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La Noche Del Cazador [KaiBaek] por NoemyJissel

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A Baekhyun le estaba resultando difícil mirar a Kai a los ojos pues le asustaba que él pudiera ver las eróticas imágenes que se sucedían dentro de su cabeza como si de una película se tratase. ¿Qué le estaba ocurriendo? La noche anterior la había pasado sumido en el sueño más sugerente de toda su vida y había despertado resollando en busca de liberación, con la piel empapada en sudor.

Y Kai había sido el protagonista de sus fantasías.

Había programado su cerebro para soñar con él y, así, quitárselo del pensamiento, planeando dejarse llevar por los sentidos en la seguridad de su mente y deleitarse hasta estar saciado. Había sido un fracaso estrepitoso. Le había saboreado y resultaba que ahora deseaba mucho más. Igual que un adicto, ansiaba experimentar de nuevo las sensaciones que él le había mostrado.

—Dentro de veinte minutos voy a llevarte a que conozcas a Kris Wu, nuestro jefe de obra. Después de eso quiero enseñarte los materiales que vamos a emplear para la construcción, dado que quieres comprobar dos veces hasta la última tuerca y tornillo. —Sus ojos verdes dejaban entrever cierta socarronería y diversión.

Baekhyun no pudo evitar recordar cómo aquellos mismos ojos lo habían mirado mientras utilizaba la boca para llevarle al orgasmo. Eso le hizo reaccionar. Sus escudos se estaban resquebrajando de nuevo y él era el catalizador.

—Gracias por decírmelo.

Intentó anotar los detalles en su agenda electrónica, pero apenas era capaz de ver más allá por culpa del zumbido que no dejaba de sonar en su cabeza. Aquello era grave, muy grave. En lugar de contenerlos, los sueños parecían haber fortalecido los sigilosos tentáculos de la locura.

—Tienes pinta de no haber dormido bien.

¿Percibía cierta insinuación en aquellas palabras? No, se dijo. ¿Cómo iba a ser eso posible? Era él quien había tenido esos sueños. Sin duda Kai no necesitaba desahogarse con fantasías, había visto la forma en que las mujeres y hombres le miraban. Y ¿por qué no? Era un hombre que hablaba claramente sobre su sexualidad e incluso él comprendía la clase de pasión descarnada que un varón como él podría suscitar.

Su mente amenazó con despojarle de la cordura una vez más, de modo que levantó un escudo mental tras otro.

—Mi descanso se vio perturbado, pero soy perfectamente capaz de funcionar. — Tan pronto como se hiciera con el control de sus desbocados pensamientos.

—¿Pesadillas? —La observó con la concentración de un cazador que acecha a su presa.

—Los psi no soñamos.

Era un hecho reconocido. Si eso era mentira, pensó, ¿qué otras mentiras le habían contado? ¿O acaso era cierto para el resto de los psi? ¿Ni siquiera vivían en sus sueños?

—Es una lástima —adujo Kai. Aquella voz un tanto áspera se suavizó, imprimiendo cierta languidez a su tono—. Los sueños pueden ser muy... placenteros.

Sintió un ardor húmedo y apretó los muslos, aterradoramente consciente de que su cuerpo había reaccionado de un modo que un cambiante podría detectar. El pánico lo impulsó a enterrarlo todo profundamente en los compartimentos secretos de su mente.

La pantera que moraba en Kai se agazapó siguiendo con atención cada movimiento de Baekhyun. Hombre y bestia estaban desconcertados... ¿Qué tenía ese muchacho que había provocado el sensual erotismo de aquel sueño? En la vida real era frío como el hielo, tan accesible como un trozo de metal... Dejando a un lado aquel resquicio de pasión en aquellos ojos de cardinal que Kai se negaba a creer que fuera fruto de su imaginación.

Se quedó petrificado cuando captó signos apenas perceptibles de excitación. La pantera arremetió contra las paredes de su mente diciéndole que lo tomara, que Baekhyun estaba preparado. El hombre no estaba tan seguro. ¿Y si se trataba de un truco psi? ¿Quizá la puerta trasera que daba acceso a su mente? Hasta que lo supiera a ciencia cierta, no acariciaría a Baekhyun salvo en sus sueños.

—Los psi no saben nada acerca del placer —comentó, bajando la mirada hacia la pequeña agenda electrónica—. Y pretendemos que siga siendo así. ¿Nos vamos a ver al jefe de obra?

