Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Deseo... amar por Haruka Eastwood

[Reviews - 141]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!! Lamento la demora D: pero lo importante es que regrese y les traigo la continuación =D

Sasuke: Hasta que escribes algo que me agrada.

Naruto: A mí no me gusto dattebayo. Exijo que vuelvas a hacer el capítulo.

Naru, te adoro pero eso no se va a poder muajaja. Bueno, yo no les entretengo y les dejo leer ♥

Título: Deseo… amar

Resumen: Naruto sabe que lo único que le faltó en la vida fue alguien a quien amar, y el destino está a punto de cumplir su deseo. 

Categoría: Naruto

Clasificación: No menores de 16 años

Género: AU, Romance. 

Advertencias: Lemon, mpreg.

Autor: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Deseo… amar

Capítulo 9: Motivos

Con un nudo en la garganta, Sasuke miró a Naruto de soslayo. Lucia calmado y hasta cierto punto tranquilo mientras él era un manojo de nervios que no sabía que creer o pensar, algo lógico, no podía culparlo, pero tampoco podía pedirle que le entendiera de la noche a la mañana. Lo amaba, eso era un hecho, y pese haberle dicho que le creía aun tenía mil dudas, mil preguntas en la cabeza que solo rondaban de un lado a otro comenzando a atormentarlo. Eran como cientos de abejas cabreadas que hacían mella en su pobre cabeza.

Volvió a mirar por la ventana intentando no pensar en nada, desgraciadamente aquellas escenas se repetían una y otra vez como película vieja.

—Sé que es difícil de creerlo ttebayo —su mano se paseó por sus rubios cabellos, desordenándolos—, pero te digo la verdad. Ni siquiera yo mismo sé como paso. Hace un año era un anciano, hace seis meses lo seguía siendo, pero el día que yo considere el último, observe la luna desde mi lecho de muerte, arrepintiéndome de todos y cada uno de mis errores. Cerré los ojos con miedo, creyendo firmemente que no volvería a despertar, que ya no vería nuevamente la luz del sol —lo tomó suavemente de la carita, viendo fijamente los ojos ónix del doncel—. A la mañana siguiente tenía esta apariencia… ochenta años menos.

—Estas tratando de decirme que de un día para otro eras ochenta años más joven, ¿es eso? —Con miedo, Naruto asintió levemente, viendo la incredulidad reflejada en los ojos de Sasuke—. Entonces, ¿debo suponer que las mujeres que mencionó Iruka-san, son parte de esa vida?

—Sí, sé que es difícil de creer, pero te digo la verdad.

Suspiró, al final le había dicho que le creía y por muy extraña y bizarra que fuera la explicación, no había mentido. Sopesó la idea de estarse volviendo loco, incluso de estar soñando. ¿Por qué rayos le creía a Naruto esa clase de patraña? Entonces pensó en la famosa frase de que el amor te atonta —por no decirlo de una forma más grosera—. Demasiado cierta, al menos en su caso aplicaba de maravilla porque ni siquiera tenía intenciones de dudar de aquel varón que le sonreía con nerviosismo.

Estaba tan distraído que no notó el momento en que llegaron a su casa. Tan solo escuchó cuando Mikoto bajó del coche dándoles un poco de privacidad, agradeciéndole silenciosamente con un sutil movimiento de cabeza. Su corazón se aceleró de la nada, y en cuestión de segundos sentimientos positivos y negativos se arremolinaron en su cabeza. Necesitaba un apapacho, pero temía pedírselo a Naruto, porque en el momento en que sus manos lo tocaran con aquel cariño y necesidad, sabría que caería rendido ante él.

—¿Sasuke… te encuentras bien? —Naruto tomó la manita de su novio, llamando su atención—. Luces disperso.

—Lo estoy —contempló esos preciosos zafiros—. Solo… dame tiempo… ¿de acuerdo?

—Todo el que quieras ttebayo.

No intentó abrazarlo ni besarlo. Apretó su mano con fuerza en espera de una señal positiva, una que lo alentara a realizar un contacto más intimo y cariñoso con Sasuke, pero aquel lindo doncel, se limitó a evadir su penetrante mirada, pasar saliva con dificultad y salir del coche, murmurando una escueta despedida que apenas y fue capaz de escuchar.

