Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Deseo... amar por Haruka Eastwood

[Reviews - 141]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!

Mil perdones por demorar tanto en actualizar esta historia, la verdad no he estado muy bien de salud y me he visto obligada a reposar. Siempre estoy algo enferma, pero hay días que empeoro y dejando eso de lado ¡He vuelto! Espero de todo kokoro que este capítulo les guste, lo hice con todo mi amor y creo que me pase de azúcar, no sé, es algo que ustedes me dirán :3

 

AVISO SALVAJE:

 

Una disculpa a las personas que me tenían agregada en Facebook, ya que cancelaron mi cuenta, por eso ahora aparezco como Rosario Marquez, si alguien aun me quiere puede enviarme una solicitud de amistad, para platicar o acosarme xD

Titulo: Deseo… amar

Resumen: Naruto sabe que lo único que le faltó en la vida fue alguien a quien amar, y el destino está a punto de cumplir su deseo. 

Categoría: Naruto

Clasificación: No menores de 16 años

Género: AU, Romance. 

Advertencias: Lemon, mpreg.

Por: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Deseo… amar

Capítulo 4: Solo una cita

Sus labios se curvearon ligeramente en una mueca sutil, que pretendía ser seductora, solo que a diferencia de sus clásicas sonrisas tétricas y claramente fingidas, esta era verdadera, haciéndolo ver precioso. Sai lucia demasiado contento pero, tenía razones de sobra para estarlo.

Su compañera y rival declarada no había asistido a clases, ¿el motivo? De haber podido, hubiera soltado una enorme risotada, y es que no era algo que le importara, al contrario, se alegraba por ello. Tampoco es como si la presencia de Hinata le incomodara o molestara, de hecho, la chica era muy agradable y dulce si se le conocía, claro que en cuestiones de amor se le podría considerar persistente al igual que él. Y ese momento era el indicado para hacer su movimiento, sin Hinata cerca y con un Sasuke que se adelanto al comedor, tenía el camino libre.

Con discreción, observó a Naruto de soslayo, dispuesto a levantarse de su pupitre. Probablemente iría a encontrarse con el molesto de Sasuke, claro que de ser posible lo evitaría, y si las cosas marchaban como lo había estado planeando los últimos días, seria él quien terminara comiendo con ese rubio en plan de novios, y no el molesto Uchiha-bastardo.

—Naruto-kun —sus ojitos se centraron en la cálida y a su parecer (y el de muchos) seductora mirada de aquel imponente rubio—. Me preguntaba si te gustaría salir esta tarde a tomar un helado y no sé… después ir a otra parte… en un cita… romántica.

Su corazón palpitaba como loco, prácticamente quería salir de su pecho, y para su desgracia, sentía que a cada paso que daba el Namikaze para acercase, su cara enrojecía más, y sumándole su (odiosa) palidez natural le hacía más visible su vergüenza. Sai podría considerarse un doncel un poco atrevido, sin llegar a nada serio, pero con Naruto todo era diferente, no podía hablarle con ese cinismo tan característico en él, mucho menos hacer comentarios pervertidos o fuera de tono cuando él estaba cerca.

—Un lindo doncel no debería invitar a salir a un varón —su suave voz fue una caricia a sus sentidos, aunado al pequeño toque sobre su cabello, el cual buscaba acomodarle un mechoncito detrás de su oreja. Tal vez era algo sin importancia para mucho, desgraciadamente a ojos de Sai, fue interpretado ese toque como un pequeño coqueteo—. No es correcto ttebayo. Así mismo, tampoco lo son aquellas insinuaciones para una cita… podría ser malinterpretado.

—Solo es un helado —rectificó en un murmullo entre ofendido y dolido—. No es como si quisiera algo más… Tampoco te pedí ir a un hotel.

—Lo sé —carraspeó incomodo, pensando que decir para no ofender aun más a Sai—. Pero… temo decirte que no se va a poder tteba.

—No te gusto o es por Sasuke.

—Me gusta Sasuke —admitió intentando ser prudente—. Sin embargo no voy a inmiscuirlo en nuestra conversación —con delicadeza levantó el rostro de Sai—. Admito que eres alguien muy lindo pero, nunca me ha gustado jugar con los sentimientos de las personas. Eso no sería propio de un caballero ttebayo.

—Tampoco lo es rechazar una inocente invitación a tomar un helado.

—Lo sé y estoy completamente seguro que muchos se sentirán honrados de poder acompañarte…

Su voz sonaba realmente arrepentida, tanto que Sai no se atrevería a reclamarle nada, eso no eliminaba aquella sensación de molestia, mucho menos las enormes ganas de golpearlo, ¡él no es así! Simplemente se limito a esbozar una falsa sonrisa, ocultando lo que realmente sentía.

—No te preocupes, ninguno de los dos quiere provocar malos entendidos por algo tan trivial —soltó lacónico—. No es así, Naruto-kun.

Le habían rechazado sin siquiera confesarse, fue demasiado sutil aun así era malditamente directo. Prácticamente fue: «No quiero nada contigo, así que no te ilusiones porque me gusta Sasuke». No era por compararse ni nada por el estilo, pero ¿qué rayos tenía aquel doncel de expresión molesta que él no? Es decir, era mucho más lindo, más sociable y menos hiriente con las palabras. ¡Tenía mejor educación!, porque hay que admitir que Sasuke era un grosero (vulgar, y una odiosa piedra sin sentimientos) de primera que se la pasaba ofendiendo a cualquier persona que se le cruzara en el camino, a eso había que sumarle su amable carácter.

Con elegancia dio media vuelta, marchándose de ahí en completo silencio, no tenía ganas de escuchar otra palabra de Naruto, quien era el primer chico que le rechazaba. Realmente dolía mucho más de lo que imagino. Normalmente los varones llegaban y le hacían invitaciones a parques o cines, mismas que se daba el lujo de rechazar dependiendo de su estado de ánimo. Había ocasiones que era demasiado cruel, otras simplemente se burlaba de aquellos sentimientos, palabras bonitas o confesiones cargadas de una linda timidez. Incluso salía con comentarios hirientes para marcharse con fastidio.

—Sai…

Detuvo sus pasos, reconocía a la perfección aquella voz suave pero firme. Se trataba de Yamato, un chico de veinte años, el cual estaba en cuarto semestre de la carrera… ¿Cuál era? No lo recordaba, pero tenía que ver algo con el medio ambiente. Era curioso, esa escuela abarcaba desde e educación básica hasta licenciaturas y maestrías, separados por enormes edificios. Normalmente los alumnos solo convivían con otros grados en la hora del receso, así que se le hizo extraña su presencia ahí.

—Yamato-san —su voz salió más suave de lo que pensó, así que no se tomó la molestia de girarse y mirarlo a la cara—. ¿Qué haces aquí?

—Vine por unos papeles —sonrió, acercándose al pequeño doncel que mantenía la cabeza agachada—. Te vi y quise saber cómo estabas… luces deprimido y si hay algo en lo que te pueda ayudar no dudes en decirme, que encantado veré que puedo hacer.

¿Cómo es que le podía hablar con esa tranquilidad cuando un mes atrás lo rechazó de una forma horrible? Y no era la primera vez que lo hacía, hasta había perdido la cuenta. En la última ocasión solo le había faltado arrojarle las rosas que le dio para hacerlo aun peor. Estaba seguro que en esos momentos Yamato le estaría odiando y deseándole todos los males, plagas, pestes y que reprobara los exámenes, sin embargo ahí estaba, preocupado por su persona e intentando ayudar. ¿Por qué?

