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Por ti, cachorro. por OnlyYou

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Todo su cuerpo se sentía pesado, la oscuridad se cernía sobre su cuerpo hasta que una luz comenzó a molestarlo. Frunció el ceño, tratando de mover su brazo izquierdo para cubrir sus ojos, dejando escapar un jadeo cuando una puntada se extendió por toda su extremidad, dejando que éste volviera a reposar sobre la superficie acolchada de la cama en la que se encontraba. Escuchó su nombre de los labios de Seto, siendo esto lo que lo impulsó a abrir finalmente los ojos, encontrándose con la habitación de la enfermería y a un castaño sentado a un lado de su cama con la cabeza agachada y los ojos cerrados. Respiraba con tranquilidad, tal vez dormido. Giró la cabeza hacia donde se encontraba un vaso con agua, extendiendo su brazo derecho para agarrar el recipiente y beber el líquido que alivió su garganta seca, alzando una ceja al ver un florero con rosas a un lado. ¿Seto le había llevado flores? La simple idea hizo que apretara los labios para no estallar en carcajadas.
-¿De qué quieres reírte, perro?- Preguntó el castaño de repente, sobresaltando a Joey. Obviamente no se había dormido, jamás dormiría en un lugar tan incómodo y no habían pasado tantas horas, aunque el rubio sí se había tomado su tiempo para despertar. Cruzó sus brazos y sus piernas mientras se examinaban con la mirada, poniendo los ojos al ver cómo la mirada de Joey se iluminaba y sonreía de forma amplia.
-Oh, mi querido príncipe Seto… ¿me has traído flores? Pero que romántico, jamás me lo hubiera esperado de ti, tienes todo mi corazón.- Le dijo, apoyando la mano sana en su mejilla, dejando salir su risa al ver la expresión del castaño de “Eres imbécil, muere.”. –Aah~ pero que siesta más reparadora, ¿ya fuiste a cazar? No, ¿verdad? Sabes que me encanta acompañarte, te ves tan sexy arriba del caballo.- Murmuró, susurrando la última parte por las dudas de que alguien inesperado pudiera escucharlos, aunque siempre podría decir que era una forma extraña de molestar a su príncipe, después de todo, vivía prácticamente para eso.
Seto se lo quedó mirando unos segundos antes de negar con la cabeza suavemente, esbozando una sonrisa. –Estoy seguro que me veo mejor cuando tú me cabalgas.- Contestó, bajando la mirada hasta los labios de Joey cuando éste los mordió. –No hagas eso.- Ordenó frunciendo el ceño suavemente, odiaba cuando se mordía el labio, era tan malditamente sensual. El rubio obedeció, más sí se relamió los labios antes de sonreír, teniendo la misma imagen sugerente en su mente que el castaño.
Kaiba sacudió la cabeza para quitar esas ideas de su cabeza, tenía cosas más importantes que hacer ahora que su perro había despertado y ya estaba haciendo estupideces como siempre. Se levantó, teniendo un breve contacto visual con su rubio, acercándose a dejar un beso en su frente.
-Quédate aquí a descansar.- Susurró sobre su frente, volviendo a mirar sus ojos miel antes de darse vuelta y caminar a la salida, dejando al rubio solo en la habitación.
Seto mandó al doctor a que le cambiará las vendas, pero apenas éste llegó se encontró con Joey sentado en la cama mientras se arreglaba la ropa, acomodando su espada nuevamente en su lugar. El castaño le había dicho que se quedará a descansar, pero se sentía bien y el ataque anterior a su príncipe no lo dejaba tranquilo si permanecía lejos de él, la herida era en el brazo izquierdo, Kaiba estaba muy equivocado si pensaba que una simple herida iba a obstruir su deber.
-¡Joven Wheleer! Debe quedarse en cama, hará que los puntos se abran si los fuerza.- El doctor no estuvo nada contento al ver a su paciente hacer lo que quisiera, sin tener en cuenta que debía cuidarse, odiaba atender soldados por eso, había muchos que eran demasiado tontos. –Estuvo desmayado hasta hace unos minutos.- Trató de razonar con él inútilmente, sin poder hacer nada más cuando el rubio le sonrió mostrando sus dientes blancos y se dirigió a la puerta, saliendo por la misma.
-¡La próxima vez será!- Le dijo, corriendo en busca de su castaño, seguramente estaría en la biblioteca o en el trono con sus consejeros. Vaya remedio de guardia que era, por una simple flechita se desmayaba, que vergüenza le daba. En medio de la carrera, pasó por un grupo de nuevos reclutas que se dirigían al patio, sintiendo un escalofrío repentino al pasar por un costado de ellos. Se detuvo, volteando a ver a cada uno, pero los cascos que llevaban le impidió ver algo más que sus espaldas, aquello le daba un muy mal presentimiento, razón más que suficiente para no apartarse de Seto.
Tal y como lo había pensado, Seto se encontraba sentado en su magnífico trono escuchando los pedidos de su gente, la parte que más detestaba de sus obligaciones. Verdaderamente, tener que escuchar los problemas de tantas personas, algunos tan idiotas que daban ganas de mandarlos a azotar y otros más complicados de resolver…
La mirada de molestia que le dirigió éste al verlo ingresar al salón hizo que se paralizara por un segundo, casi pudiendo imaginar a Seto queriendo clavarle un par de cuchillos, pero en su defensa, él no le había ordenado explícitamente que se quedara a descansar y tenía sus presentimientos.
-Siento llegar tarde, Alteza.- Le dijo, haciendo una reverencia antes de tomar su lugar a la derecha del príncipe como acostumbraba. Observó la sala desde allí, viendo las diferentes miradas de la gente para con Seto, algunos indiferentes, otros con enojo, otros tantos con admiración…había de todo.

