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Baloncesto callejero por Fullbuster

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Se había quedado helado con aquello. No podía Aomine haber dejado el baloncesto, él era bueno, podía haber llegado muy lejos, ya desde niño su única pasión había sido ese deporte y ahora… ¿Lo había dejado? ¿Era su culpa? ¿Le había arrebatado su ilusión? No podía creerse que aquella traición hubiera acabado con algo más que con su relación de seis años, había acabado con el sueño de la persona a la que más había amado y a la que más daño le había hecho.


- ¿Cómo que lo ha dejado? ¿Dónde está? – preguntó Akashi.


- Déjale en paz, Akashi – le dijo Kagami – Le hiciste mucho daño y ha seguido con su vida. Olvídate de él.


- ¿Qué le ocurrió a la cancha? – preguntó Akashi intrigado al verla tan mal.


- ¿Qué ocurrió? Eras tú quien siempre ponía el dinero para que el ayuntamiento la arreglase, cuando te fuiste la olvidaron. El paso del tiempo no perdona a nadie, ni siquiera a la cancha.


- Podría hablar con ellos para que la arreglasen como antes – comentó Akashi.


- Akashi, márchate y déjanos como estábamos. No haces falta aquí.


- Quiero saber de Aomine. ¿Está bien? – preguntó preocupado.


- Han pasado nueve años, Akashi. Nueve años en los que tú no has estado y no has preguntado jamás por Aomine, sólo eres un egoísta, ya lo fuiste en su tiempo cuando decidiste traicionarle así que haznos un favor, sobre todo a él y lárgate a tu lujosa mansión. Guárdate ese sucio dinero que conseguiste gracias a la traición. ¿A qué has vuelto, Akashi? ¿A restregarle por la cara a Aomine lo que ganaste a su costa tras haberle traicionado? No eres bienvenido por aquí.


Kagami se marchó de allí volviendo con Tetsu y Daisuke. Aomine les había invitado a comer en su casa y ya tenía la comida preparada, iban a llegar tarde. En el banco del parque se encontró a su novio observando cómo Daisuke hablaba animadamente sobre lo que había aprendido con Akashi y Kuroko le observaba con su rostro inexpresivo. Kagami le conocía demasiado bien para saber que su novio estaba preocupado, se había sorprendido de ver allí a Akashi pese a esa escasa expresión que siempre tenía.


- Vamos a comer – le comentó Kagami.


Caminaron hacia la casa de Aomine y cuando abrió la puerta, se dio cuenta que algo había ocurrido al ver la cara que traían Kuroko y Kagami, pero no dijo nada. Le dio un beso en la frente a su hijo y le sonrió mandándolo a la ducha diciéndole que estaba sudado. Daisuke sonriendo se marchó a ducharse antes de sentarse en la mesa.


Aomine preparaba los últimos platos cuando Kuroko y Kagami se sentaron al otro lado de la barra americana observándole fijamente sin atreverse a contar las cosas o más bien… pensando cómo iban a decirle lo que había ocurrido.


- ¿Vais a contármelo o seguiréis mirándoos fijamente pensando las palabras? – preguntó Aomine acercándose a ellos mientas les miraba apoyándose al otro lado de la barra.


- Es que… - empezó Kuroko.


- Si es porque Daisuke me ha mentido y no estaba contigo, no te preocupes, le preguntaré cuando salga.


- Te ha mentido porque sabía que te enfadarías. Había quedado con otra persona – comentó Kagami.


- ¿Con otra persona?


- Akashi ha vuelto, Aomine – dijo Tetsu.


- Estaba enseñándole algunos movimientos y mates a Daisuke en nuestra cancha.


- ¿Akashi? – preguntó abriendo los ojos y al girarse para ir hacia el resto de platos tiró uno al suelo por los nervios rompiéndolo al momento – Joder – exclamó agachándose a recoger todo.


