La luz de un cartel entraba por la ventana y alumbraba la tez del rubio. Seto lo veía con los ojos entrecerrados mientras sus labios no se separaban y su cuerpo lo embestía. El ojos mieles permanecía con los ojos cerrados mientras su piel se perlaba con el sudor del ejercicio físico y los calores aunados de ambas pieles.
Joey gemía cada vez más alto mientras ambos cuerpos se tensaban preparándose para el orgasmo. Las uñas del menor se hundían en los omóplatos de Kaiba y sus piernas rodeaban su cintura preparándose para el ansiado momento.
Este los arrebató a ambos y Seto cayó sobre sus codos apoyando su frente en el pecho de Wheeler. Luego de los momentos que le llevó recuperar la respiración el ojos azules rodó para salir de sobre el otro.
Joseph se desperezó tendido alcanzando el cabezal de la cama de Kaiba con las manos y luego de un momento en que sonrió con los ojos cerrados mientras permanecía estirado tomó aire y se sentó para buscar sus bóxers al lado de la cama. Se los puso y luego la camisa.
Mientras abrochaba los botones de los puños de la camisa abierta, el castaño que lo había estado mirando silencioso le preguntó--¿Qué es lo que piensas de esto?—
Era lo que había estado queriendo averiguar porque a pesar de ser tan abierto el otro era inexpugnable en sus pensamientos. Aunque el ojos azules tenía una idea aproximada de lo que podía estar pensando.
El melado se volteó pues estaba también sentado en la cama pero en el borde y sonriente le dijo--¡Es un divertido juego el que jugamos los dos!—dijo antes de tocar su mejilla con una mano y besarlo con la otra.
Juego, esa palabra le decía todo lo que había querido saber, lo que sospechaba. Que para el otro todo ese tiempo había sido mera entretención. Desde que se conocieron lo había molestado y ahora estaba diciéndole que solo estaba jugando con él. Que no tenía ninguna perspectiva previa de lo que pudiera pasar con ellos mas allá de ese punto. Era un vil pasatiempo y cuando se aburriera lo dejaría como cualquier niño con un juguete viejo.
La dignidad y el ego de Kaiba volvieron su mirada turbia y posó una mano en el brazo de Wheeler casi a la altura del hombro para apretarla con rudeza haciendo que el otro lo mirara sorprendido--¡Yo no soy un premio!—le dijo.
¿Premio?—la voz de Joey sonó sorprendida—Yo nunca dije que tú…--
¿Acaso piensas en esto que hacemos como una relación o una pareja?—preguntó Seto con la voz vibrando de coraje, sus dedos se hundían más y más en la piel del otro que se lo sacudió de golpe y con fuerza.
¿Par…? ¿Relación?—preguntó sorprendido mientras se paraba y alejaba—Creí que estábamos de acuerdo en que esto era un simple a…--la voz del ojos azules no lo dejó terminar pues el otro se le acercó de golpe.
¿Cuándo quedó claro? ¿Es así con todos lo que te acuestas?—hablaba con profundo rencor. Joey se vio en esos ojos azules y sintió la fuerza de los sentimientos que se ahogaban en el interior de Kaiba, lo que lo mortificó pero también hizo resonar sus alarmas.
¡Perdón! ¡Sé que no lo dejé claro pero no pensé que por unos encuentros tú…--dijo el melado algo contrito.
Seto agarró sus brazos y lo empujó contra la pared, solo estos, entre ambos, separaban los pechos desnudos.
¡Eres el primer hombre con el que me acuesto! Y eso tiene una sencilla razón—le dijo muy de cerca Seto.
¡Lo siento! ¡No pensé en esto! Yo no quería que llegaramos a esta situación—dijo el rubio mirando en la penumbra el pecho del otro pues no elevaba sus ojos.
¿Y que creías?—preguntó el castaño.
Que eras como yo. Te veías tan racional y frío que me dije que contigo esto podía ir bien sin sentimientos entremezclados. Solo deseo carnal. Es todo. Nunca tuve intenciones de tener una relación. Pensé que eso estaba bastante claro—le dijo el ojos mieles.
Seto sintió una profunda furia derivada de su tristeza al descubrir que sus sospechas eran todas ciertas. Apretó con fuerza los brazos del otro que no por eso le miró a la cara ni hizo movimiento alguno para golpearlo aunque sabía que podía muy bien haberlo hecho.
De pronto lo soltó y caminó hacia un lado antes de decirle--¡Vístete y vete!—
En silencio el rubio lo hizo. Seto se había apoyado en la pared con un brazo mientras se mantenía cabizbajo y no hizo ningún movimiento mientras el otro se vestía, solo escuchaba los susurros que provocaban los movimientos en la ropa. Finalmente oyó el pequeño golpe de la puerta al cerrarse después de un momento en que una luz se filtró dentro del dormitorio.
Estaba solo.