Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Éxtasis por Fyrea

[Reviews - 132]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

 

-Bienvenido al Éxtasis, Kim Kibum –le dijo Lee Jinki, el contador, cuando le hubo entregado los papeles firmados de su contrato. –Eres oficialmente el primer barman de este bar. Y tengo esperanzas en que durarás aquí más que tus predecesoras –añadió dándole una mirada significativa a Choi Minho.

 

Para aquellas alturas, Kibum ya estaba completamente al tanto de cómo era que ninguna de las personas anteriores en su puesto había sido hombre, y cómo cada una había renunciado.

 

-Tengo mis esperanzas en ti –volvió a hablar Jinki, aún sonriendo, haciendo que sus ojos casi desaparecieran, mientras pasaba su mano juguetonamente por su cabeza en una muestra de familiaridad que impresionó hasta a los dueños del bar. Luego de eso, cerró su maletín, tomó su chaqueta del respaldo de la butaca en la que había estado sentado y se despidió cortésmente.

 

Kibum hizo una semi-reverencia y lo siguió con la mirada y una sonrisa mientras el contador se alejaba de la barra.

 

-Supongo que no te veremos hasta la fecha de impuesto –comentó Jonghyun riéndose mientras acompañaba al mayor a la salida del bar.

 

-Quizás… o quizás me deje caer por aquí antes. Sólo para saber que no están haciendo del bar un desastre.

 

-Hey, pudimos bastante bien con el restaurant. Nos la podemos con el bar, ya somos personas maduras.

 

-Habla por ti, Jonghyun. Bueno, te dejo. Cuiden al chico, un finiquito más y el siguiente será el mío –lo ultimó en broma.

 

-Sí, sí, entendido. Maneja con cuidado.

 

Jinki se acercó a su auto y le hizo una seña con la mano como última despedida. Jonghyun se le quedó viendo hasta que el auto se perdió en la vuelta de la siguiente esquina.

 

Dentro del local, Kibum y Minho ya movían las sillas y ordenaban el lugar. Jonghyun tenía el presentimiento de que, por una vez, Minho había elegido bien. Kibum había demostrado tener todas las cualidades que su socio le había otorgado sólo a los minutos de haberlo conocido.

 

Ahora sólo quedaba que él mantuviera los estribos.

 

Estaba a punto de reunirse con ellos para acabar más rápido cuando sintió una voz a su espalda.

 

-¡Papi! –lo llamó la niña de ocho años que venía entrando en el local.

 

-¡Hey, cariño! ¿Cómo estás? –preguntó su padre al tiempo que la abrazaba y la alzaba del suelo.

 

-Bien –respondió ella dándole un sonoro beso en la mejilla. -Tía Sodam está estacionando el auto.

 

-¿Por qué no me aviso que venían?

 

La niña ya de regreso en tierra firme se hundió de hombros y se largó a reír.

 

-¡Miren quién ha llegado! –exclamó el pelinegro acercándose desde el sector de las mesas.

 

-No pensé que te emocionaran tanto mis visitas, Choi –apuntó la castaña que entraba por la puerta justo en ese momento.

 

-Y yo no pensé que todavía esperaras que me emocionaran tus visitas, Sodam –contraatacó él. –Claramente, hablaba de mi ahijada –le sonrió a la niña que se reía del encuentro entre su tía y su padrino. –Ven acá, pequeña. Saluda a tu padrino –dijo tomándola en brazos mientras Sodam y Jonghyun caminaban hacia una de las mesas.

 

Kibum que ya se había colado tras la barra, veía divertido la aparente guerrilla entre su jefe y, quien dedujo por el parecido era, la hermana de su otro jefe. Luego fijó sus ojos en la pequeña que estaba abrazada al cuello de Minho y se reía de cosas que el mayor le susurraba.

 

-Siéntate aquí –le indicó el pelinegro mientras dejaba a la niña en una de las butacas frente a la barra. –Kibum, te presento a mi ahijada. Gwiboon, él es Kibum y trabaja con nosotros.

 

Gwiboon saludó al rubio y luego miró en todas direcciones. Al final de su inspección se giró hacia donde se encontraba su padre.

 

-¿Dónde está Sulli? –preguntó con curiosidad.

 

-Pregúntale a tu tío –fue la respuesta de su padre.

 

-No me sorprende –se escuchó musitar a Sodam, haciendo que Minho volviera a estar a la defensiva.

 

-Claro que no te sorprende. Ya conoces mis encantos.

 

-No me sorprende porque ya conozco lo idiota y retorcido que eres, que es diferente –le respondió ella con sorna sin siquiera voltearse a verlo.