Tetsu miró con cierta lástima a su novio y éste enseguida se percató de lo que le estaba pidiendo, por lo que se levantó y dio la vuelta a la barra para intentar ayudarle con lo que había roto. Se le notaba alterado con la noticia.


- Deja que te ayude con esto – dijo Kagami.


- No, puedo hacerlo yo.


- Ey, Aomine – le llamó Tetsu cogiéndolo por los hombros y conduciéndole hacia una de las sillas – siéntate y respira.


- ¿Qué hace aquí? – preguntó - ¿Cuánto se queda?


- Creo que indefinido, le han contratado para un equipo nacional.


- Tendría que haberse quedado allí – se quejó – gana más dinero.


- Imagino que quería regresar a casa, Japón sigue siendo su hogar natal. Lo echaría de menos.


- ¿Y qué pasa con Dai?


- No sabe nada – dijo Kagami terminando de recoger lo que quedaba con una escoba y tirándolo en la basura – piensa que Daisuke es mío.


- ¿Qué? – preguntó.


- Al vernos a Kuroko y a mí juntos, a Daisuke pelirrojo, etc… creyó que era mío. Ni mentí ni desmentí, sólo me quedé en silencio y le cambié de tema. No sabía si querías contarle algo.


- No voy a contarle nada, ya fui a decírselo y ni siquiera me abrieron la puerta. Daisuke es solamente mío, me lo dejaron muy claro. ¿Qué voy a hacer con él? Ahora está aquí y sabe la cancha donde vamos. Encima mi hijo lo tiene en un pedestal, dice que es el mejor jugador de baloncesto de la historia y es cierto, lo es pero…


- No quieres que esté a su lado – dijo Tetsu apoyando su mano en la rodilla de Aomine.


- Me habría gustado tanto haberlo tenido con él pero… las cosas han cambiado mucho. A veces me he preguntado si realmente conocía a Akashi. No vi venir su traición y debí haberla esperado, era el niño mimado de papá. Su padre siempre estaría por encima de mí.


Daisuke salió en aquel momento por la puerta ya cambiado y decidieron dejar la conversación de Aomine para otro momento. Aomine trató de volver a sonreír y sirvió la mesa aunque a veces, aún le venía a la cabeza el tema de Akashi. ¿Habría cambiado mucho? ¿Cómo sería ahora? Había seguido su carrera al completo, tenía una carpeta entera con fotografías y entrevistas de él que escondía en lo más profundo de su armario. Miró a su hijo que le miraba algo preocupado al verle tan serio y sonrió.


- ¿Así que me mentiste? – preguntó.


- Es que… lo siento, papá pero sé que Akashi no te cae nada bien.


- No es que me caiga bien o no… es sólo que… mira cielo, ten cuidado, ¿vale? Akashi es un deportista profesional y esa gente hace lo que sea por la fama. No quiero que te arrolle a ti por el camino.


- No lo entiendo – dijo confuso.


- Lo que tu padre quiere decir es que suelen estar muy ocupados y no quiere que te decepciones si alguna vez él no puede acudir a algunas citas contigo o cosas así – le comentó Tetsu con dulzura – quizá se vuelva a Estados Unidos si le dan un buen contrato.


- Pero él dijo que jugaría en un equipo nacional – comentó Daisuke.


- Sí, pero puede que si algún día le dan una mejor oferta, deje a todo el mundo tirado y se vuelva a marchar. No queremos que te encariñes demasiado y te haga daño luego – intentó camuflar Tetsu como pudo.


- Dai, por favor, no vuelvas a mentirme con algo así, ¿vale? – le dijo Aomine.


- Vale, papá.