—Creí que me odiabas… te rechace y dije cosas crueles, entonces, ¿por qué te preocupas por alguien como yo? —se giró con brusquedad viendo al varón desconcertado—. Deberías estar enojado.

—Es verdad que me rechazaste —evadió aquella mirada que tanto le gustaba—. Pero nunca podría odiar a alguien que quiero tanto.

Sus ojos se abrieron de la impresión. Recordó las palabras de su papi, quien aseguraba que antes de comenzar una relación con Danzõ le arrojo las flores y los chocolates a la cara infinidad de veces, diciéndole que dejara de molestarlo o lo diseccionaría como a una rana y le metería sus obsequios en el estomago. Aquel día rio a carcajadas viendo a su padre asentir con una expresión de seriedad mientras su rostro palidecía.

—«Si a alguien le interesas realmente, se esforzara por estar a tu lado, así quiera diseccionarte» —fueron unas sabias palabras, había que admitirlo.

—Quiero un helado de chocolate  —murmuro observando la expresión de desconcierto en Yamato—. También una malteada.

—Sera un placer —musitó con incredulidad, moviendo su mano, tentado a tocar la carita de Sai—. ¿Qué te parece si vamos al rato por tu helado?

—Estaría bien… te espero en la entrada.

●●●

Se sentía demasiado sexy, como si algo hubiese cambiado en él después de aquel beso con Naruto. Era una sensación extraña y desconocida para Sasuke, quien simplemente tomó esa acción como un inocente contacto labial, claro que aquello estaba lejos de considerarse así. Fue pasional, necesitado y más que nada placentero, capaz de hacerle fantasear con aquel idiota varón.

Lo peor de todo es que no se había vuelto a repetir, ¡Idiota Naruto, que le niega sus besos con lengua! Primero muerto antes de ir a pedírselo, bueno, exageraba un poco, ya que si se habían besado en varias ocasiones pero, ¡No con la misma intensidad! Entonces no contaba. Al parecer, Naruto disfrutaba robándole pequeños e inocentes besitos a la hora del almuerzo. Era evidente que a Sasuke le encantaban, porque a pesar de todo no sentía ese acoso hacia su persona o incomodidad; esta de mas decir que la presencia de Namikaze Naruto era grata… reconfortante y placentera, al grado de sentirse protegido y mimado.

Pero era tan malditamente difícil hacer entender a ese dobe que él quería un beso apasionado y si incluía a su traviesa lengua mucho mejor. A estas alturas ya no podía negar que le gustaba, e incluso tuvo un sueño húmedo demasiado realista con ese rubio idiota, por otra parte se sentía mal, ¿acaso Naruto solo lo estaba utilizando? Era evidente que Sasuke gustaba de él, y por los besos del varón podía asegurar que era correspondido, entonces, ¿por qué no se le había declarado?, ¿qué se lo impedía?

Evidentemente pensó en Sai y Hinata.

Par de pirañas, seguían sin agradarle y lograban que su sangre hirviera con el hecho de permanecer tan cerca de su dobe, porque ahora era suyo. No es que fuera posesivo, claro que no… simplemente que desde pequeño le han educado para cuidar las cosas de valor. Algo que jamás admitiría es que moría de celos pero, primero el orgullo, después Naruto.

—Te noto raro… ¿estás bien?

Su mirada se topo con el rostro risueño de Suigetsu, quien era el único varón (después de Naruto), cuya presencia no le molestaba. Era hablador y amaba el cotilleo más que cualquier mujer ruidosa que haya conocido, aun así le apreciaba y agradaba su compañía, ya que la mayoría de las veces era él quien le ayudaba a alejar a sus odiosos acosadores. Pero no es porque quisiera algo con él, de hecho Suigetsu tenía novia, una chica pelirroja que no paraba de abrazarlo y decirle que era mono, mientras que al idiota del Hōzuki lo golpeaba cada que podía.

—Solo estoy pensando.

—Querido Sasuke —le rodeó los hombros con su brazo—. Eso ya lo sé, me refiero a que por momentos estás molesto y segundos después tienes una expresión de tonto enamorado en tu rostro. Es tétrico verte sonreír con el ceño fruncido, porque no sé si estas feliz o a punto de matar a alguien.

—No seas idiota —le apartó el brazo, mirándolo mal—.  Yo no tengo expresión de enamorado.

—Si, como digas, por cierto, vas a entrar al comedor o te quedaras aquí parado todo el descanso.

Sasuke chasqueó la lengua pensando en el motivo que pudo haber retrasado a ese dobe, se supone que habían llegado a un acuerdo —o al menos él así lo veía—. De comer juntos todos los días, pero Naruto nada que aparecía, así que cerró los ojos e inhaló con fuerza, percibiendo el característico aroma del perfume de su rubio. Era inconfundible.

—Sasu —murmuró con suavidad, rodeando la pequeña cintura del doncel con su brazo antes de depositar un pequeño beso en su frente—. Lamento haberte hecho esperar ttebayo. Por cierto, ¿Quién es tu amigo?

Su mirada se volvió gélida, escaneando a Suigetsu como si pretendiera desaparecerlo de este mundo, por el simple hecho de haber estado tan cerca de Sasuke; su cuerpo ansiaba ser dominado por unos malditos celos insoportables, unos que jamás llego a creer que tuviera o sintiera y estaba casi seguro de que gracias a su infinito autocontrol podía aparentar (según él) como si nada pasara.

La realidad era que alrededor de Naruto se formo un aura de hostilidad, y su sola presencia imponente era amenazante. Mantenía una falsa sonrisa en sus labios al mirar a Suigetsu detenidamente, lo cual le daba un toque siniestro a ojos del pequeño Hōzuki, quien se quedo paralizado ante aquel rubio, tragando saliva con dificultad. ¡¿Es qué Sasuke no se daba cuenta?! Por todos los cielos, ¿cómo podía lucir tan tranquilo?

Instintivamente retrocedió, fue un acto reflejo. Prácticamente su instinto de supervivencia le gritaba que corriera o podía morir, ¡Era absurdo! Él y Naruto median casi lo mismo… puede que el blondo lo rebasara por unos diez centímetros, cosa de nada. Claro que en fuerza estaba seguro que le superaba, después de todo practicaba esgrima y cuando era niño tomo clases de karate, aun así se sentía minimizado por aquel rubio. Era como si con su presencia delimitara un territorio… su propiedad. No es que Sasuke fuera de alguien, pero así lo sentía.

—Dobe, para la próxima comerás solo —refunfuñó sin darse cuenta del ambiente que se estaba formando entre Naruto y Suigetsu—. Oh, y él es el tonto de Suigetsu, un amigo, tu, el es el dobe… digo Naruto.

—Esa boca —le riñó con suavidad, agachándose un poco para poder besarlo en frente de todos, dejando en claro que él está con Sasuke.

Fue un beso territorial, claro que también pasional como aquellos que tanto ansiaba Sasuke, quien por la impresión no fue capaz de poner resistencia. Quién podría hacerlo, Naruto besaba de maravilla, recorriendo su dulce boquita  de una forma demasiado excitante. Sasuke simplemente se dejo llevar por los expertos labios de Naruto que se movían con sensualidad, dejándolo sin aliento y sonrojado.

