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Baloncesto callejero por Fullbuster

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Aquel día, Daisuke corrió desde el coche de Akashi hacia la puerta del colegio dispuesto a entrar con una gran sonrisa. Por fin podía decir que tenía un padre y no era cualquier padre… era su ídolo, el as del baloncesto en Estados Unidos, ese jugador mágico que se había vuelto a Japón para seguir jugando en su tierra natal. Aquel era sin lugar a dudas el mejor día de su vida. A la hora del recreo, jugó con sus amigos a baloncesto hasta que un chasquido llegó a sus oídos y pese a detener su carrera hacia canasta, enseguida volvió a correr. Un segundo chasquido llegó a sus oídos y al mirar hacia la derecha, tras un árbol al otro lado de la reja, se encontró a Kagami. Sonrió y le pasó el balón a un compañero corriendo hacia la verja.


- Ey, campeón, ya veo que estás machacando en la cancha.


- Como tú me enseñaste – dijo sonriendo - ¿Qué haces aquí, tío Taiga?


- He venido a preguntarte algo.


- Pues debe ser algo muy importante para venir a la hora del almuerzo a verme y no poder esperar hasta que llegue a casa.


- En casa está tu padre.


- Evidentemente – sonrió Daisuke sin entender qué ocurría - ¿Podemos hablar claro? No es propio de ti irte por las ramas.


- Vale… hablemos claro. Quería saber qué te pareció… Akashi – dijo Kagami sin saber muy bien si decirle la palabra “padre” – me han dicho que has desayunado con él en su casa.


- Su casa es muy grande – sonrió Daisuke – me gusta su casa. ¿Sabes que tiene una cancha privada?


- Pues no, no lo sabía.


Al ver los ojos de Kagami, Daisuke supo enseguida que había algo más, seguramente querría preguntarle algo más profundo, algo que no tenía que ver con la casa, ni con el desayuno, algo como qué ocurría entre su padre y él. Apoyó su espalda contra la valla y miró el patio con todos los niños corriendo y jugando.


- Papá le quiere – dijo Daisuke al final – Akashi me contó todo lo que ocurrió hace nueve años y me explicó que él no sabía nada sobre mí.


- ¿Y qué piensas tú de todo esto?


- Sé que le hizo daño a papá, al fin y al cabo, es una traición y se amaban. Papá dice que le odia pero no es cierto, he visto cómo le mira, cómo se miran los dos. Se aman. ¿Por qué se casa papá con su jefe si no le quiere? Debería estar con Akashi pero… es tan cabezota…


- ¿Sabes? Yo creo que tienes razón. Siguen queriéndose y no se dan cuenta o al menos no Aomine. ¿Qué pensarías si te digo que sé una forma de juntarles de nuevo pero sólo puedes hacerlo tú?


- Te diría que me la contases – sonrió Daisuke.


- Es un poco drástica para tu padre y puede que no le guste mucho la idea, pero estoy convencido de que si conseguimos que pasen tiempo juntos… esos sentimientos que Aomine trata de ocultar saldrán solos de nuevo.


- ¿Cómo van a estar juntos? Apenas pueden hablarse durante cinco minutos. Cuando se juntan en un mismo lugar enseguida alguno de los dos se marcha y generalmente es papá.


- Ahí es donde entras tú, Dai. Sabes que Aomine irá donde tú vayas y puedes decirle que quieres pasar más tiempo con tu padre.


- Si quedo con Akashi para ir a comer o a jugar, papá no vendrá.


- Para un rato no, pero si le dices que quieres pasar mucho más tiempo con tu padre – le insinuó Kagami.


- ¿Quieres que le diga de irme a vivir con Akashi un tiempo?


- Exactamente. Aomine se enfadará al principio, pero cuando lo piense, sabrá que tienes razón, has vivido con él ocho años y Akashi tiene derecho.


- Pero no querrá dejarme solo.


- No. Así que seguramente, hablaría con Akashi para convencerle de ir él también para cuidarte y estar contigo. ¿Crees que le costaría mucho convencer a Akashi?


- Akashi le dirá que sí enseguida – sonrió Dai – está muy enamorado de él. Creo que haría lo que sea por tenerle a su lado más tiempo. Es un buen plan aunque sí se enfadará papá.


- Ya. Pero yo no te he dicho nada.


Daisuke sonrió al ver la cara de travieso que se le había puesto a su tío Kagami, era un buen plan, eso no se lo podía negar. Desde luego iba a ponerlo en funcionamiento en cuanto llegase a casa. Sabía que le esperaría una sarta de gritos y negaciones por parte de su padre, pero acabaría aceptando, así era Aomine, siempre acababa haciendo lo correcto y, sobre todo, intentando complacer a su hijo.


Al salir del colegio, Daisuke empezó con su maniobra para unir a sus padres. No podía dejar de pensar lo grandioso que sería estar en familia, ser finalmente una familia como tal. Por suerte para él, Akashi debía estar en el entrenamiento de su equipo así que no había ido a recogerle, eso le dejaba a solas con su padre para poder hablar. Abordar el tema de irse a vivir con Akashi no iba a ser nada fácil.


