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El Heredero por moskafleur

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"San Petersburgo duerme.

Su fría oscuridad.

Mis pobres calzoncillos se me van a helar.

Con este nuevo orden hay poco que comer
Nos queda el chismorreo, lo que es de agradecer, ¡hey!
¿Sabes ya lo que dicen en la capital?
¿Sabes ya lo que cuentan por ahí?

Que, por desgracia, el zar murió.
Mas un hijo se salvó.

¡El joven Roronoa!

¡Chitón! Te van a oír.

Ese chisme se extiende con gran poder.
Son murmullos en el callejón, en un portal.
Ese chisme es parte de nuestro ser.

Y el hermano del zar con gusto pagará.

¡Si sabe que su sobrino vivo está!"

- ¡Franky! – susurró Sanji tras una columna, llamando la atención de su amigo entre la multitud. Este le siguió hacia el mercado.

"Un rublo por el cuadro
Pintado por el zar.

Yo vendo sus pijamas.
Venga, compra el par.

Lo traje del palacio.
El forro es todo piel.

La bandana es del joven.
Mil rublos doy por él."

Ambos entraron en un apartamento poco cuidado pero habitable.

- Bueno, Sanji, hemos conseguido nuestro objetivo…

- ¡Todo marcha según el plan, sólo nos falta el chico! ¡Imagina, Franky: se acabó el falsificar papeles, el vender objetos robados por Nami-san, tendremos 3 billetes para irnos, uno para ti, uno para mi y otro para "Roronoa"!

(Sanji cantando)

"Ese chisme se extiende, nos va a servir.
Ese joven Roronoa nos hará volar.
Tú y yo juntos tenemos un porvenir.
Habrá que hallar algún actor
Que aprenda su papel.
Si es veraz, nos vamos a Japón…
¡Menuda recompensa
Nos podremos repartir!
¿Quién más podría dar un golpe así?

¡A vivir!

(Franky)

¡A vivir!

(Sanji)

¡A triunfar!

(Franky)

¡A triunfar!

(Ambos)

¡Y esta gran ciudad tendrá más chismes que contar!

(Todo el pueblo)

¿Sabes ya lo que cuentan en la capital?
¿Sabes ya lo que cuentan por ahí?
¡Hey, hey, hey!
¿Sabes ya lo que dicen en la capital?
¿Sabes ya? ¡Venga, dilo de una vez!
Es fascinante y mágico

(Sanji)
Secreto y enigmático

(Todos)
El joven Roronoa, ¿aún vivirá?

(Hombre limpiando ventana)
Tal vez.


 

En algún lugar de las afueras de la ciudad, se alza un orfanato destartalado y sucio, con una humeante chimenea negra, que contrasta con la blanca nieve que lo rodea.

 

- Te he encontrado trabajo en la fábrica de pescado. Baja por ese camino hasta el cruce de la carretera, a la izquier- pero la anciana fue interrumpida por los gritos del muchacho.

- ¡Adiós, chavales! – decía Zoro mientras saludaba a sus hasta ahora compañeros y hermanos, que le miraban desde las ventanas del repugnante edificio.

- ¡¿Me estás escuchando, sinvergüenza?!

- Te estoy escuchando, Kureha – respondió el peliverde para después añadir en voz baja - vieja bruja…

- ¡¿Qué has dicho?!

- Nada…

- Has sido una espina en mi costado desde que te trajeron a aquí, Ronoa, comportándote como el rey Salomón en lugar de la comportarte como el Don Nadie que realmente eres – decía la mujer mientras arrastraba a Zoro tirando de su haramaki – Durante todos estos años te he alimentado, te he vestido, te he mantenido a cubierto… ¡¿Cómo se explica que no tengas ni idea de quién eres o de dónde vienes?!

- Bueno, sí que tengo una idea de- pero la anciana lo interrumpió.

- Oh, eso, por supuesto – decía con retintín mientras agarraba el colgante en forma de espada y leía – "Juntos en Japón". ¿Así que quieres ir a Japón a buscar a tu familia, ¿huh?

- Sí

- Anda, fuera de aquí, ya es hora de que ocupes tu lugar en la vida y dejes de decir chorradas – con estas palabras empujó al peliverde fuera del recinto, haciéndole caer, y cerró la puerta de hierro tras él.