—Emm… creo que me hablan… por haya —balbuceó Suigetsu—. Yo no quiero molestar, así que me voy… nos vemos Sasuke.

—Fue un placer conocerte —sonrió Naruto.

—Claro igual.

—¿Qué le pasa a ese tonto? —Murmuró Sasuke, queriendo disimular su sonrojo, antes de girarse y golpear con su dedo el pecho de Naruto—. Y tú, ¿qué te crees para andar besándome así?

—El hombre de tu vida —ronroneó cerca de su oído.

Su corazón se acelero como un loco, no podía negar que le encantaba Naruto, incluso podría decir que le gustaba, pero al mismo tiempo tenía miedo de enamorarse, y de que aquel Namikaze solo lo tome como un juego “alguien más de su lista de conquistas”, porque vamos, Naruto era un conquistador de primera, motivo que le hacía dudar de su palabra, lo que menos quería era un Casanova que lo ilusionara y le dejara botado cuando se haya aburrido.

—Mentiroso.

—No miento ttebayo.

Su expresión seria y aquella actitud le encantaban por lo que simplemente sonrió con un poco de incredulidad, dirigiéndose a la mesa que siempre ocupaban. Simplemente le daría una oportunidad a ese dobe. Solo una, y esperaba no salir lastimado, porque claro que creía en el amor, pero solo en aquellos plasmados en libros, en donde el protagonista era un apuesto varón, dispuesto a todo por su amado doncel; sin embargo comenzaría a cambiar de idea por él, por Naruto… su príncipe de cuento de hadas. Solo debía dejarse querer, no sonaba tan difícil.

Durante todo el receso, Sasuke intentó conseguir información de su supuesta cita, no es que fuera curioso, para nada, solo quería estar seguro que se vestiría de acuerdo a la ocasión, porque tal vez al dobe se le ocurra ir a un parque y el va vestido como si fueran a un restaurante, o al revés, y pese a todos sus esfuerzos, siempre obtuvo la misma respuesta: “es sorpresa”. Vaya sorpresa, ni una pista le daba.

Siendo Naruto su cita, imaginó los posibles lugares, probablemente un acuario, un parque o cualquier lugar tranquilo donde se pudiera hablar… porque desde un kilometro de distancia se notaba que no era de ir a conciertos, pensándolo bien: él tampoco. Detestaba el ruido y los lugares con mucha gente, así que combinarlo era mala idea. Solo le quedaba esperar.

●●●

El domingo por la mañana, Naruto se despertó más temprano que de costumbre, finalmente tendría una cita con Sasuke y mentiría si dijera que no estaba ansioso por que llegara la hora. En los días anteriores, pensó durante varias horas el lugar perfecto para llevarlo dándose cuenta que no tenía ni idea de los sitios que solían visitar las parejas de ahora. Lo lógico hubiera sido pedirle consejo a Iruka o a Haku, de hecho estuvo a punto de hacerlo, hasta que les escuchó hablar en la cocina.

El siempre había respetado las conversaciones ajenas, pero lo que escucho era de interés, porque ambos donceles estaban de acuerdo en que ya no había hombres como antes, hombres que te enamoraran y te llevaran a lugares lindos, que te dieran un ramo de flores y una caja de chocolate. Incluso, mencionaron que las parejas de antes se enviaban cartas románticas, pero ahora solo eran mensajes de texto, escuetas llamadas por teléfono y una relación se podía considerar seria si se ponía como estado en el tal Facebook.

Y luego que una relación a distancia, que las redes sociales se prestaban para ser infiel y cientos de cosas más… él no entendía nada, ni siquiera sabía que era esa cosa de Facebook o las redes sociales. Bien podían decirle anticuado por no saber, y de hecho no era algo que le interesara, solo sentía que todo eso te hacía perder el tiempo, tiempo que podrías aprovechar haciendo cosas más productivas como leer o estudiar.

Solo tenía clara una cosa y es que hacía décadas que él no intentaba cortejar a una mujer o doncel, pero si recordaba que en su tiempo mando cartas de amor porque la chica vivía un poco lejos, ¡Los jóvenes de ahora no tenían ni idea de la emoción que se sentía el escuchar al cartero y rogar para que trajera una respuesta a la carta que mandaste! Incluso consideraba romántico el hecho de esperar a que pasara la semana para poder ir a verle y llevarle flores, y si mal no recordaba cuando tuvo su primera cita todo fue bajo la supervención de los padres de ella. ¡Qué tiempos aquellos!

Su mente visualizo la cita perfecta. La idea le hacía sentir un poco mayor —a pesar de que lo era—, ya tenía planeado a donde llevaría a Sasuke. Le gustara o no, él era un hombre de antes, “a la antigua”, por lo que no cambiaría su concepto de una cita perfecta y su doncel jamás se podría quejar de no tener un hombre romántico como los de antes, eso sí, podría incluso aprender las nuevas costumbres de los jóvenes pero eso será luego.

Al final no le costó tanto trabajo tener todo preparado, solo hicieron falta un par de llamadas y la ayuda de Kakashi y Gaara, por lo que con una sonrisa se acerco a Iruka, quien llegaba con una enorme caja de regalo, envuelta en un precioso papel con un listón.

—Te acaba de llegar esto, y Gaara llamó para decirte que tu encargo estaba listo, pero aun así espera tu llamada para confirmar que todo salió bien —le dejó la caja a un lado, viendo como buscaba su celular, el cual había aprendido a usar realmente rápido, aunque solo lo ocupaba para lo esencial: mensajes y llamadas—, por cierto, que es esto de la caja.

—Es un regalo para Sasuke —sonrió destapando la caja, dejando a Iruka con la boca abierta—. Espero que le guste.

—¡Estaría loco si no le gusta! —Chilló emocionado— ¡Oh por dios, no creí que en mi vida fuera a ver uno!

—Me alegro —colocó una pequeña nota dentro antes de volver  a tapar la caja y mirar a Iruka—. Por favor envíaselo.

—Claro… pero ¿no crees que estas exagerando? Es decir… solo es una cita… aun así.

Naruto acarició el fino papel de la caja con melancolía, soltando un suspiro al recordar varias situaciones de su pasado. Su Iru-chan tenía razón y era solo una cita, la primera, aunque para él significaba algo más. Se dio cuenta que comenzaba a enamorarse de Sasuke; de cierta forma le aterraba que fuera como los cientos de mujeres y donceles que conoció a lo largo de su vida, quienes simplemente le buscaban por su dinero. No es que desconfiara de los sentimientos del pequeño Uchiha… pero era una pequeña prueba que estaba seguro pasaría con creces, divirtiéndose en el proceso… después de todo para eso eran las citas.

—Iru-chan, no me sirve de nada el dinero si no tengo a alguien con quien compartirlo… además, esto no es nada y sé que él es diferente —miró el semblante preocupado del moreno—. Simplemente lo sé… lo supe desde el momento en que lo vi.

—Pero apenas lo conoces —protestó—, que tal si…

—Basta —sentenció con aspereza—. Solo hazme ese favor.

