Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Deseo... amar por Haruka Eastwood

[Reviews - 141]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!!

Quiero decirles que el mundo se va a acabar, y es que nunca había actualizado tan rapido. Y nunca me habían dejado tantos rw *llora gaymente* me emociona y me da miedo D: solo espero haber cumplido con sus expectativas en cuanto a la continuación.

Notas/Aclaraciones

Lamento si la continuación no es de tu agrado. Igual saldría golpeada xD así que quiero ver arder el mundo (?

Aunque sea difícil de creer, la relación entre Deidara y Naruto no es amor de pareja.

 El capítulo es un poco confuso al principio, pero si al terminar de leer aun tienen alguna duda, pueden dejar su rw que con gusto les respondo.

Amenazas, jitomatazos y abandono a mi persona son comprensibles (?

Sasuke: todos sabemos que después de este capítulo no te van a querer, es más, yo te empiezo a odiar.

Naruto: Creo que el teme tiene razón… tu me maltratas.

Nooo, tú no puedes ser malo conmigo… ¡Naru! *abandonada en su rincón emo* lo admito… bueno, yo les dejo leer… 

Título: Deseo… amar

Resumen: Naruto sabe que lo único que le faltó en la vida fue alguien a quien amar, y el destino está a punto de cumplir su deseo. 

Categoría: Naruto

Clasificación: No menores de 16 años

Género: AU, Romance. 

Advertencias: Lemon, mpreg.

Autor: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Deseo… amar

Capítulo 8: Consecuencia

Podía escuchar una suave tonada de fondo, proveniente de su celular mientras se movía lentamente, contemplando las burbujas de la tina que se adherían a su acanelada piel, invitándolo a jugar con ellas. Cerró los ojos un par de segundos, solo para abrirlos con hastió, mirando atentamente el amplio baño mientras llevaba la copa con vino a sus labios, besando el borde antes de darle un pequeño sorbo, sintiendo aquel característico escozor en la garganta, disfrutando del sabor del vino tinto, pensando que prefería el whisky.

Sonrió con ironía, pasando su mano por sus rubios cabellos, terminando el contenido de su copa, la cual dejo a un lado, echando la cabeza hacia atrás, comenzando a ver el techo como si fuera lo más interesante del mundo. Realmente nada importaba en ese momento, por lo que dejó de lado el insistente golpeteo sobre la puerta del baño, tan solo no estaba dispuesto a salir, al menos no por ahora.

—¡Naruto, abre la maldita puerta!

Esa era la voz de Gaara, oh, su precioso Gaara sonaba alterado y preocupado, pero lo dejaría pasar, tal y como lo hizo con Iruka y Haku. Quería estar solo, ¿acaso era muy difícil de entender para ellos? ¿Tenía que hacerles un estúpido dibujo para que finalmente comprendieran que debían largarse y dejarlo tranquilo de una vez por todas? ¿Qué diablos tenía que hacer para conseguir paz en su propia casa?

—¡Naruto, si no abres la puerta soy capaz de derribarla!

Está vez se trataba de Kakashi, por lo que se enderezo en la tina, cogió la botella de vino tinto y volvió a llenar su copa hasta el borde, logrando que las oscuras gotitas resbalaran por su mano mientras se volvía a acomodar con toda la tranquilidad del mundo, cerrando sus ojos. Simplemente los ignoraría hasta que se sintiera mejor, lo cual tomaría horas, pero si seguían molestando con tanta insistencia era capaz de quedarse ahí por tiempo indefinido, era eso o saldría a callarlos…

Suspiró una vez, dos veces y volvió a terminar el contenido de su copa en un solo trago, viendo como las yemas de su mano derecha estaban completamente arrugadas. Farfulló algo que nadie más hubiera sido capaz de entender y finalmente se levantó de la tina y enrollo una toalla alrededor de su cuerpo, comenzando a quitar el exceso de agua, una vez listo tomó de mala gana la ropa que había llevado puesta esa misma mañana, vistiéndose con fastidio.

—Naruto… —su cuerpo se tenso al escuchar esa voz, era la dulce voz de Sasuke, claramente gimoteaba mientras tocaba la puerta con la palma de la mano—. Por favor abre, déjame explicarte… todo fue un malentendido.

Bufó terminando de abotonarse la camisa. ¡Era increíble que no pudiera tomar un baño ni en su propia casa! Lo peor de todo es que tenía que volverse a poner la misma ropa, porque si salía no lo iban a dejar tranquilo, comenzarían a acosarlo y lo último que quería escuchar eran reproches sin sentido. Pensándolo mejor, no podía quedarse así, por lo que enfadado, cogió la botella de vino, la arrojo contra el espejo maldiciendo a todos y salió de ahí, no vio a nadie, simplemente se metió a su armario cerrando con seguro.

Tranquilamente se vistió y arreglo, escuchando los murmullos asustados de todos afuera. Conto hasta diez, se miró en el enorme espejo de cuerpo completo y finalmente caminó hacia la puerta, abriéndola con una mirada molesta, penetrante e intimidante. Gaara, Iruka y Sasuke lo miraban con preocupación, pero en los ojos negros del pequeño doncel pudo ver tristeza, miedo y desesperación. Volvió a suspirar, observando como Kakashi entraba junto a Zabuza, probablemente hablaban enserio con eso de tirar la puerta.

—Necesito paz —espetó fríamente, erizando cada bellito de los presentes, aun así, Sasuke se armo de valor y dio un paso al frente, jugueteando con sus manos y bajando la mirada.

—N-Naruto…

—Ahora no, Sasuke —apretó los puños, viendo como su doncel (si es que todavía lo era) se mordía el labio inferior, bajando la mirada para que no lo viera llorar. Odiaba verlo así, lo amaba más que a nada, pero estaba tan molesto que si lo tenía cerca terminaría diciendo cosas de las que se arrepentiría siempre, por lo que dio media vuelta, y sin decir nada más salió de ahí.

—Sasuke —lo llamó Gaara—. ¿Qué paso? Naruto nunca se había comportado así, Haku nos dijo que llegó y rompió todo a su paso: cuadros, estatuillas, floreros…

El pequeño doncel suspiró, secándose las lágrimas, viendo como todos lo miraban atentamente. Tal vez si había sido su culpa… después de todo no había dicho nada, ¡Ni siquiera lo negó! Se había quedado de piedra al verlo ahí, con una mueca de decepción y enojo que no fue capaz de articular palabra alguna. ¿Por qué todo tenía que ser tan malditamente difícil?

