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Baloncesto callejero por Fullbuster

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Aomine miraba el teléfono en su mano con el rubor cubriendo sus mejillas. Hacía un par de horas que Tetsu le había llamado y que el vengativo de Akashi había descolgado y había colocado el aparato en su oído, no teniendo más remedio que contestar. Aquello no hubiese sido ningún problema si no fuera porque no era el único “aparato” que Akashi había colocado en él mientras atendía a su amigo. Su sonrojo se intensificó al recordar cómo Tetsu se había dado cuenta de lo que ocurría, seguramente al escucharle jadear pese a sus esfuerzos por aguantarse y disimular lo que estaba ocurriendo. Apretó el teléfono entre sus manos mientras sus labios se curvaban en una sonrisa maliciosa. Akashi se las iba a pagar, aquello no se iba a quedar así.


Miró una última vez el móvil antes de apartar la vergüenza a un lado y buscar en la agenda el número de Tetsu y darle al botón de llamar. Ambos debían estar acostumbrados a esas situaciones ya que no era la primera vez que Tetsu o Kagami les habían pillado en momentos inoportunos, pese a que era cierto que de eso hacía muchos años, pero no era algo a lo que uno se llegaba a habituar. Eran momentos demasiado íntimos como para no avergonzarse un poco cuando te pillan.


- Hola, Aomine – escuchó que le decía Tetsu al otro lado de la línea tras un par de tonos esperando a que descolgara – Te preguntaría qué tal estás, pero me imagino que nada mal.


Pese a imaginarse que su amigo tendría la misma inexpresividad de siempre, Aomine pudo apreciar el tono divertido con el que le dijo esas palabras.


- No me puedo quejar – bromeó siguiéndole la corriente a Tetsu - ¿Para qué me has llamado antes? - cambió de tema con rapidez.


- Solamente para saber cómo estabas, hacía días que Kagami y yo no sabíamos de ti y estábamos preocupados, pero ya hemos comprobado que no teníamos motivo para estarlo – dejó escapar una leve carcajada.


- Oh, vale ya, deja el cachondeo de una vez – quiso protestar molesto Aomine pero por la risa que se le escapó, se notaba que no se tomaba a mal la actitud de su amigo.


- Supongo que tienes cosas que contarme, ¿no?


- Así es, más de las que te puedes imaginar.


- Hoy es mi día libre, por lo que, si quieres, podemos quedar a tomar un café y nos ponemos al día – le sugirió Tetsu.


- Me han mandado tomar reposo, por lo que no es conveniente que salga de aquí.


- ¿Reposo? - repitió preocupado Tetsu.


- Sí, ya te contaré cuando nos veamos. Le diré al chófer de Sei que te recoja y te traiga hasta la mansión, así llegarás antes que si vas en transporte público hasta aquí.


- De acuerdo. Nos vemos en un rato, entonces – se despidió.


- Hasta ahora – le dijo Aomine antes de colgar.


Casi una hora después de esa llamada, Tetsu llegó a la mansión de Akashi acompañado de uno de sus empleados. Miró asombrado el enorme lugar, la noche en la que Kagami y él llevaron al pelirrojo hasta allí, no pudo apreciar bien la propiedad de su antiguo capitán.


- Tetsu, me alegro de verte – salió a su encuentro Aomine en cuanto cruzó el umbral – parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que nos vimos.


- La verdad es que sí, pese a haber pasado tan sólo unos pocos días.


- Ven, vamos al salón. Allí estaremos más tranquilos – le dijo Aomine mientras le indicaba el camino.


- ¿Y Akashi? - preguntó su antiguo compañero de equipo.


- No está, tenía entrenamiento.


Mientras iban hacia el salón, Tetsu se fijó en la manera de caminar de Aomine y se quedó pensativo. Sabía que su lesión le estaba dando problemas de nuevo pero no recordaba que su amigo cojeara tanto. Ahora entendía lo del reposo que le había comentado, seguramente había empeorado bastante los días pasados.