 

-Repítelo hasta que te lo creas.

 

Sodam roló los ojos y volvió su concentración a la conversación con su hermano.

 

-Kibum, ¿podrías servirle un jugo a Gwiboon? Vuelvo enseguida.

 

-Okey –respondió el chico animado antes de ubicarse frente a la niña y afirmarse en sus codos para preguntarle qué sabor prefería.

 

-Hay jugo de naranja, frutilla y mango. ¿Cuál te gusta más?

 

La niña tenía el mismo pelo color castaño y los labios gruesos que su padre, pero su nariz era más respingada y sus ojos algo más rasgados que los de su jefe, Kibum supuso que eso lo había heredado de su madre.

 

Gwiboon se lo quedó mirando, casi como si estuviera estudiándolo más que pensando el sabor de su jugo. Quizás, le llamara la atención cómo era que Kibum podía sonreír por tanto tiempo.

 

-De frutilla –respondió al fin.

 

-Enseguida.

 

Gwiboon le dio una mirada a su padre y a su tía que seguían conversando. La cara de preocupación de su padre hacía juego con la que había tenido su tía esa tarde cuando su mamá la fuera a dejar al restaurant.

 

El barman dejó un posavasos frente a la niña y luego le entregó su jugo, antes de volver a poner sus codos sobre la barra.

 

-Yo también tengo un hijo, pero es más pequeño que tú. Tiene cuatro años.

 

Como no entendiendo por qué Kibum le hablaba con tanta naturalidad, la pequeña castaña se lo quedó viendo. Después de un momento, decidió seguir la conversación.

 

-¿Cómo se llama?

 

-Kim Joonyoung.

 

-¿Kim Joonyoung? Yo también soy Kim. Kim Gwiboon.

 

-Bonito nombre –la halagó.

 

-¿Y dónde está ahora?

 

-¿Quién?

 

-Tu hijo.

 

-Ah. Con su mamá.

 

-¿Tu esposa?

 

Kibum no sabía si responderle con sinceridad a una niña de ocho años era la mejor idea en esas circunstancias. Al final decidió decir la verdad aunque no al por completo.

 

-No, la mamá de Joonyoung y yo no vivimos juntos.

 

-¿Por qué no? Tienen un hijo.

 

-Porque… a veces… la gente tiene hijos a los que quiere mucho con gente que no quiere mucho, y esa gente que no se quiere mucho no vive junta.

 

Sus palabras tuvieron que haber hecho algún clic en la pequeña cabecita porque apenas las hubo dicho, Kibum vio como el semblante de Gwiboon cambiaba y parecía pensarse lo que había oído. Como por instinto, miró hacia la mesa donde se encontraba su jefe y recordó que él y la madre de Gwiboon estaban separados. Esperaba no haber metido la pata con lo que le había dicho a la niña.

 

-Por eso papá y mamá no viven juntos –la escuchó decir después de un rato, pero no lo miraba a él. Era como si se hubiera dirigido a ella misma.

 

Kibum hizo una mueca de dolor. Había metido la pata.

 

-Pero quizás sí se quisieron en algún momento. Cuando tú eras pequeña –la animó.

 

-No lo sé –le respondió la niña. –Papá nunca vivió con nosotras.

 

Se le hizo imposible no sentir un poco de pena por la niña y no recordar a su hijo. Joonyoung nunca sabría lo que era ver a sus padres enamorados. Para ser estrictos a la verdad, lo más cercano que estuvo a amar a la madre de su hijo había sido acostarse con ella.

 

-Pero apuesto a que te quiere mucho.

 

-Claro que la quiero, yo adoro a esta niña –dijo Minho regresando de donde hubiera sido que hubiese ido y abrazando a Gwiboon. La niña se quejó un poco por lo apretado del enlace, y pronto su padrino la hubo soltado apuró su vaso de jugo para pedir otro.

 

-Dale otro –accedió Minho mirando a Kibum.

 

-Gwiboon, tenemos que irnos –se oyó la voz de Sodam poco después de que el barman hubo servido el segundo vaso.

 

Minho miró su reloj de pulsera.

 

-Aún queda para que abramos, espera a que se acabe el jugo.

 

Jonghyun se acercó a su hija y la rodeó con sus brazos; ella dejó el jugo en la barra y lo miró hacia arriba. Su padre le dejó un beso en la frente.

 

-Lo siento –se disculpó de pronto Jonghyun. –Sodam, él es Kibum, nuestro nuevo barman, ya te había hablado de él. Kibum, mi hermana, Kim Sodam.

