Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Indómito por Miss Eun

[Reviews - 33]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola :3 Pues me rehusaba a subir este fic, porque no estaba muy convencida, pero terminé cediendo (?) No sé cuantos capítulos tenga, porque aún no termino de escribirlo. Está basado en el Omegaverse, y no sé. dskjhfdjkdas disfrutenlo.

Notas del capitulo:

Disfrutenlo, no me odien y no vemos luego :3

***

La brisa matutina se filtraba por entre las cortinas grises que adornaban la ventana de la pequeña habitación. Los tímidos rayos de sol caían suavemente sobre la espalda descubierta del castaño, que se encontraba profundamente dormido sobre su cómoda cama.

 

El día que todos habían estado esperando impacientemente había llegado, todos menos Byun Baekhyun, quien se rehusaba rotundamente a formar parte de aquello. Baekhyun no finalizaba de comprender la lógica del Sanyang, o tal vez sí, pero era incapaz de aceptarlo por completo.

 

Le parecía una atrocidad, aunque tuviera su lógica y razón de ser -aparentemente muy bien fundamentada-, no terminaba de parecerle injusto. Toda su vida había sido preparado para ese momento, el día en el que todos los Alfa y Omega con dieciocho años cumplidos debían asistir al Sanyang, que básicamente consistía en un sistema de emparejamiento donde mágicamente los Omega encontraban a su Alfa predilecto. Estúpido.

 

Había sido testigo de diversas parejas formadas en el Sanyang y muchas de éstas, no terminaban de sentirse forzadas, superficiales y por supuesto, faltas de afecto. Era claro que él no quería eso, no quería ser emparejado con alguien a quien ni siquiera fuese capaz de dirigirle la palabra. “Cada Omega y cada Alfa encontrarán a su pareja destinada a través del Sanyang” era lo que prometían, promesa que era imposible tragarla completamente.

 

La alarma empezó a resonar dentro de la habitación, anunciando las siete de la mañana en punto. El castaño se movía alteradamente entre las sábanas tratando de liberarse de su aprisionamiento para poder buscar el botón que apagaba el bullicio generado por el dichoso aparato.

 

Cuando finalmente logró apagar su despertador, se sentó al borde de la cama mientras frotaba sus ojos, seguido por un enorme bostezo que terminó en pequeño chasquidos de lengua. Rascó su cabeza pasando sus dedos entre su cabello enmarañado y desganadamente posó sus ojos en el calendario que yacía sobre su escritorio enfrente de la cama y reaccionó, era ese día.

 

Abrió sus ojos como platos gigantes, no podía creer que se le hubiese olvidado que el famoso día por fin había llegado. Había diagramado miles de planes en su cabeza que le permitieran de alguna u otra manera, evitar ese fatídico evento, todos resultando como un completo fracaso. Maldecía ser un Omega sumiso y tranquilo, claro que Baekhyun era todo menos sumiso y tranquilo. Maldecía el hecho de que los Alfa Clase A, tuvieran el privilegio de prolongar su participación en el Sanyang si así lo querían.

 

Y Escapar no era una opción, no podía huir, no si no quería ser encerrado por conspiración contra el Alto Régimen y traición a la nación. “El Sanyang es para nuestra supervivencia, es nuestro deber como Omega satisfacer las necesidades de los Alfa”, era lo que les habían enseñado desde prácticamente toda la vida. Y para el castaño era inaceptable que su existencia se basara básicamente en servir a los Alfa.

 

Impotente, se levantó para dirigirse a la ducha y arreglarse de la manera apropiada para el Sanyang, aunque al pequeño eso lo tenía sin cuidado, sin embargo existían leyes que tenía que cumplir. Salió del baño para proceder a vestirse con su blanca camisa de gala mientras maldecía a los Beta, quienes no tenían que someterse a dicho ritual para encontrar pareja, ellos podían relacionarse con quien se les apeteciera y formar una familia.

 

Los Beta se dedicaban al cuidado de los Omega, pues al contrario de los Alfa, eran inmunes al aroma que desprendían al entrar en celo y tampoco sentían la necesidad de obedecer fervientemente a los Alfa, no de la misma manera en que los Omega lo hacían.

 

—Malditos bastardos —se murmuró furiosamente a sí mismo mientras terminaba de ponerse sus pantalones blancos a regañadientes. —Malditos Alfa… Malditos Beta… Maldito Alto Régimen… —seguía refunfuñando mientras anudaba su corbata color plata.

 

Cuando hubo terminado de maldecir a diestra y siniestra a casi toda la humanidad, salió de su habitación bajando por las escaleras hacia el primer piso. El hogar de Baekhyun era el típico y tradicional hogar de una familia Omega Clase A. Una casa de tamaño mediano capaz de cubrir todas las necesidades básicas y uno que otro privilegio.

 

Las clases sociales eran un tema un tanto delicado y confuso para la sociedad en general. Los únicos que parecían tener estabilidad eran los malditos Beta. Al contrario, para los Alfa y los Omega, eso era una patada en los cojones.

 

La sociedad en general, se dividía en Alfa, Beta y Omega. Los Alfa estaban en lo alto de la pirámide social, seguidos por los Beta y en el último peldaño estaban ellos, los Omega. Y como si eso no fuese lo suficientemente malo, los Alfa y Omega se dividían en sub-clases sociales dentro de ellas, para terminar de caer completamente en la miseria.

 

Los Alfa Clase A, eran aquellos privilegiados que formaban parte del Alto Régimen. Básicamente ésta clase social se basaba en las familias de los parlamentarios, ministros de estados y claro está, el Rey y su jodida familia. Dentro de la Clase B, se encontraban los funcionarios públicos en segunda instancia y aquellos que servían “valientemente” a su nación, como los militares y policías. La estúpida Clase C dentro de los Alfa, se basaban prácticamente en los famosos del entretenimiento y la farándula, grupos musicales, actores, modelos, entre otros.

