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Baloncesto callejero por Fullbuster

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Akashi no había podido pegar ojo en toda la noche, la visita que le hizo a Aomine en el bar donde trabajaba la noche anterior no dejaba de reproducirse una y otra vez en su cabeza. Aunque Kagami ya le había advertido que Aomine no jugaba al baloncesto, oírselo decir de sus propios labios había sido más duro de lo que pensaba. Comprobar que le había destrozado tanto con su traición que ni reaccionaba ante un reto como el que le propuso le había dejado conmocionado. Es que ni siquiera le tenía estima a ese juego que tanto amó. ¡Lo había llamado baloncesto de niñas! Si hasta parecía más interesado en ese juego bruto que era el Slamball porque si no era así, no entendía por qué se había cabreado tanto cuando se había metido con ese supuesto deporte.


Se meció el cabello con frustración. Necesitaba saber más información sobre esos años que había estado lejos de Aomine, necesitaba saber qué había pasado en su vida todo ese tiempo. No sabía cómo averiguarlo porque estaba claro que Aomine no se lo iba a contar y parecía que no iba a conseguir esa información pronto del detective que había contratado. No conocer lo que había estado haciendo la persona que aún amaba lo estaba volviendo loco, puede que saberlo no fuese a cambiar nada la relación o mejor dicho, la no relación que tenía ahora con él pero lo necesitaba. Necesitaba comprender mejor a Aomine e intentar acercarse a él aunque fuese para ayudarle a recuperar su ilusión por el baloncesto pese a que su verdadero deseo era recuperarle.


De repente, la imagen de Kagami acudió a su mente. Él podría contarle lo ocurrido con Aomine, podría ayudarle a conseguir lo que buscaba aunque no iba a ser una tarea fácil. No podía acudir al resto de los jugadores de la generación de los milagros porque no estaba seguro de si habían seguido manteniendo el contacto con Daiki durante esos años o si en esos momentos estaban en la ciudad o incluso en el país. Tampoco sabía si estarían dispuestos a contarle lo que quería ya que después de lo que le hizo a Aomine, su relación con los demás se había enfriado. Alguna vez se había mandado algún mensaje con ellos o habían hablado pero de nada importante y durante poco tiempo.


Al menos con Kagami tenía más posibilidades de averiguarlo ya que, pese a que no había soltado mucho el día que se reencontraron, le había contado que Aomine ya no jugaba. Quizás podría sonsacarle información si le pillaba relajado y con la guardia baja y lo mejor para ello sería jugar contra él en un uno contra uno. Creía que si Kagami estaba más centrado en analizar sus tácticas y movimientos, se le escaparía alguna respuesta que le fuese útil cuando le fuese preguntando cosas de Aomine.


Se levantó del sofá y fue veloz hacia su dormitorio para sacar unas deportivas cómodas de su zapatero. Iría en ese momento a la cancha con la esperanza de encontrarse a Kagami por allí enseñando alguna jugada a Daisuke y así llevar a cabo su plan. El niño ya le dijo que vivía cerca así que pensaba que las posibilidades de que estuviesen allí eran altas. Se cambió el calzado y se dirigió a la entrada de su casa para coger la americana negra que había dejado sobre el sofá, su móvil y las llaves de su casa y del coche.


Salió de su mansión conduciendo su Aston Martin de color negro y se dirigió a la destartalada pista. Cuando llegó, vio que no solamente Kagami estaba allí sino casi todos sus antiguos compañeros de equipo. Aparcó su coche al otro lado de la carretera y vio que el pelirrojo parecía estar gritando a Murasakibara, quien le miraba con aburrimiento y comía una bolsa de patatas fritas mientras Midorima parecía enseñarle a Daisuke cómo tirar sus triples y, a un lado de la pista, se hallaban Tetsu y Kise charlando sentados en un banco. El único que faltaba era Aomine y se preguntó dónde podría estar ahora. ¿Tanto odiaba el baloncesto que ni siquiera soportaba ver a sus amigos jugar?


Decidió que ése no era el momento para pensar en aquello, que debía aprovechar la oportunidad que se le había presentado con todos sus antiguos compañeros y sin la presencia de Aomine para poder averiguar todo lo posible. Aparte también podría intentar limar asperezas con todos y ver qué había sido de sus vidas desde que se marchó a otro continente. Fue a salir del coche para ir a su encuentro cuando vio que desde el otro lado de la cancha aparecía Aomine que caminaba serio con las manos metidas en los bolsillos, por lo que se tuvo que quedar dentro del coche.


