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Éxtasis por Fyrea

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Taemin miraba a Kibum con cara de póker. Lo había dejado hablar sin hacer ningún comentario, a pesar de que había encontrado todo bastante objetable desde la primera frase; era precisamente el que no dijera nada lo que asustaba más a Kibum.

 

-No sé para qué me cuentas –dijo al fin hundiéndose de hombros y acomodándose mejor en los brazos de Jongin que estaba sentado con él en el sofá observando y escuchando a su amigo que se había puesto de pie poco después de comenzar a hablar.

 

-Kibum, siéntate –le indicó Jongin.

 

Él hizo como le pedían y luego miró a Taemin exhalando un “no sé”.

 

-¿Sabes lo que creo?

 

-¿Qué? –preguntó haciendo un movimiento negativo al mismo tiempo.

 

-Que, por alguna razón, Taeyeon y yo nos hemos vuelto tu conciencia. Taeyeon es el ángel malo que te anima a hacer lo que no deberías y yo sería como el ángel bueno que te regaña hasta que decides hacer lo correcto.

 

Jongin no pudo evitar soltar una leve risilla, probablemente imaginándose a su novio y a su cuñada como dos ángeles a cada lado de Kibum susurrándole qué hacer.

 

-Así que si ahora viniste aquí y no llamaste a Taeyeon es porque quieres escuchar algo sensato.

 

Kibum sólo lo observó. Después de todo, Taemin no estaba tan equivocado tampoco.

 

-La verdad –continuó Taemin irguiéndose en el sofá -no sé qué quieres que te diga. ¿Qué haberte metido otra vez con tu jefe estuvo mal? ¿Qué no deberías volverlo a hacer? Eso ya lo sabes, sino no estarías aquí. ¿Hay algo más acaso de lo que quieres que te detenga?

 

-No. –Pero lo había. Oh, sí que lo había. Pero en ese momento no estaba seguro de lo que quería escuchar sobre ese asunto. –No sé, sólo te lo contaba porque, como dices, necesitaba que alguien me dijera que no estaba bien, que haber estado borracho no es excusa…

 

-Que habías dicho que nunca te volverías a enredar con alguien a quien ya hubieras desechado –añadió Taemin mirándolo de manera acusadora.

 

-Lo sé –soltó Kibum en un sonido casi lastimoso, tapándose la cara y dejándose caer sobre el sillón. –No sé qué pasó.

 

-No es que no quiera que te metas con nadie, pero soy tu amigo y creo que mi deber es decirte que si te vas a meter con tu jefe, va a haber problemas. Tarde o temprano.

 

-¿No será que te gusta? –preguntó Jongin. Enseguida tuvo las miradas de los otros dos hombres sobre sí como si hubiera dicho una blasfemia.

 

La reacción que Kibum encontró más natural ante tal pregunta fue la risa.

 

-No seas idiota –dijo aún riéndose, o intentándolo. –O sea, obvio me gusta… en algún grado… no me hubiera acostado con él sino me gustase… -puso cara de aburrimiento y se levantó con decisión del sillón. –No le cuenten nada a Taeyeon –dijo en tono de advertencia y luego salió de la casa de sus amigos.

 

Cerró la puerta, bajó con paso cansino las escaleras que lo llevaban a su piso, abrió la puerta y se acostó de revés en el diván dejando su cabeza caer en el extremo de éste.

 

Claro que había algo que no le quería contar a Taemin, para eso están los amigos, para no contarles cosas, y saber inmediatamente que si le estás ocultando algo a alguien que le tienes confianza es que las cosas no son como deberían. O como esperabas.

 

La frase de Jonghyun le daba vueltas en la cabeza y por más que se atusara el cabello no podía sacarle de en medio. “Quiero hacerlo”. Y no era un “quiero hacerlo” que le hubiera calentado la sangre sino que le puso la piel de gallina. Había sonado tan… íntimo. Él también quería hacerlo, eso era lo que le había puesto los pelos de punta. Y quizás, no hubiera sido sólo eso sino el saber que ya había faltado a su propia palabra una vez y que sólo bastaron dos palabras de Jonghyun, una mirada suya y el tacto de su mano recorriendo su espalda para pensarse el volverlo a hacer.