 

-Un gusto –dijo el menor haciendo una reverencia.

 

-Un gusto, Kibum –correspondió ella. –Bueno, al menos tú puedes estar seguro de que no sufrirás acoso sexual en este trabajo. Las chicas antes de ti no podían decir lo mismo. -Sodam, por favor –dijo su hermano.

 

-Déjala, Jonghyun. Las mujeres no pueden evitar ser mañosas cuando llegan a cierta edad –lanzó Choi con medida antipatía, recibiendo una mirada asesina por parte de la castaña.

 

-Tómate el jugo porque tenemos que hacer antes de abrir –le indicó Jonghyun a su hija que reía las palabras de su padrino. –Luego te vas con tu tía al restaurant y luego a la casa.

 

-¿Cenas con nosotras, papi?

 

-No, no puedo. Llegaré tarde, así que te vas temprano a la cama y mañana tomamos desayuno juntos, ¿sí?

 

-Bueno –acordó.

 

Kibum no pudo evitar pensar en su hijo. Carraspeó un poco y se excusó hacia la bodega.

 

Hizo inventario mental por si faltaba algo en la barra y tomó un par de botellas para llevarlas al frente.

 

Gwiboon terminó su jugo y dejó el vaso en la barra.

 

-Gracias, señor Kim.

 

Kibum rió.

 

-No me digas señor Kim. Dime Kibum.

 

La menor miró a su padre como buscando su aprobación.

 

-Kibum, Gwiboon debe tenerle respeto a sus mayores.

 

-No es una falta de respeto, se lo aseguro. Prefiero que me diga Kibum –aseguró el rubio sin dejar de sonreírle a la niña.

 

-Está bien –accedió Jonghyun.

 

-Gracias, Kibum –se corrigió Gwiboon.

 

-De nada.

 

Tía y sobrina se despidieron de los presentes, y una vez que se hubieron ido los tres se dispusieron a terminar de ordenar el local.

 

Kibum secaba los vasos recién enjuagados cuando Minho se acercó a la barra con unos papeles que debía firmar. El rubio estaba por reprimirse la curiosidad, pero decidió preguntar de todas formas. Además, él sólo quería una confirmación sobre algo que a su parecer había sido obvio.

 

-¿Puedo hacerte una pregunta?

 

Minho se lo quedó viendo y luego puso una sonrisa ladina en sus labios.

 

-Sí, claro. Pero después me toca preguntar a mí.

 

-Está bien –respondió el menor no viendo el problema. -¿Alguna vez saliste con la hermana del señor Kim?

 

-Deja de decirle señor Kim… pero sí. Salí con esa bruja… poco más de un año.

 

-Trata con más cuidado a mi hermana, Choi –comentó Jonghyun uniéndose a ellos, sentándose junto a la barra. –Kibum, sírveme un Bulleit Neat.

 

Tanto Minho como Kibum lo quedaron mirando, pero el segundo se las supo apañar para quitarse el asombro de la petición y servir lo que su jefe le pedía.

 

-¿Qué pasó? –acabó preguntando su socio.

 

-Hyoyeon… quiere que ponga la casa a su nombre. Dice que es por Gwiboon, que quiere cuidar sus intereses.

 

-Y una mierda. Te dije que no te casaras con ella.

 

Jonghyun tomó el vaso que le ofrecía el barman y apuró medio trago de un solo sorbo.

 

-Supongo que no estás pensando en dársela.

 

-Si no se la doy va a empezar a darme problemas para ver a Gwiboon. Además, ¿qué saco teniéndola a mi nombre?

 

Kibum miraba a los hombres en frente suyo con una sensación de impunidad. Y pensaba que si la madre de su hijo era una idiota a veces, la de Gwiboon ciertamente parecía ganarle.

 

-Perdón que me meta, pero ¿no puede ponerla directamente a nombre de su hija? –preguntó finalmente.

 

-Ella es la tutora legal, acabaría siendo de ella, de todos modos.

 

Kibum asintió, sintiéndose un poco torpe por su intervención.

 

-No puede quedarse con tu casa sólo porque sí. Debería tener suficiente con no mover un dedo y tener todo al alcance de la mano –siguió Minho claramente enojado con la situación.

 

-Da igual. Ya está –lo calmó el otro acabando su trago. –Se la voy a entregar. No quiero que Gwiboon pase malos ratos por… da lo mismo. Le diré a Jinki que pase mañana por aquí y que me ayude a arreglar el traspaso de la casa. Supongo que tendré que llamar al abogado igual. Gracias –musitó entregando el vaso y yéndose a la caja, avisándoles que ya iba siendo hora de abrir el local.

