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Éxtasis por Fyrea

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Aquel “hablamos luego” no tuvo un momento próximo al que aferrarse. Kibum no contestó las llamadas de Jonghyun esa tarde ni las de la mañana siguiente y, para cuando llegó al bar, tanto Minho como Lee ya se encontraban allí y eso sólo le facilitó al barman las posibilidades de escaquearse de cualquier conversación que el moreno pudiera tener en mente. Más tarde, a la hora de cerrar, Kibum le pidió a Lee que lo llevara en su motoneta; así que cuando Jonghyun, con la voz más normal que pudo disimular, le preguntó si lo llevaba a casa, con toda tranquilidad el menor le contestó que no era necesario, que no se molestara. Como Minho aún seguía en el bar, otra vez sin compañía femenina, y con unas ojeras muy poco de él, no tuvo la oportunidad de insistir.

Kibum tuvo el desplante de prolongar esto por unos días. Derechamente, no quería hablar, de hacerlo le asustaba lo que podía acabar pasando. No sentía confianza en sí mismo. Pensaba que si esa tarde, Sodam no hubiera llegado, las probabilidades de que hubiera acabado en la cama de su jefe –otra vez –eran enormes.

Pasaron días antes de que Jonghyun viera su oportunidad. Había llegado primero que todos, como había hecho todos los últimos días, y estaba rogando porque esta vez fuera Kibum quien llegara primero que nadie cuando lo vio entrar. Kibum creyó que Jonghyun no lo notó, pero el mayor sí se dio cuenta de cómo el menor se crispaba un poco al darse cuenta de que estaban los dos solos en el bar.

Si estaba en lo correcto, tenía poco tiempo a su disposición, así que Jonghyun decidió abarcarlo de inmediato.

-Kibum, tenemos que hablar.

El barman se lo quedó mirando detenido a mitad de camino donde Jonghyun lo había frenado.

-Aún no me has dado una respuesta…

-Lo sé… -Kibum iba a soltar un real sonido de desesperación, su última decisión con toda una semana de pensamientos contradictorios se peleaban dentro de su cabeza, pero su teléfono le evitó la vergüenza. –Espera –le indicó mientras sacaba el teléfono de su chaqueta.

Le hizo una señal y se dio media vuelta.

-¿Aló, Jongin? –Quizás por costumbre, el menor comenzó a caminar por el bar alejándose de a poco de Jonghyun. Éste no podía escuchar muy bien lo que Kibum le decía a su amigo, pero por su lenguaje corporal la conversación no parecía ir muy bien. Y luego, otra conversación, simplemente se fue por el desagüe.

Minho apareció por la puerta de entrada antes de que Kibum colgara y pronto lo siguió Lee. Adiós, oportunidad.

Jonghyun vio cómo Kibum se guardaba el celular y saludaba como si nada a los recién llegados. Estuvo bastante rato sintiendo que era posible que el menor hubiera usado la llamada de Jongin como una excusa para ganar tiempo, pero luego se preguntó qué había sido aquello que había notado en la conversación telefónica. Como si Kibum estuviera incómodo o preocupado por algo que su amigo le decía. Y ese pensamiento sólo fue corroborado al notar que con el correr de la jornada, Kibum parecía demasiado taciturno cuando creía que nadie lo veía.

 

No supo a qué hora había llegado, pero cuando estaban por cerrar, notó a la chica que Lee le había presentado en su cumpleaños conversando con él y Kibum. Una sonrisa burlona y triunfante se dibujó en su cara por apenas dos segundos, hasta que pudo controlarse. El que ella estuviera allí significaba que Lee ya no sería capaz de llevar a Kibum –a menos que encontrara una manera de acomodar tres personas en una motoneta; cosa de la que si era capaz, lo haría verse en la obligación de despedirlo por impertinente.

-¿Te llevo? –le preguntó a Kibum cuando ya estaban todos afuera; Minho les dijo “buenas noches” y se perdió de vista.

-Sí, claro –en un tono de resignación que Jonghyun esperaba sólo hubiera notado él. –Nos vemos, Lee. Que llegues bien a tu casa, Seungyeon

Los otros dos se despidieron y se fueron antes que ellos. Jonghyun le hizo una señal de que se subieran y partieron. Kibum miraba por la ventana como si no fuera consciente de que iba en el auto junto a alguien más, bien podría haber ido en la parte trasera de un taxi.