●●●

Al salir de la mansión, vio como Haku le dedicaba una mirada de miedo, por lo que se reprendió así mismo por haberlo asustado, la verdad no era su intención, simplemente estaba molesto, frustrado y agobiado. ¡Todo se le había juntado! Y al final exploto. Realmente quería una explicación de Sasuke, pero lo veía y aquella ira visceral se apoderaba de su cuerpo de una forma tan primitiva que incluso él temía llegar a hacerle daño, evidentemente no de una forma física, pero si con sus palabras.

En completo silencio subió a su moto olvidándose de ponerse el casco; comenzó a manejar sin rumbo fijo. Primero debía tranquilizarse y ya después se disculparía con todos, llamaría a Sasuke, le pediría perdón por haberlo tratado así, a la vez que exigía una muy merecida explicación, porque hasta donde recordaba nunca habían terminado, lo que significaba que aún eran novios, claro que hasta su relación era complicada de definir con todo lo que había pasado.

Y mientras el frío viento golpeaba su rostro, se pregunto cómo es que hace días estaba tan malditamente feliz, si en esos momentos se encontraba devastado… no, estaba peor... ¿había sido su culpa? Probablemente si, después de todo, seguía siendo un estúpido impulsivo…

 

—Aun… aun si no hay bebé.

—Aun si no hay bebé —sonrió con tristeza, volviéndolo a aprisionar entre sus brazos—. Sabes que te amo, más que a nada.

En ese momento la puerta se azoto, y ambos voltearon, viendo en el alfeizar a Mikoto, quien mantenía sus manos en la cadera, frunciendo notoriamente el ceño. No hacía falta ser un genio para saber que estaba realmente molesta, por lo que lentamente se separo de Sasuke, quedando de frente a ella.

—Quiero hablar muy seriamente contigo, jovencito.

Naruto tragó saliva evidentemente nervioso, intentando ocultarlo, ¡por el amor de dios, era un adulto! Él no se podía permitir comportarse como cualquier adolescente idiota. Respiró un par de veces, tomando una actitud de seriedad, digna de él. Mikoto simplemente dio media vuelta, indicándole con un ademan de manos que ambos (Sasuke y él) la siguieran.

En un silencio bastante incomodo llegaron a la sala, donde se encontraba Obito sirviendo un poco de té, por lo que se limitaron a tomar asiento. Durante un par de segundos reino un silencio incomodo, mientras las miradas viajaban entre sí, hasta que Sasuke tomó aíre dispuesto a decir algo, tal vez disculparse o simplemente pedir apoyo.

—Mamá…

—Guarda silencio, Sasuke —la mirada molesta de Mikoto se clavo en la de Naruto—. Me has decepcionado, ambos lo han hecho —vio de soslayo a su hijo que se encogía en el asiento, como si quisiera ocultarse de ella—, especialmente tu Sasuke. No es la acción, es la falta de sentido común de ambos, ¿creyeron que si tenían sexo sin protección —levantó la mano, evitando que la interrumpieran— nada pasaría? Y no lo nieguen porque tonta no soy. Incluso con protección hay riesgo de embarazo, eso deberían de saberlo, por lo que no admito una escusa barata de parte de ninguno de los dos.

»¿Qué harán si Sasuke realmente espera un hijo? Porque déjame decirte, Naruto, que hay un cincuenta por ciento de probabilidades de que ambos se conviertan en padres, tú con diecisiete años y Sasuke con dieciséis —se frotó las sienes con molestia—. ¿Acaso han pensado en su futuro, en los problemas o responsabilidades que implica traer un hijo al mundo? Estamos hablando de un ser vivo, de alguien que necesita un cuidado y atención especial. ¡Realmente no sé ni que pensaban en ese momento!

Naruto miró a Sasuke con preocupación, ya que todo eso había sido su culpa (al menos así se sentía en ese momento), después de todo él era un adulto “responsable”, pero lo que más le afecto fue verlo llorar silenciosamente. Sonrió de medio lado, limpio sus lágrimas con el pulgar y tomó su manita, depositando un pequeño beso en el dorso, antes de concentrarse en Mikoto.

—Señora Uchiha —habló claramente, sin amedrentarse por la evidente molestia de su suegra—. En este punto no tiene caso decir un “lo siento” esperando que todo se solucione como por arte de magia, ambos sabemos que no serviría de nada. Por el contrario, le puedo asegurar que estoy preparado para asumir la responsabilidad que implica traer un hijo al mundo, no solo me refiero en el aspecto económico, sino también en el emocional.

»Y a pesar de que él no me ha dicho nada —le dedicó una dulce mirada a Sasuke—. Sé que está asustado, yo también lo estoy. Probablemente piensa que la edad es un inconveniente, pero le aseguro que en este caso, y hablo por mí, no es así, por ese motivo estaré ahí para él, apoyándolo incondicionalmente, asegurándome que todos y cada uno de sus planes que tenía para el futuro se cumplan.

—Digamos que te creo —Mikoto se masajeo el puente de la nariz, no sabiendo si sentirse molesta, aliviado o con ganas de matar a ese rubio—. ¿Qué piensas hacer ahora?

—Llevar a Sasuke al doctor ttebayo —respondió como si fuera lo más obvio del mundo—. De camino aquí, he hablado con mi médico —vio su reloj de pulsera—. Nos espera dentro de media hora para hacerle las pruebas pertinentes a Sasuke, ya que lo primordial es sacarnos de dudas, también me he asegurado de que nos dará los resultados este mismo día.

Mikoto suspiró con cansancio, le gustara o no, ese chiquillo tenía toda la razón, y lo primero era asegurarse del estado real de Sasuke. Mirando con cierta sorpresa que Namikaze Naruto no era un varón común y corriente, ya que parecía más maduro de lo que aparentaba, por lo que no evito recordar cuándo años atrás, le dijo a Fugaku que estaba embarazada de Itachi. Su novio de diecinueve años (y ella de diecisiete) había caído desmayado, después de eso exclamó que su padre lo mataría, incluso entro en una crisis nerviosa, dejando de lado aquella actitud fría y calculadora..

