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Hasta dónde llega la inocencia por Kuroyami Mirai

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Notas del fanfic:

Los personajes son de Masashi Kishimoto, yo solo los tomo prestados para hacer esta loquita historia.

Notas del capitulo:

Bueno chicos, esta historia es un pedacito de mi corazón. Fue mi primer long fic, así que no podía dejarla abandonada. Para los que la leyeron cuando la subí por primera vez, espero que este arreglo sea de su agrado. Para los que no la han leído, espero que les guste la historia.

No afectaré la trama. Simplemente me encargaré de arreglar todo lo que esté en mis manos hasta que esté satisfecha. Puede que esta vez quede un poco más larga. Cuando termine de remasterizar, subiré el segundo libro. De él dejaré datos al final del fic.

Un abrazo a todos. Es un placer estar de vuelta. Disfruten de la lectura…

 

 

Tamborileando los dedos en el volante, los músculos tensos y un desagradable ardor en las pupilas, Uchiha Sasuke soltó una maldición en voz alta. La voz de Suigetsu entraba en sus oídos con un toque divertido que lo hizo chasquear la lengua, y juró que le iba a desencajar la mandíbula en cuanto lo tuviese delante.

Dejó el celular a un lado de la caja de cambio, acomodándose el manos-libres para prestar atención al camino. A los lados de la carretera sólo había árboles y unos escasos focos de alumbrado público. Estaba en un maldito desierto.

-Por tu bien, espero que no estés mintiendo- amenazó, cambiando la velocidad en la caja semiautomática y pisando el acelerador hasta llegar al límite de velocidad.

-Estoy cansado de que no confíes en mí- declaró Suigetsu al otro lado de la línea, su voz vivaracha sonando molesta por la desconfianza de su amigo- ya te lo dije, un amigo me ayudó a jaquear la cámara de seguridad.

-¿Existe la posibilidad de que lo hayas confundido con alguien más?- preguntaba suspicaz, apretando los dedos en el volante.

-Existe- admitió, soltando el aire en un gesto agotado- Sasuke, ¿sabes cuantas noches llevo sin dormir por tu culpa?- esperó una respuesta que nunca llegó. Sabía que el moreno lo estaba ignorando y volvió a suspirar.- Bastardo. Si vas a desconfiar de todo lo que te digo, al menos págame. Que todo esto lo hago por ti.

-¿Quieres dinero?- soltó un bufido sosegado- no sabía que tenías problemas económicos. Tal vez te contrate… como mi secretaria.

En la línea se oyó un alarido estupefacto, que obviamente Sasuke ignoró.

-¿Qué sucede? Dijiste que querías dinero.

-Será mejor que te detengas antes de que vaya allí y te golpee.

La risa de Sasuke inundó el auto como una lluvia de ácido.

-Quiero verte intentarlo.

Suigetsu no respondió. Sabía que el bastardo del Uchiha no tenía mucha paciencia, ni mucho menos sentido del humor. A pesar de que estaba riendo, de seguro estaba sosteniendo en sus puños las ganas de golpearlo.

Deseaba con fuerzas no haberse equivocado en la pista que le envió. Porque si Sasuke se enteraba que había hecho un viaje fuera de la ciudad en vano, lo colgaría por las pelotas en la torre de Tokyo.

-Suigetsu- llamó, mirando por el retrovisor el contador de kilómetros que había en la carretera- ¿cuánto falta para llegar a ese pueblo?

En la oscuridad de una habitación, oculto en papel de comida chatarra y latas de cerveza, estaba encerrado el peliblanco, cubierto con una gruesa manta hasta la cabeza. Dejó el celular en la mesa y puso el alta-voz para poder usar ambas manos en el teclado de su computadora de última generación.

-Espera un segundo, te buscaré en el mapa.

Tecleó rápidamente, viendo una vista satelital de la carretera donde Sasuke viajaba. Notó un punto parpadeante en la pantalla con el nombre Uchiha sobre él. Hizo un rápido cálculo mental antes de responder.

-Entra en la siguiente intersección hacia la derecha. El pueblo está a veinte minutos…- entrecerró los ojos en la pantalla, notando que el punto rojo iba mucho más rápido de lo que esperaba- me corrijo. A esa velocidad llegarás en diez minutos.

Sasuke dejó escapar una sonrisa desagraviada, levantando solo las comisuras de sus labios.

-De acuerdo. Te llamaré si encuentro algo.

Se arrancó el manos-libres del oído, dejándolo tirado en el asiento del copiloto. Podía sentir el corazón palpitando a mil por hora y los nervios de sus dedos tensarse sin control. Por fin, después de meses de búsqueda, al fin...

