, señor Bruce. Más que cualquiera. Y no dude que lo será.

____________________

En otra habitación...

—Hijo, por favor, ya deja de caminar de un lado a otro. Harás un surco en el suelo —regañó Martha cociendo tranquilamente el saco de Clark.

—¡Es que no puedo! ¡¿Cómo me vengo a enganchar el traje a tan solo minutos de la boda?! —Se detuvo en seco y se recostó sin cuidado sobre la puerta, haciendo que ésta relinchara por el excesivo peso.

La mujer miró por arriba de sus anteojos en reproche y el menor se movió rápido, quitando su enorme cuerpo con un suave "lo siento".

—En unos segundos estará listo, cariño. Se descosió apenas la costura de aquí al lateral, ni se notará lo remendado. Respira profundo y trata de calmarte. ¿Ya llegó Bruce a la casa? —preguntó para darle conversación y evitar así que pensara en tonterías.

—Sí, desde hace una hora. Está en mi antiguo dormitorio. Estaría arañando las paredes si no estuviera aquí. Aún no lo he visto, estoy muy ansioso. —Exhaló aire con un pequeño rubor en sus mejillas—. Su corazón... Creo que se siente igual que yo. —Se llevó una mano al pecho intentando aquietar sus latidos.

—Yo estoy ansiosa, no imagino ustedes. Han sido unos meses de muchos preparativos y hoy al fin veremos sus frutos. —Sonrió extendiendo la prenda para admirar su buen trabajo—. ¡Listo! Como nuevo. Vamos a ponértelo. —Se puso de pie y ayudó a Clark a colocarse el saco para luego mirarlo de arriba abajo—. Pero que bien te ves, mi niño. Hermoso. Te queda perfecto el traje. Siempre soñé con él día que encontraras a una persona especial, una que te entienda, que sepa quién eres y te ame. Y mírate ahora, todavía no puedo creer que estés tan enamorado y vayas a casarte. Tu padre no está aquí para felicitarte y darte sus buenos deseos, pero sé que dónde sea que nos esté mirando, él te da su bendición. Jonathan estaría orgulloso de ver el hombre en el que te has convertido. —Aguantó un nudo en la garganta y no pudo evitar que unas lagrimitas comenzaran a formarse en sus ojos.

—Gracias Ma. Sé que es así. Él sigue velando por nosotros. —Le sonrió al ver que le tomaba las mejillas con sus manos arrugadas y se agachó un poco para dejar que le diera un beso en la frente.

—Te deseo toda la felicidad del mundo, hijo. —Se abrazaron con cariño, por unos cuantos segundos, y luego Martha se apartó secándose las lágrimas—. Iré a avisar que ya estás listo. Ve yendo a la sala, le diré que lo esperas ahí. —Clark besó sus manos y la vio marcharse por la puerta, bastante conmovida.

Esperó unos segundos intentando calmarse y salió inhalando profundo. Avanzó hasta el living de su casa y ahí caminó un poco para distraerse. Terminó frente a un espejo y se aseguró que todo su atuendo estuviera en orden. Su saco y camisa blanca estaban relucientes y contrastaba con las solapas y pantalones negros. No usaba lentes y sus cabellos estaban un poco revueltos. Se miró curvando su rostro, disconforme, y terminó por despeinarse más hasta lograr su cabello natural: el rizo que acostumbraba descansando sobre su frente. Se acomodó una vez más el moño negro y sonrió una vez listo. Le gustaba lo que el reflejo le devolvía.

 

       

—Te ves muy bien, Clark —la voz de Bruce le hizo aguantar la respiración, se giró lentamente para encontrarse con su prometido a unos pasos de distancia.

—Y tú te ves hermoso —susurró embelesado, yendo a su encuentro mientras soltaba el aire retenido—. Dios, te he extrañado tanto.

—Igual yo —admitió cerrando sus párpados cuando la mano del kryptoniano reposó en su mejilla, de manera íntima. Volvió a abrirlos y fijó sus ojos en ese cielo despejado que tanto le hipnotizaba—. Es hora. ¿Estás listo?

—Sí... —contestó todavía sumergido en su fascinación—. ¿Y tú? —Retiró su mano con el corazón latiendo a mil. Le encantaba ver la expresión abandonada de Bruce cuando le acariciaba así.

—Más que nunca. —Aceptó el brazo que Clark se apresuró a ofrecer, agarrándose del mismo—. Vamos.

Martha y Alfred esperaron cerca de la salida y se alistaron cuando los vieron aparecer. Ambos habían sido escogidos como padrinos y testigos para acompañar a la pareja al arco donde los aguardaba el juez que celebraría la ceremonia. Como el caballero que era, Pennyworth abrió la puerta y la dama junto con los novios salieron al exterior. Los enamorados se pegaron más camino hacia el sector que aguardaba ansioso por verlos aparecer. Todos los presentes se pusieron inmediatamente de pie, algunos ya con lágrimas en los ojos, y aplaudieron a la pareja que llegaba junto a ellos.

—¿Estás bien? —preguntó Clark en un susurro al ver como Bruce apretaba su brazo con demasiada fuerza—. ¿Te incomoda tantos invitados?

—No estoy acostumbrado a esta exposición.

—¿Qué dices? ¡Bruce Wayne vive rodeado de público y prensa! —seguía hablando bajo para que sólo le escuchara él. Le había parecido divertido su comentario.

—Pero ese Bruce Wayne es una farsa. Esto es real, me tienes aquí, sin máscaras. —Le miró y rodó sus ojos al verle sonreír embobado.

—Eso espero, —le susurró al oído, provocando que su piel se erizara—, porque quiero casarme con el Bruce real.

—Tonto. —Exhaló.

—Pero así me amas.

—¿Qué tanto cuchichean? —Martha preguntó discreta a Alfred sin dejar de sonreír.

—Al parecer cosas de pareja, no se preocupe —acotó mirando a los jóvenes enamorados.

Llegaron hasta el arco y el maestro de ceremonias civil los recibió dándoles la bienvenida.

—Buenas tardes a todos, como sabrán, esta hermosa tarde estamos aquí reunidos para celebrar en matrimonio a Bruce Wayne y Clark Kent. Ante todo, muchas felicidades por haber decidido a dar el gran paso que supone unir sus vidas. En este feliz momento comparten junto a sus seres queridos la dicha que sienten al haber encontrado en el otro a esa persona que les completa y con la que merece pasar el resto de sus días. Hoy aquí, más allá del acto administrativo del papeleo, vienen a declararle a Estados Unidos y todos sus allegados, que se aman. —Los dos héroes se miraron con complicidad unos instantes, diciendo muchas cosas con un simple y sutil gesto—. Ahora comienza un viaje hermoso lleno de felicidad, pero también de duras pruebas. Sean pacientes, tolerantes, siempre respétense, que no les falte el cariño y la confianza, la capacidad para perdonar. Que el amor prevalezca siempre en sus vidas y les sea guía en este nuevo camino a recorrer juntos. Es el mayor deseo de parte de todos los aquí presentes. Tras estas palabras, es momento de dar lectura al acta matrimonial. —Hizo una breve pausa y continuó.

