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Baloncesto callejero por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Buenos días a todos!

Antes que nada queríamos agradecer tanto mi compañera como yo a todos los que siguen la historia, no creíamos que una pareja tan extraña como esta fuera a tener tantos lectores, así que gracias por ello a todos, ya sea a los que conocemos por los comentarios o a los que no conocemos que se quedan entre las sombras, esperamos que estéis disfrutando la historia.

En segundo lugar y sé que poca gente suele leer las notas de autor pero (Y espero que no se tome a mal)... creo que hay que recordar que en el primer capítulo de la historia está la portada y el día en que van a salir las actualizaciones, para aquellos que no lo leyeron por algún motivo, lo recuerdo... son los DOMINGOS. Ahora bien... os preguntaréis por qué estoy colocando éste aviso, bueno... sencillo. Sé que aquí la mayoría sois pacientes y es algo de agradecer, pero ya que hay por ahí al menos un anónimo que al parecer no lee las respuestas a los comentarios, esperaba que leyese esto.

No sé si se sabe lo que ocurrió en el fic "Reemplazando a mi hermana", bueno si no se sabe lo explico rápidamente. Cuando digo que actualizo un día, cumplo lo dicho y ese día sale la publicación, si se me agobia (En mi caso, porque no puedo hablar por mi compañera sobre este asunto ya que no sé su punto de vista) automáticamente suelo acortar la historia ya que llega un momento que por mucha insistencia con los "Continúa", "No te retrases mucho en actualizar", "Actualiza pronto", etc... suelo acabar odiando la historia y no me dan ganas de escribirla. En ese fic ocurrió exactamente eso, era una historia de 60 capítulos que finalicé en 25 gracias a la insistencia continua de la gente, como no quiero que pase lo mismo en esta historia, prefiero avisarlo.

Creo que todos los que me conocen y han seguido alguna de mis historias saben que siempre acabo todas las historias, que siempe publico el día que digo y que la actualización sale, quizá por eso agradezco sus comentarios y sobre todo cuando no exigen actualizaciones ni meten prisa, porque no me tardo meses en actualizar, sale todas las semanas en su día y mis historias todas tiene su finalización, no he dejado ninguna incompleta, así que no entiendo tanta queja porque salga un capítulo. (Cómo he dicho, va únicamente para aquellos que no dejan de agobiar con las exigencias de que se actualice)

Me parece que es bueno recordar que escribimos porque nos gusta y lo disfrutamos, no nos pagan por hacer esto y tenemos una vida a parte de escribir, así que no me gusta nada que me agobien cuando cumplo los plazos que marco. No pasa nada por esperar un par de horas si en vez de subir un capítulo a las 00:01 de mi país pasando así de sábado 00:00 a domingo de madrugada, lo saco un domingo a las 09:00 de la mañana. Sé que hay una gran diferencia horaria y que cuando yo saco el capítulo el primer minuto de mi domingo, aparece en la mayoría de países de los lectores como sábado (Por eso quería dejarlo claro que yo estoy actualizando en mis domingos).

Espero que no se tome a mal ya que la mayoría de gente es muy respetuosa, pero que me vengan 16 comentarios un día de un "Anónimo" exigiendo actualizaciones, no me hace ni pizca de gracia. Así que lo aviso, como no quiero acabar odiando ésta historia y acortando el número de capítulos, espero no volver a leer un comentario exigiendo, porque igual que hoy lo he retrasado un poco gracias a lo "molesta" que me sentía de aquel suceso, espero no volver a encontrarme con hechos semejantes y no retrasar más el fic. Se actualiza cuando puedo y un domingo tiene 24 h. Hay veces que lo subiré a primera hora y si no he podido lo subiré a última.

