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Baloncesto callejero por Fullbuster

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Akashi quiso interrumpir la conversación y llevarse a Aomine lejos para interrogarle, pero permaneció en el sitio por si se enteraba de algo más, ya que Aomine y su jefe seguían discutiendo.


- No me había estado molestando en un tiempo pero...


Aomine había apartado la mirada de Takumi al verse pillado pero cuando lo hizo, se encontró con los ojos carmesíes de Akashi que les observaba con el ceño fruncido.


- Joder – dijo en un murmullo casi inaudible.


Acababa de darse cuenta de que el pelirrojo había escuchado la conversación. La última persona que quería que se enterase sobre su lesión acababa de descubrirlo.


- ¿Decías? - le preguntó Takumi al no haberle escuchado bien – Daiki, ¿me escuchas?


Al verle con la mirada fija en algo que estaba claro que le había distraído, volteó la cabeza en la misma dirección que él para ver qué era lo que tenía atrapada la atención de la persona con la que quería casarse. Entonces vio a un hombre no muy alto y pelirrojo al que no reconoció al instante pero cuando lo hizo, su cara perdió color de inmediato. El hijo de Masaomi estaba frente a ellos observándoles malhumorado.


Ya veía que Masaomi conocía muy bien a su hijo, había tenido razón cuando le dijo que quería recuperar a Aomine y que no se iba a rendir fácilmente, puesto que ya había movido ficha al averiguar dónde trabajaba su ex pareja. Takumi estaba al corriente de que habían mantenido una relación en el pasado, fruto de la cual había nacido Daisuke.


No pudo evitar sentir miedo, no por la mirada dura de Akashi ni por él mismo, sino por lo que representaba. Era el único que suponía una verdadera amenaza para su deseo, él podía arrebatarle a Aomine, llegar hasta su corazón. Notó una gota resbalar por su sien, la cual limpió con su mano. Takumi miró durante unos pocos segundos sus dedos bañados en sudor, era increíble que se hubiese puesto tan nervioso por quien para él era un chiquillo. Respiró profundamente para tranquilizarse, no iba a perder la compostura ante su enemigo ni se iba a dejar vencer por él.


Terminó de calmarse cuando recordó que, aunque habían sido novios, Aomine y él no terminaron precisamente de manera amistosa. Además, contaba con otra ventaja... Akashi desconocía que había tenido un hijo con Aomine y éste no parecía muy dispuesto a contárselo.


- ¿Te encuentras bien? Estás un poco pálido – le sacó de su ensimismamiento el hombre de pelo azulado.


- Sí, es sólo que... me ha sorprendido ver a alguien tan famoso en el bar – le mintió.


A Aomine se le escapó un chasquido de fastidio al saber que hasta su jefe caía rendido ante Akashi, no comprendía qué tenía para que todos cayeran a sus pies. Quizás si lo conocieran de verdad, no le tendrían en un pedestal. Otro camarero le llamó finalizando la discusión entre jefe y empleado, había llegado un grupo numeroso y necesitaba su ayuda en la barra.


- Vuelvo al trabajo, tengo clientes a los que atender – le informó Aomine a Takumi.


- De acuerdo, pero si ves que te molesta la rodilla, tómate los descansos que necesites, ¿entendido? - le preguntó y le vio asentir – Y, Daiki, la conversación no ha terminado. Seguiremos en otro momento – le dijo antes de que se marchara.


Al final, Akashi no pudo averiguar ninguna información nueva porque Aomine había notado que estaba escuchando y dejó de hablar sobre el tema de su lesión. ¿Por qué no quería que se enterase? No podía ser por lo sucedido en el torneo, aquella lesión de entonces era en el tobillo y no en la rodilla. Aomine le guardaba muchos secretos y lo que más rabia le daba era que hasta su jefe parecía conocerlos.


El pelirrojo pasó el resto de la noche intentando hablar con Aomine pero fue imposible ya que no había manera de acercarse a él debido a la gran cantidad de gente que se encontraba en el bar. La barra estaba a rebosar de personas pidiendo sus pedidos por lo que Aomine no tuvo ni un minuto libre para salir de detrás de ella, aunque Akashi estaba convencido de que, incluso si lo hubiese tenido, su ex novio habría hecho cualquier cosa para huir de él.


Una hora antes del cierre, Akashi pagó su consumición y salió del bar. Estaba claro que no iba a conseguir acercarse a Aomine, así que le haría creer que se había dado por vencido y se había marchado a casa. En realidad le esperaría fuera hasta que terminara su turno, así le pillaría desprevenido y no podría huir de él. Se apoyó en su coche con los brazos cruzados y dejó que la helada brisa de la noche se llevara su malhumor, debía estar tranquilo para poder hablar con Aomine o si no, terminarían peleando.