 

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De puntitas, un pequeño niño caminaba por los oscuros pasillos de la sórdida casona. Las sombras en las paredes le hacían temblar, pero el temor de ser descubierto era mayor, así que se puso una mano en la boca para detener su voz, y con la otra apretando la cinta de su mochila, bajó las escaleras lentamente escuchando las palpitaciones de su corazón y los estridentes rechinidos de los peldaños.

Al llegar a la planta baja, se escabulló hacia la cocina, tomando un par de barras de chocolate para guardarlas en la mochila. Después fue a la salida, esperando que la puerta estuviese abierta. Lamentablemente estaba cerrada, pero ya tenía un plan en mente para ese inconveniente. De nuevo fue hasta la escalera, subiendo tan rápido como le permitieron sus pies. Logró llegar al ático donde estaba su habitación, entrando en silencio.

Casi suelta un chillido de pánico cuando el reloj del pasillo comenzó a sonar, marcando la hora con doce espantosas campanadas. Sacudiendo la cabeza, el niño exorcizó todos sus miedos; tomó todas las sábanas de su armario, atándolas hasta hacer una cuerda. Amarró un extremo a la cama y el otro lo lanzó por la ventana.

Sentándose en el alfeizar, apretó los labios para detener el temblor de sus dientes. Casi estaba arrepentido por lo que estaba a punto de hacer, pero el rítmico sonido de pasos repiqueteando por el pasillo le alertaron que debía apresurarse. Si no quería ser descubierto, debía saltar.

Apretando la improvisada soga entre sus manos, se deslizó lentamente por la pared, deseando que la tela no cediera bajo su peso o que algún nudo se desatara. Logró llegar al suelo en una pieza y, soltando el pesado aire de los pulmones, corrió a toda velocidad por los jardines sin flores y arbustos de espinas.

Era la primera vez que salía del orfanato, no tenía la menor idea de dónde se encontraba, empero, estaba consciente que si seguía caminando en línea recta, tarde o temprano llegaría a la ciudad. Solo debía ser fuerte y sostener su convicción de ser libre.

 

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Sasuke comenzó a soltar un menú completo de maldiciones cuando salió del maldito pueblo. No sabía cómo demonios lo había hecho, pero Itachi se le seguía escapando de las manos. Esta vez estaba casi seguro que lo atraparía, Suigetsu raras veces se equivocaba con la información. Aun así, Itachi era demasiado astuto y sus ganas de atravesarle la garganta cada vez crecían con más poderío dentro de su piel.

Dejando escapar una ráfaga de aire por la nariz, sacudió la cabeza y pisó el acelerador con un objetivo en mente. Necesitaba llegar a la ciudad, golpear su saco de boxeo durante una hora, luego tomaría una ducha y se sentaría en el estudio hasta la madrugada, examinando de manera meticulosa todas y cada una de las pistas que había recopilado de Itachi. Sólo de esa manera podría revivir al día siguiente con las fuerzas necesarias para estrangular a Suigetsu y renovar la búsqueda.

O ese era el plan...

Sasuke tensó la mandíbula, pisando el freno de golpe. El auto comenzó a patinar sin control, obligándolo a luchar con el volante para mantenerlo estable y detenerse antes de atropellar al niño que se le había atravesado en el camino.

Logró parar a escasos metros de él, casi lo había golpeado.

Las luces frontales iluminaron a la pequeña figura en medio de la oscuridad. Sasuke pudo ver como al crío se le doblaron las rodillas por el miedo, cayendo sentado en el asfalto. No lo pudo evitar, la ira burbujeó en sus venas entrando en combustión. Salió del coche azotando la puerta, rodeando la delantera hasta quedar delante del crío.

Al verlo sentado en el suelo, con los brazos frente a los ojos y las rodillas temblando, sintió unas imperiosas ganas de patearlo hasta dejarlo en el otro extremo de la calle. Si había algo con lo que definitivamente no podía lidiar, era con los niños.

-¿Se puede saber qué demonios te pasa?- rugió más que hablar, acercándose al pequeño con pasos furiosos y mirada iracunda.

El pequeño dejó de temblar, bajando los brazos al pecho, levantó la mirada al muchacho que casi lo mata hace un segundo. Sus párpados se abrieron sorprendidos, sintiéndose impresionado, mas no intimidado, por ese metro ochenta de belleza masculina y absoluta virilidad.

El moreno sintió que la garganta se le secaba, que el aire abandonaba sus pulmones y que la sangre que antes burbujeaba de ira, ahora flameaba por otra extraña sensación. Aquel niño, de dorados cabellos y enormes ojos azules que lo observaban muy abiertos, casi como si fuese una deidad… le había provocado una repentina… y vergonzosa erección.

