Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Deseo... amar por Haruka Eastwood

[Reviews - 141]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!! Estoy muy feliz por poder actualizar de nuevo, aunque lamento la tardanza. Hace un mes… creo… publique en Facebook que todas mis historias quedarían pausadas temporalmente ya que mi computadora se descompuso, actualmente está bien, así que chan chan ¡Capítulo nuevo! Espero que les guste, quiero ver arder el mundo, ya estaba planeado y pues…

 

¡Sin más preámbulos, a leer! 

Titulo: Deseo… amar

Resumen: Naruto sabe que lo único que le faltó en la vida fue alguien a quien amar, y el destino está a punto de cumplir su deseo.

Categoría: Naruto

Clasificación: No menores de 16 años

Género: AU, Romance. 

Advertencias: Lemon, mpreg.

Autor: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Deseo… amar

Capítulo 10: Frustración

Bajó la cabeza con resignación, soltando un profundo suspiro. Últimamente todo le salía mal y su relación con Sasuke —si es que aún existía— iba en picada a una velocidad alarmante, amenazando con estrellarse y hacerse añicos en cuestión de segundos. Momentos antes tenía la firme convicción de que regresaría a ser como antes: arrumacos, besos y abrazos posesivos, que lo único que hacían era sacar una sonrisa ladina en su amado doncel, mientras él le veía fascinado, dando gracias al cielo por haberlo conocido y por poder tenerlo entre sus brazos.

Naruto estaba prácticamente a sus pies, dispuesto a hacer cualquier cosa por él. Ahora… ahora todo era un completo caos que no sabía cómo resolver, maldiciendo el hecho de que Sasuke fuera tan necio y no quisiera ver la realidad. Simplemente se iba por la tangente y hacia su santa voluntad. ¿Qué tenía que hacer para demostrarle que él era el único en su vida? Sólo tenía ojos para él, sólo él le importaba. Sonaba egoísta, pero era la verdad.

Se lo había dicho, creía haberlo demostrado. ¡Había confiado en él! Pero nada era suficiente. El pasado era solo eso, pasado, porque lo que sucediera de ahora en adelante es lo que importaba, había cambiado, ya no era aquel mujeriego que fingía no saber lo que quería. Actualmente era un hombre  profundamente enamorado de un doncelorgulloso y esquivo a quien no cambiaría por nada del mundo.

Quiso gritar lleno de frustración, maldecir y llorar, pero se obligó a callar e ir directamente hasta el bar que se encontraba a un lado de la estancia, sirviéndose un poco de whisky el cual bebió de un trago, sirviéndose otro inmediatamente. El líquido ligeramente marrón parecía quemarle la garganta conforme descendía lentamente, aún así bebió un segundo y tercer trago, sirviéndose el cuarto. Y es que por más que le costara admitirlo, en estos momentos no tenía caso perseguir a un Sasuke que se negaba a verlo y escucharlo, gritando que era un mentiroso. 

Aquel doncel necio y orgulloso no le prestaría atención, y toda esa rabia que demostraban los preciosos ojos de Sasuke la acabarían pagando sus mejillas. Evidentemente no desistiría, Sasuke Uchiha no era un capricho, mucho menos un juego, y si de algo podía estar seguro es que le amaba más que a su vida, y estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por él, así sea perseguirlo incansablemente hasta que lo escuchara y entendiera de una vez por todas que Namikaze Naruto le amaba como un completo idiota, y que solo le pertenecía a él. 

—No deberías beber, hn —las delicadas manos de Deidara apartaron el vaso de whisky que Naruto iba a llevarse hasta sus labios, recibiendo una mirada molesta que ignoró olímpicamente—. Físicamente eres menor de edad… —tomó la cajetilla de cigarrillos que Naruto se sacó del pantalón, arrojándola a un bote de basura— creí que le perseguirías. 

Naruto rodo los ojos abrumado, queriendo decir «No es tan fácil como parece».

—Sasuke es demasiado necio y orgulloso —suspiró—. Está molesto. No me escuchara dattebayo. 

—¿Entonces lo dejaras ir así como así? 

—No —sentenció con el ceño fruncido—. Esperare a que este más calmado, y mañana hablare con él. Es el último día de escuela y sinceramente no creo que me reciban muy bien en su casa sí desperdicio esta oportunidad. Prefiero evitar una discusión con su padre o su abuelo… ¡Itachi! No hay que olvidar a Itachi —frotó su mejilla con molestia al recordar el puñetazo que le dio.

—¿Quién es Itachi?

—Es… o era mi cuñado dattebayo

Sutilmente le quitó su vaso a Deidara sirviéndose otro poco de whisky. Por primera vez no sabía qué hacer, disculparse era absurdo, él no había hecho nada malo, lo había meditado rápidamente y negarle a su necio “hijo” el auto por su seguridad no significaba nada, al menos para Naruto, porque evidentemente, para Sasuke fue la gota que derramo el vaso, lo peor de todo es que él había tenido la culpa desde un principio y debía ser él quien se disculpara, no Naruto. 

¿En qué maldito momento lo papeles cambiaron? ¿Y qué era esa patraña de “ya tengo a alguien más”? No lo iba a admitir en voz alta, pero sentía que la sangre le hervía de los celos, deseando golpear al maldito varón que se atrevió a probar los dulces labios de su Sasuke. No es que fuera una propiedad, pero Sasuke era suyo, su doncel, su amante, su novio y su futuro esposo. 

—Creo que lo entiendo.

La inquisitiva mirada de Naruto viajó hasta detenerse en los ojos de Deidara, quien se estremeció antes de soltar un suspiro, como si lo que hubiera dicho fuera lo más obvio del mundo. 

—Pues yo no —refunfuñó. 