—Esto es demasiado hermoso. Quiero llorar —mencionó Kara que ya lo estaba haciendo, secándose las lágrimas. Ella y varios otros la acompañaban en el sentimiento de felicidad—. Quiero abrazarlos. Todavía no puedo creer que mi primo va a casarse.

—Shhhh, que quiero escuchar —la silenció Conner que estaba a su lado.

—¿Esto te inspira en algo? —bromeó dándole unos codazos—. ¿Ya pensando en casarte con Timmy?

—¡¿Qué?! ¡No! Ya, no hables —dijo todo sonrojado y observó de reojo a su novio que estaba a su lado. Tim le regaló una pequeña sonrisa.

El juez siguió con la lectura de los artículos del Código Civil mientras los novios escuchaban atentamente. El público estaba expectante, sin dejar de ver a la pareja que se veía realmente muy concentrada.

—Bruce se ve hermoso con ese traje azul —comentó Diana con Shayera—. Hoy está radiante.

—Clark también luce muy bien. Es la primera vez que lo veo tan elegante.

—Sí, se ven perfectos. Se ven tan bien juntos. ¿Has notado cómo brillan los ojos de Bruce? Jamás lo había visto tan feliz.

—Ni yo. Realmente se le ve enamorado. Y al parecer todo esto hace que varios otros se animen a dar importantes pasos. John me acaba de proponer vivir juntos.

—¡¿En serio?!

—Shhhh —pidió Barry tras ellas.

—Déjalas, se estaba poniendo interesante —susurró Hal con una sonrisa.

—Yo quiero escuchar al juez, me distraen.

—Perdón, lo siento. —Ambas mujeres hicieron silencio y miraron hacia el frente.

—Hemos llegado al momento clave de la ceremonia en el que ustedes deben tomar la palabra para confirmar lo que sienten el uno por el otro. Así pues, les pregunto. —Miró a uno y luego a otro. Superman sintió mariposas en el vientre y fue esta vez Bruce el que tomó su mano para darle un suave apretón—. Señor Clark Joseph Kent, ¿acepta usted por esposo al señor Bruce Wayne?

—Sí, acepto.

—Bruce Wayne, ¿acepta usted por esposo al señor Clark Joseph Kent?

Los ojos del millonario se giraron directamente hacia su prometido y respondió sin dudar.

—Sí, acepto.

—Muy bien, ahora pueden proceder al intercambio de anillos. —Alfred se adelantó y retiró del bolsillo de su saco la cajita negra de terciopelo donde estaban guardadas las dos hermosas y únicas alianzas en el mundo.

—Esos anillos los forjé yo —mencionó orgulloso Tony a Zatanna que le miraba desconfiada por la repentina acotación—. Bueno, la materia prima la consiguió el Boy Scout, y me aclaró un poco el diseño, pero yo hice el resto de la magia.

—¿Estás coqueteando teniéndome al lado? —Rogers se le quejó al oído en tono indignado.

—Qué dices. Sabes que sólo tengo ojos para ti, cariño. —Le sonrió por los evidentes celos.

—Sí, sí, ambos se mueren de amor por el otro. Ya lo sabemos todos. No dudo que el año que viene sean ustedes los que se casen. Por favor, Steve, súbeme, no veo bien lo que sucede —pidió Abie tirando de su saco, ya que con su estatura pequeña le era difícil ver ante tantas personas altas. Al levantar sus ojos y notar a ambos hombres colorados hasta las orejas, casi suelta una carcajada—. Que tiernos.

—¡Abie! Compórtate —le reprendió el Doctor Henry que conocía muy bien a la niña.

Steve carraspeó observando unos segundos a su pareja que avergonzado miraba hacia adelante—: No es problema. Ven, Abie. —La alzó sobre sus hombros para que pudiera ver—. Tengo pensado pedírselo a fin de años —le susurró en confidencia.

—¡Lo sabía!

Clark retiró la sortija de Bruce y le pasó la propia para luego devolverle la cajita a Alfred. Tomó la mano de su prometido fijando sus hermosos ojos en él.

—Yo, Clark Kent, te tomo a ti, Bruce Wayne, como esposo, y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida. —Le colocó el anillo en su anular izquierdo con una sonrisa imborrable.

—Yo, Bruce Wayne, te tomo a ti, Clark Kent, como esposo, y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida. —Hizo lo mismo con el anillo de su prometido y también sonrió al ver regresar la sortija en su lugar.

—Como juez del Ayuntamiento de Gotham y en virtud de los poderes que me confiere la legislación de los Estados Unidos, yo los declaro unidos en matrimonio. Felicidades, pueden besarse.

Ambos se miraron por unos segundos, amándose y sintiéndose completamente plenos. El sol se escondía tras ellos en esos segundos en donde brillaba más que nunca antes de desaparecer. Con una sonrisa que expresaba miles de sentimientos, se acercaron lentamente hasta que ambos labios se encontraron en un momento único que sellaba esa unión. El beso fue uno de los más cálidos y dulces que habían sentido, y todo lo que sucedía a su alrededor pareció desaparecer quedando solo. No escucharon los gritos de júbilos ni los aplausos entusiasmados. No sintieron los pétalos de flores que saltaban por el aire y les acariciaba en su caída. Ni siquiera fueron conscientes de todo cuando se separaron. Porque solo sus ojos estaban fijos en los otros, en nadie ni nada más.

—Te amo, Clark.

—Y yo igual a ti, Bruce.

 

CONTINUARÁ...

 

Las horas pasaron lentas y tranquilas para los enamorados que volvían a estar juntos. La furiosa tormenta de la noche fue calmando poco a poco hasta que el cielo se despejó y la luz del amanecer llegó resplandeciente en augurio de un grandioso nuevo día. El rey astro se alzó espléndido, iluminando a su paso el cuarto en donde aún descansaba plácidamente un dormido Bruce. Se encontraba envuelto en sábanas blancas, con el pecho semidescubierto y recostado de lado, dándole la espalda a los rayos que se filtraban y resaltaban a través de las gotitas de agua que mojaban el cristal. La brisa fresca se colaba por la ventana de esa habitación sencilla y acogedora, volviéndose lentamente en una caricia que invitaba a despertarse. Bruce se sentía como nunca antes en mucho tiempo: relajado y en paz. Respiraba aletargadamente en un sueño placentero, con una sensación de calidez y bienestar, de habitar en un ambiente seguro y agradable. No había mejor lugar en donde sentirse protegido que en el aquel donde estaba Clark. El empresario inhaló profundo antes de abrir sus ojos perezosamente. No había apuro, ni urgencias que atender, tampoco exigencias de su trabajo o de la Liga, lograba al fin tomarse todo el tiempo del mundo para despertar. Podía jurar que se sentía mucho más agradable el estar allí que en la solitaria y lujosa alcoba de su mansión. Le encantaba sentir aún el aroma de Clark envolviéndolo a su lado, como si estuviera junto a él para saludarle con un cadencioso "buenos días". Pero aquel perfume se mezcló con una fragancia que comenzaba a tener más presencia. Pestañeó un par de veces adaptando su vista a la luz del ambiente y, al ver más nítido, descubrió un ramo de lirios rojos y anaranjados justo delante suyo. Se incorporó hasta sentarse y tomó las flores en sus manos para admirarlas con una cálida sonrisa.