Bien entrada la madrugada, el último cliente salió por la puerta principal y uno de los camareros aprovechó para cerrarla mientras el resto comenzaba a limpiar el local. Aomine se disponía a ayudar a sus compañeros de trabajo cuando Takumi se acercó a él.


- Daiki, puedes irte a casa – le informó.


- Pero no...


- Es una orden – le dijo más serio – Ve a descansar, ha sido una noche dura y tu pierna debe de estar resentida. Por cierto, mañana no hace falta que vengas, Yukino te sustituirá.


- No sé cuántas veces tengo que decirte que estoy bien – le contestó enfadado.


- Eres demasiado terco, cualquier persona en tu lugar estaría agradecida. No quiero ver tu cara aparecer por aquí a no ser que quieras que te despida.


- No serías capaz de hacer algo así – le dijo creyendo que no lo decía en serio.


- Ponme a prueba – le retó con seriedad y Aomine supo de inmediato que no estaba bromeando – Si te sigue doliendo, me avisas y llamaré a un amigo para que revise tu lesión.


Takumi se acercó aún más a Aomine y le habló en voz baja para que solamente él pudiera oírle.


- Cancelaré la reserva de mañana en el hotel, lo último que te conviene es hacer actividades intensas.


Tras decir eso, se despidió de él y se alejó para ir hacia la caja y hacer el recuento de las ganancias de esa noche. Aomine resopló al ver que su jefe no iba a cambiar de opinión así que cogió su abrigo y salió por la puerta de servicio tras despedirse del resto de sus compañeros. El aire helado del exterior le golpeó en la cara por lo que se tapó parte del rostro con el cuello de su abrigo, con las prisas se le había olvidado coger una bufanda.


Suspiró al saber que tendría que volver a casa andando, no le apetecía y menos porque la rodilla hacía una media hora que había empezado a dolerle de nuevo, pero se reconfortó pensando que al menos se había librado de Akashi por esa noche. Le había visto marcharse enfadado del bar y se alegró porque así no tendría que soportar el interrogatorio que seguramente tendría preparado.


Comenzó a caminar cuando al levantar la vista hacia el frente, vio el Aston Martin de Akashi aparcado con él apoyado en la carrocería. Aomine maldijo en un susurro molesto consigo mismo por no habérselo imaginado, debería haber recordado que el pelirrojo era persistente y no se iba a marchar sin más, sin conseguir las respuestas que tanto quería saber. Pero él estaba cansado y sólo quería llegar a casa para hacer algo con el dolor que estaba padeciendo en la rodilla, por lo que trató de pasar a su lado ignorándole. Sin embargo, Akashi no tenía ninguna intención de dejar que se le escapase y se interpuso en su camino.


- Tenemos que hablar – le dijo serio.


- No, te equivocas, no hay nada de qué hablar.


- Yo creo que sí. ¿Qué es eso de la lesión? ¿Qué te pasó? Tuvo que pasarte después de que me marchara a Estados Unidos porque entonces estabas bien, no pudiste lesionarte durante la prueba, ahí sólo tenías un esguince que... - se calló porque no quería recordar lo que le hizo.


- Parece que sólo te preocupa saber si lo ocasionaste tú o no.


- No es eso, es sólo que... no me cuentas nada y quiero saber qué fue de ti en los últimos años. Si te ha vuelto a doler por el golpe de ayer, quizás no se te había curado bien y si me cuentas cómo pasó, podría conseguir que un especialista le echara un vistazo y...


- Te puedo asegurar que no necesito tu ayuda, no la he necesitado en estos años y no la voy a necesitar ahora, así que déjame en paz – le recriminó pensando en cómo había criado a Daisuke solo pero no era algo que fuese a decirle abiertamente.


- Daiki, ¿por qué no me lo quieres contar? No entiendo por qué a mí no puedes decírmelo pero al pulpo que tienes por jefe sí – le dijo tratando de ocultar la desesperación que sentía en ese momento.


- Porque no es asunto tuyo, hace mucho que no formas parte de mi vida. No puedes venir a exigirme que te dé explicaciones como si aún estuviésemos juntos o todavía fuésemos amigos, ese derecho lo perdiste cuando me traicionaste y te largaste sin mirar atrás.


- Daiki...


- Deja de inmiscuirte en mi vida de una vez – le dijo apartando a Akashi del medio y siguiendo su camino.


El pelirrojo no pudo seguirle, se veía incapaz. Se sentía frustrado y triste, cuando parecía que le estaba alcanzando, aparecía una piedra en su camino que le hacía tropezar. Su relación con Aomine daba un paso hacia delante y dos hacia atrás.


Daisuke trataba de recuperar la respiración frente a un sonriente Kagami que sostenía la pelota de baloncesto en su mano. Llevaban más de dos horas jugando y es que el pequeño pese a estar agotado, seguía queriendo nuevos trucos. Un destello hizo que ambos mirasen hacia las farolas dándose cuenta de que acababan de encenderse, ni siquiera se habían dado cuenta cuándo había anochecido.