- No deberías estar andando ni forzar la pierna con ciertas actividades si tienes la rodilla tan mal– soltó de repente Tetsu sorprendiendo a Aomine, quien se volteó hacia él notando su preocupación tanto en su voz como en su serio rostro.


- Trato de caminar lo mínimo y, cuando lo hago, cargo casi todo el peso en la otra. Y no te preocupes, por lo otro, Akashi y yo tenemos cuidado – le calmó mientras reanudaba el paso y llegaba hasta el sofá nuevo, ése que el pelirrojo había mandado a limpiar a fondo tras el incidente del ratón.


- No creía que empeorarías tanto por una caída – le dijo tomando asiento a su lado.


- No ha sido sólo una – le aclaró – algunas han sido culpa mía por haber forzado más de la cuenta la pierna, tanto que al final he acabado en el suelo por culpa del dolor.


- ¿Y las otras?


- ¿Qué?


- Has dicho que algunas han sido culpa tuya, no todas. ¿Quién  ha tenido la culpa de las otras? ¿Akashi? - preguntó preocupado.


- No, él jamás me haría daño. No físico, al menos. Hemos tenido nuestras diferencias en el pasado y puede que me rompiera el corazón años atrás, pero nunca me puso la mano encima.


- ¿Y quién lo ha hecho ahora? - le interrogó con voz dura pese a que no estaba cabreado con Aomine, sino con quien quiera que se hubiese atrevido a atacar a su mejor amigo.


Aomine se dio cuenta en ese instante de que había hablado más de la cuenta. Tetsu era su mejor amigo y le contaba casi todo, pero había tenido sus dudas sobre si contarle lo ocurrido con Takumi, de hecho, ni siquiera lo tenía decidido al comenzar esa conversación. Su idea había sido hablar de otros temas antes y cuando llegase el momento de ponerle al corriente sobre su renuncia en el bar, una de las opciones que manejaba era omitir ese detalle, pero le había ocurrido como con Akashi, aunque la diferencia en ese caso, era que Tetsu no le había manipulado para que le contase la verdad, él solo se había delatado.


- ¿El padre de Akashi? - la voz de Tetsu interrumpió sus pensamientos.


- Tampoco. Nunca fue el estilo de Masaomi de usar la violencia para conseguir lo que quería o participar directamente, su arma siempre fue la manipulación para que otros hicieran las cosas por él o lograr sus objetivos, aunque debo admitir que... ha cambiado. No sé cómo ni cuándo comenzó a hacerlo, aunque estoy seguro que fue por Dai.


- Todo el mundo cae rendido ante Dai, es un gran chico – comentó Tetsu olvidándose de su enfado, aunque sólo momentáneamente – entonces, ¿quién? - insistió.


- Takumi – murmuró.


Aomine fue testigo, en aquel instante, de las pocas ocasiones en las que la expresión de Tetsu cambiaba. Su amigo había fruncido el ceño en clara señal de que no le había hecho ni una pizca de gracia descubrir que Takumi le había hecho daño.


- No era mi persona favorita después de que me contaras que te estaba chantajeando para que te casaras con él, pero nunca imaginé que pudiera hacerte daño. ¿Qué pasó?


Daiki fue consciente de lo mucho que había ocurrido en tan poco tiempo y supo que realmente debía poner al corriente a Tetsu, por lo que comenzó por contarle que, pese a que su intención había sido seguir su consejo, decidió aceptar la propuesta de casarse con Takumi tras las amenazas de Akashi de separarle de Dai y continuar con todo lo sucedido después.


- Cuando Masaomi me contó que se había aliado con Takumi para evitar que Sei y yo pudiéramos reconciliarnos, decidí que no quería saber nada de él – le relataba Aomine – por lo que fui al bar para romper el compromiso y presentar mi carta de dimisión. Como te puedes imaginar, no estuvo feliz con la noticia, así que tuvimos una discusión que se nos escapó de las manos y como consecuencia, acabé cayendo al suelo y haciéndome más daño en la pierna.