Sentirse decepcionado no aplicaba en esta situación. Naruto sabía la complejidad del asunto, lo fantasioso de sus palabras y lo confundido e incrédulo que debía estar Sasuke. Intentó ponerse en su lugar y el resultado fue caótico, se conocía a la perfección, así que lo más probable es que hubiera armado un alboroto comenzando a despotricar incoherencias contra su novio, evidentemente él jamás se tragaría ese “cuento”, y acto seguido: terminaría con esa relación sin importar cuánto amor le tenga.

Entonces, a estas alturas de la vida, podía afirmar una sola cosa: Sasuke era maravilloso. Alguien a quien amaría incondicionalmente, rogando para que todo este asunto quedara zanjado de una vez por todas, apretujarlo entre sus brazos y jamás soltarlo mientras le decía cuanto lo amaba, llenándolo de besos.

●●●

Respiró profundamente, una vez, dos veces y observó de soslayo como el auto de Naruto se perdía a la distancia sintiéndose abandonado. Con el corazón palpitando a mil por hora, un nudo en la garganta, un rostro de arrepentimiento y un miedo casi palpable, se adentro a casa. Caminó lentamente jugueteando con el borde de su camisa, hasta llegar a la estancia en donde se detuvo conteniendo la respiración.

El ambiente era pesado e intimidante. Instintivamente se encogió de hombros, sintiéndose más pequeño que nunca. En un acto de sumisión, bajó la cabeza ante las tres imponentes figuras que clavaron su mirada en él, minimizándolo y haciéndolo sentir culpable de algo que no entendía del todo. Actuó mal, eso era un hecho, fue descuidado, no lo negaba. ¿Había tenido suerte? Si, y mucha, aun así no menguaba su error, el cual no se justificaba con una frase sencilla como: “errores de adolescentes”.

Con una mirada desesperada, buscó a su madre y a Obito, para su desgracia, se dirigían tranquilamente a la cocina, dejándolo solo. Él —sin ayuda de nadie— se había metido en ese lio desde un principio, por lo que no protestó y de manera sumisa, tomó asiento frente a su padre, su abuelo y hermano.

—Sasuke Uchiha, ¿entiendes lo qué acaba de pasar? —Fugaku contó hasta diez, apretando los puños al ver que el menor de sus hijos se negaba a verlo a los ojos—. ¡Levanta la cara! —bramó.

Se odiaba por tratarlo así, nunca lo había hecho. No existían motivos para molestarse con su hijo a quien consentía y mimaba demasiado, era lógico siendo el menor, un lindo y tierno doncel que hasta hace poco corría a sus brazos mientras exclamaba que era el mejor padre del mundo. Sasuke era su adoración, su consentido y su pequeño niño. El niño de papá. No, ya no lo era, se dijo viendo como levantaba el rostro con las mejillas sonrojadas y la mirada vidriosa. Ciertamente, Fugaku Uchiha era un hombre serio e intimidante, pero esa actitud desaparecía por completo cuando se trataba de Sasuke, aunque por esta única ocasión tendría que hacer una excepción. Tal vez lo había mimado demasiado y esas eran las consecuencias.

—Lo entiendo —balbuceó con un hilo de voz y un nudo en la garganta—. Yo… lo siento.

—Un “lo siento” no resuelve nada —gruñó—. Te pusiste en peligro, eres un adolescente, ¿sabes lo arriesgado que es tener un bebé a tu edad? —y antes de que Sasuke respondiera, añadió—: Hasta ahora te hemos dado la confianza necesaria para que hicieras lo que quisieras pero eso se acabo, y agradece a tu abuelo y hermano de que no estés camino a un internado para donceles. Sin embargo —recalcó con severidad—, estarás castigado hasta nuevo aviso.

Sasuke simplemente asintió. No tenía caso discutir ni alegar nada cuando sabía que tenía parte de culpa, tan solo se levantó, murmuró una nueva disculpa y se fue a su habitación intentando reprimir su sollozo. Su padre nunca lo había regañado, se lo merecía, aun así no dejaba de sentirse mal, de creer que lo había defraudado en más de una forma y todo por haberse dejado llevar por las emociones del momento.

A estas alturas, no valía culpar a Naruto, él había sido igual de descuidado. Repentinamente su mirada se entrecerró y realmente comenzó a culparlo por todo. Si el Namikaze decía la verdad, se supone que era —y pese a todo, sigue siendo— un adulto responsable. Esa clase de errores ya no eran permitidos en alguien con tanta experiencia, mientras que él aun podía alegar que era un adolescente enamorado, guiado por un sinfín de hormonas alborotadas, ¿pero y Naruto?

