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KaiSoo por KaiSoo21

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Durante el camino de regreso, Sehun consideró que el moreno no estaba en condiciones de conducir así que él tomó el asiento de piloto en el deportivo.
Y tenía razón. Kai había estado tan concentrado en KyungSoo y la relación que habían mantenido hace años que casi ni había tomado importancia sobre sus padres. Ahora que lo pensaba, él no entendía muchas cosas y esperaba que su tía pudiera ayudarlo.
Estaba nervioso y el cantante pareció notarlo a pesar de que físicamente no mostraba ningún signo de ello, pues entrelazó sus dedos con los del bailarín dándoles un reconfortante apretón.
Cuando entraron en la casa y la señora Kim se dejó ver desde la cocina, los sentimientos de Kai dieron un gran giro. Antes se sentía confundido, y ahora el enojo inundaba sus pensamientos. La señora corrió a la entrada para saludar a su sobrino pero este se hizo a un lado con la seriedad marcada en su rostro.
– ¿Por qué…?
– Por que ustedes me trataron como un tonto durante años. – respondió como explicación.
– Las cosas no son como tú crees. – negó entendiendo la postura del muchacho.
– Y, según usted, ¿cómo son?
La señora invitó a que se sentaran en el living pero el moreno negó y tomó una postura que indicaba que no se movería de ahí hasta que le contaran la verdad. Esperó a que la mujer comenzara a hablar pero ella solo miraba el suelo y decidió comenzar él.
– ¿Dónde están mis padres? ¿Por qué viví con ustedes después del accidente si mi lugar estaba con ellos?
– El día del accidente tu padre falleció, Kai. – dijo lentamente y en voz baja. Vio como el chico abría sus ojos demostrando la sorpresa que le provocaba la noticia y luego se mordía el labio inferior. Cerró sus ojos fuertemente y cuando volvió a abrirlos su tía volvió a hablar: – Y tu madre… ha estado inconsciente desde entonces.
– ¿Qué? – el moreno tuvo que apoyarse en la pared para no caer pues sus piernas parecían no soportarlo. – ¿Por qué… por qué nunca me dijo esto? ¿Acaso no le daba siquiera una pizca de tristeza cuando era pequeño y le preguntaba por ellos?
– No ganábamos nada con decírtelo. – trató de excusarse mientras se arrodillaba a la altura de Kai, quién finalmente había caído preso de la confusión. – Ibas a estar toda tu vida esperando a una persona que tal vez nunca va a despertar…
– ¡AÚN ASÍ ES MI MADRE! – gritó. – Yo debería haber estado con ella… ¡Tú no eres quien para quitarme ese derecho!
– Tranquilo. – le dijo D.O. mientras lo tomaba de la mano y lo ayudaba a ponerse en pie. – Piensa que todo fue por una buena causa…
– ¿Cuál buena causa? – preguntó alejándose del castaño. – Eso no se hace… ¡Me privó de mi madre! – dijo como si D.O. no lo entendiera.
– No quería… – los sollozos apenas dejaban hablar a la mujer que seguía en el suelo. – Te lo juro… pero es que viviste tan feliz todo el tiempo… De haberlo sabido tal vez ahora no serías lo que eres. Fue por eso… por eso no te dije nada.
– Quiero verla. – fue lo único que dijo a modo de respuesta. – Mañana a primera hora pienso tomar un avión para verla.
– Está bien. Es tu decisión, ahora no puedo negarme. – aceptó mientras se ponía en pie.
– También aprovechare para visitar la tumba de mi padre.
– ¿Crees… que te hará bien eso? – preguntó quedamente el platino que hasta entonces se había mantenido al margen.
– ¿A qué te refieres?
– Acabas de salir del hospital. Y no hace mucho que dejaste de sentir dolores. – explicó el platino objetivamente.
– ¿Hospital? ¿Qué pasó? – preguntó la señora Kim repartiendo miradas entre su hijo y su sobrino.
– No es nada que a usted le interese. – respondió Kai.
– ¡No seas así con ella! – regañó Sehun.
– ¡Cállate, mira que tu también me ocultaste información…!
– Sí, lo hice. Y cuando te lo expliqué, lo entendiste. ¿Por qué con ella no puedes hacer lo mismo?
– ¿De qué información estás hablando? – volvió a preguntar la mujer más confundida que nunca. Al contrario que la vez anterior, Kai si respondió.
– ¿Recuerdas al niño que llego junto con Sehun el día que me dieron de alta después del accidente? – preguntó y luego rodeó a KyungSoo por los hombros, acercándolo a él. – Ese niño es él.