Lamento la parrafada para todo aquel que no tiene nada que ver con los agobios y de verdad espero que disfrutéis el fic, pero tenía que dejar claras algunas cosas, ya que sobre todo, suelen ser siempre "Anónimos" los que se quejan y al parecer no vuelven para leer sus respuestas a los comentarios. Sin más os dejo el capítulo. Un saludo a todos y como ya dije, gracias a todos los que siguen la historia y les gusta.

Aomine apretó los labios en una mueca de dolor y enfado, no creía lo que sus ojos estaban viendo. No entendía qué pretendía Akashi al decirle que le quería si ya estaba con alguien más, no sabía a qué estaba jugando pero no le interesaba averiguarlo. Se levantó de la mesa cabreado caminando hacia la salida, estaba furioso con Akashi pero más lo estaba consigo mismo. Había sido un estúpido por haber bajado la guardia con él y haberle besado.


- Ey, Daiki, ¿adónde vas? - le preguntó Takumi desconcertado al verle marcharse – Están a punto de traernos el primer plato.


- Se me ha quitado el apetito. Debe ser por el dolor de la rodilla así que será mejor que me vaya a casa – le respondió.


- ¿Te duele la pierna? - le preguntó preocupado – Espera, te llevo a casa en coche – le dijo aunque no sabía si le había escuchado por la distancia que los separaba.


Takumi se puso de pie para ir tras Aomine aunque antes de marcharse, miró de soslayo hacia atrás, donde una mujer de pelo color rosa unía sus labios con los de Akashi. Se le dibujó una pequeña sonrisa en la cara, tener a Masaomi de su parte podía llegar a ser muy beneficioso.


 


Flashback


Takumi vio a Aomine irse hacia la barra para atender a los clientes y no pudo evitar fijarse en su pierna mientras se alejaba. Le preocupaba que de repente la rodilla volviera a dolerle, creía que su lesión estaba curada. Aunque no era el único tema que le preocupaba. Volteó ligeramente el rostro y sus ojos se posaron sobre Akashi, quien intentaba hacerse un hueco en la barra y hablar con Aomine sin mucho éxito.


Debía hacer algo, no podía dejar que le ganase terreno y le quitara a Aomine. Era hora de aprovecharse de su trato con Masaomi. Se metió en la zona reservada para el personal y entró en su despacho, allí sacó su móvil del bolsillo interior de la americana y marcó el número que Masaomi le había proporcionado para que estuvieran en contacto.


Veo que necesitas mi ayuda – le dijo el dueño del imperio de los Akashi al otro lado de la línea.


Sí, tu hijo se ha presentado esta noche en mi bar para hablar con Aomine, algo que no nos interesa a ninguno de los dos. Hay que empezar a moverse, tenemos que poner en marcha algún plan cuanto antes para evitar que lleguen a hacer las paces – le contestó impaciente.


Entiendo. No te preocupes, déjalo en mis manos, tengo una idea que nos puede servir. Te llamaré en cuanto todo esté listo.


De acuerdo.


Takumi se apartó el teléfono del oído en cuanto Masaomi cortó la llamada. No sabía qué tenía pensado pero esperaba que cumpliera su parte del trato y no metiese a Daisuke en todo aquello. Se guardó el móvil dentro de la chaqueta de nuevo y salió de allí, se centraría en el trabajo, en supervisar que todo estuviera bien en el bar para despejar su mente y no dejar que Akashi Seijuuro ocupara sus pensamientos.


A la mañana siguiente, Masaomi acudió a la oficina de Momoi Ryosuke. Pese a presentarse sin cita, le dejaron entrar enseguida en cuanto Ryosuke supo que había ido a verle.


Masaomi, qué alegría verte, amigo mío – le saludó el dueño del equipo donde jugaba Akashi.


Ryo, también me alegro de verte.


Toma asiento, por favor. ¿Qué te trae por aquí? - le preguntó.


Pues he venido por el tema del que estuvimos hablando, casar a Sei y a Satsuki. He pensado que es bueno que nuestros hijos se vayan conociendo antes de la boda, así que he creído conveniente reservar una mesa para esta noche y que tengan una primera cita. Espero que no te parezca muy precipitado.