En ese entonces, pudo ver al siempre serio Fugaku Uchiha con una expresión asustada y el rostro pálido, como si en cualquier momento se pusiera a llorar, mientras le tomaba la mano viéndola a los ojos, comenzando a preguntarle: ¿ahora qué aremos? Ella estaba incluso más asustada que él, recordaba que había llorado por horas sintiéndose desesperada y asustada.

Afortunadamente su Sasuke lucia tranquilo, incluso seguro mientras Naruto tomaba su mano y le decía que todo estaría bien, porque él iba a estar ahí siempre. Para ella no era tan fácil aceptar que su niño ya no lo era, estaba creciendo más de lo que le gustaría, sin embargo seguía siendo su madre y como tal lo apoyaría sin importar el resultado de los estudios, claro que lo más difícil sería volver a tener una plena confianza en él y su novio.

—En ese caso, creo que tenemos el tiempo justo —sonrió débilmente viendo a Obito, que se había mantenido en silencio—. Por favor, quédate y si puedes evitar que Itachi, Fugaku y Madara hagan una locura te lo agradecería.

—Miko-chan, tratándose de ellos no prometo nada.

Después de una pequeña charla sin sentido, Mikoto, Sasuke y Naruto, subieron al auto del rubio, quien manejo en silencio hasta el hospital, viendo de soslayo como su pequeño doncel se frotaba las manos con nerviosismo. Con el tiempo había aprendido sobre lenguaje corporal, así que era claro que Sasuke deseaba no estar embarazado, haciéndolo sentir egoísta por pensar solamente en lo que él quería, dejando de lado los deseos de la persona más especial en su vida, realmente lo estaba dejando de lado con sus decisiones.

Él podía lucir como un chiquillo inmaduro de diecisiete, cuando realmente acababa de cumplir los noventa y siete años, había estudiado, viajado, conocido una infinidad de personas, se había divertido en lugares sorprendentes. Y sin poder evitarlo, sonrió al recordar cada una de sus locuras, mismas que terminaron cuando cumplió cuarenta y se metió con su secretaria; exactamente un mes después ella le dijo que esperaba un hijo suyo y que se hiciera responsable.

¡Casi se desmaya! Incluso se enfermo, gritó y maldijo al hijo que esperaba, curiosamente, seis meses después ella dio a luz al niño. Por lo que Naruto agradeció que no necesitara prueba de ADN para corroborar que ese bebé no era de él. Con los años, otras dos mujeres y un doncel le habían hecho exactamente la misma jugarreta, desgraciadamente, la última vez ocurrió cuando él tenía cincuenta y cinco años, aquel día finalmente se había alegrado, comenzando a dar gracias al cielo porque podría ser padre.

Odiaba a la madre, pero estaría incondicionalmente para su hijo, lo mimaría y educaría con la misma paciencia y amor que sus padres habían tenido con él. Compró cosas, arreglo su casa, y decoró una habitación con la ilusión de cualquier padre primerizo, todo para la llegada de su bebito. Finalmente, el séptimo mes llego, era un día gélido que prefería olvidar, sacarlo de sus recuerdos de la misma forma en que se deshizo de todo lo que había adquirido. El parto se adelanto, hubo complicaciones y su hijo necesitaría una transfusión de sangre, la mamá no era compatible, por lo que solo quedaba él…

Tampoco era compatible, algo lógico si no eres el padre biológico… y finalmente, ella revelo de la forma más cruel posible, que él bebé era de su amigo, su socio y su casi hermano… solo dijo: “me equivoque, creí que eras tú”. Aquel día, Naruto había llorado en soledad, encerrado en aquel cuarto de color azul, mientras abrazaba un enorme oso de felpa.

Sintiendo un nudo en la garganta, negó repetidas veces con la cabeza. Esta vez todo sería diferente, confiaba plenamente en Sasuke, quien no sería capaz de engañarlo, así que si esperaba un hijo era de él, suyo y del amor de su vida… lo amarían, lo mimarían, lo educarían…

—Llegamos —se desabrochó el cinturón de seguridad, viendo como su lindo novio temblaba en su asiento, por lo que se acerco y beso su frente—. Todo estará bien, lo prometo ttebayo.

Con los nervios a flor de piel, madre e hijo siguieron a un tranquilo rubio por los amplios pasillos del hospital, hasta llegar al consultorio indicado, donde los recibió una amable enfermera, haciéndolos pasar enseguida. Serían atendidos por la doctora Shizune, una mujer hermosa de cuarenta años, con un encantador carácter, por lo que al ver a Naruto sonrió cálidamente y le indicó con un suave gesto que se sentara.

—Shizune-san, gracias por recibirnos ttebayo.

—No te preocupes —miró al pequeño doncel—. Tú debes ser Sasuke-san, ¿cierto? —Vio el tímido asentimiento de cabeza, por lo que prosiguió—: Naruto me ha contado a grandes rasgos lo que paso, así que te are unas preguntas.

—De acuerdo.

—¿Cuándo empezaste a sentirte mal?

—En la madrugada. Empecé con nauseas, mareos…

Shizune lo miró tranquilamente, y mientras le hacía más preguntas, lo peso, midió y checo su presión, al final soltó un pequeño suspiro, viendo como la mamá de Sasuke se había mantenido en silencio sujetando la mano de su hijo.

—Parece ser que solo es una indigestión por el pastel que comiste el día de ayer —sonrió divertida al ver la expresión de alivio y vergüenza en Sasuke—. Pero me preocupa tu cansancio, y el hecho de que no llegue tu periodo, así que para estar cien por ciento seguros, te hare unos sencillos estudios y tendrán los resultados en dos horas.

●●●

Se sentía cansado, ese día había sido de locos, lo único bueno es que su mejilla ya no dolía tanto como antes, por lo que cerró los ojos recargándose en la incómoda silla de hospital, esperando a que Sasuke regresara junto con Mikoto, ya que dijeron algo de tener hambre e ir por comida. Él no había probado bocado alguno, pero su estómago no estaba de ánimo para comer.