Ahora se sentía engañado y como un completo idiota, por lo que simplemente se dejo caer en la cama, intentando resolver su conflicto interno. Aquel debate mental sobre si creerle o no, estaba poniendo su mundo de cabeza, creando una colisión de tamaño estratosférico.

—Estúpido Naruto…

●●●

Era más temprano de lo habitual, motivo por el cual no se extraño al encontrar el colegio casi vacío. Se mordió el labio inferior y dubitativo avanzó hacia su salón manteniendo la mirada gacha, rogando para no toparse con Naruto, porque realmente no tenía idea de que podría decirle. Era tanto su caos mental que había permanecido en vela toda la noche, sintiendo su cama tan incómoda y el ambiente tan pesado que al final se había puesto a ordenar los libros de su estante por orden alfabético.

Estaba cansado, tenía sueño y su humor no era el mejor, pero lo último que quería en esos momentos era permanecer solo y hundirse en su propia miseria, rodeado de enormes montañas de dudas. Una vez en el salón, se dejo caer en su asiento fijando su vista al frente sin prestarle atención a nada. Probablemente le estaba dando demasiadas vueltas al asunto y todo tenía una solución absurdamente fácil, solución que su cansada mente no lograba concebir.

—¿Realmente estas bien? —A lo lejos escuchó la voz de Ino, se oía extrañamente aliviada, por lo que termino volteando, viéndola charlar con Naruto. Chasqueó la lengua y se maldijo por no poder dejar atrás todo pensamiento racional e ir a sus brazos para robarle un beso.

—Si… realmente no fue nada ttebayo.

El cuerpo de Sasuke se tenso dolorosamente, obligándose a volver a enfocar su mirada al frente, fingiendo que no los había oído y si tenía la suficiente suerte, podría pasar todo un día sin hablar con Naruto, porque estaba molesto, dolido, incrédulo y con ganas de maldecir a la humanidad. Su mente le gritaba que aquel rubio le engañaba, mientras que su estúpido corazón le decía que confiara ciegamente en él. Dos opiniones completamente opuestas, y mientras se decidiera por una, bastaba con ignorarlo.

—Sasuke, me tenías muy preocupada —Ino lo abrazó suavemente, tomándolo por sorpresa—. Con lo obsesivo que te vuelves por mantener tu asistencia perfecta, comencé a creer que algo te había pasado al no verte. Tampoco contestabas tu teléfono —le recriminó fingiendo enfado. 

—Solo tuve unos problemas —evadió su mirada, aquella que le decía silenciosamente que no lo dejaría tranquilo hasta que le contara toda la verdad. Suspiró derrotado, antes de añadir—: pero te contare en el almuerzo. Ya van a comenzar las clases.

—De acuerdo —susurró viendo el rostro demacrado de Sasuke.

Ino ya no insistió más, era extraña la actitud de su amigo, pero lo era aun más que Naruto no haya ido a abrazarlo y besarlo como hacía cada mañana, o que Sasuke no estuviera parloteando —peleando amistosamente— con él de cualquier cosa. Su sexto sentido le decía que esos dos estaban en muy malos términos y que muy probablemente habían terminado su —hasta ahora— magnífica relación. La pregunta era: ¿por qué? Ayer Naruto rebosaba de amor por Sasuke, ahora simplemente parecían actuar como dos desconocidos llenándola de curiosidad.

Así que el pequeño Uchiha no se extraño cuando Ino lo tomó de la mano segundos después de que sonara el timbre del descanso, obligándolo a salir del salón para platicar amenamente. No tenía idea de que iba a decirle, sumándole el hecho de que ella no lo dejaría tranquilo hasta que le diera una explicación convincente de todo lo que había pasado el día anterior. Ino era peor que un periodista en busca de una primicia. Solo le quedaba suspirar en derrota y dejarse guiar hasta el patio trasero, donde se sentó bajo un árbol, evadiendo la azulada mirada de su molesta amiga.

No quería hablar, era evidente. Entre ellos se instaló un silencio incomodo para Sasuke y desesperante para Ino, porque no era por cotilla su curiosidad, más bien era preocupación por su siempre serio amigo, quien parecía mortificado y muy preocupado —lucia como si su mundo se hubiera desmoronado de la noche a la mañana—. Lo conocía lo suficiente, aunque no podía discernir si Sasuke estaba preocupado o temeroso… igualmente ninguna opción era buena.  