– ¿Cómo…?
– Eso. Sehun lo supo desde que llegamos pero no me lo dijo. ¡Argh! Eso da igual ahora, lo único que quiero es ver a mi madre y que me digas donde descansa mi padre.
– Llamaré para reservar vuelos. – avisó Suho y salió al patio donde la recepción era mejor.
Mientras él hacia la llamada, a su madre se le ocurrió interrogar a D.O. quien a pesar de estar nervioso contestó con toda la sinceridad posible.
– Kai. – dijo el platino volviendo a entrar. – No hay vuelos disponibles durante toda la semana…
– ¿Qué? – preguntó enojado mirándolo con furia. – ¿Cómo que no hay vuelos? ¿Es una broma?
– ¡Eh! No te enojes conmigo, no es mi culpa. – regañó con el ceño fruncido.
El moreno asintió y respiro profundo. Se disculpó excusándose que se sentía nervioso, enojado y con algo de pena. Kai caminó lentamente hasta el sofá y se sentó con los codos apoyados en sus rodillas. Enredó sus dedos entre su cabellera negra y suspiró. Todos se quedaron en silencio, algunos poniéndose en el lugar del bailarín y otros buscando una solución.
– Yo podría llevarlos en mi jet. – sugirió D.O.
– Sólo lo usas para las giras. – respondió casual el moreno, como olvidando por un momento la situación en la que se encontraba.
– Pero esto es algo especial… además, a mi me ayudará tanto como a ti.
A medida que el cantante iba hablando, Kai se levantó de su asiento y se acercó hasta poder rodearlo con sus largos brazos.
– Gracias, eres el mejor novio que podría tener.
– ¿Cómo que novio? – preguntaron al unisono madre e hijo.
– Después te explico. – respondió a Suho. – Ahora iré a caminar… necesito pensar.
– ¿Te acompaño? – ofreció el castaño.
– No. – Kai empezó a caminar y luego volvió pues notó que su negación había sonado más ruda de lo que pretendía. – Lo siento, espero que no te molestes.
– No te preocupes, lo entiendo.
– Gracias. – el moreno se inclinó solo lo suficiente para besarlo durante un momento y luego se marchó.
Avanzó por las calles de su barrio. Estaba atardeciendo rápidamente y la brisa que corría era agradable. Pasó por fuera de varias tiendas y locales pero no le apetecía entrar a ninguno. Decidió ir al parque, supuso que por la hora no habrían muchos niños como para hacer insoportable su estadía ahí.
Cuando llegó y se sentó en la primera banca vacía que encontró todos sus intentos por calmarse y pensar con la mente fría se esfumaron. Frente a el, a una distancia considerable, escondidos entre las sombras que daban los arboles estaba una pareja discutiendo. Siguiendo a sus peores instintos se levantó y se les acercó.
– Parece que el destino quiere que peleemos constantemente. – fue su saludo.
Tao se volteó lentamente y lo miró de cabeza a pies y luego volvió a subir hasta hacer contacto con los ojos oscuros del bailarín. Sonrió fríamente y dio un paso adelante.
– Veo que ya estas bien. Terminemos esto ahora…
– Esperen, ¿Qué van a hacer? – preguntó Minzy tomando el antebrazo del rubio.
– Oh, ya que estás aquí. – dijo Kai fingiendo darse cuenta recién de su presencia. – Has de saber que tu plan no funcionó… D.O. y yo hemos vuelto.
– ¿Cómo que volvieron? – preguntó incrédula.
– Él ya sabe que todo fue una mentira tuya, una trampa para separarnos. Y ahora es lo de menos, tú ya no importas.
– ¿Me puedes explicar de qué habla este imbécil? – gritó Tao dirigiéndose a la chica que pareció encogerse por el tono en el que le hablaban.
– No es nada. – susurró mirando el suelo.
– Anda, díselo. – incitó Kai agraciado por ver a Minzy cohibida por el rubio. – Dile que querías acostarte conmigo hasta el punto de amenazarme…
– ¿Cómo? – preguntó Tao al mismo tiempo que la morena hacía callar al bailarín.
– ¡CALLATE, NO DIGAS NI UNA PALABRA MÁS! – prohibió entre lagrimas antes de marchase corriendo.
El rubio la siguió con la mirada hasta que se perdió entre la muchedumbre y volteó a ver al chico que aún seguía esperando quizás qué.
– Me encargaré primero de ti.