—Después de ti. —Se puso en pie y, con un ademán, gesticuló en dirección a la entrada—. ¿Cómo está tu madre?

Era hora de empezar a indagar. No podía olvidar el motivo de aquella charada.

—Bien. —Baekhyun llegó al ascensor de cristal y esperó a que subiera.

—Es una mujer extraordinaria —comentó Kai—. Según he oído, se convirtió en consejera a los cuarenta. ¿No es una edad temprana para alcanzar un rango tan importante?

Baekhyun asintió.

—Tatiana Rika-Smythe era más joven cuando la nombraron. En estos momentos solo tiene treinta y cinco años.

—¿Los Rika-Smythe no son vuestros principales rivales en los negocios? —Eso ya lo sabes.r32; Kai se encogió de hombros y le indicó que entrara en el ascensor. —Nunca está de más asegurarse.

En aquel ambiente cerrado, el aroma de Baekhyun resultaba embriagador para sus sentidos animales. Era todo un hombre, sensual y apenas excitado, y él estaba muy interesado. La arrogante pantera estaba convencida de que su reacción no era una artimaña. Tuvo que sofocar el gruñido que se formó en lo más profundo de su garganta. No era el momento de acechar a aquella presa en particular.

—Es bien sabido que los Rika-Smythe y los Byun tenemos los mismos intereses comerciales.

—¿Cómo puede tu madre trabajar con Tatiana siendo rivales?

Las puertas se abrieron en la primera planta. Baekhyun salió junto a él, grácil e inquietantemente hermoso, con aquellos ojos que sobresaltaban a la gente que se cruzaba con ellos. A los cardinales no solía vérseles con frecuencia fuera de las enrarecidas paredes de las sedes centrales de los psi. Era primordial que descubriera por qué se le había otorgado el honor de disfrutar de la compañía de Baekhyun Byun.

—Sus responsabilidades en el Consejo no tienen nada que ver con su lealtad en los negocios.

—Eso debe influir en cierto modo. En todas las administraciones existen grupitos. —Lo cual podría significar que quizá los consejeros se ocultaban secretos entre sí.

Baekhyun le miró con dureza.

—Estás muy interesado en el Consejo.

—¿Me culpas? —Abrió una puerta manual de cristal—. No es muy probable que tenga otra oportunidad de hablar con un psi que ocupe un puesto tan alto en la jerarquía.

—Puede que sea un cardinal, pero no estoy tan arriba como pareces creer. Que mi madre sea miembro del Consejo no quiere decir que yo forme parte del círculo íntimo. Soy un psi como otro cualquiera.

—Los cardinales nunca son corrientes.

¿Por qué protestaba tanto? ¿Qué era lo que ocultaba? ¿Sangre y muerte o algo más?

—Siempre hay una excepción que confirma la regla.

Baekhyun tuvo la impresión de que probablemente la razón por la que Kai insistía tanto en aquel tema no era la mera curiosidad, aunque era demasiado tarde para mostrarse cauto, pues ya había revelado su estatus anormal dentro de los psi.

Debía empezar a acordarse de que el apellido de aquel hombre, Kim, no era un nombre más, sino una designación: la de cazador.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo antes de poder auto-convencerse de no hacerla.

Pese a ser consciente de la naturaleza de ese hombre, su interés por él continuaba aumentando. Y cada vez que sucumbía a la necesidad, creaba otra grieta en el muro de su cordura, frágil de por sí. No obstante, era incapaz de remediarlo.

Él se detuvo frente a la puerta que, seguramente, conducía al espacio de trabajo del jefe de obra.

 

—Pregunta.

—¿Qué hace un cazador?

Baekhyun había oído rumores en la PsiNet, pero los cambiantes eran muy reservados para algunas cosas.

—Me temo que vas a tener que darme algo especial a cambio si quieres conseguir esa respuesta.

La sonrisa perezosa que se dibujó en los labios de aquel hombre hizo trizas su compostura.

—¿Qué quieres saber?

—¿Cuál es el índice de violencia entre la población psi? —respondió casi al mismo tiempo que Baekhyun.

Baekhyun no esperaba aquella pregunta, pero la respuesta era fácil y conocida.

—Prácticamente cero.

—¿Estás seguro? —La pregunta reverberó en el aire—. Y en cuanto a lo que hacemos los cazadores, cazamos renegados.

—¿Renegados?

—Lo siento, encanto. Solo has pagado por una respuesta. —Y tras eso abrió la puerta.