 

 

 

* * *

 

 

 

Kibum atendía a Jongin y Taemin en la barra cuando divisó  por el rabillo del ojo al contador acercándose en su dirección. Era segunda vez esa semana que se dejaba caer por el local en su horario de funcionamiento.

 

-Buenas noches –lo saludó cuando el mayor estuvo a una distancia decente.

 

-Buenas noches, Kibum.

 

-Jongin, Taemin, él es Lee Jinki, el contador del Éxtasis.

 

-Aah –soltó Taemin con un tono de conocimiento. –Así que usted es el señor contador. Me lo imaginaba diferente.

 

-¿Imaginarme? –preguntó el hombre castaño con  extrañeza.

 

-Key nos ha hablado muy bien de usted –se apresuró a decir Jongin, mirando a Taemin en una clara seña de que contuviera su lengua.

 

Kibum que no había salido de su sorpresa por las efusivas palabras de su rubio amigo, sólo atinó a quedarse viendo al mayor con una sonrisa torcida.

 

-¿Qué lo trae por acá? –preguntó al fin cuando pudo reordenar sus pensamientos nuevamente. -¿Algún problema?

 

-No –contestó el mayor riendo y girándose para verlo bien. –Sólo vine a tomarme una copa. Mañana ya es domingo, así que supongo que relajarme un poco no me viene mal.

 

Kibum le sonrió, y Taemin estuvo a un segundo de decir algo que iba a ponerlo incómodo de nuevo, pero su novio se lo llevó ya que habían quedado con otros amigos.

 

-¿Qué te sirvo? –preguntó aferrándose al tú que el castaño le había pedido que utilizara, pero esperando no sonar sugerente.

 

-Un sidecar –pidió el otro con una sonrisa entregándole un vale.

 

-Pensé que sus clientes tenían más atenciones con su contador.

 

-Hoy no vine como contador. Soy un cliente más.

 

Kibum le sirvió el trago, y conversó con él entre cliente y cliente. Jinki se quedó hasta tarde, lo que al menor pareció no molestarle.

 

-Si te aburro, avísame y me voy a sentar a una mesa –avisó el mayor.

 

-No, no. No me molesta. Un momento –le dijo cuando se acercó un nuevo cliente.

 

-Hey, Lee Jinki aún en este bar a estas horas –comentó Minho acercándose y tomando asiento a un lado del contable.

 

-¿Por qué la sorpresa? –preguntó el mayor riéndose.

 

-No sé. Normalmente a esta hora, un contador está durmiendo.

 

-Mi profesión no me define. Aunque no podamos decir lo mismo de ti, Minho.

 

-Muy ingenioso, señor Lee –le dijo con sorna. -Kibum, dame un vaso de pisco y blanca, por favor.

 

-Como te decía –comentó Jinki riendo.

 

 

 

Ya habían cerrado cuando Jinki recordó haber escuchado al amigo de Kibum llamarlo Key hacía unas horas atrás, y se decidió a preguntar.

 

-Sí. Mi hijo me decía Ki, de Kibum, cuando era más pequeño. Cuando mis amigos lo escucharon se prestó para algunas bromas y terminó quedando como Key.

 

-¿Tienes un hijo?

 

-Sí –respondió el menor con una gran sonrisa.

 

Minho, que luego de despachar a los últimos clientes se había vuelto a sentar junto al contador frente a Kibum, escuchaba la plática y cuando oyó mencionar al hijo del barman recordó su conversación de días anteriores con él, quien en esos momentos lavaba algunos vasos en el fregadero detrás de la barra.

 

-Ahora que lo recuerdo, me debes una respuesta, Kim Kibum –le dijo al rubio que se giró para verlo con cara de no entender. –Me dijiste el otro día que si respondía a tu pregunta, tú me responderías una a mí –le recordó justo cuando Jonghyun se les acercaba desde la caja y ocupaba un lugar al otro lado de Jinki.

 

Kibum se giró para quedar en frente de los tres hombres y alentó a Minho a preguntar.

 

-¿Cómo es que eres gay y tienes un hijo?

 

Ciertamente, el barman no se esperaba una pregunta como aquella. Menos con el contador presente.

 

-Lo siento, y no quiero sonar grosero -añadió presuroso Jinki -, pero ¿eres homosexual? –preguntó.

 

El rubio asintió.

 

-¿Entonces? –lo animó Minho. –¿Eras heterosexual antes? ¿Fue inseminación artificial?