- ¡Gracias por NADA! – gritó de vuelta él. Se levantó, se quitó la nieve de los pantalones, se colocó el abrigo verde y sus katanas correctamente dentro del haramaki, y se puso la bandana en la cabeza. Lo último que necesitaba era la cabeza fría, la nieve ya era suficiente, gracias.

 

El joven continuó hacia la carretera hasta encontrar se con unas señales. "Tuerce a la izquierda ha dicho" pensó. "¿Cuál es la izquierda…? Ya sé lo que hay a la izquierda… seré un puto pescadero. Pero si tuerzo a la derecha… ¡podría…! A quién quiero engañar, habrá más de lo mismo." Se sentó sobre una gran piedra que escapaba a la gran capa de nieve. "Quien me diera este colgante, debía de quererme. Mi familia tiene que estar ahí fuera, ¿no?" Resopló y se pasó la mano por la nuca. "Yo. Ir a Japón. Pff… qué locura" pensaba para sí, y levantó la vista al cielo, "no creo en dioses de ningún tipo pero, si hay algo ahí envíame una señal… una indirecta… LO QUE SEA".

De la nada apareció un cachorro de reno y comenzó a tirar los pies de su abrigo.

 

- ¡Eh, tú! ¡Cosa! ¡Deja mi abrigo! – gritaba él – No tengo tiempo para jugar, estoy esperando una seña- "OHHHHH" – sí, esa debía ser la señal que él estaba esperando.

 

El renito siguió tirando de él, hacia la derecha.

 

- ¿Quieres que vaya a San Petesburgo? Muy bien… si un reno me lo dice, no puedo decir que no… - cogió al reno en brazos y lo metió dentro de su abrigo contra su pecho para darle calor, un calor que probablemente no necesitaba – te llamaré Chopper.

 

(Zoro cantando)

"No me falles no,
orientación despierta.
ni puta idea de

Donde estoyyyy

Pido a kami tener
todas mis opciones
todo siempre tiene un fin.

Hoy al latir te siento más
ahora dime:
¿dónde vaaaas?

En algún lugar,
se que al fin me esperan
ya me llega su canción.
Quiero un nuevo hogar
donde estar a salvo
y vivir con ilusión.

Ven, llévame no quiero más
solo dime:
¿dónde vaaaaas?

En mis padres,
una vez quizás también hallé el amor.
Son mis padres
una puerta siempre abierta a mis recuerdooos.

Debo caminar
no perder el norte
sabe kami a dónde voy…

Cuanto dejo atrás
es también mi suerte
¡tengo que saber quien soooy!

Sí, debo echar a andar
no podré parar.
¡Ven y sígueme al compáaas
y mi canción
sabráaaas!"

 


 

Zoro llegó a la capital, con dificultades porque se perdía a cada giro en esquina que hacía. Finalmente, encontró una estación en la que coger un tren para luego hacer transbordo en barco.

 

- Si no tienes visado de salida, ¡no hay billete!¡Largo de aquí, vagabundo!

- Vuelve a llamarme eso y te- pero antes de que pudiera desenfundar las katanas, una mujer pelirroja le habló.

- Psss, sé discreto. Conozco a un hombre que puede ayudarte. Recurre a Sanji, el te puede ayudar, se oculta en el antiguo palacio. Pero no te has enterado por mí, ¿entendido? – Zoro asintió confuso - Hazme caso, he trabajado con él.

 

A pesar de la desconfianza que infundía aquella persona, Zoro decidió seguir sus indicaciones. Después de todo, a peor no podían ir las cosas.

 


 

- Bien, sí… em… excelente - comentaba el rubio esbozando una falsa sonrisa muy ensayada mientras Franky se tiraba de los pelos. El penúltimo candidato estaba siendo despachado en ese mismo instante, conforme Sanji tachaba su nombre con rabia contenida en la lista sin modificar su serena apariencia. – Gracias, gracias… siguiente, por favor…

En ese momento, apareció el último candidato hasta la fecha. Un hombre moreno que se había teñido de verde con spray de laca de ese color. Era afeminado y sobreactuaba hasta las nauseas – Tío, soy yo, Roronoa Zoro – dijo con sensualidad.