●●●

Sasuke miró su reloj mientras salía de la ducha, apenas era la una treinta de la tarde y él ya iba a comenzar a arreglarse, lo peor de todo es que ahora sí era verdad: no sabía que ponerse. Abrió su armario y miró toda la ropa que tenía: los kimonos perfectamente acomodados, pantalones, blusas y demás, suspirando al recordar que Naruto le dijo que pasaría por él a las tres de la tarde, diciendo: “Si tengo que verte a las tres comenzare a ser feliz desde las dos”. Vaya dobe, que dice cosas tan vergonzosas.

—Cariño, necesitas ayuda.

La suave voz de su madre lo sacó de sus pensamientos, al voltear el rostro la vio asomándose ligeramente por la puerta de su cuarto, esbozando una sonrisilla picara en cuando le ha visto asentir.

—No sé que ponerme.

—Mi niño —le acarició la mejilla—, tu eres hermoso y te aseguro que te veras divino con lo que te pongas.

—¡No voy a permitir que mi hermanito salga con cualquier varón! —Itachi entró sin permiso a la habitación, abrazando al pequeño doncel que le vio con molestia—. Y si quiere llevarte a un lado, lo siento, pero yo voy contigo.

—Yo no tengo ningún problema en que tu hermano te acompañe —opinó Fugaku, quien se encontraba al lado de Mikoto, haciendo dudar a Sasuke, del momento exacto en que entro—, es más, creo que sería lo mejor.

—Tu padre tiene razón —intervinó Madara desde el alfeizar de la puerta.

—Papá, deja tranquilo a Sasuke —le regañó Obito—, tu también, tonto hermano, no voy a permitir que arruinen su primera cita como hicieron con la mía —caminó hacia Sasuke, apartándolo de Itachi—, puedes creerlo, cuando yo tenía tu edad fui a mi primera cita, pero el pesado de tu padre me tuvo que acompañar porque tu abuelo no quería que fuera solo, por todos los cielos, se supone que es una cita de dos ¡dos! —volteó a ver a su hermano y a su padre que sonreían orgullosos de haber arruinado su cita.

—Y lo volvería hacer. Ese tipo intento besarte y si no estoy ahí, no quisiera imaginar lo que pudo haber pasado —musitó Fugaku con seriedad—, por eso opino que Itachi debe acompañar a Sasuke, no sé qué clase de gente es, además ni lo conocemos.

—¡Claro que intento besarme! —Le gritó Obito—. Y hubiera llegado a más de no ser porque te pusiste paranoico.

Madara frunció el ceño, Obito era y sigue siendo demasiado inocente en cuestiones amorosas, por eso no le sorprende lo que paso con el idiota-bastardo de su esposo, y como padre sigue sin poder escuchar a su pequeño hijo, hablando de… de… de eso.

—Cariño, creo que estas exagerando, además Sasu-chan ya es grande —con una sonrisa cómplice, Mikoto le guiñó el ojo a su pequeño.

—Ahora que recuerdo —Obito buscó en la bolsa de su suéter, sacando un paquete de condones, el cual le entrego a un sonrojado Sasuke—. Toma, uno nunca sabe y los puedes ocupar, más vale ir preparado.

—¡Obito! ¿Cómo se te ocurre darle eso a mi bebé? —Se escandalizó Fugaku arrebatándole el paquete de condones a su hermano—. Eres un pervertido, tan solo por eso soy capaz de acompañarte en tus futuras citas y asegurarme que no hagas nada indebido —amenazó.

—¡Pero ya soy un adulto!

—Obito, no hagas berrinche, tu hermano te acompañara y es mi última palabra, de lo contrario no saldrás —con una sonrisa de satisfacción Madara contempló el puchero de su hijo.

—Después regañan al tío Obito —protestó Itachi.

—Definitivamente, Sasuke no puede ir solo —dijeron con molestia Fugaku y Madara.

—Sasu-chan ya está en edad de tener sexo y novios —alegó Obito—, y es mejor que lleve condones, así evitamos un accidente. Si quiere tener sexo que lo tenga, pero con precaución, porque eso sí, aun esta chiquito para tener un bebé.

—¡Un bebé no puede tener un bebé! —Gritaron los varones, comenzando a ver mal a Obito por sus consejos—. ¡Tampoco debería hacer ESO!

—¡Basta! —Con las mejillas sonrojadas, Sasuke vio como todos estaban invadiendo su habitación—. ¿Por qué rayos están todos en mi cuarto? Solo falta tener aquí a la servidumbre.

En ese momento, entró Sakura con una enorme caja, forrada de papel terciopelo azul y con un listón de un tono más fuerte, al parecer casi no pesaba por lo que simplemente la observaron atentos, intrigados por su contenido y el remitente.

—Lamento no haber tocado, pero es que la puerta estaba abierta —se disculpo la chica—. Sasuke-kun, te ha llegado esto.

Con cuidado depositó la enorme caja sobre la cama de Sasuke, llamando la atención de todos los presentes, y con curiosidad observaban como el doncel abría el obsequio.

—¡No puede ser! —Chilló Obito con incredulidad.

—E-Esto es… —la voz de Sasuke se fue por fracción de segundos mientras contemplaba embelesado el contenido de la caja.

—Uno de los diseños exclusivos de Adil-chan y Alena-chan —completó Mikoto, mirando el precioso Kimono.

—¿Quién es esa tal Adil y Alena? —Cuestionó Itachi, tomando la pequeña nota de la caja, viendo como su padre y abuelo negaban con la cabeza.

—Cariño, ellas son unas diseñadoras reconocidas a nivel mundial —con mucho cuidado, Mikoto tomó el kimono, sintiendo la suave tela mientras apreciaba el fino bordado—, se dice que cada uno de sus diseños vale una fortuna.

—Debe haber un error —Sasuke miró a Sasuke esperanzado, y es que no tenía idea de quién pudo haber mandado semejante regalo, pese a que la respuesta era más que obvia—. ¿Estás segura que es para mí?

—Sí, un joven doncel vino y me pidió entregárselo, diciendo que era para el joven Sasuke, de parte de… de Naruto-san.

Las mejillas de Sasuke se tiñeron de un precioso carmín, observando su regalo, mientras pensaba a dónde diablos lo llevaría Naruto, de hecho dudaba si ponérselo o no, ¡qué tal si era un regalo para que usara después y él lo portaba en su primera cita!.

—“Para el doncel más hermoso del mundo. Estoy seguro que te veras precioso, solo espero que este pequeño regalo te guste y me hagas el honor de lucirlo en nuestra primera cita. Con cariño, Naruto N.” —Itachi leyó en voz alta la pequeña nota, extrañado de la perfecta caligrafía y sorprendiéndose del hecho de que este escrita en ingles.

¡Maldito Itachi!

—Dame eso —con una agilidad digna de un gato el pequeño doncel le arrebató la nota, observándola con cariño—. Y siempre eres tu el que me dice que no debo leer cosas ajenas. ¡Tonto! —Protestó antes de fruncir el ceño y correr a Sakura, Itachi, Madara y Fugaku de su cuarto, para poder arreglarse, viendo como su mamá y tío hablaban maravillas de Naruto, y eso que aun no lo conocían

Exactamente, una hora después, Mikoto y Obito salieron a la estancia, viendo como esos tres varones azabaches seguían con el ceño fruncido, farfullando cosas inentendibles para cualquiera, menos para ellos mismos, por lo que sonrió, y fingió una pequeña tos para llamar su atención.