– ¿Ah, sí? Quiero ver que puedes hacer… y te advierto que esta vez no voy a confiarme. – desafió con una ceja levantada.
– Veamos si sigues de hablador después de esto. – advirtió Tao antes de, con la velocidad de un leopardo, levantar su brazo con su puño cerrado para poder golpear la cara de Kai.
No lo logró, pues el chico se agachó aun más rápido. Desde el suelo y con una buena posición levantó su pie golpeando el mentón del líder, quien, cuando se giró para volver a enfrentar al moreno se encontraba botando sangre por la boca. Se disponía a volver a atacar cuando un grito provocó que ambos se voltearan buscando el emisor de la voz.
– ¿Qué estás haciendo aquí? – preguntó Kai aún en guardia, solo por si acaso.
– Mira, llegaron los refuerzos. – dijo Tao rodando los ojos.
– ¿Apenas saliste del hospital y ya quieres entrar otra vez? – regañó Sehun y luego se dirigió a Tao. – Y tú, será mejor que te largues de aquí si no quieres enfrentarte a nosotros dos. Bien sabes que no te conviene.
– Esto no se va a quedar así. – amenazó el rubio mirando a Kai.
– Asume que no puedes hacerme nada. – fue la respuesta del moreno.
– Yo no estaría tan seguro de eso. – dijo como despedida.
**
Como era de esperarse, el peli-arcoíris arrastró de vuelta a la casa a su amigo y cuando contó lo que había ocurrido se llevó regaños de parte de todos. Este solo se limitó a escuchar con la cabeza gacha y esperó a que todos hubieran terminado para hablar.
– ¡Me las tenía que pagar! – explicó. – ¿Acaso olvidan como me dejó? Ah… – suspiró y sonrió satisfecho. – pero ahora si que le di un buen golpe.
– No hay caso contigo. – negó Suho mientras le servía sopa.
Todos cenaron sin volver a comentar el incidente. El rato pasó tranquilo hasta que el más bajo fijó la vista en el reloj mural que había en la sala.
– Es tarde, debemos irnos.
– ¿Debemos? – preguntó la señora.
El cantante asintió y fijó su vista en el hombre a su lado.
– Esta noche te quedarás en mi casa, Kai.
–Okey. – aceptó de inmediato. – Eso despejara mi mente un buen rato. ¿Aún hay ropa mía en tu casa?
D.O. no esperaba esa pregunta y de inmediato desvió la mirada. Se había sonrojado y sabía que todos lo habían notado.
– Eh, no. Hace tiempo ya que la doné…
– ¿Cómo que la donaste? – preguntó Kai mas sorprendido que dolido.
– Sí, ¿cómo? – apoyó Sehun, con distinta intención. – ¿Cómo es que te aceptaron esa ropa tan fea? – terminó con una mueca de asco ganándose un “Oye” por parte de su mejor amigo.
– Estaba molesto… – respondió el castaño ignorando a Sehun. – Y quería deshacerme de todo lo que tuviera que ver contigo.
– Bueno… Entonces tendrás que esperar a que haga mi maleta… así mañana no andaré apresurado.
– Pero hazlo rápido. – exigió el cantante.
– Está bien, no me tardo. – Kai se levantó de la mesa y caminó a paso rápido hasta la escalera. Había empezado a subirla cuando la risa del peli-arcoíris lo detuvo.
– Parece que el admirable Kai no puede hacer nada frente a las ordenes del temible D.O. – se burló.
– ¿Tu crees que no puedo desobedecerlo? – preguntó desafiante el chico volviendo sobre sus pasos hasta el comedor. Había estado luciendo superior ante su amigo pero cuando cruzó una mirada con el bajo supo que era mejor realizar su tarea. Volvió a caminar hacia las escaleras cuando escuchó a Sehun que se reía una vez más.
– ¡Por favor, pero si llegas a correr con apenas una mirada!
– Cállate. – le gritó desde la escalera. – Déjame ordenar o se enfadará conmigo…
– Bien, D.O. – felicitó el peli-arcoíris mientras le daba palmaditas en el hombro. – Lo tienes bien entrenado.
D.O. solo lo miró seriamente.
**
Tao se encontraba en su departamento. La única clase de iluminación en el lugar provenía de la pantalla del computador que estaba utilizando en ese momento. Bendijo el momento en el que había decidido instalarse un micrófono en sus zapatillas casuales, las cuales llevaba el día de la gran pelea.