Clark se destacaba por tener esos gestos que harían derretir a cualquier persona. Y ya no podía mentirse a sí mismo. Aunque a Bruce le avergonzara y a veces le pareciera demasiado cursi aquellos detalles, le sacaban una sonrisa genuina. Aquel hombre de otro mundo sólo tenía ojos para él, y él se sentía plenamente amado. Clark lo quería a su lado pese de sus defectos y lo complicado que era para mantener una relación. A veces no podía entender aquello.

Bruce se levantó mejor de lo que pensaba, había sufrido una noche por demás intensa entre el estrés y las emociones vividas. Le calmaba saber que al fin Luthor era un problema menos que le quitaría el sueño. Por los próximos meses, y espera que años, estaría bajo prisión hasta que se inventara algo nuevo o sobornara a quien pudiera para ser libre. Pero Batman no se quedaría de brazos cruzados esperando a que eso sucediera, se encargaría de seguir presionando con todas sus estrategias para evitar que se saliera con la suya. Con un suspiro pesado buscó que ponerse para salir al comedor. Sus ropas desperdigadas por el suelo habían desaparecido y ya se daba una idea de que había sucedido con ellas. Vistió una camisa blanca a medio abotonar de su pareja y caminó descalzo, usando sólo los boxers prestados que había recibido tras la ducha de la noche anterior. Llevó en brazos el ramo de lirios y llegó hasta la cocina dónde había sentido deambular a su pareja desde que había cruzado la puerta. Ahí lo encontró con su usual vestimenta de chico de granja y esos lentes de pasta negra tan característicos. Estaba ultimando los detalles de lo que parecía ser una apetitoso y elaborado desayuno mientras tarareaba una melodiosa canción. Clark terminó de servir las tostadas en una pequeña panera y alzó sus ojos brillando y desbordando de alegría para recibirlo.

—Buenos días Bruce, llegas justo a tiempo. —Le había oído despierto desde hacía un rato, pero le dio su tiempo para levantarse.

—Buenos días Clark. Gracias por las flores. Son preciosas.

El súper hombre pasó una mano por su nuca desviando la mirada, avergonzado. Había temido que no le agradara del todo aquel detalle y, aun así, se había dejado llevar por su instinto—: Me alegro que te gusten. Quería que las vieras al despertar. —Volvió sus ojos a su pareja para regalarle otra sonrisa. Estaba tan feliz de haberlo recuperado, que no podía evitar expresarlo a cada rato en su rostro—. El café estará listo en un minuto. Toma asiento.

—Me gusta cuando eres romántico y te sonrojas hasta las orejas —confesó caminando a paso lento a su encuentro, parándose justo delante para tomar sus labios en un delicado roce. Soltó un suspiro aliviado al recordar que bien sabían. Dejó que sus dedos se colaran entre los cabellos negros y sedosos en una íntima caricia, y profundizó aquel beso hasta sentirse satisfecho—. Me levanté con hambre.

Clark sólo pudo ronronear bajo, atrapando la cintura de su amado entre sus brazos antes de que se pudiera escapar—: Y tú me abres otro tipo de apetito —dijo llevando la nariz a su cuello para inhalar y llenar sus pulmones de su aroma—. Que inapropiado de tu parte aparecerte así en el comedor. Sabes lo mucho que me provocas luciendo de esta manera. —Besó uno de los tantos chupones que adornaban su piel, un delicado toque que trasladó lentamente en un recorrido hasta el hombro que fue descubriendo.

—No tenía que ponerme, agarré lo primero que tuve a mano —mintió con una sonrisita juguetona, oculto para no ser descubierto. Sabía que le provocaba y buscó específicamente obtener esa reacción—. Cuidado con mis flores, las vas a aplastar. Iré a ponerlas en agua. —Le movió un poco del hombro para hacerse lugar y caminó en dirección a la mesada en busca de un jarrón.

El pecho de Superman soltó un largo suspiro y fue a apagar el fuego de la hornalla para retirar el café. Agarró el recipiente y lo llevó a la mesa dejándolo junto a la leche que ya se encontraba dispuesta entre las demás cosas. Ahí se recostó contra una silla y sus ojos se pasearon por la anatomía de su amado que se movía cómodo en el ambiente. Podía ver sus hombros relajados, espalda recta, muslos marcados y parte de ese trasero firme que le daban ganas de morderlo. Sin pensárselo dos veces, le abrazó por detrás rodeándolo con sus fuertes brazos. Descansó su mentón en el cuello que le recibió gustoso y acarició su abdomen por el espacio entreabierto de la prenda.

—Si sigues así, creo que no desayunamos. —Bruce emitió un leve jadeo, el deseo comenzaba a tomar más fuerza en él, y no podría detenerlo por mucho tiempo. Le agradaba los besos y las caricias que recibía, incluso inclinó más su cabeza ofreciéndose, cerrando sus párpados y dejándose llevar por los mimos—. Clark...

—Mmm, ¿qué? ¿Quieres que me detenga?

—No. No lo hagas. —Se giró entre sus brazos y volvió a besarle. Tenía pensado recuperar cada beso perdido en todo ese tiempo que le había olvidado.

Ambos movieron sus labios con pequeños roces juguetones, acariciándose lentamente, buscándose una y otra vez. Poco a poco fueron progresando, soltando jadeos, inspirando hondo, dejándose llevar. Clark atacó con un tirón de sus dientes el labio inferior para luego lamerlo obteniendo la reacción que buscaba. Bruce abrió su boca exhalando un aliento cálido que le hizo temblar, el reportero sumergió su lengua húmeda y glotona encontrándose con la misma ansiedad. En aquel beso ambos sintieron como si el mundo volvía a tener sentido, como se potenciaba el tacto sensible de sus pieles y se erizaba al cosquilleo que golpeaba sus vientres.

—Extrañaba volver a tenerte así —murmuró Clark con dificultad, apoyando su frente sobre la otra y su mano en la nuca para no perder ni un centímetro de distancia—. No quiero volver a sentir que te pierdo.

—No lo harás —aseguró con un leve sonrojo al sentir la temperatura en ascenso. Se relamió los labios y disimuló la saliva que se había acumulado en su boca.