Al girar la cabeza, los tres se concentraron en el pequeño Sasuke que estaba a unos pasos de su mamá, luciendo un precioso Kimono rojo, con un delicado bordado de mariposas de un tono dorado, mientras que el obi era un tono chocolate. De la parte de arriba era un poco escotado, dejando ver su cuello y parte de sus hombros. Sus labios tenían un lindo tono rosita y su cabello estaba ligeramente adornado con una horquilla en forma de mariposa, demasiado discreta, pero no por ello menos linda.

—¿Cómo me veo? —preguntó desviando su mirada.

—Te vez muy lindo hijo.

—¡Me niego! —Dramatizó Itachi—. No voy a permitir que mi lindo hermanito vaya a ningún lado.

—Parece ser que es un muchacho decente —dijo Madara con una copa de vino en la mano—. En mis tiempos se acostumbraba mandar obsequios a tu prometido, o llegar a casa de los suegros con regalos.

En ese momento tocaron a la puerta y minutos después apareció Sakura acompañada de un apuesto varón rubio de ojos azules, quien portaba un traje gris de tres piezas, corbata azul y camisa blanca, sosteniendo un ramo de rosas, mientras Sakura cargaba dos cajas de regalos, mucho más pequeña que la que le entrego a Sasuke.

—Buenas tardes, espero no haber interrumpido algo ttebayo.

—Para nada —sonrió Mikoto con dulzura, haciendo que Naruto se sentara entre Madara e Itachi, mientras ella tomaba asiento frente a él, con Sasuke entre ella y Fugaku—. ¿Eres Naruto, cierto?

—Así es, Namikaze Naruto, a sus órdenes tteba —sonrió tranquilamente, ignorando el aura hostil de los dos varones a su lado y centrando su mirada en lo lindo que lucia Sasuke—. Antes que nada les ofrezco una disculpa por presentarme sin avisar, sobre todo por no haberme dado el tiempo necesario de pedir el permiso correspondiente, ya que me gustaría que Sasu y yo salgamos esta tarde en un cita.  

—Como no avisaste, ya te puedes ir —farfulló Itachi.

—Yo conocí a Namikaze Naruto —gruñó Madara—. Era o es un empresario torpe y testarudo, que en estos momentos debe tener como un siglo, así que tú no puedes ser él —soltó lacónico, mirando mal al chico.

Con una sonrisa nerviosa que supo disimular muy bien, Naruto vio a Madara, ahora lo recordaba, cielos, ese hombre era un amargado y al parecer lo sigue siendo, por lo que tras un suspiro agacho la mirada. Odiaba mentir, aunque era necesario no le gustaba en lo absoluto.

—Namikaze Naruto era mi padre, llevo su nombre en su honor… él, bueno, él falleció hace poco. A sus noventa y seis años…

Itachi le miró con sorpresa, ¡Eso era imposible! ¿Cómo que a los noventa y seis años murió su padre, si aquel chiquillo tenía como dieciséis? Que lo llamaran incrédulo, pero a los ochenta ya no funcionaba el asunto ni con cientos de pastillitas azules. Pero se abstuvo de hacer un comentario inapropiado por la mirada seria de su madre y la de Sasuke, quien parecía querer matarlo en ese momento si se atrevía a decir algo.

Madara ya no dijo nada, solo se limito a escuchar la pequeña conversación que intentaba sacar Mikoto para alejar el momento de tensión, hasta que vio como sorprendida recibía el regalo que Naruto le había dado, al igual que Fugaku, quienes desconcertados lo agradecieron y abrieron. Mikoto sonrió al ver un precioso bolso de piel, mientras que Fugaku observo un cortapuros de oro, pensando en que era justamente lo que necesitaba.

Tras unos momentos más de charla, en el que Naruto dejo su teléfono, dirección, nombre de su tutor y un papel que Sasuke no alcanzo a ver, finalmente se marcharon. Subiendo al precioso Aston Martin del rubio, el cual era manejado por Zabuza, quien ajeno a lo que pasaba en el asiento trasero se limito a llevarlos a donde el rubio le indico horas antes.

—Te vez precioso —ronroneó acercándose a su oído.

—No te hubieras molestado… dobe.

—Esa boca —reprendió con dulzura, tomando su mentón y robándole un beso, suave y dulce, deleitándose de aquella boquita que tanto le encantaba—. Eres muy hermoso.

Con sutileza deslizó uno de sus dedos por el cuello del menor deteniéndose en su hombro, maravillado por la blanca y suave piel, incluso pensó en Sasuke como una escultura inalcanzable, concretamente en la estatua de Bernini de los dos enamorados, simplemente perfecto y él tenía el placer de poder estar tan cerca, de besarlo y tocarlo, muchas veces de manera torpe como si temiera romperlo o dañarlo. Finalmente depositó un beso en su hombro, erizando la piel del doncel, logrando un precioso sonrojo.

—Espera… no hagas eso —sus mejillas se sonrojaron—, Me molesta.

—No quería molestarte —sus ojos buscaron los del doncel—. Solo dime ¿Por qué? y me detendré.

—Por qué no sé que soy para ti… no te comportas como un amigo, me besas como si fueras mi pareja pero no somos novios y mucho menos soy un juguete, al que puedas botar cuando te canses.

—No lo eres ttebayo —su tono de voz, tan firme pero sensual le erizo los bellitos a Sasuke, solo se limito a contemplar la ventana hasta que Naruto le tomó de las mejillas y le hizo voltear a verlo—. Lamento no haberlo aclarado desde el principio —suspiró rosando su nariz con la del menor—. Me gustas y mucho, no eres un juguete, nunca lo serás porque quiero que estés conmigo, como pareja, amante y amigo. Claro que si me aceptas, incluso como tu esposo.

—Eres un usurantokashi, ni siquiera me conoces…

—Te conozco lo suficiente como para saber que me gustas y que te quiero —le besó con ternura, antes de separarse un poco y abrazarlo—. Sabes, la abuela de mi padre Naruto, era italiana, ella decía que a pesar de que su esposo era ingles había sido atacado por el verdadero rayo.

—¿Cómo? —Sasuke arqueo una ceja sin entender, a lo que Naruto rio—. No le veo la gracia al hecho de que te caiga un rayo.  

—Así se le llamaba al amor a primera vista… —aclaro—, puede que aun se le siga diciendo así, no lo sé ttebayo. De lo único que estoy seguro es que cuando te vi quede prendado de tu belleza, me enamore de tu hermosa mirada, de tu lindo cabello negro que contrasta a la perfección con tu suave y blanca piel. Me enamore de tu sensualidad, aquella tan erótica que escondes bajo esa dulce ternura de tus ojos… Sasuke… ¿qué debo hacer para que me creas que quiero estar contigo, no solo hoy, sino el resto de mi vida? En cuanto te vi, supe que eras el amor de mi vida… no tengo ninguna duda …

Con suavidad tomó las manitas del doncel entre las suyas.

—Solo tenías que pedirlo —evadió la mirada con el corazón latiendo a mil por hora y las mejillas ardiendo—, no hacía falta el discurso.

—No es un discurso ttebayo —rosó suavemente los labios de Sasuke con los suyos, sin llegar a besarse—, simplemente que al estar contigo las palabras fluyen como agua en un rio.

—Me gusta tu lado poeta.

—Y a mí me gustas tú.

