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Deseo... amar por Haruka Eastwood

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Notas del capitulo:

¡Hola! Lamento la demora D: por cierto, ¿ya mencione que este es un fic romántico-meloso? Aunque no tanto como para arrojar corazones ya que eso no se me da xD aun así espero que les siga gustando y ofrezco una disculpa ya que no he podido contestar todos sus rw, pero lo hare más tarde n.n 


¡Sin más preámbulos a leer!

Titulo: Deseo… amar

Resumen: Naruto sabe que lo único que le faltó en la vida fue alguien a quien amar, y el destino está a punto de cumplir su deseo.

Clasificación: No menores de 16 años

Género: AU, Romance. 

Advertencias: Lemon, mpreg.

Por: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Deseo… amar

Capítulo 2: Doncel bonito

Con la mirada perdida en un punto fijo, comenzó a caminar como un muerto viviente por la plaza. Estaba realmente concentrado en sus pensamientos, aunque más concretamente: en cierto varón rubio con el que chocó hace unos instantes por ir distraído con el celular. Su traicionera mente se esforzaba en visualizar aquella inusual mirada de un azul profundo, acompañada de una voz alegre y juguetona que tenía impreso un tono demasiado sensual (incluso excitante). Era casi como si le acariciara con la voz… lento, suave y sutilmente.

Su vista, sus sentidos, todo él se concentró en el rostro alegre de aquel hombre que le sonreía cálidamente. Una preciosa sonrisa, de esas que salen en los anuncios de dentífrico: simplemente perfecta. Tanto así que dejo pasar el asunto de la ropa… ¡ni siquiera se fijo en la extraña vestimenta del rubio!

«Estúpido dobe con su estúpida voz sensual y su jodida sonrisa de anuncio de televisión»

Solo era una atracción momentánea, una muy grande y molesta, que incluso a él le tomó por sorpresa, ya que hasta ahora nunca le había llamado la atención ningún varón, al menos no a tal grado como para quedarse pasmado como un idiota por una simple sonrisa... claro que no era cualquier sonrisa, sino la sonrisa. Y es que no podía negar el hecho de que era un varón sumamente atractivo.

—Oye, Sasuke… Sasuke ¡Sasuke! —Un ligero golpecito sobre su frente lo sacó de su ensoñación, obligándolo a ver a su hermano que tenía una expresión socarrona—. Baja de tu nube hermanito.

La sonrisa ladina y burlona de Itachi le provocó un pequeño sonrojo. Era muy común que se mofara de él por cualquier cosa, aunque en este momento era una sensación completamente diferente la que le hacía sentirse avergonzado, como si le hubiese pillado haciendo algo malo. ¡Él no había hecho nada! Pero aquella mirada ébano lo ponía nervioso, por lo que bufo indignado cruzándose de brazos.

—No fastidies.

—Y puedo saber que te hizo poner una cara de enamorado —pese a lo burlón de su tono, el semblante de Itachi era sombrío y un tanto malicioso—. Solo te falto soltar un suspiro hermanito.  

Sasuke era su pequeño y lindo hermano, por lo cual se había propuesto protegerlo de cualquier varón pervertido y aprovechado que quisiera acercarse a él (y hasta ahora lo había logrado exitosamente). Porque primero muerto, antes que dejar que un tonto cualquiera lo corrompa y le quite la inocencia a su dulce —nótese el sarcasmo— romántico y encantador hermanito. Y es que pese al carácter tan “especial” que poseía, seguía siendo muy atractivo… claro, siempre y cuando se mantuviera calladito y no frunciera el ceño con esa expresión de hostilidad.

—No seas idiota —le miró ceñudo, comenzando a caminar hacia la salida—. Mejor vámonos a casa.

