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Deseo... amar por Haruka Eastwood

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Notas del capitulo:

Naruto: Hola ttebayo! Hoy me toco dejarles el capítulo porque Haru-chan está enferma.

Sasuke: Dobe, deberías pedir que la linchen por tardar tanto.

Naruto: No puedo teme, acuérdate que ella advirtió que tarda en actualizar xD

Sasuke: Tsk… como sea, es hora de las advertencias *saca una hoja* La pareja principal es el dobe y yo, pero habrá mención de muchas otras, que por pedido de comentarios se quedara en mención… dobe, ¿qué diablos dice aquí?

Naruto: Ahí dice, que será una mención zukulemta y que solo una pareja tendrá una escena hot ya que así lo requiere la historia.

Sasuke: Maldita mujer, escribe horrible. *vuelve a leer la hoja* Aquí dice que la tartamuda… digo, que Hinata será como la de RTN, disfrazada de la normal… *lanza la hoja y la quema*

Naruto: Creo que es todo ttebayo. Nosotros las dejamos leer y el teme les manda un beso :D

Sasuke: Claro que no, ¡Ven aquí dobe! 

Titulo: Deseo… amar

Resumen: Naruto sabe que lo único que le faltó en la vida fue alguien a quien amar, y el destino está a punto de cumplir su deseo.

Clasificación: No menores de 16 años

Género: AU, Romance. 

Advertencias: Lemon, mpreg.

Autor: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Deseo… amar

Capítulo 3: Falsa amenaza

Un hermoso doncel de largo cabello rubio y ojos azules, caminaba tristemente entre las lapidas del cementerio, intentando mantener una actitud desinteresada mientras sostenía un ramo de rosas blancas y azules. Recordaba que eran sus favoritas, y le hubiese encantado regalarle flores en otra situación, pero no así, no ahora. Ni siquiera sabía si había hecho bien en comprarlas… tal vez era mejor traer un tazón de ramen instantáneo porque a él le encantaban.

Inútilmente intento sonreír como antaño, pero en sus labios solo se dibujó una sonrisa melancólica al quedar de pie frente a la tumba que pretendía visitar: ostentosa como él, como su vida y extrañamente fría. Mientras las flores marchitas le daban un aspecto descuidado. ¡No tenía ni un mes muerto y ya había quedado en el olvido! ¿Por qué nadie lo había ido a visitar desde que murió? Ahí notaba lo importante que había significado para la vida de los demás… nada. Entonces su rostro adquirió una expresión enfadada y pateó la lapida con frustración, comenzando a llorar al momento de arrojar las rosas que había comprado. Se sentía tan frustrado y tan enojado… pero no con él… con ellos.

—¡Viejo idiota! —Gimoteó cayendo de rodillas, dejando que su largo flequillo cubriera sus ojos—. ¿Por qué diablos te moriste? ¡¿Eh?! Tenías que esperarme…  lo prometiste, Naruto. ¡Maldito anciano pervertido! —Se limpio las lágrimas con el antebrazosin dejar de sollozar—. Dijiste que me esperarías hasta que volviera… ¡Solo me largue dos putas semanas! ¡Dos! ¡Eres un mentiroso…! Tú también me dejaste… lo habías prometido… ¡Y no me importa ser un puto egoísta, porque te quiero aquí conmigo! Ahora…

Bajó la cabeza llorando, porque para Deidara, Naruto representaba su todo… lo amaba demasiado, claro que no de manera sentimental-romántica, ya que nunca pudo definir el cariño que le tenía. Tal vez era equivalente al que sientes por un amigo de la infancia, uno que siempre estuvo ahí cuando lo necesitaste, o puede que sea un amor como el que profesas a un padre o hermano… ¿qué importaba eso en estos momentos? Igual lo había perdido.

Habían pasado más diez años desde que se conocían y vivieron tantas cosas… no siempre eran felices pero las atesoraba demasiado. Ahora solo le quedaban recuerdos de aquel hombre: alegre, divertido y protector, por lo que cerró sus ojos al pensar en lo curioso que fue su primer encuentro…

Londres; Inglaterra, 1990

Una hermosa mujer de cabello azulado se acercó a Deidara, quien permanecía sentado en una silla apartada en la cocina; comenzando a frotarle la espalda, ya que veía a su amigo muy deprimido desde que había llegado al restaurante a trabajar. En aquel entonces, el pequeño rubio de tan solo diecisiete años se ganaba la vida tocando el piano por las tardes en un restaurante de lujo, ubicado en el centro de Londres.

—¿Qué paso? —Cuestionó con dulzura—. Ayer te veías tan animado y hoy parece que se te acaba de morir el novio.

—Es algo peor que eso —se dejó abrazar por la mujer—. Hoy en la mañana fui a ver la universidad a la que quiero entrar…  —gimoteó—. Konan~… la colegiatura es altísima y eso sin mencionar el costo del material. Pero eso no es todo, resulta que me acaban de subir la renta y bien sabes que mi madre está enferma… no sé qué hacer —sonrió con amargura, dejando que las lagrimas empaparan sus mejillas—. Incluso pensé en prostituirme.