En ese momento el auto se detuvo, sacándolos de su pequeño mundo, había sido un viaje realmente corto, tal vez diez o quince minutos, por lo que Sasuke aprovechó para observar por la ventana y notar que no había nada alrededor. Intrigado dirigió su mirada a Naruto que agradecía a Zabuza por el viaje, dándole indicaciones que no alcanzo a escuchar.

—Finalmente me dirás a donde vamos —no quería sonar preocupado, ¡pero es que no tenía ni idea de donde se encontraba! No es que desconfiara de Naruto, claro que no, simplemente era… era un curiosidad molesta y preocupante, digámosle un mínimo desconcierto.

—Iremos a Tokio.

—¡¿Estás loco?! —Sus ojos se abrieron de la impresión—. Tokio esta a tres horas de Konoha, ¡Tres horas! Y eso suponiendo que tomaras una carretera en línea recta hasta haya, ¡la cual no hay, no existe! También estas olvidando el tráfico.

—Solo son veinte minutos ttebayo, a lo mucho veinticinco.

—¡¿Veinticinco?! —Chilló entre molesto y sorprendido—. Dobe, ¿es que no me escuchaste? Te acabo de decir que son tres horas.

Con un pasional beso, Naruto logro que Sasuke guardara silencio, introduciendo su lengua en la boquita del pequeño doncel que no se resistió a corresponder el beso. Sonriendo antes de bajarse del carro y darle la mano al Sasuke que seguía farfullando cosas inentendibles y una que otra maldición que dejaría pasar.

¡Solo a ese dobe se le ocurría esa clase de locura! Nunca había ido a Tokio, pensándolo bien, nunca ha salido de Konoha y sería maravilloso ir, si claro, pero su idea de “viaje” era temprano, con maletas, y planear el lugar en que se quedaran. ¡¿Pero ir así?! A las tres de la tarde?! Llegarían a las seis, no tendrían tiempo de ver nada, ¿acaso pretendía que se quedaran allá? Eso implicaba hotel… y hotel… ¡Santo cielo! Obito tenía razón y acabaría ocupando aquellos estúpidos condones.

Entro en pánico, no estaba listo, y terminó abriendo su pequeña cartera solo para ver que su tío Obito le había puesto uno, ¿en qué momento? Era lo de menos… ahora no sabía si quería hacerlo. ¡Todo era demasiado rápido! Como último recurso suspiró e intentó calmarse, tal vez solo estaba exagerando, por lo que con una fingida expresión de serenidad le dio la mano a Naruto para bajar del auto. Una vez fuera, pudo apreciar que se encontraban en un pequeño aeropuerto, había un avión privado con un varón que portaba el uniforme de piloto, quien reverencio a Naruto.

—Señor Namikaze, partiremos en cuanto me lo indique.

—Konohamaru, no hace falta tanta formalidad conmigo, y partiremos dentro de diez minutos.

—Como ordene.

Sin salir de su impresión inicial, Sasuke observaba todo perplejo, dejándose conducir por Naruto dentro del avión, el cual era mucho más lujoso de lo que imagino, parecía de esos que salen en películas. En ese momento era inevitable que cientos de preguntas se agruparan en su cabeza en solo unos segundos; molestándolo al darse cuenta que era incapaz de formular una de manera coherente porque otras seis se lo impedían.

Había escuchado por Hinata que Naruto era rico (nunca le importo que tanto)… el también lo era… no se les podía considerar millonarios, pero su familia poseía una empresa dedicada a la moda, era pequeña (aun) pero podía decir que tenía mucho más que el promedio, por lo que el viajar en avión privado para una cita era salirse de sus límites, cuestionar la fortuna de aquel rubio no sonaba mal, no porque fuera interesado, sino porque ¿a quién rayos se le ocurre contratar un avión para un cita? ¡Una cita!

Una vez dentro una azafata de nombre Moegui se encargo de darles las instrucciones de seguridad, mismas que no escucho por estar perdido en sus pensamientos. Era inevitable. ¡Por todos los cielos! Se supone que era una simple cita, las parejas normales van al parque al acuario y comen cualquier porquería en la calle y se dicen cientos de ridiculeces mientras caminan. ¿Por qué ese dobe no podía ser normal? Primero le regala un kimono carísimo y ahora le llevara a Tokio en un avión privado, ¡Privado! Eso ya ni siquiera podía considerarse como excéntrico, eso era estar loco.

Cuando salió de su asombro, impresión y un poco —solo un poco— de desconcierto se dio cuenta que el avión ya había despegado y se encontraban como a tres mil pies de altura, o a la maldita distancia que vuelen esas cosas. ¡¿Qué importaba?! Ya ni siquiera podía decir que se regresaba a su casa.

—Exageras —murmuró con seriedad, ganando la atención del varón—. Solo era una cita, no tenías que hacer todo esto. No lo malinterpretes. Me encanta, realmente nunca me lo espere, pero es demasiado. Bastaba con ir al parque, a uno de esos lugares donde van las parejas y listo, incluso estaba bien comer porquerías… no sé, una hamburguesa o palomitas… ¿pero esto? No quiero que creas que estoy contigo por tu dinero, porque si es así no quiero nada, quiero un novio no un maldito banco.

Con una enorme sonrisa y un nudo en la garganta, Naruto le abrazó fuertemente apretujándolo contra su pecho, como si Sasuke se fuera a ir de sus brazos en cualquier momento. Él era lo que tanto estuvo buscando todos esos años, alguien que realmente lo amara a él y no a su chequera.

—Ahora estoy completamente seguro que eres el amor de mi vida —con delicadeza se separo del cuerpo de Sasuke, mirándolo con infinita dulzura y cariño mientras buscaba algo entre sus bolsillos—. Cierra los ojos.

Sonrojado y con el corazón a punto de salirse de su pecho, el pequeño doncel obedeció sin rechistar, creyendo que Naruto le besaría o algo por el estilo, sin embargo sintió como le colocaba un collar, (un poco pesado para su gusto) que al contacto con su piel le provoco escalofríos. No quería abrir los ojos, tal vez porque seguía avergonzado por las palabras de ese dobe rubio con alma de poeta, o porque ansiaba que la sorpresa durara aun más, de ser posible inmortalizaría ese momento y todo a su alrededor, anhelando que el tiempo se detuviera.

—Naruto —susurró abriendo los ojos y viendo el precioso collar de oro, con un pequeño rubí en el centro—. No puedo aceptarlo… esto…esto es demasiado, me gustas y te acabo de decir que no estoy contigo por tus regalos, yo solo quiero al dobe que me regaña por decir malas palabras.

—Sé que no estás conmigo por mi dinero, y eso me hace el hombre más feliz del mundo ttebayo. El collar ahora es tuyo, es algo que deseo darte —le tomó de la mano—. Mi abuela decía que cuando un varón le obsequia algo de oro a una mujer o doncel, significaba que sus intenciones eran serias, tanto que era tomado como una propuesta de matrimonio —con dulzura posó su mano en la mejilla de Sasuke, que a cada segundo se sonrojaba más—. Ella se lo dio a mi abuelo Minato… finalmente el collar quedo en poder de mi padre, de Naruto.