-Por favor, ayúdame- suplicaba el infante, levantándose del suelo con un movimiento tambaleante- necesito llegar a la ciudad.

Sasuke entrecerró los párpados sobre él, examinándolo de pies a cabeza con una mirada crítica. A pesar de que el rubio se hacía el valiente, frunciéndole el ceño casi de manera adorable, sus rodillas no habían dejado de temblar.

Enarcó una ceja, cruzando los brazos mientras cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a la otra.

-¿Dónde están tus padres?

-No tengo padres- sosteniendo la mirada durante un segundo para después clavarla en el suelo, declaró:- por favor, no tengo a donde ir.

El mayor sintió una punzada en el pecho. Conocía el sentimiento de crecer sin padres. Aun así, no podía dejarse llevar. El crío debió salir de algún lado.

-Tendrías que estar en un orfanato- observó la mochila que llevaba en la espalda con el ceño fruncido- así que escapaste. Debería llevarte a las autoridades.

-¡No!- chilló, lanzándose al frente para detenerlo, abrazándolo por la cintura mientras presionaba la mejilla contra su vientre- no lo hagas. No quiero volver a ese lugar.

-¡Hey, suéltame!- Sasuke lo empujó un poco por los hombros, pero el niño estaba tan bien agarrado que le estaba haciendo daño- no puedo llevarte a la ciudad. Es peligroso que un niño ande solo y sin protección. La policía podrá ayudarte…

-¡No! ¡Por favor!- se rehusaba a soltarlo, apretando en puños la playera oscura del joven- no dejes que me encuentren. Me harán daño- comenzó a llorar, hiperventilando sin control de su propia respiración.

Después de escucharlo, el Uchiha guardó silencio. Paralizado como una estatua, evaluó esa reacción tan alarmante. No era un simple miedo a que lo castigaran por escapar, el crío tenía pavor de que lo encontraran. Tal vez… lo maltrataban.

Soltando el aire desganado, dobló las rodillas hasta quedar a la altura del menor, envolviendo el pequeño cuerpo con sus brazos como alas de cuervo. El niño se aferró, enterrándose en su pecho sin dejar de llorar.

Sasuke le acariciaba la cabeza para calmarlo. En verdad no tenía paciencia para tratar con niños, pero ese pequeño rubio, de ojos grandes y voz de pajarito, lo descolocaba como nadie.

-¿Cómo te llamas?- preguntó en un susurro en cuanto el infante se calmó. Casi se había quedado dormido entre sus brazos.

Alzando las cuencas de mar, soltó una sonrisa bonita antes de responder:

-Naruto.

Recriminándose por su impropio comportamiento, Sasuke lo cargó en brazos caminando hacia su auto con el semblante impertérrito y un millón de preguntas que se rehusaba a responder.

-Sasuke- dijo de repente, capturando la atenta mirada del niño- Uchiha Sasuke. Así me llamo.

Naruto se emocionó al escucharlo. Su sonrisa iluminó los oscuros días del mayor, como un querubín brillando con luz propia frente al mismísimo Lucifer.

-¿Me… ayudarás?

Sasuke no respondió al instante, se limitó a dejarlo acomodado en el asiento del copiloto con el cinturón firmemente ajustado. Cerró la puerta, rodeando el auto resopló palabras incoherentes. Y apretando el volante, maldijo internamente por lo que estaba a punto de hacer.

Naruto ni siquiera sintió cuando el auto comenzó a moverse. Se deslizaba despacio por la calle hasta que el mayor cambió la velocidad y pisó el acelerador. Tal vez, huyendo de su propia inseguridad.

Para romper el hielo, se acomodó mejor en su sitio antes de empezar a contar historias de su vida en el orfanato, de cómo lo trataban allí, y la soledad del lugar. A medida que relataba sus amargas anécdotas, más apretaba Sasuke el volante, estrangulándolo en sus puños.

El moreno lo escuchaba atentamente sin dejar de mirar el camino, asintiendo en las partes correctas, tensó la mandíbula y los nudillos cuando Naruto le explicaba sobre los “castigos disciplinarios” que sufría.

Lo dejaban encerrado en un ático todo el día, golpeaban sus piernas con una regla de madera, o sencillamente lo dejaban días sin comer.

-Por eso escapaste- no fue una pregunta.

Con los labios apretados en una línea recta, Naruto asintió despacio. El ceño fruncido y los temblores en los hombros, advirtieron que era difícil recordar aquellos detalles. Apretando las manos en el cojín del asiento, se obligó a concentrarse en el perfil lacónico de Sasuke.

-¿Eras el único niño en ese lugar?

-Antes habían dos niños además de mí. Pero ellos han desaparecido. Ni siquiera recuerdo sus rostros.