—No digas eso.

—Es en serio hn —se levantó decidido para salir de ahí, viendo hacia las mesas del restaurante—. Es más, voy a seducir al próximo hombre que se siente en esa mesa —señaló discretamente la que estaba hasta el fondo, justo del lado de la ventana—. No me importa que sea gordo, calvo o viejo.

Konan simplemente suspiró, después de todo sabía que Deidara no se atrevería a hacer semejante locura. Probablemente lo creería de un doncel casquivano, pero no de él, sobre todo porque aquel rubio hablador y explosivo nunca había tenido novio y el creerle que seduciría a un varón cualquiera, le causaba cierta gracia.

—Claro, lo que digas.

—Es en serió hn.

Entrecerró los ojos viendo mal a su amiga, que con un ademan de manos se fue a seguir atendiendo las mesas. Por lo que tras relajarse un poco caminó hacia el baño para lavarse la cara, después de todo ya iban a dar las siete de la noche y el tenía que empezar a tocar para amenizar el ambiente.

Una vez listo, se sentó frente al hermoso piano de cola en color negro, y cerrando los ojos comenzó a tocar de manera lenta y suave. Recreando a la perfección aquella melodía que a su parecer era romántica y tranquila pero de cierta manera le producía melancolía… tal vez se deba a que fue la última pieza que aprendió de su difunto padre.

Al terminar de tocar la última pieza de la noche, abrió los ojos topándose con unas gemas azules: expresivas, alegres y maravilladas, que le observaban con mucha atención. Inexplicablemente, sus mejillas se sonrojaron, obligándolo a bajar la mirada avergonzado.

No entendía que le pasaba, y molesto por su reacción de colegiala enamorada, volvió a levantar la vista, solo que esta vez observó bien al varón que le miraba atentamente hace unos segundos. ¡Era un anciano! Fácilmente le calculaba más de ochenta, y pese a la avanzada edad debía admitir que aun era atractivo y tenía algo que le llamaba la atención.

Probablemente era aquella amplia y seductora sonrisa, su porte elegante… o aquel traje que definía a la perfección su cuerpo que a pesar de la edad podía notar que estaba trabajado. Juraba que en sus años de juventud fue malditamente guapo. Solo había que quitarle cincuenta años y seria el hombre de sus sueños. ¡Era un maldito pervertido, aquel hombre podría ser su bisabuelo!

—Deidara —escuchó la voz socarrona de Konan—. Ahí está tu conquista.

Entonces se dio cuenta que aquel rubio —porque pese a las canas aun se podía distinguir su color de cabello— estaba sentado justo en la mesa que él había señalado hace unas horas. Aunque nunca lo había visto antes, y eso que ya llevaba trabajando ahí un año.

—No me crees capaz, ¿verdad? —miró a su amiga que negó divertida—. Hn pues ahorita veras como lo seduzco para pagar mis gastos.

De repente, Konan se carcajeó porque definitivamente no le creía nada. Claro que era lógico.

—Se que no eres de esos —le comentó tranquila—. Mejor vamos a ponernos a pensar cómo solucionar tu problema de gastos… ¿ya pensaste en inscribirte a otra universidad? No sé… una más económica.

—Ni hablar.

Él no era un doncel fácil, pero no estaría mal jugar con su amiga. Sin mencionar que sería divertido ver la reacción de aquel varón cuando alguien tan lindo y joven como él intentara coquetearle. Por lo que mirando con fingida molestia a Konan, se acercó hasta la mesa, viendo de cerca aquellos hipnóticos zafiros.

—Tocas precioso —le dijo Naruto con una amplia sonrisa que sonrojo a Deidara.

—Gracias… supongo —instintivamente tomó un mechón de su cabello, jugando con él, en una clara muestra de nerviosismo.

—¡Oh! Disculpa mi descortesía —se pusó de pie—. ¿Gustas sentarte?

—¿Eh? Sí, claro —tomó asiento mientras acomodaba su cabello atrás de su oreja de manera coqueta—. Espero no estar interrumpiendo algo importante… es solo que bueno… nunca te había visto por aquí…

Entonces recordó que es un asco ligando abuelos y a cualquier varón. Simplemente patético… ¿cierto? Naruto levantó una ceja divertido, mientras aquel extraño doncel se removía incomodo en el asiento. Estuvo tentado a reírse sonoramente ya que si tuviera unos cincuenta años menos, podría jurar que el chico que tenía enfrente estaba tratando de ligarle. Pero vamos… a sus ochenta y cuatro años eso ya no era creíble.  

Tampoco quería sonar presuntuoso, pero él era un reconocido empresario e ingeniero, dueño de Rasengan, la empresa petrolera más grande a nivel mundial. Así que no era de extrañar que se le acercaran con el propósito de seducirlo por dinero… ¿pero un niño? Claro que para la edad que tenía, Deidara era un niño. Podía asegurar que era incluso más grande de edad que el abuelo de ese chiquillo de mirada coqueta.

—No interrumpes nada —le sonrió.

—Ya… esto… nunca te había visto por aquí. ¿Es la primera vez que vienes?