Después de golpear a Kai y antes de que este cayera, Tao había escuchado claramente como su contrincante murmuraba un nombre, desafortunadamente ahora no podía recordarlo y se encontraba revisando la grabación de ese día.
Se escuchaban sus propios gemidos y gruñidos al golpear y ser golpeado. De fondo reconoció los quejidos de CL y los lloriqueos de Dara y se centró en ellos hasta que escuchó lo que buscaba. Ahí, casi imperceptible, estaba la voz de Kai.
“KyungSoo…”
Ese nombre no le sonaba para nada, pero tendría que ser alguien cercano al bailarín para que lo mencionara en un momento como ese.
A pesar de la hora, llamó a la rubia y a su pequeño ciervo para que se presentaran en su hogar lo antes posible. Cuando estos llegaron y se plantaron frente a Tao, él les encargó la tarea de averiguar quien era el tal KyungSoo.
Al principio, Xiumin se mostró reacio a cumplir la orden pues temía que Tao, al tener tanto rencor hacia Kai, volviera a hacer daño al único amigo que había tenido en la vida. El castaño no quería que le hicieran más daño a Kris.
**
Al día siguiente, todos se juntaron temprano para abordar el jet del cantante. Después de varias horas de vuelo, en las que Kai no había dicho ni una palabra, la aeronave aterrizó, y lo primero que exigió el moreno fue ir de inmediato al hospital donde estaba internada su madre.
La señora Kim asintió y se despidieron del resto. A las afueras del aeropuerto tomaron un taxi y en menos de treinta minutos estaban frente a un gran edificio de aspecto modernista con al menos quince pisos. Si no hubiera sido por que la mujer avanzó y entró, a Kai no se le hubiera ocurrido que ese lugar era un establecimiento de salud.
Apuró sus pasos para alcanzar a su tía quien ya se encontraba dentro de un elevador.
– Muchas gracias. – dijo una vez que las puertas se hubieron cerrado.
– ¿Por qué lo dices?
– Por que usted pagó la estadía en el hospital durante años. No me contó nada pero tuvo sus motivos… aún así, gracias.
– Ni lo menciones. Es lo mínimo que podía hacer. – alcanzó a decir antes de que las puertas les revelaran un pasillo de paredes blancas que, en ese momento se encontraba vacío. La señora salió primero y caminó hasta la tercera puerta del lado izquierdo (el ascensor estaba en el lado derecho). El moreno también se planto frente a la entrada y tragó saliva. La mujer le abrió la puerta y la empujó solo unos centímetros, luego se sentó en la corrida de sillas que había en el pasillo.
Usando sus propias manos, el bailarín terminó de abrir la puerta y entro. A la vista era una simple habitación de hospital pero una vez que se le ponía la debida atención, pequeños detalles saltaban a la luz; como el hecho de que los números en un calendario estaban todos marcados hasta el día 16 de Junio, Kai sacó la cuenta y cayó en que ese día, por la tarde, la mama de Suho había llegado a Okinawa. Sobre la mesita de noche, habían varios libros de distintas temáticas, todos estaban gastados, como si se hubieran leído muchas veces. Pegada a la pared, había una sencilla mesa adornada con un gran florero de rosas rojas y con un pequeño cuadro. En la imagen se podía ver a un pequeño niño con el cabello oscuro abrazado a las piernas de una mujer de piel blanca y con el cabello del mismo tono que el muchacho.
Kai se reconoció a si mismo y, debido a sus recuerdos recién readquiridos, a su madre.
En el marco de la ventana, había un anuncio de tamaño mediano que había sido recortado de algún periódico. Era de un azul oscuro y se mostraba al cantante a la luz de un único foco. Tras él se notaba una serie de personas con el mismo vestuario. Grandes letras en la parte superior dejaban leer: “D.O. en concierto.”
Bajo los pies de tres personas habían rastros de un marcador rojo. Su tía había remarcado a Suho, a Sehun y a él.
Sonrió y siguió observando el lugar con sus pequeños detalles hasta que se dio cuenta de unos suaves “bip, bip” que emitía la maquina que controlaba los signos vitales de la persona dormida en la única camilla que adornaba el espacio. Kai volvió a tragar saliva y se acercó lentamente.
Definitivamente era ella. Tal vez tenía su piel un poco más oscura y se encontraba algo más delgada pero era su madre.
Sintió como sus ojos se empezaban a inundar con las lágrimas que intentaban salir y de inmediato fijo la vista en la fuerte luz que emitía la lámpara del techo para deshacerse de ellas. No iba a llorar, era un hombre fuerte.
