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El Heredero por moskafleur

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En algún lugar del inframundo las fuerzas que habían acabado una vez con la mayoría de los ascendientes de los Roronoa, despertaron ante la amenaza de un posible superviviente, y con ellas, Kurohige.

 

- ¡Se suponía que había muerto! ¡Yo la arrastré conmigo hacia el fondo del río! – se mantuvo pensativo un tiempo, mientras las sombras terminaban de recomponer su demacrada y casi zombificada apariencia después de años muerto – El joven… ¡Sigue vivo!¡Pero no por mucho tiempo!¡Acabad con ese incordio de chico, sin piedad!

 


 

Una vez subidos al tren, Zoro ya podía relajarse. Emprendía un camino largo, pero las ganas de llegar a su destino y las numerosas opciones que ofrecía este nuevo acuerdo le prometían una oportunidad a su llegada, fuese como fuese.

Por supuesto, Chopper vino con ellos. Le había cogido cariño al bicho ese, incluso Franky lo cargaba en sus brazos la mayor parte del tiempo. Sin embargo, a Chopper no parecía hacerle mucha gracia Sanji. Por algo sería, así que Zoro prefirió desconfiar de él hasta nuevo aviso.

El camarote del que disponían era considerablemente amplio y tenía unos cómodos asientos en tonos rojizos, al igual que las paredes. La gran ventana permitía ver el paisaje boscoso nevado sin pasar frío.

Zoro ocupaba un asiento junto a la ventana, y Chopper el de enfrente, mientras que Franky estaba sentado junto a Chopper, lo que no dejó más remedio a Sanji que sentarse con Zoro.

 

- La ventanilla para el ciervo. Genial.

- No es un ciervo, es un reno – dijo Franky.

- Lo que sea – respondió mientras se encendía un cigarrillo.

 

Zoro se pasó la mitad del viaje tocando el colgante distraídamente hasta que Sanji le recriminó – Ya basta de toquetear eso, y siéntate erguido, no olvides que eres elheredero al trono ruso, joder.

- ¿Y qué sabes tú de lo que los nobles hacen o dejan de hacer?

- Es asunto mío saberlo – respondió con autosuficiencia, a lo que Zoro contestó con un gruñido gutural. Sanji suspiró y comenzó de nuevo – Oi, marimo, sólo intento ayudarte, ¿vale?

 

En ese momento, Franky despegó la vista de un periódico que estaba leyendo en ese momento para mirarlos y suspirar de cansancio.

 

- "Sanji" – comenzó Zoro, recalcando su nombre, ya que prefería no decirlo - ¿crees que soy de la realeza?

- Ya sabes que sí – sonrió falsamente.

- Entonces, deja de darme órdenes o ordenaré que te ejecuten cuando lleguemos – esta vez la sonrisa de Zoro era real.

- Ronoa – 1, Sanji -0 - comentó Franky mientras fingía leer el periódico y aguantándose la risa. A lo que el rubio le mandó una mirada asesina.

 


 

Aprovechando que Franky se había llevado a Chopper al vagón restaurante, Sanji se sentó frente a Zoro – Oye, creo que hemos empezado con mal pie.

 

- Sí, pero te perdono.

- ¿¡Cómo que me perdonas, pedazo de neandertal!?

- Cállate, estás disgustando al heredero.

El rubio inspiró hondo para aguantarse las ganas de darle una patada en la sien – Bien, bien, me callaré. Me callaré si tú te callas.

- Muy bien.

- Bien.

- Bien

- Bien

- ¡Bien!

 

Cada uno se puso a mirar a un punto opuesto del habitáculo.

 

- ¿Tú tienes familia? - preguntó Zoro de repente.

- ¿A qué viene eso? – respondió molesto el rubio.

- Era curiosidad, pero déjalo – contestó Zoro refunfuñando.

- No… no, está bien, supongo… Mmm, solía tenerla. Fui pinche, ya sabes, ayudante de chef.

- Seguro que eras un cocinero de mierda.

 

Sanji carraspeó intentando no matarlo antes de acabar de contar la historia.

 

- El chef, Zeff, se llamaba, era como mi padre, aunque no lo era realmente. Mis padres fallecieron en un accidente de tranvía. Zeff… viajaba en el mismo vagón, y ni se planteó llevarme a un orfanato, simplemente me llevó con él. Trabajé y viví a su lado hasta…

- ¿Hasta qué…? Oh, lo siento.

- No importa – Respondió encendiéndose otro cigarrillo.