—De hecho, diario como aquí, pero es la primera vez que vengo tan tarde. Claro que valió la pena, ya que tocas hermoso...

—Deidara… mi nombre es Deidara.

—Es un precioso nombre, significa muñeco* ¿cierto? —Observó el pequeño asentimiento—. Bueno, yo me llamo Naruto y es un placer conocerte dattebayo.

Deidara se encogió en su asiento sin saber bien porque estaba tan nervioso, y sin querer desvió su mirada, contemplando como Konan entrecerraba los ojos como si quisiera matarle, al mismo tiempo que le hacía señas para que dejara tranquilo al amable señor. Aunque terminó haciendo todo lo contrario. Naruto era demasiado amable y eso le encantaba.

__

Evidentemente, nunca se atrevería a intentar seducir a aquel hombre por dinero, y a pesar de que Konan le dio la regañada del siglo aquel día, Deidara se dio cuenta que con Naruto podía platicar de cualquier cosa, que le escuchaba y que no le juzgaba, al contrario: siempre lo apoyo. Claro que para el pequeño doncel no era y nunca fue amor a primera vista, ni a segunda… ¡Eso era absurdo! Simplemente era admiración la que le tenía y sus charlas se volvieron frecuentes. Extrañamente se hicieron amigos, tal vez muy cercanos… debido a que Naruto le ofreció trabajo: una vez por semana, solo dos horas al día.

Deidara se presentaba todos los domingos a las cuatro de la tarde en la enorme y pomposa mansión de Naruto para tocar el piano, recibiendo una cantidad excesiva de dinero por algo que para él era tan fácil. Aunque el Namikaze siempre insistía que eso era lo justo y realmente lo agradece ya que gracias a eso pudo juntar para pagarse la universidad de arte, enfocándose en la escultura.

Gracias al apoyo incondicional de Naruto, se había convertido en un artista reconocido a nivel mundial. Constantemente viajaba, fue por ese motivo que se marcho quince días atrás, prometiéndole que a su regreso le traería fotos de todos los lugares que pudo visitar, mientras sus obras eran expuestas en la mejor galería de New York, pero él se había muerto y nadie tuvo la delicadeza de avisarle… ni siquiera intentaron comunicarse con él y la forma en que se entero no fue la mejor. En la portada de la revista empresarial aparecía que Namikaze Naruto había muerto… una gran pérdida para el mundo.

¿Tanto lo odiaba aquel trió? Ya que al parecer hicieron lo imposible por no llamarlo, simplemente era un odio absurdo, porque si él realmente hubiera querido quedarse con la fortuna del Namikaze lo hubiera hecho. ¿Les pesaba que de manera indirecta, Naruto haya pagado su educación? ¿Acaso les molestaba que gracias a unos contactos él haya podido exponer en una galería pese a su corta edad? No lo entendía y tal vez nunca lo haga.

Empezaba a llover, pero no le importo. De rodillas frente a esa hermosa lapida, levanto el rostro dejando que las pequeñas gotitas de agua se confundieran con sus lágrimas y finalmente lloró. Lloró como cuando perdió a su amada madre; lloró como un niño que ha visto al protagonista de sus peores pesadillas, y lloró porque ahora sentía un enorme vacío en su interior. Por primera vez comprendió que estaba completamente solo. Gritó y maldijo la partida de aquel odioso y risueño varón… pero no era igual que con su mamá. Ese día Naruto estuvo a su lado, lo abrazó y consoló, prometiendo que él estaría con él… ¡Mentiroso, mentiroso! Igual lo dejo.

—¡Eres un maldito mentiroso, Namikaze Naruto!

Sentía un enorme nudo en su garganta que no se iba por más que intentara desahogarse. Y todo era más doloroso, porque después de convivir durante más de diez años con Naruto ni siquiera pudo estar con él en sus últimos momentos.

Entonces rio, porque finalmente Gaara, Kakashi e Iruka lograron apartarlo de la vida del Namikaze y esta vez era para siempre, ¿no entendían que él realmente lo amaba? Y nunca fue por su dinero como pensaba aquel trió de idiotas. ¡No! Él permaneció con Naruto porque siempre estuvo a su lado, porque le apoyo, porque le animo y porque si no fuera por él no sería lo que era hoy… ¡eran amigos!

Nunca le importo que lo tacharan de anormal por fingir haberse enamorado de un hombre que era sesenta y cinco años más grande, ya que Naruto comprendía que eso era un juego y muchas veces le seguía la corriente, diciendo cosas como que cuando muriera le dejaría todo a su Deidara, pero eso era entre ellos dos y los demás no tenían derecho de meterse. Tampoco le importaron aquellas peleas con Gaara o Iruka que querían alejarlo de Naruto por miedo a que le estafara… no era capaz… ni ahora ni hace diez años.

Sin embargo, Deidara desconfiaba de aquellos tres, porque en el tiempo que estuvo con Naruto nunca supo de ningún hijo y ahora resultaba que tras su muerte aparece un chiquillo que era el heredero universal de todo. ¡Eso era una trampa! Que conveniente resultaba que aparece el día de su muerte y dos después se larga a un lugar desconocido.