- Papá – empezó Daisuke tratando de tantear el terreno. Aomine le miró – podríamos pasar por la tienda para comprar cereales y leche.


- ¿Cereales y leche? – preguntó extrañado – pero si hay en casa.


- Sí, pero no en la de Akashi – sonrió el niño. Aomine se detuvo de golpe algo extrañado por aquello.


- ¿Cómo que en casa de Akashi? ¿Es que piensas ir más veces a desayunar allí? Si es así, le diré que te compre cereales y leche.


- Pero está entrenando ahora con su equipo.


- Ya lo compraré. No creo que vayamos tan rápido. Hemos desayunado hoy con él.


Aomine siguió andando cuando descubrió lo que intentaba su hijo. Ahora empezaba a caer en lo que le estaba pidiendo y no le había gustado en absoluto aquello.


- No querrás ir muy a menudo, ¿verdad?


- Su casa es una pasada. Tiene mucho espacio y además… quiero estar con él y conocerle. Llevo ocho años sin él, me gustaría pasar todo el tiempo posible a su lado – sonrió haciendo mención a lo que había hablado con Kagami.


- No vas a irte a vivir con él. ¿Qué pasa conmigo? – preguntó cabreado Aomine – yo no puedo vivir sin ti. Además, Akashi nunca ha cuidado de un niño, no sabría cómo hacerlo.


- Yo le ayudaré.


- Ni loco voy a dejarte solo con él.


- Pues tendrás que venirte entonces, porque ya he decidido que quiero pasar más tiempo con él – insistió Daisuke dejando a su padre perplejo. ¿Desde cuándo ese niño tomaba decisiones por él?


- Ya hablaremos sobre eso más adelante – trató de aplazar el tema para ganar tiempo y buscar una salida – Además, no es algo que podamos hacer en un día, primero habrá que preguntarle a Akashi si le molesta tener invitados durante una temporada, y no sabemos cuándo podremos hablar con él – añadió sin darse cuenta de que ya se había incluido también.


- Por eso no hay problema, podemos llamarle después – le destrozó Daisuke su excusa en un segundo con una amplia sonrisa.


- No podemos porque no tenemos su número de teléfono – le rebatió incapaz de ocultar la felicidad que le invadía por tener ese ‘’impedimento’’.


- Yo sí. Me lo ha dado esta mañana para cuando me apeteciese hablar con él – le contó ensanchando su sonrisa por dejar sin excusas a su padre, quien le miraba asombrado.


Aomine suspiró derrotado, estaba claro que no tenía escapatoria. Cuando a Daisuke se le metía una idea en la cabeza, no paraba hasta conseguir su objetivo. No había duda alguna de que era su hijo, había heredado su cabezonería.


Unas horas más tarde, Akashi se hallaba sentado en el sillón que había en el salón del apartamento de Aomine. Se había sorprendido mucho cuando había recibido su llamada, no se la esperaba para nada. Había reconocido el número por el hecho de que había intercambiado números de teléfono con su hijo esa misma mañana en su mansión para poder hablar con más frecuencia, y creyó que se trataba del pequeño, pero le pilló desprevenido escuchar la voz de Aomine al otro lado, aunque eso no le quitó la alegría que sintió también, sobre todo cuando le pidió que se pasase por su casa cuando pudiera porque necesitaba hablar. Akashi pensó que aquella era la oportunidad perfecta para poner en marcha el consejo de Kagami.


- Si no te importa, me gustaría hablarte de algo primero antes de que me cuentes lo que tenías que decirme – le dijo Akashi a Aomine cuando éste tomó asiento frente él.


- De acuerdo – accedió por primera vez sin discutir desconcertando al pelirrojo, aunque solamente lo hacía porque le interesaba retrasar el tema de vivir los tres juntos, sin tener ni idea de que Akashi le iba a proponer algo parecido para conseguir el mismo objetivo.


- Quiero que Daisuke se venga a vivir conmigo – le soltó sin rodeos dejando a Aomine estupefacto – No pretendo quitártelo ni separarlo de ti – le aclaró antes de que se hiciera una idea equivocada - sólo quiero recuperar el tiempo perdido, vivir alguna de las experiencias que no he podido disfrutar, ya que otras eran irrepetibles y jamás tendré la oportunidad de experimentarlas.


La intención de Akashi era dar un poco de lástima atacando los puntos débiles de Aomine y que sintiera pena o remordimientos, para que no se opusiera a la idea de forma inmediata, sino que lo considerase y conseguir que al final aceptase, sabiendo que seguiría a su hijo adonde fuera.


- ¿Acaso os habéis puesto de acuerdo? – Aomine acompañó la pregunta con un gruñido de molestia e incredulidad.


- ¿Ponernos de acuerdo? – repitió desconcertado Akashi – No sé a qué te refieres.


Aomine analizó el rostro del pelirrojo en busca de alguna señal que le indicara que estaba fingiendo, pero pudo ver que el desconcierto reflejado en su cara era genuino.