Cuando tuvo la situación bajo control, volvió a mirar a su madre. Esta vez, no se resistió a sus instintos y acarició su mejilla de manera suave. De hecho, lo hizo tan suave que se asustó cuando la mujer empezó a mover sus ojos, aun cerrados. Un segundo después, sus labios estaban separados y sus parpados se habían separado uno de otro.
Atropelladamente, el chico retrocedió. La miró sorprendido por unos momentos y luego corrió al umbral de la puerta.
– Despertó. – avisó a su tía preso del shock quien de inmediato empezó a gritar que necesitaban un doctor.
Esta vez, fue una mujer quién los socorrió. Entró en la habitación apresuradamente y les cerró la puerta en la cara, impidiendo que entraran. Veinte minutos después, la profesional salió para informarles del estado de la paciente.
– Ella se encuentra mejor pero no hagan que hable demasiado. También, tengan cuidado con lo que le dicen, no puede recibir emociones fuertes por algún tiempo. Pueden entrar.
El moreno no recordaba haberse sentido más nervioso que en esta ocasión y los temblores de sus manos lo demostraban. Esta vez, la señora también entró en la habitación pero se mantuvo en silencio.
– Mamá. – llamó Kai sintiéndose extraño. Hacía ocho años que no se dirigía de ese modo con nadie, a excepción de cuando Sehun y él se burlaban de Suho. – Mamá, ¿cómo te sientes?
La señora, que tenía sus ojos levemente abiertos empezó a balbucear, intentando modular el nombre de su hijo.
– Sí, mamá. Soy yo. – tranquilizó mientras acortaba la distancia aún más y se inclinaba para tomar con sus manos la de su madre. Una sincera sonrisa se esbozó en su rostro cuando dijo: – Por fin volvemos a reunirnos.
La alegría duró poco, ya que unos segundos después, la pupila de la mujer se perdió cual cortinas cerradas tras sus parpados. El bailarín sintió como su ritmo cardiaco aceleraba a cada grito que daba volviendo a invocar la presencia de la doctora quien al entrar suspiró y sonrió tratando de calmar el ambiente.
– No te preocupes. Solo dormirá durante unos minutos antes de volver a su plena conciencia. Aún debe recuperar mucha fuerza así que solo nos queda esperar. Hasta entonces, debo pedirles que se retiren.
– ¿Por qué? – preguntó asustado el muchacho. No quería separarse de su madre.
– Daré la orden para comenzar con los exámenes de rutina para verificar el estado de su organismo. – explicó.
– Comprendemos. – habló la señora Kim. Se acercó a su sobrino y lo tomó por el brazo, obligándolo a caminar fuera. – Por favor, manténganos informados sobre su estado.
Kai caminó siendo arrastrado por la cuarentona igual que un zombi. Cuando se dio cuenta, estaba sentado en la cafetería del hospital, y frente a él, un sándwich y un jugo de naranja reposaban en la mesa, esperando a ser ingeridos. Después de parpadear y escuchar como su estomago rugía cayo en cuenta que no había comido nada desde que habían salido de Okinawa y moría de hambre. Con una mirada de agradecimiento hacia su tía, levanto su emparedado y le dio una gran mordida.
**
Kai no pudo esperar más que una noche antes de pedirle a D.O. que lo acompañara de vuelta al hospital. El bajo aceptó con la condición de que no entraría y lo esperaría en el pasillo el tiempo que fuese necesario.
“Mamá… tanto tiempo separados… Te perdiste de mi crecimiento, de mis graduaciones… de mi primer amor. Supongo que ahora tendremos tiempo de sobra para ponernos al día.” Pensó el moreno una vez que estuvo en el lugar que había adoptado el día anterior: con una mano de la mujer entre las suyas.
Unos minutos después, el chico se dejó caer en cuclillas al lado de la cama, y ahí, se entregó a los brazos de Morfeo. Tres horas más tarde, el cantante se decidió a entrar para comprobar a su novio, mas no pudo avanzar; la imagen de Kai al otro lado de la sala, sólo con su cabeza apoyada en la cama, mientras envolvía a su madre le causo una ternura tan grande que se quedó viendo desde la puerta.
KyungSoo no estaba seguro de cuanto tiempo había transcurrido cuando la mujer en la camilla empezó a removerse provocando que el moreno también despertara.
– ¿Estás bien? – le preguntó ya de pie mirándola con preocupación. – ¿Te duele algo? ¿Tienes hambre? ¿Te traigo agua?