—Sasuke tiene miedo —declaró volviéndole a quitar el vaso de whisky a Naruto—. Piénsalo, es lógico. 

—¿Miedo? —Le miró con incredulidad—. Nunca, escúchame bien, nunca sería capaz de hacerle daño.

—Ya se lo hiciste, pero no me refiero a daño físico. 

—¿Entonces? —Deslizó su mano entre su rubio cabello, desordenándolo—. Deidi, la verdad es que no te estoy entendiendo nada ttebayo. ¿Miedo a qué? —Su mirada desesperada se poso en el tranquilo rostro del doncel—. Soy yo el que tiene miedo, miedo a perderlo, a que me deje, a que me odie. Tengo miedo de que un día ya no quiera saber nada de mí…

El doncel suspiró, sentándose en el taburete al lado de un frustrado Naruto.

—Te conozco desde hace más de diez años… —movió el vaso, haciendo chocar el hielo con el borde—. Incluso me atrevo a asegurar que soy la persona que más sabe de ti, pero lo que sé es una mínima parte, ahora dime, ¿Sasuke te conoce tan bien como yo?

—No —respondió al cabo de unos minutos—. ¿Pero qué tiene que ver eso? 

—Pues eso es una parte del problema hn. Sasuke no confía —se encogió de hombros—. Ahora que sabe la verdad sobre ti tiene miedo de estar contigo, yo lo tendría. Tengo treinta años y aun así hay momentos en que me pareces intimidante, autoritario, molesto y un idiota. Eres un jodido pervertido con antecedentes de mujeriego, y la lista sigue.

—Esa boca. 

—No empieces —resopló—. Es tan fácil como decir que no se siente a tu altura y que quede claro que en ningún momento lo estoy minimizando. Él solo tiene dieciséis y teme que en determinado momento te canses de él. Basta con ponerte en su lugar, imagina que eres un doncel de su edad, alguien de buena posición social pero nada ostentoso ni sobresaliente. Repentinamente llega un varón… digamos de treinta, para que no se escuche tan pedófilo —sonrió y evadió la mirada molesta de Naruto—. Ese varón es atractivo hasta decir basta, asquerosamente rico, y el sueño húmedo de cualquiera, su precencia hace revolucionar tus tontas hormonas, entonces de la nada te jura amor eterno, te propone una relación seria y cientos de cursilerías de películas baratas. 

»Algo así como un cliché mal montado. Eres “inexperto” por lo que inevitablemente te enamoras y le dejas entrar en tu vida, pero cierto día descubres que no sabes nada de él y lo notas raro, “distante”, así que tu mente “infantil e insegura” te traiciona y te hace pensar que fuiste un juego ¡La atracción del momento! Así que concluyes "erroneamente" que ya se aburrió —vio la incredulidad reflejarse en aquellos zafiros, por lo que continuo—: tú sabes que no te alejaste, más bien estabas preocupado resolviendo ciertos asuntos. Pero él no es adivino, Naruto, al parecer quería arreglar las cosas, por eso vino, pero te encontró conmigo “su reemplazo”. 

—No eres su reemplazo y él no es ninguna atracción, Deidara —gruñó.

—Yo lo sé, tú lo sabes, pero él no, Naruto.

—Digamos que tienes razón —se masajeó el puente de la nariz—. Ese no es motivo para andarse besando con otro. ¡Eso no se hace ttebayo! 

—Aún no sabemos qué paso exactamente y él puede argumentar que tú te dejas besar por mí —sonrió maquiavélicamente—. Incluso dormimos juntos —repentinamente su semblante se tornó serio viendo hacía la nada—. Son muchas cosas, Naruto, tampoco esperes que un adolescente tenga la suficiente madurez para soportarte y entenderte, cuando ni siquiera puedes ser sincero con él. Cuéntale tu vida, gánate su confianza o déjalo ir. Es así de simple.

—No sé qué hacer ttebayo —se recostó sobre la barra—. Terminó conmigo. 

Deidara rió sonoramente ante aquel puchero infantil, sabiendo que Naruto solo quería un poco de mimos, lo malo es que él era pésimo en eso y no se le ocurrían muchas cosas por hacer. 

—Ya te di una solución… pero podemos comer helado, pastelillos y ver películas odiosamente cursis —sonrió, logrando que Naruto imitara su gesto—. Ya mañana puedes hablar con él. 

—Siento que si no hablo con Sasuke mañana no habrá otra oportunidad —suspiró apesadumbrado—. Y eso es de niñas y donceles, pero la idea de un helado de chocolate no suena mal… sobre todo si vemos una película.

—O podríamos ir a cenar, tener sexo de consuelo, quedarnos a ver películas… —se encogió de hombros— más sexo de consuelo… no sé, me da igual.  

—Me agrada la segunda opción dattebayo.

—¿Lo del sexo? —Le miró con picardía—. Sabía que eras un anciano pervertido, hn.

—Me refería a lo de la película. 

Ambos se vieron seriamente por lo que pareció ser una eternidad, terminando por reír sonoramente y es que Deidara nunca cambiaria aquella extraña manera de animarlo. 

●●●

Apretó los labios con frustración, deseando que el molesto nudo de su garganta desapareciera junto con sus sentimientos. Inhaló y exhaló con la convicción de no soltar ni una lágrima por aquel rubio idiota. Suficiente tenía con la humillación de saberse reemplazado, que ya nada valía la pena, ¿acaso todo tenía que ser tan malditamente complicado? Al parecer si, comenzando a desear una maldita relación normal, con un chico normal que lo ame incondicionalmente. Estaba harto de magnates estúpidos y mentirosos.

