Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Deseo... amar por Haruka Eastwood

[Reviews - 141]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!! ¿Me extrañaron? ¿No?... TmT *se va a su rincón emo*

Sasuke: ¡Suéltenme! ¡¡He dicho que me suelten, que yo lo mato!! *forcejeando con Kakashi y Minato*

Naruto: Tranquilo teme... jejeje no es para tanto.

Manato: ¡Corre, Naruto!

Sasuke: Ahora si *noqueó a Mina y Kashi que lo tenían sujeto* ¡¡Morirás, dobe!!

Ejem... por problemas técnicos, yo les dejo, solo espero que les guste el capítulo y nos vemos en las notas finales :3

Titulo: Deseo… amar

Resumen: Naruto sabe que lo único que le faltó en la vida fue alguien a quien amar, y el destino está a punto de cumplir su deseo. 

Categoría: Naruto

Clasificación: No menores de 16 años

Género: AU, Romance. 

Advertencias: Lemon, mpreg.

Por: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Deseo… amar

Capítulo 5: Cumpleaños

Decir que se encontraba molesto era poco, estaba furioso, y con unas enormes ganas de golpear a cierto doncel esquivo. Durante días había intentado contactar con ese serio y obstinado de Gaara, sin embargo, siempre le negaban su derecho de hablar con él. Alegaban que no estaba en ese momento, que había salido a comer, o que se encontraba en una junta muy importante y no podían interrumpido, ¡Juraría que era más fácil solicitar una cita con el presidente! Incluso llegó a pensar que le tenía miedo, es decir, su presencia era una amenaza constante a sus planes.

Pero no le iba a servir de nada seguirse escondiendo tras su secretaria, Deidara estaba decidido a descubrir el enorme fraude que se montaron tras la muerte de Naruto, claro que solo había que ser un poco observador, para darse cuenta que todo lo que querían era hacerse con el mando de la empresa, la cual estaba valorada en miles de millones. ¡Naruto les dio su confianza y ellos le traicionan de una manera ruin, y luego dicen que es él el interesado!

Sacudió la cabeza y tranquilamente se adentro en un enorme edificio con una placa en la parte superior, que ponía en letras doradas: Rasengan. Desde un principio, sopeso la idea de que le negaran el paso —incluso estaba preparado para que le botaran como si fuera un vulgar ladrón—, aunque para su sorpresa, tras quince minutos de un tranquilo recorrido por las instalaciones, había llegado al piso catorce sin ningún contratiempo, notando que la torpe y fea secretaria no estaba. ¡Qué chica tan incompetente! Claro que no se iba a quejar por eso, ya que al parecer la suerte estaba de su lado.

Simplemente esbozó una amplia sonrisa, abriendo la puerta de la oficina que perteneció a Naruto: amplia, cálida y extrañamente muy ordenada, observando ceñudo a Gaara, que se mantenía concentrado firmando diversos papeles y checando otros. Ni siquiera se tomó la molestia de levantar la vista para verlo, ya que probablemente pensó que era esa inútil chica, ¡Todo un insulto confundirlo con alguien tan sosa!

—Matsuri, espero que ya me tengas listo el informe de este… mes  —afiló la mirada al divisar a un tranquilo Deidara, que cerraba la puerta, comenzando a caminar hacia él—. ¿Qué rayos haces aquí?

—Hm, visitándote, ¿acaso no es obvio?

—No me jodas.

—Ni tú a mí, porque si el tonto de Naruto estuviera con vida y viera la clase de pirañas que son, no habría duda que se volvería a morir —siseó con odio—. ¿Así que dime dónde escondieron a su supuesto hijo?

Se cruzó de brazos, clavando su mirada en la de Gaara, quien sin cambiar su expresión se recargó en el respaldo de la silla. Siempre lo había odiado por ser tan prepotente, y mirarle como si no valiera nada, minimizándolo cada que podía; presumiendo de su vasto conocimiento. Claro que el sentimiento era mutuo, no se soportaban ya que ambos llegaron a creer que solo estaban al lado de Naruto por su dinero.

—No es algo que te importe, Deidara. Y frente a mí, respetas a Namikaze Naruto si no quieres que me levante y sea yo quien te desfigure tu linda cara —tajó—. Es más, Naruto te dejo más de un millón de dólares, dinero que se depositó en tu cuenta, y es todo lo que recibirás, así que lárgate antes de que llame a seguridad para que te saque.