El aire se volvió pesado dentro del auto. Pasaron largos minutos en los que ninguno de los dos quiso romper el incómodo silencio. Naruto miraba por la ventana, o simulaba que lo estaba haciendo.

De pronto escuchó que Sasuke carraspeaba, tomando una respiración para hablar.

-Comprendo. ¿Pero, qué piensas hacer cuando llegues a la ciudad?

Naruto lo pensó unos segundos antes de responder.

-Supongo que… vivir.

El Uchiha lo miró de soslayo, pensando en un primer instante que el chico no tenía un plan en mente y soltó lo primero que le vino a la cabeza. Pero al ver sus ojos, brillantes y llenos de convicción, comprendió el significado de su respuesta.

-Entonces, puedo darte algunos consejos.

-¿De veras?

-Tal vez te sean de ayuda- argumentó, encogiéndose un poco de hombros- primero: no confíes en nadie que desee ayudarte sin algo a cambio.

Naruto quiso refutar acerca de eso. Después de todo, estaba confiando en Sasuke justo en ese momento. Aun así prefirió esperar, debido a que el mayor se veía bastante concentrado en sus propias reglas.

-No pidas dinero prestado. Aléjate de la zona roja, pero sobre todo de las chicas.

-¿Las… chicas?- preguntó dubitativo- ¿por qué?

Sasuke analizó muy bien su respuesta antes de soltarla.

-Son… problemáticas. Sólo pueden pensar en maquillaje, zapatos… y novios- reportó muy seguro de su análisis.

En su mente viajó la imagen de cierta joven con cabellos rosa. Siempre fue un fastidio, pero últimamente su presencia se había vuelto algo agobiante. Recordó su escote abierto en el patio de la escuela y sus labios llenos de brillo artificial acercarse a su cara peligrosamente.

El recuerdo le hizo estremecer.

-¿Qué es un novio?

El Uchiha bufó divertido. Esa había sido una buena broma. Miró al niño por el rabillo del ojo, encontrándose con una seria y muy curiosa mirada. No podía hablar en serio, ¿o sí? En realidad era imposible que no supiera lo que era un noviazgo, en caso de que nadie se lo haya explicado, la misma sociedad hace su papel de maestro.

Entonces recordó la historia de Naruto. Por la manera aislada en que fue criado, de repente no le extrañaba que fuera ignorante en asuntos que pertenecían al sentido común. Aun así, no tenía deseos de explicar un asunto tan complicado.

-Solo es alguien con quién pasas mucho tiempo.

-Entonces… ¿es como tener un amigo?

-No exactamente, pero…

-Sasuke, ¿serías mi novio?

-¿Qué?- el moreno forcejeó con el volante para mantener estable el auto. La sorpresa casi lo hace estrellarse contra un árbol.

-¿Serías mi novio?- preguntó una vez más, tomándose el tiempo de decirlo lentamente para que esta vez fuera entendido.

-No.- Simple y llanamente. Ahorrarse las explicaciones era la mejor opción si quería mantener la cabeza en su lugar.

El áureo lo miró ofendido, hundiendo el labio inferior debajo de sus dientes. No estando consciente de que en ese momento el moreno lo observaba en silencio, con el repentino deseo de chupar ese labio.

-¿Por qué no?

Sasuke bufó. Era un fastidio explicar el insignificante hecho de que ambos eran chicos, que aunque le iban los hombres, Naruto seguía siendo un niño y que aquello era un crimen de los grandes. Aunque se le antojara chuparlo y profanarlo a su antojo, abrir esas pequeñas piernas alrededor de su cadera y embestirlo hasta dejarlo sin aliento…, no estaba tan loco como para cruzar esa línea.

-Soy muy mayor para ti.

-¿Cuántos años tienes?

Sasuke arqueó una ceja. No esperaba que el crío fuese tan insistente.

-Dieciséis.

-Son cinco años- declaró, frunciendo las delgadas cejas rubias.

-¿De qué hablas?

-Es la diferencia de edad. Sólo son cinco años. Sé mi novio- ya no lo pedía amablemente. Estaba tan molesto por el rechazo, que de momento sólo demandaba de forma testaruda, sin ser consciente de lo que estaba provocando en su interlocutor.

-¿Te haces una idea de lo que estás pidiendo?- cuestionaba con voz barítona, masticando la pregunta antes de soltarla. Y lo peor de todo era que en el fondo estaba cediendo. Si Naruto insistía un poco más, no sabía si podría mantener su seguridad firme e intacta.- Ser tu novio significa… que podré hacer contigo lo que quiera.

-No me importa- aferrando la dirección de sus ojos en el perfil serio y concentrado del mayor, insistió:- quiero que seas tú.