 

Cuando le había dicho a Taemin que esperaba que alguien le dijera que la excusa de estar borracho no era suficiente para lo que había ocurrido la noche anterior, se lo estaba recriminando él mismo. Sí, había bebido más de lo usual, pero lo recordaba todo. La entrega de Jonghyun en el sexo era algo que no dejaba nunca de sorprenderlo, tal vez era eso lo que había hecho que lo mantuviera cerca más tiempo que a muchos otros amantes pasajeros, tal vez era eso lo eso lo que lo había llevado a esperar a que todos los invitados se fueran y prepararle una emboscada en su cuarto, tal vez era eso lo que lo mantenía pensando en lo que podría ocurrir si escuchaba a las palabras de Jonghyun. ¿Tal vez? Ciertamente.

 

 

 

* * *

 

 

 

Jonghyun no mencionó nada durante el resto de la semana, esperando porque Kibum le dijera algo. Ya le había costado bastante trabajo el llegar a una decisión, no quería forzar al menor y más encima que éste le diera nuevamente con la puerta en la cara. Pero venidos al caso, Kibum parecía como si nunca hubiera escuchado a Jonghyun decir nada sobre el tema, llegados a un punto parecía como si siquiera se acordara de haberse acostado con él. El moreno lo vio irse del local dos noches consecutivas con el mismo tipo, pero para la tercera ya no existía; aún así no fue capaz de preguntar si es que lo había pensado y Kibum se despidió como si nada cuando lo fue a dejar a las afueras de su departamento.

 

Para el comienzo de la siguiente semana la paciencia de Jonghyun estaba por los suelos. Ya no sabía ni por dónde comenzar la conversación y, la vergüenza que antes le impidiera el pensar en actuar de pasivo en una relación, ahora le impedía preguntar sobre la factibilidad de ello. Le estaba comenzando a frustrar lo irónico de la situación.

 

Y lo más irónico aún estaba por venir.

 

A media jornada de ese sábado, una visita inesperada apareció en el bar. Kim Jaejoong, su excompañero, el mismo que había estado en su fiesta de cumpleaños y el mismo que había estado obviamente flirteando con Kibum en la mitad de su sala, lo saludó como si nada y le pidió un trago. Parecía querer decirle algo, pero no le dijo mucho, sólo que luego hablaban y se fue en dirección a Kibum quien, apenas lo notó, le hizo unas señas con la mano y una vez que éste estuvo junto a la barra, se alzó sobre ella para dejarle un beso en la mejilla.

 

No pasó ni un cuarto de hora antes de que Minho se diera cuenta de quién era el que conversaba con Kibum y se acercó a Jonghyun para cerciorarse.

 

-¿No es él el que estaba en tu cumpleaños?

 

-Sí –respondió Jonghyun en un tono demasiado oscuro, incluso para un simple monosílabo.

 

-¿Habrá venido por Kibum?

 

-Eso parece. –No hizo un mejor trabajo escondiendo sus emociones. Minho pareció no pasar factura.

 

-¿Eso parece? Tú lo conoces mejor que yo… aunque según yo, se le nota.

 

-¿Qué se le nota? –preguntó Jonghyun como siempre descolocado por las frases incompletas de su amigo.

 

Por toda respuesta, Minho le dio una mirada aparentemente cargada de significado. Él decidió hundirse de hombros.

 

-Iré por un trago. ¿Te traigo algo?

 

Sí, por un trago. Já. Jonghyun aún no entendía como Minho podía tener tanta vena de periodista rosa.

 

El pelinegro se acercó a la barra y le pidió a Lee un trago. Mientras Lee lo preparaba, Kibum hizo las presentaciones.

 

-Sí, recuerdo haberte visto en la casa de Jonghyun ese día. ¿Y? ¿Vienes a raptarte a Kibum?

 

Kibum lo quedó mirando de hito en hito, pero nuevamente Minho pareció no notar lo descarada de la pregunta. Lee estaba tan sorprendido como Kibum y eso que creía que ya se había acostumbrado a las impertinencias de su jefe.

