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Mi pequeño problema. por fxctheworld

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Notas del capitulo:

Antes que nada ¡Gracias por leer mi fic! agradezco mucho sus reviews y sus comentarios hacía esta historia loca.

Yugi al entrar lo primero que hizo fue dejarse caer en el asiento del Jet gruñendo con pesadez mientras ponía sus pies en el respaldo del otro asiento. Era increíble que haya aceptado la condición de su madre, todo por el bienestar de su hermana. Lo único que lo tenía aliviado sería que Bakura estaría al pendiente, no confiaba en su madre por eso tenía que mantenerla vigilada.


Yami por su parte se sentó al otro extremo del asiento mientras sacaba un libro para leer, ahora que Yugi vendría consigo a California tenía que tomar en serio su trabajo, nada de dejarse engañar por el.


Lo tenía pensativo el comportamiento de el y su madre el tiempo que estuvo en su casa, por lo que veía ellos tenían un cierto odio entre ellos, pero Yugi parecía dolido por algo o alguien.


- ¿Cuántas horas son de aquí a California? - Miró con cansancio a su psicólogo, quien no le regresó la mirada sólo se dedicó a hojear su libro.


- 12 horas exactamente.


- ¡Mierda, moriré de aburrimientoooo!


- Puedes dormir si quieres. - Se encogió de hombros sin importancia, todavía seguía incomodo con lo sucedido en su habitación.


- Uy, que serio.


Yugi se puso de pie para tomar su maleta y buscar entre su cosas, a ver si la genio de su madre había empacado lo que necesitaba, cuando lo encontró, sonrió con malicia.


- Juguemos Atemu.


- ¿A qué?


- Duelo de monstruos. - El oji-amatista mostró su mazo de cartas, el cual curiosamente Ashita guardó en la maleta. Hace años no jugaba a eso.


- Lo siento, no tengo mi mazo para jugar contigo.


Yami era fanático del juego, incluso en sus años había sido bastante bueno en la Universidad cuando salió dicho juego de mesa.


- No tendremos un duelo, será a mi modo. - Se limitó a responder.


- ¿Apostando virginidades y drogas? no gracias. - Murmuró.


- ¡No sea idiota! apostaremos secretos, el que saqué el monstruo con menos puntos de ataque tendrá que revelar un secreto.


- ¿Y eso para que o qué? - Volvió a preguntar frunciendo ligeramente el ceño.- No tengo por que revelarte mis secretos. - Mordió su labio inferior, el también se aburría estar en un Jet por 12 horas de aquí hasta california.


- Me aburro, y no tengo ganas de saltar del avión así que comience o me atrevo a hacer bungee. - Lo retó con una sonrisa burlona, Yami simplemente respondió con un suspiro de pesadez. El tricolor se sentó al frente de el barajeando el mazo y colocándolo en la mesa.


- ¡Duelo!


Yugi fue el primer en sacar una carta, obteniendo a Berfomet, 1400 ATK. Yami obtuvo a Feral Imp, 1300 ATK.


El tricolor mayor río divertido. - Por poco.


- Hable.


- Entré a la Universidad a tu edad. - Habló sin interés.


- ¿En serio? que nerd. - Hizo una mueca de desagrado, la cual a Yami le pareció chistosa. No pudo evitar reírse.


- Mi turno.


Nuevamente Yami sacó una carta, obteniendo a Gaia the Fierce knight, 2300 ATK. Mientras que Yugi nuevamente obtuvo la victoria con Magician Black of Chaos, 2800 ATK.


- Este juego no está de su parte. - Se burló el menor cruzándose de brazos.


- Me gusta el tatuaje de tu cuerpo. - Sonrió sincero guiñándole un ojo, el cual Yugi se limitó a sonreír.


- ¿Cuál de todos? - Inquirió enarcando una ceja.


- ¿Tienes más? - Jadeo asombrado.


- ¡No! Jajaja, quería ver que tan sensible estaba. Sólo tengo el de la mariposa y el de las letras.


- Ese no lo vi bien ¿Qué dice?