—Naruto, por todos los cielos, si no es una cosa es otra —el nombrado abrió los ojos, viendo a un Iruka claramente molesto, quien mantenía las manos en la cadera—. Primero te peleas en la escuela y ahora resulta que Sasuke-san puede estar embarazado —suspiró—. Tú no entiendes, eres lo suficientemente grande como para saber que esto podía pasar, ¡lo sabías! Pero parece que no te bastó el hecho de que anteriormente esas mujeres y donceles te hayan dicho que estaban esperando un hijo tuyo. No eres un niño, es como para que supieras que si te metes con alguien y no usas protección puedes tener un hijo, ¿acaso no aprendiste nada de tus anteriores experiencias?

—Iruka —exclamó con reproche al darse cuenta que más de uno los habían volteado a ver, por todo lo que decía el doncel, pero en parte tenía razón—. Claro que aprendí algo.

—Pues no lo parece, antes agradece que no has pillado una enfermedad venérea por andarte metiendo con quien-sabe-quien.

—No me meto con cualquiera —le miró molesto—, y si no uso esas cosas es porque yo me…

—¿Tu qué…?

Sus brazos quedaron laxos a su costado, era verdad, lo había olvidado. Sintió que el aire se le escapaba de los pulmones mientras su rostro palidecía, y es que no era necesario hacer una prueba de embarazo, después de todo, el resultado siempre seria… negativo.

—N-Naruto —ambos centraron su atención en Sasuke, quien se mantenía inmóvil atrás de Iruka, con las manos hechas puño—. Entonces no era la primera vez… por eso estabas tan tranquilo… ¡¿Cuántas?! —gritó mirando con rabia a Naruto.

No sabía que tanto había escuchado, pero era un hecho que lo suficiente como para poder escaparse con una escusa que le sacara de ese lio, Sasuke no era tonto, ahora solo quedaba la verdad si no quería perderlo, claro que después de decirle una cifra era un hecho que lo odiaría, cualquiera lo haría, porque para todos él era un adolescente. Suspiró frustrado, si hablaba lo perdería y si se quedaba callado también, así que opto por respirar y decirle una verdad aun mayor, una que probablemente se lo quitaría para siempre.

 

Bajó la velocidad de la moto, notando que se encontraba cerca de una playa. Lo mejor sería que empezara a buscar un hotel cuanto antes, por lo que al detenerse miró su reloj, dándose cuenta que eran más de las ocho de la noche, así que había estado conduciendo por casi tres horas. Lo único bueno es que llevaba consigo varias tarjetas de crédito, dinero en efectivo y su celular con la batería en más del noventa por ciento.

Suspiró con cansancio dirigiéndose al hotel más próximo, viendo que tenía varias llamadas perdidas y un sinfín de mensajes que después se daría el tiempo de leer, sin embargo su atención fue captado por un par de chicos que permanecían cerca de la playa, a unos diez metros de donde estaba él. Por lo poco que distinguía, eran dos varones molestando a un doncel. Y a pesar de no estar de ánimo, chasqueo la lengua, acercándose lentamente, intentando poner atención a lo que decían.

—Oye monada, tienes un lindo y delicioso trasero, ¿qué te parecería hacer un trió con mi amigo y yo? Si gustas podemos invitar a más chicos —el sujeto tomó del brazo al doncel, acercándolo a su cuerpo mientras el otro varón intentaba darle un beso.

—¡He dicho que me suelten, malditos asquerosos! —Gritó en ingles—. ¡Solo porque no entienda lo que dicen, no significa que tienen derecho de poner sus jodidas manos sobre mí! ¡Sera mejor que me suelten o gritare!

Para Naruto, era un hecho de que no hablaba japonés, sin embargo eso ni siquiera le importo. Lo que realmente le molesto, es que ese doncel al que molestaban era su Deidara, por lo que no dudo ni un segundo en correr hacia los varones que lo acosaban y golpearlos fuertemente, haciendo que salieran corriendo en menos de un minuto, balbuceando estupideces como: “esto no se quedara así” o “me las pagaras maldito rubio”.

Realmente odiaba a esa clase de varones aprovechados, que solo molestaban mujeres y donceles indefensos. Chasqueó la lengua viéndolos correr torpemente, tropezando cada dos pasos, mientras volteaban para comprobar que él no los estuviera persiguiendo, como si en esos momentos le interesara ocuparse de dos chiquillos estúpidos cuando su rubito estaba ahí, con una mueca indescifrable en su rostro.

—Dei… cielo, ¿te encuentras bien? —Se acercó cautelosamente, como si temiera asustarlo con su presencia, viendo que el pequeño doncel había quedado de rodillas en la arena comenzando a sollozar, rodeando su cuerpo con ambos brazos—. Todo estará bien, ¿te hicieron daño?

—No… —negó suavemente, sintiendo unos fuertes y cálidos brazos rodeándolo, tan similares a los de él, por lo que se permitió llorar—. ¡Tenía mucho miedo!

—Shh, ya paso Deidi —habló con dulzura—. No llores cielo, tranquilo amor, te prometo que no dejare que alguien te hagan daño —besó su cabeza—. Pero me alegra saber que llegue a tiempo.

—Gracias por ayudarme… —y como si su contacto le quemara, apartó bruscamente al varón, viendo esos intimidantes pero hermosos ojos de un imposible azul adamantino, que lo observaban con sorpresa—. ¡¿Cómo mierda sabes mi nombre y quién demonios eres tú?! —Le apuntó con el dedo, golpeando su pecho.

—¡Deidara Kamiruzu, cuida tus palabras ttebayo! —Lo miró con enfado—. Te he dicho cientos de veces que un doncel no debe de usar esa clase de vocabulario, me hubiera bastado con el gracias y es evidente que sé tu nombre, te conozco desde hace más de diez años —respondió molesto, pasando por alto que ya no era aquel anciano que Deidara conocía.

Sus ojos azules se clavaron en los de Naruto, ¡podía reconocer esa estúpida muletilla así pasaran cien años! Con una mueca que iba de lo asombrado a lo fascinado, su vista recorrió aquel cuerpo atentamente porque no importa cuánto tiempo pase, no hay ni habrá un hombre como aquel que tenía enfrente, con aquel porte pijo y pomposo, rodeado de un aura de peligro y seducción. Finalmente estaba su mirada, aquella perfecta y resplandeciente mirada fría que tanto le encantaba… claro que no había que olvidar su voz, la cual se escuchaba un poco más chillona, pero seguía teniendo ese matiz de seriedad impreso que lograba tranquilizarlo…

Lo primero que paso por su cabeza es que estaba soñando, tal vez aquellos tipos lo habían drogado y actualmente lo llevaban en la cajuela del coche. Era lógico creerlo, es decir, su amado Naruto había muerto hace casi medio año y el chiquillo que tenía enfrente era idéntico a las fotos que Naruto le enseñaba, contándole historias de su pasado mientras él solo podía acurrucarse entre sus brazos y escucharlo atentamente, perdiéndose en el azul de sus ojos y en lo cálido de su voz. Tal vez todo era producto de su imaginación, un sueño lucido o una broma de su subconsciente que anhelaba ver a ese idiota varón.