Tras aquel encuentro con Kagami, Akashi se había quedado muy preocupado pero sobre todo consumido por los remordimientos. Pensar que por sus acciones del pasado, Aomine había perdido su ilusión de convertirse en profesional y había abandonado el baloncesto, le hacía sentirse aún más culpable de lo que se había estado sintiendo durante todos esos nueve años. Ahora se arrepentía aún más por haberse dejado convencer tan fácilmente por su padre en aquel momento. Si se hubiese enfrentado a él, ahora Aomine estaría jugando en la NBA o en algún otro importante equipo de baloncesto junto a él, porque estaba seguro de que hubiese hecho todo lo que estuviese en su mano para continuar a su lado.


Volvió a su casa para ducharse y comer algo aunque tenía el estómago cerrado por ese descubrimiento. Se preguntaba qué más cosas habían cambiado en la vida de Aomine y de qué otras maneras le había afectado su traición, necesitaba saber qué había sido de su vida. ¿Habría intentado hacerse policía como siempre le decía que haría cuando se retirase del baloncesto?


Imaginarse a Aomine más maduro y vestido con un uniforme de policía empeoró su estado, ya no sólo estaba alterado por la culpa sino también por la excitación que le causó ese pensamiento. Aomine volvería loco a cualquiera vestido de esa manera y no pudo evitar preguntarse si tendría pareja, si no le había destrozado también su fe en el amor y ahora estaría casado y con hijos.


Por una parte, deseaba que siguiera soltero, le dolería saber que había conseguido seguir adelante y ahora era feliz con alguien más pero... ¿qué decía eso de él? Nada bueno, eso seguro. Desear que su traición le hubiese hecho perder también la ilusión en el amor sólo para que ahora no tuviera pareja era algo despreciable. Quizás no había cambiado tanto como él pensaba. Pero por otra parte, anhelaba que Aomine fuese feliz en ese momento a pesar de todo el dolor que le causó, necesitaba saber que había sido más fuerte que él mismo y se había repuesto del duro golpe para seguir adelante.


Tenía sentimientos encontrados pero no podía evitarlo, sus sentimientos por ese chico de piel morena eran demasiado fuertes. En todos esos años no había sido capaz de olvidarse de él ni siquiera había intentado empezar una relación con alguien más porque sabía que su corazón siempre pertenecería a Aomine. Jamás podría amar a nadie como le había amado y aún seguía amándole. No iba a negar que había tenido algún desliz para desahogarse, pero sólo había sido eso, sexo. Ni siquiera había repetido con la misma persona, no tenía intención de encariñarse de nadie, solamente se quitaba su frustración sexual y punto.


Tras terminar de comer, se levantó de la silla y salió de la moderna cocina para dirigirse a su despacho. Se le había ocurrido una descabellado idea y necesitaba ver si aún tenía la tarjeta del detective privado que solía contratar su padre para investigar a sus rivales en los negocios. Lo contrataría para que diese con Aomine y le contase lo que había ocurrido en su vida durante esos nueve años pero en especial quería saber dónde trabajaba y vivía.


Rebuscó por sus cajones tratando de encontrarla, necesitaba hacerlo porque él era el mejor en su trabajo y no podía acudir a su padre para que le diese el número de teléfono ya que sospecharía para qué quería contratar sus servicios, sobre todo tras la charla del día anterior en el que Aomine había sido el tema principal. Tras mirar en varias carpetas, por fin encontró la tarjeta en una de ellas, la cogió y se quedó mirándola unos segundos. Esperaba que aún estuviera en activo y no se hubiese retirado.


Estaba tan concentrado en sus pensamientos que se sobresaltó al escuchar el timbre del interfono de la verja que daba paso a su propiedad. Caminó hacia el exterior de su despacho hasta el salón con la tarjeta en la mano, encendió la enorme televisión y puso las imágenes de las cámaras de seguridad instaladas en la entrada. Reconoció enseguida el coche de su padre y puso una mueca de disgusto, no le apetecía lidiar con el enfado de su padre en ese momento pero dejarlo fuera sería peor, así que optó por abrir las enormes puertas de hierro para que entraran en su propiedad.


