En algunos países a los abogados se los llama licenciados en mi país doctor como a los médicos porque tienen un doctorado en leyes.
Yami pasó por la puerta abierta del despacho del castaño y atisbó dentro la figura de su amigo.
¡Joey! ¿Qué haces aquí?—preguntó sorprendido y un poco cabreado de que el otro estuviera molestando gente por el bufete.
El otro estaba repatingado en un sillón y lo miró con una papita en su mano, lucía sonriente.
¡No me regañes que aun no he fichado!—le dijo el rubio.
¿Y entonces que haces aquí?—preguntó de nuevo el perplejo tricolor.
Me he venido temprano para visitar a Kaiba. Ha estado tan preocupado por mí que quería demostrarle un rato que estoy perfecto—dijo lo más tranquilo el melado.
Seto que revisaba un folio desde el otro lado del escritorio y parado, se quedó tieso un momento pero no dijo nada. Pedía a kamisama que ese idiota no mencionara lo del seguimiento para humillarlo pues entonces lo mataría.
Yami miró al castaño sorprendido. ¿De verdad? No creía que el otro se interesara en su amigo pero de pronto le resultó de lo mas extraño que no replicara.
¡Es tan lindo que me siguió ayer después del trabajo para asegurarse de que llegara a salvo a casa! ¡Creo que le gusto!—rio todo feliz de su propio chiste mientras se levantaba--¡Para su mala suerte tuve que dejarle en frente del cine pues Tea y Tristán me estaban esperando!—dijo Wheeler a Atem y luego preguntó al ojos azules—¿Te gustó la soda de limón?—
El otro levantó la vista todo furibundo.
Creo que es hora de fichar, adiós—dijo el melado muy “inocentemente”.
¡Un momento! ¿Te fuiste con Tea y Tris al cine y no me dijiste nada?—reclamó el ojos violetas de pronto tieso por ser dejado de lado--¿Qué peli vieron?—preguntó casi furibundo el tricolor, tenía una sospecha y se pintaba en su cara.
La sonrisa semi-sádica de Wheeler le dijo a Seto que los miraba con fijeza que Yami tenía razón y que el otro le escondía algo.
Rurouni Kenjin, legend ends—contestó él.
¡Sabía que era eso! Te fuiste a verla con ellos a mis espaldas—acusó el ojos violetas todo vibrante de furia.
¡Bueno… tú dijiste que tenías una cena con tu viejo y no creí que pudieras ir!—argumentó el otro.
¡Idioteces!—estaba más cabreado que toro en medio de la lidia. Parecía que había perdido todo su autocontrol y todo por una película se decía el castaño que no entendía el porque del alboroto.
¡Yo me voy! ¡Como dije tengo que marcar tarjeta!—lo evadió el melado y salió casi corriendo del lugar con una sonrisa juguetona.
Seto estaba tapado de trabajo gracias a que el día anterior se fuera antes. Ahora lo lamentaba y sobretodo su falta de concentración por la jugarreta que el otro le jugara. De pronto se dio cuenta de que Atem seguía ahí y lo miraba atentamente por lo que levantó su vista hacia él.
¿Necesitas algo?—preguntó el ojos azules algo inquieto por ponerse a trabajar.
¿Es verdad que lo seguiste?—preguntó el tricolor algo intrigado.
Seto estaba molesto consigo mismo por seguirlo y por ser atrapado.
Atem viendo su incomodidad prosiguió—Deberías dejarlo en paz—
¿Qué? ¿Acaso te gusta o algo?—preguntó a la defensiva el castaño tratando de incomodar al otro lo que para su sorpresa logró pero en un sentido que no se figuraba.
El tricolor carraspeó y luego dijo—No creo que eso sea asunto tuyo. Traje a Joey aquí por su bien. Por favor no te sigas inmiscuyendo en su vida personal—luego cabeceó a modo de despedida dejando algo sorprendido a su senpai.
Nada provoca más la curiosidad de un gato que algo que le niegan o le ocultan y Kaiba siempre había tenido la intensidad de un terco gato. No sabía que la oportunidad que había pretendido se le aparecería por si sola una tarde en el bufete.
El mismísimo doctor Pegasus había ordenado que recibieran a ese importante empresario ya que venía por cuestiones de su familia. Como todo cliente preferencial Seto lo recibió y acompañó todo el camino, dirigiéndose para la entrevista en el mismo despacho del doctor ahora ausente, Kaiba se encargaría de hablar con él lo que era un gran hito en su vida profesional porque usualmente solo los socios se encargaban de esos clientes distinguidos.
El hombre era un señor de unos 70 años pero que lucía enérgico y poderoso recordándole a Seto a Nobunaga, pero este tenía un aura menos jovial y mas señorial.
Su nombre era Onodeo Katsuya y era un reconocido empresario al parecer, el auto en que había llegado era un discreto BMW lo que hablaba de un hombre rico y poderoso en verdad no uno que quisiera parecerlo.
Katsuya venía con un serio asistente de edad madura que no habló en todo el camino, el propio Katsuya no se veía muy propenso a hacerlo hasta que salieron del ascensor en el piso del bufete.
Admirando las instalaciones el hombre mencionó—Se ve que el doctor Pegasus y sus socios tienen un próspero negocio en este lugar. Tienen contratado un personal bastante grande—
A un pasillo de distancia Joey bromeaba con Yami cuando se paró a escuchar la voz del pasillo.