Frustrado, Baekhyun pasó y se encontró a un suspiro de un hombre de piel oscura, con los ojos de un verde más profundo que el de Kai. Algo en él le hizo desear dar un paso atrás... y echar a correr.

—Te presento a Kris Wu, nuestro jefe de obra. r32;Baekhyun sabía que el cambiante que tenía ante sí era mucho más que eso. —Señor Wu.

Los ojos de aquel hombre eran tan serenos que debería haberse sentido a gusto con él. En vez de eso, le recordaba a una cobra que tranquiliza a su presa produciéndole una falsa sensación de seguridad; en cuanto bajara la guardia, le infligiría un golpe mortal.

—Joven Byun. Soy el hombre al que debe acudir si tiene algún problema con los materiales empleados en la construcción, con los obreros o ese tipo de cosas.

 

—Tomo nota. —Echó un vistazo a la enorme oficina, que albergaba un buen número de mesas y cuya pared exterior estaba formada por puertas de cristal. A la izquierda vio a Victoria, y a un hombre rubio desconocido en un escritorio a la derecha. A pesar de que él no estaba mirándolo, de algún modo sabía que estaba atento a su conversación—. ¿Esas puertas se abren?

—Por supuesto —repuso Kai con voz lánguida—. En el fondo somos animales... no soportamos estar encerrados.

Baekhyun sabía que se estaba mofando de la opinión simplista que los psi tenían de los cambiantes, que se estaba mofando de él. El impulso de pagarle con la misma moneda era grande, y una parte insensata de él pensaba que casi merecería la pena solo por ver la expresión de su cara.

—¿Y las de los pisos superiores? —Él mismo se respondió en cuanto miró afuera—. Los árboles. Los leopardos son excelentes trepadores.

Kai se quedó extrañamente inmóvil a su lado. —Te has documentado bien.r32;—Por supuesto. Soy un psi.

Unos minutos más tarde, Baekhyun cerró la puerta del aseo, bajó la tapa del inodoro y se sentó. Le temblaba todo el cuerpo. Menudo chiste. Él no era un psi. Era un hombre al borde de la locura, reducido a esconderse en los baños para reparar los agrietados muros de su mente.

Su agenda pitó cuando apenas había tenido tiempo de recomponer la precaria situación de su psique. Era Park Leeteuk solicitando una conferencia en la PsiNet. De pronto sintió como si tuviera la boca llena de algodón.

Leeteuk era un psi demasiado poderoso, con muchos años de experiencia a sus espaldas descubriendo errores. No deseaba que contactara con él de ese modo. Ningún otro consejero lo había abordado jamás telepáticamente o en la PsiNet; preferían hablar cara a cara si era necesario. Y sabía por qué, naturalmente. No estaban seguros de que no hubiera heredado el mortífero don de su madre.

Rechazar la llamada de Leeteuk no era una opción. Tras completar apresuradamente la reparación de sus escudos, cerró los ojos y se adentró en la oscuridad. El refulgente plano de la PsiNet se abrió ante él, colmado de infinitas estrellas, brillantes y mortecinas, grandes y pequeñas, que representaban las mentes de los psi. La de Leeteuk resplandecía tanto como la suya. Ambos eran cardinales. La diferencia crucial era que él no poseía un poder real en tanto que Leeteuk podía pulverizarle la mente con un solo pensamiento.

La conciencia de Leeteuk lo estaba esperando.

—Gracias por venir, Baekhyun.

—No puedo quedarme mucho, señor. Me encuentro en medio de una delicada situación para la que preciso de absoluta concentración.

Mientras estuviera en la red, ni siquiera podía permitirse pensar en que lo que estaba diciendo era una mentira. Tenía que creer ciegamente cada palabra que salía de su boca.

—El acuerdo con los cambiantes.

No era una pregunta, de modo que no respondió.

—Una elección interesante. Poco común. ¿Por qué habéis decidido hacer lo que las demás familias no han hecho?

—Lo lamento, señor. No me está permitido discutir nuestra política empresarial. Le ruego que hable con mi madre; ella es el cabeza de familia.

Tiffany había ocupado ese puesto de forma oficial en el año 2075, al fallecer Reina, la abuela de Baekhyun. En verdad, Tiffany había sido el poder en la sombra desde hacía casi diez años.

—Tenía la impresión de que te habían concedido más independencia.

Si aquello no hubiera salido de labios de un psi, habría creído que dichas palabras tenían como objeto herir su orgullo y hacerle hablar sin pensar. A menos, claro estaba, que ese fuera su plan. ¿Era ese el motivo por el que últimamente le había estado prestando tanta atención... o se debía a que sospechaba que era imperfecto?