-¿Por qué yo? Puedes buscarte a cualquier otro cuando llegues a la ciudad.

-No. Quiero que seas tú. Me gustas tú.

Ahora sí, el Uchiha quedó en shock.

-¿Te gusto? No seas idiota, me acabas de conocer.

-¿Y cuál es el problema? Me gustas- enfurruñando como gatito molesto, cruzó los brazos en su pecho.

Sobra decir que Sasuke estaba harto. La estúpida discusión de los cojones lo tenía hasta el cuello. Maniobró bruscamente, derrapando en el suelo hasta que el auto se detuvo en la cuneta. Una ráfaga de aire salió de su boca mientras buscaba el freno interno que le obligaría a detener semejante locura.

Sin embargo, ya era muy tarde.

Llevándose las manos a la cara para peinar su largo flequillo hacia atrás, buscó la paciencia necesaria. Nuevamente, su cabello calló de forma grácil a los lados de las mejillas.

Naruto lo observaba con la mirada seria, esperando una respuesta.

-Entonces…- comenzó a decir, sin soltar el volante y con la mirada fija en el frente- ¿te abstienes a las consecuencias?

Aún sin comprender a lo que se refería el mayor, Naruto se limitó a asentir lentamente, esperando que esta vez Sasuke aceptara. Estaba consciente de que no entendía el significado de un noviazgo, pero Sasuke fue la persona que lo salvó. La primera persona que no lo golpeó por mirarlo a los ojos, o lo lastimó por contradecirlo. Confiaba en él, a pesar de que lo acababa de conocer, el Uchiha sencillamente representaba la puerta que lo llevaría a una nueva vida.

-De acuerdo- soltó en un suspiro, tensando los músculos de sus brazos por el repentino temblor de sus manos impacientes- seré tu novio y cuidaré de ti… ¿Sabes lo que eso significa?

Naruto sacudió la cabeza.

-Que deberás hacer todo lo que te diga.- Aseveró la mirada, con la última esperanza de que el menor se arrepintiera de aquella estupidez.

Pero fue en vano.

Naruto le devolvió una mirada seria, inesperadamente madura.

-Está bien. Haré lo que me pidas.

Ya estaba acostumbrado. Había pasado toda su vida siguiendo órdenes de personas que no se molestaban en ocultar su repugnancia hacia él. Por lo tanto, seguir las órdenes de alguien que prometió protegerle, aun cuando se acababan de conocer, definitivamente era mejor. Y no le importaba que fuese por lástima. Trabajaría duro para transformarla en cariño.

Sasuke observaba cada una de las reacciones del menor con ojo clínico, frunciendo las cejas cuando la cerúlea mirada se perdió en la distancia de algún recuerdo. Y de manera extraña, se sentía celoso. Aquellos hermosos ojos, tan azules, debían perderse sólo en él. Cualquier pensamiento que estuviese perturbando la mente de Naruto, él se encargaría de exorcizarlo, reemplazándolo por su entera presencia.

Bufó divertido al notar el rumbo de sus pensamientos. Al parecer aquel crío de rostro angelical había despertado un lado posesivo, del cual no sabía su existencia.

-Eres demasiado inocente- admitió, echando la cabeza hacia atrás contra el asiento- tendré que enseñarte lo que es tener sentido común.

Naruto lo miró emocionado, con el brillo de la ilusión desbordándose de sus cuencas de mar.

-Quiero aprender, Sasuke. Quiero saber cómo son las personas del mundo en que vives- decía eufórico, ampliando en su rostro una gran sonrisa de profundos hoyuelos.

Sasuke dejó sus emociones al descubierto. Su sonrisa de pronto se volvió extraña a ojos de Naruto. Parecía despiadado. Su voz barítona sonaba más profunda de lo normal. Y su mirada, tan oscura como un ónix, se hundió en la lujuria cuando observó de manera fija y concentrada el pequeño cuerpo del áureo.

-¿Te parece si empezamos ahora?

-¿Ahora?- expresó dubitativo- supongo… ¿Qué me enseñarás primero?

Sasuke se mordió el labio inferior con fuerza, soltando una risita entre dientes. Aun no podía creer lo que estaba a punto de hacer.

-Te mostraré qué clase de cosas hacen los novios.

Sin pensárselo dos veces, tomó las mejillas del pequeño entre sus manos, empujándolo contra su boca para devorar sus labios. Eran suaves, cálidos… y tímidos. Sabían a niñez y miel de encantadora dulzura.

Naruto se había quedado inmóvil por la sorpresa, apretando los párpados mientras el mayor devoraba su primer beso. Sasuke tomó su barbilla en los dedos, jalándola hacia abajo para que abriera la boca. El suave músculo mojado entraba en su cavidad, marcándolo hasta la campanilla de manera demandante.