Apretó los puños con fuerza, comenzando a caminar a grandes zancadas, sintiendo como a cada segundo una ira visceral se apoderaba de él, haciéndole rechinar los dientes en un intento por no soltar los cientos de improperios que pensaba. ¡Maldito pelirrojo y maldita ambición! Si tanto les importaba el jodido dinero, se podían quedar con ese dinero… por lo que con toda su furia, golpeó con las palmas el escritorio, recargándose lo suficiente para tomar a Gaara del saco y acercarlo a su rostro.

—Escúchame bien, Gaara, porque no lo volveré a repetir. Conviví más de diez años con Naruto, y te puedo asegurar que se más de él, de lo que te puedas imaginar; cosas, situaciones o anécdotas que ni te imaginas, ¡y él no tuvo hijos! —Sentenció, reforzando su agarre—. ¿Sabes por qué? Porque desde que apareció una aprovechada, fingiendo llevar un descendiente suyo, él se opero, así que no me creas tan idiota como para tragarme ese cuento del heredero perdido, ¿crees que no sé que solo esperaban a que se muriera para quedarse con su fortuna? Trió de pirañas.

—No tengo ninguna duda de que eres un idiota —se soltó de su agarre—. Lo creas o no, Naruto tuvo un hijo varón, quien dentro de un mes cumplirá diecisiete años. Si nunca te lo dijo es porque no confiaba en ti, así de simple, y en cuanto a su ubicación… no tengo porque decírtelo. Ahora largarte de mi oficina.

No podía más, había llegado a su límite en cuestión de segundos, por lo que levantó la mano con toda la intención de abofetear a Gaara por su insolencia. Le sacaba de quicio, y si no podía proporcionarle la información que requería, al menos aliviaría el estrés, la tención y el enojo que aquel odioso doncel le provocaba, sin embargo, su mano fue detenida a unos cuantos centímetros de aquel inexpresivo rostro. Con frustración, Deidara observó a Kakashi, que se mantenía impávido, sujetándole la muñeca.

—Creo que llegue justo a tiempo —susurró cerca de su oído de manera melosa—. Pórtate bien, Dei-chan, sabes que a Naruto no le gustaban tus arranques de ira.

«¡A Naruto tampoco le gustaban los mentirosos!» Pensó, mordiéndose el labio inferior para no gritarle todo lo que pensaba y haciendo uso del poco autocontrol que aún le quedaba, relajó su rostro, girándose para quedar de frente a aquel varón pervertido con pinta de Casanova, y sin pensarlo dos veces, le rodeó el cuello con sus brazos mordiendo el lóbulo de su oreja; acariciando aquel cabello plateado de forma juguetona.

—Tu si me dirás donde está el hijo de Naru~ —ronroneó seductoramente, deslizando su dedo índice por el bien trabajado pecho del Hatake—. Verdad que si… Kashi~

—E-Esta en Japón…

Lentamente, Deidara se apartó de Kakashi y rosando sus labios con los de él murmuro un quedo «Gracias», antes de salir de la oficina de un molesto Gaara, que fulminaba con la mirada al varón.

—Eres un idiota.

—Japón es muy grande —alegó en su defensa—. No lo encontrara.

●●●

Mientras caminaba hacia la estancia, no dejaba de revisar el montón de documentos que Gaara le había mandado para que le diera su aprobación; así como la copia del nuevo contrato, el cual debía aprobar o rechazar, algo muy sencillo a su parecer, por lo que seguía preguntándose: ¿por qué su lindo pelirrojo se complicaba tanto la vida? No era nada del otro mundo. Y por muy extraño que fuera, eso lo mantenía relajado; sonrió tomando su móvil, marcando un número que conocía a la perfección.

Naruto, ¿qué sucede?

—Gaa-chan, acabo de revisar todo el papeleo, pero me falto una copia del balance del último mes, necesito checar como vamos con las ventas en Latinoamérica, recuerda que todo el movimiento ha estado más lento haya, por lo que necesita más atención. Todo lo demás está en orden, y en cuanto al contrato, dile a Kakashi que firmaran, sin embargo hay que hacerle unos ajustes al punto número cinco: tiene que cambiar ese “el” por un “en” —volvió a mirar las hojas—. Una cosa más… manda a hacer un chequeo general de toda la maquinaria, en cuanto este listo envíame el informe, y si es necesaria, una cotización para remplazar lo que haga falta, junto con la lista de proveedores.