Todos aquellos pensamientos desenfrenados bullían en una pequeña parte secreta de sí mismo. Era el mismo lugar donde escondía su auténtico yo, el resplandeciente arco iris de su mente. Estaba protegido por múltiples escudos que reforzaba continuamente y nadie podía atravesarlos sin emplear una fuerza tan brutal que acabara matándolo.

—¿Quiere que le ponga en contacto con mi madre?r32;—No, Baekhyun. Quería pedirte un favor.r32; El temor clavó sus garras en aquel pequeño y secreto rincón.

 

—¿De qué se trata, señor?

Tenía que tratarse de una trampa. ¿Por qué razón un consejero, un cardinal con poderes telequinésicos fuera de lo común, le pediría un favor a él?

—Vas a mantener un estrecho contacto con los cambiantes durante este proyecto. Me gustaría que me informaras de cualquier cosa que descubras sobre ellos.

Eso era lo último que había esperado.

—Me encantaría hacerlo, señor, pero...

—Piénsalo bien, Baekhyun. Podría reportarte... beneficios. Algunos empezamos a pensar que ya es hora de utilizarte como es debido.

Era un soborno, simple y llanamente. Sus ansias de ser al fin aceptado y valorado como cardinal lo impulsaban a aceptar la oferta sin pensarlo dos veces. En cambio, aquel mismo deseo también hacía que fuera consciente de que, por mucho que se esforzara, jamás sería normal. Acercarse al concejal solo serviría para aumentar las probabilidades de quedar al descubierto.

Las cenizas de los sueños perdidos descendieron suavemente hasta sus pies, y en lo más recóndito de su alma, lloró. Únicamente los años de adiestramiento psi y el desesperado deseo de ocultar la verdad sobre su mente fracturada hicieron que respondiera con lógica:

—Como es comprensible, se muestran cautos conmigo. No estoy seguro de poder descubrir nada.

Era mentira. Ya sabía mucho más sobre ellos que ningún psi, pero se sentía incapaz de revelar sus secretos... los secretos de Kai.

—Son animales. Trátalos bien y empezarán a confiar en ti.

Era evidente que Leeteuk creía que la confianza era una debilidad. Baekhyun lo veía como un don.

—Estaré encantado de cooperar, pero antes tengo que...r32;—Ya he hablado de ello con Tiffany —lo interrumpió hábilmente Leeteuk. —Entonces le pasaré la información.

—Me gustaría que nos reuniéramos una vez al día para que me pongas al corriente.

 

Baekhyun estaba muy asustado. No quería que Leeteuk lo evaluara diariamente.

—Lo lamento, señor. Eso podría interferir con mi trabajo, y estoy seguro de que a mi madre tampoco le agradaría. Contactaré con usted en cuanto tenga algo digno de mención. —Era una alegación osada, y si se hubiera permitido sentir, se habría puesto a temblar.

La presencia de Leeteuk en la PsiNet era una estrella de un blanco puro, tan glacial que le daban escalofríos.

—No esperes mucho. —¿Es todo, señor? —Por ahora.

Baekhyun abandonó la PsiNet y contactó inmediatamente con el cabeza de familia, tal y como haría cualquier buen psi. Podía establecer contacto telepático sin problema desde esa distancia, lo que como mínimo le proporcionaba el alivio de no tener que vigilar constantemente su conciencia. Durante la comunicación telepática, ninguna de las partes podía verse.

En cuanto Tiffany respondió le hizo un resumen de las peticiones de Leeteuk mientras se abrazaba a sí mismo con tal fuerza que casi se magulló las costillas. Si su madre le decía que mantuviera esas reuniones diarias...

—Leeteuk se ha extralimitado. —La voz mental de Tiffany era gélida—. Le di permiso para solicitar información, no para imponerte un horario.

El alivio que sintió amenazaba con convertir sus extremidades en gelatina.

—Madre, creo que sería preferible que te pasara la información a ti y que tú... la compartieras con Leeteuk. —Realizó una pausa calculada. Tiffany disfrutaba teniendo una posición de poder—. Eres el cabeza de familia... debería informarte a ti primero.

Tiffany guardó silencio durante un par de segundos.

—Ya lo había pensado. Por desgracia, Leeteuk es demasiado fuerte como para desafiarle sin que haya consecuencias. Y él quiere hablar contigo.