Naruto hacía lo posible para seguir el ritmo, pero su experiencia era nula y la lengua de Sasuke se movía por todos lados, recorriendo cada recoveco de su boca. Lo mordía, succionaba, le arrancaba el oxígeno sin compasión. Justo cuando creyó que había terminado, el moreno ladeó la cabeza, extendiendo el beso hasta quedar satisfecho. No pasó mucho tiempo antes de que Naruto empezara a sofocarse por la falta de aire.

Sasuke se apartó despacio, relamiéndose los labios con la mirada cargada de deseo. Había sido más dulce de lo que esperaba. La pequeña lengua de Naruto acariciaba la suya tímidamente, tratando de imitar sus movimientos. Y sentía que era demasiado tarde para detenerse. Estaba caliente, con la lívido golpeando su entrepierna con rítmicas palpitaciones.

Observó celosamente al pequeño, admirando sus ojos nublados de excitación, su boca semiabierta soltando suspiros tenues, las arreboladas mejillas…

Era peor que una maldita película porno.

-¿Los novios… siempre hacen esto?- preguntó, cerrando los ojos para calmar su intrépido corazón.

-Siempre.- Dijo, notando que el aire se volvía caliente dentro del coche- ¿Serás capaz de soportarlo de ahora en adelante?

-Esto no es nada- declaró orgulloso, creyéndose subestimado ante tan absurda pregunta.

-Mmm… Pero esto no es todo lo que hacen los novios.

-¿Hay más?- a pesar de todo, Naruto sonaba emocionado. Aunque no pudo corresponder como se debía, el beso de Sasuke le había excitado de sobremanera.

-Claro. Es algo mucho más divertido y que podrás disfrutar- La sonrisa ladeada, con un deje pervertido. Sus prontas palabras con un toque de mofa…- pero aún eres muy pequeño para hacerlo.

-No soy pequeño- refunfuñó, cruzándose de brazos- puedo hacer cualquier cosa, de veras.

-¿Estás seguro de eso?

-Seguro.

-Bueno, entonces podemos subir de nivel- satisfecho por la seguridad en las palabras del menor, Sasuke por fin dio rienda suelta a sus bajos instintos.

Desabrochó su cinturón de seguridad y luego el de Naruto. Envolvió con sus grandes manos la estrecha cintura, levantándolo de su asiento para acomodarlo a horcajadas sobre sus piernas.

El áureo lo miró desconcertado. No entendía qué pretendía Sasuke al ponerlo en esa posición. Lo único que conseguía era avergonzarlo. Sus cuerpos estaban muy cerca.

-Ah…- abrió los ojos sorprendido.

¿Qué fue eso?

De pronto de sus labios se escapó un gemido con una voz que podía asegurar no era la suya. Y todo porque el mayor le dejaba tiernos besos en el cuello, dejando un camino de ellos hasta la mandíbula. Sintió que esos suaves labios succionaban su piel, la húmeda lengua mojando la marca rojiza que se había formado. Su espalda se estremeció y sus manos presionaron los hombros de Sasuke, siendo estos su única base de apoyo.

-Eres tan hermoso- jadeó, paseando su mano por la temblorosa espalda, de abajo hacia arriba, deslizando la playera hasta desprenderla por encima de la cabeza. Volvió a besar la tierna boquita, mordisqueando los labios de durazno mientras acariciaba los pequeños pezones con sus pulgares.

Naruto quiso protestar, pero aquel tacto le estaba gustando tanto que sólo pudo ahogar suspiros sobre los labios de Sasuke. Las inquietas manos del mayor dejaron su pecho en paz, tocando lascivamente su vientre y la pelvis. Intentó gemir cuando el interior de sus muslos fue acariciado, pero su boca seguía prisionera. Y no solo su entrepierna, también su trasero fue torturado por las expertas manos.

Antes de darse cuenta ya estaba completamente desnudo. El aire volvió a sus pulmones cuando Sasuke abandonó sus labios para volver a su cuello, apretando los globos de su trasero con algo de fuerza y tosquedad.

Sasuke respiraba rápidamente, agitado…, más bien desesperado. Estaba luchando con su autocontrol en una guerra interna donde el deseo de profanar al menor estaba llevando la delantera. Hasta que no se pudo contener.

Levantándolo por la parte baja de los muslos, Sasuke acomodó a Naruto sobre su hombría, apoyándolo contra su pecho para tener un mejor acceso al interior de su cuerpo.

Metió un dedo en su boca.

Sin saber qué hacer realmente, Naruto se limitó a chuparlo como un biberón hasta que el mayor quedó satisfecho. Lo retiró, paseándolo suavemente por la espalda del rubio hasta su culo y acarició la virginal entrada, despacio, sintiendo como se contraía bajo su toque.