Clark infló su pecho con alivio creciente. Su mano que aún reposaba en su pareja se fue deslizando en una caricia lenta hasta apartarla—: Desayunemos. Quiero que comas antes de que se enfríe, tendremos tiempo para nosotros. Hoy no pienso dejarte marchar pronto. —Fue hacia la mesa soltando un resoplido. Si hubieran seguido un minuto más así de cerca, no dudaba que lo hubiera subido a la mesada y lo hacía suyo.

—Tampoco pensaba irme pronto. —Bruce también respiró hondo buscando aquietar sus palpitaciones, tomó su ramo de flores y lo dejó adornando como centro de mesa—. Quiero pasar el día contigo. —No pudo evitar contagiarse de la enorme sonrisa que le dedicó.

Clark le sirvió tal como le gustaba el café, negro y sin azúcar, junto a un vasito de naranja exprimida. Para degustar le acompañaba tostadas, queso y dulces para untar y algunos alfajorcitos blancos y negros. Además, no podía faltar panqueques con fruta, bocadillos con crema y yogures. Había cantidad y variedad, evitando las frituras por completo.

—Come lo que quieras. No sabía que se te antojaba.

—Creo que es mucho —sugirió Bruce mirando todo, meditando que escoger.

—Opté por todo lo que fuera medianamente saludable. —Rio divertido, sirviéndose para él. Luego apretó ligeramente los labios por lo que cruzó por su mente—. Recuerdo que debías seguir una dieta hasta recuperarte de la anemia. Siento tus latidos palpitar a un ritmo saludable. ¿Ya te encuentras bien?

—Sí, me siento mucho mejor, solo falta que la doctora Thompkings me dé el alta. Tengo cita en unos días para que revise mis nuevos estudios. Creo estar en condiciones de volver a mi rutina en las calles. —Notó el esfuerzo que hizo el reportero para mostrarse alegre por él, no obstante, en el fondo era evidente su disgusto—. Sé que no eres fan de mis métodos, y soy consciente que mis últimas acciones no transmitieron confianza en lo absoluto. Pero no puedo dejar de ser quién soy, ni de hacer lo que hago. Ahora quisiera ver el canal de noticias, si no te molesta. No he sabido nada de Luthor desde ayer en la noche.

El súper hombre lo estudió de lado con ojos entrecerrados y terminó por aflojar; no le apetecía discutir en esos momentos, sabía que sería un tema por el que chocarían seguido. Bruce era demasiado testarudo cuando algo se le metía a la cabeza. No pretendía que dejara de ser quién era, pero sí que fuera consciente de que era humano y, por lo tanto, mortal, vulnerable. Su egoísmo al despreocuparse por su vida debía terminar.

—Bien. Luthor ha estado en todos los noticieros del país desde temprano. No han parado de hablar de él por lo sucedido en LexCorp. Seguro todavía es tema de debate. —Tomó el control remoto y dejó el canal en dónde estaba Lane como invitada especial de las noticias de las once.

En el estudio, un periodista a cargo del programa se encontraba sentado junto con la reportera en unos cómodos sillones. Conversaban y debatían los últimos sucesos sobre el famoso multimillonario y candidato a presidente de los Estados Unidos en una lucha profesional. Detrás de ellos, una pantalla amplia dejaba ver las escenas de lo que había sido el arresto, pasado a primer plano ante la directiva del hombre.

¿Qué creen qué hacen?! ¡Suéltenme! ¡No saben con quién se están metiendo! ¡Todos van a pagar por este ultraje! ¡Todos y cada uno de ustedes! ¡Lex Luthor no será humillado así!", gritaba mientras era trasladado hacia una patrulla y le cerraban con un portazo. Se veía al hombre gritar tras el vidrio, totalmente desencajado, pero ya no se oía más nada de lo que decía.

La imagen regresó rápidamente al estudio con los profesionales siendo el centro de atención.

Estas fueron los últimos momentos filmados de Luthor antes de que la policía de Metrópolis se lo llevara a sus instalaciones. Y díganos, señorita Lane, ¿puede contarnos de dónde ha sacado la información que ha servido para dar con su captura? Usted ha sido la mujer clave en esta investigación, proporcionándole a los fiscales lo necesario para obtener la inmediata orden del juez. —Estaba interesado en la exclusiva que podía obtener de ese reportaje—. Los abogados de Luthor aparecieron rápidamente en acción y hace horas están alegando que la procedencia de esa información es falsa. Piden la pronta liberación de su cliente con fines de esclarecer la situación y limpiar su buen nombre.

Bruce frunció el ceño en un gesto molesto. Aunque se esperaba la resistencia por parte de Luthor, le ponía de muy mal humor.

Sí, he oído que se está procediendo un alegato a su favor. Pero eso no bastará para soltarlo. Tenemos la declaración de Samantha Divador que había sido secuestrada y que afortunadamente está a salvo gracias a Superman.

También hemos estado transmitiendo ese caso de muy cerca. Por lo que expresó Divador ante las cámaras, el personal a cargo de Luthor fueron quienes intentaron asesinarla, pero eso no son pruebas suficientes para inculparlo.

La lista es larga, no se queda ahí. Podrán enterarse más del caso cuando publique mi noticia mañana en primera plana. Por el momento todo lo que he proporcionado a la fiscalía no sólo tiene al detalle los crímenes que Luthor ha cometido, sino que hay evidencias que lo respaldan; en especial lo sucedido en el evento de caridad de Wayne Enterprises. Lo más importante y que aún no está disponible al público, son las grabaciones que tengo de la oficina de Luthor horas antes que fuera arrestado. Videos del ataque a la señorita Divador y una conversación esclarecedora con alguien a quién no daré nombre en estos momentos. Sólo eso les puedo mencionar.

—No sabía que le habías dado también esas grabaciones —mencionó Clark que prestaba atención a lo nuevo que se estaba revelando en esos momentos.

—No quería dejar ningún cabo suelto, Clark. Envié lo justo y necesario. Conozco bien a Luthor, sabía que iba a agarrarse de lo que tuviera al alcance con tal de salir airoso como siempre lo hace. Pero no en esta ocasión. Probablemente tenga que ir a declarar, pero no me molesta con tal de saber que estará bajo prisión por mucho tiempo.

—¿No temes que tome represalias contra ti?

—No le conviene, los ojos del mundo ahora están sobre él. Cualquier cosa que me suceda lo pondrá en evidencia. Intentará limpiar su buen nombre. Sobornará a cuantos pueda y buscará la forma de quedar en libertad. Siempre lo ha hecho, y no dudo que lo haga una vez más. La corrupción es algo contra lo que luchamos incansablemente. Pero al menos sé que eso le llevará tiempo y muchísimo dinero. Podemos considerarlo una victoria. —Tomó el control remoto y apagó la transmisión—. Ya he visto suficiente. No dudo que pronto me llegue una citación y deba ocuparme personalmente —dijo volviendo a interesarse en terminar con su desayuno.