Aomine había cambiado y omitido algunos detalles de lo que realmente ocurrió en la oficina de su antiguo jefe. No estaba preparado aún para contarle aquello a Tetsu, pero cuando lo estuvise, le contaría la verdad.


- Por suerte, Masaomi apareció justo para evitar que alguno de los dos hiciera algo de lo que nos acabaríamos arrepintiendo el resto de nuestra vidas – terminó su tergiversada explicación de los hechos.


Tetsu no era un persona temperamental ni solía gritar, pero eso no significaba que no se enfadase también y Aomine sabía que en ese instante, estaba de muy mal humor por su lenguaje corporal.


- Sei ya le hizo una visita – le dijo para calmarle pero parecía que no había surgido demasiado efecto, por lo que añadió algo que pensaría que funcionaría – y se llevó sus tijeras con él.


La ira que se había apoderado de Tetsu parecía haber desaparecido con tan sólo aquellas simples palabras y eso hizo sonreír a Aomine. La fama de Akashi y sus tijeras era legendaria, sobre todo para ellos dos, ya que tanto tiempo conociéndolo y jugando con él, les había dado el privilegio de haber sido testigos de primera mano lo hábil que era el pelirrojo con ese afilado objeto.


- No hay mal que por bien no venga – comentó como si nada Aomine – todo lo ocurrido me ha llevado a darle una nueva oportunidad a Sei.


- Y habéis estado ocupados recuperando el tiempo perdido – se burló Tetsu.


- ¿Y qué era lo que me tenías que contar? - cambió de tema Aomine.


- No sé si es el mejor momento para decírtelo – dudó Tetsu.


- No te preocupes por mí, estoy bien. Sólo espero que no sea una mala noticia.


- No lo es.


- Pues cuéntame entonces.


- De acuerdo. Taiga y yo vamos a casarnos.


La cara de asombro de Aomine fue memorable y Tetsu no pudo evitar que una sonrisa se le escapara.


- Pero, ¿cuándo...?


- Bueno, fue la noche en que Akashi descubrió lo de Dai. Nos vio en el restaurante justo en el momento en que Taiga me lo estaba pidiendo y le atacó cabreado porque creía que él estaba jugando contigo – le explicó – fue mi culpa que se enterase de que Daisuke era su hijo, lo siento, pero estaba tan desesperado porque no paraba de golpear a Taiga que no pensé.


- No te preocupes, lo entiendo, además en algún momento la verdad debía salir a la luz y ya ves que después de todo, ha terminado bien. Aunque siento que os estropeara la noche y todo por haberle mentido sobre Kagami, lo lamento.


- No tienes por qué disculparte, todos accedimos al plan y estuvimos de acuerdo en llevarlo a cabo. De todas formas, Taiga tiene preparado algo para hacérselo pagar.


- ¿Algo que molestará a Sei? - le preguntó Aomine con una sonrisa que no auguraba nada bueno.


- Seguramente – contestó Tetsu desconcertado por la actitud del otro.


- Entonces dile que tiene mi beneplácito.


Tras aquello, ambos continuaron conversando y Aomine le terminó de poner al día respecto a su relación con Akashi, su estado laboral y sobre todo, la operación a la que se iba a someter para reparar su lesión.


Hablar con Tetsu aquel día le vino bien. Hacía tiempo que le habría gustado contarle todo lo que estaba pasando, pero con tantas cosas en la cabeza, no había tenido ni un segundo para él. Ahora mismo su cabeza sólo pensaba en Akashi y en su hijo, en esa operación que le aterraba y en cómo sería su vida a partir de aquel momento. Estaba sin trabajo, iban a operarle, no tenía ni un yen donde caerse muerto y lo peor… iba a depender completamente de Akashi.