Derrotado, Sasuke carraspeó, dio un largo suspiro y le contó a Ino lo que pasaba, omitiendo claro está, la parte en que Naruto le confesaba que era realmente un anciano que se había vuelto joven por arte de magia. Y conforme el relato avanzaba, la expresión de Ino iba adquiriendo diferentes matices entre los cuales estaba la preocupación, molestia, tristeza y decepción.

—Y eso fue todo —suspiró sintiéndose repentinamente mejor.

—Estás loco… —balbuceó la chica entrecerrando los ojos— pero me alegro que estés bien.

Sabía que no tenía caso sermonearlo. «Lo hecho, hecho esta» se dijo rodeando a Sasuke entre sus brazos, al menos agradecía que haya tenido la confianza suficiente para contarle todo lo que paso. Entonces, tembló ligeramente al imaginar el miedo que pudo haber sentido el Uchiha al creer que estaba embarazado, Dios, eso debió haber sido casi traumático, aunque le seguía sorprendiendo esa faceta rebelde —estupidez absoluta— del siempre correcto y prudente Sasuke.

—Gracias… yo… quiero estar solo un momento…

Ino lo miró condescendientemente, asintió y vio la hora en su celular.

—Faltan diez minutos para que acabe el receso —sonrió—. Y hace frió, así que me iré al salón.

En cuanto se dio la vuelta, Sasuke murmuró suavemente «Gracias». Adoraba a Ino, y es que a pesar de ser una chica ruidosa y algo molesta, siempre sabía que decir, lo apoya y aconsejaba la mayoría de las veces, regalándole una sonrisa tranquilizadora. Una vez solo, miró el cielo con nostalgia, preguntándose que debía hacer, agradeciendo al mismo tiempo que se sentía un poco mejor… más relajado. Tal vez todo lo que necesitaba es que alguien le escuchara sin juzgarlo, solo un abrazo y un «me alegro que todo este bien» bastaron para quitarle un peso de encima.

—Hermoso~ —se escuchó un murmullo a su lado.

—¡¿Eh?!

Dio un pequeño respingo. Aquella suave voz lo había sacado de su letargo, y lentamente se dio la vuelta sobre sus talones, viendo a un varón albino de preciosos ojos azules que contemplaba el cielo embelesado, sintiéndose por unos instantes avergonzado al creer que se había referido a él. ¡Estaba alucinando! En ese momento el frio viendo removió los cabellos de aquel chico, quien le miró por primera vez, regalándole una cálida sonrisa que le estremeció por completo… era una sensación… perturbadora.

—El cielo —habló tranquilamente, posando su vista al frente antes de ver nuevamente los cautivantes ojos negros del doncel— es realmente hermoso en esta época del año, ¿no lo crees, Sasuke-san…?

Toneri Ôtsutsuki era un varón de dieciocho años que había sido transferido hace unos meses, cursaba el último grado de preparatoria y rara vez hablaba con alguien. Demasiado serio y demasiado inteligente, tanto como para que Sasuke considerara que su primer encuentro no fue una coincidencia, aquel chico sabía su nombre aun sin habérselo dicho, mientras que él no tenía ni idea de con quien hablaba.

—¿Cómo sabes mi nombre? —Inquirió frunciendo el ceño.

—Lo escuche —respondió con simpleza.

El término raro lo describía de maravilla, no solo por su apariencia, sino por su actitud, puede que su carácter influyera en gran medida: serio, frío y reservado pero, a la vez era agradable estar con él. A partir de ese día, Sasuke comenzó a encontrárselo casualmente entre los pasillos, el patio o la cafetería, iniciando en más de una ocasión una pequeña y amena charla que conseguía sacarlo de sus pensamientos e instalar una sonrisa en sus labios. Incluso llegó a la conclusión de que Toneri era interesante.

Su presencia le relajaba y se sentía tranquilo a su lado, tanto como para poder platicar de cualquier cosa, incluso de su extraño gusto por los reptiles, más específicamente las serpientes. Sorprendentemente el varón le veía y escuchaba con atención, dándole una opinión inteligente que casi siempre dejaba satisfecho a Sasuke, aumentando su ego y aquella prepotencia tan característica en él, misma que afloraba cuando alguien estaba de acuerdo con sus opiniones y teorías sobre diversas cosas, no solo eso, Toneri aportaba comentarios que justificaban de manera esplendida lo que él decía.