—Na-Naruto…

—Soy yo, Dei —posó suavemente la palma de su mano sobre la mejilla del doncel, viendo como sus ojos se cristalizaban y finas lagrimas descendían por su rostro—. Soy tu Nato…

—¿Nato…?

—Si… soy tu Nato~ —ronroneó dulcemente, acariciando su carita con el pulgar.

—Papá se fue —balbuceó en una especia de trance, dejando que las lagrimas fluyeran libremente—, mamá enfermo y me dejó, solo me quedabas tú. Eras todo lo que tenía en este mundo, eras mi mundo, pero también me dejaste —le habló como si creyera que en cualquier momento desaparecería, aferrándose a su chamarra como última salvación—. Te lleve flores, te grite y llore… te dije que eras un idiota mentiroso, uno que me abandono. ¡Habías prometido que nunca me dejarías! ¡Lo prometiste! Sabía que era un idiota por creer en tu promesa y aferrarme a ella, porque eras todo lo que me quedaba, eras mi única familia, mi amigo… —gimoteó con fuerza, viéndolo a los ojos—. No me vuelvas a dejar… no te vayas…

—Lo lamento tanto —dio un paso hacia el frente, apresándolo entre sus brazos, sintiendo como temblaba—, realmente lamento haberte hecho llorar, haberte dejado… pero te prometo que no me volveré a ir. Dei… siempre voy a estar contigo. Sabes que te amo, eres mi amado niño y el hijo latoso que tanto desee… ¿me perdonarías ttebayo?

—¡Sabes que si! Idiota —con el corazón latiendo a mil por hora, correspondió el abrazo, comenzando a llorar como cuando era un niño, siendo consolado por Naruto que no dejaba de repartir mimos sobre su cabeza, diciéndole que todo estaría bien y que no se volvería a ir nunca—. Te extrañe tanto~ me hacías tanta falta… estúpido rubio, viejo, senil~ ¡Sabes que te amo! ¡Te amo, te amo, te amo!

Repentinamente se separó y presionó fuertemente sus labios contra los de Naruto, para después besar sus mejillas, su frente y nariz en repetidas ocasiones, al final tan solo se volvió fundir en un cálido abrazo, dejándose mimar, tal cual lo haría un infante con su padre.

—Anteriormente era raro que un niño como tú besara a un anciano, ahora es raro que un hermoso doncel bese a un chiquillo.

—No es algo que me importe hmp —lo miró con maldad, volviéndolo a besar, sacando una amplia sonrisa en Naruto—. No puedo creer que estés aquí… que sigas vivo.

El varón simplemente sintió como las lagrimas de Deidara empapaban su hombro, por lo que se dejo abrazar, comprendiendo que aquel enojón y explosivo doncel lo había extrañado más de lo que llegó a imaginar, arrepintiéndose de no haberle dicho desde un principio que seguía vivo, de no haber insistido en que lo localizaran, así que ahora no lo dejaría por nada del mundo.

—Perdón por todo ttebayo.

—Idiota… —y como si en ese momento su cerebro volviera a la realidad, se aparto abruptamente de él, viéndolo con asombro—. Naruto, ellos deben saberlo —manoteó, haciendo referencia a Iruka, Kakashi y Gaara—, los odio y son idiotas pero deben saber —frunció el entrecejo—. Puedes creer que planean quedarse con tu empresa y se han inventado toda una farsa con un hijo tuyo.

—Dei —sujetó suavemente sus hombros, obligándolo a que lo viera a los ojos—, ellos saben… aquel día estaban conmigo… yo quería decirte pero me dijeron que te llamaron y nunca contestaste.

—¡Eso es mentira, jamás me llamaron! —Chilló ofendido, dándose cuenta de todo—. Entonces si es así, no existe el supuesto hijo hmp.

—Soy yo —rascó su nuca con nerviosismo—. No podíamos decir que por arte de magia era joven y que seguiría manejando mi empresa por al menos otros cincuenta años… al final decidimos que me haría pasar por mi propio hijo, y termine aquí para alejarme de la prensa.

—Era más creíble que dijeras que eras tu abuelo —comenzó a reír alegremente, contagiando al Namikaze de su inmensa dicha—. Pero no importa… —se sonrojo, arrojándose otra vez a los brazos de Naruto, frotando su mejilla contra la ajena—. Por tus fotos sabía que eras guapo; aun de viejo tenía un extraño encanto, pero verte de joven, hace que sienta que estoy abrazando a un modelo, ¡contigo si me caso, hmp!

—Deidara, no sé cómo se te ocurre todo eso ttebayo —acarició con dulzura su cabello, dando un último beso en su frente—. Pero ahora que ya no soy un viejo senil, déjame decirte que has perdido tu oportunidad para estar conmigo —rió, mostrando su perfecta dentadura.

—Ahora que te veo bien, tampoco es para tanto, hmp.

Ambos caminaron entre risas y bromas hacia un pequeño restaurante, el cual había sido sugerido por Deidara, argumentando que era su segundo día en esa pequeña playa y solo la comida de ahí le había gustado. En cuanto pidieron algo, el doncel le comenzó a contar todo lo que había pasado en esos meses, siendo escuchado atentamente por Naruto, quien movía su cabeza de forma negativa al escuchar cómo es que esos tres habían tratado a Deidara.

Claro que Naruto no se salvo del interrogatorio sobre todo lo que había pasado, lo cual fue un alivio para él varón, ya que finalmente podía desahogarse con alguien. No negaría que Kakashi y Gaara habían sido sus confidentes, pero el Hatake siempre salía con un comentario pervertido, mientras que el pelirrojo lo regañaba como si toda la culpa hubiera sido suya.