Él nunca había sido un chico dependiente de nadie y pensar en esa idea le aterraba demasiado. Tetsu trató de tranquilizarle, aunque no lo consiguió realmente pese a las sonrisas fingidas que lanzaba su amigo haciéndole creer que lo conseguía. No fue hasta que se marchó y llegó Akashi de su entrenamiento, cuando toda esa verdad y preocupación salió una vez más.


Akashi cerró la puerta principal tras él, dándole un par de vueltas a las llaves del coche en su mano antes de dejarlas en la bandeja de la mesa de entrada, pero entonces, sus ojos se fijaron en Aomine y cómo pasaba la aspiradora por la casa. Aquello no era normal porque el Aomine que él conocía era un desastre, quizá hubiera cambiado en esos años al tener que preocuparse por un hijo, pero no era algo habitual y menos aún, cuando él tenía sirvientes que hacían las tareas de la casa. Una de las chicas de la limpieza pasó cerca de Akashi y aprovechó para cogerla del brazo y preguntar.


- ¿Por qué está pasando la aspiradora? – preguntó Akashi con dudas.


- Traté de impedírselo, usted dijo que le habían mandado reposo, pero se ha negado. Lo siento mucho.


- No te disculpes, sé lo cabezón que es. No le habrías convencido de lo contrario – sonrió Akashi – voy a hablar con él.


La sirvienta hizo una reverencia frente al chico y se marchó a seguir con sus quehaceres. Por un momento, Akashi sonrió al ver a Aomine pasando la aspiradora. Hacía años que no le había visto de esa manera pero aún recordaba cuánto tenía que insistirle cuando vivían juntos. El muy desgraciado se negaba a hacer las cosas del hogar, pero al final… Akashi se salía con la suya siempre y encima… con castigo incluido. Ver a Aomine sólo con un delantal que poco le tapaba había tenido su recompensa. Por desgracia… hoy estaba vestido. Se acercó hacia el sofá y apoyó las manos en el respaldo inclinando su cuerpo levemente sobre el mueble.


- Sabes que me gusta más cuando te resistes a hacer las tareas del hogar, ¿verdad? – sonrió Akashi.


- No pienso desnudarme – le dijo Aomine con una leve sonrisa al recordar aquellos tiempos.


- Lástima, porque aún recuerdo las vistas.


- Yo recuerdo que al final… no limpiaba precisamente.


- Quitabas el “polvo” – dijo Akashi sonriendo aún más, refiriéndose al sexo que solían tener en aquellos momentos.


- Déjate de bromas.


- En serio, Daiki, ¿qué ocurre? Nunca te había visto limpiar voluntariamente – la aspiradora dejó de sonar, pero Aomine mantuvo el silencio hasta que Akashi se dio cuenta, sentándose entonces en el sofá – siéntate aquí conmigo un momento.


Aomine no tuvo más remedio que hacer caso, dejando la aspiradora en un lateral y sentándose. El brazo de Akashi pasó tras sus hombros y le atrajo hacia él hasta que consiguió que Aomine apoyase la cabeza en su hombro, algo que fue más una lucha que una petición romántica. Aomine siempre era rehúso a obedecer a la primera, casi tuvo que obligarle. Aquello le hizo sonreír a Akashi.


- ¿Es la operación? – preguntó, consiguiendo que Aomine apartase la cabeza del hombro del pelirrojo, pero Akashi volvió a hacer fuerza obligándole a apoyarla – deja de moverte, relájate un momento. ¿Por qué siempre intentas luchar conmigo en lugar de dejarte llevar?


- Porque a veces eres irritante.


- Y otras muy romántico, pero no me dejas serlo – comentó Akashi con una leve sonrisa.


Tras aquellas palabras, Aomine trató de relajarse. Era cierto que siempre estaba a la defensiva con Akashi, en general con todo el mundo. Intentó relajarse, era extraño en él pero lo intentó. Acercó su rostro al pecho de Akashi y reposó en él escuchando el tranquilo corazón de Akashi latiendo con fuerza.