 

Por otro lado, los Beta no se dividían, eran Beta y punto, sin complicaciones. Usualmente los Beta se dedicaban a la medicina y sus diversas profesiones, como doctores, paramédicos, enfermeras, veterinarios y así sucesivamente. Sin embargo, eran tan malditamente necesarios para que todo funcionara como debería de funcionar.

 

En los Omega, la Clase A eran aquellos “privilegiados” empresarios y sus familias. Si bien tenían muchos privilegios dignos de la Clase Alfa, no era más que el derecho de poder quedarse con sus ingresos en su totalidad y pagando los impuestos correspondientes al Alto Régimen. La Clase B eran básicamente aquellos que dedicaban su vida a un empleo o negocio dentro de los estándares de un Omega promedio, barrenderos, panaderos, profesores, motoristas, etc. Vivían una vida tranquila a pesar de no tener una estabilidad totalmente asegurada. Finalmente, la Clase C eran básicamente los pobres, aquellos que no tenían un hogar o por alguna extraña razón no tenían una familia. Dentro de ellos, también estaban los traidores, que luego de pagar sus años en prisión, eran de cierta forma, desterrados a una vida dónde eras considerado una lacra.

 

Y Baekhyun no quería vivir el resto de su vida como un ermitaño traidor.

 

Tragó saliva gruesamente al imaginarse como un pobre mendigo durmiendo debajo algún puente mientras trataba mantenerse en calor con páginas de periódicos en el crudo invierno. Se estremeció. Y es que nadie estaba seguro, nadie excepto los Alfa Clase A, que serían Clase A por el resto de su maldita existencia.

 

Porque no estabas cien por ciento seguro de tu estatus social por completo sino hasta después de Sanyang. Los Omega podían permanecer a una Clase social Alfa y viceversa, sin embargo, dependía de muchos factores, como la clase social del Alfa destinado a un Omega, por ejemplo.

 

Los Omega podían subir fácilmente la escala social al ser emparejados con un Alfa de clase superior, así como un Alfa podía bajar de clase social al concebir un hijo Omega. Así era como se manejaba, estúpida, si le preguntasen a Baekhyun.

 

Bajó su mirada hasta las palmas de sus manos, que se encontraban temblando en ese preciso instante. Una mezcla de emociones acaparaba el pecho de Baekhyun, no estaba seguro si era rabia o nerviosismo el que hacía que sus manos estuvieran gélidas como un par de hielos gigantes. Se dirigió lentamente hacia el comedor, que se encontraba atravesando la sala de estar. Su madre acomodaba delicadamente el blanco mantel sobre la mesa de madera.

 

Siempre habían tenido una vida relajada y libre de preocupaciones. Su madre era todo lo que se podría considerar el estereotipo ideal de un Omega; tranquila, sumisa, complaciente y delicada, alguien que un Alfa posesivo como su padre quisiera proteger de todo peligro. Eran ideales el uno al otro, se complementaban perfectamente pero Baekhyun siempre pensó que el cariño y afecto de sus padres no iba más allá de un triste amor fraternal.

 

Los amaba a ambos, no podía negarlo, sin embargo, nunca había podido ser testigo de ese brillo en la mirada de su madre al momento de ver al Alfa que llegaba cada día agotado luego de una larga jornada de trabajo. Y eso era lo que él quería evitar, porque lo necesitaba. Necesitaba sentir emoción cada vez que observara a su Alfa destinado, esa chispa y pasión que se suponía debería de sentir al momento de encontrarse. Necesitaba tener el deseo de permanecer aferrado a esa persona.

 

Baekhyun le regaló una sonrisa serena a su madre, quien se acababa de percatar de su presencia, tratando de ocultar su cóctel de sentimientos encontrados.

 

—¿Nervioso? —preguntó sonriendo de la misma manera

 

—No… Bueno, un poco —confesó

 

—Todo estará bien, el sistema es infalible —afirmó

 

—¿Segura? —su tono de voz era serio al igual que su expresión

 

—¿Por qué habría que dudarlo? —preguntó extrañada

 

—Olvídalo —volvió a sonreír

 

Decidió que quería evitarse algún tipo de discrepancia con su madre, no era el momento adecuado y para ser sinceros, nunca lo sería. A veces odiaba realmente el hecho que, a pesar de ser un Omega, tenía el carácter de un Alfa provocando muchas veces serías peleas y desacuerdos con su padre. Éste hecho siempre le carcomía el cerebro al pobre Baekhyun, que no podía terminar de procesar la idea de haber nacido como un jodido Omega con complejo de macho Alfa.

 

Se acercó a una de las sillas del comedor para poder sentarse cómodamente mientras jugaba con sus dedos siguiendo a su madre con la mirada. La pequeña y delicada mujer se movía entre la cocina, terminando de servir el desayuno. Era el último desayuno de Baekhyun junto a su familia hasta dentro de un tiempo.

 

Su madre depositó suavemente el plato de hot cakes frente a él, acompañado de un vaso mediano de dulce jugo de naranja. Ella sabía que ese era el desayuno favorito de su hijo, y quería complacerlo por última vez, tomaba su asiento frente a Baekhyun luego de dejar el plato en el espacio de la cabecera. Esperaban que el Alfa de la casa hiciera acto de presencia para poder proceder con su desayuno.

 

Baekhyun casi podría jurar que vio una lágrima brotar de los ojos de su madre al momento en el que él dio su primer bocado haciendo que se formara un incómodo nudo en su garganta provocando que el procesar de sus alimentos fuera más difícil. Y se sorprendió aún más cuando se encontró con los cristalizados ojos de su padre, que tomaba insistentemente de su jugo de naranja cada vez que su madre mencionaba algo relacionado con el Sanyang.

 

Si bien, su padre no era un tirano, sin embargo, para los Alfa era muy difícil demostrar sus sentimientos al ser tan orgullosos, teniendo siempre su puto instinto de proteger a la familia haciéndoles sentir que nadie podía nunca verlos vulnerables.