Con su llegada, perdía la oportunidad de hablar con todos ellos sobre él pero al menos ahora podía observarle interactuar con normalidad con sus amigos, puede incluso que le viese sonreír. Esperaba que sí porque echaba de menos su sonrisa, le daba igual si se la dedicaba a sus amigos y no a él pero al menos quería verla. Por suerte, el sitio que había elegido para aparcar le permitía observarles sin que ellos pudieran verle dentro de su coche por lo que decidió quedarse espiándoles.


Aomine llegó a la cancha pensativo, estaba considerando seriamente la propuesta de Takumi pero no sabía qué hacer. Quería dejar de sentirse como una puta, cada vez le costaba más mirarse al espejo sin repugnarse por lo que veía y se deprimía al pensar en el ejemplo que le estaba dado a su hijo aunque él no supiese lo que hacía para llevar dinero a casa. Pero realmente lo necesitaba así que la salida que le ofrecía su jefe parecía cada vez más la única solución a todos sus problemas. Sin embargo, antes de decidir nada, necesitaba hablarlo con Tetsu y que le diera su opinión.


Se acercó hasta el banco donde estaba junto a Kise y se sentó a su lado saludándole con una sonrisa forzada. En cuanto Tetsu notó el estado en que se hallaba, le indicó con la mirada a Kise que les dejase solos y, tras asentir ligeramente con la cabeza, el rubio se levantó y se unió a sus amigos en la cancha.


- ¿Qué tal se ha portado Daisuke? - le preguntó Aomine rompiendo el silencio.


- Bien, tiene mucha energía y nos ha obligado a enseñarle más jugadas. Ha retado a Kagami a realizar mates para ver quién metía más y mejor -ale respondió Tetsu.


Aomine se quedó en silencio unos minutos observando con una cálida sonrisa a su revoltoso hijo que se había subido a la espalda de Kagami para estar a la misma altura que Murasakibara y en movimiento rápido le había quitado una patata estallando todos en carcajadas.


- ¿Qué te preocupa? - le preguntó Kuroko y la sonrisa de Aomine se fue desvaneciendo.


- Yo... - comenzó a decir pero no pudo terminar porque Midorima se acercó hasta ellos interrumpiéndoles.


- Vamos, Kuroko, es tu turno de enseñarle a Daisuke los pases – le dijo llevándoselo de allí dejando a Aomine con la palabra en la boca.


Tendría que pedirle consejo en otra ocasión por lo que intentó olvidar sus preocupaciones durante un rato y disfrutar viendo cómo su hijo y sus amigos se divertían jugando.


Desde su coche, Akashi observó preocupado cómo Daiki permaneció sentado toda la hora que estuvieron los otros jugando junto al pequeño pelirrojo. ¿Por qué no se unía? Si ni los retos ni el pasar un rato divertido con sus amigos le animaban a jugar, ¿qué otra cosa podía hacer para devolverle la ilusión por ese deporte?


La estrella del baloncesto apoyó su cabeza sobre las manos que sujetaban el volante desanimado pero algo captó su atención y levantó la cabeza girándola para ver cómo se despedían sus antiguos compañeros. Midorima, Murasakibara y Kise fueron los primeros en marcharse, después vio a Kagami con un brazo sobre los hombros de Daisuke hablando con Tetsu y supuso que se irían también pero se sorprendió cuando el jugador fantasma se despidió de ambos pelirrojos yéndose en dirección contraria.


Si esos dos eran pareja y tenían un hijo en común, ¿por qué Kagami, junto al niño, se acercaba feliz a Aomine y éste le sonreía con aquella sonrisa que tanto había deseado ver en todos los años que habían estado separados? Observó boquiabierto cómo el pelirrojo le tendía una mano a Aomine y él la aceptaba levantándose para caminar hasta un coche aparcado al lado de la cancha.


