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A veces el corazón se equivoca por aiakafuri

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Notas del capitulo:

Hola chic@s 

Siento la demora, pero ya regrese.

 

Espero sea de su agrado 

 

-Penúltimo capítulo...

—¿Seguro que estas bien?— preguntó, estaba  preocupado por la salud de su esposo.

 

—Sí. Ha de ser por la falta de sueño— dijo bostezando.

 

—Mejor descansa— dijo acariciándole el cabello castaño.

 

—No puedo. Tengo que terminar esto. El Lunes tengo que entregarlo y el sábado es el cumpleaños de Yuta-kun,  tengo que tenerlo listo antes de ese día— dijo desperezándose.

 

—Está bien— dijo nada satisfecho.

 

—Anda, ve al trabajo. Yo me encargó de los niños— dijo besándole la mejilla.

 

—Le diré a Shiba que los vigile. Tú quédate trabajando. Regresaré más tarde— dijo besándole la frente.

 

Observó a su atractivo esposos marcharse de su estudio personal. Tres años antes, en el jardín trasero, en una esquina solitaria,  había mandado a construir una pequeña casa de dos habitaciones. La primera habitación era su estudio, y la segunda un lugar donde podía dormir plácidamente. Fuera de ésta, había plantadas rosas y plantas de ornato. Dejando una linda vista.

 

—Papiiii— escuchó que le gritaban desde el jardín. Esa voz era la de su princesa. Se levantó de su lugar y se dirigió a la salida del estudio —¿Qué pasa cariño?

 

—Mi hermano no quiere jugar conmigo— dijo una linda castaña, quien tenía un pequeño mechón rojo en la parte frontal de lado derecho, y de ojos rojos.

 

—¿Qué está haciendo?— preguntó acariciándole el cabello.

 

—Jugando con Shiba al Shōgi— dijo con un lindo puchero.

 

—Déjale jugar. Mejor trae tu tarea y trabajamos en ella— dijo sonriendo.

 

—¿Papi no tiene que escribir?— preguntó.

 

—Claro que sí. Pero siempre estaré disponible para ustedes— dijo sonriéndole.

 

—Está bien— sorió y salió corriendo.

 

—¡Cámbiate el uniforme!— le gritó al verla aún con su uniforme.

 

—Sí, papi— le respondió desde la entrada de la casa.

 

—Papi...— susurró con una sonrisa. En cuanto sus pequeños entraron a la primaria comenzaron a llamarlo papi.  Actualmente  sus hijos tenían 8 años, en un par de meses cumplirían 9 años… Ya nueve años de que llegaron a sus vidas.

Se golpeó las mejillas y entró al estudio. Desocupó una parte del escritorio y esperó a su princesa.

 

 

————————— Sábado ————————

 

 

Una niña castaña bajaba de una camioneta negra, llamando la atención de quienes pasaban por la acera. Kōko Akashi vestía un dulce vestido rojo combinado con leggins negros y un suéter negro, acompañado con una boina roja. Resplandeciendo sus hermosos ojos rojos, junto con su mechó rojo. Algo que amaba, pues el rojo era su color favorito.

 

Detrás de ella, bajaba un niño de cabello rojo con hermosos ojos color chocolate.  Vestía un pantalón de mezclilla en color negro, una camisa blanca, sobre ella un suéter beige claro y zapatos cafés, junto con una chamarra negra —Rápido, Papi.

 

—Con calma— decía el castaño mayor. Éste vestía un pantalón y zapatos en color negro; un suéter y bufanda  en color gris oscuro, y una gabardina negra.

 

—¿Por qué siempre llegamos tarde?— preguntó mientras guardaba las llaves de la camioneta en la bolsa del pantalón. Seijūrō vestía una camisa blanca, con un suéter en color café oscuro, una chaqueta color café claro, pantalón negro y zapatos negros.

 

—¿Será por qué Kōko tardó demasiado eligiendo su ropa?— comentó Seishiro.

 

—¡Mira quién lo dice! Por ti demoramos en salir— le respondió Kōko.

 

—Ya niños— dijo Kōki cargando el regalo para Yuki.

 

Entraron a la fiesta y lo primero que vieron los gemelos fue a Ryuu Kagami. Un adolescente pelirrojo con las puntas negras, piel blanca y ojos azules idénticos a su padre doncel. En el próximo año cumpliría 12 años, era el mayor de todos los hijos de los milagros y, al igual que ellos en el pasado, asistía a Teiko.

 —Ryuu-nii— dijeron al unísono.

 

—Hola Kōko-chan.  Hola Seishiro-kun — dijo el pequeño sonriendo a los mellizos —¿Cómo han estado?

 

—Bien— respondieron.

 

—¿Qué le parece si vamos con Hatsu-kun?— preguntó a los mellizos.

 

—Sí, vamos— dijeron. —Ojalá y traiga dulces— agregó Kōko.