De acuerdo, por cierto, falta afinar unos detalles y estará todo listo para abrir las oficinas en Japón y dentro de dos meses o menos, estaré haya junto con Kakashi. ¿Ya has pensado quien se hará cargo de todo aquí?

—Claro —sonrió—. Asuma y Kurenai estarán al mando, sabes que confió mucho en ellos, sin mencionar que estaré más tranquilo si aceptan. No te miento, mi primera opción fue Danzō y Orochimaru, pero tanto tú como Kakashi afirmaron que se mostraron más interesados en trabajar en Japón.

Creo que es por su hijo, da igual, aunque el único problema será tu molesto noviecito, tengo entendido que actualmente está en Tokio —bufó con molestia.

Él no será ningún problema y cuando llegue el momento yo hablare con Dei —su tono no admitía una réplica, por lo que Gaara terminó por despedirse.

Naruto soltó un suspiro cansino, seguía sin entender aquella desconfianza hacia su pequeño doncel; Dei era como un hijo para él. Lo conocía tan bien, que sería capaz de apostar toda su fortuna a favor de Deidara, aunque era una lástima que ellos tres no pensaran así. Seguían creyendo que se aprovecharía de él y su amabilidad, ¡tonterías, Dei era incapaz de hacerle eso! Levanto el rostro, sorprendiéndose al ver a Sasuke en su casa, con una expresión que interpreto como incredulidad, al lado de un sonriente Haku.

El pequeño Uchiha había decidido hacerle una visita a su flamante novio, ya que pensaba invitarlo a salir, claro que cuando Haku lo condujo hacia dentro de la casa, no pudo evitar sorprenderse por lo enorme que era, aunque desde el inmenso jardín, se notaba lo extravagante del lugar. Sin embargo, el verdadero motivo de su asombro fue que cuando entro a la estancia, observó a Naruto revisando unos papeles y hablando por teléfono en un perfecto ingles, mientras daba instrucciones como todo un empresario. Aquella seguridad en su voz le recordaba tanto a su abuelo Madara.

—En un momento les traigo algo para beber, con su permiso —Haku miró a Naruto, haciendo una pequeña reverencia, ya que a él no se le hacía extraño ver a ese rubio hablando de aquella forma.

—Sí, adelante —sonrió, acercándose hasta su doncel con el único propósito de aprisionarlo entre sus brazos y robarle un beso—. No sabía que venías, hubiera ido por ti ttebayo.

—Quería invitarte al acuario —desvió el rostro, soltando una fingida tos—. Y yo no sabía que tu casa fuera tan ostentosamente grande… ni que te hicieras cargo de los negocios de tu padre.

—Eso es… —comenzó a rascarse la nuca con nerviosismo—. Mi padre era un genio en los negocios, y en sus tiempos libres me enseño lo necesario, por lo que ahora debo hacerme cargo de la empresa… nada complejo.

Sasuke arqueó una ceja con incredulidad, había escuchado toda la conversación y por lo que pudo entender, Naruto parecía todo un experto en los negocios, como si llevara años haciendo lo mismo. A él también comenzaban a enseñarle lo esencial de la empresa familiar, pero estaba a años luz de poder tener aquella seguridad tan abrumadora cuando se hablaba de contratos, cotizaciones o balances. Más que nada porque no entendía mucho de ciertos temas, ni siquiera Itachi que estaba por acabar la carrera, era tan hábil en el manejo de ciertos asuntos.

—Si tú lo dices… dobe —bufó con molestia, dejándose caer en el sofá, y concentrándose en la ropa que llevaba su novio. ¡Parecía un viejito! Ni su abuelo Madara se vestía así de anticuado—. ¿Qué rayos traes puesto, usurantokashi?

—Esa boca —gruñó viendo su vestimenta. Zapatos de vestir negros, un pantalón perfectamente planchado, camisa blanca, corbatín rojo y un suéter negro con pequeños rombos rojos en el centro—. Y siempre me visto así, no le veo nada extraño.

Si no fuera anatómicamente imposible, habría jurado que su mandíbula llegaría hasta el suelo, ¿eso quería decir que siempre vestía así? ¡Estaba loco! Y es que apenas se daba cuenta que solo lo había visto con el uniforme del colegio, con excepción de hace una semana que fue su primera cita y portaba traje.

—Te vistes como un abuelo —le señaló—. Pensándolo bien, ni mi abuelo se viste tan anticuado. Ponte ropa de acuerdo a tu edad.

