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Beyond por mishula

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Notas del capitulo:

ok... hola a todas y todos, bien, subo el primer capitulo para que... bueno se vayan dando una idea de que va esta cosa.

Alguien externo al foro me comentó que pensaba en este Au como algo de Inuyasha, no se equivoca, no es un crossover pero digamos que se desarrolla en un entorno parecido, ya saben kimonos y sacerdotes, espiritus... hermanos mayores yokai que estan buenisimos (te hablo a ti, sessomaru) bueno, supongo que es una especie de advertencia.

Pero Frescas, no se van a encontrar con ningún personaje que no sea de naruto, a menos que sea un original. en ese caso se los haré saber.

 

Buenas noches y feliz halloween!

 

AH CLARO!! Disclaimer: Naruto y todo su mundo - en el que al rayo de sol le salieron bolsas en los ojos de tanto trabajar - son propiedad de Masashi Kisimoto y todo el oregano que fuma

1º Latido: Luna Roja


Bajo el manto estrellado que la noche ofrecía en un día de verano caluroso y ameno, Mikoto Uchiha gemía de dolor y agonía, había tenido un hijo con anterioridad pero el nacimiento de este le resultó más doloroso, cuando ya desfallecía, allí de pie con las piernas abiertas el pequeño cuerpo casi calló al suelo, una partera lo sostuvo entre sus brazos mientras que la pobre mujer recuperaba el aliento.

  -       Es un niño, mi señora.

el semblante de preocupación de aquella mujer no se comparó con la mueca de terror de Mikoto, convencida que los míos destruirían todo si se enteraban, trató de asesinar al niño “si digo que murió, su ira será reemplazada por piedad” esas horribles palabras se colaban en su cabeza pero, justo en el momento en que ella y la otra mujer se disponían a dejar caer el bebé desde lo más alto de la casa señorial (la habitación del señor), un halo de luz las cegó y la carcajada infantil derritió sus corazones.  

-       No, él tiene el Kurisutaruhāto, si los demonios  tratan de hacer algo, este poder los destruirá, los borrará de la faz de esta tierra.

Tomo al pequeño bebé de piel lechosa entre sus brazos y le sonrió maternal, aquella otra mujer bajo los pesados y firmes peldaños hasta el salón principal donde todos los lideres esperaban la noticia, pálida y sudorosa no tuvo otra opción que decir la verdad: Lagrimas, lamentos, gimoteos; todos los presentes se prepararon para decirle adiós a su vida, todos menos Itachi – hijo mayor del señor Uchiha, que no tenía idea sobre lo que estaba sucediendo, estaba muy ocupado tomando un postre en la cocina – Fugaku no gimoteó, no, (eso hubiera sido un error que no se perdonaría) solo se quedó  inmóvil, por primera vez en su vida estaba sin pistas, en blanco; fue Neji – joven líder del clan Hyuga, pero que tenía siniguales poderes espirituales – quien dejó que su racionalidad se superpusiera a su miedo y dejó caer la primera solución

  -       Envía un mensajero, avísale. Diría yo que se hiciera inmediatamente.  

Todos asintieron animados ¡Estaban salvados! Apelando a la razón de “aquellas bestias” y dejando ver su intención de mantener el pacto, esas “cosas del infierno” les perdonarían sus miserables vidas, todos los lideres optaron por que el pobre Shin Sake (Lider de un clan de no más de 50 personas)hiciera las veces de mensajero, así si el rey Zorro deseaba desquitarse de su furia lo haría con él y no con alguien más importante (o sus aldeas). El hombre se aventuró hacia el bosque negro, entre las aldeas humanas: tierra verde e increíblemente fértil, lagos cristalinos y buenos animales; pasando por el bosque sagrado: arboles de un inmaculado blanco y susurros aterrorizantes en los oídos y finalmente parándose en frente de aquel bosque totalmente oscuro, arboles de ébano, hojas y flores negras o grises (azules, en realidad) sonidos aún más terroríficos que los susurros de las almas en el horrible lugar que acababa de dejar atrás. Mojó sus pantalones.  

Titubeando, ingresó y dejó que el miedo siguiera chorreando por entre sus piernas, estaba tranquilo porque no habría bandidos en su camino pero no estaba seguro si aquellas criaturas sobrenaturales lo dejarían pasar.

