Sus labios urgieron al otro mientras sus lenguas bailaban una dulce danza. Era imposible para los dos separarse y ambos querían seguir estando juntos en ese privado lugar. Seto bajó hasta la clavícula mientras sus manos subían por debajo de la remera del otro. Los gemidos del rubio comenzaron a hacerse notar por lo que los labios del ojos azules acudieron a silenciar esa boca.
No crees que ya está—dijo el rubio sin aliento alejando un poco al otro—No, que no querías ni verme y ahora me besas con pasión. ¿Quién te entiende?—el ojos mieles percibió que el otro se alejaría si no hiciera algo y lo agarró fuerte de los brazos—No, ahora yo quiero un resarcimiento. Además, apuesto a que nunca lo has hecho aquí. ¿Cierto? Papá y mamá Kaiba se enojarían con su travieso gatito si este se pone a jugar con un cachorrito. ¿Verdad?—
¡Deja de actuar como idiota Wheeler!—dijo Seto tratando de separarse. En esos momentos el recuerdo de aquella conversación volvió a su mente. Una mirada un tanto dolida apareció en su varonil rostro y Joey supo exactamente en lo que estaba pensando.
¡Te lo he dicho!—le susurró el melado con más fervor que antes—Entiende de una vez. No es un juego de niños. ¡Tú y yo no podemos tener más que esto! Si Katsuya sama se enterara…--
¿Si tu abuelo se enterara qué? Ya eres una persona mayor para seguirle el juego. Él ya no puede obligarte a lo que no quieres. No hay forma de que…--dijo el castaño ofuscado con ese cuento. Wheeler tenía más de veinte años y eso de obedecer a rajatabla a ese viejo. Comprendía en algo el miedo que este le inspiraba. Él mismo se sintió algo cohibido ante la riqueza de ese viejo y sobre los cuentos que de su familia habían pero había un límite al poder que un hombre podía utilizar sobre otro.
La sonrisa del rubio era algo sobradora y triste a la vez, uno de los brazos del otro se había soltado de sus manos y él ahora soltó el otro—Tú no lo conoces, ni a los Katsuya. Hay muy poco que no podamos hacer si queremos. Pero Katsuya sama es la persona que puede decidir el destino de cualquiera. Si se enterara que uno de sus familiares tiene una relación así es capaz de hacer desaparecer a la otra persona de un chispazo—
El castaño meditó si decirle al otro que el viejo sabía todo pero se dijo que al momento de saberlo este se apartaría por temor. Se estaba dando cuenta de que el otro después de todo si podía temerle a algo y ese algo era a la casa Katsuya. El hombre seguro que lo había salvado en dos ocasiones desaparecía con la simple mención de ese viejo. Algo le decía en su interior a Kaiba que el otro había sido testigo de algo que lo tenía aterrado.
Decidió hurgar un poco en el pasado del otro solo para satisfacer su curiosidad y para conocer algo de la persona con que estaba tratando, del viejo.
Pero tu padre pudo casarse con tu madre y llevársela sin más problemas—le dijo el ojos azules.
Eso fue diferente. Por lo que me han contado mi madre era el orgullo de Katsuya sama. Dicen que el jamás dudaba de ella y que ella usó eso para despistarlo, luego huyó con mi padre. Dicen que mi madre usó su amor para que respetara a su esposo y él no pudo separarlos porque ella estaba embarazada—dijo el joven de ojos tristes mirando a la nada en la semioscura habitación pues solo había una portátil encendida.
¡Y luego tu padre la abandonó!—dijo el castaño.
El ojos mieles miró en sus ojos unos momentos y luego susurró—Eso dicen—luego se levantó y dijo de pronto—Es mejor que me valla. Yo vine solo a explicar…--
¡Un momento! ¿Y por que hiciste todo eses escándalo para quedarte?—preguntó el otro sorprendido levantándose del sillón con él.
Una risa traviesa se dibujó en la cara de Wheeler—Porque sabía que te molestaría. Obviamente—el ojos azules respiró hondo con impaciencia—No lo tomes a mal gatito. No quiero que sigas pensando en esas cosas. Eso no va a suceder. Yo no puedo ser más que un amante ocasional para ti, no es solo por Katsuya sama. Yo no estoy interesado en tener una relación complicada. Esas cosas de amores no van conmigo. Te repito que de haber sabido que te lo tomarías tan enserio yo…--de pronto sus labios estaban sellados y su cuerpo caía hacia atrás sobre el mullido sillón.
Dí lo que quieras—le dijo Kaiba con sus labios separados por milímetros—Pero esta noche no pienso dejarte ir—
Joey miró esos mares profundos que el otro tenía por ojos. Ambos estaban sin lentes como es de prever y el enorme magnetismo de ellos lo hundió en lo profundo de sus insondables abismos. Los cuerpos de ambos se unieron para no separarse en toda la noche.