Naruto lo miró sorprendido. No entendía qué era lo que pretendía hacer, pero si era lo que estaba imaginando, la idea de seguir ese juego ya no le gustaba. Abrió la boca para decir algo, pero Sasuke lo volvió a besar, arrancándole la respiración con sus adictivos labios. Ya ni recordaba su nombre, mucho menos lo que estaba a punto de decirle. Se dejó arrastrar en ese torbellino de pasión y lujuria llamado Uchiha Sasuke.

-Relájate- susurró contra sus labios, golpeándolo con su aliento de hielo y nicotina mentada.

-¡Ah!- jadeó sorprendido, mordiéndose el interior de las mejillas para acallar los futuros gemidos que se rehusaba a soltar.

Sasuke había enterrado el dedo en su culo. Fue tan brusco y rápido que no lo pudo anticipar. Se sentía demasiado incómodo, con un intruso hurgando contra las paredes internas de su zona baja.

-Respira despacio y empuja contra mí- ordenó cerca del oído, mordisqueándole el lóbulo para relajarlo.

Naruto sintió que su piel se hacía de gelatina. Ya ni recordaba que tenía un dedo en el culo. Respiró lentamente, restregando la mejilla contra la de Sasuke como un tierno minino.

-Así se hace, buen chico- elogió, tomando el miembro del menor para darle placer.

-¡Ah! Ahh… ah…

Los gemidos de Naruto llenaron el aire. Su olor a toronja y algodón de azúcar le golpeó el sentido del olfato, provocándole una palpitación dentro de los pantalones. Introdujo otro dígito, moviéndolo hacia adentro y afuera.

Naruto no se quejó esta vez. Sus caderas comenzaron a moverse solas al ritmo de las oleadas de calor. Mordiendo sus labios, presionó su cuerpo contra la mano de Sasuke, auto penetrándose. A pesar de todo, esa extraña invasión en su cuerpo le gustaba. Por momentos le resultaba incómodo y jadeó de dolor cuando Sasuke metió un tercer dígito; pero la estimulación en su miembro era tan placentera que el malestar quedaba rápidamente en el olvido.

-¿Te gusta?- preguntó el moreno, torciendo una rijosa sonrisa. El rítmico balance de las caderas del blondo sobre su mano, le hacían entender que lo estaba disfrutando en grande.

Naruto abrió la boca, mirando al Uchiha por debajo de sus largas pestañas.

-Me gusta.

Sasuke corroboró sus sospechas.

Ya estaba listo.

Extrajo los dedos del suave canal para desabrochar sus pantalones. Al bajar la cremallera, soltó un suspiro de alivio. Su adolorido miembro estaba demasiado apretado bajo la tela.

-¿Sasuke?

-Shh… tranquilo, te gustará.

Sin pensarlo dos veces, tomó las caderas de Naruto para acomodarlo justo encima de la punta. Abrió las nalgas, metiendo un dedo en cada extremo de su interior para mantenerlo abierto. Fue en ese instante que Naruto comprendió lo que estaba a punto de pasar. Sasuke quería entrar en él. Pero… su miembro era grande. Estaba seguro que lo desgarraría.

-Sasuke, no creo que... esto sea una buena idea, de veras.

Su angustiada mirada viajó del pene de Sasuke a sus profundos ojos negros. Meneó la cabeza para negar, pero la sonrisa del mayor le dio una repentina confianza que lo hizo destensarse por completo: Dos hileras de perfectos dientes blanquísimos y un par de labios finos, cálidos… suaves.

Sasuke era simplemente irresistible.

-Sólo relájate. Necesito que respires despacio y cierres los ojos.

Así lo hizo. Naruto cerró los ojos, respiró por la boca y luego mordió sus labios otra vez, anticipando el agreste dolor de la penetración.

Dejando que el deseo gobernara sus acciones, Sasuke lo enterró rápidamente, entrando hasta el final de una sola estocada. Extrajo los dedos, paseando sus manos por las piernas de Naruto hasta que dejaron de temblar.

-¡Ahh… ah…! ¡Sasuke!

Contrario a lo que había imaginado en primera instancia, Naruto no chilló adolorido, ni lloró rogando porque lo dejara libre. Al contrario. De los tiernos labios de algodón se escaparon fuertes gemidos de puro goce. Pudo sentir como se estremecía de placer, a pesar de que aún no empezaba a embestirlo. Y como lo llamaba por su nombre, casi en una súplica.

Descubrió la razón al sentir un suave y húmedo botón rosando la punta de su pene. Le había dado de forma certera en la próstata.