- No, no, no – repetía Franky entre dientes mientras se golpeaba la frente con el borde de la mesa.

 


 

- Ya está, Sanji-bro, se acabó. Hemos gastado todo nuestro dinero en ese pulgoso teatro en ruinas, ¡¿y para qué? Seguimos sin un hombre que finja ser Roronoa – decía Franky, mientras salían del edificio.

- Lo encontraremos, Franky, estará por aquí ante nuestras narices. No lo olvides, un vistazo a esta reliquia – dijo mientras sacaba la caja de música – y el Mihawk creerá que le llevamos al auténtico Roronoa – nada más terminar de hablar, chocó con un vagabundo - ¡Aparta de mi camino, mohoso!

- ¿¡Cómo has dicho, pelo fregona!? – respondió éste

- ¡¿Pelo fregona?! ¡Pero serás...! – a estas alturas el joven vagabundo ya estaba yéndose.

- Venga, déjalo, bro, tenemos trabajo que hacer – comentó Franky mientras sujetaba al rubio. Éste asintió aunque refunfuñando.

 


 

Al llegar al palacio, Chopper se coló entre los tablones de una puerta que había sido tapiada muchos años atrás. Zoro, incapaz de hacerle volver, sacó sus katanas y retiró los tablones.

Entró tras él y comenzó a caminar por el palacio. Una extraña sensación lo envolvía. Sentía que ya había estado allí antes, lo cual era imposible, porque ahí sólo había estado la nobleza, y él era un vagabundo, o bien los rebeldes cuando lo atacaron y él era demasiado joven para haber sido uno de ellos por esa época. Además, los criados no tenían acceso a las zonas lujosas, sólo los encargados de limpiarlas, y como hemos dicho antes, él era demasiado joven para eso. No tenía sentido. Pero aquella sensación no le abandonaba. Aquellos espejos gigantescos, y lámparas de araña doradas… todo le resultaba familiar.

Evidentemente no quedaba rastro de muebles u objetos valiosos, todo lo saqueable había sido saqueado.

Una extraña pero familiar melodía surgió en su cabeza al llegar al gran salón de baile. Confundido comenzó a dejarse llevar por la melodía y las palabras salían de su boca sin pensar…

(Zoro cantando)

"Dulce voz,
ven a mi,
haz que el alma recuerde,
oigo aun cuanto oí,
una vez en diciembre.

Quién me abraza con amor,
veo prados alrededor,
esa gente tan feliz,
son sombras para mi."

 

De repente, ante sus ojos una fantasía cobró vida. Vio a los nobles, bailando, a una niña pequeña de pelo negro azulado bailando con un hombre mayor, podría ser su padre. Ambos se le acercaron y dejando caer una réplica del colgante que llevaba puesto, sus ropas harapientas pasaron a ser ropas nobles. La muchacha le cogió de las manos y comenzó a bailar con él, con su pequeño pero elegante vestido rosa ondeando con cada giro. Él nunca había podido aprender a bailar, pero lo estaba haciendo en ese momento, como por ciencia infusa.

 

"Quien me abraza con amor,
veo prados alrededor,
esa gente tan feliz,
son sombras para mi.

Cuanto fue no murió,
como fuego que prende.
Volverá esa voz,
cuando llegue diciembre.
oigo aun cuanto oí,
una vez en diciembre."

 

Poco a poco, la fantasía de desvaneció, sus ropas volvieron a estar mugrientas y aquella niña desapareció con una sonrisa en el rostro.

 

Una voz grave y masculina le sacó del trance - ¡EH! ¡QUÉ ESTÁS HACIENDO AQUÍ!

 

Sin pensárselo siquiera Zoro salió corriendo, dejando caer accidentalmente su bandana, pero por alguna razón el palacio se había movido y la salida ya no estaba donde antes.

Los dos extraños corrieron tras él, él más joven adelantó al otro a gran velocidad y sin esfuerzo alguno - ¡EH! ¡Para, para, para, para, para, para!