—Tonto anciano —comenzó a hablar como si él lo escuchara—. ¿Sabes? Siempre fuiste muy idiota y confiado… decían que yo solo estaba contigo por tu dinero, pero no es así. Ahora resulta que los verdaderos interesados en tu fortuna son esos tres a los que tanto apreciabas —tomó las rosas comenzando a acomodarlas—. Pero no te preocupes… yo estoy aquí y pondré al descubierto la farsa mal montada de ese trió de pirañas. Malditos buitres.

»Al menos se hubieran inventado algo más coherente, mira que decir que tuviste un hijo a los ochenta… dudo que a esa edad aun te funcionara el asunto —agachó la mirada comenzando a reír avergonzado—. Creo que alguien de mi edad era más creíble, ¿no crees? Hablando de eso… ¿ya te diste cuenta que nos parecemos? —Se levantó comenzando a sacudir su ropa húmeda—. Bueno, yo soy más lindo —rodeó levemente su cuerpo, tiritando—. Antes de irme te quiero decir que planeo ir a buscar a tu supuesto hijo, porque nada de esto es justo.

●●●

—¡Ahh~! Mmm N-Naruto —gimió Sasuke, sintiendo los cálidos labios de Naruto en su pecho, succionando uno de sus botoncitos—. Q-Quiero hacerlo.

Mierda, era malditamente erótico. Sus zafiros miraron con detenimiento aquellos profundos posos negros. Extasiado, separo los labios, sintiendo esas blancas y pequeñas manitas deslizándose de forma torpe dentro de su pantalón, masajeando su miembro lenta y suavemente. Sin poder evitarlo, gimió guturalmente cuando Sasuke inició un tortuoso sube y baja, incitándolo a besar esa dulce boquita de forma lujuriosa.

No podía contenerse por más tiempo, por lo que comenzó a recorrer el pecho de su lindo doncel de manera dulce, deteniéndose en el elástico de su sexy bóxer de encaje, pero cuando estaba a punto de retirarlo un estridente sonido le hizo cerrar los ojos y cubrirse los oídos, sintiendo un profundo dolor en su espalda.

—No pude ser —gimoteó abriendo los ojos, dándose cuenta que todo había sido un sueño, que el sonido era la alarma y que se había caído de la cama—. ¿Por qué a mi ttebayo?

Ahora recordaba que odiaba su adolescencia por los malditos sueños húmedos y porque sus hormonas estaban desatadas a más no poder. Solo le quedo soltar un suspiro y meterse a bañar con agua helada, que le erizó la piel por completo, haciéndole soltar más de un gritillo, pero valía la pena si con eso se le baja aquella molesta erección.

Al salir de la ducha comenzó a ponerse el uniforme. Se sentía realmente nervioso. Desde ayer que invito a Sasuke a salir ya no habían vuelto a hablar, aunque eso no impedía que su mente fantaseara con la perfecta cita. Incluso ya tenía planeado a donde lo llevaría para que todo saliera de maravilla, por lo que no podía evitar tener esa sonrisa boba en el rostro, ansiando que llegara el domingo.

—Naruto, será mejor que ya te hayas levantado o llegaras tarde.

—Buenos días Iru-chan —saludó abriendo la puerta—. Yo estoy muy bien tteba. Tuve una buena noche, no me quejo —ironizó. 

El castaño soltó un suspiro derrotado, siempre olvidaba lo enfadoso que se ponía Naruto si no se le saludaba cordialmente. ¡Parecía un viejito con esa manera de pensar! Bueno, realmente lo era, pero se le hacía casi imposible tratarlo como antes con esa aparecía de adolescente, instintivamente se comportaba demasiado cordial con el Naruto anciano, pero verlo de joven hacía que lo tomara como a un chiquillo y acababa tratándolo como a un igual.

—Buenos días Naruto —saludó en tono de rendición—, me alegro que hayas dormido bien. Te espero para poder desayunar, ¿de acuerdo?

—Claro ttebayo —sonrió—. Bajo en un momento.   

Al cerrar la puerta se dirigió a su mesita de noche y tomó el celular, tirando por accidente su cartera, que se abrió antes de llegar al suelo esparciendo todo lo que tenía dentro. Al levantarla observo la foto de Deidara y él, haciéndole sonreír nostálgico, ya que aquella mañana que decidieron hacerle pasar por su propio hijo pensó en contactar a Deidara. Quería explicarle todo, pero Iruka le convenció de que no lo hiciera porque entre menos personas supieran de aquel milagro, sería menos peligroso para él. Y Gaara se encargaría de contactarlo para darle la trágica noticia de su supuesta muerte, pero nunca pudo comunicarse con él.

