—E-entiendo... Nos vemos el lunes, Kagami-kun. Te quiero— escuchó la triste voz de su novio.
—Yo también te quiero… Hasta el lunes. Besos— le respondió y luego colgó.
—No puedo seguir con esto— dijo jalando se el cabello.
Sentía una atracción hacía su sombra, Kuroko Tetsuya. No se atrevía hacer algo por miedo a perder su amistad. Un mes y 13 días después Kuroko le dijo que estaba saliendo con Akashi Seijūrō. Aquella noticia lo había golpeado con ganas, trataba de no demostrar nada ante él para que no se sintiera incómodo.
Ya no asistían a los mismos lugares, para superarlo comenzó a quedarse después del entrenamiento. Pronto Furihata comenzó a quedarse con él y hacerle compañía, se divertían, reían y comenzaban a llevarse mejor.
Hasta que un día por la indiscreción de Kuroko se enteró de que le gustaba a Furi. La idea le parecía absurda, jamás había hecho algo para que el castaño se enamorará de él.
Unos días después notó los cambios que tenía Furihata: bajaba la mirada, tartamudeaba más que nunca, sus mejillas se tornaban en un lindo color rosa, temblaba, y cuando se bañaban después de los entrenamientos lograba apreciar el bello cuerpo que tenía. Le molestaba que Fukuda y Konohe se le acerquen. Su corazón comenzó a querer al pequeño castaño, dejando en segundo plano a Kuroko Tetsuya.
—Me gustas, Furi ¿Quieres ser mi novio?— preguntó nervioso. Había citado a Furihata en la misma cancha que jugaban de vez en cuando.
—¿De verdad?— preguntó con sus mejillas sonrojadas y al borde de las lágrimas.
—Sí, me gustas ¿Aceptas?— preguntó nuevamente acercándose al castaño.
—¡Sí! ¡Acepto ser tú novio Kagami-kun!— le respondió con una bella sonrisa.
Se aproximó al castaño, lo tomó de la cintura y se dieron su primer beso. Un dulce beso.
Le dijeron a sus amigos el lunes, todos estaban felices. Pues la mayoría sabía de los sentimientos del castaño por el pelirrojo. Pasaron las semanas y se convirtieron en dos meses. Dos meses llenos de amor y felicidad, eso hasta que sonó el timbre de su departamento cerca de las 8:00 de la noche —¿Quién... —no pudo terminar porque lo empujaron y tiraron al suelo —¿Qué demonios?
—No lo soporto más… Kagami-kun. Te amo— dijo subiéndose sobre el pelirrojo y lo besó.
En un principio lo empujó pero su mente se desvío a todos aquellos sueños húmedos con los que había vivido el último año. El beso fue hambriento y voraz. Una cosa llevó a la otra y terminaron en la cama, teniendo relaciones sexuales.
El despertar fue crudo —¿Qué hice?— dijo al ver el cuerpo desnudo y los condones usados.
El peli celeste se despertó al escuchar el gritó—Kagami-kun. Buenos días— dijo sonriendo.
—¡Joder! Nada de buenos días ¿Qué hicimos? Furi.... Yo quiero a Furihata— dijo jalando se los cabellos y caminado de un lado a otro.
La sonrisa se le esfumó a la sombra de Seirin. Kagami tenía razón, estaban Akashi y Furihata. No podía dejar a Akashi porqué lo quería —Esto no pasó. No volverá pasar— dijo llorando.
A las pocas semanas volvió a suceder lo mismo, los días que Kuroko no veía a Akashi, ellos de encontraban.
Las veces que quería intimar con Furihata los recuerdos de la infidelidad le decían que no se acostará con su novio. Él no se merecía tocarlo y se sentía culpable. Sabía que lo lastimaba pero no podía decirle la razón.
Entraban en séptimo mes de noviazgo y cada vez se sentía peor. Furihata perdía su sonrisa y brillo, cada vez parecía más triste.
Ese día ya había tomado una decisión, no podía hacer le más daño a la persona que amaba. Tomó su celular y marco a él.
—Kagami-kun— respondió el peli celeste.
—Un uno a uno. Necesitamos hablar— dijo seriamente.
—Entiendo. 3:30 en la cancha de siempre— le respondió Kuroko.
Se bañó y salió al encuentro.
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—…
Al parecer Kagami y el ya habían tomado una decisión.
En un principio tenía un hermoso noviazgo con Akashi Seijūrō. Pero conforme pasaron los días se enteró de que Furihata Kōki estaba enamorado de su luz, Kagami Taiga. Aquello le removió algo en su corazón, lo ignoró y apoyo a Furihata.
Por un descuido suyo, Kagami se enteró de los sentimientos del castaño. Lo peor fue que a los pocos días ellos estaban saliendo.
Aquellas sonrisa y caricias lo hacían sentirse celoso del castaño. Hasta que un día se cansó de todo y decidió ir a la casa del pelirrojo, cuando le abrióéste sólo traía un pantalón chándal y aprecio aquellos hermosos músculos. Sus sentimientos reprimidos explotaron, se lanzó a besarlo y él le respondió. Ese día perdió su virginidad y comenzó la infidelidad.
Pasaban los días y estaba realmente molesto con Kagami por aparentar que nada había pasado. Se cansó, le reclamó y terminaron nuevamente teniendo relaciones sexuales.
Los días se convirtieron en meses hasta el día que caminaba a su encuentro con el pelirrojo.
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Los dos llegaron al mismo tiempo, ambos se miraron y comprendieron que era el mismo.
—Primero jugamos, y luego hablamos.
Taiga asintió y comenzó el juego. No había marcador, no había límite. Después de media hora de jugar pararon ya algo cansados.
—Lo amo, no puedo seguir con esto— dijo Taiga sentándose en la banca.
—Yo también amo a Akashi-kun. No puedo seguir haciendo esto— dijo mordiéndose los labios.
—Furi no puede saber esto— dijo mirando al peli celeste.
—Yo no diré nada. Ellos jamás deben saber— miró al pelirrojo —Un último beso y no habrá nada entre nosotros. Sólo seremos amigos— dijo acercándose y colocando sus brazos en el cuello del pelirrojo.
—Sí. Esto será lo último— dijo y besó a Tetsuya.
El beso inició lento, conforme pasaban los minutos se hacía demandante. Tetsuya se sentó en las piernas del pelirrojo y profundizaron el beso. Su atención fue atraída por el rebote de una pelota y miraron de dónde provino el sonido.
Allí frente a ellos estaban sus respectivos novios.
—¿Cómo pudieron?— preguntó Furihata llorando. Mientras que un pelirrojo estaba en shock.