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Te enamorare por Tetsuya Chihiro

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—No fuiste a verle. —tomó su turno.

—Aunque tuviera la oportunidad sería imposible. —respondió al juego.

Kouki se sentía un tanto incómodo en estar de adorno en el living entre la conversación de Midorima y Akashi que jugaban una partida de shōgi, popularmente conocido como ajedrez japonés, aunque él no tenía la menor ida de cómo se jugaba notaba que ambos hombres disfrutaban de la partida.

Estaba claro que él tampoco fue a despedirse de Tetsuya, pero era mejor así.

Su mirada estaba fija en el rostro de Seijuuro que estaba relajado, sus facciones del rostro no estaban tensas como las otras veces que ha estado con él. Los colores subieron a su rostro, el corazón le comenzó a acelerarse y su cuerpo empezaba a temblar al recordar de las circunstancias en que se conocieron y aquellas palabras que estaban fuera de lugar para Furihata.

—¿Me dejaras en plena partida? —la voz de Akashi le sacaron de su ensoñación.

—Olvide que debo de encontrarme con alguien, disculpa, pero es de gran importancia —el peli verde se levantó de su asiento—. Lo dejaremos para otra ocasión. —se inclinó en modo de despedida y se retiró del living.

Ahora es ahora donde Kouki no quería quedarse solo con Akashi y no era por el miedo a éste.

—Kouki. —el mencionado dio se sobresaltó por el repentino llamado de Akashi.

—¿Sí? —contesto como si de un soldado se tratara.

—Continúa la partida. —hablo con seriedad y molestia.

Furihata tenía en mente que ese comportamiento tan repentino fuera a causa porque Midorima se retiró a mitad de partida. El juego de shōgi duraba aproximadamente dos horas de juego y por el tiempo que estuvieron jugando no duro más de una hora.

El cuerpo aún le temblaba como gelatina, tenía vergüenza de que se equivocara, era mejor decirle que no entendía en sí el juego en absoluto, así que lo dijo.

—No sé cómo continuar la partida.

Akashi suspiró ante la obvia respuesta del castaño, la gran parte de los jóvenes y adultos jóvenes no entendían al juego y estaba claro que él era uno de esos jóvenes.

—Entonces, empecemos otra. —contesto a la ligera.

El contrario se dio cuenta que el rostro de Akashi estaba serio y con las facciones tensas, pero la diferencia era que sus ojos estaban sonrientes. Kouki estaba que quería reírse por lo obvio que se mostraba Akashi.

Se acercó a la mesilla en donde estaba puesto el tablero, sentándose enfrente del pelirrojo, quedando cara a cara con el chico. Seijuuro acomodaba las piezas en su respectivo lugar, era la primera vez que le enseñaría shōgi a una persona; Akashi sólo jugaba con Midorima por petición de éste y porque él sabía las reglas del juego, pero nunca se atrevió a enseñarle a alguien más a que ahora sería la excepción.

Al jugador que empieza el juego, que en este caso sería Akashi, se le denomina Sente, y está representado con un icono en color negro. Kouki es el segundo jugador que se le denomina Gote, y está representado con un icono en color blanco.

Desde que iniciaron el juego, Akashi, le daba ciertas explicaciones al contrario y más recalcando las reglas del juego. Que piezas mover y en qué dirección.

Durante la tarde habían jugados dos partidas teniendo como ganador a Akashi, poco a poco aprendió el significado del juego. Akashi aprovechó el momento de estar a solas con Furihata, preguntándole de sus gustos y disgustos que al castaño contestaba sin nerviosismo, más bien con cierta confianza. Sin embargo, Furihata se dio cuenta de los ojos de Akashi no eran de bicolores sino eran ambos de color cereza. Era la primera vez que tenía la oportunidad de ver bien sus ojos, se veían cálidos.

No sabía si podría ser incómodo para el pelirrojo el por qué sus ojos cambian de color así tan repentinamente. La única vez que los vio fue cuando éste estaba cerca de Kuroko, de ahí en fuera no los volvió a ver hasta ahora.

—Pronto podrás acabar de pagar los gastos...—suspiró arrepentido de su comentario.

Se sorprendió ante el comentario tan repentino y más desviándose completamente de lo que estaban hablando.

—Sí. Al parecer su padre esta agradecido de que le tome demasiada importancia a su gran jardín, a pesar de que tienen un jardinero. —soltó una breve risa.

—Furihata—hizo callar al mencionado—, sigo esperando tu respuesta...