Al final se sentía culpable, porque había prometido que lo esperaría cuando llegara de New York, sin embargo ahora estaba muerto. Lo que más le pesaba era no poder decirle la verdad al pequeño doncel, después de todo, para él era más que un amigo incluso lo veía como el hijo latoso que nunca tuvo. Sin pensarlo sonrió, ya que Deidara era el único que se atrevía a tratarlo como alguien normal y la mayoría de veces terminaba insultándolo o diciéndole: «Mira que eres un anciano torpe» «Eres muy anticuado, modernízate» «Maldito viejito»…

De cierta forma ese carácter le recordaba al de Sasuke, sobre todo en la parte de insultarlo y no respetarlo. Probablemente lo asociaba a Deidara y por eso no se enfadaba con el pequeño Sasuke, pero a la vez ambos eran muy diferentes, sin mencionar que el Uchiha tenía algo que lo atraía de forma especial, era como un imán que le seducía e hipnotizaba, claro que no le molestaba, al contrario. Solo esperaba que esta vez si pudiera encontrar al amor de su vida.  Pero aun era joven…

Con una sonrisa dibujada en sus labios, bajó a desayunar. Pasando por la cocina, observó como Haku contemplaba desde la ventana al chofer. Según le había comentado Iruka, ambos trabajaron anteriormente en una mansión al norte de Konoha, la cual fue vendida y curiosamente se volvieron a encontrar ahí. No hacía falta ser un genio para que Naruto notara que el doncel estaba enamorado de Zabuza, lo cual se le hacía sorprendente con ese carácter tan arisco que tenía el varón.

Y como lo suyo no era interferir en esos asuntos prefirió irse al comedor o de lo contrario llegaría tarde en su segundo día de clases.

●●●

Se estiro con pereza antes de encaminarse al comedor para poder desayunar. Aunque su mente se mantenía enfocada en aquella inusual invitación del día anterior, ni siquiera sabía a dónde diablos pretendía llevarlo, pero tampoco pudo negarse porque muy dentro de él, se moría de ganas por tener una cita con ese dobe. Pero que tonterías, claro que lo suyo no era cita ¡Primero muerto! Solo era por agradecimiento… sí, solo eso.

Aunque ni el mismo se lo creía, aun así se lo repitió cientos de veces mientras llegaba al comedor, para poder desayunar. Él no podía estar deseando salir… solo, los dos muy cerca… en una cita con aquel idiota rubio… ¿o sí?

—Buenos días cielo.

Sasuke levantó la vista y contempló el rostro sonriente de su madre, que le saludaba como cada mañana, mientras le ayudaba a Sakura a terminar de poner la mesa. Por otro lado su padre ya se encontraba en su lugar con una humeante taza de café en la mano y el periódico en otra, e Itachi…

—Buenos días mami… ¿e Itachi?

—¡Mi lindo hermanito me extraña! —Escuchó el grito de Itachi, quien en un parpadeo ya lo tenía fuertemente abrazado, frotando su mejilla contra la del menor que intentaba resistirse a aquella invasión de su espacio personal.

—Deja a mi niño —murmuró Fugaku sin apartar la vista de su periódico.

—Suéltame —farfulló molesto el pequeño Sasuke—. Eres un pesado.

—Pero es que es muy lindo —Itachi miró a su padre que seguía concentrado en su periódico, sin prestarle atención a aquella escena tan cotidiana.

Mikoto empezó a reír, porque cada mañana era igual con sus amados hijos, y de cierta forma le divertía lo protector que era Itachi con su hermano, cuestionándose si sería así cuando tuviera novia… aunque lo más seguro es que terminara por exagerar, como siempre.

—Tienes razón —concordó Fugaku con su clásica expresión imperturbable—. Pero ya suéltalo para que podamos desayunar.   

—Tsk… idiota —dijo muy bajito para que solo Itachi lo escuchara.

Se supone que ya debería estar acostumbrado a que su molesto hermano lo mimara como si fuera una chica, pero por más que lo intentaba no podía ya que nunca ha sido muy cariñoso, sin mencionar que él era un doncel, no una ruidosa mujer. Incluso se llego a compadecer de la futura novia o novio de su hermano porque sinceramente era un pesado de lo peor.

—¡Cariño! —Mikoto chilló emocionada asustando a todos—. Casi lo olvido, ¿podemos ir al teatro este domingo?

—¿Al teatro? —Cuestionó dubitativo.

—Sí, lo que pasa es que ayer por la tarde estuve platicando con Tsunade, ella y su esposo fueron este domingo y me recomendó mucho la obra —juntó sus manos emocionadas—. Así que pensé que podríamos ir.

—¿Cuál teatro?

—Teatro Akatsuki, la función es única y será a las cinco de la tarde.

—Sera mejor que no te emociones, hija —comentó Madara de lo más neutral, mientras tomaba asiento, observando la mirada desconcertada de Mikoto—. Obito quería ir y me pidió que lo acompañara, pero cuando le dije a mi asistente que consiguiera los boletos resulto que ya estaban agotados y la función de este domingo es la última. 

—Eso sí que es una pena —Itachi se levantó tranquilamente—. Bueno, yo debo irme, Sasuke, ¿quieres que te deje en la escuela?  

—Si…

Ambos caminaron a la salida en completo silencio, y por momentos Itachi le miraba de soslayo, meditando el motivo por el que su torpe hermanito se encontrara tan perdido en sus pensamientos. Incluso era preocupante.

—Te noto muy callado, más de lo normal —le dijo mientras le abría la puerta del coche a Sasuke—. ¿Todo bien?