»¿Sabes? A lo largo de su vida, mi padre tuvo muchas mujeres y donceles a su lado, podías considerarlo un mujeriego. Incluso decían que su vida era perfecta, porque fue y de estar vivo, seria el hombre más rico del mundo… pero todos ellos se equivocaban. Porque durante más de cincuenta años, cargo ese collar, en espera de poder entregárselo a alguien… y de lo único que se arrepintió en su vida es de no haber logrado amar. Sasu… yo no deseo repetir sus errores, no pienso enfrascarme en el trabajo de una empresa. Tampoco deseo vivir de cama en cama… al contrario yo deseo a alguien a quien amar y ese alguien eres tú.

Con delicadeza, Sasuke deslizó sus dedos por aquella preciosa piedrecilla que decoraba el centro del collar, pensando en lo que significaba para Naruto, para su familia y lo que significo para su padre. El solo hecho de que ahora estuviera adornando su cuello era algo único por el valor sentimental que puede guardar una pieza de joyería. Quería llorar y decirle a Naruto que el también deseaba estar a su lado, sin embargo solo fue capaz de unir sus labios con los de él, en un pequeño beso que transmitía tantas cosas que no se podían expresar con palabras.

—Y… y tu mamá… —se atrevió a preguntar después de unos minutos.

Trago saliva, no podía mentirle a Sasuke, pero tampoco decirle la verdad. Era tan malditamente complicado decir que fue él quien porto ese collar durante cincuenta y ocho años. La realidad es que su madre si lo porto, así que solo le quedaba decirle una pequeña mentira disfrazada de verdad al lindo doncel, cuyos ojitos negros se enfocaron en los suyos.

—Mi madre falleció antes de darle el collar.

—Oh, lo lamento.

Ambos se sumergieron en un silencio nada incomodo. Naruto medito en su pasado, era algo que se obligo a olvidar, porque antes de Sasuke existió alguien que poco a poco se convirtió en su vida y con quien anhelaba pasar el resto de sus días… al final nada salió como lo planeo y aquella pieza de oro regreso a sus manos, cargada de un sentimiento de frustración. En aquel entonces solo tenía treinta años; durante los siguientes ocho creyó firmemente que jamás se volvería a enamorar, tal vez por miedo, o porque no encontraría a nadie más, a nadie como ella.

Finalmente estaba ahí, con Sasuke, alguien diferente a todas las mujeres y donceles que conoció, alguien que le apreciaba por quién era y no por lo que le podía ofrecer, alguien único, alguien sincero. Estaba seguro que muy pronto, Sasuke se convertiría en su mundo, tenía miedo, tal vez demasiado, pero no a que le dejara o engañara, tenía miedo a perderle como pasó con ella. Esa vez fue incapaz de hacer algo, se dio cuenta que no importaba cuánto dinero tuviera, ella no volvería, sin embargo con él todo sería diferente, estaría a su lado, lo cuidaría y amaría…

Con la mirada gacha y un extraño sentimiento en su pecho por haber preguntado algo que no debía, tomó la mano de Naruto entre las suyas, acariciándola lentamente y notando que era demasiado cálida, mientras que las de él siempre estaban frías. Pensándolo bien, todo Naruto le transmitía una sensación reconfortante, cálida y relajante, por lo que termino acurrucado contras el cuerpo del varón, jugueteando con aquel precioso anillo que decoraba su dedo anular.

—Eres un dobe —murmuró haciendo que Naruto frunciera el entrecejo—. Dices que quieres estar conmigo pero no sé nada de ti, ni tú de mí.

—¿Qué quieres saber ttebayo?

—Deja pensarlo —levantó su rostro para poder recargar su mejilla en el hombro de su ahora”novio”—. ¿Cuándo es tu cumpleaños? ¿Qué te gusta comer? ¿Qué detestas? No sé… cualquier cosa esta bien…

Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Naruto, quien con paciencia comenzó a contestar todas y cada una de las preguntas de su pequeño doncel, al mismo tiempo que él le hacia un pequeño cuestionario, robándole un beso cada que podía, intentando quitar esa expresión malhumorada, y es que Sasuke se sorprendió de lo que escuchaba, pero su lado competitivo no podía tolerar que Naruto supiera seis idiomas y el solo dos, ¿cómo rayos es que sabía tantas cosas si tenían la misma edad? Tonto Naruto, él era más inteligente.

●●●

Sus ojos se abrieron de la sorpresa, dibujando una expresión de asombro en su linda carita, cosa que era cómica a ojos de Naruto, también entendía que Sasuke nunca había viajado a Tokio. Y pensar que hace poco más de media hora aun se encontraba en su casa, por lo que no evito ver con sorpresa los edificios, sobre todo la torre de Tokio, imaginando como seria cuando oscureciera.

—De regreso podemos pasar ttebayo.

Su carita se iluminó y sus ojos brillaron antes de asentir cual niño pequeño, notando como el auto se detenía frente a un edificio demasiado ostentoso para su gusto. Cuando Zabuza les abrió la puerta del auto para salir, de manera instintiva tomo el brazo de Naruto y comenzó a avanzar viendo a mujeres y donceles con vestidos y kimonos elegantes, mientras que los hombres portaban trajes costosos. Entre tantas personas fue capaz de distinguir a uno que otro político y celebridad, incluso estaban CCB, Nivek y Goten, actrices que apreciaba su madre.

Embobado se mantuvo en silencio, observando cómo eran guiados por unos amplios pasillos alfombrados, iluminados sutilmente, lo cual lograba mantener un toque intimo y elegante, mientras que en las paredes colgaban cuadros del romanticismo. Finalmente se detuvieron frente a una pesada cortina roja, la cual fue abierta por el mismo chico que hacía de guía, dando una leve inclinación al momento de abrirla y mostrar su interior, recitando una pequeña lista de vinos.

Al parecer, Naruto había rentado un palco privado en el teatro más lujoso de Tokio, por lo que un poco cohibido tomó asiento en el amplio sofá, viendo como en la parte de abajo las butacas se iban llenando poco a poco con las personas que vio en la recepción.

—Realmente me has sorprendido…

—Me alegro ttebayo.

Un concierto de música clásica con una de las mejores directoras de orquesta en España, había escuchado de Génesis por su abuelo, que apreciaba la música clásica, sin embargo nunca espero poder presenciar un concierto dirigido por ella. La realidad es que por más que hubiese querido imaginar ese momento, nada se comparaba. Naruto no solo había cumplido sus expectativas, sino que las había rebasado con creces y pese a que se mantuvieron en silencio, el firme agarre sobre su mano bastó para acelerar su corazón y colorear sus mejillas de carmín.

Probablemente era la melodía perfectamente ejecutada, el ambiente tranquilo o el hecho de que Naruto estuviera a su lado, solo sabía que era un cumulo de emociones encontradas y es que ¿cómo podía pasar de la felicidad al miedo de no tener a ese torpe rubio a su lado? Y si tuviera que elegir uno de los momento más felices de su vida hasta ese día, sin dudarlo diría que lo estaba viviendo.

Finalmente despegó su vista del escenario y miró a Naruto, sus preciosos ojos azules estaban concentrados en cada movimiento de la directora, como si al verla imaginara cientos de cosas, mientras sus gruesas pestañas rubias se movían lentamente, y sus labios, sus labios ligeramente entreabiertos se veían tan apetecibles, por lo que sin dudarlo rodeó su cuello con sus brazos y le robo un pequeño beso, escuchando finalmente los aplausos que daban por terminado el concierto.

—Eres un dobe torpe, ruidoso y en ocasiones desesperante —cerró los ojos sin separar sus labios de los de Naruto—, aun así… aun así quiero estar contigo. Tsk… solo ámame, torpe usurantokashi, y hazte responsable de lo que tú mismo provocaste.