-¿Kibum?

-¿Sí? –El aludido lo miró con total atención, Jonghyun sentía su mirada sobre él.

¡Pero qué cambio de actitud! Un segundo parecía absorto en las estrellas, en el pavimento, en los edificios o en vaya a saber Dios en qué y, al siguiente, era como si hubieran estado conversando desde que cerraron las puertas del coche.

-¿Puedo preguntarte algo?

-Puedes… -Kibum estaba cansado.

A esas alturas estaba seguro qué iba a preguntarle Jonghyun y ya tenía una respuesta. Estaba exhausto de pelear consigo mismo, esa no era su naturaleza. Dudar sobre su actuar, cuestionarse. No, eso no era propio de él. Iba a hacer lo que le naciera, así que estaba preparado para contestar a la pregunta del mayor.

-¿Qué fue lo que conversaste con Jongin? Me pareció que te afectó… ¿pasó algo malo?

Okay, estaba preparado para una pregunta… pero no para esa.

-Eso… La verdad, no quiero hablar.

Esos ojos agudos y transparentes de Kibum ya no estaban sobre él; el menor volvía a encontrar interesante el borrón que formaban las casas y edificios afuera. Que esquivara la pregunta de forma tan directa sólo servía para acrecentar su duda, pero no sabía cómo indagar sin parecer que no respetaba su decisión.

Como siempre, estacionó frente al edificio y esperó a que Kibum se decidiera a bajar del auto. Pero en lo que el menor se decidía, otra cosa cruzó por su cabeza.

-¿Quieres subir? –Kibum no lo miraba, tenía una mano en la manilla con la puerta levemente abierta.

Sus ojos se toparon y Jonghyun se dio cuenta de que no había contestado nada.

-Sí. –La voz le salió en un susurro que no había esperado.

Kibum subió y le dejó la puerta del edificio abierta. Estaba sombrío, como lo había estado toda la tarde para ser sincero. No sabía qué esperar una vez que subiera todos los escalones hasta su departamento. Allí la puerta también estaba abierta.

La única luz encendida le llegaba desde la habitación del menor por el pasillo.

-¿Kibum?

El menor no contestó y cuando entró en la habitación no lo encontró, pero oyó el agua correr en el baño así que supuso que estaría ahí. Se sentó en la cama y miró a su alrededor como si se encontrase en un lugar en el que no había estado nunca –lo que era, de más está decirlo, caído en la ironía a más no poder. Kibum lo salvó de la sensación al salir del baño con una toalla de manos secándose la cara. Se sentó a su lado y, antes de que Jonghyun se diera cuenta, tenía su cabeza en su hombro.

Jonghyun no pudo resistirse, y Kibum no tuvo opción una vez que sintió la mano cálida del moreno moldeando su mentón. Jonghyun se movió lentamente, como esperando que en cualquier momento el menor lo rechazara o algo, pero eso no ocurrió. Juntó sus labios en una caricia ínfima al comienzo, y luego tomó los labios ajenos entre los suyos. Besos lentos pero apretados, como si se fumara uno por uno los labios de Kibum. La mano del menor había hecho su camino hasta el brazo de Jonghyun que aún lo mantenía sujeto por el mentón y lo apretaba ligeramente como si no quisiese que lo retirara de ahí.

Cuando Jonghyun finalmente soltó su rostro, Kibum se dejó acunar en sus brazos. Si bien el moreno aún desconocía el motivo del abatimiento de Kibum, quería ser al menos la razón de que la carga le pareciera algo más ligera.

-Duerme conmigo esta noche. –A pesar de lo imperativo de la frase, esta era más una petición que una orden.

Jonghyun no pasó por alto que la invitación tenía sus términos, pero eso no era nuevo viniendo de Kibum. De todos modos, aceptó. El menor se levantó en busca de una manta y le pidió que apagara la luz.

Kibum se acomodó entre sus brazos y su espalda se acopló a su pecho. No demoró en quedarse dormido en aquel cálido abrazo.