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 -Me pareció decirte que te quedarás a descansar.- Los ojos azules del contrario lo tenían hipnotizado aunque éstos lo miraran con enojo y aún cuando lo tenía acorralado, Joey se dejaba perder dentro de ellos. Una sonrisa boba apareció en su rostro mientras se relamía inconscientemente los labios, buscando los del castaño.
-Estoy bien, Seto, me preocupas más tú…- Murmuró, haciendo caso omiso a la sonrisa burlona que el contrario le dedicó, poniendo los ojos ligeramente en blanco antes de que su manos viajara a la cabeza del contrario y enredara sus dedos en su sedoso cabello, obligándolo a que uniera sus labios con los propios. Delineó lentamente el labio inferior del soberano, mordiéndolo antes de dejar que la lengua de Seto ingresara en su cavidad bucal, comenzando poco a poco una pelea por quién dominaría en el beso. El rubio pegó su cuerpo al del castaño, sintiendo sus fuertes músculos bajo la fina camisa de pijama que llevaba.
-Debes dejar de meterme a mi habitación por la noche…- Susurró Seto, llevando una de sus manos a quitar las prendas que le impedían apreciar la nívea piel de su cachorro. Pronto compartiría lecho con Serenity y se vería demasiado bien que Joey se presentara ante él con semejantes pintas…no se vería bien porque Seto era capaz de echar a la castaña de la habitación para estar a solas con Wheleer y eso no podía pasar.
-Lo haré cuando tengas un anillo en tu dedo.- Contestó Joey con obstinación, haciendo a un lado el sentimiento de culpabilidad que crecía cada día que pasaba. Estaba en un dilema grande. Sus manos rompieron los botones de la camisa del castaño, arrojándola a alguna parte de la habitación y alejándose un poco de Seto, se agachó hasta quedar arrodillado frente a la entrepierna semi despierta de su amante, bajando la prenda que lo cubría.
Acarició el miembro con la mano durante unos momentos hasta que estuvo más erecto, reemplazando su mano por la boca. Succionó el glande del castaño, abriendo un poco más la boca para abarcar lo más que pudiera de la extensión mientras sus dedos se encargaban de darle placer a los testículos frotándolos con cuidado. Se apartó luego de unos segundos, pasando su lengua por todo el miembro de Seto, empapándolo bien con su saliva mientras se deleitaba con las caricias de éste a su cabello y los suspiros, jadeos y gemidos que emitía ante sus atenciones.
Pero no iba a dejar que acabara allí, tenía un mejor plan para eso. Joey se deshizo de su ropa prenda por prenda frente al castaño, caminando lentamente hasta la cama y subiéndose en ésta como un perrito, la posición favorita de Seto. Volteó a verlo mientras se mordía el labio, invitándolo con la mirada a que fuera a darle atención de la forma que más quisiera. Ni lento ni perezoso, el castaño se colocó detrás de su rubio y frotó su pene erecto contra su diminuta entrada, cerrando los ojos y tragando saliva.
-Has sido un perro desobediente.- Le dijo, empujándose dentro de Joey lentamente, dejando que su interior se cerrara en torno a su miembro, soltando un gemido ahogado de placer, las paredes del rubio lo apretaban deliciosamente, tanto que podría volverse loco.
Su cuerpo se estremeció completamente al sentir el duro miembro de Seto ingresar en su ano, sintiendo algo de dolor al ser penetrado sin preparación alguna, aunque la saliva ayudaba en algo a que no doliera tanto. Las embestidas no tardaron en aparecer en el acto, el castaño conocía cada punto de su cachorro, sabía cómo llevarlo al cielo y al infierno si así lo quería. El ritmo que llevaba  era delicioso, le permitía sentir por completo su extensión moverse en su interior, salir y entrar de su recto, era la sensación perfecta.
Los gemidos de ambos inundaban la habitación mientras ambos cuerpos se rozaban, entregándose, disfrutando, reconociéndose. 

Notas finales:

Me tomaré la libertad de actualizar con el próximo capítulo cuando llegue a los 15 comentarios.~ 

Estaré atenta a ellos para hacerlo lo antes posible.
Muchas gracias por leer. 


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