- Hoy Daisuke me ha pedido lo mismo. Quiere irse a vivir contigo para pasar más tiempo a tu lado – le contó frotándose la sien como si todo aquello le diera dolor de cabeza – De hecho, te he llamado por la insistencia de Dai. Cuando se le mete algo entre ceja y ceja, es imposible quitarle la idea de la cabeza.


Akashi se impresionó por la casualidad, aunque rápidamente la felicidad se apoderó de él al saber que Daisuke quería estar con él, lo cual le beneficiaba de dos maneras: recuperar el tiempo perdido con su hijo y tener la oportunidad de reconquistar al amor de su vida. Mientras, Aomine pensaba en lo similares que eran ambos pelirrojos en algunos aspectos como para haber tenido la misma idea, el mismo día, ignorando que el verdadero culpable de esa situación era su amigo y rival en la cancha, Kagami.


- ¿Entonces te parece bien? – le preguntó Akashi.


- En cuanto le conté la verdad, sabía que querría conocerte y no tenía intención de oponerme, pero esto no era precisamente lo que tenía en mente, sin embargo, no tengo más remedio que aceptar. Daisuke sería capaz de escaparse y encadenarse en algún lugar de tu mansión con tal de salirse con la suya, así que prefiero evitar esa situación y concederle su deseo – le explicó – pero ni creas que le voy a dejar solo para que le influyas de manera negativa o le inculques unos valores diferentes a los que le he enseñado a lo largo de los años.


- ¿A qué te refieres con que no lo vas a dejar solo? – fingió no saber lo que quería decir e ignorando sus palabras sobre la influencia negativa que tendría sobre su hijo, ya que no quería comenzar una discusión que terminase con Aomine enfadado y echándolo a patadas de allí.


- Quiero decir que… - hizo a una pausa porque le costaba decir las siguientes palabras en voz alta, ya que una vez lo dijera, no habría vuelta atrás – iré allá donde vaya Daisuke aunque eso signifique compartir un techo contigo de nuevo, así que tendrás que preparar otra habitación de invitados más.


Akashi simuló sorpresa pese a estar dando saltos de alegría en su interior. No sabía que podía llegar a ser tan buen actor porque Aomine no parecía sospechar que ése había sido su objetivo desde el principio.


- Claro, no hay ningún problema. El espacio no será un impedimento, incluso haré que vacíen algunas salas para que puedas llevarte los muebles que quieras – se emocionó Akashi, pero Aomine le bajó de aquella nube de algodón de azúcar en la que se había subido.


- No voy a llevarme mis muebles, ésta sigue siendo mi casa y volveré con Daisuke en cuanto termine nuestra convivencia temporal porque te recuerdo que voy a casarme.


Akashi no pudo evitar sentirse decepcionado, se había dejado llevar por la ilusión olvidándose momentáneamente de los obstáculos que todavía había en su camino hacia la reconciliación con Aomine. Pero no se desalentó, el primer paso ya estaba dado y solamente le quedaba volver a ganarse poco a poco la confianza del hombre frente a él.


- No se me ha olvidado – le contestó en un tono que Aomine no pudo descifrar.


- Iré a darle la noticia a Dai – cambió de tema para evitar pensar en la forma en que Akashi había pronunciado esas palabras.


Aomine fue a levantarse para ir al dormitorio de su hijo, donde se había encerrado con el gato para evitar que a Akashi le diera la alergia, pero antes de que pudiera ponerse en pie, el pequeño apareció frente a ellos con una amplia sonrisa que iluminaba su rostro. Estaba claro que les había estado escuchando a escondidas.


- Has aceptado, ¿verdad? – le preguntó muy emocionado a Akashi y le vio asentir con una pequeña sonrisa en sus labios – Empezaré a hacer la maleta para que podamos irnos hoy.


- Quieto ahí – le detuvo Aomine cuando vio que se daba la vuelta para irse a su dormitorio de nuevo – No nos vamos a mudar hoy.


- Pero, ¿por qué? Él está de acuerdo – señaló a Akashi - y sólo tardaremos un rato en meter la ropa en la maleta.


- Aún no podemos, debo hacer algo antes.


- ¿Qué?


- Tengo que poner al corriente a Touya.


- ¿Qué pinta ése en esto? – preguntó con tono despectivo Daisuke – No es algo que le concierna.


- Te equivocas, va a ser mi esposo y tu futuro padre. No es correcto que me vaya a vivir con otro hombre sin decírselo, por mucho que las circunstancias lo requieran.


- Yo ya tengo a mis padres, él nunca lo será – dijo cabreado.


- Daisuke…


- Dai, ¿te apetece ir a jugar un rato a baloncesto? – intervino Akashi antes de que la situación fuera a peor y padre e hijo comenzaran a discutir.


El niño le sostuvo la mirada enfadado a Aomine unos segundos antes de desaparecer por el pasillo mientras le decía a Akashi que iría a por su pelota.


- No hay prisa, tómate el tiempo que necesites. Las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para vosotros – le comentó Akashi a Aomine mientras esperaba a que Daisuke regresase.


Antes de que Aomine pudiera contestarle, el niño apareció con la pelota en la mano y salió del apartamento seguido por Akashi.


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