  -       Hey, mira. Un bocadillo.

  Volteó y se encontró con dos Yōkaide tipo pájaro, le miraban embelesados y cuando sus ojos se posaron en los pantalones y se largaron a reír.

  -       Esta sucio, yura. No lo podemos comer – dijo uno haciendo un gesto de desdén.  

Hablaban pausado y carcajeaban como el grajeo de un cuervo, se estremeció hasta lo más profundo; aprovecho el descuido y corrió, escuchando palabras a lo lejos: “mira ¡deja un rastro de porquería!”. Pasaron algunas horas en las que Sake solo había corrido sin rumbo, hasta que cayó en un abismo profundo que daba a un río. Su cadáver llegaría a los pies de mi madre algunos días después.

  Su parto no fue complicado, Sasuke y yo habíamos nacido con horas de diferencia, mamá no sufrió, las mujeres Yōkai son fuertes (como diría mi padre a Fugaku unos días después) y por ello estaba en el jardín de nuestra casa, no me cargaba, yo estaba durmiendo muy arriba, al lado de mi padre y totalmente ajeno de lo que el destino me tenía preparado.   Tomó aquel bulto de carne podrida y sonrió, la nota estaba empapada y llena de líquidos viscosos pero ella ya sabía – siempre lo sabía – se levantó y caminó como si no acabara de ver un cadáver carcomido, podrido y lesionado por las piedras; Subió las escaleras con parsimonia, ensayando un poco las palabras que iba a decir a papá, la manera en la que iba a convencerlo que lo que estaba pasando era un error y que debía borrar a esos Uchiha de la faz de la tierra, y es que ella conocía el corazón de los humanos, en su primera edad había entablado amistad con un niño humano, este no solo la entregó a cazadores por su exótico cabello color rojo, si no por sus poderes (su fuerza era apabullante) estuvo esclava y cautiva hasta que mi padre la rescató y la tomó como esposa; el Kimono que traía puesto estaba un poco manchado de pus y agua en las orillas y el cabello le empezó a pesar un poco sin motivo alguno, un pequeño gesto de desconcierto y entró a la habitación que compartíamos, corriendo la puerta con cuidado y cerrándola violentamente. Papá se sobresaltó y se incorporó, con su agudo olfato supo que olía a cadáver, la revisó sin acercarse y comprobó que no había heridas.

  -       ¿Qué ha pasado?   El pequeño yo se revolvió entre las sabanas que lo cubrían y ambos padres centraron sus instintos en el bultito sobre el tatami, no ocurrió nada así que volvieron a centrarse en su conversación recién iniciada.

  -       Ha llegado un mensaje, una carta.

-       Déjamela ver.

-       No se lee nada, vino en un cadáver sobre el rio.

-       Humano.

-       Si, uno que por su olor, llevaba varios días muerto.

Mi padre se haló sus rubios cabellos y enfocó sus zafiros en mi madre que lo miraba imperturbable.

  -       ¿tenías razón?

-       Mi olfato no me engaña,  lo del Kurisutaruhāto     probablemente sea mentira también.

-       Quiero que esto se acabe… ¡AHORA! No más muerte, no más dolor, no más pequeñas personas que vienen al mundo a morir, Naruto merece paz, merece ser el vínculo de la paz, el remedio a la guerra que nosotros le estamos entregando a su generación.

-       ¿Qué harás? – estaba impacientándose, sabía que era lo que iba a decir, pero quería oírlo de su boca.

-       Hay que ir a hablar con ellos, debo hacerlo yo, debo hacerlo solo.

-       ¿Eres idiota? ¿tantos deseos tienes de conocer el infierno?

  Mi padre la miro por un largo rato, tenía razón (siempre la tenía) si iba solo, tal vez alguna facción rebelde trataría de matarlo, por su mente la idea de no dejar a su hijo solo se paseaba sin control alguno. Asintió y se dejó caer sobre un cojín convenientemente adecuado para esas situaciones.

  -       Sabes que alguien debe ir contigo –mamá no estaba ofreciéndose.

-       No quiero molestarlo.

-       Si no le dices… es el único que puede protegerte, Minato.