Cambió las imágenes que aparecían en la pantalla para ver las que enfocaban la puerta de su casa y esperó a que el chófer de su padre aparcara frente a ella y Masaomi bajara del coche para darle al botón y abrir la puerta. Su padre entró con la cabeza en alto pisando con seguridad y fuerza el brillante suelo queriendo imponer a su hijo con su presencia pero Akashi no se dejó impresionar.


Masaomi se aproximó a su hijo con el rostro serio y el entrecejo arrugado por el enfado que tenía mientras que el pelirrojo le miró impasible sacando de quicio al mayor aunque no lo demostró, mantuvo la compostura como lo hacía la gente de su clase social. Las apariencias eran muy importantes en su esfera.


- Creía haberte dejado claro ayer que hoy almorzarías en casa – le dijo su padre al estar frente a él.


- Hola a ti también, padre – le contestó sarcástico – Y he comido en casa, en la mía. Creía haberte dejado claro que ésta es mi casa y no tu mansión.


Su padre frunció con mayor fuerza su ceño ante la respuesta de su hijo.


- No te atrevas a contestarme de esa manera – le dijo con tono amenazante – Cuando te ordeno que hagas algo, tú debes obedecer.


- ¿Por qué? - le preguntó desafiante.


- Soy tu padre.


- Que seas mi padre no es razón suficiente para obedecerte ciegamente.


- Haber pasado los últimos años en Estados Unidos no te ha traído ningún bien, has vuelto más insubordinado. Deberías mostrarme más respeto. ¿A quién crees que le debes haber llegado donde estás ahora?


- En gran parte a mi trabajo duro pero sí que te voy a dar la razón en que conseguí el contrato en la NBA por ti aunque me arrepiento de haberlo hecho. El coste fue demasiado elevado... - dijo recordando su ruptura con Aomine y la noticia que le había dado Kagami - Aunque te equivocas en algo, haber pasado todo este tiempo lejos de ti ha sido para mejor, me ha ayudado a abrir los ojos y ver las cosas como son en realidad.


- Di las cosas claras – le contestó su padre al pillar la indirecta de Akashi.


- Por fin veo que nunca te has preocupado por mí, que solamente me has usado para tu beneficio y por las apariencias – le echó en cara.


- Todo lo que he hecho ha sido por tu propio bien.


- No lo es. ¿Tan ciego estás que eres incapaz de verlo? Te dio igual cargar sobre mis hombros la enorme responsabilidad de hacer todo a la perfección, de seguir tus estrictos calendarios y estudios, de no perder nunca siendo solamente un niño en lugar de dejarme explorar, equivocarme, caerme para luego volver a levantarme por mí mismo... nunca hiciste el mínimo esfuerzo por saber qué era lo que me gustaba o quería hacer. Todo había que hacerlo según tus órdenes.


- Te estaba preparando para el mundo real, para que llegases a lo más alto.


- Pero lo hiciste por ti, para poder presumir y quedar bien ante tus conocidos – alzó la voz alterado y gesticulando con sus manos.


Al hacerlo, el pelirrojo se dio cuenta de que aún llevaba la tarjeta en la mano por lo que la guardó rápidamente antes de que su padre la viera o se fijase de quién era. Sin embargo, no sirvió de nada porque Masaomi había reconocido al instante la tarjeta intuyendo para qué iba utilizarla por lo que decidió no mencionar nada del tema para no levantar sospechas con el plan que se le acababa de ocurrir.


- Parece que mi presencia aquí no es bienvenida así que me iré – le dijo dándose la vuelta para marcharse – Ya hablaremos cuando entres en razón.


Tras ver salir a su padre de su casa, se dejó caer en el sofá tumbándose en él. Cerró los ojos para relajarse, estaba demasiado alterado y le dolía la cabeza. Pensó que lo mejor era dormir un rato antes de llamar al detective sin presentir que esa decisión le daría la oportunidad a Masaomi para hacer el primer movimiento.


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