Por muy extraño que sonara, con él podía olvidarse momentáneamente de Naruto, de sus preocupaciones e incertidumbres con respecto a todo, dando por hecho que el Namikaze faltaba a clases porque evitaba toparse con él, acto que en un principio le dolió. Ansiaba arrojarse a sus brazos y decirle que sin importar la edad —mental— que tuviera él lo amaba incondicionalmente. ¿Era absurdo? Tal vez. Desgraciadamente su novio se mostraba perdido en sus pensamientos, comenzando a faltar más de lo que le gustaría, pero ¿qué podía decirle? Simplemente no encontraba la forma de acercase a él.

Inconscientemente, Naruto había levantado una barrera invisible entre ambos. Impenetrable y demasiado alta para poder brincarla y fingir que nada había pasado. Aquel Namikaze se había aislado en una maldita burbuja que buscaba mantener a Sasuke lejos de él, de sus brazos, de sus deseos y de su amor. Simplemente había puesto un alto que le permitiera esclarecer sus pensamientos caóticos, evidentemente el pequeño Uchiha no lo tomó de la misma forma, sino como un rechazo a su persona, rechazo que cada vez los alejaba más y más.

¿Por qué me evita?

No me mira, no me habla… no me ama…

¿Hice algo malo?

La mente de Sasuke era una maraña de sentimientos desorganizados, cuyo propósito era destruirlo lenta y dolorosamente, fracturando su amor por Naruto. Solo tenía dieciséis años, ¿cómo lidiar con esa clase de información que amenaza con poner tu mundo de cabeza? No era precisamente saberse menor que Naruto, más bien, lo que a Sasuke realmente le preocupaba era la compatibilidad entre ambos, el hecho de poder mantener una relación estable pese a la diferencia de edad.

Llegó a un punto donde estaba a nada de jalar su cabello con frustración, ignorando el hecho de que todo ese tiempo había estado en una relación seria con Naruto. Nada debía de cambiar, simplemente le estaba dando demasiadas vueltas al asunto comenzando a ahogarse en un vaso de agua.

Suspiró frustrado, comenzando a guardar sus cosas. Las clases habían terminado, pero ni siquiera había puesto atención, estaba disperso y cada cierto tiempo volteaba a contemplar el lugar vacio de Naruto. Era su tercera falta en la semana, afortunadamente ya era viernes, incluso sopesó la idea de llamarlo por teléfono, o probablemente sería mejor ir a su casa y hablar de una vez por todas, arrojarse a sus brazos y besarlo hasta que el aíre en sus pulmones exigiera separarse. Definitivamente, eso sonaba muy bien.

—Sasuke… —lentamente giró su rostro, impávido vio los expresivos ojos de Ino contemplarle con minuciosidad—. Te noto enfermo —soltó de repente, antes de añadir—: tienes la mirada perdida y te la has pasado suspirando… por cierto, ¿cómo van las cosas con Naruto?

—No sé —levantó los hombros fingiendo desinterés—, supongo que bien…

—No estés triste —repentinamente se vio rodeado por los cálidos brazos de su amiga, que comenzaba a apretujarlo con posesividad—, ya verás que todo se solucionara muy pronto entre ustedes.

—Ino —masculló con molestia, apartándola sutilmente de su cuerpo—. No estoy triste.

—Te conozco, pero pronto todo se arreglara.

—Tsk, eres muy molesta.

—Lo sé, pero aun así me amas.

Con una amplia sonrisa en los labios, la chica se despidió de Sasuke, deseándole toda la suerte del mundo. Él no la necesitaba, rodo los ojos con fastidio despidiéndose de ella, ese día en especifico había sido agotador, probablemente por la falta de Naruto, sus constantes nervios o el hecho de que un mal presentimiento se apoderaba de cada fibra de su ser. No es que Sasuke fuera realmente una persona supersticiosa, simplemente había algo que le inquietaba y frustraba al no saber su procedencia.

Irritado, comprobó que ya nadie quedaba en el salón —se había perdido en sus pensamientos por al menos diez minutos—, salió despacio, meditando lo que haría al llegar a casa. Farfulló un par de cosas antes de sobresaltarse abruptamente. Su hombro había sido tomado cariñosamente por Toneri quien le miraba entre divertido y curioso por su reacción. Sasuke sentía que aquel no era su día, así que forzó una sonrisa, que se asemejaba a una mueca de incomodidad, mirando los azules ojos de aquel varón, tan similares a los de Naruto, pero al mismo tiempo tan diferentes.