- ¿Qué te parece si lo dejamos ya? Mañana podemos venir y practicar más.


- Pero yo quiero practicar más.


- Se ha hecho tarde, Daisuke. Mañana volvemos.


- Una última partida, por favor – suplicó Daisuke poniendo ojillos de cordero degollado.


- Está bien, será la última por hoy. Toma la pelota y practica mientras si quieres, voy a acercarme un momento a la tienda de al lado a comprar una botella de agua, debes estar sediento.


- Gracias – le sonrió Daisuke.


Kagami se marchó hacia la máquina expendedora de la tienda más cercana. Tampoco estaba lejos, así que ni siquiera perdería de vista a Daisuke. Mientras Kagami iba a por la botella de agua, Daisuke lanzó un par de veces a canasta. En el último lanzamiento, el balón golpeó contra el aro y salió impulsado hacia unos arbustos del lateral. Sonriendo, echó a correr tras ella entrando en los arbustos a recogerla. Ya se levantaba para volver a la cancha cuando vio a un hombre hablando por teléfono y mirando hacia la cancha, más concretamente mirándole a él.


Daisuke intrigado caminó hacia el hombre tras observarlo varios segundos. Tenía un gran parecido a Akashi. Al llegar hasta aquel hombre de cabello rojizo se detuvo ante él esperando a que colgase el teléfono. Masaomi colgó el teléfono al verse descubierto por aquel pequeño, no esperaba que consiguiera verle al estar en la calle de atrás.


Masaomi se quedó paralizado unos segundos sin saber qué decir o qué hacer, era su nieto al fin y al cabo aunque él no lo supiera. Era tan parecido físicamente a su hijo, el vivo retrato de Akashi cuando era niño. Aún no podía entender cómo su hijo no se había dado cuenta de que Daisuke podía ser suyo, estaba realmente ciego para no ver el parecido o es que quizá, ni se le había pasado por la cabeza que pudiera ser suyo.


- Hola – saludó Daisuke con una sonrisa.


- ¡Eh! – exclamó Masaomi completamente helado - ¿Hola? – dijo como preguntando si eso era lo correcto a decir en esas situaciones.


- ¿Eres el padre de Akashi Seijuuro por casualidad?


- Sí – dijo Masaomi aún sin poder creerse que estaba allí hablando con su nieto.


- Debes estar muy orgulloso de él entonces, es un gran jugador. ¿Te ha contado historias de cuando estaba en la NBA? Me muero de ganas por escucharlas, pero aún no he podido preguntarle nada – empezó a hablar con rapidez el niño y Masaomi no sabía cómo frenar toda aquella charla – es que cuando estoy con él tengo tantas ganas de jugar y aprender que siempre se me olvida preguntarle por su vida en Estados Unidos – seguía hablando el niño.


- La verdad es que no me ha contado mucho de su vida allí – le detuvo Masaomi.


- Oh – exclamó el pequeño – Tenía curiosidad por saber algo sobre él.


- Quizá no sepa mucho sobre su vida en Estados Unidos pero sí podría contarte cosas de su infancia.


- ¿En serio?


- ¿No te ha contado cuando se perdió en el centro comercial?


- ¿Se perdió en un centro comercial? – preguntó anonadado el pequeño - ¿En serio? ¿Cómo fue?


- Estábamos comprando o al menos yo estaba comprando, Akashi se había entretenido con unos juguetes. Cuando quise darme cuenta… Akashi había salido corriendo por el pasillo y por miedo a que le ocurriera algo o se perdiese, yo salí también corriendo.


- ¿De qué corría?


- De un hombre disfrazado de payaso que regalaba caramelos a los niños. Salió corriendo gritando que quería secuestrarle – empezó a reírse su padre y Daisuke también comenzó a reírse.


- ¿Le siguen dando miedo los payasos? – preguntó Daisuke.


- Hasta el día de hoy, sí – comentó su padre sonriendo – no los aguanta, tampoco aguanta los gatos, tiene alergia.


- No lo sabía.


- Siempre intenta ocultarlo – sonrió su padre – pero huye de los gatos, en cuanto ve uno, sale corriendo del lugar intentando disimular como puede. No le gusta que la gente sepa muchas cosas de él.


- ¿Daisuke? – escuchó el pequeño que Kagami le llamaba y se giró enseguida viendo cómo había vuelto al centro de la cancha de baloncesto.


- Te llaman.


- Sí, se hace tarde. Me alegro de haberte conocido – le sonrió Daisuke – dale recuerdos a Akashi y dile que venga a jugar conmigo algún día. Tú también podrías venir, seguro que te gusta el baloncesto.


- Sí… me gustaba el baloncesto – comentó sonriendo viendo cómo el chico se marchaba sonriendo con la pelota en sus manos.


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