No pedía un millonario excéntrico, solo a alguien que quisiera estar con él, así como… ¡Como Toneri! Era una lástima que el chico no le gustara, para Sasuke era un amigo… no, de hecho aún le faltaba mucho para entrar en esa categoría, lo más probable es que se encontrara entre conocido y compañero de clase, alguien sin mucha importancia pero con quien convivía. Entonces se dio cuenta que todo era un ciclo sin fin: amas a quien no te ama y te ama a quien no amas. 

Mierda de vida, plagada de sentimentalismo inútil, en ese caso realmente debería darle una oportunidad a Toneri, no podría ser tan malo, después de todo ya no tenía novio y el chico decía sentía algo por él, total, ¿qué podía perder? ¿Su virginidad, su tiempo? Oh, eso ya lo había perdido, entonces daba igual.

Hastiado, miró el jardín de su casa, entrando sigilosamente por la parte trasera, dando gracias al cielo de que nadie se haya dado cuenta de su ausencia, bueno, estaba Sakura quien le había ayudado a escabullirse para ir con Naruto, pero ella no sería capaz de delatarlo. Cansado, se encaminó a su habitación, encerrándose e intentando no pensar en nada. 

Frustrado se dejó caer en la cama, hundiendo la cara en la almohada. 

Había demasiado silencio, tanto que comenzaba a recordar todo lo que vivió con Naruto… su primer encuentro, los innumerables besos, su primera cita… su primera vez. Era difícil darse cuenta que le había entregado todo a una persona que no conocía, alguien que le mostro una faceta de su vida junto a una sonrisa galante que le hizo caer a sus pies sin dudarlo. Ahora estaba ahí, maldiciéndose por haberse enamorado perdidamente de Namikaze Naruto, el mayor mentiroso, y él solo fue el juguete de turno, por lo que no valía la pena ni llorar.

Soltó un gruñido de frustración y sin saber qué hacer, encendió el enorme televisor que tenía frente a la cama, comenzando a pasar los canales desinteresadamente, deteniéndose en uno de cotilleo. Chasqueó la lengua, pero en el momento en que estaba por cambiarle apareció algo que le hizo abrir los ojos, sintiendo como su corazón golpeteaba locamente contra su pecho antes de fragmentarse en mil pedazos, quedando sin aliento y con un desazón que no se iría por mucho que lo intentara. 

“En otras noticias, se nos informa que el hijo del mundialmente famoso magnate: Namikaze Naruto, ha sido visto recientemente en Japón, siendo acompañado por Deidara Kamiruzu…”

Sasuke centró toda su atención en la pantalla, debido a que estaban transmitiendo un video casero, el cual había sido grabado en la playa que estaba a unas tres horas de ahí. En el se podía ver a Naruto siendo abrazado y besado en los labios por el mismo rubio que reposaba su cabeza en el regazo de su ex-novio esta tarde que fue a su casa. Vaya, no necesitaba más pruebas para confirmar que era un maldito que solo había jugado con sus sentimientos, entonces comprendió que solo fue un pasatiempo para aquel excéntrico varón, quien nunca tuvo intensiones serias con él.

No era necesario soltar todo ese teatro, ni palabras bonitas si solo quería un momento de diversión a costa de sus sentimientos, aun así entendía que se lo tenía merecido de cierta forma. Fue incrédulo al caer ante aquella amable sonrisa, amándolo como idiota mientras se tragaba toda esa mierda de amor eterno, pero ni una más, se dijo con los puños apretados, observando como Deidara y el idiota de Naruto se abrazaban como si se les fuera la vida en ello. Si, y él ahí de tonto, manteniendo un nudo en la garganta por alguien que no valía la pena.

—De tal padre tal hijo —Sakura soltó un quedo suspiro, haciendo que el doncel diera un bote en su lugar. No se esperaba que alguien entrara a su habitación sin siquiera tocar por lo que no evitó fulminarla con la mirada—. Lamento haber entrado así, Sasuke-kun. Creí que llegarías más tarde… —levantó una pequeña cesta con ropa limpia— por lo que venía a acomodar esto…

—No importa —farfulló dejándose caer en su cama—. ¿Qué quisiste decir con eso de “Tal padre, tal hijo”?

Sakura le dedicó una mirada rápida, encaminándose hacia el enorme armario del doncel, meditando exactamente lo que diría mientras acomodaba la ropa. Y después de varios minutos que se le hicieron eternos a Sasuke, la chica se decidió a hablar, yendo hasta él, sentándose en la orilla de la cama con una familiaridad que no era desconocida para ninguno de los dos.

—A mi madre siempre le ha gustado ver esos programas de espectáculos y cotilleo —se encogió de hombros para restarle importancia—, supongo que esos malos hábitos se adquieren. En fin —hizo una pequeña pausa, notando como Sasuke le prestaba toda su atención—. Desde que recuerdo, Naruto, el padre de… Naruto —movió la cabeza y cerró los ojos, sintiendo que era extraño referirse a ellos ya que compartían nombre, continuando al poco tiempo—, él siempre ha aparecido en esa clase de programas, ya que era común verlo acompañado de modelos de todo el mundo, actrices o cantantes… y en su tiempo de juventud, si es que se le puede decir así a sus cuarenta y muchos años, fue una persona que estuvo involucrada en varios tipos de escándalos.

»Y el doncel que aparecía con Naruto-hijo —sonrió ante el apodo, señalando la pantalla—, los rumores decían que era el amante de Naruto-padre, algunos especulaban que por la similitud podría ser incluso su hijo, pero esa teoría fue descartada rápidamente, dejándolos como “pareja”, una bastante inusual por la diferencia de edad y estatus, de hecho hay fotos y videos de ellos besandose. Pero veo que no era así… realmente lo siento mucho, Sasuke-kun.

—Naruto y yo terminamos hace tiempo —desvió la mirada hacia sus manos—. Sakura…  ¿tú sabes quién es ese tal Deidara?