 

Jaejoong rio con una risa animada como si no le sorprendiese ni le afectase la desfachatez de la pregunta.

 

-No, esta noche no. De hecho, vine a hablar con Jonghyun, pero voy a esperar a que terminen la noche. No te molesta si me quedo un rato conversando con Kibum, de todas maneras, ¿no?

 

-No, no, para nada.

 

Jaejoong expelía un aire de tanta seguridad que hasta Minho se llegó a sentir algo cohibido en su presencia, y eso no era algo que se lograra con facilidad.

 

 

 

La noche terminó, Jaejoong le dijo a Kibum que lo llamaría y se ofreció a ayudar a Jonghyun a cerrar el local, así que Minho se subió a su moto y los dejó solos. Jonghyun se quedó dentro de la barra y le ofreció algo de beber a Jaejoong. Preparó dos tragos iguales y luego fue a hacerle compañía a su excompañero al otro lado.

 

Estuvieron algún rato poniéndose al día en lo que habían hecho, elogiándose otro poco por los éxitos de cada uno y recordando un poco el pasado. Algo le decía a Jonghyun que Jaejoong no había ido hasta allí sólo para eso, pero le siguió el ritmo hasta que se hizo un breve silencio.

 

-¿Sabes, Jonghyun? Me gusta oírte decir lo que me cuentas, pero realmente es lo que callas lo que me trajo aquí.

 

-No sé a qué te refieres… -musitó luego de un segundo de aturdimiento.

 

Jaejoong soltó un sonido nasal que podría haber pasado por una risa algo irónica y le mostró una media sonrisa.

 

-Ese aire de inocente… era uno de los rasgos que más me gustaba de ti cuando estudiábamos juntos. Pero ya no somos estudiantes… -Se había ido acercando poco a poco y Jonghyun ya sentía su respiración casi sobre él. Sobre él.

 

Jaejoong se presionó contra él y Jonghyun por inercia, o por efecto del alcohol, o porque simplemente Jaejoong era bueno besando, respondía al beso y efectuaba su parte con algo más que buena disposición. Estaba tan inmerso que siquiera se dio cuenta cuándo Jaejoong acabó sentado sobre su regazo. Se separaron un poco, pero antes de que Jaejoong pudiera volver a la carga, Jonghyun lo frenó.

 

-Pensé que estabas interesado en Kibum.

 

-Sí –pronunció como si nada. –Me gustan algo más varoniles –pronunció haciendo de sus palabras un siseo. -, pero Kibum está bien.  –Se fue acercando como si esperase el momento preciso para un ataque sorpresa. -¿Qué, ya se lo montaron? ¿Qué tal es?–Su derecha bajó sigilosamente hasta dar con la entrepierna del moreno.

 

Jonghyun siseó a la primera impresión y luego como si hubiera recibido una descarga eléctrica, se levantó de la silla, levantando a Jaejoong en el camino.

 

-Espera, espera –lo detuvo alzando las manos al notar que Jaejoong planeaba pegársele de nuevo. -¿Cómo lo sabes? ¿Kibum te lo dijo? –preguntó al tiempo que se señalaba. Recién ahora parecía notar hacia dónde iba todo aquello y lo rápido que había escalado.

 

Jaejoong se rio y se afirmó en la barra de una forma que esperaba parecer seductora.

 

-No, Kibum no tuvo que decirme nada. Simplemente lo asumí. Y no me equivoqué –se pasó la lengua por el labio inferior y Jonghyun estuvo a punto de hacer lo mismo, sólo que alcanzó a frenar el impulso. Jaejoong lo tenía en su mano, ¿cómo se había dado cuenta?

 

Suerte tenía de no estar empalmado sino sus siguientes palabras no hubieran sonado convincentes.

 

-Jaejoong, es mejor que te vayas. Es tarde y tengo que cerrar el local.

 

Viendo que perdía terreno, el mencionado se le acercó de regreso y le habló al oído.

 

-Pensé que podíamos… cerrar por dentro.