«Estúpido Itachi, se cree un sabelotodo»

En el rostro de mayor se dibujo una mueca de enfado mal disimulada. Conocía demasiado bien a su torpe hermanito como para saber que esa sonrisa boba y mirada perdida se debía a un chico, por lo cual no descansaría hasta saber de quién se trataba. Aunque más que molestia era curiosidad por descubrir qué tipo de varón era el que le llamaba la atención a Sasuke (ya que despertar cualquier clase de interés en él era casi un milagro), porque a pesar de sus dieciséis años nunca había tenido novio, de hecho hasta ese día creía que era asexual… cosa que no extrañaría a nadie.

••• 

Itachi soltó un suspiro cansino, Sasuke no era mucho de salir, menos si se trataba de un lugar tan concurrido, por lo que a cada segundo su molestia incrementaba más y más. Era casi como una bomba a punto de explotar y al final del día, era él quien tenía que lidiar con un cabreado Sasuke. Algo muy común.

Aun sabiendo esto, ambos estuvieron caminando entre las diversas tiendas —por insistencia de Itachi— durante dos horas completas ¡Dos! Antes de encaminarse a casa. Realmente no iban por nada, o eso pensó Sasuke, ya que su molesto (tonto y desesperante) hermano se entretuvo comprando todo tipo de ropa y zapatos… lo bueno es que él era el doncel. Afortunadamente, después de torturarlo se compadeció de su persona y terminaron por irse a su hogar, dulce hogar.

«¡Por fin!»

Bufó molesto y aliviado cuando se subió al coche rumbo a casa. Definitivamente: no volvería a salir con Itachi a dar una vuelta al centro comercial, ni a ningún lado.

Dirigió su vista hacia la ventana, concentrándose en las casas  y negocios de todo tipo, hasta que finalmente entraron a la privada Naito*. Era un lugar enorme, dividido en cinco propiedades pertenecientes a las familias más acaudaladas de todo Konoha, las residencias Uchiha, Hyūga, Shimura y Senju se encontraban a los pies de una enorme montaña. Se decía que desde hace más de cuarenta años se había construido la mansión en lo más alto de esta: blanca, ostentosa y absurdamente grande para el gusto de muchos, aunque eso no le quitaba lo maravilloso de la construcción. Tristemente estaba abandonada desde hace décadas e incluso se dudaba del hecho de que hubiese estado ocupada.

Al llegar, Sasuke bajó corriendo del auto, respirando con tranquilidad al escuchar el suave sonido de los pajaritos y de la enorme fuente que estaba al frente de la entrada principal. Riendo entre dientes al ver como el mayordomo ayudaba a su hermano a meter todo lo que compro.

—¿Y mi madre? —murmuró Itachi a la empleada de la casa, una chica de unos veinte años, cabello rosa y ojos jade, quien les recibió con una cálida sonrisa.

—En este momento se encuentra en la estancia, Itachi-san —reverenció, dejando a ambos hermanos solos.  

—¡Ese bastardo! —el potente grito les erizo la piel por completo.

Preocupados, se dirigieron la estancia, observando cómo su abuelo Madara daba vueltas por el lugar como león enjaulado, gritando cientos de improperios al aíre, mientras Fugaku intentaba calmarle. Extrañado, Sasuke dirigió su vista a uno de los sofás observando a su tío Obito (hermano menor de su padre) el cual lloraba dramáticamente y era consolado por su madre, quien dulcemente le ofrecía un té y le frotaba la espalda intentando que parara su llanto.

—¿Qué paso? —cuestionó Sasuke acercándose a su tío, normalmente era un doncel alegre e incluso lo llego a considerar infantil, pero verle tan serio y sobre todo llorando era preocupante—. Y Kakuzo… ¿le ha pasado algo?

Volteó a todos lados buscando a su otro tío, el flamante esposo de Obito y quien le producía cierto repelús por aquella sonrisa retorcida y mirada de asesino serial. Kakuzo era un reconocido abogado que manejaba su propio bufete llamado: Akatsuki, sin embargo no era secreto para nadie lo ambicioso que era, e incluso existían rumores que aseguraban su participación en negocios ilegales.  

—No menciones al bastardo ese. ¡Que ahorita voy y lo mato! —Ladró Madara asustando a todos.