 

El pobre y desesperado Baekhyun se mordía la lengua cada vez que le decían que el Sanyang era totalmente verídico y no quedaría decepcionado, pero joder, él no quería conocer a su pareja de esa manera. El necesitaba encuentros repentinos, roces coquetos y electricidad recorriendo su cuerpo al observar a su Alfa. Estaba al borde de la histeria y casi podría jurar que, de no ser porque valoraba demasiado su vida, se hubiera apuñalado él mismo con el cuchillo con el que estaba comiendo.

 

Al terminar el desayuno, su padre se quedó sobre su silla mientras tomaba lentamente el periódico que yacía sobre la mesa. Baekhyun se dedicó a ayudar a levantar la mesa junto con su madre, tratando de olvidarse por un momento que tendría que marcharse dentro de poco tiempo y que prácticamente se sentía como una mierda impotente al no poder hacer nada al respecto.

 

Las delicadas y suaves manos de su progenitora se posaron lentamente sobre una de sus mejillas, deteniendo su tarea de secar los platos que ella acababa de lavar. La miro extrañado y se pudo percatar de la humedad de sus ojos con esas tímidas lágrimas que amenazaban por salir de ellos. Baekhyun posó su mano sobre la mejilla de su madre, contraria a la de ella.

 

—Tranquila. —le dijo mientras le daba una sonrisa serena

 

—Promete que serás feliz. —dijo mientras las primeras lágrimas empezaban a caer de sus ojos — Promételo —insitió

 

—¿Por qué no sería feliz? —un brote de curiosidad nació dentro de él

 

—Solo promételo, ¿Quieres? —su voz empezaba a quebrantarse

 

—Madre… —dijo suplicante, realmente quería  hacerlo. Quería prometer que sería feliz pero, ¿Cómo podía prometer algo si no estaba seguro de poder cumplirlo? —¿Tiene que ver con el Sanyang? —preguntó luego de unos segundos de silencio viendo fijamente los ojos de su progenitora.

 

—Baek… —dijo en un susurro, como si se tratara de un secreto —Solo… haz lo que dicen ¿Sí? —su expresión de preocupación no hacía más que afligir al pobre Baekhyun, en ese momento no entendía ni una mierda y mucho menos el repentino cambio de su madre, quien parecía guardar un enorme secreto de estado sobre sus hombros.

 

—Madre, por favor… —comentó casi exasperado por completo.

 

—Lo harás bien, por favor, cuídate. —expresó regresando a su tono de voz regular obviando la pregunta que su hijo le había hecho.

 

El joven abrió su boca para empezar a bombardear a su madre con preguntas, quería saciar su hambre de respuestas ante todas las dudas generadas en ese momento, sin embargo, la gruesa voz del Alfa se había hecho presente en la escena, carraspeando con su garganta para hacerse notar entre su adorable esposa y su hijo, haciendo que éstos soltaran su mano de la mejilla del contrario.

 

—¿Se despiden ya? —preguntó esbozando una débil sonrisa que Baekhyun definiría como ¿nostálgica?, y eso era extraño. —Aún faltan unos minutos para que te vayas… —acortó la distancia que había entre ellos mientras se dirigía a Baekhyun apoyando la palma de su mano sobre el hombre del menor.

 

—Nunca estaré lista para ver a pequeño volar del nido —expresó su madre con una mirada de ternura mientras sonreía tímidamente

 

—Eso lo sé perfectamente —contestó el Alfa regresándole la misma sonrisa a su esposa. —Baekhyun, ven… Tengo que hablar contigo y luego nos iremos. —ordenó mientras retomaba su rol posesivo y emprendía camino a su despacho atravesando el arco que separaba al comedor de la sala.

 

Baekhyun suspiró profundamente y se dedicó a seguir a su progenitor hacia su despacho, el cual se encontraba en la segunda planta de la casa justo en medio de su habitación y la de sus padres. El Alfa abrió la pesada puerta de madera oscura, girando el viejo pomo dorado.

 

El Omega se adentraba a la habitación lentamente, un paso a la vez. En toda su vida, solamente había tenido la oportunidad de entrar al despacho de su padre dos veces y en ambas ocasiones se debía por algún tipo de reprimenda adjudicada a su rebelde comportamiento. Sí, un Omega rebelde era inaudito.

 

El fornido hombre tomó su respectivo asiento sobre la gran silla de cuero negro por detrás del robusto escritorio de madera, indicándole con una mano a su amado hijo que procediera tomar asiento. Tragó saliva gruesamente reduciendo la distancia para proceder a sentarse sobre una de las sillas de madera y terciopelo rojo que yacían frente a él.

 

El estudio del mayor de los Byun tenía las paredes recubiertas de papel tapiz blanco, un pulcro y encerado piso de madera. Justo al fondo de la habitación estaba situado el imponente escritorio fabricado con madera de nogal de primera calidad, las sillas, de la cuales una era ocupada por el Omega, estaban fabricadas de la misma clase de madera oscura, sus asientos y respaldos estaban recubiertos con tela aterciopelada en tono bermellón, que armonizaban perfectamente en el lugar.

 

Justo detrás de la silla de cuero negra, se encontraba el enorme retrato del abuelo Byun, acomodado estratégicamente sobre la pared quedando justo en el centro, siendo la principal punto de atención al momento de entrar a la estancia.

 

El Omega siempre se había peguntado como carajos se podían dar esa clase de lujos, porque a pesar de ser Clase A dentro de los Omega, ninguno tenía la clase de privilegios que su familia tenía y, si la tenía, lo aparentaban demasiado bien. El silencio en el que se encontraban fue interrumpido segundos después por el carraspeo de la garganta de su padre mientras que él movía insistentemente sus dedos sobre el brazo de la silla, nervioso.

