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Éxtasis por Fyrea

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Mientras Kibum se perseguía su propia cola en el intento de convencerse de que lo que le pasaba con Jonghyun no era nada parecido a lo que los mellizos suponían, Jonghyun buscaba su propio abrir de ojos en casa de Jaejoon.


Se juntaron un par de veces más, siempre sabiendo que eso no era un plan a largo plazo. Para Jaejoon, Jonghyun era ese gustito que no se había podido dar y que ahora se presentaba en toda gloria y majestad con facilidad; para Jonghyun, Jaejoon era ese parche de nicotina que se veía obligado a usar para no salir corriendo hacia el local más cercano y comprar su marca favorita de cigarros.


-¿Qué te parece venir conmigo a la fiesta de un amigo el sábado?


-Sabes que estoy en el bar hasta tarde -le dijo Jonghyun mientras acababa de vestirse.


-Eso no es problema. No tenemos que llegar temprano. No es una fiesta, precisamente, pero preferimos llamarlo así.


-Si no es una fiesta, ¿qué es entonces?


-Mmm… -Jaejoon miraba el techo como si se estuviera pensando la mejor forma de explicarlo. -Son… reuniones… Da lo mismo lo que son. Nos juntamos y conocemos gente, y que salga lo que tenga que salir de eso.


-Orgías -dijo Jonghyun riéndose.


-Qué retorcido, Kim Jonghyun. No son orgías. Son reuniones, allá tú lo que planees en ellas.


Jonghyun se rió.


-Déjame pensarlo.


-Como quieras.


Y la conversación había acabado. Jonghyun le dijo adiós desde la puerta y se fue. Jaejoon se dio media vuelta, en la cama y en cinco segundos había entrado en un sueño reparador.


 


* * *


 


Algunos días después, Jinki, en una de sus escasas apariciones de los últimos meses apareció con buenas noticias para los socios.


-Bueno, digamos que tienen un excedente con el que ya pueden disponer sin poner por ningún motivo en riesgo el bar.


-¡Genial! Supongo que podré cambiar mi moto… aunque quizás sólo le de unos arreglos a la vieja.


-O podríamos invertir en algo nuevo para el bar -refutó Jonghyun mirándolo con reprobación.


-O podríamos irnos todos juntos de vacaciones para… ¿cómo se dice, Kibum?


-Bounding?


-Sí, eso del compañerismo y esas cosas.


-De la vanidad al altruismo… este hombre no deja de sorprenderme -comentó Jinki haciendo reír a los demás.


-Bueno, podemos…


-Quizás sería una buena idea lo del karaoke… alguna vez lo comentaron, y el otro día, unos clientes, unos chicos que estuvieron conversando en la barra, me comentaron que el bar les parecería aún más genial si tuviera algo diferente, como un karaoke abierto. O sea… fue una idea. –Kibum, luego de su verborrea espontánea, se sintió un intruso y se calló así tal como había comenzado a hablar.


-No es una mala idea –lo apoyó Minho. –¿A quién no le gusta dejarse en ridículo cantando en público?


La alegría volvió a llenar las risas de todos, pero, como en todo, había excepciones. Aparentemente inadvertidas, pero excepciones.


 


Cerraron esa noche mientras Minho le decía a Jonghyun que de verdad debían darle una vuelta real a lo del karaoke, y Jonghyun diciéndole que ya lo hablarían a la tarde siguiente. Kibum se sintió casi sobresaltado cuando lo oyó preguntarle si quería que lo llevara.


-Claro. Genial.


Se despidieron de Lee que esperaba para llevar a Kibum a casa, como cada noche que su compañero no encontraba un chofer personal.


-Gracias. Lee no tiene problema con irme a dejar, pero luego tiene que dar toda la vuelta de regreso.


-No es nada.


Kibum asintió y no dijo más, siquiera tomó el mando de la radio esa noche. El silencio los rodeó y, aunque ambos lo podían sentir, ninguno dijo nada sobre ello.