—No entiendo porque me engaño —chilló Obito, arrojándose a los brazos de Madara que le envolvió intentando controlar su tic en la ceja, mira que su hijo era demasiado inocente o puede que tonto… probablemente no quiera ver la realidad de todo—. Creí que me amaba… incluso hablamos de tener una familia.

—Yo te advertí que ese sujeto no me agradaba —reprendió a su hijo que solo bajo la cabeza compungido.

Tras un suspiro, Mikoto y Sasuke llevaron a Obito a la cocina quien seguía gimoteando completamente desconsolado. Él no necesitaba sermones de su padre o hermano diciéndole: «Te lo dije», todo lo que quería era un abrazo, mimos y palabras de aliento, ¿era mucho pedir?

—Y bien —Itachi se sentó a un lado de su padre que suspiraba cansado.

—Al parecer Kakuzo engaño a tu tío con un doncel llamado Hidan. Nunca me agrado ese tipo y siempre fue muy ambicioso, de hecho ese fue el motivo de que lo dejara, ya que su nuevo objetivo es millonario.

•••

—¡Naruto! —Gritó Iruka al ver al varón dirigirse hacia la estancia con una carpeta en la mano, leyendo unos documentos que le mando Gaara.

Su ceja titilaba y es que simplemente ese chico era imposible, le había comprado infinidad de ropa el día anterior pero insistía en seguir portando aquella que le hacía ver como un viejito. Y más de la mitad ni siquiera se la había probado, tan solo permanecía guardada en aquel enorme closet y si no hacia algo estaba casi seguro que ahí seguiría.

—¿Qué pasa ttebayo? —Le miró curioso.

—Se puede saber porque no te has puesto la ropa que te compre ayer.

Sus ojos azules se enfocaron en la mirada molesta del doncel, quien mantenía las manos en la cintura mientras su pie golpeteaba el suelo con insistencia. Soltó un suspiro y se miró la vestimenta, portaba un pantalón de vestir negro (esta vez sí era de su talla), unos zapatos perfectamente lustrados, una camisa blanca y un suéter naranja. ¿Qué tenía de malo su ropa para que Iruka quisiera que se cambiara?

—Iruka, sabes que te adoro, es más, te quiero como no tienes idea ttebayo, tanto así que volveré a ir a la escuela solo porque tú me lo pediste —le miró con seriedad—. Pero no me voy a poner eso.

Puso una pose digna cruzando los brazos a la altura de su pecho, mientras inflaba las mejillas infantilmente. Era casi imposible razonar con él cuando algo se le metía en esa rubia cabecita.

—¡¿Por qué no?!

—Soy un hombre, no un playboy —respondió molesto—. Toda esa ropa es ajustada ttebayo. ¡Esos pantalones son a la cadera! Un pantalón debe ir a la cintura —señaló su vestimenta—. Y no entiendo ese afán de ponerse una camisa y dejar al descubierto parte de tu pecho. No soy un exhibicionista, lo correcto es abotonarla y usar corbata, en todo caso dejar el primer botón suelto, ¿pero tres? Ni que me estuviera vendiendo.

—No te vas a vender —se desordeno el cabello sintiéndose desesperado—. Te he dicho que pareces viejito con esa ropa, ningún chico de tu edad se viste así.

—Pues deberían ttebayo ¡Juventud indecente! —Cerró los ojos evadiendo la mirada penetrante de Iruka—. Y tu ve a ponerte otra cosa… en mis tiempos, los donceles y las mujeres usaban ropa linda, pero ahora van por la vida enseñando todo —farfulló al notar que el castaño solo portaba un short ajustado de mezclilla, unos converse y una blusa de tirantes blanca.  

«¿Acaso me está diciendo indecente?»

—Yo me pongo otra cosa si tú usas la ropa que te compre —su ceja titilaba del enojo, aun así se obligo a mantenerse tranquilo o de lo contrario no convencería a Naruto de cambiar su vestimenta.

—¡Pero eso es chantaje! —Se escandalizo.