Zoro se encontró de frente con un gran tapiz en lugar de la puerta que estaba buscando. "Estúpido sentido de la orientación por qué me fallas ahora." Pensó.

Sabía que no tenía escapatoria así que desenfundó sus armas y se giró hacia al posible atacante.

 

- ¡Espera un momento, espera, joder! – el extraño había recogido su bandana.

Al ver que el atacante no iba armado, Zoro envainó las armas. "¿Es el imbécil de antes…?"

- Dí, cómo has entrado a… aquí – preguntó el rubio mientras le cambiaba la cara por completo.

 

(POV Sanji)

 

No era posible. Aquel era el vagabundo de hacía un rato, pero ahora sin la bandana tenía un aspecto totalmente distinto. Principalmente porque su pelo era verde, VERDE. Como el que corría por la sangre de los Roronoa. Justo destrás de ese hombre estaba un tapiz de la propia familia. Podía comparar al niño que había en él representado con el hombre que tenía delante y, joder, era prácticamente idéntico. No podía estar teniendo tanta suerte.

Un cachorro de reno empezó a gruñirle, pero de las cosas surrealistas que le habían pasado ese día, esa no era la peor.

Pocos segundos más tarde, Franky llegó hasta donde él se encontraba acalorado.

 

- Disculpa tío, si mi bro, te estaba molestando – dijo el peliazul.

 

(POV general)

 

Sanji se acercó a Franky y le dijo al oído con una amplia pero cautelosa sonrisa - ¿Ves lo mismo que yo?

- Mmm.. no – respondió el otro. A lo que Sanji resopló y le puso las gafas que llevaba hasta ahora el otro en la frente – Sí, ¡SÍ!

- ¿Eres Sanji?

- Puede… eso depende de quién le ande buscando – respondió con una sonrisa galante, mientras se acercaba con paso cauto pero seguro al espadachín.

- Me llamo Ronoa, y necesito papeles para viajar. Una pelirroja me ha dicho que eres tú con quien debo hablar.

- ¡Nami-swaaaaann! E-espera, ¿dices que te llamas "RONOA"? – dijo intentando contener una risotada.

- Sí – respondió con sequedad y desconfianza, aún con la mano en la empuñadura de la katana.

- Hmm… - pensativo y aguantándose una sonrisa comenzó a dar vueltas a su alrededor observándole. Sin duda, si ese tío accedía a sus planes, podían conseguir la recompensa que se ofrecía. Era el vivo retrato del chaval del tapiz.

- ¿¡Por qué giras a mi alrededor, acaso eres un buitre en otra vida!?

- ¡Cállate, marimo, no es asunto tuyo!

- ¡Es Ronoa, no marimo, ¿a quién llamas tú marimo?!

 

Sanji se calmó por el bien de la misión respirando hondo y volvió a mirarle a los ojos con calma y determinación – Es sólo que te pareces tanto a… y… NO IMPORTA – añadió sonriente – A ver, ¿has dicho sobre papeles para viajar? – en ese momento Franky se acercó a ellos, con Chopper en brazos lamiéndole la cara.

- Sí, quiero ir a Japón.

- ¡¿Que quieres ir a Japón?! – Sanji sentía que iba a explotar de felicidad en ese momento. Miró a Franky con complicidad pero este ni siquiera le estaba mirando, estaba entretenido jugando con el reno – encantador… - susurró dándole unas palmaditas al peliazul en el hombro.

- Ahá.

- Déjame preguntarte algo… "RONOA", ¿no? – dijo con suspicacia - ¿hay algún nombre o similar que acompañe a eso?

- Lo cierto es… te va a parecer una locura pero… no tengo ni idea. Fui encontrado vagando sin rumbo cuando tenía 11 años.

- ¿Y… previamente, antes de los 11 años?

- ¡Que no me acuerdo! Tengo muy pocos recuerdos de mi pasado.

- Eso es… perfecto… - comentó disimuladamente Sanji.

- Sólo tengo esta pista al respecto. "Juntos en Japón". – dijo mostrándole el colgante en forma de espada – Así que, ¿puedes ayudarme o no?

- Franky , dame los billetes – susurró a su compañero –claro, nos gustaría, y aunque parezca extraño… nosotros también vamos a Japón. Y tengo 3 pasajes de tren aquí. Desgraciadamente el tercero es para… Roronoa – dijo con mirada inquisitiva.

