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La semana de Jirou por AliceNya

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Notas del capitulo:

¡SE VAN A PARÍSSSSSSS!!

Ejem, lo siento, me emocioné con mi propio fic jeje. Y para los que el lemon anterior no fue suficiente, les traigo LEMON de nuevo haha xd. ¿Por qué? Porque, claro, están en París :P

Y así llegó el sábado, Atobe ya se había levantado y se había dado una ducha dejando el pequeño que durmiera a pierna suelta ya que no estaba muy acostumbrado a levantarse temprano. La fiesta de la noche anterior terminó en un buen acuerdo para la familia Atobe y un viaje que había que hacer para confirmar el negocio. Como era de esperar, era Keigo el que iría a firmar el contrato, pero obviamente no planeaba viajar solo.


- Cariño, levántate, son las 10 de la mañana –le dijo moviéndolo con ternura.


- No quiero… JAJAJAJA PARA, PARA, YA ME LEVANTO JAJA –Atobe le estaba haciendo cosquillas para levantarlo– ¿Y mi beso de buenos días?


- Te lo di cuando me levanté, tú seguías durmiendo –bromeó–. Ven –lo besó con dulzura en los labios– ¿cómo es que sabes siempre a fresas?


- Ni yo lo sé –dijo con una brillante sonrisa, esas que fascinaban al buchou.


- Abajo te espera tu desayuno, yo tengo que salir por un momento, ¿de acuerdo?


- No te demores –se incorporó para abrazarlo.


- Lo prometo –le dio un beso en la frente– por cierto, no olvides ducharte, hay ropa en el armario que es de tu talla –y se fue.


- Siempre se preocupa demasiado –dijo apelando a la bondad de su Kei-chan.


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Atobe había salido hacia la casa de Jirou para poder dejar todo en orden. Se fijó en cada detalle para que todo esté arreglado y cerró la puerta de la casa con llave. De vuelta en su mansión, le soltó la noticia a su castaño.


- ¡¿EN SERIO IREMOS A PARÍS?!


- Regresaremos mañana mismo ya que tu madre vuelve en la noche –le explicó Atobe a su ya cambiado Jirou– ¿serás mi acompañante?


- ¿Es una declaración?


- Jirou, quiero que me acompañes –le besó su mano– ven conmigo como mi novio.


- …


- …


-…


- Se supone que debes decir ‘sí’, Jirou.


- … –su rostro tenía una sonrisa congelada y de pronto se cayó hacia atrás.


- ¡JIROU! –con la justa pudo alcanzarlo antes de que se golpeara, y lo tenía en sus brazos cerca al suelo.


- ¡KEI-CHAN! –lo abrazó con fuerza y terminaron por caerse.


Se rieron y se besaron, Jirou aceptó muy emocionado y Atobe le pidió que se alistara porque en una hora se irían a París.


- Pero Kei-chan, tenemos que estar 3 horas antes en el aeropuerto…


- ¿Aeropuerto? –se comenzó a reír–. Ore-sama tiene su propio jet privado –y como si hubiera una cortina roja lista para abrirse, ahí estaba el jet que no decía “Don Atobe” sólo porque le habían puesto el apodo para burlarse de él.


- Ohhh… –se quedó mirando el jet por un momento– pero Atobe, mi ropa se quedó en mi casa…


- Eso ya está solucionado, además podemos hacer compras allá.


- ¿Y entonces para qué me dijiste que me alistara? –preguntó algo confundido.


- Es que… –pensó un poco ruborizándose y mirando hacia otro lado– jamás le había dicho a alguien que se alistara, a excepción de Kabaji, pero a nadie como acompañante especial.


- ¡Aw Kei-chan! –corrió a abrazarlo y lo apachurró bien fuerte que dejó sin aire al rey.


- Cof… Jirou… Cof… Está… Bien… –dijo tratando de que lo abrazara un poquito menos fuerte, pero la verdad es que le gustó ser abrazado con tanta intensidad.


Al mediodía salieron rumbo a París, y como no era un vuelo comercial de alguna aerolínea, duró mucho menos que el tiempo normal. En sólo 6 horas llegaron, las cuales Jirou se la pasó durmiendo en el regazo de Atobe mientras éste refrescaba su francés con una selección de poemas de Charles Baudelaire. Para cuando llegaron, Jirou se asombró con la hermosa vista, definitivamente estaba en otro país: pudo ver la Catedral de Notre-Dame y la Torre Eiffel a través de la habitación del hotel en la que se estaban hospedando, Atobe lo llevó a dar una vuelta y visitaron juntos el Museo de Arte Moderno para luego ir al Bosque de Boulogne, cerca de donde vivían los inversionistas franceses de los que le había hablado antes. Eran cerca de las nueve de la noche y fueron a ver a los susodichos anfitriones, pero sólo Atobe entró mientras Jirou se quedó en la recepción. Por suerte, no demoró mucho, sólo entró a firmar el contrato, brindaron un par de veces y salió excusándose diciendo que tenía un encuentro con un amigo al que le urgía ver.