- ¿Qué edad tienes?

- ¡¿Por qué tantas preguntas?! ...21, casi 22 – respondió Sanji seriamente, dirigiéndole la mirada – ¿Y tú? – preguntó, más por educación que por curiosidad.

- 21, casi recién cumplidos.

- Soy mayor que tú – contestó el rubio sonriendo ligeramente.

- ¿Y qué? Seguro que morirás antes.

- ¡No si te mato yo ahora mismo, marimo de mierda! – respondió lanzándole una patada directa a la frente que Zoro interceptó con una de sus katanas aún enfundadas.

 

Sanji no se había parado a pensar en que realmente él pudiera usarlas. Pero claramente, estaba a la altura de sus habilidades de lucha. Esto podía ser interesante, el viaje ya parecía menos irritante tras este pequeño descubrimiento. Y parecía que era mutuo pues intercambiaron una sonrisa de complicidad mientras volvían a sus posiciones relajadas.

Estaban tan concentrados en ellos mismos que no se dieron cuenta de que Franky había visto el incidente desde la puerta.

 

Zoro se levantó y salió del camarote – voy a beber algo.

 

Franky asintió y se sentó junto a Sanji, con Chopper en su regazo, tras lo cual esbozó una sonrisa pícara y abrió de nuevo su periódico.

 

- ¿Qué? Conozco esa cara, ¿qué?

- ¿Una muda atracción homosexual? – respondió sin dejar de leer el periódico y apenas cambiando su expresión facial.

- ¡Y una mierda! ¡¿Pero de qué estás hablando? Ese tío huele mal, es feo, cabezota, maleducado, un vagabundo, irritante y carece de sentido de la orientación! – contestó dando por zanjado el tema y teniendo su contestación como irrefutable.

Franky giró su rostro hacia él y respondió – Ni siquiera has dicho que eres heterosexual.

Entrando parcialmente en pánico por lo absurdo de la situación, Sanji se limitó a contestar – Eso ya era evidente de por sí.

- Sólo preguntaba – respondió el peliazul evitando sonreír.

- Pff, atracción, RIDÍCULO.

 


 

Franky se encontraba dando un paseo por el pasillo cuando oyó una conversación ajena y descubrió que sus documentos falsificados no iban a valerles, ya que el mes anterior eran de un color pero ahora habían cambiado.

El plan había tornado un giro inesperado, pero decidieron esconderse en el furgón de carga.

Chopper, que iba mirando por la ventana, vio unas extrañas sombras rodeando el tren y comenzó a hacer ruidos para alertarles pero Franky estaba demasiado pendientes de las maletas, y Sanji estaba intentando despertar a Zoro.

 

- Marimo, arriba – decía mientras le movía un poco

 

Zoro extendió los brazos de repente para estirarse y golpeó a Sanji en la nariz.

 

- ¡Lo siento creí que eras otra personAh, bueno, eres tú, entonces da igual… –comentó el espadachín.

- Venga, imbécil, hay que irse.

- ¿A dónde? – respondió mientras se colocaba el abrigo verde.

- Creo que me has roto la nariz.

- Nenaza.

 


 

- ¿El furgón de carga? ¿En serio? ¿Por casualidad, no pasará nada con nuestros billetes, verdad?

- Pff, claro que no, qué cosas dices, marimo. Es sólo que no quiero que se te acerque la plebe, después de todo, eres de la familia real – a Sanji nunca le había fallado la labia y no iba a empezar ahora.

- Tsk… - Zoro no se tragaba una sola palabra, pero no estaba en posición de discutir, realmente.

 

De repente, se oyó un gran estruendo que los hizo caer al suelo, cayendo Sanji sobre Zoros. 8 ojos atónitos contemplaron como se desprendía su vagón y la locomotora del resto del tren.

 

Franky corrió hacia la puerta que daba a la locomotora – Está en llamas, tenemos que saltar de este tren, ya.

 

Sanji corrió hasta él para ver qué estaba ocurriendo – Algo va mal, voy a echar un vistazo, ¡quedaos aquí y no hagáis estupideces! – saltó hacia el vagón de enfrente y se agarró a la escalerilla metálica; comenzó a trepar por ella esquivando como podía los trozos de carbón ardiente que saltaban de la locomotora. Poco a poco consiguió entrar en la cabina de mandos para descubrir que estaba vacía y los controles estaban inutilizados y carbonizados. Tenían que salir de allí, por lo que volvió con sus compañeros.