 

Ambos amigos agarraron cada uno de un brazo a Zoro y lo llevaron consigo.

 

- Vamos a reunir al joven Roronoa con su tío – dijo Franky sobreactuando.

- Y sabes, tú te das un aire – sonrió el rubio.

- El mismo pelo verde, ¡único!

- ¡El de los Roronoa!

- La sonrisa torcida de Mihawk…

- La nariz de Koshiro…

- Oh… y los ojos negros de la princesa Kuina… - el poder de camelo de Franky era asombroso.

- Tienes la misma edad, el mismo tipo de físico – sugería Sanji despreocupadamente.

Sin embargo, Zoro aún desconfiaba – ¿Intentáis decirme que creéis que YO soy Roronoa Zoro?

 

El rubio empezaba a perder la paciencia. Siendo tan evidente y beneficioso para todos, por qué este tal Ronoa no lo aceptaba sin más. No podía hablarle de la recompensa, sería otro más a dividir pero aún así, él podría llegar a ser de la nobleza, ¡¿por qué no se dejaba manejar como el resto?! - Sólo pretendo decirte que he visto a cientos, miles de tíos de toda la región y ninguno se parecía al heredero tanto como tú. Mira el puto retrato.

 

- Desde el principio supe que tú estabas loco, ahora creo que ambos lo estáis.

Sanji le siguió - ¿¡Por qué, tú no recuerdas lo que te ocurrió!?

- Nadie sabe lo que le pasó a ella, es una leyenda urbana a estas alturas, dicen que podría estar viva – añadió Franky – tú quieres ir a Japón y su única familia está en Japón. ¿No es demasiado casual?

- ¿No has pensado que podría ser posible?

- ¿Qué yo fuera un noble? Pues no sé, resulta raro pensar eso si siempre has vivido en una pocilga y te vistes con remiendos. Pero, claro, quién no desearía una vida tan acomodada y lujosa…

 

Sanji ya se había rendido prácticamente a estas alturas, no debía ser tan difícil de convencer. Era una pérdida de tiempo. Abandonó el lado del peliverde para intentar concentrarse y relajarse. Pero Franky continuó. - Y quizás esa vida… te esté esperando… - dijo sonriendo con amabilidad mientras señalaba el tapiz.

 

Sanji volvió a acoplarse al grupo – Nos encantaría ayudarte, peeeero – agarrando a Franky, lo sacó de escena - el tercer billete es para el heredero al trono. Buena suerte, marimo – añadió finalmente mientras bajaban las escaleras hacia la salida, dejando a Zoro pensativo junto al tapiz.

 

 

 

- Ala, ahí va otro candidato potencial. ¡Mierda, bro, ese era el mejor hasta hora!¡Si le hubieras contado nuestro brillante plan, quizás él-

- Él sólo quiere ir a Japón, ¿por qué desprendernos de una gran parte de la recompensa?

- Nos estamos precipitando, le hemos perdido y ¡sin actor no hay pasta, tío! - pero se interrumpió a sí mismo - ¿por qué sonríes?

- Ya verás. 3..2..1… - y levantó los brazos al aire al tiempo en que oía al peliverde llamarle "¡Pelo fregona!", y la sonrisa cambió a un ceño fruncido y rechinar de dientes, pero antes de que pudiera enfadarse Franky le calmó.

 

- ¡Espera!

- ¿Me llamabas? – contestó el rubio con falsa indiferencia.

- Si yo no recuerdo quién soy, quién puede decir que no soy un príncipe, un heredero o yo qué sé, ¿no?

- Ahá, continúa – respondió haciéndose el interesante.

- Y si no soy el que buscan, ese tal Mihawk se dará cuenta y todo quedará en una honrada equivocación, ¿no?

- Parece plausible.

- Pero es que ERES TÚ – insistió Franky – En cualquier caso, irías a Japón.

- Me parece bien – y sellaron el acuerdo con un apretón de manos.

- ¡Au! Joder, menudo apretón, so bestia.

- Nenaza.

Notas finales:

Se agradecen los reviews :)


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