Kagami abrió el coche poniéndose tras el volante y Daisuke no tardó ni un segundo en abrir la puerta de los asientos traseros para meterse dentro a la vez que Aomine se sentaba en el asiento del copiloto. ¿Qué estaba pasando ahí? ¿Adónde iban los tres juntos como si fuesen una familia feliz? ¿Acaso se había equivocado al pensar que Tetsuya y Kagami eran novios y en realidad Aomine era la pareja de ese alto pelirrojo?


Sintió celos al pensar en eso pero antes de sacar de nuevo conclusiones que podrían ser erróneas, decidió que debía asegurarse y por eso, cuando Kagami pasó con su coche por el lado de su Aston Martin, lo arrancó para seguirles a una distancia prudente pero sin perderles de vista y ver dónde se dirigían.


Tras quince minutos persiguiendo el coche de Kagami, le vio meterse en el aparcamiento de un supermercado del barrio. Casi lo pierde vista cuando otro coche salió dando marcha atrás bloqueándole el paso pero por suerte ese vehículo no tardó en salir de la zona y pudo seguir su camino justo para ver el coche de Kagami girar hacia la derecha.


Daisuke quiso salir corriendo hacia la entrada al supermercado cuando Kagami cerró su puerta del conductor y cogió de la muñeca a Daisuke impidiendo que cruzase el aparcamiento. Akashi que entraba en aquel momento en esa parte del aparcamiento vio cómo Kagami sonreía sintiéndose a gusto con Daisuke. Quizá tenía razón en aquella loca corazonada y era hijo de Kagami, pero no precisamente de Tetsu.


- Ten cuidado, Dai, no cruces nunca sin mirar.


- Es que eres muy lento – le comentó Daisuke.


- Toma, Aomine, cierra tú – le dijo lanzándole las llaves por encima del techo del coche.


Aomine cogió las llaves entre sus manos y sonrió al ver cómo los dos se marchaban corriendo hacia dentro llamándole a él “tortuga”. Cerró el coche y caminó tras ellos. Akashi aprovechó que el moreno entraba por la puerta para aparcar al fondo, a cierta distancia del coche de Kagami.


Aparcó y cerró su coche a distancia mientras entraba con su elegante americana oscura al supermercado. Las cajeras le observaron y susurraban entre ellas sonrojadas al darse cuenta de que era el mismísimo Akashi quien entraba por allí, el gran jugador de la NBA.


Entró por el primer pasillo y al no ver a Aomine siguió hacia el segundo buscándole. Finalmente encontró a Daisuke subido en el carrito de la compra siendo empujado a gran velocidad por un Kagami que se subía también a la barra deslizándose por el pasillo contiguo. Daisuke reía y Kagami se reía con él siendo ambos perseguidos por Aomine que les llamaba “críos”.


Akashi sonrió al verles comportarse como niños corriendo con el carro por todo el supermercado. Les siguió por el pasillo de atrás viendo cómo discutía Kagami con Aomine sobre si comprar unos cereales o no y cómo Daisuke se ponía de parte de Kagami.


Por un momento sintió celos, ese podía haber sido él. ¿Por qué Aomine estaba con Kagami? No entendía nada, se llevaban muy mal y ahora venían a comprar juntos y parecían tener una vida en común y feliz, con un niño. Miró a través de la estantería de los chocolates siguiendo a aquella familia que sonreía y se lo pasaban bien cuando chocó contra un carrito.


Se giró viendo cómo un dependiente estaba agachado frente a él mirándole extrañado mientras colocaba unos chocolates en la parte baja de la estantería. Se quedó helado y sonrojado por no haberle visto, tan pendiente estaba de aquella familia y tan celoso que no se había percatado de ese chico.


- Lo siento – dijo Akashi.


- ¿Puedo ayudarle? – preguntó extrañado el dependiente.


- No – dijo Akashi rodeando al chico.


Volvió a mirar a través de los chocolates viendo cómo Kagami se acercaba a Aomine y le acariciaba la mejilla con suavidad intentando calmarle por algo. Sólo escuchó un “no te preocupes” para después ver cómo sonreía Kagami haciendo sonreír levemente a Aomine.


Aquello aún le puso más celoso de lo que estaba ya. Daisuke apareció en aquel momento cogiendo la mano de Kagami y empujándole tras él insistiéndole en que había visto algo que quería comprar. Akashi aprovechó aquel momento en que Daisuke se llevaba a Kagami para salir corriendo al pasillo contiguo y antes de que Aomine lo abandonase, le cogió de la muñeca empujándole hacia atrás evitando que saliera tras ellos.