—No molestes —espetó.

Todo el trayecto al instituto, Sasuke se mantuvo en silencio, pensando a donde lo llevaría Naruto, pero tampoco quería preguntarle, que tal si sonaba ansioso. Sería como darle importancia a ese dobe, importancia que realmente no tenía, incluso pensaba dejar el asunto en el olvido. Sí, eso era lo mejor. Por lo que al llegar a clase fue directo a su asiento, dejándose caer en la silla, esperando a que el profesor llegara a impartir su aburrida materia, así evitaría pensar en tonterías. Mejor prefería concentrarse en clase, pese a que odiaba trigonometría y para su desgracia tocaba en la primera hora. Detestaba al profesor Kurama ¿o era a la materia…? Era lo mismo, ambos le sacaban de quicio.

—Saquen sus libros, van a realizar los ejercicios de la pagina 50 a la 60… —sentenció con su tono molesto, escuchando las protestas de la clase—. Guarden silencio. Trabajaran con su compañero de al lado.

Sasuke frunció visiblemente el ceño y sin poder evitarlo dirigió su mirada hacia atrás, viendo como el idiota de Naruto iba a hacer equipo con el inútil de Sai. ¡Claro que a él no le importaba! Pero si nunca hubiera aceptado cambiarse de lugar, seria él quien trabajaría con Naruto en esos molestos problemas. Además, Sai era un inútil en la materia y de seguro haría que Naruto contestara todo por él. No entendía porque estaba tan molesto, pero lo estaba. ¡Maldito Sai!

Y justo cuando pretendía ponerse a trabajar con Ino, tuvo que voltear para ver como Sai se sonrojaba y le sonreía como idiota a Naruto. ¡Era un bastardo! Primero se atreve a coquetear con él e invitarlo a una maldita cita —que ni quería— y ahora resulta que ese molesto rubio estaba ligando con Sai, quien estaba que babeaba por ese idiota Namikaze al igual que la patosa de la Hyūga. Claro que esa era la perspectiva de Sasuke.

Naruto simplemente se había acercado a ese doncel de sonrisa rara, para poder empezar a trabajar, agradeciendo internamente el hecho de que actualmente trigonometría le resultara tan fácil, aunque en sus años de juventud la llegó a odiar profundamente y era claro que le había costado una eternidad poder entenderla. No solo eso, gracias a que estudio ingeniería petroquímica y petrolera, lo que estaba a punto de ver era cosa de niños, algo que resolvía en cuestión de minutos, era más que nada recordar el procedimiento. Bah, demasiado fácil.

—¿Qué te parece si dividimos el trabajo ttebayo? Así terminaremos más rápido.

Sai bajó la cabeza, sintiendo como sus mejillas se calentaban, mientras esbozaba una sonrisa un tanto nerviosa, ya que trigonometría era la materia que menos entendía. Incluso creía que estaba a nada de reprobar el parcial, ya no tenía salvación porque si él la aprobaba, Sasuke sería más lindo. Obviamente no pasaría ni una cosa ni otra, pero era más probable que el aprobara o al menos eso quería creer… ¡aun tenía esperanza! 

—Naruto-kun, no entiendo nada del libro —le miró a los ojos—. Y creo que voy a reprobar la materia.

El rubio sonrió, al menos podría explicarle los ejercicios, aunque esa abrumadora honestidad de Sai lo asombró. Le recordaba tanto a su amigo Orochimaru, y de hecho, mirando bien a Sai, si se dejara crecer el cabello y se sombreara los ojos, juraría que era una versión joven de aquel doncel con complejo de serpiente. Aunque su mirada inexpresiva se asemejaba más a Danzō, el alegre esposo de Orochimaru. Incluso se llegó a preguntar si el hijo que ellos tuvieron se parecería a Sai, ya que lo más seguro es que tenga dieciséis años.

Recordaba a Orochimaru embarazado y solo vio a su hijo una vez cuando visito el hospital, ya que acababa de nacer su bebé. Pensándolo bien, era mal amigo ya que ni siquiera recordaba el nombre del infante al cual sostuvo en brazos y se le hizo muy mono, pero sus padres decidieron mandarlo a Konoha… entonces volteo asustado, viendo a Sai.

—¿Te apellidas Shimura, tus padres son Danzō y Orochimaru tteba?

Sai lo miró extrañado antes de asentir, ya que no recordaba haberle dicho el nombre de sus padres a Naruto, pero tampoco intentaría preguntar, ya que no le importaba realmente como sabía eso. Por otra parte el rubio quedo en shock, pensar que ese lindo bebé que sostuvo en brazos hace años era el mismo chico que intentó coquetearle ayer le erizaba la piel.

Se sentía un pervertido, y a pesar de que Sasuke tenía la misma edad lo sentía diferente, probablemente se deba al hecho de que nunca antes lo había visto, de hecho ni conocía a sus padres y así estaba bien. Claro que después se tomaría la molestia de visitarlos, después de todo estaba interesado en Sasuke como algo más que un amigo o compañero de clase, por eso lo había invitado a salir con el pretexto de agradecerle su ayuda.