 

Le tomó al menos otro par de segundos a Jonghyun para rechazar la oferta.

 

-Lo siento, pero es mejor que te vayas.

 

Jaejoong que parecía no sentirse derrotado, se acercó con lentitud a la silla en la que había estado sentado y tomó su chaqueta. En su camino hacia la salida volvió a plantarse delante de Jonghyun.

 

-Por si cambias de opinión –señaló dejándole una tarjeta en el bolsillo del pantalón.

 

Jonghyun lo vio salir del bar y sólo ahí se dio cuenta de su andar gatuno, parecido al de Kibum, pero aún más acentuado. Le inquietó un poco, no sólo el caminar sino la comparación.

 

 

 

* * *

 

 

 

El domingo a media tarde Jaejoong contactó a Kibum. Tal como le había parecido dos semanas antes, el hombre no era para nada alguien de rodeos y después de un par de copas en un bar bastante céntrico y concurrido, acabaron en un motel.

 

Jaejoong no mencionó a Jonghyun y disfrutó de la joven compañía de Kibum por toda la noche. A pesar de que le había dicho a Jonghyun que los prefería algo más varoniles, Kibum demostró tener un par de ases bajo la manga que lo dejaron callado, aunque sólo en el sentido metafórico de la palabra. En el sentido literal, era todo lo opuesto.

 

El menor, por su parte, se lo tomó como uno más de sus ligues de una sola noche, ya que saltaba a la vista de que Jaejoong era de su mismo estilo.

 

Cuando la noche acabó, sintió a Jaejoong ducharse y luego se despidió de él antes de marcharse. Cuando Kibum volvió a despertar vagamente recordaba haber oído al otro hombre irse de la habitación, pero no era como que le afectase así que se duchó y pretendía largarse del cuarto cuando reconoció la tarjeta de Jaejoong junto a un florero sobre una mesa decorativa frente a la cama, de los pocos muebles que contenía la habitación. La tarjeta lo había tomado por sorpresa, pues Jaejoong ya le había dado una la noche que se conocieron; pero el contenido al reverso fue lo que realmente lo pilló con la guardia baja.

 

 

 

Apenas entró por la puerta de Jonghyun, le tendió la tarjeta y musitó en tono estrangulado un “lo sabe” de camino a la sala de estar donde se dejó caer sobre el sillón.

 

-No sé cómo lo sabe. Te prometo que yo no le dije nada. No es que crea que…

 

-Ya lo sabía –lo cortó Jonghyun que aún leía la nota en la tarjeta idéntica a la que Jaejoong había puesto en el bolsillo de su pantalón noches antes. “Podríamos vernos de nuevo. Con una condición: trae a Jonghyun contigo. Estoy casi seguro de que no se negará si se lo pides. En caso de, llámame. Jae”

 

Bueno, al menos podía decir que Jaejoong sí que sabía leerlo.

 

Kibum lo miraba con ojos consternados.

 

-¿Tú… sabías que él sabía? –apenas lo dijo se sintió idiota.

 

-Sí. El otro día cuando vino al bar me lo dijo. Me dejó en claro que no le habías dicho nada, que él lo había… intuido.

 

-¿Intuido? Tiene que tener la intuición de un zorro… -murmuró lo último más para él que para Jonghyun.

 

-Sí, lo “intuyó”, eso dijo. Y luego me besó. –Hubiera querido preguntarse a sí mismo por qué había dicho eso, no venía al caso, pero a quién quería engañar. Sabía perfectamente por qué lo había hecho. Parecía un adolescente.

 

-Te besó. –La expresión de Kibum estaba raramente constituida por media cara de póker y media cara de incredulidad.

 

Jonghyun guerrilleó unos momentos para decidir qué significaba la expresión de Kibum, pero no sacó nada en cuentas, así que decidió cambiar el rumbo de la conversación.

 

-¿Por qué estabas alterado cuando me llamaste? ¿Y cuando entraste? –vagamente señaló la entrada de su casa.