– Es… estoy bien. – respondió dificultosamente. – Siento que he dormido una eternidad.
– Sólo fueron ocho años. – comentó en tono de broma el moreno.
– Hola, señora Kim. – saludó el castaño dando pasos hacia adelante para que las personas presentes notaran que estaba ahí. – ¿Cómo se encuentra?
– Muy bien. – respondió la señora pensando que era una clase de enfermero. Cuando se fijó bien en que este no traía ningún tipo de uniforme ni alguna credencial, preguntó: – ¿Quién eres?
– Mi nombre es DO KyungSoo… Supongo que es normal que no me recuerde.
– Eres el pequeño que vivía a la vuelta de mi casa. – intentó la mujer.
El chico respondió con un asentimiento de cabeza y luego se inclinó formando un ángulo de 90°. Por su parte, Kai sacudió la cabeza con una gran sonrisa y explicó:
– Eso era hace mucho, mamá. Él se mudó a Okinawa y se convirtió en un cantante famoso.
– ¡Que bien que hayas progresado! – felicito la mujer y luego volteó a ver a su hijo. – ¿Y tú, Jongin? ¿Qué haces?
– No me digas Jongin… – negó el moreno con una mueca y luego sonrió. – Kai suena mejor. Soy su bailarín, y creo que también me he ganado algo de fama.
La mayor se quedó en silencio y cerró sus ojos mostrando una leve sonrisa. Kai supuso que estaba imaginándolos sobre el escenario.
– Me alegro mucho por ustedes. – comentó una vez que hubo abierto los ojos. – Aunque pensé que Sehun estaría contigo toda la vida, Kai.
– Por supuesto. – confirmó orgulloso mientras sacaba su billetera y señalaba la segunda foto en ella. Se mostraban al peli-arcoíris (que en ese tiempo llevaba el pelo varios tonos más claros que Suho), a su primo quien llevaba gafas de sol y a él con una radiante sonrisa. – Seguimos siendo amigos, los mejores.
– ¿Y por qué no lo veo por aquí? – preguntó.
– Sabes que no sale de casa sin antes haber comido…
– Algunas cosas nunca cambian. – aceptó la mujer encogiéndose de hombros. Volvió su vista a la cartera del muchacho y fijó su atención en la otra foto que esta contenía. Levantó su cabeza, exigiéndole una explicación muda a su hijo. Él comprendió y rodeo la cama para acercarse al chico que se había mantenido en silencio. Cuando lo alcanzó, levantó su brazo y lo uso para rodear los hombros de D.O.
– Bueno, tengo otra cosa que informarte. – empezó Kai. –D.O… aparte de ser mi jefe, es el amor de mi vida.
– ¿Cómo que el amor de tu… vida? – preguntó con una expresión que ninguno de los chicos supo interpretar.
– Eso… Él y yo somos novios. – confirmó con una sonrisa.
– ¿Esto es una broma? – preguntó seriamente la mujer.
– No, para nada. ¿Por qué lo preguntas en ese tono tan desagradable? – cuestionó el moreno antes de mirar a D.O. como si él entendiera la actitud que había adoptado su madre.
La señora Kim apartó la vista de la pareja y la fijó en la ventana. Sus labios se habían curvado hacia abajo y su ceño estaba levemente fruncido. Cuando habló, su voz denotaba rechazo.
– Yo siempre quise… y quiero – corrigió. – que tengas una familia normal. Ya sabes, que tengas hijos y estas cosas. Ustedes son buenos muchachos, ¿cómo van a arruinar su vida así?
– Cómo… ¿Cómo dices algo así, madre? – Kai sentía como su corazón dolía en su interior. Cerró sus ojos fuertemente, sin soltar a KyungSoo, y empezó a atar cabos. – ¿Eso quiere decir que no estas de acuerdo en nuestra relación?
– Por supuesto que no. – respondió de inmediato mirando a su hijo como si fuera estúpido por hacerle tal pregunta. – No sé cuanto tiempo lleven jugando a esto pero ya es hora de que se acabe y comiencen a buscar novias para tener aunque sea un hijo…
– Cállese. – demandó el cantante inundado en lágrimas. – Yo no voy a dejar a Kai solo por que a usted no le parece tener un hijo homosexual. – advirtió mirando a la mujer con el odio desbordando de sus globos oculares. Se sacudió del agarre del moreno y salió de la habitación.

Notas finales:

Espero que les haya gustado este capitulo 

 

¡FIGTHING¡


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