Jonghyun se detuvo frente al edificio, una imagen que parecía no haberse repetido en mucho, aunque apenas y fueran algunos (varios) días. Se quedaron allí hasta que Kibum decidió acercarse. En apenas fracciones de segundo sus ojos se encontraron, y luego sus labios. Kibum encerró el rostro de Jonghyun entre sus manos y las manos del mayor tomaron las suyas en cálida respuesta.


-Sube. –El susurro de Kibum se apagó cuando volvió a besar a Jonghyun.


-Lo siento –pronunció el mayor al distanciarse. Kibum se quedó quieto. –No.


El menor terminó por alejarse. Sin volver a mirarlo, dijo “buenas noches” y bajó del auto. Jonghyun lo vio irse, no sin remorderse las ganas de salir siguiéndolo. Se marchó antes de que esas ganas se le fueran de las manos.


-¿”Lo siento”? –Kibum hacia contorsiones con el rostro mientras las palabras de Jonghyun, aquellas dos palabras, le hacían eco en la cabeza.


 


* * *


 


Verse al siguiente día, no fue gran cosa. Del rostro hacia afuera.


Kibum estaba frustrado, como si aún no se pudiera creer que Jonghyun lo hubiese rechazado tan fácil y simplemente.


-Te ves raro…


-¿Raro?


-Sí… ¿Está todo bien con Joonnie?


Lee, ya acostumbrado a los modales siempre alegres del menor, se sintió extrañado del semblante pensativo y abstraído que éste tenía.


-Sí, sí… todo bien. ¿Por qué? –preguntó Kibum extrañado, pues para él nada había cambiado.


-Estás como… no sé… con cara de preocupado. ¿De verdad no pasó nada?


-No, nada –se apresuró a asegurar Kibum.


-¿En serio? O sea, disculpa, pero de verdad tienes cara como de que algo no va bien… Sé que no nos conocemos hace tanto y todo, pero si quieres o necesitas hablar con alguien… aquí estoy.


Kibum se sentía halagado y contrariado con las palabras de su compañero. Si bien le agradaba la seguridad y la amistad que le brindaba el mayor, lo frustraba aún más el hecho de que pareciera notarse que algo lo estaba haciendo sentir… extraño.


-Lo sé. Gracias. De verdad, no es nada. Dormí mal anoche, eso es todo –le dijo para calmarlo, y Lee no quiso presionar más, así que lo dejó pasar.


Y lo cierto era que Kibum tampoco había mentido. El que Jonghyun lo rechazara lo había dejado tan choqueado que había permanecido despierto bastante tiempo después de haberse ido a la cama, lo que tampoco había hecho de inmediato al entrar en su departamento. Si el diván de su sala hablara… algunas cosas de las que no se sentía tan orgulloso saldrían a la luz.


 


* * *


 


Luego de que el sábado anterior Jaejoon lo hubiera calificado como un rotundo éxito, había dejado a Jonghyun cordialmente invitado a la siguiente reunión que se celebraba inmediatamente el sábado siguiente en el departamento del mismo amigo. El moreno, en sus intenciones de no dejarse caer por el barranco que lo llevaría derecho a sucumbir a los encantos de Kibum, le había dicho rápidamente que sí, que contara con él.


Por la misma razón, se sintió estúpido cuando, esa misma noche, con la misma rapidez se había ofrecido a llevar a Kibum a su casa antes de pasar por Jaejoon.


El menor sintonizó la radio, haciendo amago de su capacidad actoral para no mostrar que se había sentido frustrado, rosando en lo ofendido, la última vez que había estado allí. Incluso le preguntó a Jonghyun sobre si Minho y él habían tomado una decisión respecto al karaoke para que el ambiente no se sintiera tan parco. El moreno también intentó seguir esa línea aparentemente despreocupada, sin mucho éxito a decir verdad.