Con delicadeza, Naruto le separó de su cuerpo, colocando sus manos en las sonrojadas mejillas de Sasuke.

—Para mí, será un honor, y todo un placer, hacerme responsable de los más bellos sentimientos del amor de mi vida —beso su frente—. Incluso de los no tan lindos.

—Ey, ¿qué diablos estas tratando de decir?

—Que te amo tteba.

●●●

Al salir, las mejillas de Sasuke aun estaban fuertemente sonrojadas pero, dejando de lado la repentina confesión de Naruto, se sorprendió al saber que ya eran las siete de la noche, y su cuerpo agradeció poder caminar un poco para estirar las piernas, era lógico, había pasado las últimas cuatro horas sentado.

—Tengo hambre —murmuró a la nada, cuando Naruto hablaba con aquel chico que los había llevado hasta el palco, curiosamente le recordaba a un mayordomo. Por lo que luego le preguntaría a su madre sobre ellos.

—En un momento traerán el auto y podremos ir a cenar.

—Quiero caminar —protestó entre pucheros, viendo mal al Namikaze.

—El restaurante esta a un par de calles de aquí —sonrió—. Así que no creo que haya ningún problema tteba.

El frio viento de la tarde movió ligeramente su cabello al salir, se sentía tan bien, por lo que volvió a tomar del brazo a Naruto, comenzando a caminar seguidos del coche que manejaba Zabuza, y aun se preguntaba ¿cómo es que había llegado hasta ahí?, claro que era lo de menos. No lo quería admitir, pero había algo que le preocupaba un poco, solo un poco y es que dentro de un mes, Naruto cumplía diecisiete años. Evidentemente jamás le podría dar un regalo como aquella cita, por lo que debía planear que regalarle, lo cual era difícil, ya que viéndolo bien, él lo tenía todo, así que, ¿qué podría querer?

Tras unos diez minutos de relajante caminata, se detuvieron frente a un pomposo restaurante y con una pequeña señal el auto se perdió entre la calle aledaña. Sasuke supuso que iría al estacionamiento, así que no le dio importancia, y es que al parecer tampoco comerían en un lugar más normal. No es que le molestara, claro que no, por lo que entre comentarios sin sentido por parte de ambos, finalmente entraron, para su sorpresa subieron al quinto piso y ocuparon una mesa del fondo.

Era el lugar perfecto en el cual tenía una magnifica vista de Tokio, cuyos letreros de neón iluminaban la ciudad, claro que no podía observar bien todo y como si Naruto leyeras sus pensamientos soltó una risilla.

—En la torre de Tokio hay dos observatorios —el mesero le sirvió un poco de vino, al igual que a Sasuke—. El primero está a 150 m y el segundo a 250, si gustas podemos entrar a ambos.

—Me encantaría —frunció el ceño, mirando la copa en la mano de Naruto—. Y hasta donde sé, eres menor de edad para beber. ¿Pretendes emborracharme?

—Claro que no —con sensualidad deslizó su lengua, humedeciendo ligeramente sus labios—. Aunque no es mala idea.

—Eres un dobe pervertido.

—Esa boca —reprendió con tranquilidad—. Y no lo soy ttebayo. El vino solo es para acompañar los alimentos, claramente no te emborracharas con una sola copa.

—Hm, como digas.

Fue una cena demasiado tranquila, acompañada de pláticas sin sentido, la cual aprovecharon para conocerse un poco más, discutiendo por trivialidades y riendo por las expresiones contrarias. Incluso Sasuke se armo de valor; con una expresión de molestia y una sonrisa nerviosa levantó su tenedor para ofrecerle un poco de su postre a Naruto, quien acabo riendo a carcajadas porque no sabía si su lindo doncel estaba feliz, nervioso o molesto, pero ¿cómo averiguarlo con tantos pucheros?

—Eres un dobe, uno que quiere ser romántico y tú matando el momento.

 —Lo siento ttebayo —tomó un poco de su postre, ofreciéndole a Sasuke, cuya mirada molesta se clavo en el tenedor, antes de intentar probar el pastel que se veía delicioso, sin embargo obtuvo un pasional beso en su lugar, sintiendo como Naruto le tomaba de la nuca para profundizar el contacto que le dejaba sin aliento y con ganas de más pero, no precisamente de fogosos besos.

●●●

Le dolía el estomago, siendo sinceros, no recordaba cuando había reído tanto, al parecer nunca lo había hecho, pero con ese dobe era imposible no hacerlo. Tan solo le hacía feliz, por lo que tranquilamente se dejo tomar de la mano, ignorando las miradas de las chicas y donceles que veían a su Naruto, mientras que los varones babeaban por Sasuke. Claro que su vestimenta llamaba mucho la atención, ya que vestían muy elegante en un lugar turístico, donde la mayoría de las personas portaban ropa cómoda y de acuerdo al lugar.

Bah, incluso murmuraban sobre el hecho de ser actores y estar rodando una película. ¡Pero hay que ver tremenda locura! Tan solo por eso la próxima vez que visitara la torre de Tokio (si es que volvía a hacerlo), vestiría más normal, por lo pronto tan solo les ignoraba. Al llegar al primer mirador, Sasuke negó con la cabeza, solo pretendía contemplar todo desde el segundo, por lo que con una sonrisa y caricias discretas, Naruto le guio.

Ciertamente había valido la pena, Tokio era una ciudad impresionante, y desde ahí podía apreciar el monte Fuji, y gracias a que estaba muy despejado, incluso era capaz de ver la Tokyo Skytree. Creyó que también podía ver el Santuario Meji, desgraciadamente, Naruto le dijo que ese se veía de maravilla en el edificio de gobierno metropolitano, ya que en el piso cuarenta y cinco había un mirador. Aun así no importaba.

—Naruto —murmuró volteando a ver al varón—. Realmente gracias, hoy… hoy ha sido un día impresionante.

—No agradezcas algo que hago con tanto cariño ttebayo —ló abrazó—. Esta simplemente fue la primera cita de muchas… mi Sasuke.  

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Mil gracias por leer ♥ espero que les haya gustado xD

 

Aclaraciones:

 

El rayo (amor a primera vista) que menciona Naruto, realmente es cierto, la verdad desconozco si se le sigue llamando así en Italia.

También es cierto que en los pueblos más antiguos de Sicilia, el regalar algo de oro a una chica significaba que las intenciones eran serias e incluso era tomado como una propuesta de matrimonio.

Como sabrán, Naru es un viejito en cuerpo joven, así que como tal no lo imaginaba haciendo cosas que actualmente hacen las parejas, tal vez más adelante tengan una cita “más normal”.

*Si te veo a las tres comenzare a ser feliz desde las dos* Esa frase pertenece al libro del principito :3

Ya por último, lamento que el capítulo sea tan largo, no encontré como acortarlo, pero les prometo bien prometidamente que intentare no extenderme tanto la próxima vez.

Naruto se refiere a si mismo como si él fuera su padre, de lo contrario se le tomaria por loco xD

Si alguien esta arto de tanta dulzura les invito a leer mi otro fic: Mírame y amame (es que si yo no me hago publicidad, nadie lo hará c: ) 

 

Mil gracias a los que leyeron ♥ Haruka los adora adoradamente ♥ 

 

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).