—Toneri…

—Sasuke —interrumpió con su clásica expresión de seriedad, intentando mostrarse condescendiente—. ¿Te encuentras bien…? Pareces preocupado.

Tanteó el terreno observando con detenimiento las múltiples muecas del doncel. Para el varón, aquel Uchiha era todo un enigma, muchas veces se mostraba demasiado expresivo y otras tantas era esquivo y frio, sin mencionar que su mente vagaba observando un punto fijo a la distancia, como si esperara anhelante que algo se posara frente a sus ojos. Intrigado deseó poder saber qué es lo que ocupaba la mente de Sasuke la mayor parte del tiempo, y es que no debería ser sorpresa para nadie que estaba interesado en él. Quizá mucho más de lo que llegó a imaginar…

—Tsk, no es nada —mosqueado siguió avanzando.

Era consciente que no podía tratar mal a aquel chico que simplemente pretendía ser amable. Lo sabía y muy a su pesar sus acciones eran contrarias a lo que quería, suspiró cansinamente, mirando a Toneri que le dedicaba una extraña y cálida sonrisa mientras comenzaba a charlar de algo. Lo oía siendo incapaz de prestarle real atención, así que se limito a sonreír falsamente en cuanto estaban a punto de llegar a la salida. Solo unos pocos alumnos caminan despreocupadamente, ya que lo más probable era que la gran mayoría se hubiera ido a casa hace varios minutos.

—¿Y qué me dices…? —cuestionó con nerviosismo, mismo que intento ocultar hábilmente.

—Mmm estaría bien… —respondió sin pensar. No había prestado atención a la conversación, ya que su mente se mantenía ocupada en idear un plan para ir a ver a Naruto, el único inconveniente seria convencer a su padre de que lo dejara salir por al menos un par de horas, el tiempo justo para citarlo y poder aclarar todo aquella maldita situación que le estresaba, siendo consciente de que comenzaba a ahogarse en un vaso de agua, sintiéndose patético e infantil por no poder tomar una decisión que a simple vista podía resultar evidente—. Perfecto… —balbuceó nuevamente, al haber ideado un plan infalible.

Aquellos preciosos ojos ébano se mantenían fijos en el camino, y una pequeña sonrisa adornó los labios de Sasuke. Lleno de confianza, Toneri se adelantó unos pasos y encaró al doncel robándole un beso. Ese día había decidido confesarle que desde que llegó a esa escuela sus ojos se posaron en él como atraído por un imán, sin embargo todos sus intentos de acercamiento habían cesado al verlo tan junto a un rubio, quien supuso seria su novio por los besos que les vio compartir en la cafetería.

Sasuke le había estado —según él— escuchando atentamente, procesando la información. No quería sonar imprudente, mucho menos apresurar las cosas, ya que sus conclusiones apuntaban a que el Namikaze y Sasuke terminaron recientemente su relación, por eso su acercamiento y charlas sutiles con él. Lo primero era ganarse su confianza y al parecer lo estaba logrando, dándose cuenta de que aquel doncel era mucho más interesante de lo que había imaginado desde un principio.

Probablemente era pronto, aun así se armo de valor y dijo lo que había estado rondado su mente desde aquel día en que lo vio: «Me gustaría que fuéramos algo más que amigos… no sé, empezar desde cero… no quiero presionarte y entenderé cualquiera que sea tu decisión. Solo quiero decirte que me gustas y quiero que estés bien… que estemos bien… ¿Y qué me dices…?» Había hablado atropelladamente y sin mucha coherencia aun así la respuesta que obtuvo fue más que afirmativa, iluminando su mirada.

La emoción era tal que su cuerpo se movió por instinto hasta quedar frente al doncel y robarle un beso, uno que dejo a su novio sin habla y petrificado, probablemente por lo repentino de la acción. ¡Pero qué más daba! ¡¡Lo estaba besando!! Aquellos labios eran suaves, cálidos y con un embriagante sabor a cereza, y hubiera podido disfrutarlos por horas si no fuera por el potente grito que se escucho a unos metros de distancia.

—¡¡Sasuke!! —Su sangre se helo, ni siquiera había sido capaz de impedirlo, mucho menos de reaccionar cuando los labios ajenos chocaron con los suyos en un beso torpe y desagradable. Simplemente paso y como si la vida lo odiara, ahí a unos escasos metros, se encontraba Naruto observándolo con una mirada indescifrable, no podía negar que se dejo besar, y por aquella expresión que le dedicaba su novio (si es que después de eso aun lo eran) dedujo que había visto lo suficiente como para no querer saber nada de él.