- Te toca barajear las cartas.


Evadió la pregunta dejando con la curiosidad al oji-carmín. Nuevamente barajeo el mazo. Esta vez, Yami ganó.


- Dejé la escuela a los 13 años. - Rodó sus ojos poniéndolos en blanco.


- ¿Por qué?


- Problemas familiares ¡Esto no es la consulta! reparta.


Repartieron, esta vez con la victoria de Yami.


 


- Me excitó que soñarás conmigo y gimieras mi nombre. - Habló Yami acercándose lentamente al rostro de Yugi.


- ¿E-en serio?


- Sí.


Yami besó a Yugi de manera apasionadamente recostándolo en el asiento mientras arrancaba su camisa dejando a la vista sus tatuajes.


 


- ¡Yugi, Yugi! ¿Estas ahí? no me digas que también te puedes drogar con sólo verme.- Se burló el mayor con una sonrisa juguetona, Yugi reaccionó.


- ¿Qué, qué?


- Estabas distraído, tu mente no estaba en el juego. - Miró hacía la ventana notando que ya estaba por oscurecer, el cielo se ponía carmesí.- Es hora de dormir.


- No quiero dormir, a estas horas yo veo televisión. - Refunfuñó como niño pequeño cruzándose de brazos, Yami le extendió el control remoto.


- Supongo que hay televisión aquí ¿no?


- ¡Yo que sé! odio estas cosas, me siento asfixiado al subirme. - Tomó el control de mala gana prendiendo la pequeña pantalla del techo, cambiando a variedad de canales.- ¡No hay porno! demonios, sólo hay películas de Harry Potter en la TV.


- No puedo creerlo, tan joven y vez eso. - Negó con la cabeza recostándose en el asiento.


- Es un aguafiestas, la pornografía no es algo malo. ¡Es más! eso te enseña a tener mejores posiciones a la hora de tener sexo. - Habló Yugi sin pudor alguno, Yami abrió sus ojos sorprendido tapándose los oídos.- Tiene 22 años, por el amor al yaoi.


- ¡Deja de hablar de eso!


- No me diga que.. ¿No lo ha hecho con alguien en su vida? - Preguntó sorprendido y emocionado a la vez. <Esperen ¿emocionado yo? ¡Tonterías!>


- No tengo porque decirte mi vida privada, cállate y duérmete de una maldita vez. - Esquivó su mirada amatista ocultando el pequeño rubor de sus mejillas.


- Uy uy, alguien se calentó.


- Sólo duérmete.


- No, quiero ver como matan a Bellatrix.


- Haz lo que quieras entonces. - Respondió con desdén.


En serio que ese chico lo sacaba de sus casillas al mayor, decía una cosa. Luego decía otra. ¡Quien lo entendía! es más, aseguraba que ni el mismo seguramente se entendía. Optó por ignorarlo y cerrar sus ojos tratando de conciliar el sueño ignorando a Yugi.


- ¿Y este que le pasa? - Susurró para si mismo, volviendo la vista a la pantalla. Viendo una escena donde Harry se reencontraba con sus padres, sonrió melancólicamente. El preferiría que sus padres hubiesen muerto que tenerlos vivos.


O, sólo haber nacido en otra familia que no fuese la que tenía.


Todo su sufrimiento, y la razón de la cual era así de rebelde era por culpa de su padre, pero más de aquella mujer haciéndose llamar por su madre.


Flashback.


Los gritos, sonaban en la casa de la familia más reconocida de Japón; los Mutou. Objetos romperse eran lo que podían opacar aquellos gritos e insultos que se lanzaban sus padres.


Un tricolor pree-adolescente de 11 años se encontraba en el armario de su habitación encerrado con su pequeña hermana de 5 años cubriéndole los oídos para que no oyese los insultos y gritos. Mientras que él tenía que soportar la dura realidad que le estaba por venir.


Cerró sus ojos con fuerza cuando escuchó otro objeto más romperse con fuerza.


- ¡Ashita, eres una...!