-Mmm… Eres tan… estrecho…

Naruto se sentía lleno. Era como si, con solo respirar, su cuerpo fuese a desgarrase. Pero se sentía bien. Un desfile completo de pura electricidad viajaba por su organismo, naciendo en la zona donde se volvía uno con Sasuke, para luego perecer en su cerebro. No podía comprenderlo, pero no quería moverse de ese sitio. Lloraría de tristeza si Sasuke de pronto decidía salir de su interior.

Por suerte para él, Uchiha no tenía la menor intención de salir. Su miembro estaba jodidamente apretado, caliente y tenso. Deseoso por moverse y marcar mil veces el cuerpo del infante. Sasuke sentía que había nacido para estar en ese lugar: enterrado hasta las pelotas en el cuerpo de Naruto.

Las caderas del áureo se movieron por sí solas, ansiosas por sentir las poderosas estocadas del mayor. Por toda respuesta, Sasuke sostuvo la parte inferior de sus muslos, haciendo un buen uso de la fuerza de sus brazos para levantarlo hasta sacar una buena parte de su polla. Naruto lo observaba con las pupilas dilatadas, oscurecidas y húmedas. Sonriéndole nuevamente, lo empujó despacio hacia abajo, llenándolo hasta el fondo una vez más.

-¡Ahh! ¡Ahh! ¡Agh!

-Parece que lo estás disfrutando…- sonrió satisfactoriamente ante el asentimiento del blondo.

-Se siente… muy bien.- Naruto apretó los párpados unos segundos, abriéndolos de momento para observar fijamente las abisales pupilas, buscando una respuesta honesta- ¿Sasuke…?

El moreno casi llega al límite cuando las cuencas cerúleas se detuvieron en él. Era demasiado intenso profanar ese pequeño cuerpo mientras era observado por tan atractivos ojos.

-Me pones a mil, dobe. No vuelvas a mirarme así.

-¡Ah! ¡Sasuke… No! ¡Ahh…!

El ritual se repitió reiteradas veces, arrancándole sonoros gemidos a la pareja. Llegado el punto de combustión, Sasuke ya no tenía que ayudar a Naruto a moverse. Sosteniéndose con fuerza de los hombros del moreno, el áureo daba ágiles saltitos en su regazo, jadeando, gimiendo, gritando su nombre a toda voz.

Estaba en el infierno.

Naruto sólo podía ver luces de colores a través de sus párpados cerrados. Las pálidas manos recorrían toda su dermis con posesividad, mostrándole con acciones quién era su maldito dueño.

Y deseaba más.

Y quería más.

Y no tardó en decirlo en voz alta.

-Sasuke…

-No pienso detenerme.

-…No lo hagas, de veras…

Dentro del confortable vehículo se mezclaban toda clase de sensaciones. Lujuria, pasión, desenfreno. Dos cuerpos anhelantes, dos bocas buscándose entre sí, dedos que se entrelazan, miradas de complicidad y sonrisas de picardía.

Era amor en su estado más primitivo.

Apretando el pequeño cuerpo contra su pecho, Sasuke descargó toda su lujuria en el estrecho canal. Naruto jadeó duro al sentir ese espeso líquido llenarlo, inundarlo por completo. Definitivamente, era satisfactorio sentir como el duro eje se ensanchaba dos veces por segundo para bombear más y más esperma. Un espasmo le hizo convertir su espalda en un perfecto arco, dejando libre su semilla entre ambos vientres.

Cayó lapso sobre el pecho del pelinegro, permitiendo que éste le hiciera tiernas caricias en la espalda.

-Entonces, los novios también… ¿hacen esto todo el tiempo?- preguntó entre suspiros, acurrucándose en ese cálido pecho.

Sasuke tomó de forma posesiva su trasero, apretándolo en su mano. Naruto dio un saltito de pura sorpresa cuando le dio una última embestida, provocando un obsceno sonido de chapoteo.

-Todo el tiempo.

El crío sintió un escalofrío al escuchar sus severas palabras, casi como una advertencia o una amenaza por cumplir. Aun así, sonrió ampliamente, mostrando todos sus dientes como pequeñas perlas. A pesar de todo, no tenía miedo. Sasuke le mostraría el mundo que hasta ese día no pudo conocer.

 

Continuará…

Notas finales:

Bueno, hasta aquí el primer capítulo. Y aún recuerdo cuando esta historia era un simple One-shot. Se ha convertido en un poco de una gran cosa. Siento que la nostalgia me invade…

En fin, seguiré editándola poco a poco. El fic es algo extenso y debo editar un millar de cosas. Aun así, espero que les haya gustado. Sobre todas las cosas, muchas gracias por llegar hasta aquí. Nos leemos en el próximo capítulo.


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