Trataba de acomodarse para tener una buena posición en la cama. No tenía que ponerse así, simplemente se equivocó en lo dicho, no era necesario decirlo tan directo. Su cuerpo, envuelto entre las sabanas, temblaba. Cada vez sentía ese vacío dentro de él. Ningún ruido en absoluto en la casa y gran parte del barrio en donde vivía, la oscuridad poco a poco lo quería consumir. Sus ojos opacos de tristeza y soledad. Es cómo esperar hasta que la muerte llegue a ti. Esperar a que la vida acabe. Su madre le decía que viviera la vida, la disfrutara, que se alegrara de ello, pero en ningún momento pudo. En casa era una persona… y fuera de ella era otra.
“¿Quién eres?”
Recuerda que en la evaluación de ingreso al instituto fue lo más difícil. Sabe que no es el único que no ha podido resolver esa “sencilla” pregunta. “¿Quién soy?” se preguntó ahora mismo en esa condición. No sabe quién es, por qué el motivo está aquí, cómo ocurrió, que vivió, etc. No sabe nada de él mismo.
“¿Por qué una persona como Akashi-san puede hablarle a Furihata-kun?”… cierto. En primer lugar: debió rechazar la salida con el pelirrojo. En verdad no se equivocaban las personas y en otras sí. “Sólo quieren tener la atención de los demás…” se dijo. Volvió a rodar por la cama para conciliar el sueño; sin embargo, no dejaba de pensar en esas cosas.
“¿No sería mejor que no estuvieras vivo?”. La manera de pensar en suicidarse era estúpido, es mejor primero pensar que actuar. No es que ofendiera a esas personas que acaban su propia vida con tan sólo unos errores que cometieron o familiares que lo cometen, en toda la vida hay errores, pero en esos errores hay soluciones. Cómo lo piensa, es mejor esperar a que la muerte llegue a ti… ya será el tiempo.
Cerró fuertemente sus ojos para tranquilizarse y dejar que su cerebro lo dejase…
……………………..
Frotaba sus ojos con cierto cansancio, juraba que tenía ojeras muy marcadas por la falta de sueño.
Entro al salón de clases con cierta normalidad de siempre, sentándose la fila primera que daba a la entrada. Colgó su bolso escolar en la parte de la silla de atrás. Cada chica que entraba le observaba de mal gusto. ¿Por qué? ¿Acaso hizo algo para que le odiaran? Y no lo decía por aquel espectáculo de antes. No le importo y saco su libreta y lapicera para el comienzo de clase, a punto de escribir sobre ella una mano le impidió. Café y rojo-ámbar chocaron. Juraría que parecía que en su rostro se dibuja la típica de coquetearle a la persona.
-Buenos días, Kouki- saludo Akashi con una pequeña sonrisa en sus labios.
-B-Buenos días, Akashi-san…- listo, un simple saludo y ya no más.
-¿A dónde quieres comer más tarde?- tomo asiento a lado del castaño sin objeción de nadie.
“¡¿Pensé que se le olvidaría?!”, Furihata sentía un gran aprieto al estar con él.
-No es necesario que lo haga…- con sinceridad le dijo.
-Claro que lo es- apoyo su codo en el pupitre y su mano en su mejilla-. Tengo mis razones para hacerlo. Además, mis órdenes son absolutas.
-¿Razones…?- susurro para sí mismo-Pero…- ahora que se daba cuenta, el acompañante de Akashi no hacia su presencia. Volteo para ver su presencia, fracasando y más si casi todo el grupo te mirará.
-Taiga no vendrá hoy…- ver así al castaño no había que dudar que es lo que buscaba- Informo que tenía cosas que hacer…
-Ya veo…
Su plática termino cuando su profesor ingreso al salón de clases. Akashi miraba de reojo al castaño, ver sus facciones un poco delicadas- no tan toscas cómo un verdadero hombre-, su cabello alborotado, ojos cómo tal chocolate y piel medio broceada como un pan. Ya no era necesario verlo desde lejos, puede estar con él ahora las veces que quiera. Una cosa que si le molestaba es que aquellos ojos que le gustaba admirar… no le sonreían, era fastidioso.
Su orientación sexual fue un problema, pensó que estaba enamorándose de su mejor amigo. Pero le quería como un hermano, otra cosa no. Ahora no podía considerarse gay en sí… o simplemente no lo sabía, sólo quería a esa persona que veía ahora mismo, quiere ver cómo ese rostro y ojos le sonrieran. Llevo su mano izquierda a su nunca, aparto la vista de Furihata a la libreta.
En la hora del almuerzo, Akashi acompañaba a Furihata a todas partes sin importar las miradas de los demás. Mientras que Kouki cada vez temía aquellas miradas quemándole, que sea examinado es terrible. Conversaron normalmente en que gustos tenían y su mejor pasatiempo. Akashi admiro más aquella persona, básquet… fue las palabras de Furi.
Furihata temía por preguntar sobre el ojo ámbar del pelirrojo, pero ahora que tenía esta compañía no la desperdiciaría…. Tarde o temprano se dejaran de hablar….
……………
-¡Akashi-san!- una castaña de cabello corto y broches sosteniendo su flequillo corría hacia ellos, que se retiraban de la escuela.
-Riko, ¿necesitas algo?- frunció el ceño por la interrupción entre él y Kouki.
-Una de las chicas me pidió que te entregara esto- sacó un pedazo de papel blanco con decoraciones rosas y azules, se la extendió a Seijuurou con el fin que este lo recibiera. Furihata no tenía que dudar que fuera en realidad.
-No me interesa, tíralo a la basura. Kouki, vámonos- ando su paso, se dio cuenta que el contrario no le seguía, volteo para observar que Kouki recibía la carta y disculpándose con la chica que se retiraba- ¿Qué haces?
-Es malo ser así- eso le sorprendió diciendo-, es mejor leerle para saber que sentimientos tiene en realidad hacia ti…
-No es necesario, todo el tiempo se fijan en lo físico y el dinero.
-Pero es una mala manera…
-En ti no deberías decirlo…- interrumpió, Kouki quedo estático. “Ya no hay nadie que pueda consolarte ahora” se dijo.
-Yo…
-Hablaremos de eso luego, tenemos que retirarnos…- agarro la mano de Furihata arrastrándolo hacia la salida-…Ahora que recuerdo, ¿Qué es lo que quieres comer?
-Sólo una hamburguesa. ¿Conoce el…?
-Conozco el lugar, vamos entonces…