 

Despertó a la mañana siguiente solo en su cama, aún cobijado por la manta. Se lavó la cara para desperezarse y fue a la cocina por algo para desayunar. Camino allí se encontró con Jonghyun sentado en el sofá bebiendo café.

-Buenos días.

Al verlo, no supo dar con el por qué, pero pensó que quizás no había sido tan buena idea haberle pedido que se quedara.

-Buenos días.

-No quise despertarte, así que… -iba explicando Jonghyun siguiéndolo.

-Sí, está bien.

Kibum buscaba por todos los cajones y acabó sacando un bowl de cereales con algo de leche.

-¿Quieres tostadas? –Se giró hacia Jonghyun.

Por toda respuesta, asintió.

El menor puso el pan en el tostador y caminó hacia el diván donde se sentó con las piernas estiradas. Jonghyun, por su parte, volvió a tomar lugar en el sofá y caviló algunos momentos sobre volver a indagar en el tema de la noche anterior. El silencio se hizo hasta que sonó la tostadora.

-Hay mantequilla por si quieres… -le indicó Kibum sin moverse de su lugar.

Caminaba de regreso cuando se decidió a hablar.

-¿Quieres hablar ahora? ¿Sobre lo de ayer?

La respuesta no vino enseguida. Kibum comió un poco más hasta que finalmente con un suspiro plantó la cuchara en el bowl y miró a Jonghyun.

-Son mis papás. Están en la ciudad.

Jonghyun hizo una señal de asentimiento.

-Jongin trabaja en este café que está cerca al hospital y los vio. Aparentemente, el viejo está enfermo. Preguntaron por mí, pero… Nada… No sé por qué todavía me ponen tan mal.

Kibum se levantó y caminó hacia la cocina. Jonghyun se preguntó si lo hacía con claras intenciones de darle la espalda.

-La última vez que los vi… el funeral de mi abuela. –Jonghyun por inercia miró a la fotografía que Kibum tenía a un costado de su computador. Las manos del menor se anclaban en el mueble mientras sus ojos parecían escrutar el exterior a través de la ventana. -De ahí que no sabía nada de ellos; y ahora vienen y, preguntan por mí como si de verdad les preocupara cómo estoy.

Jonghyun decidió que era ese el momento en el que debía levantarse. Sus manos se posaron en los brazos desnudos no por mucho. Kibum se giró y afirmado en el mueble le sonrió con una sonrisa de disculpa. Se disculpaba por haber pensado que era una mala idea tenerlo allí. Si no estuviera, no sabría cómo manejar lo que sentía.

-Gracias –dijo simplemente.

El mayor no quiso presionarlo más y se alejó.

-¿Qué hora es? Quedé de ir a ver a Jongin a la hora de almuerzo.

-Mmm… Puede que vayas tarde. Te puedo ir a dejar.

Kibum hizo una mueca que no pudo reprimir.

-Lo entiendo. Pero, si quieres, te puedo dejar a una cuadra o algo por el estilo.

-Okay. Me ducho rápido y vamos.

-Te espero.

 

Como le había prometido, Jonghyun se detuvo a una distancia prudente del café. Kibum le agradeció el aventón y se bajó del auto; pero apenas se había bajado se volvió sobre sus pasos y abrió la puerta una vez más.

-Sobre lo otro… -comenzó sin volver a subirse al carro. –Iba a decir que sí ayer, pero… la llamada, luego llegaron los demás…

Jonghyun no sabía qué decir, después de todo lo que había esperado, el menor lo había tomado por sorpresa.

-Eso… Bueno, luego hablamos. Gracias por traerme…, y por anoche. Adiós.

Y cerró la puerta, y se fue, y lo dejó ahí, y… eso. Siempre, o al menos desde que lo conocía algo más íntimamente, le había llamado la atención la manera en que Kibum podía hablar de cosas como aquellas como si estuviera comentando el clima o decidiendo qué iba a comer al almuerzo. Era probable que nunca se acostumbrara a ello.

Pero, dejando eso a un lado… wow. Por fin había conseguido una respuesta.

¿Y, ahora, qué hacía con ella?

 

Cuando llegó a su casa, Sodam estaba fuera de su puerta.

-Estaba a punto de llamarte.