  Sus ojos se encontraron y la solución estuvo ahí a tan solo segundos de la desesperación “el sacerdote demonio”  el único Yōkai con el corazón “puro” y la sabiduría suficiente para abandonar aquella irracional sed de sangre y fundirse en el bosque sagrado con todas aquellas almas, el único que era capaz de usar hechizos protectores que lo alejaban de todo y todos, el único. Papá sabía que si alguien podía hacer entrar en razón a los humanos era él, no le conocía pero las leyendas le crearon el imaginario suficiente para tenerle un respeto reverencial, como todos los demás.

  -       Enviaré a alguien a buscarlo.  

Mientras tanto, un hombre aterrado veía a sus dos pequeños varones en la mesa comiendo alegremente, Itachi había conocido a sasuke solo días antes y lo amaba profundamente, era inteligente y había una mirada de sabiduría debajo de esas tupidas pestañas negras, el bebé recibía pecho de su madre mientras era observado por ella que trataba de mantenerse serena. Habían pasado semanas desde  que enviaron a ese desgraciado a morir al bosque negro y todo lo que había detrás, no había respuesta y eso estaba inquietándole, era claro que la respuesta no podía llegar rápido, eran 4 días entre ambos pueblos  pero… aún no habían sido destruidos ¿Qué significaba aquello? No había dormido en días y ya estaba irritable  

-       Mikoto, llévalos a dormir, hay cosas que es mejor hacerlas temprano.   Itachi no tenía sueño, quería jugar quería descubrir el insomnio de su padre, sus pensamientos infantiles lo tenían lejos de todo lo que estaba ocurriendo. La mujer tomo a sus hijos y subió lloraba en silencio. Sentía terror.  

El tiempo que se demoró Shikamaru Nara – joven hijo de una familia Yōkai especialista en ritos, rezos y curaciones con hierbas – en conseguir al “Sacerdote Yōkai” fue risible, ni bien salió del palacio de su señor (Mi padre) y ya estaba volviendo con el viejo del brazo. Mi madre estaba sorprendida, no había tenido una visión tan deplorable en su vida: el viejo apestaba a alcohol y traía un niño humano consigo.  

-       ¿Qué diablos es esto? – su voz retumbo en mis oídos.   Temió haberme asustado en medio de mi sueño, así que calló por un momento, cuando vio que no había ningún problema volvió a mirar al castaño que no le tenía miedo.

  -       Este es el tipo que están buscando, vino el solo, diciendo que “el corazón de cristal tenia portador y que su protector se encontraba aquí” creo que está ebrio pero resistió mi control sobre su sombra.  

El viejo sonreía de lado y el niño no mostraba señal alguna de miedo, Kakashi– líder del clan de los lobos - se mostraba muy interesado por aquello pero no dijo nada; a su lado, Mi padre con el ceño fruncido, aquel maravilloso Yōkai del que su padre y el padre de su padre le habían contado no era más que un ebrio, le parecía imposible… no, improbable. Nada en esta vida es imposible.   El hombre soltó a Shikamaru y camino hacia mi madre, me arrebató suavemente – ante la mirada atónita de todos – y me sostuvo en brazos en frente del niño, ambos embelesados y sonrientes, tocaron mi brazo y después salieron unas pequeñas marcas, como meandros y sangraron.   Mi padre totalmente horrorizado se lanzó contra el anciano, este no tuvo ni que mirarlo para dejarlo en el suelo frente a una audiencia aún más asustada.  

-       Cálmate niño, mira – le mostro mis bracitos, no había nada – es la prueba de que él es el protector del corazón de cristal, te acompañaré a ver a los padres del portador, ¿eso era lo que estabas buscando de mi verdad? Compañía, protección.

  Mamá me tomo y lo supo, si destruía a los Uchiha, ese demonio los mataría; Papá en cambio estaba más que satisfecho, todas las historias sobre el hombre eran ciertas, lo único que no le encajaba – además del olor a alcohol – era el niño que parecía muy a gusto con él, le sonrió al pequeño y él le devolvió la sonrisa amablemente. Decidió partir ese mismo día.   No hubo que hacer penosas travesías, este misterioso demonio tenía a su merced incontables aves enormes de plumas doradas y cabezas labradas en metal, papá no quiso saber el nombre de tales criaturas, mientras menos supiera de ellas, mejor sería para su salud mental, solamente montó una de ellas, junto a él Kakashi – quien había venido por curiosidad, más que por lealtad – el niño simplemente se aferró del cabello del anciano y veía ciertamente encantado las colas de los otros demonios, una de zorro y otra de lobo, le parecieron esponjosas y no entendió como era que los humanos les temían a esas cosas, claro que cambio de opinión cuando Kakashi sonrió y vio sus colmillos; luego cuando vio las largas garras de papá sostenerse fuertemente de uno de los Zaâr – aves del señor Jiraiya -  entendió que los humanos jamás verían esas colas, estaban muertos antes de verles los ojos.