No creo que haya ningún inconveniente, Satsuki está muy emocionada con la idea del compromiso así que dudo mucho que ponga alguna pega, además esta noche no tiene que trabajar. ¿Seijuuro está tan feliz como mi pequeña?


No sabes cuánto, si básicamente la idea de la cita ha sido suya, lo que pasa es que es algo tímido e intenta esconder lo ansioso que está. Me comentó que cuando vio a Satsuki en el equipo por primera vez, no pudo apartar los ojos de ella pero disimuló, no quería que el resto de compañeros se enteraran del compromiso y le trataran de manera diferente.


Oh, entiendo. Alguno de los chicos podría pensar que se aprovecha de su posición y no tener en cuenta sus cualidades como jugador. Llamaré a mi pequeña para contarle la noticia, seguro que dará saltos de alegría.


De acuerdo, será mejor que me vaya. Tengo una mañana ajetreada pero quería decírtelo en persona, es una gran paso para todos nosotros – le dijo sonriendo.


Masaomi se despidió del padre de Momoi y salió del lujoso edificio donde estaba su oficina. Se metió en el coche y llamó a Takumi mientras le llevaban al trabajo. Éste estaba en su casa revisando unos contratos del equipo de Slamball cuando notó su teléfono vibrar en la mesa, lo cogió y vio que se trataba de Masaomi. Seguro que le llamaba para ponerle al corriente de su plan y darle los detalles.


Esta noche lleva a Aomine a cenar al hotel Kaijo, allí le esperará una sorpresa no muy agradable – le dijo nada más contestar.


¿De qué sorpresa se trata? - le preguntó desconfiado.


He concertado una cita entre la hija de un amigo y Sei. Seguro que cuando tu amante vea que mi hijo tiene a alguien más en su vida y es feliz, no tendrá ganas de volver a involucrarse con él.


¿Cómo vas a conseguir que tu hijo acceda a tener una cita con esa chica? Por lo que observé anoche, aún siente algo por Daiki.


Yo me ocupo de Sei, no tienes que preocuparte por eso. Te garantizo que estará allí, tú sólo asegúrate de llevar a Aomine. Me ocuparé de que vuestra mesa tenga la mejor vista de todo lo que ocurra entre ellos.


Está bien, espero que todo salga según planeado.


Así será – le afirmó Masaomi antes de colgar.


Parecía que el hombre tenía todo bien planificado por lo que él se dedicó a llevar a cabo su parte de aquella encerrona. Llamó a Aomine para invitarle a cenar esa noche.


¿Takumi? ¿Pasa algo? - escuchó que le decía un somnoliento Aomine.


Sólo quería saber si te apetecería tomar una exquisita cena conmigo en el hotel Kaijo esta noche – le propuso.


Creí que ibas a cancelar la reserva de esta noche – le dijo confundido.


He cancelado la reserva de la habitación pero he pensado que te vendría bien distraerte y darte un capricho.


No oyó nada durante unos segundos excepto silencio.


Sabes que nuestro acuerdo no es ése. No es conveniente que tengamos citas, no estoy interesado – le dejó claro Aomine.


No se trata de una cita, sólo de una cena entre amigos.


No somos amigos, sólo eres mi jefe.


A Takumi le estaba costando convencer a Aomine, si no lo conseguía, el plan de Masaomi iba a irse al traste.


¿Me vas a hacer que cancele dos reservas el mismo día? Venga, sólo es comida. No estaremos solos ni habrá ningún ambiente romántico. Tómatelo como una recompensa por tu trabajo duro.


Lo siento, no puedo.


Aomine estaba reticente por lo que no le quedó más remedio que acudir a un método que seguro que le daba resultados.


Te pagaré el doble de lo habitual – le ofreció – Sólo quiero... pasar más tiempo contigo aunque tú no, así que si ésta es la única manera de conseguirlo...