¿Qué rayos pasaba con el temporizador interno de su hermana? ¿Cómo es que últimamente tenía la manía de aparecer en los momentos menos oportunos?

Entraron juntos a la casa, Jonghyun siquiera se volteó a verla y se lanzó en el sillón.

-¿No dormiste aquí anoche? –aventuró Sodam.

Jonghyun abrió los ojos como platos, intentó manejar sus emociones lo más rápido que pudo y lo negó.

-¿Por qué?

-No sé. Me pareció –la vio hundirse de hombros.

-¿Qué pasó? ¿Viniste por algo? Digo, ¿venías a buscar algo? –Intentó no sonar brusco ni tosco, pero falló por un tanto.

-Ah, no. Te venía a decir que mañana no puedo ir a buscar a Gwiboon en la tarde.

Jonghyun se sentó recto en el sillón.

-Dime que es tu broma atrasada del 1 de Abril.

Siempre, en todo lo que podía, Jonghyun daba lo mejor de sí para ser un buen padre, pero tener que asomar la nariz por su antigua casa era algo que no le apetecía ni en lo más mínimo. Y es que la casa no era el problema. Era bonita, grande y, por lo que había entendido de su estado de cuenta, había sido pintada recientemente. El problema era la nueva dueña: Hyoyeon, su ex. Las veces que él tenía la mala suerte de topársela las cosas acababan poniéndose color de hormiga. Hyoyeon aún tenía la idea de que ellos podían volver, y se lo dejaba en claro en cada cumpleaños de Gwiboon, al final de cada reunión con la profesora del colegio, y en las ocasiones que, como la que se veía venir, él se encontraba en la obligación de ser quien acudiera por su hija al comienzo de una de sus semanas.

-No, lo siento. Sé que no te gusta toparte con Hyoyeon, pero… es la madre de tu hija.

-Sí, no sé en qué estaba pensando.

-Jonghyun  -le vociferó a modo de regaño. –Como sea, mañana te toca ir a buscarla. Ve haciéndote a la idea.

-¿Y, por qué no puedes ir a buscarla? Por favor, Sodam.

-No puedo, lo siento. Y, ahora, me voy, sólo venía por eso.

-Si era para darme malas noticias, mejor me hubieras llamado.

-¿Y perderme la expresión de tu cara?

Sodam se rio y luego se despidió. Otra vez habían cerrado la puerta, se habían ido, y lo habían dejado solo con sus pensamientos sobre lo que le habían dicho. Definitivamente ese iba a ser un día de aquellos. Y aún quedaba la jornada nocturna en el bar.

 

* * *

 

Suspiró una última vez y tocó el timbre. Ja. Como si no se lo hubiera esperado, quien le abrió la puerta era Hyoyeon en todo su esplendor de media tarde. Arreglada como si fuera a irse de happy-hour con unas amigas: vestido, maquillaje y manicure. Sintió su mirada escrutadora a lo largo de todo él, lo que acabó con un aleteo de sus largas pestañas.

-Hola.

-Hola, Jjong. ¿Cómo estás?

-Bien, bien… ¿tú?

-Bien, también. Pasa, voy a decirle a Gwiboon que llegaste.

-La espero aquí.

-Puedes esperarla adentro. ¿Pasa algo?

Claro que pasaba. No toleraba su presencia, sus movimientos estudiados, sus acciones cargadas de intenciones.

-Nada. Pero nos tenemos que ir, ¿la puedes llamar, por favor?

-Sí, claro.

Su mirada volvió a recorrerlo como si lo hiciera por el resto de lo que quedaba de día. Luego le pidió que la esperara y se fue.

Jonghyun observó la fachada de la casa. Había quedado bastante bien pintada, a pesar de que no habían cambiado el color. Comenzó a impacientarse cuando pareció que le estaba tomando demasiado tiempo a Gwiboon.

Hyoyeon volvió a abrir la puerta justo cuando pensaba en volver a tocar el timbre.

-Dice que ya viene. ¿De verdad, no la quieres esperar adentro?

-No, estoy bien aquí.

-Jonghyun, esta también es tu casa.

-Ya no. ¿Recuerdas esos papeles con tu nombre?

-¿No me vas a decir que estás resentido por eso?