 

En el jardín se observaban a varios niños, entre ellos, un alto peli morado llamaba mucho la atención.  Hatsu Murasakibara era un niño de 8 años, idéntico a Atsushi por su color de cabello y ojos; pero sus facciones y su lunar bajo el ojo lo había heredado de Tatsuya —Kaga-chin, Aka-chinnn— dijo al verlos.

 

—Kyaaa son los mellizos— grito una pequeña pelinegra de ojos verdes.

—Kazumi-chan— dijeron al unísono, ambos se movieron dejando que la pequeña chocara contra Ryuu.

 

—Lo siento, Nii-san— dijo con sus mejillas sonrojadas. Kazumi Midorima tenía 5 años, y amaba jugar básquet ball.

 

—¿Estas bien, Mido-chan?— preguntó Ryuu.

 

—Sí— la pequeña se giró —¡Que malos!— dijo con un puchero a los mellizos. Estos rieron por el puchero.

 

—Ryu-nii— llegó un peliazul de ojos color café. 

 

—Dai-kun— dijo el mayor de todos.

 

 

Los adultos observaban a sus hijos —Parece un jardín de niños— dijo Tatsuya riendo por como Daisuke y Kazumi estaban sobre su hijo mayor.

 

—Nada más falta que Yuta-kun se les una— comentó Ryō Aomine.

 

—Yukio le está cambiando la ropa— dijo Ryōta llegando al lado de sus amigos.

 

—¿Cámo va con el bebé?— preguntó Kōki al rubio.

 

—Pues bien. No tiene que hacer esfuerzo. Pues por su conducción puede ser de riesgo para ambos— comentó sentándose.

 

—Ya veo— dijo Kōki.

 

—¿Cómo lo has tomado tú?—  preguntó Seijūrō.

 

Ryōta soltó un resoplido y se sentó  —Pues... De verdad quería otro hijo, pero nos fue muy difícil con Yucchi y no quería que nada le pase a Yukio. Pero él también quería un bebé más, así que hablamos y decimos intentarlo. Pedí el año sabático  en la empresa de aviación para cuidarlo, así estaré más al pendiente de ellos— explicó.

 

—¿No estás trabajando?— preguntó Daiki.

 

—Sí. Pasado mañana tengo una sesión para un perfume.

 

—Ya veo...— respondieron.

 

—¿Y qué hay de ustedes?— preguntó a los Akashi.

 

—¿Nosotros?— preguntaron al unísono.

 

—Sí, para cuando un bebé— preguntó sonriendo.

 

Kōki se sonrojó por la pregunta y fue Seijūrō quien respondió —Para el siguiente año— dijo sonriendo.

 

—Pero Estamos en enero— dijo Kazunari.

 

—Sí, pero este año será muy ocupado. Kōki tiene gira de su próximo  libro y juntas. Y en mi caso, tendré juntas en otros países. Por ello, queremos esperar para el siguiente año— comentó Seijūrō tomando de la mano a Kōki.

 

Continuaron platicando y riendo por las aventuras de sus hijos, hasta que los meseros comenzaron a servir la comida. Buscaron a sus hijos y lo sentaron con ellos.

 

—Huele delicioso. Gracias Yu-chan por cumplir años— dijo un embarazado Kazunari causando risas en sus amigos.

 

Kōki negó y olfateó la comida. Rápidamente se levantó y se dirigió corriendo al baño. Dejando a todos en la mesa preocupados.

 

Seijūrō se levantó tras su esposo, había notado lo pálido que se había puesto. Cuando llegó al baño escuchó las arcadas, intento abrir la puerta pero estaba cerrada. Así que esperó a que su esposo saliera del cubículo.

 

Vaciaba el contenido gástrico de su estómago,  el olor de los bollos de frijoles rojos le había provocado náuseas. Tal vez se debía la pésima alimentación que había estado llevando esas dos semanas. Pues no había comido correctamente para a completar el capítulo final de su libro.  Volvió a vaciar su estómago una vez más y salió del cubículo.

 

—¿Estas bien?— preguntó Seijūrō al verlo salir.

 

—Si— respondió mientras se dirigirá al lavabo. Se lavó  las manos, boca y rostro. Cuando cerró el grifo un mareo lo invadió.

 

—Kōki— dijo al ver que iba de lado, corrió y lo atrapo.

 

—Estoy bien... Creó que es por la falta de sueño— dijo recargándose en su esposo.

 

—¿Seguro? ¿No es un pre-infarto?— dijo preocupado.

 

Sonrió ante la preocupación de su esposo —No, Seijūrō. No lo es.

 

—Recuerda lo que paso hace tres años— comentó molesto por la reacción del castaño.

 

—Lo sé, pero no me siento igual— comentó.

 

—Pero...— trató de decir. Hace tres años su esposo, su amado esposo tuvo su primer pre-infarto. Había estado muy presionado por un libro que tenía muy atrasado. Término en el hospital por 15 días, pues Kishimoto-sensei estaba muy preocupado, y un mes de reposo absoluto.

 

—En serio estoy bien. Regresemos— dijo para después besarle la mejilla y caminar hacía la salida.