—Naruto —balbuceó atónito en cuanto lo vio marcharse a toda velocidad en la moto, sintiendo que lo había perdido para siempre—. ¡Naruto!

—No debería afectarte lo que él piense —los ojos azules de Toneri se enfocaron con seriedad en los ébanos de Sasuke—. Después de todo ustedes dos ya no son nada…

—Tú y yo no somos nada —siseó con odio, contemplando al varón—, no tenías ningún derecho de besarme —afiló la mirada marchándose de ahí.

Simplemente dejo desconcertado a Toneri, quien guardo silencio, preguntándose qué es lo que había pasado para que Sasuke cambiara de parecer con respecto a lo que tenían minutos antes, aunque la respuesta era más que evidente: Namikaze Naruto.

●●●

Con una sonrisa de oreja a oreja, Hinata observaba todo desde una distancia prudente, oculta tras un enorme árbol, ubicado a varios metros de distancia de la entrada. Había observado el momento exacto en que aquel chico extraño besaba a Sasuke, y este a pesar de que no evito el contacto, tampoco parecía desagradarle. Evidentemente el supuesto amor entre Naruto y Sasuke era unilateral, dándole la oportunidad de acercarse al rubio y ofrecerle su mano amiga después de tan desastroso evento.

En un principio lo que sintió por Naruto fue una fuerte atracción. El chico era guapo e inteligente, y podía asegurar que no solo ella había resultado cautivada por los encantos del Namikaze, sin embargo era una de las pocas personas que iban en serio con él. Quería una relación estable, linda y llena de un sinfín de cosas absurdas y románticas, de momentos cursis que compartir y atesorar.

A ella no le hubiera importado que Naruto fuera becado o que no tuviera dinero, lo quería a él, no a sus posesiones económicas. Y conforme pasaban los días constataba que era alguien más asombroso de lo que creía. Hinata amaba su sentido del humor, aquella amplia sonrisa y muchas cosas que enlistaba mentalmente antes de dormir, anhelando el día en que pudiera estar con él, tal y como lo estaba Sasuke.

Sonreía, era verdad, pero al mismo tiempo se sentía triste porque presencio la mirada decepcionada de quien consideraba el amor de su vida. Estaba enojada con Sasuke, irónicamente se dijo que lo suyo con Naruto era imposible y pretendía dejarlo por la paz —que fuera feliz con quien amaba—, pero al ver al Uchiha besarse con Toneri le invadió la rabia y la alegría en partes iguales. Llegó a la conclusión de que el único chico que realmente le importaba no podía estar entre los brazos de un mentiroso doncel, que a cualquier oportunidad traicionaba aquella confianza de pareja.

—Hinata.

Dio un respingo llevando sus manos a la altura de su pecho, sintiendo el acelerado palpitar de su corazón. Con molestia giró lentamente, encarando a Sai que la miraba atentamente, él había hablado varías veces con ella intentando convencerla de que su amor por Naruto jamás se daría, sobre todo porque había sido rechazada por el varón varias veces, en las cuales fue sutil, aun así la negativa no estaba a discusión. Y justamente hasta hace unas horas le había hecho caso a Sai, enterrando su amor por Naruto en lo más profundo de su corazón, claro que con el último acontecimiento eso quedaría en el pasado.

—Sai… me asustaste.

—Espero que no estés acosando a Naruto-kun nuevamente —sonrió tétricamente, observando a la chica fijamente antes de suspirar—. Y sabes que no te voy a consolar la próxima vez que aparezcas en mi casa llorando porque él te ha rechazado.

—No hare eso —le miró con molestia ocultando su sonrojo—. Naruto y Sasuke terminaron…

—¿Fuiste tú la causante?

—Claro que no. Quiero estar con él, pero tampoco soy capaz de destruir una relación.

Sai la miró por lo que pareció ser una eternidad, es como si no le creyera. Sabía muy bien que Hinata nunca haría algo que perjudicara la relación de esos dos, lo que se le hacía sorprendente era que su relación terminó. Un poco ilógico ya que hace poco desbordaban amor por cada poro de su cuerpo, llegando a ser empalagosos y demasiado cursis al verse con corazones en los ojos —literal— y arrojando flores al visualizar al contrario.

—¿Cómo lo sabes? —Inquirió mirando hacia donde Hinata observaba atentamente hace poco.