Pero mientras Naruto meditaba sobre Sai y el hecho de que era hijo de Danzō —lo cual se le hacía espeluznante—, sin mencionar las posibles maneras de un acercamiento con Sasuke, este simplemente sentía sus mejillas arder del enojo que le invadía por ver a la copia barata tan emocionado mientras resolvían unos malditos ejercicios de trigonometría. Debería estar sufriendo por no entender nada, pero no, estaba sonriendo como tonto.

—Sasuke, ¿te encuentras bien?

El moreno dirigió su mirada a Ino que le veía preocupada, para acto seguido contemplar su bolígrafo, el cual había roto sin querer, todo por estar viendo como ese tonto rubio y Sai platicaban. ¡Y no estaba celoso! Simplemente le molestaba aquella actitud de Casanova que tenía Naruto… si, solo eso. Además, apenas y lo conocía, tampoco es como si le gustara.

—Tsk, si…

No muy convencida, Ino siguió resolviendo los problemas, no era un genio como Sasuke, pero tampoco se le dificultaba mucho. Finalmente había acabado la clase del profesor Kurama y Sai estaba más que feliz, Sasuke seguía maldiciendo aunque un poco más aliviado y Naruto… él simplemente observaba a Sasuke, esperando a que llegara la hora del almuerzo, y por primera vez el tiempo se le hizo eterno.

—Sasuke —curioso, levantó el rostro de su libreta, viendo a un sonriente Naruto que se recargaba en su pupitre—. ¿Te gustaría comer conmigo ttebayo?

—Estoy seguro que Sai o Hinata estarían encantados —comentó mordaz.

—Mmm puede ser, pero yo solo quiero comer contigo, ¿aceptas?

—Eres molesto…

—Tomare eso como un sí.

—¡Nunca dije que aceptaba, usurantokashi!

—Pero tampoco me rechazaste —sonrió.

No pensaba discutir, mucho menos con sus compañeros cerca que no tardaron en iniciar el cotilleo, por lo que molesto le tomó de la mano, saliendo del salón con un Naruto sonriente que se dejaba guiar hasta la cafetería, sentándose juntos. Y Sasuke pensó que era el momento apropiado para rechazar su salida del domingo, después de todo ni siquiera lo conocía, aun así se molestaba cuando veía que Sai intentaba coquetear con él de manera descarada, claro que no eran celos, simplemente era incomodidad.

—Oye dobe…

—Esa boca —regañó—. Un doncel tan lindo no debe decir malas palabras tteba.

—Pareces mi abuelo —rio al ver aquel gracioso puchero—. Olvídalo, mejor dime a donde piensas llevarme el domingo.

—Sorpresa.

—Así no sabré que ponerme —intentó excusarse—. Por lo que debo saber.

—No necesitas preocuparte por eso.

El pequeño doncel se removió incomodo en su asiento, notando como estaban en la mesa más apartada de la cafetería, mientras Naruto partía un pequeño trozo de carne que momentos antes habían pedido. Estaba justo a su lado, sentado en esa mesa redonda para cuatro, aun así permanecían solos y por alguna razón desconocida, en su estomago sentía una revolución de mariposas que no le dejaba concentrarse. Intentó mantener su vista fija en el plato, el cual contenía un trozo de filete y verduras al vapor, pero por primera vez en su vida le dio pena comer delante de alguien.

—No te entiendo —murmuró captando la atención de Naruto—. Eres extraño, no necesitas pedirme salir para disculparte por haber tropezado conmigo en el centro comercial, sin embargo lo haces… mucho menos necesito que me agradezcas por sacarte del salón cuando esa bola de idiotas intento coquetearte.

—Esa boca —volvió a regañar tomando un poco de agua—. Y tienes razón, no necesitaba pedirte salir para disculparme, o para pedirte perdón —se giró tomando las manitas de Sasuke entre las suyas, llevándolas a la altura de su rostro, depositando un pequeño beso en el dorso de cada una—, pero quiero hacerlo.

—¡No hagas eso! —Se escandalizó, comenzando a voltear a todos lados por si alguien los había visto, mirando mal a Naruto.

—¿Por qué?

—¡Por qué no! —Se giró para que Naruto no viera su sonrojo, comenzando a comer con nerviosismo—. Deja de jugar conmigo que no soy un maldito juguete.

—No estoy jugando contigo —sentenció molesto.

—Claro que lo haces —le acusó—. Con tu actitud galante y sonrisas sensuales pretendes que yo caiga ante ti y así puedas presumir que ligaste al doncel más esquivo del instituto. Sabes una cosa, te fallo —intentó levantarse pero Naruto le sostuvo la mano, mirándolo seriamente—. ¡Suéltame!

—Siéntate —demando con un tono de voz que no admite objeciones, pero lejos de intimidarse, el Uchiha sintió una extraña corriente eléctrica recorrer su espina dorsal obligándolo a obedecer—. No tengo ninguna actitud galante, y mis sonrisas no son sensuales, tampoco me interesa presumir que ligue a un doncel porque eso no sería propio de un caballero —relajó sus facciones, y esbozó una pequeña sonrisa, acariciando suavemente la mejilla de Sasuke—. Quiero tener una cita porque me interesa conocerte, no quiero ser solo un compañero de clase ttebayo.