 Itachi jugaba con un pequeño oso de peluche que había tejido su madre para él, no es como si fuera infantil, pero tenía que fingir serlo, veía cuidadosamente como su madre aseaba el pañal de su hermano y este emitía ligeras risitas que lo hacían sonreír, estaba empeñado en hacer eso el mismo, en ayudar a su madre que lucía cada vez más asustada con el correr de los días. Fue el primero en escuchar el fuerte aleteo de la bandada de  Zaâres que cruzaba el cielo con su demoniaca carga. Estos aterrizaron sobre el jardín de la señora Mikoto, sin levantar una sola pizca de polvo ni hacer ruidos adicionales, gruyeron y sacudieron algunas plumas enormes, dejando espacio para dejar caer a los Yōkai que bajaron grácilmente, Fugaku vio todo desde su salón, pensó que moriría ¿y quién no? Bajó rápidamente con una lanza en la mano,Neji y Yamato – sus hombres de confianza – Minato (papá) sonrió con autosuficiencia y Kakashi levantó suavemente una ceja dejando ver el cómo se divertía con lo que estaban tratando de hacer los humanos, Jiraiya no estaba muy interesado en los tres hombres que se acercaban, el veía a las muchachas que cuidaban el jardín y el pequeño sonreía, hacía mucho no veía tantos niños de su especie.

  -       Para, Fugaku – dijo Papá sonriendo – no hemos venido a destruirte.

  Fugaku Uchiha se detuvo tan rápido como había bajado por las escalinatas, dejó su lanza a un lado, pero no dejó que sus hombres lo hicieran, papá en cambio le pidió a Kakashi que bajara la guardia y sonriera un poco, no lo hizo, estallaría en carcajadas al ver a los aldeanos con sus piernas como gelatina.

  -       ¿a qué has venido entonces? No vienes a destruirnos, ¿aceptas aun cuando…?

-       Este hombre aquí – papá señaló al mayor – dice que tu hijo y el mio deben estar juntos, es triste para mí, yo quería nietos (híbridos o no)– suspiró – pero siempre puede designarse otro rey.   Kakashi abrió sus ojos y codeo suavemente a papá.

  -       Mi señor, no.   Una sonrisa confiada de su parte y el sonido de una bofetada (que el anciano se había ganado) mi padre le sonrió al humano mientras pasaba al salón, Mikoto sostenía al pequeño Itachi de la mano, cubriendo a Sasuke con la otra, cualquier cosa que hiciera mi padre y ella correría lo más lejos que le permitieran las piernas. No fue muy claro para el niño el cómo se desenvolvieron las cosas, Itachi solo pudo ver a su padre y a ese zorro rubio entrar a un saloncillo (el saloncillo prohibido) Y hablar durante horas, a veces carcajear y salir como si no hubiera pasado nada, mientras tanto el tenía que esperar allí afuera, con el corazón en la mano y su pequeño hermano en una cuna a su lado. Su madre estaba tratando de mantener alejadas a esas aves de sus preciosas flores. 

Siete inviernos transcurrieron, Itachi pasó de ser un niño cualquiera a ser el general del ejército, pero eso no evitaba que su mirada se derritiera ante el pequeño de piel lechosa que se acercaba con un plato lleno de una sustancia a medio comer que parecía su cena enviada por su madre.  

-       Ten – dijo y sonrió.