—Sí, mi esposo ama el arte, por lo que constantemente me platica sobre el tema —sonrió—. Así que para aportar algo a la conversación me puse a investigar un poco —colocó su dedo índice sobre sus labios, antes de volver a ver a Sasuke—. Deidara es un genio escultor y pintor, no sé sabe mucho de su pasado, pero ha llamado la atención en el mundo del arte debido a que es la primera persona que logro exponer a tan corta edad en una de las más prestigiosas galerías de Londres.

—¿Y qué relación tenía con el padre de Naruto?

—Pues… es complicado. Siempre se les veía juntos y los paparazzi no descansaban hasta obtener una foto de ambos, de hecho existen muchas, tomadas en diferentes galerias del mundo, en donde se ve a Deidara abrazando o besando a Naruto-padre, pero no se les podría catalogar de amantes, amantes… porque el contacto que mantenian era muy superficial. Pero por la diferencia de edad, muchos llegaron a creer que Deidara solo estaba con Naruto por su dinero y que su fama se debe gracias a eso, aunque el chico es muy bueno en lo que hace.

—Hmp… pensé que los empresarios no salían en programas de espectáculos —quiso desviar el tema, tomando nuevamente el mando a distancia para apagar la televisión.

—Normalmente no —Sakura se encogió de hombros—, pero como es dueño de la empresa petrolera más grande, solia salir en las noticias y al ser dueño de una cadena televisiva, tiene un largo historial de amantes que son famosas, en teoría era imposible no hacerle mención. Se podría decir que la chica o doncel con quien él estaba se hacía famoso en poco tiempo. También impulsó y propusó grandes proyectos públicos.

—Vaya, no lo sabia... y ¿Tuvo muchos amantes? —bajó la vista, rogando por que la respuesta fuera negativa, aunque por lo que le estaba contando Sakura, era más que claro que Namikaze Naruto era un bastardo de primera.

—Probablemente. Lo extraño es que nunca se casó, pero como entre sus conquistas también se encontraban las chicas que participaban en concursos de belleza pues era lógico que no se quisiera comprometer. Oh, creo que fue el amante de Miss Universo hace como cuarenta años…

Sasuke simplemente se encogió, haciéndose un ovillo. Naruto había estado con una mujer que fue considerada la más bella en su época, mientras él no era nada destacable, no poseía una figura de ensueño y sus modales daban mucho que desear… ¡Había sido un completo idiota! 

—Sakura… quiero estar solo.

La mujer le dedicó una fugaz mirada, levantándose de la cama. Sasuke lucia deprimido… triste, por lo que tuvo el impulso de ir a abrazarlo, deteniéndose al recordar que el doncel odia que le dé mimos como si fuera un niño pequeño, así que simplemente se encamino a la salida, sintiendo que había hecho algo malo, aunque no tenía idea de qué.

—Si necesitas algo, no dudes en llamar.

●●●

Iruka le dio otro sorbo a su taza de café antes de soltar el libro que leía, mirando su reloj de pulsera. Naruto aún no había bajado a desayunar, y temiendo que no quisiera despertarse, o en todo caso, que se le hiciera tarde para su último día de escuela, se levantó de su cómodo sofá, caminando hacia la habitación de ese rubio latoso, pero tras golpear tres veces la puerta y no recibir respuesta comenzó a preocuparse.

—¿Por qué esa cara? —Iruka giró el rostro, viendo el semblante serio de Gaara.

—Naruto no abre la puerta.

—Recuerda que no es un niño, si quiere faltar a la escuela lo hará, y si desea encerrarse ahí dentro, te juro que no hay poder humano que lo saque.

—No es eso —volvió a tocar—, no se ha estado sintiendo bien, lo he notado cansado y hace gestos como si algo le doliera, pero cada que le pregunto dice estar bien…

—Hubieras comenzado por ahí —espetó, y sin decir más se agachó y con una pequeña horquilla forzó la puerta.

Ambos donceles se adentraron a la habitación, siendo iluminados únicamente por la luz del pasillo. Y con un semblante preocupado, Iruka caminó hasta la enorme cama de Naruto, removiendo sutilmente las sabanas, viendo con asombro y vergüenza que el único que estaba ahí dormido era Deidara, quien portaba un diminuto pijama que no dejaba nada a la imaginación.

—¿Cómo está? —cuestionó Gaara, caminando hacia la cama.

—Gaara, Iruka —llamó Naruto, saliendo de su enorme armario, logrando que los nombrados dieran un bote del susto—. ¿Qué están haciendo aquí dattebayo?

Ignorando la pregunta del varón, Gaara apretó los puños hasta dejarlos blancos, observando con molestia aquellos intrigantes zafiros.

—Así que finalmente caíste en la trampa de esta alimaña —fulminó con la mirada a un confundido y molesto Naruto—. No entiendo cómo puedes ser tan tonto y no darte cuenta que Deidara solo está contigo por dinero. ¿Qué sigue después —ironizó— la maravillosa noticia de que espera un hijo tuyo?

A grandes zancadas, Naruto llegó hasta la cama, comprobando que Deidara seguía profundamente dormido, así que lo arropo ante la atenta y molesta mirada de ambos donceles, quienes no entendían como era posible que no se diera cuenta. Era más que obvio el interés de aquel rubio.

—Síganme —siseó saliendo del cuarto, caminando en un incómodo silencio hasta la amplia estancia en donde se dejó caer con cansancio en el sofá—. No entiendo la desconfianza de ustedes hacia Deidara —levantó su mano, impidiendo que Iruka lo interrumpiera—. Él no quiere mi dinero, si fuera así ya lo habría tomado… conoce todas mis claves bancarias desde los veinte, incluso le di varias tarjetas de crédito, de las cuales si ha gastado quinientos dólares en estos diez años es mucho. Deidara no quiere mi dinero —reiteró— si lo quisiera hubiera aceptado que lo adoptara hace trece años cuando se lo propuse.