—Pero nada, ¿acaso piensas que todos vamos a usar esa clase de ropa? —Le señaló—, si por ti fuera te vestirías como en el siglo XVIII.

—Pues me vería muy bien con traje, sombrero de copa y bastón —se cruzó de brazos indignado, dando un respingo cuando escucho la pequeña risa de Haku tras él—. ¿Qué pasa?

—Lamento interrumpir, pero tiene una llamada de Kakashi-san —le dijo sonriente.

—Gracias Haku —suspiró abriendo la puerta que daba a la estancia, aunque antes de irse se giró para mirar a Iruka por última vez—. Voy a seguir usando esta ropa ttebayo y no lo voy a discutir más.

Su Iru-chan era bastante insistente, puede que ahora luzca como un joven de dieciséis años, sin embargo seguía teniendo la mentalidad de un hombre de noventa y seis, y por más que lo intentara no podía hacerse a la idea de cambiar su vestimenta de la noche a la mañana. También estaba el hecho de que se sentía incomodo usando esa ropa de playboy.

Intentó concentrarse en la llamada, pero tras escuchar a Kakashi solo le quedo dejarse caer en el amplio sofá. Para su desgracia ya tenían listos sus papeles para inscribirlo al instituto, al parecer tenía que decir que todo ese tiempo había estudiado en casa por ordenes de su padre. Realmente genial, tan solo le quedaban cuatro días libres, ya que el lunes asistiría a clases.

●●●

Se removió incomodo en la cama antes de mirar el despertador. Eran las cinco de la mañana y para su mala suerte ya no podía volver a dormir, lo cual era curioso y extraño; normalmente era todo un problema para que se despertara en sus años de juventud. Tenía vagos recuerdos de su madre completamente furiosa por ser tan perezoso, mientras su padre sonreía desde el alfeizar de la puerta observando con gracia la escena.

Kushina Uzumaki y Minato Namikaze habían sido una pareja poco convencional y bastante rara para la época en que vivieron. Su madre era rusa, de carácter fuerte y actitud desafiante, mientras que su padre era un aristócrata ingles, el cual era demasiado amable, con un carácter comprensivo y sonrisa galante.

Rio levemente antes de encaminarse al baño, lo único bueno de todo es que tenía tiempo de sobra, así que se dedico a relajarse porque para su desgracia ya era lunes. Maldecía que el tiempo pasara tan rápido en algunos momentos y ahora que analizaba las cosas detenidamente, ya se estaba arrepintiendo de volver a la escuela. Sin embargo entendía que en cincuenta años las cosas cambiaban drásticamente y podría tomarlo como una oportunidad para aprender cosas nuevas, tener amigos…

No todo estaba tan mal, ¿cierto? Lo peor es que ya le había prometido a Iruka que asistiría y él jamás había roto una promesa, primero muerto.

Desganado, soltó aíre por la boca antes de salir del baño y comenzar a vestirse con el uniforme (al menos era ropa más normal), el cual le sentaba de maravilla. Una vez listo se miro en el espejo intentando peinar su cabello que era un completo desastre, al final se dio por vencido y es que simplemente no tenía remedio, pero era mejor tenerlo alborotado a estar un poco calvo.

—Naruto —escuchó un suave golpeteo en la puerta junto a la suave voz de Iruka—. Es hora de despertarte, recuerda que hoy es tu primer día de clases.

—Salgo en un minuto ttebayo.

—De acuerdo, te espero para desayunar.

Miró el reloj por última vez, el cual marcaba las seis con diez minutos. Tomo su mochila para bajar al comedor, sorprendiendo a Iruka que le miraba con los ojos completamente abiertos, tanto como si hubiese visto un fantasma, mientras Haku terminaba de acomodar la mesa. Al parecer ni él creía el hecho de que Naruto se levantara de madrugada.

—Buenos días Naruto. Buenos días Iru-chan, ¿cómo amaneciste tteba? —Ironizó mirando con fingida molestia al moreno que seguía viéndolo con un deje de escepticismo.