 Sasuke había sido criado como si fuera hecho de cristal, y es que cualquier cosa que llegase a perturbarlo podría terminar con su vida, incluso podría terminar con la aldea, bueno, o eso era lo que Kabuto – un sacerdote especializado que estaba cuidando de él – les había dicho hasta la saciedad   “el corazón de cristal es tan frágil como su nombre lo dice, emociones fuertes o cualquier cosa que le lastime físicamente no solo puede hacer estallar la piedra sagrada, puede destruir un gran rango de las cosas a su alrededor”   A Itachi eso le parecía una real mierda, había sido testigo de la fuerza de su hermano al pasar por el primer ritual de purificación: todas esas agujas y cuerdas y ni una sola lagrima; había visto su rostro endurecido por la desesperación cuando aquel destello rojo no se iba de su pecho, pero no pasó nada, nadie murió,  nada estalló, nada se destruyó, por ello no le quitaba la mirada de encima al albino que monopolizaba el tiempo de su pequeño hermano. Neji teníaórdenes estrictas de vigilarle como un halcón pero no había logrado conseguir nada que lograra sacarlo de la casa, su padre lo adoraba y la confianza de su madre – algo tan difícil de conseguir – había sido otorgada casi que desde el primer momento en que pisó la casa señorial.

 Sonrió y abrazo a su pequeño hermano mientras este le dedicaba una sonrisa traviesa. Estaba muy inquieto.   Algunos días después yo sonreía mientras veía los cabellos rojos de mamá  que se mecían con estilo mientras me colocaba el kimono ceremonial de color negro, me iban a colocar la corona de ramas sagradas.   ¿Qué fue lo que hablaron mi padre y Fugaku Uchiha en el salón prohibido? Es un secreto, solo supe que mi padre decidió continuar con esa locura y el humano aceptó ¿bajo qué condiciones? ¿Que había en medio de todo aquello? “cosas de adultos” me dijo una vez. Después de eso no se volvió a hablar del tema, de hecho, no supe sobre sasuke o el matrimonio, si quiera sobre su existencia durante un buen tiempo, Kakashi se dedicó a entrenar mi pequeño cuerpecito, se divertía halándome la cola cuando hacía algo mal, me molestaba mucho pero me hizo fuerte y ese día por fin me reconocerían como heredero, uno que gobernaría sin hijos (según lo que oí un día en la cocina) todas esas preocupaciones no estaban en mi cabeza, solo me concentraba en los hilos naranjas fuertemente atados a mi pequeña armadura y la sonrisa satisfecha de mi madre, aunque había algo más detrás, algo que no vi entonces pero cuando crecí supe que detrás de esa sonrisa la mueca era dolor y decepción – no hacia mí, hacia ella – muy dentro de su corazón se seguía recriminando por no convencer a papá.  

Salí dando unos pequeños pasos (el kimono estaba ajustado y era largo) luego otros con seguridad y tome el brazo de papá que casi lloraba de la alegría, mamá tomo el otro brazo y caminamos hasta la cabeza de huesos que representaba el trono de mi padre.  

-       Queridos míos – dijo fuerte y claro – hoy, más que nunca agradezco a todos por su asistencia, la luna roja nos dicta que el destino se entrelaza y derrama sobre nosotros su luz, o lo hará esta noche, cuando mi pequeño Naruto, ya con sus siete temporadas cumplidas, traiga una presa cazada con sus propias manos y su propia fuerza, entonces será coronado como príncipe y las festividades de primavera darán inicio.  

Todos sonrieron, Kakashi lucia algo preocupado pero feliz, la tarde había pasado casi por completo, aun la luna no había decidido salir y yo estaba ansioso, mi padre me condujo hasta su habitación de guerra y se sentó en frente mío.  

-       Hijo, este es tu día, caza fuerte y vuelve para llenarte de gloria.

-       Mamá estaba tan contenta – dije y sonreí.

-       Claro, aunque no está de acuerdo con esto – saco un pequeño estuche hecho de conchas, cuando lo abrió había un collar hecho con algunos huesos – mira, es momento que sepas que no eres libre, sé que no lo entenderás ahora, tal vez hasta dentro unos veinte años lo entiendas pero esto es por tu bien.

-       ¿Cómo que no soy libre?   Papá no se equivocaba, no entendía nada de lo que estaba diciéndome y me enojaba mucho, ¿no era libre? ¿Qué había hecho mal? ¿Qué era eso? ¿Me estaba vendiendo? ¿Mamá estaba de acuerdo? Papá me colocó el collar y me tomo del hombro para acercarme a él.

  -       Nosotros te comprometimos con alguien, eso quiere decir que… básicamente si te enamoras de alguien no… no puedes quererlo, esta noche te estás haciendo un hombrecito y creo que puedes  al menos hacer el esfuerzo por analizarlo pero si no, yo te explicaré.