- ¿Una qué idiota? ¡¿Una que?!


- ¡Eres deplorable! ¿Cómo pudiste hacerme esto? ¡Yo que te amé con locura!


- ¡Tu amor no significa nada para mi, comparado con tu poder!


- ¡Es suficiente, Ashita quiero el divorcio!


Esa última frase sonó como un eco por toda la casa, opacando cualquier sonido que viniese de afuera. Esas simples 3 palabras hicieron romper al corazón del tricolor. Las lágrimas no tardaron en asomarse y brotar de sus ojos.


Sólo se preguntaba una cosa: ¿Por qué? ¿Por qué a ellos? ¿Qué habían hecho para merecer esto?


Fin flashback.


Despertó con la respiración agitada llevándose una mano al pecho, arrugando la parte superior de la ropa.


Había sido más que un sueño, un mal recuerdo del pasado. Giró su vista hacía la pequeña ventana del aparato observando como amanecía. El sol se asomaba por aquellas nubes alumbrando todo a su paso. Era una vista agradable, miró un poco más abajo notando unos pequeños edificios y palmeras. Habían llegado.


Miró a Yami quien seguía profundamente dormido, y se le ocurrió una brillante broma. Tomó un plumón acercándose silenciosamente hacía el.


Empezó primero por los ojos dibujando alrededor de estos haciendo unos lentes, luego en su mentón dibujo una pequeña barba, luego un bigote. Y como toque final colocó una cicatriz como la de Harry Potter en su frente, con letras chiquitas en la frente "El elegido por Yugi Mutou"


Oprimió sus labios evitando reír, pero lo que si hizo fue tirarse encima suyo gritando.


- ¡Yami mi amor ya llegamos! - El como respuesta soltó un quejido de dolor.


- Yugi no era necesario despertarme así. - Gruñó mirándolo fijamente, el tricolor menor oprimiendo sus deseos de reír, falló y carcajeó.


No podía tomarlo en serio con eso pintado en su rostro, en cambio el mayor sólo bufó sin percatarse de lo que tenía en la cara. Hizo a un lado a Yugi quien seguía riendo como loco para ir a la cabina.


- Dios, este psicólogo es demasiado atolondrado.


Subió la vista hacia el techo, tenía que preparar una estrategia para no aburrirse en ese Internado y no revelarle nada a Yami. Aunque fuese un chico demasiado apuesto y bien dotado, no caería.


- Abrocha tu cinturón, aterrizaremos ahora mismo. - Indicó Yami entrando donde Yugi, quitando sus pies del respaldo del asiento, el se levantó entusiasmado.


- Bien, entonces me prepararé para que el mundo conozca al demonio en persona. - Habló dirigiéndose hacia su maleta y sacando un par de anteojos de sol y un sombrero al estilo Rey del pop. Claro que esto lo hacía por divertirse.


- ¿Por qué te gusta ser catalogado como un Niño mal o demonio? - Se atrevió a preguntar el mayor sin apartar la vista de su paciente.


- Por que así la gente me tiene miedo y tengo poder sobre ellas. - Respondió con naturalidad encogiéndose hombros.


Dio un respingo.- Esa no es forma de hacer las cosas, mocoso.


- Tengo una pregunta para usted ¿Por qué me dice mocoso? ¡Ya le dije que me llamo Yugi! - Reprochó torciendo la boca.


- Es lo que eres, un mocoso mimado.


- ¡Oiga..!


- Abróchate los cinturones, no quiero ser responsable de la muerte del demonio de Japón. - Claramente eso había sido una burla referente lo que había dicho el tricolor anteriormente, el sólo obedeció.


.


.


.


- ¡Hola Nueva York.. digo California! Llegó su papi. - Exclamó quitándose el gorro de su cabeza, como si fuese una estrella. Pero no recibió aplausos, lo único que recibió fue la mirada neutra de una señora alta, cabellos negros y un mechón rojo colgando de su frente. Supuso que sería la madre de Yami por el increíble parecido que tenían.- ¡Suegra, vino a verme!