Secretamente, Jonghyun esperaba que Kibum volviera a inclinarse sobre el asiento y lo besara, lo que no significaba que él fuera a hacer algo para dejárselo saber. Pero no pudo menos que mostrarse gratificado cuando ocurrió.


Kibum hundió sus dedos en el cabello castaño, profundizando el beso, intentando acorralar a Jonghyun, dejarlo sin escapatoria; nublar cualquier opción que pudiera llevarlo lejos de allí, a cualquier otro lugar que Si se hubiera sentido apenas una décima más osado, se hubiera subido allí mismo sobre él. Pero no sentía poseer ese coraje, no esa noche. En cambio, besó una, dos veces más a Jonghyun con la misma fuerza y salió del coche dejando la puerta abierta, para después subir rápido las escaleras y hacer lo mismo con la entrada. En lugar de subir, se quedó quieto, arrimado a la pared en la penumbra del pasillo, esperando oír y ver a Jonghyun acercarse.


Pero desde su posición fue claro el sonido de la puerta al cerrarse y el arranque del motor al marcharse.


Se quedó quieto unos momentos, reposó con frustración –qué recurrente se había vuelto la sensación –la cabeza en la pared y soltó un suspiro pesado. Sentía que era como para no creérselo el que, en lugar de seguirlo, Jonghyun se hubiera ido. Así sin más. Y ya no sólo se sentía frustrado sino que, además, se sentía ridículo y avergonzado. ¿Qué había sido toda esa táctica de intentar que su jefe subiera a su departamento? ¿Desde cuándo él hacía esas cosas? ¿Se había vuelto loco?


Uno a uno los peldaños le trajeron un poco de seguridad y confianza. Un poco. Al menos lo suficiente como para repetirse a sí mismo que aquello nunca había ocurrido y, por lo mismo, no iba a afectarlo.


 


Esa noche se fue directo a la cama, pero eso no le significó un sueño inmediato.


 


* * *


 


Jonghyun condujo hasta la casa de Jaejoon con el resabio de los besos recibidos aún palpitándole en la boca, pero intentando no pensar en ello. Si lo pensaba, creía que corría el riesgo de cambiar de ruta.


Una vez en compañía, trató de parecer, al menos, algo más animado. No quería que Jaejoon creyera que tenía algún reparo a esas alturas, luego de la prestancia con que le había confirmado. Si su amigo notó alguna actitud extraña, no lo mencionó.


Al adentrarse en la sala a medio iluminar donde se creaba el centro de plática y se llevaban a cabo la mayoría de los “tratos” –modo en el que se referían los asistentes a la decisión de irte acompañado del departamento -, Jonghyun sintió una ligera ansiedad por salir de allí, pero se la contuvo y se dejó guiar por Jaejoon, quien, como él ya sabía, era asistente recurrente de esas reuniones en las que la única regla era, además, el lema: protección ante todo. Bastante ad hoc. Jaejoon lo acercó y presentó ante un grupo de asistentes que conversaba ameno sobre noticias de actualidad, como si el motivo que los convocara ahí, en esa sala, fuese exactamente de la misma importancia.


 


Al final, y para espantarse los pensamientos sobre Kibum, Jonghyun había optado por salir acompañado de la “reunión”.


Había entrado a un departamento desconocido, por segunda semana consecutiva, siguiendo a un treintañero que aún parecía no realizar la transición entre un joven y un adulto. Lo había desvestido rápido como a un muñeco, sin detenerse a pensar si estaba siendo delicado o al menos lo suficiente cortés. Lo había arrojado en el sofá y había acabo de sacarse las prendas que aún lo cubrían a él. Intentaba impregnarse de la idea de que quizás Jaejoon había tenido una buena idea al invitarlo a aquellas fiestas como él prefería llamarlas.