 

-Porque… -Ahora que sabía que Jonghyun estaba al tanto del conocimiento de Jaejoong se sentía estúpido al haberse preocupado de más. –Porque, primero, no sabía que tú sabías que él sabía. –Jonghyun soltó una risa graciosa. –Y, segundo, porque pensé que quizás él podía ponerte en apuros y era mejor que estuvieras sobreavisado. –Se hundió de hombros. –No sé si sea de las personas que vaya haciendo esas cosas, pero uno nunca sabe. Hay cada loco en este país…

 

-Loco y todo, aún así te acostaste con él. –Jonghyun levantaba una ceja cuando Kibum le devolvió la mirada con su propia ceja levantada debido a la incredulidad de lo que había oído.

 

-Y tú lo besaste –acusó de vuelta.

 

-Nunca dije que yo lo besé de vuelta.

 

-Estoy asumiendo.

 

Se miraron a los ojos por unos segundos como si intentaran sacarse algo de adentro vía miradas-profundas.

 

-¿Y? –preguntó Kibum cuando se dio cuenta que la señal no era tan fuerte como para conseguir ningún dato.

 

-¿Y qué?

 

-¿Asumí bien?

 

Jonghyun sólo emitió un sonido totalmente afirmativo.

 

-Já –soltó Kibum desviando al fin la mirada. – A estas alturas ya ni sé a qué vine. Mejor te lo hubiera contado por teléfono –dijo levantándose, claramente decidido a irse. –Me hubiera ahorrado el viaje.

 

Antes de que avanzara mucho, Jonghyun lo detuvo. Lo miró por unos instantes como si dudara en decir lo que había pensado hasta hace un momento, pero sabía que no tendría mejor ocasión que esa en el corto plazo.

 

-¿Pensaste sobre lo que te dije?

 

Por inercia, Kibum tomó el interior de su labio inferior entre sus dientes, un hábito que había cogido cuando quería frenarse a sí mismo de soltar una mentira. Porque iba a soltar un automático “no”. Si es que lo había pensado… ¿cómo siquiera podía preguntarlo?

 

-Sí… lo pensé.

 

Esta vez fue la oportunidad de Jonghyun de preguntar “¿Y?”

 

-Jonghyun, te dije que no hacía segundas vueltas… -“Lámina repetida no llena el álbum; lámina repetida no llena el álbum”, se repetía en su fuero interno como un mantra.

 

-¿Y qué fue lo de mi cumpleaños?

 

-Una excepción.

 

-Que podría repetirse.

 

-Si lo repetimos, deja de ser una excepción.

 

-Kibum, no te entiendo.

 

-Yo no te entiendo a ti. Dijiste que fuéramos amigos y acepté. Te dije que no me acostaba con mis amigos, y aceptaste también. ¿Qué no entiendes?

 

-Si no te acuestas con tus amigos, ¿por qué estabas en mi cuarto esa noche? ¿Por una “excepción”? –El tono irónico se mezcló con el desconcierto y una pizca de desesperación. Lo desencajaba que Kibum tuviera razón, pero que él también la tuviera y que sus dos puntos de vista parecieran tan opuestos como el norte y el sur.

 

Por un momento, Kibum se quedó callado. Se había quedado sin respuesta. Dicho de otro modo, la única respuesta que tenía no lo ayudaba en nada sino lo contrario. Obviamente no había estado en el cuarto de Jonghyun esperándolo por una “excepción”. Jonghyun lo calentaba. Punto. Así de simple y así de complicado cuando había sido él quien le había dicho que era mejor que cortaran amarras antes de aburrirse. Quizás le había faltado eso: llegar a aburrirse sinceramente de Jonghyun, pero no lo había hecho. Ni aún con lo ocurrido la mencionada noche, y mucho menos podría hacerlo con las posibilidades que ahora el mayor le ponía a su disposición. ¡Ay, Jonghyun, por qué tenías que cruzarte en su camino y hacerle la vida difícil!

 

Respiró profundo y juntó toda la entereza que pudo antes de responder con la mayor sinceridad que pudo.

 

-Estaba ahí porque te estaba esperando, eso es obvio. Porque esa noche me quería acostar contigo. Esa noche, te tenía ganas, y ya. –Se volvió a morder el labio. Temía que si no lo hacía, comenzaría con las mentiras.