—Quizá —dijo Baekhyun pensando a lo desesperado—, podrías insinuarle que enfrentarme a su poderosa presencia es demasiado para mí en mi primer proyecto personal.

 

—Ahora estás pensando como un Byun. —Tiffany estaba claramente complacida—. No puede discutir conmigo por tratar de proteger la operación.

La operación, pensó Baekhyun, no a su hijo. Se sintió dolido, a pesar de que debería estar acostumbrado a la crueldad de los psi después de llevar toda la vida viviendo entre ellos.

—Entonces, ¿tengo vía libre para concentrarme en el proyecto y mantenerte informada?

—Sí.

Con eso, Tiffany se desconectó. Baekhyun se permitió exhalar un profundo suspiro de alivio y hundió la cabeza entre las manos. Algo iba mal y no era simple paranoia. ¿Por qué de pronto Leeteuk se interesaba tanto por un cardinal fracasado al que la mayoría de los psi ignoraban? Doblemente preocupante resultaba el alcance de la cooperación de Tiffany con el consejero.

Se le encogió el estómago. Tenía la sensación de que estaba siendo utilizado como peón en un juego cuyas reglas desconocía. Lo que le preocupaba aún más era no saber las consecuencias de la derrota... o cómo impedirla.

De pronto se percató de que llevaba demasiado tiempo sentado allí, con la vista perdida. Se puso en pie y solo entonces comprendió lo absurdo de su situación. Acababa de mantener sendas conversaciones con dos miembros del Consejo sentado en la tapa de un retrete. La idea le obligó a sofocar una risilla mientras levantaba la tapa y abría la puerta.

Cuando comprobó su aspecto en el espejo situado sobre el lavabo, se sorprendió al no encontrar un solo signo que traicionara su leve ataque de histeria. La máscara física se mantenía intacta aun cuando sus escudos mentales se desmoronaban poco a poco. Echó un vistazo al reloj y vio que llevaba allí casi media hora. Los cambiantes tendrían un montón de preguntas para las que más le valía tener respuesta.

Antes de salir se aseguró de presentar un aspecto óptimo; el cabello pulcramente recogido, los puños gris oscuro de la chaqueta perfectamente estirados y la expresión de su rostro tan serena que casi logró convencerse de que el nudo que se le había formado en el estómago era pura ficción.

El pasillo estaba desierto, pero todos volvieron la cabeza hacia él cuando entró de nuevo en el despacho de Kris Wu y los demás. Un par de ojos verdes en particular siguieron cada uno de sus movimientos.

 

—Les ruego me perdonen por haberles hecho esperar —dijo antes de que tuvieran ocasión de hablar—. Solicitaron mi presencia en una conferencia.

Kai se dio un golpecito en un lado de la cabeza con el dedo. —¿Esa clase de conferencia? —Sus labios se curvaron. r32;Baekhyun deseaba desesperadamente devolverle la broma.r32;—Sí.

—Extraño lugar para mantenerla —comentó Tao con cierta ironía.

Había sido preciso aquel comentario para que reparase en el joven que había entrado en la habitación durante su ausencia, señal de hasta qué punto había estado distraído.

—¿En qué sentido? —Baekhyun fue incapaz de contenerse.

Tao dejó de revisar algunos de los documentos que había en la mesa de Kris y lo miró a él. Cuando Baekhyun le sostuvo la mirada, el rubor que se extendió por las mejillas del joven le hizo parecer tan adorable como los dos cachorros a los que se había permitido tocar.

—Hum, bueno... ¿n-no cree que...? Tengo que llevar esto arriba. —Agarró lo que parecía un fajo de papeles al azar y prácticamente salió corriendo de la estancia.

—Deberías ser un poco más compasivo... no hace mucho que ha dejado de ser un cachorro. —La risa de Kai fue sincera.

Baekhyun se esforzó por evitar que sus labios la traicionaran. —Simplemente hacía una pregunta. r32;Kai entrecerró los ojos.r32;—Por supuesto que sí.

—¿Cuándo consideráis que vuestros hijos han alcanzado la edad adulta? — inquirió en un intento por conseguir que él dejara de pensar en su impulsiva decisión de tomarle el pelo a Tao.

Una extraña tensión pareció adueñarse de la oficina.

—Una respuesta por otra, encanto. —Las marcas de Kai resultaban absolutamente hermosas en la serenidad de su expresión.

—Se nos considera adultos al cumplir veinte años —declaró Baekhyun.