-Resentido, no. Pero esta ya no es mi casa. No lo es desde hace años.

-Siempre puede volver a serlo. –Los ojos de la rubia parecían intentar introducirse en los suyos. No pudo mantenerla la mirada, quemaba.

Su hija apareció justo en el momento en que su ex parecía dispuesta a seguir el contraataque.

-Papi –le dijo a modo de saludo con esa sonrisa de oreja a oreja que siempre aparecía en su rostro cuando se veían.

-Hola, mi princesa –la saludó al tiempo que tomaba la pequeña mochila en sus manos. –Bueno, nos vamos –le dijo a Hyoyeon tomando la mano de Gwiboon.

-Cuídate, Gwiboon. Aún puedes venir cuando quieras, Jonghyun, las puertas están siempre abiertas.

-Adiós, Hyoyeon.

-Adiós, mami.

La rubia se quedó plantada en la puerta observando sus movimientos. No se dejó de sentir inquieto sino hasta que la casa estuvo fuera de su vista. Recién ahí pudo mantener una conversación normal con su hija.

-¿Y tía Sodam?

La verdad es que esa era una muy buena pregunta.

-No lo sé, Boonnie.

Hubo unos momentos en que tanto padre como hija se preguntaron qué entretenía a Sodam lejos de sus habituales menesteres un domingo por la tarde. Él debía reconocer que estaba cavilando la posibilidad de que su hermana se estuviera viendo con alguien, pero ¿con quién? Sus días estaban divididos entre el restaurant y sus padres, y eso cuando no era una semana con Gwiboon en casa, porque cuando así lo era, su hermana debía añadir el hacer de niñera a medio tiempo. ¿En qué momento iba a salir con alguien?

-¿Papá? –lo interrumpió la menor en sus cavilaciones.

-¿Sí, amor?

-¿Te acuerdas que dijiste que cuando yo estuviera de vacaciones me regalarías un perrito?

-Sí… -contestó con un aire dubitativo. -¿Por qué?

-Porque salgo de vacaciones la otra semana. –Jonghyun entendió de eso que le quedaba una semana para que Gwiboon se pareciera a su madre. Era su hija, pero también era la hija de Hyoyeon y si había algo que ésta le había enseñado aparentemente muy bien era el siempre esperar que las cosas salgan como pedidas de boca.

-Gwiboon, yo puedo regalarte un perro, ¿pero quién lo va a cuidar cuando yo tenga que ir a trabajar y tú estés con tu mamá?

Tenía que haber una forma de llegar a su hija siendo racional.

-Papá, tú trabajas de noche, el perrito se va a quedar dormido en la noche.

Sí, la lógica no lo iba a ayudar. Gwiboon era más inteligente de lo que parecía.

 

-Yo llevo el carrito –anunció la menor adelantándose.

-Cuidado –le avisó él siguiéndola de cerca.

Iban por apenas un par de cosas, pero Gwiboon había insistido en que tomaran uno de los carros de compra en lugar de un canasto.

-¿Y qué tipo de perro quieres? –preguntó Jonghyun. Si bien parecía que no iba a poder cambiar el parecer de su hija, al menos debía irse haciendo a la idea el tipo de animal que le iba a tocar cuidar.

-Mmm… ¿uno pequeño?

-¿Un cachorro?

-¡Sí! –exclamó con un entusiasmo que los hizo objetivo de todas las miradas en el pasillo. –Pero que se quede siempre chiquitito.

-¿Siempre? ¿No quieres que crezca y sacarlo a pasear?

La pequeña pareció pensárselo; aunque su padre también. ¿Qué rayos estaba diciendo? Hace media hora no quería un perro y ahora estaba alentando a Gwiboon de conseguir uno que se volviera grande. ¿Bipolaridad? ¿Dónde?

-¡Kibum! –Gwiboon dejó el carro allí y salió disparada hacia el final del pasillo por el que pasaban.

¿Kibum?

Tuvo que rearmarse internamente antes de tomar el carro y caminar todo el largo del pasillo hasta encontrarse con su barman y su hija.

-¿Vienes por comida para tu perro? –oyó que su hija le preguntaba a Kibum.

