Los cuerpos de ambos se fundieron en un beso ni bien traspasaron el umbral de la puerta del apartamento de Joey. Seto aflojó la corbata de Joseph y arrancó los primeros botones para aspirar su aroma. Sus manos ansiosas subieron por los costados de la camisa pues la chaqueta terminaba de ser abierta y se detuvieron en las costillas para dirigirse a los sensibles pezones.
El rubio fue el que mantuvo el rumbo todo el tiempo con lo que le quedaba de cordura mientras gemía. Cayeron en la cama como plomo y sus bocas se buscaron inconscientemente. Las manos del ojos azules ahora se ocupaban de desvestir el cuerpo bajo suyo. Wheeler alejó su rostro para poder verlo.
¿Estás feliz gatito?—preguntó con un tono socarrón y una sonrisa pícara.
Idiota—dijo Seto acercando su boca para besarlo.
El melado lo separó un poco—Todo es tu obra—dijo.
Calla—le susurró Kaiba volviendo a sus labios.
¿Por qué iba a callarlo cuando es cierto?—preguntó el rubio antes de abrazarlo como a alguien que había deseado encontrar por mucho tiempo--¡Me alegro tanto de tenerte de mi lado!—expresó conmoviendo un poco al otro abogado.
¿Por qué no iba a estarlo?—preguntó cuasi confundido Seto.
Es que pudiste desconfiar de mí como lo hizo Yami—dijo el rubio desviando la mirada, miraba a su mano que ahora descansaba a su lado pues se había sentado.
¡Yo no soy Yami!—expresó el castaño con algo de bronca.
Ya lo sé—le contestó el otro con una sonrisa conciliadora antes de ser besado frenéticamente.
Sus manos urgidas por el deseo prepararon al melado mientras sus labios paladeaban la textura de su piel. Seto volteó a Joey para sentir su cuerpo más aferrado al suyo y para llevar a cabo la faena con el falo erecto que palpitaba en su palma. Los dedos acariciaron suavemente mientras los labios se instalaban en la nuca expuesta.
Joey estaba perdiendo la razón por la sensación de ambos, labios y manos sobre su cuerpo enfebrecido mientras Kaiba se entregaba a las sensaciones añoradas mientras intentaba establecer lo que antes le fuera negado.
¿Aun eres mío, no es verdad?—dijo con su mano acariciando la manzana de adán de Wheeler y luego su barbilla.
¿Cómo… no serlo?—respondió el rubio con algo de esfuerzo pues en la mano de Seto descansaba su hombría y su razón, su capacidad de concentración le fallaba.
Eso no es lo que quiero oír—le dijo el otro a su oído.
El melado medio volteó buscando con sus ojos los del otro. Sabía las palabras precisas que quería oír pero debía decirlas mirando a sus ojos—Te amo—exclamó en el instante en que los dedos de Seto lo abandonaban causando un quejido.
Ahora no tienes excusas para abandonarme—le dijo el castaño antes de acercar sus labios mientras ponía su cuerpo dentro del rubio sin dejar de mirarlo a los ojos.
¿Cómo podría? Tú…--Joey fue cortado por la entrada del otro en él. Sus dedos se apretaron fuerte sobre los hombros del castaño mientras aguantaba su intrusión—Yo… Tú eres… ¡Tú no me abandonaste! ¡Tú… me protegiste! ¡Te mantuviste a mi lado! ¡Eres el primero que…!—dijo Joseph sintiéndose venir.
Seto estaba casi al límite pero esas palabras lo acicateaban a conseguir su meta y hacerlo suyo. Entendió entonces muchas cosas. Recordó el pasado de Wheeler. Como su padre había abandonado a su madre y su madre a él. Cómo había sido maltratado por su familia por solo el hecho de ser un mestizo. Sintió que su deseo crecía a la vez que su sentido de responsabilidad con él. Ahora lo entendía. Lo apretaba fuerte en sus brazos mientras ambos llegaban al clímax.
¿Alguien te hizo daño allí adentro?—preguntó Seto rato después acariciando la cabeza que descansaba en su estómago.
El otro esbozó una sonrisa con su cara semidormida--¡No! Nadie me hizo nada. Sabes que sé protegerme—le dijo el ojos mieles con tono divertido, luego abrió los ojos y añadió—Pero gracias por preguntar—
Seto que se había molestado un poco ante la respuesta autosuficiente del otro se calmó y se miraron a los ojos. El otro acercó su boca a la de Kaiba y ambos se besaron largamente.
Al otro día Seto despertó para ver a Joseph terminando de vestirse.
¿Adonde vas?—preguntó sorprendido pues el otro acababa de ser liberado y pensó que por un tiempo estarían juntos en su reencuentro sin relojes.
Tengo que hacer algunas cosas en la oficina. Recuerda el trato que hicimos con Kunai—le contestó el rubio terminando de ponerse los zapatos.
¡Si, lo había olvidado!—dijo con algo de fastidio el ojos azules. No le agradaba ese tipo y menos haber hecho un trato con él pero si tenía al cachorro había valido la pena.
¡Nos vemos para la cena, gatito!—dijo el melado antes de darle un beso mañanero, largo y dulce para luego irse rumbo a las oficinas de Katsuya Corp.