»Otra cosa —miró la sorpresa en ambos pero no lo dio importancia, por lo que continuó aún más serio—. Mi vida íntima, y por intima me refiero a sexual, no es de su interés, solo les voy a aclarar que entre Deidara y yo no pasó ni pasara nada ttebayo —se masajeó las sienes viendo la incredulidad en los rostros de ambos donceles—. Vimos películas y nos quedamos dormidos, yo no le veo la diferencia a cuando Iruka ve videos de terror y no puede dormir, por lo que acaba durmiéndose conmigo. O cómo cuando Gaara ve una araña y amanece en mi cama, alegando que conmigo no lo iba a encontrar… —ambos se sonrojaron violentamente.

—Ese no es el punto —Gaara carraspeó, retomando su habitual seriedad—. No confió en Deidara porque hace cinco años lo escuche hablando por teléfono, decía que eras un viejo idiota y que pretendía seducirte para quedarse con todo —afiló la mirada, centrándose en los ojos azules de Naruto—. Antes de eso me había mantenido neutral con respecto a la extraña relación que ustedes tenían. Pero no solo eran sus palabras, sino lo sínico que se comportaba hablando desde la puerta de tu cuarto. No sé si finges demencia o si realmente no te importa…

—Yo también lo escuche —apoyó Iruka—. Fue el día que Gaara te llevo el contrato de la empresa H & E. S. A de C. V.

—En conclusión, toda esta enemistad empezó por un malentendido ttebayo —cerró los ojos, recargándose completamente—. Recuerdo aquel día y aquel contrato, y yo estaba ahí cuando realizo esa llamada, y no, no se refería a mí. Deidara estaba molesto porque el dueño de la galería le negó el permiso para que expusiera sus obras, alegando que era un chiquillo inmaduro e inexperto, cuyo arte era mediocre.

»El hombre era un varón de unos ochenta años y estaba diciéndole a su amiga que era un anciano idiota y que lo iba a seducir para quedarse con todo, y por todo se refería a la galería —Iruka bajó la mirada y Gaara simplemente desvió el rostro—. Solo quiero que se lleven bien dattebayo. Ustedes tres son como mis hijos, así que no me gusta que peleen.

—Sigo sin confiar en él —Gaara se levantó con molestia del sofá—. Sólo porque tú me lo pides are un intento, pero eso no significa que me agrede.

Sin decir más se marcho de ahí, logrando un suspiro cansado en Naruto.

—Yo tampoco confió en Deidara —habló Iruka—, pero confió en ti y tu buen juicio.

—Gracias dattebayo…

●●●

Tras un gran bostezo, Sasuke siguió caminando hacia la parte trasera de la escuela, sentándose entre dos enormes arboles de cerezo. Ese había sido un día demasiado largo, lo peor de todo es que apenas llevaba ahí tres horas y ya quería salir corriendo a encerrarse a su casa. En un principio no fue fácil evadir la molesta presencia de Naruto, mucho menos cuando el descanso inicio, por lo que se vio en la necesidad de salir primero, fingiendo desinterés al caminar más rápido de lo normal, mientras se dirigía a un lugar seguro. Él no era un cobarde, no huía, simplemente deseaba evadir esos zafiros.

—Sasuke… ¿podemos hablar?

Con fastidio levantó el rostro viendo a Toneri. Lucia tranquilo como de costumbre, sin embargo en sus ojos se podía apreciar un atisbo de preocupación, el mismo que obligo a Sasuke a suspirar, dándose ánimos para escuchar lo que tenía que decirle, fingiendo amabilidad por cortesía, ya que lo que tuviera que decirle le tenía sin cuidado.

—¿Qué quieres?

—Vine a disculparme por lo del otro día, creo que fui muy rápido y no te di tu espacio.

Sasuke rodo los ojos, antes de soltar el aíre por la boca.

—Escucha, me agrada platicar contigo, solo eso —le miró con seriedad—. Estaba distraído y no sabía lo que te decía…

—Lo entiendo, sé lo quieres decir —interrumpió—. Podemos seguir como amigos, y con el tiempo las cosas se darán. Tú me gustas y en un futuro me encantaría que nos casáramos y formáramos una familia, así que podemos conocernos más y salir ocasionalmente. Claro que te daré tu espacio, de eso no tienes que preocuparte ya que no quiero incomodarte.

—No me refería a eso —espetó sintiéndose frustrado.

—No tienes que decir más. Yo te esperaré hasta que te sientas listo para iniciar una nueva relación.

Sin decir más dio media vuelta dejando a Sasuke solo. Creía conocerlo lo suficiente por lo que dedujo que su comportamiento era simple y llanamente timidez, la misma que le impedía ser más abierto con lo que sentía, y esperaba que se le quitara conforme su relación avanzara. Simplemente Toneri estaba empeñado en conquistar a ese precioso doncel, porque algo dentro de él, le decía que Sasuke comenzaba a fijarse en su persona, viéndolo como algo más que amigos, oportunidad que no desaprovecharía.

Evidentemente el Uchiha no se sentía atraído por aquel extraño varón, ya que muy a su pesar seguía enamorado de un dobe, el mismo que visualizaba en todas partes, era como un sueño y otras tantas una maldita pesadilla. Así que tras parpadear un par de veces constato que el Naruto enfrente de él era real y no otra alucinación suya, producto de su alterada mente.

—Sasuke —susurró con cautela—, vamos a hablar… por favor ttebayo.