Rosó la punta de su nariz con la de Sasuke, quien instintivamente cerró los ojos sin saber exactamente que esperar. No era la primera vez que besaba a alguien, aun así se sentía nervioso mientras acercaba su rostro al del doncel, cuya respiración era cálida y dulce, volviéndose agitada conforme la distancia se hacía menor. Finalmente sus labios presionaron tiernamente los de Sasuke, rosados y suaves, tal vez demasiado con un sutil sabor a cereza que se le antojo sensual.

Le estaban robando su primer beso y lo peor de todo es que lo estaba disfrutando. No tenía intenciones de separarse de aquel contacto tan intimo que le aceleraba el corazón de manera alarmante, sintiendo como los cálidos y ligeramente húmedos labios de Naruto iniciaban un sensual movimiento que le producía cosquillitas en el estomago, a la par que su lengua comenzaba a delinear sus belfos con sutileza, de manera deliciosa, pidiendo permiso para invadir su boquita.

No lo pensó y separo los labios, recibiendo a la intrusa que se movía hábilmente en su boca. Buscando a su compañera de juego a la cual no tardo en encontrar, incitándola a unirse en una danza erótica que poco a poco lo estaba excitando. ¡Solo era un beso! El cual debía terminar por la falta de aíre. Y justo cuando pensó que no había nada más rico que un beso como el que le acababan de robar, Naruto succiono delicadamente su lengua, sacándole un pequeño gemido antes de separarse por completo de un sonrojado Sasuke.

¡Besaba malditamente bien! ¿Por qué? Era todo tan extraño, porque paso de sentirse extasiado ha deprimido de solo pensar a cuantas chicas o donceles habría tenido que besar Naruto para ser tan hábil… le hubiera gustado ser el primero. ¡¿Pero en qué rayos pensaba?! Se supone que debía sentirse enfadado, pero estaba lejos de eso, por lo que se dejo abrazar por aquel odioso rubio.

—Realmente me gustas tteba.

—Idiota.

—Esa boca —rió, ya que no se podía enojar con Sasuke.

Ni siquiera eran novios, tenían dos días de conocerse (porque aquel encuentro en el centro comercial no contaba) y ya se habían besado, le gusto, no lo negaba… aun así nunca se creyó posible que algo como eso le sucediera. Necesitaba tiempo para pensar, con calma, por lo que se levantó para ir al baño, enjuagó su rostro con abundante agua y delineó sus labios con la yema de los dedos, mientras sonreía como colegiala enamorada. ¡Pero él no estaba enamorado!

—No sabía que fueras una zorra, Uchiha.

Sasuke observó a través del espejo a Sai que le sonreía de manera retorcida, y a un lado de él se encontraba la tartamuda de Hinata, quien le miraba mal. Lo extraño era que nunca había visto esa expresión tan hostil en el rostro de la chica, era como si fuera una persona completamente diferente.

—Sasuke-kun, eres toda una cajita de sorpresas —murmuró Hinata con voz dulce antes de cambiarla por una totalmente diferente—. Creí muchas cosas de ti, sin embargo no pensé que fueras interesado, o una zorra… pero es lógico, al parecer nadie cumplía tus expectativas y fue así como adquiriste aquel ridículo sobrenombre de «el doncel más esquivo» —se acomodó el cabello, pintándose los labios de un rojo intenso—. Deberían cambiarlo por el doncel más interesado.

»Pero es lógico, Naruto Namikaze es hijo único y heredero universal de uno de los empresarios más ricos a nivel mundial. Claro que eso ya lo sabías, por eso vas tras él. ¿Qué pretendes?

Sasuke se quedo callado, realmente no sabía nada de Naruto, solo que su padre había muerto recientemente, aunque no le iba a dar el gusto a aquella mujer de hablarle así. Ahora entendía porque tanto maldito interés en él, sin mencionar que Sai también lucía interesado, aunque no parecía ser por dinero.

—¿Envidia? —Preguntó mordaz a ambos—. Ahora entiendo, ustedes por más que intentan coquetearle no logran captar su atención. Quien lo diría —ironizó—, la señorita tímida y el pintor reprimido han sido ignorados por Naruto.

—Podrías considerar esto como la guerra, Uchiha-bastardo.

—Tsk… digan lo que quieran —salió de ahí, apretando los puños, después de todo era una guerra que había ganado desde antes.

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

*Deidara: Según google significa muñeco, aunque hay paginas que ponen que Dei significa silencio, pero lo deje en muñeco :v

Sasuke: ¿Qué rayos decimos ahora?

Naruto: No sé ttebayo, *mira molesto a Sasuke* es porque alguien quemo la hoja con las instrucciones.

Sasuke: Tsk… solo despídete, que tengo hambre.

Naruto: Etto… gracias por leer y si dejan rw el teme se los contestara. Oh, Haru-chan me dijo que en cuanto pueda contestara sus lindos mensajes. ¡Nos vemos dattebayo!

Naruto y Sasuke


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