—Me alegra que le hayas cerrado caminos. Imaginé que te habías encargado de pulir cada detalle. Siempre tienes todo cubierto. —Inspiró para continuar—. Ahora que todo ha salido bien, debes escucharme. —Se puso serio y se retiró los lentes dejándolos a un lado—. Creo que es hora que comiences a involucrarme también en tus decisiones. No quiero otra misión suicida como la de Inglaterra o como esto que acabamos de pasar. Debes dejar de ser egoísta. Eres mi pareja, mi prometido, pronto mi esposo, y pretendo pasar muchos años de mi vida junto a ti. No me parece justo que siempre me dejes preocupado por las locuras que haces. —Hizo una pausa para asentar lo que había dicho—. Sé que eres Batman, y sé que nuestro estilo de vida es peligroso, enfrentamos a la muerte casi a diario. Vivimos sin saber qué nos deparará el día siguiente, pero al menos, quiero que empieces a contar conmigo, que me tengas en cuenta en tus decisiones, que en situaciones extremas no me alejes y decidas actuar solo poniéndote innecesariamente en peligro. —Le miró con firmeza, muy decidido—. Si vamos a ser un matrimonio, esto debe cambiar.

Bruce le escuchó atento sin quitar sus ojos de encima. Meditó sus palabras a medida que Clark se expresaba. Podía comprender todo aquello, es más, sabía que en algún momento se lo iba a mencionar. No era la primera vez que por una situación así llegaban a discutir. Y es que para Bruce, cambiar algo tan arraigado, le era muy difícil. Por años había aprendido a priorizar el bienestar de los demás, había decidido que su vida iba en último lugar. Por años se había embarcado en situaciones peligrosas solo, porque prefería exponerse él que a los demás. Era el camino que había elegido, su destino, era parte de la promesa que había hecho en la tumba de sus padres. Pero ya no estaba solo, dejaba de ser solamente él, en el camino le acompañaba alguien más, y tenía que empezar a contar con Clark si quería que aquello funcionara.

—Lo entiendo —señaló Bruce tras quedarse pensando unos cuantos segundos—. Lo tendré en cuenta. Intentaré ser más consciente que también eres parte de mi vida.

El reportero soltó un suspiro de alivio y aflojó la tensión. Su sonrisa volvió a su rostro—: Gracias. Significa mucho para mí. —Buscó tomar su mano y le regaló un tierno apretón—. Sé que será difícil para ti, siempre has sido muy solitario. No deseo cambiarte, no voy a dejar de repetírtelo. Si necesitas un momento a solas, si quieres aislarte a veces o no deseas mi compañía, lo entenderé, aceptaré respetar tus tiempos. Sólo necesito saber que al final, estarás ahí conmigo.

El millonario se puso de pie sin soltar el agarre en ambas manos. Con movimiento relajado y controlado se sentó sobre el regazo de su pareja y rodeó su cuello sin quitar su mirada penetrante. En el fondo, Clark intentaba entender sus intenciones, no avanzaba ni daba indicios de querer algo en particular, sólo le vio sentado allí sin decir nada. Se sintió sumamente observado, de cierta forma le intimidó hasta el punto de bajar la mirada por un breve segundo. A veces Bruce podía resultar ser muy amenazador con esos ojos azul oscuro mezclado con un grisáceo, su mirada podía volverse realmente gélida y avasalladora. Volvió a levantar el mentón y dejó que le observara a gusto, deslizó sus manos por la cintura para tener más contacto, algo que le enseñara que pretendía.

—Casémonos —soltó repentinamente Bruce—. Hoy mismo.

—¿Qué? —atinó a decir sumergido en la confusión—. ¿Hablas en serio?

—Siempre hablo en serio. ¿No quieres?

—¡Sí quiero!

—¿Entonces?

—Es que, sólo me atrapaste desprevenido. —Sus mejillas fueron tomando color paulatinamente—. Yo... obviamente quiero casarme contigo, cuando sea, dónde sea —respondió decidido—. Mientras esté contigo, me es indistinta cualquiera sea la forma. —Se pegó a su cuello y le abrazó por la espalda estrechándolo—. Pero quisiera planear algunas cosas, preparar detalles. Quiero que sea especial.

Bruce descansó su cabeza sobre el hombro de Clark soltando un suspiro. Se había dejado llevar por un repentino impulso—: Tienes razón, estoy siendo precipitado. Dime, ¿qué detalles te gustarían en nuestra boda?

Clark pareció sentir burbujas en su estómago al escuchar esa palabra. Acarició su espalda mientras se disponía a imaginar—: Bueno, pues... no quiero nada exorbitante ni llamativo. Eso seguro. Me gustaría que fuera una celebración sencilla, con algunos amigos y familiares, en un lugar simple, pero significativo y memorable.

—Estoy de acuerdo. Hmmm... —Meditó unos segundos—. ¿Qué tal te parece en Kansas?

—¿Sugieres en mi granja? —En su voz había un atisbo de ilusión. La idea pareció gustarle.

—Claro, es alejado, tranquilo. Sería algo íntimo. Me gusta. ¿A ti?

—Es perfecto.

—¿Lo crees?

—Sí, lo es. Podríamos organizar algo lindo ahí. Ya imagino a Ma muy entusiasmada con todos los preparativos.

—Sin dudas. Debemos visitarla. Quedamos en que lo haríamos la última vez. —Suspiró acordándose del motivo porque no habían podido verla. Quiso borrar de inmediato el recuerdo de su cabeza.

—Sí... tuve que decir que estabas muy ocupado. Ella supo entender.

—Pero ahora estoy libre. Vamos este fin de semana. Podemos escuchar sus sugerencias. —Se apartó para verle otra vez, ya con una mirada más suave y relajada. Clark podría jurar que era una expresión enamorada. Le encantaba escucharle hablar tan tranquilamente, planeando juntos.

—Es una idea fantástica. —Tomó delicadamente su mentón y ahí mismo le besó, un encuentro suave y delicado que se fue transformando en uno intenso hasta quitarle el aliento.

—Clark...

—Dime... —respondió en un susurro, sus labios habían alcanzado su lugar favorito. El cuello de Bruce que se erizaba con simples caricias.

—Sabes cómo termina esto.

—Sí, lo sé.

—¿Y el desayuno?

—No se moverá de aquí.

—Bien. Llévame a la habitación entonces. —Cerró levemente sus ojos, ronroneando con gusto.

—A la orden. —Tomó sus muslos poniéndose de pie y caminó a paso ligero hacia su dormitorio.

Al parecer, el desayuno terminaría enfriándose de todas formas.

