Se sentía de la peor manera y su cabeza le daba muchas vueltas, si no fuese porque ahora estaba junto a su hermano menor, Piru hubiera vomitado sobre el piso. Mientras Bulibya le daba algunas atenciones con las pocas cosas que tenían ambos en ese pequeño cuarto, escuchaba el a lo lejos el "funeral" que le daban al cuerpo de su abuelo, junto con diversos sirvientes que gritaban cosas como:
-Lo seguiré en todo momento señor-
-Soy fiel sirviente lo seguirá en todos lados- Y más cosas como esas para luego saber que al final terminarían suicidándose, puesto que la lealtad hacia Tahuantinsuyo era muy alta. Al ser un buen país era obvio que sí. Mientras que al mismo tiempo llevaban al cabo el funeral de Atahualpa del cual también sus sirvientes se sacrificaron por él. Sin darse cuenta, antes de que se ocultara el sol la mayoría de los que había conocido dentro del palacio, tal vez ya habrían pasado a mejor vida.
Pasando de esa manera una semana, llegaron a las nuevas tierras españoles otros superiores que fueron a revisar que tan bien había ido la conquista.
-Veo que tienen casi todo controlado por aquí- Menciono un hombre casi mayor de larga barba negra, contextura robusta y ojos con unas profundas ojeras-Pero créanme que cuando ese niño y su hermano sean sacados de su celda su gente se levantara y trataran de atacarnos, debemos de actuar de inmediato- grito con gran efusividad.
-Me parece bien, lo dejare todo en tus manos- Menciono un molesto España quien ahora disfrutaba tomando de la botella de vino.
-¿Qué tratas de decir? Que acaso ¿planeas asesinarlos?- Dijo Francisco incrédulo
-Claro que si, no existe otra manera para que nos hagan caso, es más, deberíamos hacerlo de inmediato- Y con una seña dos guardias españoles fueron a sacar a Piru y Bulibya de su celda, los trajeron a ambos como se se tratase de un animal muerto y como "tales" los tiraron en el piso.
-Maldita sea, suéltenme para patearles en la cara upa animalkuna- Grito la última frase en quechua un muy enojado Bulibya- Ya sentiran mi ira y la de todos mis dioses.
-Pero que lindo e indefenso- Sonrió el robusto español que saco con el un rifle, uno muy parecido al que se encontró junto al cuerpo de Tahuantinsuyo- Lastima que no te quedaras mucho tiempo.
Acerco el arma al pecho del menor, haciendo que este mismo comenzara a temblar levemente mientras dirigía la mirada hacia Piru quien de igual manera temblaba pero lloraba al ver el destino trágico que le ocurría a su hermano y a él. A solo momento de tirar del gatillo otro sonido de una bala atravesando al español robusto se escuchó.
-¡¿Tu¡? Como te atreves a matar a uno de tus superiores- Reclamo un guardia español quien tomo al salvador por el cuello levantándolo hacia arriba para luego tirarlo a un lado, casi cerca de Piru y Bulibya.
-¿Por qué?..-pregunto Piru con voz casi apagado, mientras que Bulibya esperaba también escuchar la respuesta.
-Por muy difícil que resulte creer.. se lo prometí a su abuelo y a.. Atahualpa- Sonrió entre dientes mientras decía el ultimo nombre se notaba en su mirada severamente entristecido.- Así que vengan hacia mi cerdos bastardos- Se levantó mientras tomaba el arma que tenía entre manos apuntándola hacia todos lados, haciendo que su mirada cambiase a una llena de fuego y pasión por la adrenalina del momento.
-Gracias por la ayuda.. Francisco- Sonrieron los hermanos mientras se protegían detrás del único español que al parecer si seguía fiel a su promesa.
Una promesa que debe ser cumplida por un hombre de palabra como él.