- ¿Perdón?


- Lo siento mamá, es Yugi. Va a ser duro. - Suspiró cansado sobando su cuello.


- Y vaya que le daré duro. - Relamió sus labios con lujuria, la señora ignorando aquello miró a su hijo para luego señalarlo.


- Yami ¿Qué tienes en la frente?


El por instinto tocó su rostro, pero no sintió nada. Hasta que le paso un pequeño espejo, ya viéndose bien notó la broma del pequeño demonio que le había hecho mientras dormía.


- ¡Mutou, pagarás por esto!


- Por favor, si me castigará primero áteme a la cama y deme de latigazos como Christian Grey a Anastasia. - Bromeó quitándose los anteojos.


- Lo que te daré son nalgadas, niño malcriado. - Vociferó tomándolo del brazo y bajándolo por la fuerza.


- Eso se oye muy rico.


- ¡Suficiente! su comportamiento es inaceptable. - Exclamó la Sra. callando a ambos tricolores.- Llévalo con los Internos.


Yami asintió llevándose a Yugi a zancadas de ahí, ya que estaban en un pequeño aeropuerto para situaciones así.


Cuando entraron al Internado se veía diferente, Yugi lo imaginaba como un lugar para locos que corrían por los pasillos siendo correteados por sus psicólogos. Pero no, todo parecía estar tranquilo. El living incluso era algo amplio para un Internado.


Ambos permanecieron en silencio, hasta llegar a una habitación abriéndola. En ese instante notó el tricolor menor que había cuatro camas, una habitación bastante amplia.


- ¿Cuarto compartido? creo que tendré aquí varias orgías.- Bromeo hincando las costillas de Yami, pero el no se lo tomó de chiste ante la seriedad que tenía. Carcajeó al ver la broma que le había hecho en la cara.


- Tus bromas no son graciosas, anda ve y acomoda tus cosas. - Finalizó azotando la puerta tras de sí, Yugi dio un brinco del susto.


- Alguien necesita una paja... y ni siquiera me dio un beso de bienvenida.


Tiró su maleta al suelo dejándose caer en la cama de frente, apenas llevaba 5 minutos aquí y se sentía encarcelado.


La puerta se abrió.


- Miren chicos, tenemos un nuevo inquilino aquí.


Yugi inmediatamente se sentó en el borde la cama, encontrándose a tres chicos. - ¿Y ustedes son?


- Soy Jounochi. - Se presentó un rubio de ojos miel, mientras sonreía alzando su pulgar. Se veía simpático.


- Yo Ryo. - Un albino de mirada gentil extendió su mano al tricolor, quien no dudo en aceptarla.- Un gusto.


- Y yo soy Honda. - Un castaño poco moreno se presentó cruzándose de brazos sonriendo mostrando sus dientes.- El comandante de esta habitación.


- En tus sueños Honda, lo único que tienes de comandante es dejar tus bóxer tirados en el piso. - Mencionó el rubio señalando el tiradero de ropa. Todos rieron ante esto.


- Jounochi imbécil.


- ¿Y tu eres? - Preguntó el albino hacía el tricolor.


- Yugi. - Sonrió ampliamente.- Mutou.


- ¿Mutou Yugi? - Jadeo con impresión el rubio.- ¡ÍDOLO!


- ¡Eres una leyenda!


Exclamaron el rubio y el castaño sumamente emocionados mientras hacían una exagerada reverencia hacía el. El no pudo evitar reír a carcajadas.


- Son unos tontos. - Mencionó Ryo tocándose la sien.


- Bueno, ya que me conocen bien. Quiero que me ayuden en algo. - Yugi tenía un plan en mente, sería como su propia bienvenida al Internado, los tres sonaron interesados.


- Dinos y nosotros te echaremos la mano. - Aceptaron sin dudar los tres.


- Esto es lo que haremos.

Notas finales:

Aquí comienza lo mero mero xD ¿Qué pensará hacer Yugi? dios, ni un día y ya empezará con el desmadre ¿Qué les pareció? ^^


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