____________________

Los colores rojizos y anaranjados de una hermosa tarde otoñal iluminaban el cielo ese día especial. La granja de los Kent parecía alzarse en todo su esplendor. El cultivo repleto de girasoles y trigos resaltaba su belleza gracias a los rayos del sol que aún habitaban el firmamento. Smallville sería testigo de la unión de dos héroes enamorados que al fin sellarían su destino juntos. Los congregados a la celebración se encontraban emocionados, algunos deambulaban por toda la estancia acomodando detalles de la decoración y otros cuchicheaban entre ellos a la espera de la ansiada hora. Faltaban tan solo algunos minutos para que diera comienzo y la expectativa se reflejaba en sus rostros. Tal y como habían querido los novios, el lugar estaba preparado con detalles sencillos sin dejar de ser muy bien pensados. Decidieron realizar la ceremonia al aire libre, ubicados estratégicamente de frente al atardecer. Varias filas de bancos estaban dispuestas sobre el pasto verde a cada lado de una pequeña alfombra hecha de flores blancas que simulaban un pasillo que terminaba justo en un arco de bodas perfectamente adornado. No muy lejos de allí, estaba la recepción lista, con una mesa larga y diferentes platillos para todos los gustos, dispuesto de manera tal que cada invitado pudiera servirse según le apetecía.

La pareja había deseado que esa ceremonia se diera en un ámbito íntimo, dónde sólo estuvieran los más allegados de cada uno. Los invitados fueron algunos amigos cercanos y familiares. De parte de Clark estaba su mamá, su prima Kara, Conner y no podía faltar su mejor amiga Lois y Jimmy, el fotógrafo oficial de la fiesta. Ambos fueron los últimos en enterarse de la relación que mantenía el reportero, sabiendo lo justo y necesario para que pudieran estar allí como parte de los presentes. Cabe destacar que Jimmy lo tomó como algo natural y hasta predecible, siempre había dado por obvio que su gran amigo tenía gustos diferentes, sólo faltaba que se los contara abiertamente. Por el contrario, Lois se volvió loca al enterarse de la noticia y estuvo molesta con su amigo por habérselo ocultado por tanto tiempo. Ella se sentía ofendida porque nunca le hubiera juzgado por la persona con la que salía. De parte de Bruce, estaban sus hijos Dick y Tim, Alfred, al que consideraba como a un padre, la Doctora Leslie, y el comisionado Gordon junto a su hija Bárbara, amigos fieles desde hacía muchos años. Los invitados en común fueron los fundadores de la Liga y algunos otros héroes como ser Oliver, Dinah y Zatanna, que dejaron sus alter egos de lado para vestir de gala al igual que los demás; los afamados Vengadores de Nueva York, Tony Stark y Steven Rogers, que, tras la última aventura en conjunto, afianzaron más el contacto; y por último Abie Williams y el Doctor Henry White, que no podían estar ausentes en esta fiesta.

Todo estaba casi listo para festejar el anhelado casorio, únicamente faltaban que salieran los novios que no se habían visto desde hacía días. Cada uno se estaba alistando en una habitación diferente dentro de la casa antes de volver a encontrarse. Clark había insistido en que la última semana sería una gran idea mantenerse distante para hacer el encuentro y la reunión más especial aún. Bruce aceptó sin problemas, le agradó tener un tiempo a solas para meditar y prepararse mentalmente para todo lo que vendría una vez que comenzaran a vivir juntos. Por esa razón, cuando Wayne llegó a la granja, el reportero ya estaba adentro para no cruzarse.

—¡Estúpido moño! —bramó Bruce intentando por cuarta vez que el accesorio le quedara bien. Éste terminaba torcido hiciera lo que hiciera.

—¿Necesita ayuda, señor? —Pennyworth, que le había estado observando desde hacía rato batallar con un simple nudo, se vio en la necesidad de intervenir. No dudó en asistir al verle temblar las manos—. Permítame —mencionó llevando sus experimentados dedos para acomodarlo como debía.

—Por favor, hoy está rebelde —bufó derrotado, y desvió la vista hacia las cortinas para ver a través de ellas. Inhaló profundo buscando calmarse—. Ya están todos, ¿verdad?

—En efecto, sólo falta que usted y el señor Kent salgan. —Ajustó bien el moño y dio unos pasos hacia atrás para observarlo con una sonrisa nostálgica—. Realmente luce muy bien.

El esmoquin con saco, chaqueta y pantalón azul más la camisa blanca hacía ver a Bruce con un aire formal, pero fresco, sin ser demasiado suntuoso. Los accesorios como el reloj y los gemelos en plateado le daban un toque más de elegancia. Sus cabellos estaban perfectamente peinados hacia atrás acentuando la mirada de sus ojos.

—Gracias —contestó sin importancia, asomándose por la ventana. Su mano apretó con dureza la cortina y luego la cerró de un tirón.

—Se lo ve muy inquieto. ¿Está inseguro de contraer matrimonio con el señor Kent? ¿Acaso se arrepiente? —preguntó cuidadoso, le había notado un poco susceptible desde que habían salido de la mansión.

—No. En lo absoluto. Nunca estuve más seguro. Quiero esto, a Clark en mi vida —contestó con firmeza—. Sólo deseo que todo salga bien, más allá de la celebración de hoy. Me refiero a todo lo nuestro —confesó como si soltara un peso de encima, era algo que no dejaba de preocuparlo. Se sentó en la cama y se talló el rostro para despejarse—. Sabes como soy. Temo estropearlo de alguna forma. No me perdonaría hacerle daño.

Alfred le miró con cariño y se sentó a su lado. Posó una mano por su hombro intentando alejar esos demonios que le atormentaban. Y es que lo conocía muy bien, sabía de sobra que Bruce nunca había visto un futuro en el cual fuera feliz.

—No va a estropearlo. El señor Kent ha estado a su lado a lo largo de todos estos años, nunca se ha rendido, lo conoce hasta el punto de haberse enamorado de usted, tal y como es. —Retiró el contacto al ver que el millonario quitaba su postura rígida para enderezarse—. Sin dudas no será fácil. Toda relación tiene altos y bajos. Dudarán, discutirán, probablemente pelearán y tendrán diferencias como pareja. Pasarán por pruebas que le harán tambalear sus fuerzas. Pero si se aman, si están juntos en cada paso que den, le aseguro que podrán contra todo y todos. —Le sonrió con un cariño inmenso, dejando afuera toda la postura profesional que siempre mantenía—. Serán más fuertes que todas las adversidades que se les presente. Y le prometo, que el viaje será maravilloso.

Bruce suspiró y cerró sus ojos esbozando una sutil sonrisa—: Creo que sí, Alfred. Así será. —Asintió convencido—. Gracias por todo. Por estar desde el comienzo... siempre.

Alfred abrió sus manos invitándolo a un abrazo y Bruce correspondió enseguida, fundiéndose en el afecto que el mayor le transmitía. Era un día especial, podía permitirse dejarse llevar por sus sentimientos.

—Merece ser feliz, señor Bruce. Más que cualquiera. Y no dude que lo será.

____________________

En otra habitación...

—Hijo, por favor, ya deja de caminar de un lado a otro. Harás un surco en el suelo —regañó Martha cociendo tranquilamente el saco de Clark.