 

-No, no fue inseminación artificial, y no, no era heterosexual antes. –Tomó un vaso de la encimera y un mantel para secarlo al tiempo que hablaba. –Conocí a la mamá de Joonyoung meses después de salir del servicio militar…

 

-¿Servicio militar? –preguntó Jinki como no creyéndose que alguien de su edad ya hubiera pasado por esa experiencia. Normalmente, como él mismo y los dos hombres que tenía flanqueándolo, la gente prefería tomarse todo el tiempo posible antes de pasar por ello.

 

-Sí, entré al servicio apenas cumplí los 19, pero eso es otra historia, y sólo era una pregunta –añadió sonriendo. –Bueno, la conocí en una fiesta, en ese tiempo salía cada vez que podía. Me emborraché y… pasó.

 

-¿Cómo que “pasó”? Te creería si fueras hetero, yo también era así a esa edad, pero me sería más lógico si…

 

-¿Si “hubiera pasado” con un hombre? –le preguntó alzando una ceja intentando enfatizar el sarcasmo de la situación. -Sí, supongo. Pero también supongo que siempre me pregunté cómo sería tener sexo con una mujer. Se me pasaron las copas y… la verdad no recuerdo mucho.

 

Minho buscó en la cara de sus amigos las mismas preguntas que rondaban por su cabeza, pero no las encontró. Por su parte, Jonghyun parecía entender un poco la personalidad de Kibum a través de sus palabras.

 

-¿Cómo reaccionó ella al saber que eras homosexual? –preguntó hablando por primera vez desde que se había sentado.

 

El menor hizo una mueca de anticipación a lo que diría.

 

-No le gustó mucho la idea. Mucho menos cuando supo que estaba embarazada. Renegó y me gritó que ella no había hecho nada tan malo en esta vida como para estar teniendo el hijo de un homosexual… aunque, claro, ella lo dijo mucho menos… amablemente.

 

Los tres sentados frente suyo movieron la cabeza dándole a entender que se hacían una idea. Cada uno había recibido el grito de alguna mujer antes en sus vidas.

 

Después de unos momentos de silencio, Jonghyun les avisó que acabaran lo que hacían porque ya se irían.

 

-Los espero –musitó Jinki acomodándose la chaqueta de su traje. –Supongo que tu hijo vive con su madre –aventuró cuando quedó a solas con el menor.

 

-Sí –Key respondió acabando de secar los vasos. –, pero se queda conmigo fin de semana por medio.

 

Jinki volvió a asentir.

 

-¿Listos? –preguntó Jonghyun acomodándose una chaqueta sobre los hombros.

 

-Voy por mis cosas –avisó el barman.

 

Una vez fuera, los mayores se subieron a sus vehículos.

 

-Kibum, ¿cómo te vas a tu casa? –le preguntó el contador al ver que el menor se despedía y se disponía a caminar.

 

-Camino. Vivo a unas cuadras de aquí, así que no es mayor problema –le respondió señalando en dirección a su casa.

 

-Sube, te llevo –le dijo.

 

Minho y Jonghyun seguían sin decidirse a presionar el acelerador.

 

-Bueno, yo me voy –se escuchó la voz de Minho a través del casco. –Buenas noches. –Dio un giro y se enfiló por las calles perdiéndose en la noche.

 

-Kibum, sube –repitió su oferta el contador.

 

-No me cuesta nada caminar, de verdad.

 

-A mí no me cuesta nada llevarte, sube. Última oferta.

 

-Okey, gracias. Adiós, señor Kim –se despidió haciendo una seña antes de instalarse en el asiento del copiloto del auto plomo.

 

Jonghyun los vio irse y se dijo que era más que obvio que a Kibum le llamaba la atención Jinki.

 

Condujo en dirección a su departamento. Pero, ¿y a Jinki?, se preguntó. ¿Era su contador siquiera homosexual? Además, ¿cómo le podía llamar la atención a Kibum? No le encontraba nada malo a su contador pero, siendo razonable, allí había una diferencia de 12 años.

 

Paró en un semáforo en rojo, y se rió de sí mismo. Podría estarse preocupando de lo feo que eran los estragos de su separación aún casi siete años después en lugar de la evidente atracción de su barman por su contador. Sin ir más lejos, esa semana había perdido su casa. Tenía que ordenar sus prioridades.

 

 

Notas finales:

Como había dicho, aquí está el segundo capitulo que ya estaba listo (y publicado en el blog)... 

Lo más probable es que el tercer capítulo esté para comienzos de la próxima semana... (:

 

Saludos! n-n


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).