 

—Hijo… Escúchame bien… —Su tono denotaba cierta preocupación que no era común en él, causando alerta sobre el susodicho. —Sé que toda la vida te he estado reprendiendo debido a tus impulsos, por actuar sin pensar… —respiró profundo haciendo que el aludido frunciera su ceño —Pero, es tiempo que sigas tus instintos…

 

—No entiendo… —interrumpió al borde de la desesperación.

 

—Baekhyun… Siempre quise tener un hijo Alfa, sin embargo… Cuando naciste y supe que eras un Omega, mi alma estaba plenamente feliz y me di cuenta, que no me importaba si eras un jodido Alfa, yo amaba a mi hijo. —sabía lo difícil que era para su padre decir esas palabras, su orgullo de mierda nunca se lo había dejado. —Pero, resultó que mi hijo sí era un Alfa… —Baekhyun abrió sus ojos, impresionado —Un maldito Alfa encerrado en un Omega —rió levemente con ternura paternal. —Baek… Debes saber que quiero inmensamente a tu madre, le estoy sumamente agradecido por la familia que me ha dejado formar junto a ella. La vi por primera vez cuando tenía tu edad y era la criatura más hermosa que mis ojos jamás habían visto. —la nostalgia brotaba de sus ojos. —A pesar de ser un Omega, siempre percibí que tenías mucho más valor y tenacidad que yo, no pierdas eso. Haz lo que te dicen, no lo olvides. —concluyó observando firmemente los ojos de Baekhyun, quien empezaba a rascar su cabeza exasperado por no entender ni una mierda.

 

—Joder… —murmulló —¿Qué se supone que es todo esto, quieres explicármelo? —finalmente había explotado, no soportaba la situación, no se suponía que era lo que debían de decirle sus padres, solamente tenían que mandarlo a su puñetera suerte directo al Sanyang.

 

—Todo a su tiempo, Baekhyun. —dejó por terminada la conversación levantándose de su asiento y situándose fijamente justo frente a la puerta abierta de la estancia, invitando a su hijo a salir de ella. Baekhyun aún seguía tumbado sobre la rígida silla analizando cada palabra emitida por el Alfa tratando de encontrarles algún sentido.

 

***

 

Las maldiciones que había disparado esa mañana a diestra y siniestra, parecían seguir naciendo en la cabeza de Baekhyun. Maldecía la puta situación de mierda que le acababan de hacer vivir sus padres, cuestionando aún más aquello por lo que estaba a punto de ser sometido.

 

Repetía nuevamente las palabras de su padre, estaba agradecido con su madre y le tenía un cariño infinito… Y esa era una palabra clave, “cariño”, nunca mencionó amor, nunca lo había hecho realmente. No existía amor entre sus padres, sin embargo, ella estaba marcada por él como su Omega. Nada tenía sentido.

 

Realizó un viaje de regreso a la tierra de manera abrupta al sentir el frenazo realizado por el bus en el que se transportaba de camino al primer día del resto de su vida. ¿Realmente se estaba rindiendo tan fácil? No podía ser ese su destino, se lo seguía negando rotundamente. Estaba empezando a creer que ser un puto traidor pordiosero de la calle era una mejor opción.

 

Respiró profundamente, llenando sus pulmones de aire y expulsándolo lentamente después de unos segundos de haber estado reteniéndolo dentro de su organismo. Procedió a asomar su rostro por la ventana correspondiente a su asiento.

 

Una extensa fila de buses estaba frente al suyo, camino a la sede principal del Alto Régimen. Sus padres lo habían dejado en la estación de Pungnam, donde tomaría el autobús correspondiente para ser llevado a Seoucho, atravesando toda Gangnam.

 

Todos y cada uno de los sometidos al Sanyang había recibido una carta con anticipación, detallando cuidadosamente las instrucciones que debían seguir hasta llegar al Alto Régimen, donde se les iba a ser conocedores de la siguiente etapa.

 

Baekhyun debía estar a las diez en punto en la estación de Pungnam, cerca de su residencia. A dicho lugar acudirían exclusivamente los Omega pues insistían que no debían mezclarse con los Alfa hasta que fuese el momento adecuado.

 

Hablar detalles del Sanyang estaba estrictamente prohibido para aquellos que ya habían pasado por él y eso a Baekhyun le parecía una mierda. ¿Cómo cojones esperaban que uno estuviera preparado para lo-que-sea-que-quieran que hiciesen en el Sanyang? Las personas que salían del dichoso rito siempre terminaban como imbéciles sin alma y tardaban en recuperarse no menos de tres meses.

 

Sus manos sudaban frio mientras las mantenía sobre su regazo, sus piernas se movían impacientemente, ansiosas mientras observaba insistentemente por la ventana. Era un manojo de nervios, y la persona que estaba sentada a la par de él lo fulminaba con la mirada, pues sus movimientos no hacían más que desesperarlo.

 

—¿Te quieres calmar? —dijo una voz con tono molesto, sucumbiéndolo nuevamente de sus pensamientos

 

—Ehh… —balbuceó, pronto se dio cuenta del movimiento que inconscientemente realizaba. —Lo siento.

 

—¿Tan impaciente estás por conocer a tu Alfa? —preguntó relajando sus facciones, divertido.

 

—Ni te imaginas cuánto… —irónico, volteó a ver a su compañero de asiento mientras suspiraba.

 

—Relájate, Baek, ¿quieres? —rió

 

—No me digas que me relaje, Kyungsoo. —susurró molesto —todo el jodido mundo me ha estado diciendo eso desde que empezó el puto día. —el aludido se echó a reír ante la desgracia de su amigo.

 

—Sé que esto no te emociona, pero deberías aceptar lo inevitable.

 

—Inevitable mis cojones. Sabes que no confío en esta mierda, no me da buena espina. —frunció su ceño, mirando fijamente el rostro del otro.

 

—Ese es tu problema, estás paranoico. Deja de lado tu complejo de Alfa y concéntrate.