 No, no lo entendía pero eso no significaba que estuviera de acuerdo, corrí lejos de él y salté por la ventana, curiosamente la gente pensó que ya me iba de cacería y empezaron con las festividades ¿queríavolver? NO, si volvía – con presa o sin ella – me quitarían mi libertad, algo tan ansiado que pensé que se me otorgaría esa noche pero en vez de eso se me estaba arrebatando.

  Corrí lejos de mi padre y de todo lo que estaba apretando mi pecho, el kimono estaba ajustado y la cola se me enredaba con todas las ramas, los hilos naranja que mi madre con tanto esmero se encargó de colocarme, caían al suelo y se manchaban con el fango, corrí río arriba y escalé hasta el risco que dejaba ver las tierras de los nuestros, caí sobre el suelo, no me encontrarían.   Aun jadeaba cuando decidí entrar lentamente al bosque blanco, aquellos susurros parecían estarme llamando, entré y sentí un dolor agudo en mi mano derecha. Una herida apareció: en forma de “s” pero que atravesaba mi palma de manera horizontal, sangraba y dolía bastante pero no iba a dejarme vencer, tal vez, si llegaba con una gran presa mi padre olvidaría su idea de quitarme la libertad.

Miraba alrededor, buscaba algún lago o la caída del rio, la encontraría varias horas después, cuando ya no había sangre que lavar.

  -       Es una locura – dije y miré al frente.  

Un rio cristalino y brillante caía majestuosamente por el risco y levantaba espuma y un sonido ensordecedor, me recosté sobre un árbol grisáceo y recuperé algo de fuerzas, tenía hambre ¿Cuánto tiempo había pasado? no recordaba tener tanta hambre ni siquiera con días de ayuno, mire al cielo y estaba… ¿atardeciendo? Eso solo aumentó mi duda, realmente lo que para mí habían sido horas, en realidad ¿podían haber sido días? Caminé rio arriba – subiendo algunas colinas pequeñas – siempre rodeado de esos susurros y risitas, siempre rodeado de ese blanco brillante que no me permitía ver el cielo con seguridad.

Unas “horas” más tarde sentí el olor a pescado asado y corrí hacia él, cuando llegue había una hoguera extinguiéndose, no pescados, moría de hambre así que decidí pescarlos yo mismo, cuando iba llegando a la orilla lo vi: cabello negro, ropas blancas, baja estatura, sus labios eran unas líneas finas que se deslizaban en mantras mientras sostenía algo así como un collar de cuentas blancas


abrió sus ojos, se quedóviéndome y sonrió, esos labios se curvaron y salió del agua.   Mientras pasaba esto, en la casa de mi padre estaban sumamente preocupados, papá decidió no seguirme, con la esperanza de que realmente no haya sido tan tonto de escapar de casa, mamá estaba muy preocupada, había golpeado en la cara a mi padre cuando le contó lo ocurrido y este aún tenía el rostro hinchado. Habían pasado 3 semanas mientras yo vagaba en el bosque – horas ¿huh? Que equivocación - dudaba si mandar a buscarme con alguna fuerza especial o simplemente esperar. La espera estaba matándola.  

  -       ¿Quién eres niño? – dijo aquel niño notando instantáneamente mi aspecto demacrado - ¿tienes hambre?  

-       Si – dije antes que mi estómago me delatara - ¿tienes algo de comer? He estado vagando por algunas horas.  

-       ¡por todos los dioses! – levantó sus pequeños y delgados brazos - ¿tu solo? un Yōkai solo por aquí, debes llevar semanas sin comer, el bosque detecta malas presencias y les induce a caminar por semanas sin rumbo, el bosque no permite ver el rumbo del astro, hasta que mueren de hambre o sed, ha sido una fortuna encontrarte aun en una pieza.

  Era la primera vez que escuchaba a un humano nombrarnos “Yōkai” pero no me molestaba, sabía que esa era la manera en la que habían sido criados, mi madre había sido muy vehemente en recordármelo cada vez que podía, por otro lado, el pequeño niño sabía lo que ocurría con mucha certeza así que me pareció sospechoso.

  -       No, no – dijo intuyendo lo que pensaba – es que, paso mucho tiempo aquí y mi maestro me lo ha dicho muchas veces, ¿quieres comer? Puedo llevarte a mi casa a que comas algo.  