—Lo lamento, Naruto —se disculpo el doncel—. Pero que tú te levantes temprano es más difícil que convencerte para que tomes tu medicamento.

—No podía dormir.

—¿Te sientes bien? —Iruka mostró un semblante de preocupación, escaneando con la mirada a Naruto—. ¿Te duele algo?

—Estoy bien, no tienes por qué preocuparte ttebayo.

—Naruto —sus orbes chocolate se centraron en las azules del varón—. Por favor prométeme que si te llegas a sentir mal, por muy mínimo que sea me dirás de inmediato.

—No entiendo porque tanto alboroto.

—Solo promételo —insistió.

—Te lo prometo ttebayo.

Un sonoro suspiro salió de los labios de Iruka y es que desde el momento en que Naruto adquirió esa apariencia joven estaba muy preocupado por él. Tenía miedo de que su cuerpo enfermara repentinamente o se debilitara de la nada, ya que el hecho de que mágicamente tuviera ochenta años menos era bueno y malo al mismo tiempo. Lo que más le preocupaba a Kakashi, Gaara y a él es que su condición fuera algo temporal y pese a los cientos de análisis que mando a hacerle en Inglaterra —los cuales decían que solo tenía las defensas un poco bajas y no había nada fuera de lo común—, seguía estando inseguro.

—Naruto-san —la suave voz de Haku se escucho rompiendo el pacifico silencio—. Tal vez sea un poco irrespetuoso, pero usted es muy atractivo y la ropa que le compro Iruka-san luciría muy bien en usted.

—Ves, hasta Haku está de acuerdo conmigo —sonrió el moreno antes de chasquear los dedos, tomando un celular que tenía a un lado—. Toma, es para que me llames por si tienes alguna emergencia o te sientes mal —le tendió el aparato esbozando una sonrisa al ver la mueca de Naruto.

 —Convenciste a Haku para que me dijera todo eso —infló las mejillas tomando el móvil—. ¿Y que se supone que es esto, Iru-chan?

—Un celular —respondió deprimido, al recordar que Naruto no sabía utilizarlos—. Es para que puedas llamar, enviar mensajes, escuchar música…

—Cada vez inventan cosas más raras tteba —Iruka agacho la cabeza, al menos se creía capaz de enseñarle a marcar y contestar llamadas antes de que se fuera a la escuela.

●●●

Naruto miraba atentamente al hombre frente a él. Sarutobi Hiruzen era el director del instituto Konoha, uno de los más importantes y prestigiosos de todo Japón, lo que para él significaba que tendría que convivir con niños ricos y mimados.

—Al parecer esta todo en orden joven Namikaze —el hombre se levanto de su asiento para dirigirse a la puerta de su oficina—. Permítame llevarlo a su salón.

—Muchas gracias —reverenció—, y lamento el inconveniente.

Sarutobi esbozó una amplia sonrisa, hace muchos años que no conocía a un joven tan educado y atento como lo era Naruto. Actualmente todos eran un problema, unos más que otros, aunque los años le habían dado la experiencia para lidiar con cada chiquillo.

Tranquilamente caminaron por los pasillos hasta un aula, donde se detuvieron mientras el anciano tocaba la puerta; hace cinco minutos habían empezado las clases por lo que no habría tanto problema. Atentamente Naruto miró a un varón bastante alto, de extraña mirada amarillenta y un poco intimidante; piel nívea y cabello castaño claro, era casi rubio, aunque si tuviera que compararlo con algo diría que su tono era similar a la arena del desierto.

—Profesor Shukaku, él es Namikaze Naruto —señaló al rubito—, a partir de hoy se integrara a esta clase. 

—Sí, está bien.

—Entonces me retiro —dijo el director palmeando el hombre del Namikaze.

Los cuchicheos no se hicieron esperar cuando Naruto entro tras Shukaku con una amplia sonrisa, deteniéndose justo enfrente de la clase que no dejaba de mirarlo. Y es que no era muy común ver a un chico rubio y de encantadores ojos azules.