—Y ahora no sé qué hacer ttebayo.

—No entiendo porque ese tal Sasuke se alejo, mucho menos lo último —Deidara frunció el ceño—. La verdad yo no le veo ningún problema a que ahora seas joven, es más, si fuera realmente inteligente, lo tomaría como una ventaja.

Naruto soltó aire por la boca, notando que eran las diez treinta.

—Es un poco complicado —pagó la cuenta, saliendo del restaurante, viendo con una sonrisa como Deidara lo tomaba del brazo mirando mal a un par de mujeres y donceles—. Y aun me falta buscar un hotel.

—Puedes quedarte conmigo —se encogió de hombros—. Sabes que eso es lo de menos, tampoco es como si fuera la primera vez que dormimos juntos, sin mencionar que en estas fechas es muy difícil conseguir un cuarto, más que nada por las vacaciones.

—Lo sé ttebayo —caminó hacía su moto—, entonces aceptare tu oferta, esperando que no me quieras hacer algo —se burló viendo el puchero del menor, entregándole su casco.

Solo eran veinte minutos de camino. Al llegar, Naruto vio que solo había una cama King size a la cual no le tomo importancia, viendo como el doncel se arrojaba sobre ella, volviéndole a cuestionar sobre su relación con Sasuke, así que suspiró tendiéndose a su lado.

Sasuke parpadeó un par de veces, mirando fijamente el rostro serio de Naruto. Todo lo que le había dicho parecía una broma de muy mal gusto, por lo que no sabía si reír y pedirle que se dejara de tonterías o tomarlo como a un loco. Claro que la seriedad de aquel Namikaze solo complicaba el asunto, así que inhaló un par de veces, confundido por la nerviosa mirada que le dedicaba su novio. Lo amaba y sinceramente no quería desconfiar de él, pero eso era demasiado.

—Dobe… no estoy para bromas.

—No es ninguna broma ttebayo.

Naruto se masajeó el puente de la nariz claramente frustrado, había decido decirle a Sasuke la verdad sobre él. Claro que olvido su defecto más grande, “el ser siempre tan impulsivo”. Incluso a ellos tres (Gaara, Iruka y Kakashi) les había costado trabajo creerle a pesar de que lo habían visto y convivido durante tantos años, por lo que la duda plasmada en los preciosos ojitos negros del menor era comprensible, arrepintiéndose por abrir su bocota y soltar verdades extraordinarias que fácilmente pasan como burla. Vaya, ahora se le ocurría que pudo haberle mentido, decir que Iruka solo bromeaba para salir del apuro.

¡Pero no! Tenía que llegar su lado idiota y poco racional, metiéndole la idea de que decirle a Sasuke: “oye, soy un hombre de noventa y siete años que estaba en su lecho de muerte, vi una estrella fugaz, pedí un deseo y a la mañana siguiente tenía la apariencia de un chiquillo de dieciséis”. ¡Era estúpido! Ni siquiera él mismo se creería semejante patraña, así que si Sasuke decidía no saber nada de él argumentando que solo era una mentira para alejarlo, realmente no se sorprendería.

—Naruto, si quieres terminar conmigo: hazlo —espetó frunciendo el ceño—, solo no me digas una sarta de idioteces, que ni tú mismo creerías. Y si me mientes diciendo que me amas, adelante, pero no me creas tan idiota como para aceptar que tienes casi un siglo.

—Sasuke, veme —acunó sus mejillas entre sus manos—. Escúchame bien, yo no quiero terminar contigo, te amo, te lo he dicho mil veces y lo seguiré haciendo, tampoco estoy loco… —juntó su frente con la del doncel—, sé que es difícil de creer… casi imposible. Ni yo mismo lo creí cuando me paso, pero es la verdad, y yo jamás te engañe con respecto a amarte.

—Realmente te amo, pero no me pidas que te crea el hecho de que mentalmente tienes noventa y siete años. No soy idiota —le apartó—. Mejor dime que eres un maldito mujeriego que se mete con cualquiera y que yo solo fui uno más… eso es más creíble. Iruka-san lo dijo, esta no es la primera vez que alguien te dice que está esperando un hijo tuyo.

—Y me arrepiento de haber cometido tantos errores, te lo dije en nuestra primera cita: “muchos piensan que mi vida fue maravillosa rodeada de lujos”, pero se equivocan, con tan solo tres meses a tu lado, he sido más feliz que nunca. Te amo, intente empezar de nuevo, hacer las cosas bien, pero tampoco te puedo obligar a creerme, y yo no puedo seguirle mintiendo a la persona que más amo —se desordenó el cabello con desesperación—. Realmente no sé qué decirte. Solo que al cumplir los treinta había terminado dos ingenierías, estudiado contabilidad en una universidad de Inglaterra y aprendido seis idiomas, a los treinta y dos aprendí a cocinar, a los cuarenta me hice el tatuaje —bajó la mirada, sujetando las manos de Sasuke—. Los conocimientos que poseo no es algo que un adolescente de diecisiete conozca, joder… manejo una empresa multimillonaria como si fuera una cosa de nada y aun así no puedes creerme.

—Te creo —susurró débilmente—. Es estúpido, ilógico pero extrañamente te creo y no quiero hacerlo, simplemente lo hago. Estoy tan enamorado de un dobe, usurantokashi que incluso le creo algo tan descabellado como esto… solo… solo que no puedo estar contigo, no ahora. Tampoco quiero terminar… tsk… dame tiempo —susurró bajando la mirada.  

—Espere toda una vida por ti… creo que un poco más no me hará nada ttebayo.

●●●

Él lo sabía, los resultados del estudio de Sasuke habían dado negativo. Los días siguientes fueron tensos porque el director decidió anular su castigo. Tristemente comprendía que debía darle su espacio, pero ver al pequeño Uchiha a la distancia lo mataba lentamente. Sentía una necesidad asfixiante de acercarse y estrecharlo entre sus brazos, lo necesitaba tanto que se estaba volviendo un problema. Por otro lado, Sasuke parecía evitarlo a como diera lugar, no lo miraba y hacía todo lo posible porque el contacto entre ambos fuera nulo.