Aomine dudó, se sentía un poco culpable por rechazarle pero no creía que fuese conveniente que extendieran su acuerdo. Si accedía, su jefe podría tratar de hacerlo algo habitual y aprovecharse para que lo suyo no fuese sólo sexo. Quería negarse pero el dinero le vendría muy bien, lo necesitaba.


Está bien, sólo por esta noche. Será algo excepcional, no aceptaré una próxima vez ni aunque me pagues el triple, ¿entendido? - acabó accediendo.


De acuerdo, será cosa de una sola noche. Pasaré a recogerte, no quiero que fuerces la pierna.


Fin del flashback


Akashi despertó aquella mañana con un solo pensamiento en su mente, iría a ver a Aomine para proponerle aquel trabajo que le había conseguido. Estaba bien pagado, tendría que hacer menos esfuerzos para su pierna y sobre todo… tenía una gran ventaja para él mismo y es que le vería todos los días en los entrenamientos. Sonrió ante aquella idea. Iba a reconquistar a ese chico y todo comenzaba en los pequeños detalles, todo comenzaría hoy. Estaba convencido de que Aomine aún sentía algo por él después de aquellos besos. Se hacía el duro pero si no lo hiciera… no sería su Aomine, ése del que se enamoró con locura.


Pese a estar animado por tener que ir a ver a Aomine, también había algo que le preocupaba. Esa lesión no sabía aún cómo se la había hecho o cuándo. Le habría gustado enterarse de esos nueve años en los que no le había visto, saber qué había ocurrido en ese tiempo pero sabía que Aomine jamás se lo contaría voluntariamente, no hasta que no le tuviera reconquistado de nuevo y aun así… es posible que le costase averiguar la verdad detrás de todo. Algo que aunque no le gustaba no podía negarlo… es que el niño que había tenido con Kagami era increíble, se había enamorado de ese niño, tenía todo su cariño y su amor. Cuando le veía no podía dejar de imaginar por unos segundos que fuera suyo, suyo y de Aomine, el fruto de aquel gran amor que una vez se tuvieron y que ahora la llama aunque se quería apagar… seguía encendida, débil pero encendida al fin y al cabo.


Lo que todavía no sabía, era cómo sacar a su padre de todo este asunto de la reconquista. Estaba convencido de que cuando se enterase que quería volver con Aomine, no le iba a poner las cosas fáciles, quizá ya tenía una ligera idea de lo que pretendía. Aquella noche no había sido la mejor con la cena trampa que le había concertado con Momoi. Por lo menos ahora podía ser claro y decirle la verdad a esa chica… que él seguía enamorado de su primer amor, de Aomine Daiki.


Tras ducharse y recoger un poco su cuarto, bajó a la cocina a desayunar. Iba a prepararse el desayuno cuando pensó en otra cosa… desayunar con Aomine. Estaba a tiempo de pasar por algún bar y llevar un par de cafés con algo de bollería. Eso siempre le había gustado a Aomine y sabiendo que trabajaba por las noches en un bar, seguramente se levantaría tarde y aún no habría desayunado.


Con una sonrisa y un brillo especial en sus ojos ante aquella idea de pasar un día con el amor de su vida, Akashi buscó las llaves del coche en la bandeja de la mesa de la entrada y caminó hasta el garaje. Allí estaba su Aston Martin esperándole para llevarle junto a Aomine. Entró al vehículo y arrancó abriendo la puerta mecánica del garaje. A esas horas de la mañana la carretera estaba llena de vehículos, estuvo retenido más de media hora en un atasco y hasta eso le pareció poco tiempo en comparación a los atascos que solían formarse en aquella zona. Al llegar al local, dejó el coche un segundo en doble fila y bajó a comprar los desayunos para todos. Se moría de ganas por desayunar con Aomine y con Daisuke aunque al volver al coche una duda le asaltó… ¿Estaría también Kagami? Se supone que eran pareja pero nunca le había visto aún por allí. Quizá trabajaba cuando él había ido a la casa.