—No tengo nada que hablar contigo —rápidamente se puso de pie, haciendo amago de querer marcharse de ahí lo antes posible.

—Al menos escúchame… —suavemente lo tomó de la muñeca, atrayéndolo a su cuerpo, sintiendo su estremecimiento como suyo, antes de concentrarse en su mirada. Amaba esos encantadores y enormes ojos negros, eran todo un mundo en el que le encantaba perderse, lamentando que ahora lo miraran con odio— por favor.

—¡Suéltame!

—No me hagas esto dattebayo…

—¿Hacerte qué, Naruto? —le golpeó el pecho, logrando que le soltara—. Yo no soy un puto mentiroso, yo no te engañe. Yo no me largue a besarme con una zorra. ¡Déjame tranquilo!

—¿Cuál zorra? —espetó—. Yo quería arreglar las cosas y te vi besándote con aquel varón.

—¡Es diferente! —Dio media vuelta, intentando contener la rabia—. Déjame tranquilo.

—Al menos escúchame dattebayo.

—No tengo por qué hacerlo. Tú y yo no somos nada.

En un rápido movimiento, Naruto lo tomó de los hombros, haciendo que lo encarara.

—¡Eres un teme necio, orgulloso y desesperante!... ¿y sabes qué? ¡No me importa! —sus zafiros se clavaron en los ébanos de Sasuke con una intensidad abrumadora—. Sasuke, te amo. No sé porque, no sé desde cuando, ni siquiera sé como paso… simplemente te amo… —le abrazó fuertemente—. Realmente te amo… —escondió el rostro en el cuello del menor— no quiero perderte por un malentendido…

—¿Malentendido? —Apretó la mandíbula, empujando fuertemente a Naruto—. Nada de esto es un puto malentendido. ¡Por mi te puedes seguir revolcando con esa zorra de Deidara!

—¡¡Sasuke!! —Bramó, asustando al doncel.

—¿Pretendes pegarme, Naruto? —Cuestionó con tranquilidad, sintiendo como su cuerpo temblaba al observar la palma de aquel rubio en el aíre—. Adelante, es todo lo que te faltaba.

—Te equivocas —susurró acariciando la pálida mejilla—. Jamás te aria daño… no soy como tú dattebayo.

—Más daño me has hecho tú… ¡Estúpido imbécil! —volvió a golpear el pecho de Naruto, alejándolo cada vez más de él.

—Me refería a lo de abofetear —se desordenó el cabello con frustración—. ¡Jamás te tocaría…! No así… quiero decir que no lo haría para lastimarte… —en un acto que consideró impulsivo y estúpido, se abalanzo contra Sasuke, acorralándolo entre su cuerpo y el árbol, comenzando a devorar aquellos suaves y rosados labios que en un principio se negaron a corresponderle, separándose lentamente, y juntando su frente con la del menor—. Nunca… nunca he sido bueno al decir lo que siento dattebayo… pero te amo, te amo más que a mi vida. Solo quiero hablar, decirte la verdad, aclarar todo y regresar a como éramos antes. Besos sin motivo, sonrisas discretas y miradas cómplices… —su voz se quebró y un enorme nudo se formo en su garganta—. Quiero verte cada mañana y saludarte con un beso mientras te abrazo, comer contigo, salir a pasear, reír y discutir por cosas sin sentido… quiero que llegue la noche y enviarte un mensaje, sintiéndome nervioso al pensar en lo que me contestaras… Sasuke… no quiero dejar de amarte. No quiero perderte, no a ti... 

—Eres un idiota… un maldito mentiroso e infiel…

—Lo soy, soy un idiota, pero jamás te sería infiel, y antes de que me contradigas. Deidara es como mi hijo, aquel que no pude tener y le aprecio como tal, no hay ni habrá más que amor fraternal —admitió al sentir los deditos de Sasuke recorriendo el pequeño rastro que dejaron un par de lágrimas en su rostro—. Soy un idiota que te ama con locura… el mismo idiota que espero toda una vida para poder conocerte y estrecharte entre sus brazos. Jamás arruinaria esto por algo tan trivial como una aventura.

—Te odio…

Lentamente apartó un poco a Naruto, dándose el espacio suficiente para poder abrazarlo, escuchando el acelerado palpitar de aquel necio rubio. Aún no lo perdonaba y ya se estaba arrepintiendo por haber caído tan fácilmente, por permitir que lo besara, por creer en sus palabras ciegamente.

—Sasuke…

—¿Hmp?

—Te invitó a comer.

—Aun no te perdono, dobe. Es más, no creo perdonarte.

—Solo quiero hablar contigo —susurró acariciando los cabellos del doncel—. Si después de eso sigues sin perdonarme te prometo que te persiguiere hasta reconquistarte dattebayo.

Durante un momento, Sasuke lo meditó, maldiciéndose por ceder, por no poder negarle nada a él, por seguir creyendo en todo lo que decía, y por compadecerse de aquellas lagrimas que empañaron la mirada zafiro que tanto ama y le hipnotiza.

—En la fuente que está en el parque al sur de Konoha, a tres calles del centro comercial —musitó con fingido desinterés—. Te espero a las cinco de la tarde. Es tu única oportunidad —sentenció.

—Tendría que estar muerto o casi meriendo para fallarte —sonrió y sin previo aviso volvió a asaltar los labios de Sasuke, en un beso lento y tierno que fue correspondido—. Realmente te amo…

●●●

Hinata sonrío con dulzura y apretó entre sus brazos una bolsa de regalo en color azul. Había pasado las últimas dos semanas tejiendo una bufanda que ansiaba regalarle a Naruto por la navidad, agradeciendo que la terminara justo a tiempo, sin embargo actualmente estaba tan nerviosa que le costaba respirar, las manos le temblaban y sus pies se negaban a seguir avanzando. Inhaló y exhaló un par de veces, viendo en la entrada de la escuela al amor de su vida, mientras observaba pensativo el cielo. Extrañamente, Naruto se había quedado hasta que todos salieran del salón y con calma comenzó a caminar, deteniéndose justamente en la entrada, mientras ella lo seguía con mucho sigilo, dándose ánimo mentalmente para poder acercarse. 