—¡Es que no puedo! ¡¿Cómo me vengo a enganchar el traje a tan solo minutos de la boda?! —Se detuvo en seco y se recostó sin cuidado sobre la puerta, haciendo que ésta relinchara por el excesivo peso.

La mujer miró por arriba de sus anteojos en reproche y el menor se movió rápido, quitando su enorme cuerpo con un suave "lo siento".

—En unos segundos estará listo, cariño. Se descosió apenas la costura de aquí al lateral, ni se notará lo remendado. Respira profundo y trata de calmarte. ¿Ya llegó Bruce a la casa? —preguntó para darle conversación y evitar así que pensara en tonterías.

—Sí, desde hace una hora. Está en mi antiguo dormitorio. Estaría arañando las paredes si no estuviera aquí. Aún no lo he visto, estoy muy ansioso. —Exhaló aire con un pequeño rubor en sus mejillas—. Su corazón... Creo que se siente igual que yo. —Se llevó una mano al pecho intentando aquietar sus latidos.

—Yo estoy ansiosa, no imagino ustedes. Han sido unos meses de muchos preparativos y hoy al fin veremos sus frutos. —Sonrió extendiendo la prenda para admirar su buen trabajo—. ¡Listo! Como nuevo. Vamos a ponértelo. —Se puso de pie y ayudó a Clark a colocarse el saco para luego mirarlo de arriba abajo—. Pero que bien te ves, mi niño. Hermoso. Te queda perfecto el traje. Siempre soñé con él día que encontraras a una persona especial, una que te entienda, que sepa quién eres y te ame. Y mírate ahora, todavía no puedo creer que estés tan enamorado y vayas a casarte. Tu padre no está aquí para felicitarte y darte sus buenos deseos, pero sé que dónde sea que nos esté mirando, él te da su bendición. Jonathan estaría orgulloso de ver el hombre en el que te has convertido. —Aguantó un nudo en la garganta y no pudo evitar que unas lagrimitas comenzaran a formarse en sus ojos.

—Gracias Ma. Sé que es así. Él sigue velando por nosotros. —Le sonrió al ver que le tomaba las mejillas con sus manos arrugadas y se agachó un poco para dejar que le diera un beso en la frente.

—Te deseo toda la felicidad del mundo, hijo. —Se abrazaron con cariño, por unos cuantos segundos, y luego Martha se apartó secándose las lágrimas—. Iré a avisar que ya estás listo. Ve yendo a la sala, le diré que lo esperas ahí. —Clark besó sus manos y la vio marcharse por la puerta, bastante conmovida.

Esperó unos segundos intentando calmarse y salió inhalando profundo. Avanzó hasta el living de su casa y ahí caminó un poco para distraerse. Terminó frente a un espejo y se aseguró que todo su atuendo estuviera en orden. Su saco y camisa blanca estaban relucientes y contrastaba con las solapas y pantalones negros. No usaba lentes y sus cabellos estaban un poco revueltos. Se miró curvando su rostro, disconforme, y terminó por despeinarse más hasta lograr su cabello natural: el rizo que acostumbraba descansando sobre su frente. Se acomodó una vez más el moño negro y sonrió una vez listo. Le gustaba lo que el reflejo le devolvía.

       

—Te ves muy bien, Clark —la voz de Bruce le hizo aguantar la respiración, se giró lentamente para encontrarse con su prometido a unos pasos de distancia.

—Y tú te ves hermoso —susurró embelesado, yendo a su encuentro mientras soltaba el aire retenido—. Dios, te he extrañado tanto.

—Igual yo —admitió cerrando sus párpados cuando la mano del kryptoniano reposó en su mejilla, de manera íntima. Volvió a abrirlos y fijó sus ojos en ese cielo despejado que tanto le hipnotizaba—. Es hora. ¿Estás listo?

—Sí... —contestó todavía sumergido en su fascinación—. ¿Y tú? —Retiró su mano con el corazón latiendo a mil. Le encantaba ver la expresión abandonada de Bruce cuando le acariciaba así.

—Más que nunca. —Aceptó el brazo que Clark se apresuró a ofrecer, agarrándose del mismo—. Vamos.

Martha y Alfred esperaron cerca de la salida y se alistaron cuando los vieron aparecer. Ambos habían sido escogidos como padrinos y testigos para acompañar a la pareja al arco donde los aguardaba el juez que celebraría la ceremonia. Como el caballero que era, Pennyworth abrió la puerta y la dama junto con los novios salieron al exterior. Los enamorados se pegaron más camino hacia el sector que aguardaba ansioso por verlos aparecer. Todos los presentes se pusieron inmediatamente de pie, algunos ya con lágrimas en los ojos, y aplaudieron a la pareja que llegaba junto a ellos.

—¿Estás bien? —preguntó Clark en un susurro al ver como Bruce apretaba su brazo con demasiada fuerza—. ¿Te incomoda tantos invitados?

—No estoy acostumbrado a esta exposición.

—¿Qué dices? ¡Bruce Wayne vive rodeado de público y prensa! —seguía hablando bajo para que sólo le escuchara él. Le había parecido divertido su comentario.

—Pero ese Bruce Wayne es una farsa. Esto es real, me tienes aquí, sin máscaras. —Le miró y rodó sus ojos al verle sonreír embobado.

—Eso espero, —le susurró al oído, provocando que su piel se erizara—, porque quiero casarme con el Bruce real.

—Tonto. —Exhaló.

—Pero así me amas.

—¿Qué tanto cuchichean? —Martha preguntó discreta a Alfred sin dejar de sonreír.

—Al parecer cosas de pareja, no se preocupe —acotó mirando a los jóvenes enamorados.

Llegaron hasta el arco y el maestro de ceremonias civil los recibió dándoles la bienvenida.

—Buenas tardes a todos, como sabrán, esta hermosa tarde estamos aquí reunidos para celebrar en matrimonio a Bruce Wayne y Clark Kent. Ante todo, muchas felicidades por haber decidido a dar el gran paso que supone unir sus vidas. En este feliz momento comparten junto a sus seres queridos la dicha que sienten al haber encontrado en el otro a esa persona que les completa y con la que merece pasar el resto de sus días. Hoy aquí, más allá del acto administrativo del papeleo, vienen a declararle a Estados Unidos y todos sus allegados, que se aman. —Los dos héroes se miraron con complicidad unos instantes, diciendo muchas cosas con un simple y sutil gesto—. Ahora comienza un viaje hermoso lleno de felicidad, pero también de duras pruebas. Sean pacientes, tolerantes, siempre respétense, que no les falte el cariño y la confianza, la capacidad para perdonar. Que el amor prevalezca siempre en sus vidas y les sea guía en este nuevo camino a recorrer juntos. Es el mayor deseo de parte de todos los aquí presentes. Tras estas palabras, es momento de dar lectura al acta matrimonial. —Hizo una breve pausa y continuó.