Pronto, un sonido de alerta, la voz de mi madre gritándole a todo pulmón a mi padre “¡¿Qué harás si los estúpidos esos lo llevan a su casa?! ¡Los humanos son criaturas despiadadas! Una vez se aseguran que te tienen cómodo simplemente…” seguido de un sollozo, claro, yo conocía la historia de mamá y su odio profundo por los humanos, su desprecio y desconfianza habían sido implantados en mi desde pequeño.

  -       ¡No! – grité y separé un brazo que trataba de tocarme – ¡no vas a lastimarme!

-       No quiero lastimarte – dijo simple – como quieras entonces, ¿ibas a pescar? Pesca con libertad.

  Lo vi con desconfianza y el me vio con una mezcla de temor y lastima. Saque unos cinco pescados del rio y los comí sin cocerlos, tenía demasiada hambre, una vez hube terminado me lavé las patas y le di la cara al niño – que solo me miraba – no había intentado cruzar palabra con él y el conmigo.

  -       ¿Cómo te llamas humano? – endurecí la mirada como mejor pude.

-        Me llamo… ugh  

Cayó sentado y aún más blanco de lo que era, en su pecho una lucecilla roja se encendía, retrocedí asustado, pero me vi obligado a acercarme cuando ví que temblaba ¿Qué le estaba pasando? ¿Frio? ¿Hambre?

  -       Oye chico… ¿todo está bien? – toqué su hombro: estaba helado.

 Algo dentro de mi me dijo que debía calentarlo asi que tome la parte superior de mi kimono y se la pasé por los hombros, aquella lucecilla se hacía más intensa y el temblaba cada vez mas fuerte; el miedo se apoderaba de mí ¿Qué iba a hacer si el niño se moría? ¿Me culparían? “yo no hice nada” pensé y lo estreché lo más que pude contra mi cuerpo, después de un momento el temblor cesó por completo y levantó su cabeza para sonreírme.  

Mientras yo entraba en pánico, Fugaku Uchiha gritaba a todo pulmón ordenes hacia su hijo Itachi, quien solamente le miraba y asentía enérgicamente mientras gritaba “Si, señor” y memorizaba todo, pasaban algunos segundos en que la mente del mas joven divagaba y viajaba hasta el bosque donde estaba su pequeño hermano – su amado hermano – Neji había insistido semanas atrás en llevarlo al bosque y dejarlo allí con las almas, a todos les parecio una gran idea, menos a él; aunque sabia que Sasuke era fuerte y valiente temía por las posibles criaturas del bosque y todo lo que podría vivir allí (jamás había entrado, no tenía idea sobre la flora o la fauna), un segundo después había decidido viajar a recoger a su hermano, no lo iba a dejar solo un día mas.  

Aquellas paredes de roca negra y solida que rodeaban el castillo de mi padre estaban temblando, mamá estaba furiosa y nada la retenía, papá ponía empeño en hacerlo pero no lo conseguía, solo cuando pronunció las palabras “iré por él” ella tuvo un momento de sociego, fue muy tenue porque Jiraiya estaba advirtiendo que no iría y que si “su Señor” (dirigiéndose irónicamente a mi padre) deseaba ir, tendría que ir solo. Papá partió en el lomo de un Ripuk de color blanco atornasolado y cuando este extendió las alas se sorprendio de ver a Kakashi allí. Sonrió y golpeo suavemente con la cola el estomago del animal para que tomara velocidad, irían por aire – mas rápido y sencillo.  

Itachi Uchiha se acercaba a Yamato sutilmente para pedirle un favor al oído, Shisui – su primo – Se encontraba haciendo rondas en las fincas mas lejanas y no podía esperarlo mas, había decidido desobedecer a su padre y embarcarse en la búsqueda de su precioso hermano, cuando el castaño asintió supo que no había sido el único en pensar en que la idea había sido estúpida, sabía de antemano que a Kabuto tampoco le había agradado pero no iba a degradarse a acercarse a ese tipo. Partieron a caballo, dispuestos a entrar en el bosque que brillaba muy a lo lejos.

 

 

*********************Continuará algún día************************

Notas finales:

El formato me esta haciendo bullying.

 

Bien, espero que les haya gustado

 

besos de canela


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