—Por favor preséntate.

Naruto asintió mirando atentamente a los que serían sus compañeros de clase, abriendo sus ojos por breves instantes al ver al doncel bonito del centro comercial, quien estaba sentado a tres lugares de donde él estaba de pie. Al parecer no fue tan mala idea aceptar ir a la escuela e instintivamente esbozo una amplia sonrisa, sacando más de un suspiro a los donceles y mujeres de su clase.

—Muy buenos días —comenzó con un tono de voz juguetón, alto y claro que dejo embelesado a más de uno—. Mi nombre es Namikaze Naruto, me gusta leer, amo las cosas dulces y será un placer estudiar con ustedes ttebayo.

—Naruto, yo seré tu profesor de Inglés, mi nombre es Shukaku. Y como sé que ya nadie tiene algo más por agregar —miró intimidante a toda la clase—,  por favor siéntate tras Hyūga.

Sus ojos azules recorrieron todo el salón, hasta ubicar el único asiento vació, el cual era justamente el último de la primera fila, atrás de una chica de cabello azulado y extraños ojos de un tono entre beige, crema o incluso marfil, quien le miraba con un intenso sonrojo. Tranquilamente caminó hasta su nuevo puesto, mirando de soslayo al doncel bonito que evadía la mirada con molestia.

Por más que se esforzaba en poner atención le era muy difícil, debido a que su idioma natal era el inglés y no había algo nuevo que el profesor le pudiera enseñar, sin embargo su mirada se mantenía al frente, y no era precisamente para tomar apunte. Observaba con detenimiento al doncel bonito que disimuladamente volteaba o le miraba de soslayo, sacándole una sonrisa picara.

Sasuke se removió incomodo en su asiento por decima vez. Sentía la penetrante mirada de aquel idiota con sonrisa de televisión, y por mucho que odiara admitirlo era malditamente guapo. Por más que quisiera no podía voltear a verlo ya que sería extraño, justo en ese momento se maldijo por dejar que su estúpida copia barata le convenciera para cambiar de lugar una semana atrás, ya que sería él quien estaría sentado al lado de Naruto y no Sai.

Intento ignorarlo —misión imposible con esos ojos azules fijos en su nuca—, aunque tras media hora chasqueó la lengua y pretendió poner atención hasta la hora del receso, donde sus compañeros se abalanzaron sobre el rubio, haciéndole toda clase de preguntas estúpidas una y otra vez. En menos de cinco minutos le habían preguntado doce veces si tenía novia, ocho por su nacionalidad y diez jodidas veces si quería comer con ellos.

Se levantó completamente mosqueado. Tenía la firme intención de largarse de ahí e ir a buscar un lugar vacio en la cafetería, cuando la odiosa voz de la Hyūga logro que detuviera sus pasos y girara el rostro en su dirección, mientras afilaba la mirada de manera intimidante. Vio a Hinata jugar nerviosa con sus manos a la altura de su pecho, al mismo tiempo que bajaba la cabeza avergonzada y sus ojos eran cubiertos por el flequillo.

—N-Naruto-kun… t-te gustaría c-comer… c-con c-conmigo.

Un tic se instalo en la ceja izquierda de Sasuke, esa mujer era más tonta de lo que recordaba, ¡por todos los cielos! Cualquiera con un mínimo de sentido común era perfectamente capaz de darse cuenta que no quería aceptar la invitación. Naruto se estaba rascando la nuca nervioso, intentando por todos los medios existentes encontrar las palabras adecuadas para negarse. Y era cierto que no lo conocía de nada, pero Sasuke podía afirmar que ese dobe era tan odiosamente educado que nunca podría rechazar la invitación de una mujer o doncel, ni siquiera aunque ese alguien fuera la patosa de Hinata.

—¿No prefieres comer conmigo, Naruto-kun?