Al final, no importaba lo difícil que fuera, simplemente le daría su tiempo, mientras el aprovecharía a resolver sus problemas, y es que cuando su cuerpo rejuveneció, lo primero que hizo fue verse atentamente frente al espejo; se analizo completamente dándose cuenta que cada cicatriz, por muy mínima seguía adornando su piel, incluso el tatuaje que se hizo a los cuarenta estaba presente. Fue entonces que agradecía su buena salud, debido a que sus anteriores dolencias se debían únicamente la vejes.

Debió haber imaginado que no todo sería tan sencillo, y es que después de que aquella mujer le engañara con la idea de un hijo, tomó una decisión, inconscientemente había aceptado que jamás encontraría al amor de su vida. Era un anciano de más de cincuenta y cinco al que solo se le acercaban por dinero y no por amor, así que lo pensó mucho, y finalmente decidió operarse para no poder tener hijos. A pesar de su avanzada edad, fue difícil tomar esa decisión, una que le aseguraba que lo que quedara de su vida lo pasaría completamente solo, aun así lo aceptó, y estaba bien con eso.

Ahora era joven nuevamente, había encontrado al amor de su vida y en un futuro no tan lejano deseaba esa familia que tanto soñó, anhelaba criar y mimar a un hijo, sin embargo no todo puede ser perfecto. Se recriminaba por no haberlo visto antes, ya que si su tatuaje seguía ahí, era casi seguro que su vasectomía no se había revertido milagrosamente. Claro que aun mantenía la esperanza de que así fuera, por lo que se hizo una prueba de fertilidad, después de todo solo era el primer paso, rogando que saliera favorable para evitar todos los demás.

Suspiro profundamente y en la soledad de su habitación, tomo un sobre blanco, mismo que había tenido durante dos días y se negaba a abrir por temor al resultado. «Una prueba de fertilidad». Simplemente no podía seguir así, se dio valor y finalmente lo abrió, sus ojos se opacaron y una sonrisa melancólica se dibujo en sus labios mientras finas lágrimas descendían por su mejilla hasta posarse en la hoja, cuyo resultado era desfavorable.

—Infértil… —susurró dejándose caer en la cama.

Naruto miró a Deidara dormir tranquilamente mientras abrazaba una almohada, por lo que tras arroparlo, se levantó procurando no despertarlo y salió de la habitación, comenzando a caminar sin rumbo fijo mientras encendía un cigarrillo, él rara vez fumaba, sin embargo se le estaba haciendo costumbre, una muy mala que debería de dejar cuanto antes.

Finalmente se detuvo bajo el faro de luz, miró su reloj dándose cuenta que eran las dos de la mañana por lo que sacó su celular, leyendo atentamente cada uno de los mensajes. Todos decían casi lo mismo: preguntaban dónde estaba, y si se encontraba bien, sin embargo, había uno de su lindo Sasuke, el cual decía lo siguiente: «Naruto, sé que me equivoque, que debí creerte… era tan difícil, sin embargo ahora me arrepiento, porque provoque malos entendidos. Todo lo que pido es que aun no sea demasiado tarde».

Sonrió, sabia lo orgulloso que era su pequeño doncel, por lo que probablemente le costó mucho escribir algo como eso, así que sin pensarlo buscó su número dispuesto a regresarle la llamada, decirle que jamás lo había perdido, que gran parte de todo fue su culpa, sin embargo se arrepintió, borró la sonrisa de sus labios y miró al cielo. La luna se veía tan resplandeciente como aquel último día, en donde yacía en su lecho esperando la muerte.

Recordó su deseo, aquel ferviente anhelo por estar con la persona amada, por corregir todos y cada uno de sus tropiezos a lo largo de su vida. Se arrepintió, cerró los ojos con un terrible dolor en su pecho y espero su fin, uno que nunca llegó. Ahora estaba ahí, habían pasado casi cinco meses pero por más que lo intentara se seguía equivocando… comenzando a atormentarse por algo que probablemente no tenía solución, olvidando que debía concentrarse en el presente para no quedarse en su pasado, uno que jamás volverá, pero que lo persigue con insistencia.

 

En esos momentos, Naruto era un adulto incapaz de expresar lo que sentía, en un principio creyó que era buena idea hablar con Kakashi, desahogarse, pedir consejo o simplemente sacar de su mente lo que le molestaba. Al final no hizo nada. Fue uno de esos días en donde se recostó frustrado en su cama, mirando hacia la nada, pero al voltear vio la laptop que Iruka le compro. Odiaba el aparato ese y se le hacía complicado de usar (al menos había aprendido lo básico), pero vamos, no tenía nada más que hacer por lo que la tomó, encendió y se metió a internet.

Sonriendo al recordar que treinta años atrás, tuvo que estar varias horas en el hospital en espera de un medico que aclarara sus dudas, sin embargo, ahora con tan solo teclear una palabra la información que necesitaba aparecía. Fue así como su vista adquirió un brillo de esperanza, boto el “aparato ese” en la cama y salió corriendo de la habitación, viendo que eran las tres de la tarde; se detuvo frente a Iruka que sostenía una bandeja con comida, cogió el sándwich y sin decir nada salió de la casa.

Y es que al buscar información sobre “vasectomía” (lo único que se le ocurrió en aquel momento) se topo con un articulo medico que decía que era reversible. ¡No todo estaba perdido, aun podía tener esa familia que tanto ansiaba! Así que sin pensarlo, se subió a su auto, conduciendo rumbo al hospital.

Nervioso y asustado. Naruto no podía dejar de jugar con sus manos en espera del médico que lo atendería; días antes había caído en la depresión total, incluso se encerró en su habitación negándose a comer o beber. Y a sabiendas de que Sasuke no aparecería para reprenderlo por portarse como un crio, continuó con su actitud infantil, afortunadamente eso ya había pasado.

Movió la cabeza y se obligó a concentrarse, sentándose frente al doctor que se había presentado como Kabuto. Lo bueno es que antes de llegar al hospital había tenido el tiempo justo de pensar exactamente lo que le diría, por lo que tras un par de preguntas su sonrosa se amplio.

—¿Entonces… tiene solución ttebayo?

—Es reversible —un poco extrañado, el médico volvió a confirmárselo—. Hay muchos varones que se arrepienten de haberse hecho la vasectomía, afortunadamente es un procedimiento reversible, que tiene entre un 80 y 97% de éxito.