 

-¿Qué pasaría si yo te tuviera ganas ahora? ¿Si quisiera ahora mismo sacarte la ropa? –Soltó Jonghyun con una desfachatez que, estaba seguro, Minho aplaudiría. Pero apenas lo dijo no supo de dónde había salido aquello. Ya no podía retractarse.

 

-Las cosas se hacen de a dos. Tú no te negaste esa noche.

 

-Sí, me negué.

 

Kibum sintió como se sonrojaba, quizás por primera vez en presencia de Jonghyun. Se recompuso tan pronto como sintió la consecuencia del ataque.

 

-Pero luego ya no.

 

-Quizás, yo también te tenía ganas ese día –intentó seguir por la misma línea de lo anterior. Si no lo hacía, perdería terreno. –Y eso no evita que pueda tenerte ganas ahora.

 

Jonghyun se adelantó un paso como por inercia, Kibum lo retrocedió como el ratón que se ve acorralado por el gato. Sólo que él estaba comenzando a desear ser acorralado. Masoquista.

 

Jonghyun extendió su mano y la puerta se abrió. Sodam entró por la puerta sin notar que había roto una atmósfera bastante prometedora y, falta de información como estaba, no entendía la presencia de Kibum en casa de su hermano un lunes por la tarde. Los dos hombres la quedaron viendo y nadie dijo nada.

 

-Encontré estas facturas del bar en el auto –dijo alzando los papeles, como si necesitara excusar su presencia en la casa de su hermano, y añadió: -Pensé en entregárselas a Jinki, pero creí que quizás querías echarles un vistazo antes. ¿Qué haces aquí, Kibum? –preguntó casi de la nada sin poder retener la curiosidad ya que era la única que parecía estar dando explicaciones. -¿Pasó algo?

 

-No, no, nada –dijo probablemente demasiado rápido. –Yo… ya me iba. Los dejo.

 

La despedida fue tan escueta que Jonghyun apenas alcanzó a pronunciar un “hablamos luego” al que Kibum asintió y luego lo vio marcharse.

 

Sodam siguió a Jonghyun de regreso a la sala mientras éste simulaba revisar las facturas que había recibido.

 

-¿De verdad no le pasaba nada a Kibum? ¿Qué hacía aquí?

 

-Cosas del bar –respondió Jonghyun como si esa fuera la excusa definitiva. Finalmente quitó sus ojos de las facturas. –Se las entrego yo a Jinki, no te preocupes.

 

-No lo habrás tratado mal, ¿cierto?

 

-¿A quién? –le preguntó desconcertado.

 

-A Kibum. ¿A quién más? Estaba raro.

 

Si le explicara la situación, ¿la entendería? No era que la considerara corta de miras, pero no tenía mucho a su favor. Se conocían desde siempre y nunca, nunca, Sodam había dado una señal de saber nada sobre su secreto. Y luego estaba eso: le había guardado un secreto durante años a quien le había dado su respaldo en cada decisión que había tomado.

 

Otra vez había cogido el tren de la amargura. Quizás si decidiera hablar, no tendría que volver a tomarlo…

 

-Sodam…

 

Pero, ¿qué pasaba si su hermana hacia los cálculos y relacionaba lo que le decía con la visita de Kibum? ¿Tendría que explicarle aquello también? ¿Cómo le explicaba algo que ni él estaba entendiendo?

 

-¿Qué? ¿Jonghyun? ¿Qué ibas a decir?

 

-No… no sé. Lo olvidé.

 

Tomaba el mismo tren en la misma estación desde hacía tanto tiempo que, una vez más, la costumbre pudo más que el instinto de aventura por averiguar que le esperaba al final del otro recorrido.

 

 

Notas finales:

Traté de no demorarme mucho -sólo lo normal -, así que espero que les guste... déjenme sus comentarios! ^^

Creo que a estas alturas debo advertir (si es que no se había notado), para quienes no les guste, que en un par de capítulos habrá Keyhyun... 

Bueno, eso! Nos leemos! n-n


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