Se montó sobre el dueño de casa y lo besó en el cuello, dejando marcas, siendo salvaje y descuidado, pero negándose a que su compañero hiciera lo mismo con él. El otro pareció contrariado, pero no más que cuando quiso besarlo y los labios del mayor lo esquivaron. Lo contrariaba el hecho de que el moreno se había mostrado afable y cómodo con todo cuando Jaejoon los había presentado, pero luego se mostrara tosco y como si estuviese apurado por salir de aquello. Lo que quedó confirmado una vez que, luego de que ambos acabaran y Jonghyun saliera de entre las piernas de su más reciente conocido, se hubo vestido con extremada rapidez, pronunció un  innecesario y estúpido “gracias” y salió de allí con claras intenciones de no volver.


Mientras tenía las manos en el volante, la noche se repetía en su cabeza. La analizaba, la despedazaba y la volvía a analizar. Para él, la conclusión era una y muy clara; como ya se había dicho a sí mismo: a él no le iba el plan ligón. No servía para dormir cada noche en una cama distinta, en brazos de personas diferentes. Mucho menos cuando para ese entonces, sólo quería un par de brazos que ya le eran demasiado familiares, y que esa noche había tenido allí, frente a sus narices, dispuestos a recibirlo, y él los había dejado ir con todo el resto de aquella humanidad que deseaba.


Mantenerse firme en su decisión era más difícil de lo que había pensado.


 


* * *


 


Si aquella noche de martes les parecía un déjà vu a ambos no era pura coincidencia.


Sí, era cierto que eran ya incontables el número de veces en que Jonghyun había llevado a Kibum a su casa y, ¿dónde más se iba a sentar el que no fuera el asiento del copiloto? Si bien el auto tenía asientos en la parte de atrás, era estúpido y descortés el sentarse allí cuando el asiento más obvio estaba vacío. Aún así, cada uno podía estar seguro de que no eran tantas las ocasiones en que la incertidumbre y la incomodidad los acompañaban en el corto viaje entre el bar y el viejo edificio.


La música que sonaba a esas horas en la radio hacía de burdo soundtrack al momento en que la tensión parecía contenerse a duras penas.


-Gracias por traerme –dijo Kibum con voz neutra, soltando sus primeras palabras desde que se había subido al auto. –Buenas noches –añadió intentando infundirle algo de ánimo a su voz. Se inclinó sobre el asiento, tal como cualquier otro día, pero esta vez apenas y lo besó ligero.


-Buenas noches –le devolvió Jonghyun mientras él bajaba del auto.


Luego de eso, en esa secuencia tan típica, Jonghyun lo vio entrar en el edificio. Sin pensárselo salió detrás de él y sólo cuando estuvo frente a la puerta cerrada pareció entender lo que hacía. Se quedó viendo su difuminado reflejo en el vitral de la puerta.


Había rechazado ya dos veces a Kibum y, si bien eso no saldaba las cuentas, sabía que no era así como funcionaban las cosas con el menor. Dio media vuelta de regreso al auto. No quería caer en el recurso fácil del ruego, era algo que tenía claro desde que había comenzado aquel juego con Kibum, pero si no hacía algo, el menor se le escaparía entre los dedos. Y no quería que eso ocurriera, pero Kibum podía ser tan… desesperante, frustrante, manipulador… y entre ires u venires ya no sabía qué era exactamente lo que sentía por él, sólo tenía claro que era demasiado como para mantener la cabeza en su lugar.


 


Kibum no pudo irse a dormir y, en lugar de eso, se quedó en el computador viendo videos musicales y uno que otro tráiler de películas que pronto se estrenarían, de hecho, había encontrado una que le apetecía ir a ver. Esperaba que Taemin y Jongin tuvieran tiempo para acompañarlo, hacía ya un tiempo que no salían juntos.