 

—Joder, mi complejo no tiene nada que ver aquí. Créeme cuando te lo digo, Kyungsoo, ésta mierda es sospechosa.

 

Kyungsoo estaba a punto de refutar la estúpida e idiota idea de su amigo, el bastardo paranoico que desde dos meses no paraba de maldecir a todo aquello que estuviera relacionado con el Sanyang insistiendo que se trataba de alguna clase de complot sobre cualquier-mierda-que-estuviesen-escondiendo. El pobre Omega siempre terminaba tratando de retirar esa clase de ideas del otro, sin éxito alguno. Muchas veces también, terminaba debatiéndose a sí mismo como era que seguía siendo amigo del hijo de puta de Baekhyun, quien no hacía más que meterlo en problemas desde que ambos eran unos infantes de apenas siete años.

 

Un Beta se había adentrado al frente del autobús, carraspeando su garganta para llamar la atención de todos los presentes, interrumpiendo la insulsa discusión que mantenían los dos Omegas.

 

—Tengan buen día —dijo finalmente el hombre de alta estatura, con una sonrisa forzada —Mi nombre es GunWoo y seré uno de los tantos encargados durante el Sanyang, eso incluyendo la pre y post ceremonia.

 

—¿Post ceremonia? ¿Qué carajos? —se preguntó Baekhyun en un susurro que solo él alcanzaba a escuchar, frunciendo el entrecejo.

 

—Ahora, hagan el favor de salir ordenadamente y síganme. —concluyó borrando inmediatamente la mueca que tenía dibujada por sonrisa, agradecido mientras salía del autobús.

 

—Vamos, Baek, apresúrate —dijo Kyungsoo, quien ya se encontraba de pie, picando repetidamente el hombro de Baekhyun con su dedo índice. —¡Baek!

 

—¿Qué pasaría si me escapo? —volteó a ver a su amigo en un rápido movimiento, mostrando desesperación en su rostro.

 

—¡No..! No me jodas, Baek. —dijo bajando su tono de voz a un susurro —¡Levántate, idiota! —frunció su entrecejo —¿Qué mierda estuviste fumando?

 

—No he estado fumando nada, joder. —explicó al mismo tiempo que se ponía de pie —Entiende, Soo, algo aquí es extraño —comentaba mientras era arrastrado por la muñeca a través del estrecho pasillo del autobús. —mis padres… —se acercó a su oído para evitar que alguien más les escuchara —mis padres actuaban muy raro hoy, dijeron unas mierdas como que “sea feliz” y “seguir mi instinto”. ¿Qué coño es eso? ¡Ellos no son así, Kyungsoo! —el susodicho empezaba a preocuparse por su amigo, su rostro era una combinación de emociones que no podría describir con exactitud, una mezcla entre nerviosismo, paranoia y desesperación añadiendo, quizá, frustración.

 

Si lo que su amigo decía era verdad, no podía evitar empezar a inquietarse un poco. Por primera vez desde que había empezado con su puta paranoia al Sanyang, decía algo capaz de hacerle dudar de lo que hacía. Los padres de Baekhyun se caracterizaban por seguir las reglas del Alto Régimen al pie de la letra, eran ciudadanos modelos de Pungnam, generosos y caritativos. Kyungsoo siempre había admirado a los padres de su amigo, especialmente a su madre, que era la imagen viva de un ángel, no solo por su aspecto sino también por su personalidad tan admirable dentro de los estándares Omega.

 

Él menor sabía perfectamente que Baekhyun había sido criado de manera que obedeciera siempre las leyes impuestas por la sociedad. Aunque por desgracia para sus ejemplares progenitores, el bastardo era un rebelde sin compostura.

 

Kyungsoo ya no pudo decir nada más al respecto, porque tenía razón. Ellos no eran así.

 

Siguieron caminando hasta llegar finalmente a la puerta del autobús, bajando ambas gradas cayendo agraciadamente sobre el pavimento. Baekhyun levantó su mirada, tratando de relajar sus músculos. Observaba el imponente edificio que se levantaba frente a sus ojos, era el Centro de Operaciones del Alto Régimen. El edificio utilizaba tecnología de punta, última generación, operado por los mejores ingenieros mecatrónicos, eléctricos y demás.

 

Los grandes ventanales polarizados reflejaban en ellos la ciudad y justo arriba del edificio se encontraba el enorme pentágono negro del Alto Régimen. Sí, tenían un gran complejo, casi tan grande como el de Baekhyun, que lo único que pudo hacer ante esa imagen fue preguntarse quién era el jodido arquitecto que se había dado a la tarea de diseñar descomunal pieza.

 

Porque era pensar en eso o echarse a llorar en el piso como un crío. Y su orgullo no se lo permitía.

 

Los formaron en diferentes filas, siguiendo ciertas clases de criterios que a Baekhyun no le interesaban en lo absoluto. Para su suerte, no le habían separado de Kyungsoo pero era consciente que lo harían en algún momento. Según el toca pelotas de GunWoo, serían llevados a una cámara para llenar papeles protocolares y toda esa mierda que se suponía, habían hecho ya. Sin embargo, querían asegurarse de que cada uno de los sometidos estuvieran presentes, para evitar cualquier infiltración.

 

“¿Infiltración? ¿Qué clase de infiltración?”

 

Empezaron su andar de camino al edificio junto al de Centro de Operaciones, porque era obvio que no los dejarían entrar a esa mierda robótica. El Sanyang era realizado en otro exclusivamente para ello y que cubría las necesidades que el ritual demandaba. El edificio era descomunal, con paredes blancas y puertas de cristal polarizado.

 

—¿Escuchaste? —murmuró acercándose al oído de Kyungsoo, quien iba justo delante de él en la fila.

 

—¿Escuchar qué? —cuestionó molesto tratando de verlo por el rabillo del ojo.