- Pero qué… ¿Qué haces aquí? – preguntó Aomine sorprendido – ¿No me digas que ahora compras aquí? Voy a tener que cambiar de supermercado y éste me gustaba – se quejó.


- ¿Te gustaba este sitio? – preguntó extrañado - ¿Por qué?


- No sé… quizá por el pack de hamburguesas que te regalan al comprar el primero – dijo de forma burlona.


Akashi ya no aguantó más, había echado tanto de menos aquello, aquella prepotencia de Aomine, esa forma en que sólo él conseguía plantarle cara, le encantaba la forma de ser de Aomine, era el único capaz de hacerle sacar una sonrisa incluso cuando discutían. Le ponía de los nervios cuando no le hacía caso pero también le excitaba como nadie cuando le llevaba la contraria y se hacía el difícil.


Se lanzó contra él besándole con pasión empotrándole contra la estantería de detrás. Algunas cajas de cereales se cayeron al suelo y pese a que Aomine se quedó sorprendido, se dejó besar unos segundos antes de que Akashi sintiera el empujón y viera cómo Aomine se limpiaba con la manga de su chaqueta.


- ¿Qué crees que estás haciendo? – le preguntó cabreado.


- Besarte, lo he deseado desde hace mucho.


- ¿Eres idiota o qué te ocurre? No puedes aparecer aquí después de nueve años y decirme algo así. Seguí con mi vida, Akashi y tú ya no formas parte de ella.


- Ese niño… Daisuke… pudo ser nuestro.


- Pudieron ser muchas cosas, Akashi, pero es mi hijo. No quiero que te acerques a él, no quiero que aprenda de ti a traicionar a la gente a la que ama. ¿Lo entiendes?


- Así que estás saliendo con Kagami – dijo de golpe - Es vuestro, ¿verdad? ¿Cuántos años tiene Daisuke? ¿Ocho? Te faltó tiempo para romper conmigo y meterte en su cama a revolcarte con él como una puta.


- Tienes razón, soy sólo una puta – dijo marchándose con el carro.


Akashi vio cómo se marchaba y golpeó con rabia una de las estanterías enfadado tirando algún paquete más de cereales. Se tocó los labios con las yemas de sus dedos sabiendo que aquel beso sería de los pocos que conseguiría robarle a Aomine, seguía teniendo ese difícil carácter que le impediría acercarse a él si no fuera suplicando millones de veces y él no era alguien acostumbrado a suplicar, sino a dar órdenes y que obedecieran.


Echaba tanto de menos a ese chico y no sabía cómo recuperarle. Quería hacerlo, era lo único que ahora mismo le importaba en la vida, recuperarle, pero quizá hasta estuviera casado con Kagami, ya tenían un hijo en común y todo. Miró de nuevo tras la estantería para ver la mano de Aomine, al menos no llevaba anillo de compromiso, quizá no se había casado aún, eso le aliviaba en cierta manera. Estaba atento mirando cuando vio cómo Aomine se giraba hacia él y metía un cartón de leche desde el otro pasillo frente a sus ojos impidiéndole ver.


Estaba celoso, enfadado y tremendamente arrepentido de haber utilizado la palabra “puta” con él. Jamás la había utilizado, ni siquiera en sus juegos más morbosos durante su relación de cinco años. Le había llamado cientos de cosas pero jamás le había insultado de esa forma y mucho peor aún, Aomine jamás había reconocido ser nada de lo que él le llamaba, siempre se enfadaba y se defendía de las acusaciones, ahora no lo había hecho.


Quizá tenía razón y en cuanto rompió con él corrió a los brazos de Kagami a revolcarse con él. Era posible que estuviera dolido con él tras la ruptura y para olvidarse eligiera el sistema rápido, emborracharse con los amigos y acabar en una noche de sexo desenfrenado con Kagami, algo que le pudo costar el haberse quedado embarazado de él. Lo peor de todo es que parecían llevarse tan bien, ser una familia feliz y unida. Daisuke adoraba a Kagami, era igual de pelirrojo que él, tenía los ojos de Aomine y su sonrisa. Le dolió pensar que ese chiquillo que le había camelado pudo haber sido suyo en vez de Kagami.


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