—Oye —protestó—. No me voy a vestir como un playboy.

—Nunca te pedí que te vistieras como un playboy, usurantokashi —movió sus manos sin saber muy bien cómo explicarse, tampoco entendía de donde había sacado esa absurda idea de verse como playboy—. Solo vístete más normal.

—Sasuke-san —habló Iruka, que tranquilamente dejo dos vasos de jugo sobre la mesita de la sala—. Ni te molestes en eso; tiene su armario lleno de ropa “normal” y se empeña en seguir vistiéndose así.

Naruto fingió no escuchar a Iruka, quien intercambio una que otra mirada cómplice con Sasuke, como si le pidiera hacer algo por la fea vestimenta de aquel rubio cabezón. Y es que solo hacía falta verlo para sentir vergüenza ajena. Naruto era demasiado atractivo, seductor y todo un caballero en toda la extensión de la palabra, poseía una encantadora voz de mando y estaba rodeado por un aura peligrosa que ponía en letras mayúsculas «Macho alfa» aunque Sasuke acababa de encontrar su único defecto.

—¿Realmente tu armario está lleno?

—Algo así ttebayo… —acunó las suaves mejillas de su doncel entre sus manos, juntado sus frentes antes de darle un suave beso en los labios—. ¿Te molesta que me vista… así?

—No es eso —¡Solo te vez horrible! Se tentó a decir, desviando la mirada de aquellos penetrantes ojos azules que tanto le encantaban—. Es solo que te vez… un poco mayor… no sé, luces raro con ese tipo de ropa y me gustaría verte con otra clase de vestimenta.

Naruto observó el pequeño sonrojo en esas pálidas mejillas. Lo medito por unos instantes con una expresión demasiado seria, tanto que Sasuke creyó que se había molestado con él, ¡No era su culpa que Naruto vistiera así! Incluso sopeso la idea de disculparse y mentir un poco, diciéndole que no lucia tan mal. Trago saliva, sintiéndose culpable de herir su orgullo de hombre, creyendo que se quedaría sin novio cuando se levanto del sofá.

—Por ti puedo hacer un intento —sonrió—. Regreso en cinco minutos y podremos ir al… ¿acuario?

Sasuke asintió sin saber muy bien como sentirse, ¿no se enojo? Vaya, y él creyendo que estaba a nada de quedarse sin Naruto por ser tan honesto, aunque sonrió complacido al meditar sus palabras. «Por ti puedo hacer un intento». Cielos, si fuera como esas chicas ruidosas de su clase, ya hubiera gritado como tonto, dando brinquitos.

En vez de eso, en cuanto le perdió de vista, unas inmensas ganas por curiosear se apoderaron de él. La estancia era enorme: amplios ventanales permitían que estuviera iluminado, tres enormes sofás se encontraban en el centro, rodeando una pequeña mesa de cristal, en donde permanecían los papeles que revisaba Naruto; finalmente contempló la chimenea y justo encima de ella, estaba un enorme cuadro de una pareja.

Se trataba de una hermosa mujer pelirroja, la cual poseía una amplia sonrisa: amable y maternal, a su lado un varón: alto, elegante y rubio. Lo más curioso es que la pareja portaba ropa del siglo XIX. Ella traía un precioso vestido, mientras que él, un traje, sombrero de copa y bastón.

—Namikaze Minato y Uzumaki Kushina, padres de Naruto y abuelos de… de Naruto —un poco sorprendido, Sasuke se giro para ver a Iruka, que contemplaba con admiración el hermoso cuadro—. He de darte las gracias, Sasuke-san.

—¿Por qué? —Frunció el ceño, sin entender muy bien.

—Por más que lo intente, nunca logre convencer a Naruto de usar ropa acorde a su edad —rio con disimulo—. Así que me he sorprendido un poco cuando accedió.

—No hice gran cosa —se giró volviendo a contemplar el cuadro—. Naruto se parece mucho a su abuelo…

—De hecho es idéntico… a su padre —rascó su mejilla sin saber cómo continuar, dudaba que Naruto le llegara a decir un día la verdad, por lo que no le tomo importancia.

Intrigado, vio los ojitos curiosos del doncel, y supo que Naruto no había hablado de su pasado, estaba consciente que no le concernía decirle algo a Sasuke, afortunadamente en ese momento apareció Naruto, vistiendo un pantalón de mezclilla un poco ajustado, una playera gris, y una cazadora de cuero negra.