 

—Dijo la palabra “infiltración”. ¿Para qué cojones alguien se querría infiltrar en ésta mierda? ¡Yo quiero largarme! —contestó como si fuese lo más obvio del universo en ese momento.

 

—Joder, cállate. —cortó la conversación de una vez mientras seguía caminado, decidido.

 

—¡Kyungsoo! —gritó en un susurro sin recibir respuesta —¡Kyungsoo, no me ignores! —nada.

 

Se adentraron en silencio debajo de las luces blancas, caminando hacia su destino. A su grupo de treinta y tantos Omegas más, los habían asignado a la habitación “C” y entraban de uno en uno en dicha estancia. El turno de Baekhyun había llegado y sus nervios no hacían nada más que incrementar colosalmente. Empujó la fría puerta de cristal encontrándose en una habitación totalmente blanca y en el centro, una pequeña mesa y silla del mismo níveo color.

 

Se acercó a los muebles mientras rascaba exasperadamente su cabeza. Sobre la superficie de la mesa, reposaban unos formularios que asumió debía llenar. Era más de lo mismo, su nombre completo, raza, fecha de nacimiento, lugar de residencia y así sucesivamente. Se tomó su tiempo para rellenar cada uno de los espacios vacíos en el papel, no le atraía saber que era lo siguiente que haría luego de terminar con eso.

 

Posó el bolígrafo sobre la mesa al mismo tiempo que dejaba caer su espalda bruscamente sobre el respaldo de la silla, suspiró profundamente mientras miraba a su alrededor. Ya no podía hacer nada más, acababa de firmar su condena.

 

Pasados unos segundos, luego de haber meditado acerca de la inmortalidad del cangrejo, decidió ponerse de pie tomando los formularios que estaban sobre la mesa, burlándose de él y su estúpida miseria. Caminó hacia la puerta polarizada, abriéndola y entregando los formularios a uno de los encargados que se encontraba justo fuera de la estancia esperando por él.

 

El tipo, que vestía de naranja como todos los demás encargados, le hizo un ademán con su mano derecha indicándole que lo siguiera. De nada servía resistirse, así que se dio a la tarea de acatar todas las indicaciones que se le diesen sin protestar. Y muy en el fondo, el pobre Baekhyun se estaba odiando, porque había elegido el peor día de su vida para comportarse como un maldito Omega por primera vez.

 

Metió ambas manos en los bolsillos de su pantalón, mientras fruncía levemente sus labios. Caminaba siguiendo al individuo de naranja, cruzando el pasillo que parecía interminable. Pasaron frente a las otras habitaciones dónde más Omegas se encontraban haciendo lo mismo que él anteriormente. Girando su rostro a la izquierda, había enorme ventanales dejando al descubierto el centro del edificio donde, se encontraba un enorme monumento tallado en lo que alcanzó a distinguir como mármol negro. Fue capaz de observar el segundo piso del edificio desde una perspectiva un tanto extraña, pero le llamó la atención la fila de sujetos con vestimentas negras y asumió que eran los Alfa.

 

“Malditos hijos de puta.”

 

No pudo evitar tener ese efímero pensamiento, les seguía reprochando el hecho de tener el privilegio de saltarse ese martirio por al menos unos cuantos años. El fruncido de sus labios se había convertido ahora en un puchero e inconscientemente, fruncía el entrecejo. Cruzaron a la derecha, siguiendo el trayecto que marcaba el edificio por sí solo, hasta que el tipo que llevaba enfrente se detuvo abriéndole una de las tantas puertas de cristal.

 

Había llegado a una habitación que, a diferencia de la anterior, era más grande y estaba repleta de sillas blancas donde varios de sus demás compañeros de grupo, ya estaban haciendo uso de ellas. Visualizó a Kyungsoo y se dirigió a ocupar el asiento que estaba a la par de él.

 

—¿Qué se supone que hacemos? —preguntó al tumbarse sobre la silla

 

—Esperar. —suspiró.

 

—¿Esperar qué? —dijo hundiéndose en sus hombros.

 

—No sé. Esperar. —frunció los labios sin decir más.

 

Poco a poco la habitación se iba llenando por los demás restantes de llenar el papeleo. El idiota de GunWoo volvió a aparecer en el panorama, poniéndose frente a ellos, aclaró su garganta para llamar la atención de todos los presentes, aunque en realidad no era necesario, la estancia se encontraba en un mutismo enorme que hasta se hubiese podido escuchar la caída de un alfiler.

 

El Beta abrió su boca, dejando salir su chillona voz que empezaba a irritarle demasiado a Baekhyun. Mencionó algo sobre la siguiente etapa de la pre-ceremonia del Sanyang y que luego de eso, iban a proceder a la fase central de todo el jodido ritual. Les iban a realizar una revisión médica protocolar.

 

“Sí, claro, protocolar mi culo.”

 

Estaban a punto de dividirse en grupos para entrar por las dos diferentes puertas que yacían detrás del imbécil vestido de naranja. Volvió a agradecer a sus adentros que Kyungsoo siguiera con él en esa tortura. Se pusieron de pie y se dirigió con su grupo a la puerta del lado derecho del chupapollas de GunWoo, como acababa de apodarle Baekhyun en su cabeza. El otro grupo se dirigió a la izquierda.

 

Baekhyun empezaba a hostigarse del puto color blanco que estaba por todo el maldito lugar, porque sí, esa habitación era blanca también. Procedieron a sentarse ordenadamente sobre las camillas correspondientes para cada uno, habían cortinas alrededor de cada camilla para mantener la “privacidad” de cada uno.

 

Una mujer relativamente joven llego hasta el cubículo de Baekhyun. Ella sostenía una tabla donde suponía el susodicho, estaba su expediente médico. Se percató de la manera en como sus ojos se entrecerraban un poco y comprendió que ésta le estaba sonriendo por debajo del tapabocas, eso lo tranquilizó un poco. Pero no tanto como hubiese deseado.