 

—¿Todo bien?— preguntaron al verlos regresar. Kōki tenía más color en sus mejillas.

 

—Sí— respondió con una sonrisa. Y, continuaron con la celebración, pues un pequeño rubio, de 5 años e idéntico a Ryōta, ya quería pastel.

 

 

—————— Un mes después  ———————

 

 

—Bienvenidos— dijo un pelinegro.

 

—Sentimos la demora, Kishimoto-sensei— dijo Kōki apenado.

 

—No se preocupen. Esperemos a que la enfermera traiga los estudios y el electrocardiograma— dijo sonriendo les.

 

—Sí— dijeron y estuvieron platicando de como se había sentido. Cada seis meses se hacía un examen sanguíneo y  un electrocardiograma.

 

5 minutos después una agitada enfermera entro al consultorio y le entregó los resultados a Sensei. Kishimoto chequeo el electrocardiograma y algo se le hizo extraño. Sacó el de la vez pasada y notaba la diferencia.

 

—¿Pasa algo malo con mi esposo?— preguntó Seijūrō bastante preocupado.

 

—Esperen— dijo y buscó los análisis —oh ya veo...

 

—¿Qué sucede?— preguntaron asustados.

 

—Pues verán.... Akashi-san está gestando— dijo sonriendo.

 

—Ge-estando— dijeron al unísono. Kōki inmediatamente llevó sus manos y vistas a su vientre.

 

— Sí, el electrocardiograma marca otro pequeño latido. Así que tendrá unos tres o cuatros meses— dijo sonriendo les.

 

—¿4 meses? Pero mi vientre— dijo Kōki. Pues se veis plano para cuatro meses.

 

—Recuerde que antes tuvo mellizos. Ellos hacen más grande su vientre. Déjeme pasarlos con alguno de los Sensei... Creó que Midorima está trabajando— dijo pensativo.

 

—Yo me encargó de eso— dijo Seijūrō.

 

Kishimoto asintió y continuó con su consulta. En cuanto salieron se dirigieron con Shintarō, quien los recibió inmediatamente.

 

Kōki yacía acostado en la camilla esperando a que Midorima comenzará el ultrasonido. Estaba nervioso, tendrían un nuevo bebé. Comenzó a llorar al recordar la noticia de los mellizos.

 

—No llores— dijo besándole los labios.

 

—Es que ... Tendremos un bebé— dijo llorando.

 

—Sí, Kōki. Tendremos un tercer hijo— comentó tomándole la mano.

 

—o cuarto— dijo Shintarō vertiéndole el gel a Kōki.

 

—Está frío— dijo cuándo un escalofrío le recorrió el cuerpo. Seijūrō sonrió y le besó la mano a Kōki.

 

En la pantalla color sepia comenzaba a mostrarse la silueta de un bebé, al mismo tiempo que su corazoncito  se escuchaba.

 

—Mi bebé— dijo Kōki. Ambos estaban sollozando. Tendrían un bebé.

 

—Felicidades— dijo sonriendo a ambos.

 

—Gracias— dijo Kōki.

 

—¿Cuántas semanas?— preguntó Seijūrō besándole la frente a Kōki.

 

—hmm... Por las medidas, cálculo que está por cumplir las 16 semanas ¿No se habían dado cuenta?— preguntó.

 

—No— dijeron al unísono —pero Kōki no había podido dormir mucho y últimamente tenía náusea, pero creímos que era por el estrés— agregó Seijūrō. También recordó que Kōki comía muchos pasteles de Atsushi, pero eso era común en Kōki, a excepción de la cantidad.

 

—¿Es uno?— preguntó Kōki, por lo que había pasado por los gemelos.

 

—Sí. En un mes sabremos su sexo— dijo sonriendo.

 

—Entendido— dijeron. Kōki se limpió y bajo de la cama. Shintarō le dio las indicaciones y la próxima consulta.

 

Al llegar a casa le entraron los nervios a los dos, no sabía cómo tomarían sus hijos la noticia.

 

—Papi, papá— decían los niños al verlos llegar. Ambos estaban en el jardín jugando con Kenshi y su hijo, Akihito Shiba. Un pequeño niño pelinegro de ojos azules de 4 años de edad.

 

—¿Todo bien?— preguntaron.

 

—Sí— respondieron al unísono.

 

—Pasen, tenemos que hablar— dijo Seijūrō. Los cuatro entraron a la casa y se sentaron en la sala —Tenemos algo que decirles...— miró a Kōki y, éste le asintió —Tendrá un hermanito.

 

—¿Qué?— preguntaron ambos levantándose de su lugar.

 

—Estoy esperando un bebé— dijo Kōki de forma amorosa, mientras se acariciaba el vientre —Tendrán un hermano o hermana.

 

—¡No!— gritaron y salieron corriendo, lastimando profundamente a Kōki.

Notas finales:

¡Gracias por leer! Espero les haya gustado.

 

El siguiente, será el último capítulo; trataré de hacerlo un poco más largo. así que tardare unos días ewe

 

Besos :*


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