Sus sentidos fueron asaltados por el perfume de Naruto, quien lucía muy bien, más que eso. Sabía que era malditamente atractivo, pero nunca imagino que la ropa podría cambiarlo tanto, dándole un aíre peligroso, como el de un cazador al asecho, mientras que él se convertía en una pobre e inocente víctima, la cual estaría encantada de caer entre las garras de aquel ser tan sexual y masculino, capaz de alborotarle las hormonas con su sola presencia.

Sintió como sus mejillas se teñían de un ligero carmín, incapaz de articular una palabra coherente. Para Sasuke, Naruto se le asemejaba a un jaguar: peligroso, grácil y elegante, con una fuerza incomparable. Aun así le rodeo la cintura con delicadeza, aprisionándolo contra su cuerpo de forma posesiva, mientras observaba de soslayo, como Iruka se iba.

—Lamento haberte hecho esperar ttebayo.

—D-Dobe —su voz fue como un jadeo que le hizo sentirse avergonzado de sí mismo, incapaz de levantar el rostro de su escondite.

—Esa boca —le volvió a reñir, y apartándolo lentamente de su cuerpo, vio a un Sasuke con las mejillas sonrosadas—, esa linda boca… —¡Santo cielo! Lucia tan adorable y encantador que no dudo en juntar sus labios con los de su doncel, saboreándole e invadiendo su dulce cavidad—. Te amo~

Aquello fue más como un ronroneo; logró que su corazón latiera a una velocidad alarmante, golpeteando contra su pecho de manera frenética. De la nada, un calor asfixiante y abrasador se extendió por todo su cuerpo, concentrándose en sus mejillas y vientre, llenándolo de un necesidad extraña que no supo cómo interpretar, y sin poder evitarlo, soltó un jadeo entre el beso, el cual fue acallado gracias a los labios de Naruto.

Era malditamente vergonzoso el hecho de haberse excitado por un solo beso, claro que no era uno cualquiera, ese odioso rubio besaba de una forma tan pasional y erótica, que la reacción provocada era equivalente al más poderoso afrodisiaco. Aquel hombre era puro deseo; insaciable y demasiado sexual para alguien “inocente”, aunque pensar que su Naruto tuviera experiencia en el sexo lo molestaba y entristecía por igual, él quería ser el primero y el único en su vida, aunque tal parece que era un poco tarde.

Sacudió su cabeza e intentó concentrarse en algo menos… pervertido, mientras salían de aquella pomposa mansión, para meterse al auto del rubio, un precioso BMW, elegante y con tanta clase como el dueño. Nunca se había subido a un auto de esos, debido a que valían una fortuna, aunque con aquel excéntrico varón ya ni le sorprendía que tuviera un auto así, lo único que llamo su atención, fue ver como Naruto se ponía al volante, pidiéndole que se abrochara el cinturón de seguridad.

—¿Sabes manejar? —Cuestionó dubitativo—. No sería mejor ir en taxi… solo iremos al acuario.

—Claro que se manejar ttebayo —acarició su mejilla, antes de ponerlo en marcha—. Y no me agrada tomar un taxi si yo puedo conducir.

Sasuke se colocó el cinturón de seguridad, dándose cuenta que nunca le pregunto a Naruto si tenía planes para ese día, o si tenía cosas pendientes —de hecho llegó a su casa sin haberlo llamado con anterioridad—. Solo había dispuesto de su tiempo, invitándolo al acuario; tenía que admitir que su primera cita estuvo espectacular, pero una más “normal” no estaría mal.

—Espero no haber desorganizado tu apretada agenda —susurró, mirando por la ventana—. No pienso hacerme responsable si olvidaste hacer algo más importante por acompañarme.

Naruto soltó una pequeña risa, tentado a detener el auto y besar a ese precioso doncel, que a pesar de su tono indiferente, podía apreciar que estaba un poco preocupado por haberle propuesto una cita de último momento.

—Nada será más importante que tú —le miró de soslayo—. Él trabajo o cualquier otra cosa puede esperar ttebayo.

Le fue imposible esconder su sonrisa ladina, simplemente se limito a decir un “Hmp” antes de volver a concentrarse en el camino, indicándole a Naruto por donde debería ir. Claro que su felicidad no duro mucho, ya que en el momento en que llegaron a su destino y bajaron del auto, las miradas pervertidas de donceles y mujeres se centraron en su novio, comenzando a devorarlo de una forma tan lasciva, que Sasuke llegó a creer que hubiera preferido salir con él vistiendo como viejito.