 

- Nadie está conduciendo el tren. Tenemos que saltar – se dirigió hacia la puerta del vagón y la abrió pero en lugar de la blanca y almohadillada nieve se encontró con un precipicio. El tren estaba cruzando un puente en ese momento.

- Tú primero, cara arroba.

- Desacoplaremos el vagón – replicó el rubio. Pero cuando llegó al enganche estaba recubierto por algún tipo de fundición.

- ¡Franky traeme un hacha, un hierro o lo que sea! – gritó el cocinero. Franky le pasó un martillo que encontró en una caja de herramientas pero tras un par de golpes de rompió - ¡VAMOS!¡Tiene que haber algo mejor ahí dentro!

 

Finalmente, alguien hizo caso a Chopper, que llevaba 20 minutos gruñendo a una caja de madera. Zoro la abrió y descubrió que dentro había dinamita. No tenía con qué encenderla pero puede que alguno de ellos sí.

 

- ¡Ten!

 

Sanji la cogió, sacó el mechero y la encendió – Esto servirá – contestó, la colocó como pudo y subió corriendo al vagón de nuevo - ¡Corred, corred, corred!

 

Se ocultaron tras unas cajas para protegerse de la explosión.

 

- ¿Qué os enseñan en esos orfanatos? – dijo el rubio y puso el brazo sobre los hombros de Zoro para obligarle a agacharse algo más.

 

Tras la explosión, ni siquiera se desprendió pero quedó gravemente dañado y la mitad estaba cubierto por las llamas.

 

- ¡MIERDA!¡¿Qué hacemos?!

- ¡Aparta, cocinero! – Zoro desenvainó las katanas y con 3 tajos se deshizo por fin de la unión.

- Zoro-bro, eres la hostia –comentó Franky poniéndole la mano en el hombro.

- No os preocupéis, hay mucha vía por delante, se deslizará hasta detenerse – comentó Sanji intentando parecer despreocupado.

 

Pero cuando fijaron la vista en el horizonte, descubrieron que se aproximaban a un puente semi-destruído y si seguían en el vagón para entonces caerían a una muerte segura.

 

- ¿Qué decías? – respondió Zoro.

 

Sus ojos azules avistaron entonces una cadena de hierro unida a un gancho. Si coneguía lanzarla y hacer que se enganchase a las vías podría frenar el tren un antes de que llegase al puente.

 

- Tengo una idea, Franky, ayúdame con esa cadena – Sanji se dirigió hacia la puerta trasera del vagón. Pero Franky se tropezó y cayó dentro de una de las cajas.

 

Al ver esto, Zoro recogió la cadena y corrió hacia Sanji.

 

- ¡No estaba hablando contigo, alga! – gritó Sanji semicolgado del vagón.

- ¡Franky no puede ahora, cejillas! – respondió el otro mientras le daba el gancho. Lo ató como pudo a una de las barras de la parte de abajo del tren, pero un trozo de hierro se desprendió de la parte delantera y salió disparado hacia él.

 

Habría muerto de no haber sido porque Zoro le agarró de la corbata y le levantó hasta ponerlo a su altura. Se quedaron mirándose a los ojos durante unos segundos. Había sido un acto puramente instintivo por parte de Zoro pero había significado la diferencia entre la vida y la muerte para Sanji, y no sabía qué hacer a continuación. Decirle gracias sería alimentar su ego, pero quizás la situación lo requería y no decirlo iba a ser peor; sin embargo, las palabras parecían no salir de su boca. Ojos negros se buscaron en ojos azules, y hubo una especie de entendimiento mutuo silencioso.

En ese momento, el trozo de hierro que había salido disparado golpeó el tronco de un árbol y arrancó un gran trozo de él.

 

- Y pensar que ese podrías haber sido tú – comentó Zoro. Terminó de levantar a Sanji y se alejó para comprobar que Chopper estaba bien.

- Si salimos de ésta, recuérdame agradecértelo – respondió el rubio.

 

Ambos se prepararon y empujaron el resto de la cadena fuera del vagón. Ésta hizo de ancla y se enganchó en la propia vía, pero el tren llevaba tanta velocidad que consiguió arrancarla. El tirón de la propia cadena desestabilizó el coche y les hizo tambalearse y caerse. El vagón giró sobre sí mismo, frenando parcialmente y dando vía libre para un salto más o menos peligroso. Pero en esos momentos era la opción más segura.

Los 4 saltaron y cayeron sobre la mullida nieve.

Notas finales:

Se agradecen los reviews :)


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