¡Esa fue la gota que derramo el vaso! ¿Desde cuándo Sai se comportaba como una zorra ofrecida? Definitivamente, tenía que leer más de esos estúpidos libros para entender a las personas. Y no es que Sasuke fuera alguien impulsivo, pero siendo sinceros, era desesperante verlo en aquella molesta situación, por lo que caminó rápidamente hasta el odioso grupito que se había formado alrededor de Naruto y lo tomó del brazo para salir de ahí.

Sus labios se curvearon en una mueca de satisfacción al escuchar las quejas de sus compañeros, pero eso era lo de menos, igualmente no los toleraba, así que no le importaba si se molestaban con él por secuestrar al chico nuevo. Solo se dedico a caminar hasta que estuvieron en el patio trasero, bajo el árbol de cerezo.

Repentinamente sus mejillas se sonrojaron al percatarse que sujetaba a Naruto de la mano, por lo que la aventó lejos de si, escuchando la voz de ese molesto rubio que le veía curioso.

—Muchas gracias —canturreó divertido—, realmente me has salvado ttebayo —tomó con delicadeza la mano derecha de Sasuke y depositó un pequeño beso en el dorso de esta—. ¿Puedo saber tu nombre, doncel bonito?

—Sasuke… —su corazón palpitaba aceleradamente al sentir la cálida respiración sobre su mano, y al parecer centenares de mariposas revoloteaban sin cesar dentro de su estomago, mientras sus mejillas se teñían del más hermoso carmín.

¿Por qué diablos no lo apartaba como hacia siempre con todos los varones que se acercaban a él? No lo sabía, tampoco le importaba, de hecho le gustaba esa clase de cercanía con Naruto, porque a pesar de todo era el primero que no le trataba como si fuera un premio al que podía presumir. En su mirada no estaba ese deseo de vanagloriarse por salir con el doncel más esquivo de todo el instituto, ni siquiera había rastro de ese morbo que le erizaba la piel.

—Es un nombre muy bonito —soltó su mano observando fijamente esos hermosos orbes ónix—, pero no tanto como tú.

—Usuratonkashi —se aparto unos pasos hasta recargarse en el árbol, intentando que aquel maldito nerviosismo abandonara su cuerpo, al mismo tiempo que volvía a colocar su expresión neutral—. Hubiera sido más fácil si decías que no, dobe.

Una alegre risa le obligo a mirar a Naruto de soslayo, notando como sus rubios cabellos se movían suavemente con el viento, mientras mantenía la mirada fija en un punto imaginario frente a él, dándole a Sasuke una vista perfecta de aquel encantador perfil griego.

—Tienes razón —admitió—, pero mi padre me educo para ser un caballero en todo momento y rechazar la invitación de una dama o doncel no lo es.

—Tu padre debe ser un anciano si te enseño eso.

—Era… —murmuró—, falleció hace poco.

No le gustaba mentir, pero tampoco podía decir que su padre murió hace más de cincuenta años, lo tacharían como a un completo loco, ya que técnicamente él era su propio padre. ¡Qué difícil era todo eso!

—Yo… lo lamento, no lo sabía.

—No te preocupes por eso —intentó no darle importancia—, mejor dime, ¿cómo puedo agradecerte por haberme ayudado?

—No hace falta —tajó.

—Ya sé, permíteme invitarte a salir. Quiero agradecerte por tu ayuda y también como disculpa por lo del centro comercial —sonrío—. ¿Qué te parece si salimos este domingo tteba?

—No hace falta —se cruzó de brazos, intentando mantener una pose digna que no le duro más de dos minutos—. Tsk… haz lo que quieras.

—Entonces tomare eso como un si ttebayo.

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

*Naito: Significa Noche en japones... según Google xD


Espero que les haya gustado, aclaro que Naruto no volverá a ser un viejito :3 aun así Iruka se preocupa xD y quería comentarles algo, la pareja principal será Naruto x Sasuke, habrá una pequeña mención de Kakashi x Obito, Shukaku x Gaara, Itachi x Iruka y Madara x Deidara ♥ amo a las parejas poco comunes 7u7r


Sin más me despido y les deseo un lindo día.


Mil gracias por leer~♥


Haruka Eastwood


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