No es que Naruto fuera una propiedad, pero era de él, por lo que sujeto su mano para detener su andar y ante las miradas curiosas, se paró de puntillas para rodearle el cuello con sus brazos, robándole un beso demandante, posesivo y territorial, dejando en claro que él, Sasuke Uchiha estaba con Naruto Namikaze.

—Eres mío —afirmó ante un desconcertado, pero feliz rubio.

—Solo tuyo —y tomándolo de la mano, se adentraron al acuario.

Lentamente recorrieron todo el lugar, mientras Sasuke miraba de soslayo a Naruto, meditando en que pronto seria su cumpleaños. No sabía que podría darle a alguien que lo tenía todo, al principio pensó en un reloj, idea que fue descartada al instante, al igual que la cita, la cena y una estúpida carta romántica. Suspiró con pesar, mirando hacia arriba para contemplar a los tiburones, siendo rodeado por los brazos de Naruto; aun tenía tiempo para pensarlo, por lo que algo se le ocurriría.

●●●

—¿Realmente estarás bien solo?

Por quinta vez en el día, Naruto dirigió su vista al preocupado doncel, que estaba por salir directo a Tokio, para encontrarse con un pariente lejano al cual no veía desde hace décadas —tal vez exageraba, era igual— y resolver algunos asuntos pendientes. Solo se iba por tres días en compañía de Haku, claro que nunca esperó que ese loco Namikaze decidiera darle esos días de descanso a todos los empleados de la mansión, quedándose completamente solo.

—Claro que si ttebayo —sonrió—. No soy un inútil.

—Nunca dije que lo fueras, solo me preocupa el hecho de que te quedaras tres días solo.

—Iru-chan, estas olvidando que soy un adulto.

—Lo sé —suspiró con pesar, era prácticamente imposible tratar de convencerlo cuando algo se le metía a la cabeza—. Cuídate mucho, y si algo se te ofrece sabes que me puedes llamar, no importa la hora, ¿de acuerdo?

—Sabes que si —le abrazó—. Anda, que Haku ya te debe estar esperando ttebayo.

Un poco más tranquilo, salió de su habitación al ver a Naruto adentrarse en su inmenso armario, tentado a preguntar si se le ofrecía algo, pero su avión salía dentro de una hora, así que tenía el tiempo justo para llegar al aeropuerto. Lo único que le pesaba era dejarlo solo en su cumpleaños, aunque desde que lo conoció nunca lo ha celebrado, de hecho, ese día en particular parecía entre deprimido y molesto. Era evidente que en determinado momento, la curiosidad de Iruka fue tan grande que se atrevió a preguntarle a Naruto, sin embargo, todo lo que recibió fue una mirada enfadada que le advirtió que no volviera a preguntar nunca.

Para él era muy difícil hablar de su pasado, había cosas que podía contar, pero otras tan solo ansiaba olvidarlas, enterrarlas y que no volvieran a atormentarlo, aunque el hecho de que estuvieran ligadas a su cumpleaños lo hacía todo más difícil.

—Diez de octubre —murmuró tomando una pequeña caja blanca—. Hace un par de años que no te dejo rosas… Nonō…

Londres; Inglaterra, 1936

A través del amplio ventanal, Naruto observó como los delicados rayos de luz de luna iluminaban la sensual y perfecta figura de su prometida. Nonō Yakushi era una bella mujer de tan solo veinte años de edad; cabello rubio y ojos negros, hija de un importante cenador. Y como era costumbre, su matrimonio había sido arreglado por conveniencia de ambas familias, así que cuando el padre de Nonō le propuso casarse con su hija, el no lo dudo ni un momento.

En aquel entonces, Naruto acababa de cumplir veintinueve años, por lo que la idea de formar una familia no sonaba mal, después de todo, la chica era preciosa, algo tímida y reservada pero demasiado inteligente. Sin embargo, el tiempo pasaban más rápido de lo que esperaba y dentro de un mes estaría parado frente al altar, jurando serle fiel en la salud y enfermedad… sonaba perfecto, el único problema es que no la amaba, a pesar de que la había estado cortejando los últimos once meses.

Ella era especial y la apreciaba demasiado, incluso podría afirmar que después de sus padres, Nonō era la persona más importante en su vida, claro que entre amar y querer había un mar de distancia, aun así se casaría con ella porque no tenía ninguna duda de que sería una esposa perfecta y una excelente madre.