—...—trató encontrar el significado de lo que estaba diciendo. Además de que no lo llamó por su nombre de pila como suele acostumbrar.

¿Una respuesta? ¿De qué?

No sabía si estaba en lo correcto en lo que estaba pensando.

Agachó la cabeza, tratando de ocultar su vergüenza. Desde que, de nuevo, sus manos rozaron y ser abrazado por Seijuuro. Su cabeza empezó a hacer un lío, él no era gay. Esas emociones que se están presentando es sólo casualidad, eso creía. Él quería tener una bella novia y si en un futuro su relación fuera fuerte se casaría con ella y tener al menos un hijo, ser recibido con un "Bienvenido a casa [...]".

—No tengo una respuesta en concreta, lo siento. —respondió apenado.

—Entiendo—ha esperado demasiado—. Seguiré esperando.

Así que seguirá insistiendo, fue lo que pensó Kouki al verlo levantarse y retirarse del living, no sin antes decirle que guardara el tablero de shōgi.

Akashi le seguiría dando tiempo, ya no podía negar lo que le estaba sucediendo en aquellas emociones al verlo. No es que fuera homosexual sólo porque le guste un solo chico, sólo a él y nadie más.

Aunque sería un gran problema si su padre fuera a enterarse.

Llegó a su alcoba encontrándose con Reo y Satsuki fuera de su puerta, se les veía sonrientes a diferencia de cuando llegaron a ver a Kuroko antes de su partida. No tenía que ser adivino para saber por qué estaban ahí.

—¿Cuál fue su respuesta? —preguntó Momoi.

—Lo haré a su ritmo, pero eso no cambiara que sea paso a paso. —sonrió ante sus siguientes planes

Momoi estaba que se emocionaba, pero a la vez decepcionada por no haber tenido una respuesta directa. Reo aplaudía por la siguiente meta de Akashi.

 

 

El sonido del balón rebotar contra el pavimento de la pequeña cancha de baloncesto era su compañía. El sol se estaba poniendo, pronto la noche estaría presente.

Lanzo el balón hacia la cesto que entro limpiamente sin chocar en el aro, aunque la lanzara de cualquier manera siempre entraría en el cesto. Las gotas de sudor de su frente viajaban a un lado de su rostro recorriendo hasta el cuello y desaparecer entre su playera deportiva. Le aviso a Momoi que estaría ocupado en otras cosas.

La partida de Tetsuya fue dolorosa para él, pero sabía que si no salía de Japón empeoraría su estado. Pensar que Kagami estaría con él por orden de Akashi le tenía intranquilo, no es que desconfiara de Kagami ya que no sabe sus sentimientos hacia Kuroko, pero que él va estar más tiempo con el peli celeste que con él, Aomine.

—Vaya, Aomine Daiki. —una voz un poco chillona le hizo voltear hacia la persona.

—¿Te conozco? —habló confundido.

—No, pero yo sí. Digamos que soy un conocido de un amigo tuyo, Midorima Shintaro —sonrió al mencionar al peli verde—. Mi nombre es Takao Kazunari.

Aomine seguía confundido ante un repentino conocido de Midorima.

¿Acaso el peli verde le hablaba de él?

—Claro...—dio media vuelta para ir a por el balón y seguir encestando.

Takao frunció los labios y se acercó al moreno.

—Juguemos un one vs one. Te ves desanimado, ¿sucedió algo? — se paró enfrente del peli azul para tener toda su atención—. Acaso, ¿Un amigo?

Dejo de botar el balón de baloncesto, quedo en shock. Pensó que puede que se a una casualidad, sí... una casualidad. ¿Midorima le comento algo?

—No es de tu incumbencia. —habló secamente.

Aunque fuera conocido de Midorima, no tenía derecho a preguntarle cosas que no estaba relacionado.

—Takao...—no sabía si alegrarse por la presencia del más alto ahí mismo.

—Shin-chan, encontré a un amigo tuyo. — se acercó al mencionado.

—Deberías de dejar hablar sobre mí. —recalco Aomine, molesto.

—Eso haré. —contestó no de la manera muy convencida—. Vámonos, Takao. — jaló al peli negro fuera de las canchas.

Aomine se dio cuenta del comportamiento de Shintaro, era la primera vez que lo veía así de ¿Nervioso?

Hacer ideas tontas que no pueden ser reales trae consecuencias, pero recuerda que las coincidencias no existen.


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