Eso era realmente genial, el único problema es que con el tiempo iba decayendo el resultado, y el porcentaje de éxito disminuía considerablemente. Claro que mientras hubiera una oportunidad todo estaba bien, más que eso, evidentemente lo siguiente fue más complicado, porque no todos los días llega un chico de diecisiete a decir que quiere revertir ese procedimiento, obviamente omitió el hecho de que lo realizó hace más de treinta años. (Nadie le creería a pesar de que dijera la verdad)

En este punto, le hubiera gustado decir que todo fue relativamente fácil, sin embargo tuvo problemas, pero nada que no pudiera solucionar con un poco (puede que mucho) dinero, y la ayuda de Kakashi e Iruka, a quienes les tuvo que decirles su enorme motivo de tristeza —mismo que provoco su encierro en la habitación—, dejando de lado la vergüenza por contar algo de su intimidad. Desgraciadamente, tras realizar todo el procedimiento y varias pruebas de rutina, Kabuto le había dicho que su porcentaje era extrañamente bajo y que las estadísticas apuntaban a que no podría tener un hijo.

«Solo es un 5% de probabilidad, puede que un poco menos… realmente lo lamento». Kabuto bajó la cabeza, disculpándose por no poder hacer más por aquel varón rubio.

—Aun hay muchas opciones —Iruka sonrió, abrazándolo protectoramente—. Si más adelante quieres hijos existe la adopción, la inseminación o hay que buscar… no te desanimes, ¿de acuerdo?

—Supongo que sí —correspondió el gesto del doncel.

Saco su celular y vio que iban a ser las dos de la tarde, pero lo que realmente llamó su atención fue la foto que tenía como fondo de pantalla, en donde aparecía su pequeño doncel siendo abrazado por él. Repentinamente tuvo un mal presentimiento, ya que varios días atrás, Sasuke le había pedido tiempo, comenzando a darse cuenta que no habían vuelto a hablar, sobre todo porque falto demasiado a clases, enfrascándose en buscar una solución a su “error” de hace treinta años.

Era un hecho que lo había dejado de lado, casi daba la impresión de que no le importaba la opinión del doncel cuando era todo lo contrario. Nuevamente estaba dándole prioridad a asuntos que podían esperar, reclamándose el hecho de no prestarle atención, de no llamarlo, ¡Ni siquiera le habían enviado mensajes! Creyendo que era lo mejor, y que así le demostraba que respetaba su decisión. Probablemente Sasuke ya no estaba enojado, probablemente le pediría que dijera que todo había sido una broma —cosa que no podía—, pero joder, ¡Como siempre, lo había arruinado! Solo rogaba que no fuera algo definitivo.

Y con el corazón latiendo a mil por hora, se despidió de Iruka y Kakashi, subió a su moto yendo directo al colegio. Llegaría justo a tiempo, pensaba en invitarlo a comer, hablar un poco y si tenía suerte todo se resolvería ese mismo día, ya que realmente necesitaba un abrazo suyo, un beso y un mimo, no importaba lo pequeño que fuera. Sin embargo, al llegar lo vio charlando amenamente (y demasiado cerca) con un varón albino de ojos azules, con quien sonreía amigablemente.

Por más que quisiera, fue inevitable que los celos se apoderaron de su persona, aun así respiro un par de veces dispuesto a gritar el nombre de su pequeño amante, con la única intención de sonreírle para evitar una pelea sin sentido, porque era muy probable que solo fueran exageraciones suyas (como siempre). Pero lo que vio no era producto de su imaginación, sus ojos se abrieron, observando con horror como aquel varón se detenía, encaraba a Sasuke y le besaba. No quería pensar mal, no quería imaginar que le había olvidado tan rápido, sin embargo el pequeño Uchiha nunca lo rechazo, es más, desde su perspectiva parecía que le había correspondido.

—¡Sasuke! —Gritó llamando la atención de “la parejita”. El menor volteó, abriendo sus ojos, pero no hizo nada por negar lo que acababa de ver, solo le miró antes de que sus ojos negros fueran cubiertos por su flequillo, así que simplemente se volvió a colocar el casco y arrancó la moto directo a su mansión.

Al entrar estaba hecho una fiera, había creído que Sasuke era diferente, que lo amaba tanto como él, evidentemente nunca espero que lo olvidara tan rápido. ¡Joder, joder! ¡¡Joder!! Solo habían sido dos putas semanas y él ya lo había remplazado. No sabía si llorar, gritar o maldecir, así que simplemente rompió todo a su paso, cogió una botella del bar junto a una copa y se encerró en el baño de su cuarto, colocó el seguro y lleno la bañera… había sido demasiado estúpido… y es que nuevamente lo volvían a engañar.

Creyó estúpidamente que ese pequeño doncel lo amaría tanto como él, que sin importar nada estaría a su lado, por lo que no podía evitar sentirse traicionado, sabiendo que esta vez era mucho peor que las anteriores, debido a que esas mujeres y donceles solo fueron algo pasajero en su vida, sabía por qué estaban con él, pero ahora… ahora solo le quedaba refugiarse en su habitación.

Por primera vez se había enamorado, lástima que fue de un niño que probablemente no sabía lo que quería… tal vez, él ni siquiera estaba en sus planes futuros…

 

Subió el cierre de su chamarra, arrojó el cigarro al suelo y lo piso antes de girarse para volver al hotel, notando que ya eran las dos de la mañana. Últimamente el tiempo pasaba demasiado rápido, así que cuando llegó, simplemente se quito los zapatos, la chamarra y se acostó junto a Deidara, sintiendo como se acurrucaba junto a su cuerpo frio, dándole calor…

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Probablemente, muchas de ustedes se decepcionaron y digan: ¡Maldita autora! Pero sentí que le faltaba más drama al momento, y pues no todo puede ser color de rosa jajaja así que a las personitas que aun me quieran leer, espero de todo corazón que esto siga siendo de su agrado :3


¿Alguien se esperaba este desenlace?


¿Quién creen que beso a Sasuke?


¿Creen que todo fue un malentendido?


¿Sasuke se podrá explicar?


¿Qué paso con Hinata y Sai?


¿Naruto se equivoco al revelar su secreto a Sasuke?


¿Actualizare pronto? Probablemente, todo depende de ustedes xD


Sin más me despido, gracias por leer y les deseo un lindo día.


Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).