Con delicadeza, Naruto tomó un mechoncito rubio entre sus dedos, jugueteándolo un poco, antes de colocarlo sobre el hombro desnudo de aquella mujer, quien era más sensual de lo que se imaginaba; iniciando un recorrido con las yemas de sus dedos sobre la suave piel, deteniéndose justamente en la cadera.

—Naru —murmuró adormilada, moviéndose un poco para acurrucarse contra el cálido cuerpo de su amante que no dudo en envolverla entre sus brazos.

—Lamento haberte despertado ttebayo.

Nonō le dedicó una dulce mirada, mientras acunaba la mejilla de Naruto entre su mano para robarle un pequeño beso.

—Me encanta que me despiertes con mimos.

--

Naruto suspiró profundamente volviendo a acomodar su traje por quinta vez, era un día muy especial y no precisamente por cumplir treinta, no, ese día había sido elegido por Nonō para que se casaran. Era una fecha significativa para ambos, ya que exactamente un año atrás se habían conocido.

—Nunca creí verte tan nervioso —Minato sonreía ampliamente desde el alfeizar de la puerta y a pesar de tener sesenta y cinco años, seguía aparentando veinte años menos.

—Papá… tan solo estoy… impaciente.

Intento sonreír, aunque todo lo que consiguió fue poner una mueca extraña.

—Claro —caminó tranquilamente, hasta sentarse en un banquillo junto a Naruto—. El día que me case con tu madre, estaba tan nervioso que creí que me desmallaría —sonrió—. Tan solo la había visto un par de veces, aun así no tenía duda de que era el amor de mi vida, y justo cuando la vi caminar hacia el altar vestida de blanco, supe que me casaría con un ángel. Y cada día que pasa la amo mucho más; mi madre en paz descanse, afirmaba que había sido el rayo… que debía agradecer por ser uno de los pocos afortunados en encontrar el amor verdadero.

—Yo agradezco haberla conocido…

—No te veo muy convencido —el rostro de Minato adquirió una seriedad poco común en él—. ¿Estás seguro de esto, Naruto?

—Claro —volvió a mirar su reloj de bolsillo—. Ya es hora.

Con los nervios a flor de piel llegó hasta el altar, dándose cuenta que la marcha nupcial estaba por dar inicio; cerró los ojos con fuerza y al volver a abrirlos la vio entrar por el enorme portón de la iglesia. Lucia realmente hermosa en ese vestido blanco, y su cabello rubio estaba perfectamente recogido, mostrando su cuello y aquel collar que había pasado varia generaciones en la familia.

No tenía ninguna duda de que Nonō era preciosa, sin embargo, estaba a años luz de sentir ese amor que tanto describía su padre, aun así sonrió para su futura esposa tomándola de la mano. Miró al sacerdote, que seguía efectuando la ceremonia y justo cuando se dirigió a él con ese tono tan calmado, se obligo a prestarle toda su atención.

—Namikaze Naruto, ¿acepta en santo matrimonio a Nonō Yakushi para amarla y cuidarla, hasta que la muerte los separe?

—Acepto…

—Nonō Yakushi, ¿acepta en santo matrimonio a Namikaze Naruto para amarlo y cuidarlo, hasta que la muerte los separe?

La chica levantó el rostro con los ojos vidriosos, observando aquellos fríos orbes azules que tanto le encantaban, tragó saliva y ante la atenta mirada de todos, llevó sus manos a su cuello, quitándose el collar que Naruto le había dado.

—Lo siento mucho —susurró depositando aquella fina pieza de joyería en las manos de su dueño—. Y-Yo… yo no me puedo casar contigo…

Un pesado nudo se formó en su garganta, amenazando con querer transformarse en lágrimas. Había querido a Nonō, sin embargo, conforme conocía a Sasuke, comprendía la enorme diferencia entre amar y querer, aun así era difícil alejar aquellos recuerdos y dar pasó a la creación de unos nuevos. La cruel realidad le golpeo. Simplemente tenía miedo de amar, había estado huyendo de los compromisos, de las relaciones estables… de todo. Huía de aquello que tanto anhelaba y ahora que lo tenía se llenaba de miedo, miedo al pensar que podía perder a Sasuke.

Una silenciosa lagrima rodo por su mejilla, al momento de contemplar las fotos que por tantos años había guardado, junto a cartas románticas que contaban una historia color de rosa, claro que el final fue algo que nunca plasmo en papel, aunque permanecía grabado en él.