 

—¿Byun Baekhyun, cierto? —preguntó la mujer que no pasaba de los treinta y cinco años, observando nuevamente sus documentos.

 

—Sí

 

—Tranquilo, Baekhyun —dijo divertida. Joder, al próximo que volviera a decirle ese día que se tranquilizara, le iba a dar un puñetazo en la cara sin importarle quien fuese. —Vamos a realizar un procedimiento rutinario, nada del otro mundo. Veré cómo están tus reflejos, tu presión arterial, temperatura corporal y el ciclo de tu celo. —hizo una pausa —¿Listo? —Baekhyun asintió resignado. ¿Tenía opción?

 

La Beta, tomó el martillo de goma que yacía sobre la bandeja de aluminio que se encontraba junto a la camilla de Baekhyun. Posó una de sus manos sobre la pierna del Omega y le golpeó la rodilla contraria con el martillo, recibiendo como respuesta el pequeño bote de su pierna. Sus reflejos estaban excelentes. Prosiguió por tomar un termómetro, pidiéndole al susodicho que abriera su boca, dejándolo con el termómetro durante un minuto debajo de su lengua. Durante esos sesenta segundos, la chica se dedicó a preparar algo que Baekhyun no pudo distinguir, él no era médico ni sus padres lo eran.

 

Ella sacó el termómetro de la boca del Omega, verificando que todo estuviese bien, ella sonrió. Tomó el tensiómetro, colocando el brazalete sobre el brazo derecho de Baekhyun, prosiguió a colocarse las olivas del estetoscopio en sus oídos, colocando también, la campana sobre las arterias de su paciente y así poder escuchar atentamente sus pulsaciones. Empezó a bombear aire a través de la pera, llenando rápidamente el brazalete que en ese momento empezaba a ejercer presión sobre el brazo de Baekhyun. Rápidamente empezó a liberar aire con la válvula observando detenidamente el manómetro para poder asegurarse que todo estuviera como se suponía, debería estar.

 

La mujer le volvió a sonreír mientras retiraba el instrumento del brazo del Omega.

 

—Estamos a punto de terminar —comentó dándole la espalda, ella seguía preparando quien-sabe-qué. Baekhyun recordó que hacía falta el chequeo de su puñetero celo de Omega, sin embargo, algo estaba mal.

 

Esa revisión solían hacérselo un mes antes de entrar en celo y por supuesto que se lo habían hecho una semana antes del Sanyang. No había ninguna bata para poder cambiarse y mostrar todas sus intimidades a la doctora, como solían hacerlo. Odiaba ese maldito examen.

 

Ella se volteó y observó a un Baekhyun que le regalaba una mirada de odio. En todo ese lapso ella se había dedicado a admirar al Omega por ser tan agraciado y delicado físicamente. Era hermoso, no podía describirlo con otra palabra. Y se había percatado de la singularidad de ese Omega, porque a pesar de no decir ni una sola palabra y mantenerse tan sumiso todo el tiempo, sus músculos seguían alertas a cada movimiento que ella realizaba.

 

La doctora se acercó con una jeringa sobre su mano derecha, el Omega tragó saliva y no pudo evitar querer salir corriendo de ese lugar. No iba a dejar que esa psicópata le inyectara esa mierda celeste, lo-que-sea-que-fuera. Se puso en alerta, fulminando con la mirada a la Beta que se acercaba cada vez más amenazadoramente. Él sabía algo, eso sin duda.

 

Ella le regaló una mirada suplicante, como si no quisiese hacer lo que estaba a punto de hacer pero que de igual manera iba a cumplir. Sujetó fuertemente el brazo de Baekhyun mientras el forcejeaba tirando mil y un maldiciones.

 

—Tranquilo, Baekhyun. —comentó en un gruñido, y vaya error. En menos de un segundo el puño de Baekhyun estaba siendo amortiguado por el rostro de aquella mujer que al mismo tiempo, había insertado de golpe, la jeringa sobre los músculos del Omega.

 

El Omega se detuvo en seco, abriendo ambos ojos como grandes platos observando su brazo recién inyectado por aquel fluido celeste. Todo a su alrededor empezó a dar vueltas hasta que logró fijarse en la mujer que estaba frente a él con la nariz sangrada y que a pesar de haber recibido lo que seguramente era el único golpe en toda su vida, lo seguía observando con implorantes ojos.

 

—Lo siento. —alcanzó a escuchar a lo lejos mientras perdía totalmente el control de su cuerpo.

 

***

 

Abrió lentamente sus ojos, aún aturdido mientras trataba de enfocar lo-que-sea-que-fuese que estuviera frente a él. La cabeza le dolía como el infierno, debido a la fuerte contusión que seguramente tuvo luego de golpear a la imbécil de la doctora. Claro que recordaba lo que había sucedido. El chupapollas de GunWoo estaba caminando a escasos centímetro de él, sin embargo lo veía desde una perspectiva superior y finalmente se percató que estaba sobre una especie de plataforma, inmóvil.

 

Sus músculos y extremidades eran incapaces de responder a las órdenes que su cerebro trataba de mandar insistentemente. Pronto también pudo visualizar que se encontraba en una vitrina traslucida de cristal. A su derecha, estaba Kyungsoo con una mirada indiferente en una urna igual a la de él, como si esa fuese la mierda más normal del universo.

 

—Estamos a punto de dar inicio al eje central del ritual del Sanyang —dijo un hombre frente a ellos, que vestía con elegantes vestimentas rojas, y por primera vez, Baekhyun posó su mirada a la enorme tarima justo al frente de todas las demás vitrinas, dónde en cada una había un Omega. —Ésta es la fase más importante, de esto depende el futuro de nuestra sociedad tal y como la conocemos.

 

Las luces se apagaron por unos segundos quedando en penumbra. Una puerta doble se abrió por el lado derecho del escenario emanando una nítida luz blanca. Figuras negras encapuchadas salieron a través del umbral, haciendo que Baekhyun tragara saliva gruesamente y que la piel se le pusiera de punta.