- Te quiero, Daiki – le dijo Akashi – sé que esto es duro, que te preocupa la operación pero yo voy a estar aquí siempre para ti.


- Ése es el problema – dijo Aomine – Aparte de que estoy preocupado por la operación, encima estás tú.


- ¿Yo? ¿Qué he hecho ahora?


- Estar ahí – dijo Aomine – no quiero depender de ti toda mi vida.


- No es toda tu vida, Dai. Tendrás tu trabajo como ayudante del entrenador de mi equipo.


- Sí pero es un trabajo que tú me has buscado. Es como si te debiera todo. Estoy viviendo en tu casa, pagas todo… las facturas, la casa, la comida, hasta la educación de Daisuke llegarás a pagar si me descuido. Le compras ropa, juguetes, aclimatas la casa para él y para mí, me pagas la operación… siento como si yo sólo fuera una carga.


- Eres la persona a la que más amo y eso no va a cambiar. Tengo dinero, ¿quieres que lo done? – le preguntó Akashi sonriendo – si lo tengo es para gastarlo y si con ello te ayudo, soy feliz. No tienes que preocuparte por nada.


- No quiero que te arrepientas un día de haberme dado ese dinero.


- No me arrepentiré. Sois mi familia, Dai.


Aomine sonrió ante aquello. Nunca imaginó a Akashi de aquella forma, hablándole sobre la familia, diciéndole que le quería. Los dos habían sido siempre muy tercos y arrogantes, las palabras de amor no iban con ninguno de los dos y pese a saber que se querían, no se lo decían. Escucharlo le había alegrado.


- ¿Puedo dormir hoy contigo? – preguntó Aomine.


- Puedes dormir conmigo siempre que quieras – le dijo Akashi sonriendo.


Aquella noche, Aomine durmió abrazado a Akashi, pese a que ninguno de los dos conseguía conciliar el sueño durante más de dos horas. La preocupación por la operación del día siguiente estaba presente en ambos. Por la mañana, Masaomi pasó a recoger a Daisuke para llevárselo a su casa hasta que la operación acabase, era mejor que la idea de acompañar a Akashi y estresarle esperando a que saliera del quirófano.


Tal y como le dijeron, Aomine llegó en ayunas y toda la mañana estuvo de pruebas y test preparándole para la operación. Akashi le acompañó en la habitación todo el tiempo que pudo, entre pruebas y pruebas hasta que finalmente, a las cinco de la tarde le llamaron para la operación. La preocupación les inundó a los dos, pero Akashi sonrió tratando de relajar a Aomine.


- Estaré aquí esperándote para cuando salgas, ¿vale? – le tranquilizó Akashi dándole un leve beso en la frente.


- Vale.


Los enfermeros se acercaron a la cama y la movieron de la pared para llevarse al paciente a la sala de cirugía. Fue entonces cuando Aomine les detuvo un segundo cogiendo la mano de Akashi llamando así su atención. Le empujó hacia él hasta que consiguió colocar la mano libre tras la nuca de Akashi e impulsarle hacia abajo para poder besarle.


- Te quiero – le aclaró Aomine antes de que se lo llevasen. No quería pensar en que algo malo pudiera ocurrir, pero si pasaba algo… prefería dejar las cosas claras con ese chico. Akashi sonrió.


- Y yo a ti. Será un momento lo que estaremos separados, ¿vale? Para cuando abras los ojos, estaré aquí contigo.


Los enfermeros continuaron su camino, soltando así finalmente la mano de Aomine de la muñeca del pelirrojo. Akashi sabía que la operación llevaría sus horas, así que bajó a la cafetería a tomarse algo. Tras varias horas allí, regresó a la habitación y leyó un libro hasta que uno de los enfermeros, casi a las nueve de la noche, le avisó de que todo había salido bien y en breve, sacarían a Aomine de la sala para traerlo a la habitación, aunque seguía algo atontado por la anestesia.


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