—¡Naruto! —Gritó Iruka desde el alfeizar de la puerta—. Sasuke está aquí…

—Gracias, ahora voy.

Ya no escuchó su respuesta, tan solo el clásico ruido de la puerta al ser azotada. Miro su reloj, notando que Iruka llevaba cinco minutos de retraso, lo cual era algo mínimo, por lo que suspiró y acomodó su camisa, limpiándose las molestas lagrimas que habían empapado sus mejillas. Adivinaba el motivo de la visita de Sasu, rememorando los años que tenía sin celebrar su cumpleaños… «Varias décadas» se dijo.

El pequeño doncel estaba más que nervioso, había sido toda una odisea diseñar un plan para escaparse de su casa y llegar a la mansión de Naruto, desgraciadamente era una hora antes de lo que tenía previsto. Aunque su idea de un poco de paz se esfumó al ser recibido por un Iruka que no dejaba de mirar el reloj, pidiéndole a Haku que le esperara en el auto. Todo indicaba que había llegado en un mal momento, aun así no dijo nada cuando fue conducido a toda velocidad hacia el cuarto de su rubio.

La puerta se azoto fuertemente, al mismo tiempo que bajaba su pequeña mochila, ni siquiera fue capaz de darle las gracias a Iruka y desearle un buen viaje, aunque cuando escuchó la gruesa voz de Naruto, su corazón empezó a palpitar como loco. Estaba más que consiente de que se encontraban completamente solos; los empleados tendrían que haberse ido desde la mañana, por lo que todo el lugar estaba en silencio, pudiendo oír el momento justo en que Iruka se marchaba junto a Haku.

Probablemente fueron diez minutos, puede que un poco más o menos, aun así se sintió culpable por hacer esperar a Sasuke, claro que al salir del inmenso armario, no se esperó ver a su doncel parado en la puerta de su habitación, con las mejillas sonrosadas y las manos rodeando su estrecha cintura. Impávido, se dedico a observarlo, llegando a la absurda conclusión de que lucía diferente, tal vez era la pose, su sonrojo o el hecho de que separaba los labios sin atreverse a decir algo.

—¿Sasuke…?

—F-Feliz cumpleaños… —lentamente, fue separando las manos de su cuerpo. En ese momento, Naruto vio como el obi en color rojo caía al suelo, y el kimono negro que portaba Sasuke se abría, mostrando su blanca lencería.

Ni siquiera se detuvo a verlo, tan solo caminó a grandes zancadas hasta él, abrazándolo fuertemente con el propósito de aprisionarlo contra su cuerpo. Y haciendo uso de todo su autocontrol, le besó la cabeza, inclinándose hasta que sus labios tocaron el oído de un tembloroso Sasuke.

—No hagas esto… por favor no lo hagas… —se separó lentamente, agachándose para recoger el obi. Y mientras sus ojos eran cubiertos por su flequillo, comenzó a acomodarle el kimono a su pequeño doncel, temeroso de levantar la vista y enfrentarse a aquellos ojos ébano.

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Notas/Aclaraciones

* Nonō Yakushi, era una monja encargada del orfanato del país del fuego, quien perteneció a Raíz. Quería a un personaje diferente para el pasado de Naru :3 y ella me pareció perfecta jejeje a que no se lo esperaban 7u7

* Recuerden que la mamá de Iruka era japonesa, así que no es de extrañar que tenga uno que otro familiar ahí.

* Los recuerdos de Naru van a ir apareciendo poco a poco, o puede que en el siguiente capítulo acabe de contar que fue de Nonō xD

Sasuke: A nadie le importa quien fue ella, es más, ya está muerta al igual que el dobe.

Bueno, como Naruto está en coma, creo que el siguiente capítulo va a demorar xD ya que por culpa de Sasu tengo que esperar a que se recupere… ejem, por cierto, que enojón eres, mira que golpearlo sin saber los verdaderos motivos de porque te rechazo.

Sasuke: Y tu cállate o te dejo como al dobe, ¡qué más da los motivos! Uno que se esfuerza por darle un regalo de cumpleaños y él lo rechaza, ¡Merecía morir!

Si, si, lo que digas… ¡Muchas gracias por leer! Yo encantada de recibir sus lindos rw que me motivan y animan tanto ♥ los quiero bien queridamente ♥

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).