 

—Ha llegado el momento, los Alfa, aquí presentes serán sometidos a la búsqueda rigurosa de su destinado, sin embargo, no será tan fácil. Como verán, queremos estar cien por ciento seguros que estamos haciendo bien nuestro trabajo… —la voz salía por los altos parlantes, envolviendo todo el edificio con ese tono ahogado y pesado.  —Ustedes, mis queridos Omega, se encuentras en una vitrina de cristal reforzado, que solo podrá ser roto por aquel a quien le pertenezcan —Y ahí estaban, hablando de ellos como si fuesen algún objeto. Baekhyun se mordió la lengua para no volver a echar maldiciones como había insistido todo el día. —Cuando la campana suene, las vitrinas empezarán a llenarse de agua. Recuerden, solo su Alfa podrá rescatarlos.

 

“Esperen… ¿Qué? ¿Agua?”

 

Baekhyun bufó exasperado, malditos locos bastardos, si realmente querían matarlo no era necesaria tanta mierda, con solo que mandaran al degollador a su residencia era suficiente. Un fuerte timbrazo resonó, rebotando entre las pareces del lugar haciendo que la penumbra fuera intercambiada por luz negra, haciendo que las níveas vestimentas de los Omega, brillaran.

 

El líquido cristalino empezó a mojar los blancos y pulcros zapatos del Omega, haciéndole entrar en pánico. ¿Cómo iba a estar seguro que su puto Alfa iba a estar ahí para rescatarlo? Se suponía que no sabías siquiera si tu Alfa había nacido aún. Y esa mierda hacia que todo el Sanyang fuese más sospechoso aún. ¿Cómo cojones todos terminaban emparejados?

 

Pero no era momento para cuestionar los bárbaros métodos del Alto Régimen. El agua ya estaba por encima de sus tobillos y famoso Alfa, quien-sea-que-fuese, no aparecía por ningún lado.

 

Miro preocupado a sus alrededores, mientras observaba al tipo de su izquierda siendo rescatado por una figura negra de estatura media. A su derecha, Kyungsoo seguía en su urna, no se podría decir que estaba tranquilo pero tampoco estaba al borde del colapso como Baekhyun.

 

Los segundos pasaban en lo que para Baekhyun era una eternidad. Sus piernas se encontraban completamente cubiertas y Kyungsoo en ese momento era rescatado por una de las tantas siluetas negras. En un acto desesperado, el Omega empezó a dar débiles patadas contra el cristal resultando en un miserable e inútil intento por sobrevivir.

 

El castaño juró ver toda su vida pasar frente a sus ojos. El rostro serio de su padre y la sonrisa serena de su madre, los grandes ojos de Kyungsoo mirándole de la manera que lo hacía cuando estaba molesto, los regaños de su padre en cada rebeldía que el Omega se disponía a hacer, su madre consolándole en silencio mientras le abrazaba fuertemente.

 

Baekhyun creía que estaba a punto de morir, el agua ya había llegado hasta su cuello mientras el trataba de no golpearse contra el cristal superior de su jaula. Respiró profundamente cuando se percató que el fluido estaba a punto de cubrirlo por completo, despidiéndose de su vida.

 

Mantenía sus ojos cerrados fuertemente, el aire comenzaba a hacerle falta; creía que estaba a punto de perder la consciencia cuando la presión del agua empezó a desaparecer de su cuerpo. El cristal había sido roto. Calló sobre unos largos brazos un tanto musculosos que estaban cubiertos por esa gabardina negra que todos utilizaban. Estaba débil y cansado por todo el forcejeo que había interpretado en la vitrina.

 

Tal cual muñeco de trapo, el Alfa lo cargó emprendiendo su camino a algún lugar desconocido para Baekhyun, quien respiraba entrecortadamente y maldecía silenciosamente al hijo de puta que lo llevaba en brazos por tardarse tanto en ir a por él.

 

Llegaron a una pequeña habitación blanca, el alto Alfa desconocido lo acomodó agraciadamente sobre una de las sillas de la estancia. Baekhyun, quien aún estaba cabizbajo no pudo evitar sentir el escalofrío recorriendo su columna vertebral como una fuerte corriente eléctrica. Escuchaba atentamente el movimiento de sus pies, que iban de un lugar a otro dentro de la estancia. El Alfa colocó una toalla sobre los hombros y espalda de Baekhyun para que éste pudiese secarse, seguía empapado.

 

Trataba de regular su respiración, estaba completamente exhausto. Tomó la toalla que yacía sobre sus hombros y procedió a secarse su cabello, restregando indiferentemente su cabello. Subió su mirada, pudo observar a un tipo extremadamente alto, ya se había quitado la estúpida gabardina que utilizaban todos los Alfa en el ritual, sin embargo, seguía dándole la espalda, por lo que solamente podía observar su cabello negro azabache. Ahí estaba de nuevo ese maldito cosquilleo.

 

El azabache tarareaba una ridícula canción, ignorando por completo la presencia de Baekhyun, quien empezaba a desesperarse nuevamente de la situación.

 

—¿Eres mi Alfa? —se atrevió a preguntar mientras rompía parte de la barrera entre ellos.

 

—En teoría. —contestó una voz grave que el Omega no pudo evitar pensar que era jodidamente sensual. Se odiaba por eso.

 

—¿En teoría? —enarcó una ceja. El alto solo asintió.

 

—Park Chanyeol —dijo después de un rato al mismo tiempo que se daba la vuelta, dejando ver por primera vez su rostro al más bajo. —No tenemos tiempo. —lo miraba seriamente.

 

—¿De qué hablas? —sus músculos empezaron a tensarse en señal de alerta.

 

—Tú solo obedece, Byun Baekhyun.

 

***

Notas finales:

Si llegaron hasta aquí, gracias por leer :3

Espero no me dejen morir sola jaja :'D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).