Finalmente, contuvo el aliento, apretó aun más la bolsa de regalo y caminó hasta el varón que seguía perdido en sus pensamientos, deteniéndose justo a un lado de él mientras dudaba en si debía llamarlo o tocarlo para que le hiciera caso. Optando por susurrar su nombre, comenzando a sonrojarse.

—Na-Naruto-kun…

Con un gesto cómico, el nombrado volteó, viendo a la chica con la cabeza gacha, y temblando ligeramente mientras intentaba encontrar las palabras justas. Extrañado, mantuvo su vista fija en ella, logrando que se sonrojara aun más.

—Hinata, ¿te encuentras bien? Estas roja dattebayo —curioso y un tanto preocupado, acercó su rostro al de la chica, logrando que diera un respingo y trastabillara—. ¿Quieres que te lleve a la enfermería?

—¡¿Eh?! ¡No! —le miró por una fracción de segundos antes de volver a bajar el rostro—. E-Estoy b-bien… yo… bueno… yo solo quería… esto… —con sus manos temblorosas, extendió la pequeña bolsa de regalo, ofreciéndosela a Naruto—. Solo… bueno… yo… ¡quería desearte feliz Navidad! 

Desconcertado y un tanto pensativo, Naruto la miró con la mano en la barbilla y los ojos entrecerrados, antes de sonreír ligeramente con la intención de tomar el obsequio de la chica. La consideraba una buena persona, pero por más que ella quisiera confesarse siempre se veía en la penosa necesidad de rechazarla, por lo que suspiró, rogando que simplemente quisiera desearle una feliz Navidad, dejando de lado aquel amor imposible que se empeñaba en profesarle. Estaba a nada de sujetar aquella colorida bolsa azul, cuando alguien se abalanzo sobre él, haciéndolo retroceder unos pasos, siendo abrazado fuertemente, hasta el punto de sentirse asfixiado. Aturdido, bajó un poco la vista, viendo a Hinata con los ojos abiertos de par en par, mostrando una expresión indescifrable, antes de mirar una larga cabellera rubia.

—Deidi… mi cielo, ¿qué haces aquí?

—He venido a recogerte, deberías agradecerme, hmp.

—¡Volviste a explotar las estatuas de mi jardín! —exclamó con gesto dramático, viendo con fingido enfado al doncel, ganándose un golpe en la cabeza—. ¡Eso duele dattebayo!

—Te lo mereces por idiota. Y no, vine porque tengo algo importante que decirte —sus ojos brillaron de emoción mientras daba pequeños saltitos frente a Naruto antes de volver a abrazarlo—. ¡Es genial!

Un enorme nudo se formó en garganta de Hinata. Sabía que Naruto y Sasuke terminaron, era más que obvio al ver la actitud que tenía aquel amargado doncel, por lo que ilusamente creyó que tendría una oportunidad de estar con él. No pedía una relación de principio, ya que imaginaba que primero se conocerían más, que saldrían a pasear y después de un tiempo se harían novios, entonces toda su vida seria perfecta. Ella estaría con el hombre que ama y sería feliz.

Sin embargo, Naruto lucia feliz con aquel precioso doncel, a quien Hinata le calculaba unos veinte años. Y pese a que le dolía admitirlo, era hermoso con su largo cabello rubio y enormes ojos azules. Poseía una vitalidad y alegría envidiable, claro que ella también era bonita, aunque por algún motivo siempre pasaba inadvertida por su timidez, pero aquel doncel parecía brillar con luz propia, al igual que Naruto, entonces mordió su labio inferior con fuerza, admitiendo por primera vez que ellos dos hacían una bonita pareja y que no sería rival para ese rubio.

—Cielo, no te entiendo nada —susurró con una sonrisa zorruna, posando sus manos sobre los hombros de Deidara, subiendolas hasta sus mejillas para verlo a los ojos—. ¿Qué es genial?

—Me aceptaron, Nato. ¡Me aceptaron! —y cómo otras tantas veces, se abalanzo hacía Naruto, colgándose de su cuello y besando efusivamente sus rostro.

Aquello fue el límite de Hinata, quien soltó el regalo, dejando que sus lágrimas fluyeran libremente. Viendo como Naruto era jalado del brazo por aquel doncel quien no paraba de sonreír, contagiando de su inmensa alegría al varón. Hasta que finalmente los perdió de vista, deseó derrumbarse y llorar ahí mismo, aunque simplemente se quedo quieta, dejando a sus lágrimas fluir libremente.

—¿Te encuentras bien?

—¿Eh? —lentamente giró el rostro, observando a un varón de piel pálida, cabello blanco y extraños ojos azules, quien la observaba con detenimiento—. Sí, yo… no es nada.

Quiso sonreír, pero todo lo que apareció en su rostro fue una mueca al intentar reprimir su llanto. Sintiendo como su labio inferior temblaba y las palabras se negaban a salir de su boca, entonces sintió las cálidas manos de Toneri acunando sus mejillas, con el único propósito de limpiar sus lágrimas.

●●●

—Esto hay que celebrarlo —gritó Deidara mientras sujetaba a Naruto con fuerza, siendo observado por el retrovisor del auto por un serio Zabuza—. Vamos a comer, o salgamos a un bar. ¡Pero hay que celebrarlo!