- Oui, oui. Nous comprenons. Au revoir, Monsieur Atobe.


- Au revoir. Monsieur, Madame –dos besos a cada uno en las mejillas.


Al salir…


- ¿Tan rápido? ¿Qué les dijiste?


- Que era para mí más importante estar contigo –dijo con una sonrisa y le dio un beso rápido–. Vamos al hotel.


- Está bien –respondió sonriente. Me pregunto si…


Llegaron besándose a la habitación, casi como en las películas románticas; después de todo, era París. Atobe había llamado para ordenar un vino, recordando que Jirou no pudo acompañarlo la última vez porque se había enfermado; se separó un poco del castaño y le dijo que esperara en el cuarto, por lo que tuvo suficiente tiempo de servir el vino en 2 copas de cristal y arreglarse, sin embargo, Atobe no era el único que había pedido algo a la habitación. Cuando entró a la habitación, se quedó con la boca abierta.


- ¿Te gusta? –preguntó tímidamente, cosa que lo volvía aún más loco a Atobe.


Resulta que Jirou había visto una tienda de lencería y disfraces muy sexys, por lo que decidió comprar uno a nombre de la habitación. Era un traje de Maid sexy: se había puesto un corsé de tela blanca con negra que tenía atrás el lazo que sostenía el top, la falda negra era bastante corta y con volados al estilo burlesque, aunque el mandil blanco resaltaba por sus diseños de encaje; además, se había puesto unas medias negras transparentes hasta el muslo con un liguero negro que tenía lazos blancos decorados en las tiras, y para terminar, se había puesto unos tacos bastante altos de color negro además de una adorable tiara blanca.


- Estás… Estás… –se lo estaba comiendo con los ojos sin poder articular más palabras.


- ¡Pero di algo coherente! –cuando dijo eso, saltó un poco y se le cayó la tiara, por lo que se agachó a recogerla y la vista que tuvo Atobe de Jirou no se podía comparar con nada– ¡Hey!


Atobe lo había tomado de la cintura y lo estaba tocando por los muslos, recorrió las tiras de los ligueros haciendo temblar a Jirou y excitándolo con el roce de sus dedos. Movió un poco la ropa interior que se había puesto y empezó a hurgar en ella buscando cierto agujerito que quería tocar. Cuando lo encontró, Jirou dio un respingo que casi se cae por los tacos, sin embargo, Atobe lo tenía fuertemente sujeto con su otro brazo y empezó a besarle el cuello dejándole marcas bastante notorias.


- Por qué me haces esto, Jirou… Sólo pienso en ti, ya no puedo mantener más la compostura –le dijo todavía besándolo por detrás y dilatándolo. Dos dedos. Tres dedos. Jirou ya estaba acostumbrándose a la intrusión de Atobe, por lo que estaba más que listo para que lo hiciera suyo ahí mismo. El peligris estaba fascinado con el pequeño, su miembro tardó menos de 5 segundos en responder a la excitación que le había causado Jirou, por lo que lo llevó a la cama todavía tocándolo y éste se echó de tal modo que dejaba entrever su entrada con la falda levantada. Atobe se desvistió rápidamente para no perder tiempo y se abalanzó sobre el castaño con algo de rudeza, pero a Jirou no le importó, quería sentir a su adorado buchou dentro de él.


- Kei-chan… Aquí… –dijo con voz sensual, indicándole a Atobe que comenzara ya, a lo que éste por nada del mundo se negaría.


- Eres mi perdición, Jirou –lo posicionó de lado y le abrió las piernas para meter su miembro de una vez. Jirou soltó un gemido de satisfacción por tenerlo dentro de sí y la cosa empezó a mejorar cuando Atobe empezó a moverse.


Mientras lo penetraba, tocaba el cuerpo del castaño, cada parte de su traje y de su piel, todo era hermoso en él y necesitaba sentirlo lo más cerca que pudiera; así, desató el lazo del corsé y lo dejó sólo con la indumentaria inferior. Empezó a acariciar su pecho y luego pasó a sus pezones, los cuales jaló primero suavemente y después con más intensidad, pues estaba demasiado excitado como para pensar en otra cosa.


- K-Kei-c-chan… Me vengo… Ahhh… –se vino bastante, pero Atobe no iba a dejar que eso acabase ahí.


- Falto yo, cariño –dijo sentándose al borde de la cama y haciéndole señas para que le chupara el miembro.