—Esto es demasiado hermoso. Quiero llorar —mencionó Kara que ya lo estaba haciendo, secándose las lágrimas. Ella y varios otros la acompañaban en el sentimiento de felicidad—. Quiero abrazarlos. Todavía no puedo creer que mi primo va a casarse.

—Shhhh, que quiero escuchar —la silenció Conner que estaba a su lado.

—¿Esto te inspira en algo? —bromeó dándole unos codazos—. ¿Ya pensando en casarte con Timmy?

—¡¿Qué?! ¡No! Ya, no hables —dijo todo sonrojado y observó de reojo a su novio que estaba a su lado. Tim le regaló una pequeña sonrisa.

El juez siguió con la lectura de los artículos del Código Civil mientras los novios escuchaban atentamente. El público estaba expectante, sin dejar de ver a la pareja que se veía realmente muy concentrada.

—Bruce se ve hermoso con ese traje azul —comentó Diana con Shayera—. Hoy está radiante.

—Clark también luce muy bien. Es la primera vez que lo veo tan elegante.

—Sí, se ven perfectos. Se ven tan bien juntos. ¿Has notado cómo brillan los ojos de Bruce? Jamás lo había visto tan feliz.

—Ni yo. Realmente se le ve enamorado. Y al parecer todo esto hace que varios otros se animen a dar importantes pasos. John me acaba de proponer vivir juntos.

—¡¿En serio?!

—Shhhh —pidió Barry tras ellas.

—Déjalas, se estaba poniendo interesante —susurró Hal con una sonrisa.

—Yo quiero escuchar al juez, me distraen.

—Perdón, lo siento. —Ambas mujeres hicieron silencio y miraron hacia el frente.

—Hemos llegado al momento clave de la ceremonia en el que ustedes deben tomar la palabra para confirmar lo que sienten el uno por el otro. Así pues, les pregunto. —Miró a uno y luego a otro. Superman sintió mariposas en el vientre y fue esta vez Bruce el que tomó su mano para darle un suave apretón—. Señor Clark Joseph Kent, ¿acepta usted por esposo al señor Bruce Wayne?

—Sí, acepto.

—Bruce Wayne, ¿acepta usted por esposo al señor Clark Joseph Kent?

Los ojos del millonario se giraron directamente hacia su prometido y respondió sin dudar.

—Sí, acepto.

—Muy bien, ahora pueden proceder al intercambio de anillos. —Alfred se adelantó y retiró del bolsillo de su saco la cajita negra de terciopelo donde estaban guardadas las dos hermosas y únicas alianzas en el mundo.

—Esos anillos los forjé yo —mencionó orgulloso Tony a Zatanna que le miraba desconfiada por la repentina acotación—. Bueno, la materia prima la consiguió el Boy Scout, y me aclaró un poco el diseño, pero yo hice el resto de la magia.

—¿Estás coqueteando teniéndome al lado? —Rogers se le quejó al oído en tono indignado.

—Qué dices. Sabes que sólo tengo ojos para ti, cariño. —Le sonrió por los evidentes celos.

—Sí, sí, ambos se mueren de amor por el otro. Ya lo sabemos todos. No dudo que el año que viene sean ustedes los que se casen. Por favor, Steve, súbeme, no veo bien lo que sucede —pidió Abie tirando de su saco, ya que con su estatura pequeña le era difícil ver ante tantas personas altas. Al levantar sus ojos y notar a ambos hombres colorados hasta las orejas, casi suelta una carcajada—. Que tiernos.

—¡Abie! Compórtate —le reprendió el Doctor Henry que conocía muy bien a la niña.

Steve carraspeó observando unos segundos a su pareja que avergonzado miraba hacia adelante—: No es problema. Ven, Abie. —La alzó sobre sus hombros para que pudiera ver—. Tengo pensado pedírselo a fin de años —le susurró en confidencia.

—¡Lo sabía!

Clark retiró la sortija de Bruce y le pasó la propia para luego devolverle la cajita a Alfred. Tomó la mano de su prometido fijando sus hermosos ojos en él.

—Yo, Clark Kent, te tomo a ti, Bruce Wayne, como esposo, y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida. —Le colocó el anillo en su anular izquierdo con una sonrisa imborrable.

—Yo, Bruce Wayne, te tomo a ti, Clark Kent, como esposo, y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida. —Hizo lo mismo con el anillo de su prometido y también sonrió al ver regresar la sortija en su lugar.

—Como juez del Ayuntamiento de Gotham y en virtud de los poderes que me confiere la legislación de los Estados Unidos, yo los declaro unidos en matrimonio. Felicidades, pueden besarse.

Ambos se miraron por unos segundos, amándose y sintiéndose completamente plenos. El sol se escondía tras ellos en esos segundos en donde brillaba más que nunca antes de desaparecer. Con una sonrisa que expresaba miles de sentimientos, se acercaron lentamente hasta que ambos labios se encontraron en un momento único que sellaba esa unión. El beso fue uno de los más cálidos y dulces que habían sentido, y todo lo que sucedía a su alrededor pareció desaparecer quedando solo. No escucharon los gritos de júbilos ni los aplausos entusiasmados. No sintieron los pétalos de flores que saltaban por el aire y les acariciaba en su caída. Ni siquiera fueron conscientes de todo cuando se separaron. Porque solo sus ojos estaban fijos en los otros, en nadie ni nada más.

—Te amo, Clark.

—Y yo igual a ti, Bruce.

 

CONTINUARÁ...

 

Notas finales:

 

Lo seeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!!!! Griten conmigo! Ahhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!

Morí de amor varias veces y volví a revivir. Me ha costado muchísimo, muchísimo este capítulo! Quería que fuera hermoso, especial, que se pudieran transmitir todos esos sentimientos de ellos y cerrar con broche de oro. Era un momento muy importante y debía quedar bien! Al fin se casarooooooon!!!! Yeaaaaaaaaahhhhh!!!!

Tuve muchas dudas, trabas, miedos, me sentía perdida y estancada, por eso tanto tiempo me ha tomado el poder traerles actualización, que para mí es súper importante!!!! Agradezco a todos la paciencia y la buena energía que siempre me envían. Ha sido una dura prueba y ya estamos cerca de darle un cierre a este fic, que para mí es hermoso y tiene un lugar especial en mi corazón. No me extenderé con un cierre porque aún falta el último capítulo, el epílogo de esta historia. Así que todavía no me despediré! Lo haré en el siguiente!!!

Espero como siempre sus comentarios! Saber que sintieron y que les pareció! Gracias infinitas por todo! Y espero que en verdad lo disfruten! Besos y hasta el último capítulo!!!!

Notas finales:

Lamento la demora al subir el capítulo en esta plataforma! Es que parece que por aquí ya no tengo lectores jajajaja, o al menos ninguno se reporta :( Pero, por las dudas, si todavía hay alguien por ahí que la siga leyendo, se las dejo. Ya sólo falta el epílogo!!! Gracias a los que me leyeron en mis inicios y le dieron la oportunidad! <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).