La verdad era que había visto a media los videos y había coreado en piloto automático las canciones de los mv’s que había seleccionado. A pesar de que aquella noche no se había mostrado ni una pizca de interesado porque Jonghyun estuviera con él, eso no quería decir que una parte de él no hubiese estado esperando que el moreno tomase aquella decisión. Pero, luego de que tuviera todo un fin de semana para pensarlo, él también tenía dudas. Había comenzado a preguntarse si su propia insistencia en recuperar la atención de su jefe tenía que ver exclusivamente con tener al moreno consigo porque quería (o necesitaba) que fuera así, o tenía más que ver con su ego dolido en necesidad de reparación.


De pronto, el ringtone de su celular sonó en mitad de la penumbra, la luz de la pantalla iluminaba todo aquello que no alcanzaba a tocar lo que proyectaba el computador. Cuando se acercó para alcanzarlo, vio con extrañeza las letras blancas. Encendió la luz y mientras caminaba hacia el sofá, contestó.


-¿Jonghyun?


No tuvo respuesta del otro lado más que el ruido de la noche a través del auricular.


-¿Aló? ¿Jonghyun, estás ahí? –insistió.


-Kibum, sí… estoy aquí.


-¿Pasó algo?


-Estoy abajo.


-¿Abajo? –y al mismo tiempo que lo preguntaba, volvió a levantarse para acercarse a la ventana.


Jonghyun lo miraba desde abajo, a un paso de la escala, con el celular pegado a su oído.


-¿Quieres subir? –Tenía que preguntarlo. No le bastaba que Jonghyun estuviera ahí, había estado ahí mismo las ocasiones anteriores y aún así lo había rechazado. Su presencia allí, de hecho, lo confundía.


-Sí, pero…


-Te abro la puerta.


-No –se apresuró a negar el mayor.


Kibum paró en mitad del movimiento que lo llevaría al citófono, sólo movió sus ojos de regreso a la imagen de Jonghyun. No dijo nada, y quedó a la espera de que Jonghyun se explicara.


-Kibum no puedo. O sea, quiero subir, sí, pero si lo hago, si tú abres esa puerta…


-Si abro la puerta… ¿qué?


-No sé. No sé qué pueda pasar. Kibum no puedo seguir yendo y viniendo de... sea lo que sea que tenemos… o teníamos. Si me dejas subir ahora, tienes que tener claro que voy a esperar que yo sea el único que suba en una buena temporada. Tienes que saber que voy a ser egoísta. No voy a querer compartirte con nadie. –La voz de Jonghyun le llegaba a Kibum decidida y fuerte a través del teléfono. De a poco, él dejaba de sentir las mismas cualidades en sí mismo. –Kibum, si me dejas subir, te haces responsable de mi sanidad mental.


-Jonghyun…


-Lo siento, Kibum, esas son mis condiciones. Quiero estar contigo. No sólo ahora, no sólo esta noche. Si no quieres, si no aceptas, dilo. O corta el teléfono. Créeme que voy a entender el mensaje.


Frente a la entrada, escuchando la silenciosa duda de Kibum, Jonghyun estaba totalmente entregado a las posibilidades. Era algo que tenía claro desde que había dado aquella vuelta en u y se había salido de su camino a casa de Jaejoon. Sabía que corría el riesgo de regresar a su casa con la batalla perdida a cuestas, pero era algo a lo que tenía que enfrentarse porque ya no podía más con la falta de certeza.


-¿Kibum?


Un simple sonido le entregó a Jonghyun la respuesta que había ido a buscar.


 

Notas finales:

Me demoré algo... lo siento! OTL 

Pero aquí está, al fin! :D Es un capítulo como de transición, pero aún asi espero que les guste... como siempre, espero no demorarme para la próxima actualización, pero si me demoro (espero que no), les pido disculpas desde ya! >,<

Y, para quienes no leyeron, aquí les dejó el link de Cuarenta y un grados... ^^

Eso! Gracias por los reviews! Amor para uds! <3 Saludos y nos estamos leyendo! n-n


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