- Estoy a tus órdenes –sonrió el castaño, le guiñó el ojo cuando llegó a él y se arrodilló–. Mmmm…


Atobe estaba hipnotizado por los movimientos de Jirou al masturbarlo, pues esa cara de ángel que tenía escondía bastante lujuria y pasión, y se alegraba de que sólo él pudiera ver esa faceta. Acarició los mechones del castaño y no pudo evitar tomar su cabeza y acercarlo más a su miembro, el cual Jirou succionaba con mucho gusto. Sentía que estaba por venirse, los jadeos del rey eran más audibles y cuando se vino, tomó con fuerza la cabeza del pequeño para que se lo tomara todo. Éste obedeció y se lo tomó sin dejar ni una gota.


- Te amo, Jirou –dijo Atobe con una sonrisa torcida porque estaba todavía con la sensación de éxtasis en su cuerpo.


- Kei-chan… ¿Estás cansado? –preguntó.


- Sólo un poco… ¿Por?


- Quiero más –respondió sonrojado, pero con intención de volver a tomar la iniciativa.


- Entonces ven –lo besó y lo llevó de nuevo a la cama, pero Jirou empujó a Atobe a la cama mirándolo a los ojos y se acomodó encima de su miembro.


- Quiero hacerlo todos los días, Kei-chan –se ruborizó de nuevo, pero al empezar a moverse, empezó a gemir y a poner esa cara que hacía que Atobe lo deseara cada vez más. Sé siempre mío, Jirou.


El castaño enrolló sus brazos en el cuello del rey y éste le lamía y mordía la oreja abrazándolo mientras se movía. Atobe quería disfrutar de Jirou todo lo que podía, por lo que le pidió que se masturbara también, cosa que hizo. Verlo con la corta falda, el ligero y las medias, tocando su propio miembro por petición de Ore-sama, era una imagen que Atobe tendría por el resto de su vida tanto dormido como despierto. Jirou estaba disfrutándolo tanto que sus gemidos y jadeos se incrementaron, por lo que Atobe lo apretó más hacia sí y el castaño pudo ahogar sus gemidos en el cuello del peligris, excitando a éste ya que prácticamente estaba gimiendo en su oído.


- J-Jirou, voy a … A venirme… Mmmm… ¡Ahhh! –su líquido llenó por entero la entrada del castaño, el cual se vino al mismo tiempo manchándose ambos. Esta vez, Atobe recorrió el cuerpo del pequeño con su lengua, logrando que se volviera a excitar–. ¿Quieres volverlo a hacer?


- ¿Tú qué crees? –respondió con la vista puesta en su propio miembro, que se encontraba de nuevo duro.


- Mírame –lo tomó del mentón y lo acercó a su rostro–. Eres mío, Jirou, quiero ser yo el único que puede tocarte. Y soy tuyo también, sé que no podría vivir sin ti –lo besó con mucha pasión y fuerza, pues no concebía el simple hecho de perderlo, por lo que el beso llevó bastante intensidad. Sus lenguas jugaron una con la otra, ambas recorrieron la cavidad bucal del otro y no querían separarse; las manos de ambos volvieron a tocar el cuerpo del otro, cayendo en el hechizo de Eros una vez más.


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Luego de la tercera vez, Atobe volvió a pedir servicio a la habitación y le trajeron otra botella de vino. Sirvió en nuevas copas y le dio una a Jirou, quien estaba desnudo en la cama. Atobe llevaba una bata que se puso para abrir la puerta.


- ¿Vino?


- La otra vez no podías tomar –le explicó Atobe–. Y quiero compartir esto contigo. Salud, por nosotros.


- Salud –sonrió el castaño, quien de un trago se tomó lo que había en la copa– ¡qué rico!


- Baka, no debiste tomártelo todo así –negaba con la cabeza pero tenía una sonrisa–, ya que te vas a dormir en un par de minutos, respóndeme algo primero… ¿Quieres compartir tu vida conmigo? Quiero hacerte feliz siempre, no hay nada más valioso para Ore-sama que tú… ¿Qué dices?


- Kei-chan, yo… yo… –el vino le chocó casi instantáneamente, por lo que cerró los ojos y se echó a roncar. Lo bueno era que estaba en la cama todavía, y lo mejor es que Jirou terminó soñando con su adorable buchou. ¡Sí, Kei-chan, sí, mil veces sí!


- Serás… –sonrió Atobe, y se echó a su lado abrazándolo, tapándose ambos con el edredón– Te amo, dormilón de mi vida –le besó el cabello, y se durmió a su lado.

Notas finales:

El capítulo que viene sería el último, pero no sé si hacer un "Extra" como para ver cómo va la relación después de esa semana. Si tienen alguna idea de cómo quieren que sea el extra, me la dejan en un review n_n.


¡Nos vemos!


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