 

El condicionamiento concluía de forma oficial a los dieciocho, aunque en realidad la mayoría de los psi estaban completamente condicionados a los dieciséis. Se esperaba un margen de dos años para dar tiempo a que cualquier fallo saliera a la luz.

—Existe una gran diferencia entre ser considerado un adulto y serlo en realidad.

—¿Consideras que veinte años no es edad suficiente?

—Nuestros jóvenes han de demostrar su madurez antes de que se les conceda la condición de adulto.

Kai estaba convencido de que Baekhyun había querido tomarle el pelo a Tao. Su expresión no revelaba nada, pero él no era psi y, por lo tanto, no desoía sus presentimientos.

Tal y como había sospechado desde un principio, aquel psi era diferente, y mucho. Lo bastante como para resultar peligroso... a menos que su propia gente no hubiera percibido su singularidad. Era muy posible; los psi se creían seres superiores y eso hacía que fueran estrechos de miras y que, en algunas cuestiones, fueran incapaces de ver más allá.

El instinto le decía que Baekhyun era la clave de todo. Si resolvía el misterio que entrañaba, estaría más cerca de destruir los muros cerrados de la más inhumana de las razas.

—Una ley dura —repuso Baekhyun.

—Vivimos en un mundo duro.

Sobre todo estando los psi al mando. Sin el corazón de los cambiantes y el espíritu de los humanos, el mundo habría sido un infierno.

Kai llamó a Kris a su despacho después de que Baekhyun hubiera regresado a la oficina central de los Byun.

—¿Qué te parece?r32;—Es listo. Nada le pasa desapercibido. —Eso es un hecho con los cardinales. Para su sorpresa, Kris sacudió la cabeza.

 

—Algunos de ellos son tan cerebrales que apenas reparan en nada que sea físico.

—Tú has tenido contacto con ellos. —Era un hecho, no una petición de información. El pasado de Kris estaba envuelto en misterio, pero Kai confiaba en que el leopardo le contara cuanto necesitaba saber.

—Un poco —confirmó Kris—. No soy un experto, pero puedo decirte con seguridad que hay algo en Baekhyun que no encaja.

La confirmación de aquello que su instinto le decía reforzó su determinación de resolver el enigma que representaba aquel hombre.

—¿Qué ha revelado la investigación de su historial?

—Que es exactamente lo que parece: un psi cardinal al que no han invitado a formar parte de su estructura de poder. —Kris se frotó la barba incipiente—. De por sí, eso es lo suficientemente extraño como para hacerlo destacar. El resto de los cardinales adultos a los que hemos seguido la pista trabajan para el Consejo de una u otra forma.

Kai se meció sobre los talones mientras pensaba.

—Lo que significa que o bien es una tapadera y es un espía del Consejo...

—... o que algo raro tiene —concluyó Kris, expresando con palabras lo que Kai no quería admitir—. Si lo han excluido del círculo íntimo no nos es de utilidad.

La pantera que moraba en Kai sacó las garras; no había nada de malo en el hombre que había captado su atención.

—Esperemos unos cuantos días más —dijo luchando contra la bestia—. Llegados a este punto, no nos queda más opción. Ningún otro psi se plantea siquiera la posibilidad de hacer negocios con nosotros.

—Podríamos dejar que los SnowDancer hagan lo que quieran.

—Si comienzan a matar a los psi de alto nivel, ya podemos olvidarnos de cualquier esperanza de acabar con esto sin que se produzca una masiva pérdida de vidas. —Los SnowDancer querían emplear la tortura para sonsacar información a aquellos a quienes culpaban de consentir los asesinatos, incluyendo a Tiffany Byun—. Los psi tomarán represalias contra todos nosotros y no respetarán a los cachorros.

Kris asintió. Ya habían discutido antes la situación y era eso mismo lo que les había echado para atrás. Los EXO eran un clan poderoso, si bien joven. Tenían muchos cachorros y menores bajo su protección. Si los psi respondían a un ataque de los SnowDancer, la próxima generación al completo podía ser aniquilada en medio de un baño de sangre. Incluso la arraigada necesidad de Sehun de mantener a salvo a los jóvenes se había impuesto a su sed de venganza.

—Dar carta blanca a los lobos tiene que ser nuestro último recurso.

Era una decisión que esperaba no tener que tomar nunca, pero no era tan ingenuo como para pensar que aquello no acabara dando paso a la violencia. Habían muerto demasiadas mujeres y hombres cambiantes y todos querían sangre. La sangre de los psi. 


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