-No, no tengo perro… ¿Por qué…? –Jonghyun notó que los ojos del menor se paseaban por el pasillo y notaba las bolsas de alimento para animales que se alineaban en los estantes. Y luego lo notaba a él. -Hola, Jonghyun.

¿Era sólo él el que estaba imaginándose cosas que no eran apropiadas ni para el entorno ni para la situación –tomando en cuenta que su hija se encontraba entre ambos?

-Hola.

Los tres dudaron si decir nada, hasta que Gwiboon volvió a la carga.

-¿No tienes un perro?

-Gwiboon…

Kibum los miró a ambos preguntándose de qué iban.

-Gwiboon quiere que le regale un perro…

-¿Quieres adoptar un perrito?

-Sí, uno pequeño –le contó la niña retomando su voz emocionada.

-Conozco a alguien que trabaja en la perrera… Si es que quieren adoptar… Podrían ir a ver los perros cuando quieran…

-¿Podemos? Papi, ¿podemos?

-Puede ser… otro día. –Le acarició la cabellera a Gwiboon de modo condescendiente, y luego se dirigió a Kibum. -¿En qué estás?

-Comprando –le respondió éste, como si no fuera obvio, levantando el canasto en su mano derecha. –Pero ya terminé.

-Nosotros sólo vamos por leche ahora…, si quieres, nos acompañas y te llevamos a casa.

Kibum los miró a ambos y luego de ver los ojos esperanzados de la niña, aceptó.

 

Jonghyun aparcó donde siempre; Kibum se despidió de Gwiboon y se apeó del auto. El mayor le indicó a su hija que se quedara donde estaba y que lo esperara.

-¿Semana paternal?

Jonghyun asintió. Estaban a buen recaudo de los oídos agudos de su hija, sólo era que simplemente no sabía qué más decir. A esas alturas no sabía con qué razón se había bajado del auto.

-¿Hablaste con Jongin? –Preguntó, por decir algo. Lo había visto más animado, pero no sabía decir si era que el tema de sus padres ya había dejado de deprimirlo o estaba evitándolo aún para que así fuera en el corto plazo.

-Sí… -Kibum estaba obviamente algo incómodo. –No es un tema del que quiera seguir hablando, la verdad… -Miró hacia otro lado, intentando sacarse de la cabeza a sus padres. -El próximo finde, es mi turno con Joonnie –comentó -so

-Estaré esperando –fue todo lo que Jonghyun pudo decir y, de pronto, se sintió con más confianza.

Kibum sonrió y, sin mayores aspavientos ni una señal de aviso, se le acercó y lo besó rápido en los labios; ya subía los escalones para cuando Jonghyun reaccionó y miró en todas las direcciones en busca de ojos acusadores, pero no vio nada.

Cerró la puerta del carro con esa mezcla de sensaciones ya tan normales para él. Encendió el motor del auto y, si no hubiese sido porque su hija le habló desde el asiento trasero, no se hubiera acordado que ella iba con él.

-Me gusta Kibum.

Su padre necesitó un par de segundos para procesar lo que había escuchado.

-¿Te gusta?

-Sí.

-¿Cómo que… te gusta?

-Me dice Gwiboon, no “cariño” como las amigas de mamá.

Jonghyun asintió viéndola por el retrovisor.

-Y también creo que es lindo.

Si hubiera sido un poco más impulsivo, Jonghyun hubiera presionado el pedal de freno, pero no lo hizo.

-¿Lindo?

Checando a través del retrovisor nuevamente, la vio asentir. No iba a decir que estaba en contra del juicio de su hija, todo lo contrario, pero… pero eran las ideas de una niña, así que no iba a darle más vueltas.

-¿Tía Sodam está en tu casa?

Nunca descubriría a la velocidad que se sucedían los pensamientos en esa cabecita.

-No lo sé.

-¿Cuándo vamos a ir a buscar un perrito?

No iba a dejar el tema, ¿cierto?

-La próxima vez que te quedes en casa… Podemos decirle a Kibum que nos lleve con su amigo y puedes elegir el perrito que quieras –y de sólo pensar en la compañía de Kibum, otra sonrisa se le puso en el rostro.

 

Notas finales:

Espero les haya gustado! <3 Cupentenme en los comentarios! :D

Saludos! Nos leemos ! n-n


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