Se armó de valor y condujo hasta la casa de Aomine. Su relación con Kagami era muy mala, no se llevaban nada bien desde que ocurrió aquella traición hace nueve años, había unido su vida a Aomine y sabía que Kagami le odiaba por lo que le hizo, más si ahora eran pareja. Aún así no iba a rendirse tan fácilmente incluso si tuviera que competir contra el mismo Kagami Taiga. Por alguna extraña razón, tras tantos supuestos años juntos y con un hijo en común, no se habían casado, lo sabía por el dedo sin alianza de Aomine y de Kagami.


Aparcó en la entrada de la casa y bajó del vehículo con la bolsa de papel llena de bollería y los cafés en la mano. Al tocar a la puerta sintió su corazón desbocarse, estaba nervioso y raras veces algo así le había ocurrido, tan sólo Aomine conseguía ponerle en ese estado de excitación y nerviosismo. La puerta se abrió dejando ver a un somnoliento Aomine que abrió los ojos de golpe al encontrarse con Akashi.


- Buenos días, Aomine – le sonrió Akashi y llevándose un portazo por parte de Aomine – Ey – exclamó llamándole – Venga, Aomine. ¿Qué te ocurre? Abre la puerta, he venido a desayunar contigo.


- Ya hemos desayunado.


- Estás en pijama y te acabas de despertar. Busca otra excusa.


- No quiero verte – le dijo de la forma más directa que pudo y Akashi sonrió, Aomine siempre era directo, eso le encantaba de él.


- Tengo que proponerte un trabajo.


La puerta se abrió al instante y Akashi pensó que vería a un alegre Aomine, en lugar de eso, salió un enfurecido Aomine que colocando sus manos en el pecho de Akashi le empujó levemente hacia atrás.


- ¿Quién narices te crees para meter las narices en mi vida? Te voy a decir una cosa y espero que sea la última vez que tenga que repetirlo. Ésta es mi vida, mi casa, mi hijo y mi trabajo, no vuelvas a tomarte por tu cuenta decisiones que no te conciernen. No necesito que me busques un trabajo, ni tu caridad, ni tu dinero, no necesito nada que venga de tu familia.


- Voy a decirte algo yo muy claro – le dijo Akashi enfadado tirando la bolsa al suelo y cogiendo a Aomine del cuello de la camiseta oscura que llevaba – mientras tú sigas importándome seguiré metiendo las narices en tu vida porque no voy a dejar que te humillen como lo hicieron el otro día en tu trabajo. No entiendo por qué te dejas meter mano de esa manera, no eres el Aomine que yo conocí y al que echo de menos.


- Será porque han pasado nueve años, Akashi, ya no somos unos críos de instituto, tenemos una vida y hay que adaptarse a los tiempos.


- Te he encontrado un buen trabajo, nada de hacer noches, un buen sueldo, en un pabellón de baloncesto como a ti te habría gustado siempre.


- ¿A tu lado? – preguntó Aomine sorprendiendo a Akashi.


- Sí – le dijo – a mi lado.


- Entonces no me interesa.


Aomine soltó las manos de Akashi con brusquedad y se agachó ligeramente a recoger la bolsa con la bollería que se había caído, luego cogió uno de los vasos de plástico con café que llevaba Akashi en la mano y entrando de nuevo en la casa, le cerró la puerta en las narices otra vez dejando a un sorprendido Akashi.


- De nada por el desayuno – le gritó Akashi enfadado pegando una patada en la puerta.


- Vete a desayunar con tu novia – se escuchó al otro lado de la puerta de mala manera sorprendiendo aún más a Akashi. ¿Aomine había visto algo de aquella noche? ¿Cómo iba a explicarle que no era su novia? Su cabreo de esa mañana empezaba a entenderlo.


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