Naruto sonrió con ternura, ya que dentro de dos meses, Deidara podría exponer sus obras en una de las mejores galerías de Paris. Así que no podía dejar de alegrarse por él.

—Sabes que me encantaría —musitó a modo de disculpa, tosiendo un poco mientras se agarraba el pecho comenzando a sentir calor—. Pero… finalmente logre hablar con Sasuke —esbozó una genuina sonrisa—, hemos quedado de vernos esta tarde en el parque…

—Hoy es un día excelente, hmp. Está lleno de buenas noticias.

—Lo sé dattebayo.

—Pero me debes una —le miró con maldad—. Tendrás que compensarme con algo, y acuérdate que mañana es navidad.

—Claro que te lo compensare —aseguró—. ¿Qué te gustaría?

—Que estuvieras conmigo el día de la inauguración de mis obras en la galería.

—¡Considéralo un hecho dattebayo! —volvió a toser, solo que esta vez un poco más fuerte.

—A tu edad, es mejor que te cuides esa tos —sonrió, provocando un puchero en Naruto.

—No es nada.

—¿Ya le comentaste a Iruka?

—No es necesario —le miró con seriedad—, estaré bien —dio por finalizado el tema haciendo suspirar al doncel.

—Como quieras —se encogió de hombros y ambos bajaron del coche en completo silencio.

Al entrar a la mansión, Naruto miro su reloj de pulsera, antes de volver a posar su vista en Deidara.

—Quede de verme con Sasuke a las cinco, así que tengo tiempo para prepararte el pastel que tanto te gusta —se quito la mochila, el suéter y la bufanda, dejándolos en una orilla del sofá—. Si gustas puedes ayudarme, con la única condición de que no empieces una guerra de harina ttebayo.

—Temes que te gane como la última vez, hmp —aseguró—, pero está bien, será para la próxima, por ahora quiero un pastel de chocolate.

Con tranquilidad caminaron hasta la cocina, sin embargo, cuando Deidara abrió la puerta de par en par, ambos se quedaron petrificados al observar a un desnudo Gaara sobre la isleta de la cocina, siendo penetrado por Shukaku, quien cazaba con avidez sus labios, evitando que hiciera ruido. La pareja estaba tan concentrada en su mundo de placer que ni siquiera notó la presencia de ambos rubios, hasta que Naruto se hizo notar.

—¡¡Sabaku No Gaara!! —bramó atronadoramente, logrando que a los presentes se les erizara la piel del miedo, incluso juraban que los ojos de Naruto habían adquirido un tono rojizo—. ¡Vístete ahora mismo! Te espero en la estancia.

Con paso firme dio media vuelta, y en cuestión de segundos, la pareja ya estaba completamente vestida, viéndose entre ellos con miedo, dudando si debían ir con Naruto o debían quedarse ahí donde estaban y es que no importaba que aquel Namikaze aparentara tener —casi— la mitad de edad que ellos dos, con solo verlo molesto, ninguno de los dos se atrevió a contradecirlo o negarse, obligándose con miradas a ir, observando cómo caminaba lentamente por la sala de manera imponente e intimidante.

—Naruto, yo…

—Gaara —nombró, viéndolo con desaprobación mientras apretaba la mandíbula para no gritar—. Te conozco desde hace nueve años y hace cinco te abrí las puertas de mi casa, viéndote como a un miembro más de mi familia, permitiéndote vivir bajo el mismo techo. Creí conocerte ttebayo.

—Naruto, déjame explicarte.

—¡No hay nada que explicar! ¡¡Existen momentos y lugares para cada cosa y créeme que follar en la cocina de “mi” casa, a plena luz del día no es ni el momento, ni el lugar!! —un calor abrasador y sofocante se extendió como la pólvora por todo su cuerpo, dificultándole la respiración, aún así se obligo a continuar—. Eres un adulto y si tienes ganas de sexo, ¡lo acepto! Es más, ¡no me importa! —sintió una gota de sudor bajar por su frente mientras su corazón palpitaba descontroladamente.

—Lo lamento, ¿de acuerdo? Tampoco es tan grave…

—¡¡Estas en mi casa ttebayo!! ¡Al menos ten la puta decencia de irte a tu cuarto…!

Lento. Todo su mundo se detuvo en cuestión de segundos, sintiendo como el oxigeno dejaba de entrar a sus pulmones pese a que tenía la boca abierta, y la mano sobre el pecho afianzada a su camisa, como si esa simple acción eliminara el inmenso dolor que se expandía, paralizándolo hasta dejarlo de rodillas, jadeante y sudoroso, a punto de retorcerse sin saber qué hacer. Aquel dolor, aquella sensación… la conocía muy bien y pese a la situación, solo podía pensar, ¿por qué ahora?

●●●

Volvió a soltar un suspiro con los nervios a flor de piel. Había llegado media hora antes de lo acordado, tal vez por las ansias que tenía de verlo o porque simplemente deseaba aclarar todo, fingir que nada paso y disfrutar de una relación con aquel idiota varón que tanto amaba, y que sin importar lo que hiciera, seguía ahí, en su mente, en su corazón y en su vida.

Sin poder evitarlo, los labios de Sasuke se curvearon en una pequeña sonrisa ladina, mientras se sentaba en una banquita frente a la fuente, sintiendo como sus cabellos eran levemente despeinados por el frio viento, lo cual indicaba que nevaría más tarde.

—Naruto… —susurró— por favor ven…

Y ahí se quedo, mirando el amplio cielo, esperando a un chico que no llegaría.

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Favor de no matar a la escritora… las quejas, comentarios o maldiciones con gusto las acepto en un rw, y les prometo contestarlos todos –una disculpa por los pasados que siguen sin respuesta, esos también los responderé pronto–. ¡Gracias por leer!

 

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).