—Vi al idiota de Sasuke besándose con alguien de un grupo superior —bufó mosqueada—. Él lo tiene y no lo cuida, y yo que haría cualquier cosa por él eme aquí.

—No es para ti —finalizó restándole importancia.

Hinata simplemente lo vio con una mezcla de frustración y tristeza, porque muy en el fondo sabía que era verdad lo que Sai decía.

●●●

Se bajó a toda velocidad del taxi, viendo a todos lados como si se encontrara desorientado. En cuanto Naruto había arrancado la moto pensó en seguirlo, lo cual sería estúpido porque no sabía a dónde se dirigía, así que le llamó incesantemente pero nada, finalmente llegó a su casa sin saber qué hacer. Naruto le había visto besándose con Toneri, cosa que nunca debió pasar, y ahora que lo meditaba con cuidado, por no prestar atención acepto una relación con él.

Sasuke amaba a Naruto con locura, sin embargo todos los acontecimientos de la última hora le decían que le había sido infiel y él ni por enterado —puede que sólo un poco—. Revolvió su cabello con frustración y tras mentir a su madre con respecto de ir a casa de Ino, cogió el primer taxi que vio rumbo a casa de Naruto. Quince minutos después entró, notando que ya era tarde, lo que indicaba que había pasado poco más de una hora desde que lo vio, y ni siquiera le había llamado para reclamarle, mucho menos le respondía.

Nervioso tocó la puerta, siendo recibido por Haku, quien amablemente le invito a pasar, disculpándose por el desastre de la casa. Con horror vio que había muebles rotos o de cabeza, que algunos cuadros habían sido arrancados de su lugar y las estatuillas quedaron destrozadas en el suelo.

—¿Y Naruto? —cuestionó apremiante.

—Naruto-san está en su cuarto —contestó dubitativo.

—¿Él… él hizo esto?

Tímidamente, Haku asintió un par de veces antes de retomar su tarea que consistía en limpiar todo el desastre. Sasuke trago saliva, desconocía por completo aquella faceta tan violenta de Naruto, la cual le hacía querer salir corriendo de ahí, aun así avanzo hasta el cuarto del rubio, viendo a Iruka y Gaara, los dos parecían desconcertados y sumamente preocupados.

Vagamente le contaron lo que había pasado y él solo pudo sentir un nudo en la garganta mientras tomaba el valor suficiente y tocaba la puerta del baño. No hubo respuesta; varios minutos después salió un Naruto visiblemente furioso, escaneándolos con la mirada, y como si él no importara paso de largo, encerrándose en su armario. Finalmente salió de ahí, dejando a todos mudos con el frió trato que les dio.

—Sasuke —habló Gaara con preocupación—. ¿Qué fue lo que paso? Naruto nunca se había comportado así, Haku nos dijo que llego y rompió todo a su paso: cuadros, estatuillas, floreros…

—Yo… yo creo que todo fue mi culpa —murmuró en un estado de transe, viendo la puerta por donde momentos antes salió aquel Namikaze hecho una fiera—. Me dijo lo de su edad… le pedí tiempo y hoy… hoy vio como un chico me besaba…

—¿Lo engañaste? —sentenció Kakashi con dureza.

—Claro que no —los miró con enfado—. Yo amo a Naruto —y sin decir más se fue de ahí con un terrible desazón. Meditando en cómo podría disculparse.

●●●

Deidara se removió buscando una mejor posición, notando que el brazo izquierdo de Naruto lo tenía como almohada, mientras que el derecho rodeaba su cintura, y una de las piernas de aquel Namikaze aprisionaba las suyas. Sonrió entre bostezos, dándose la vuelta con dificultad, dejándose abrazar y mimar. Ya ni siquiera recordaba la última vez que se sintió tan seguro o cómodo.

Sus recuerdos lo transportaron a cuando era solo un pequeño niño de seis años y en las noches lluviosas se escabullía hasta el cuarto de sus padres, metiéndose en medio de ambos. Muchas veces despertaba con su padre apretujándolo, o con su madre abrazándolo como si se tratara de una almohada, tristemente su papá murió cuando tenía diez, y su mamá cuando tenía diecisiete, desde entonces había estado con Naruto, quien le cuidaba como si realmente fuera su hijo ya que no tenía más familia.

Cerró los ojos y escondió su rostro en el pecho del varón, escuchando su tranquilo palpitar. Pensó en todo lo que había pasado, y es que hace unas horas se creía completamente solo, ahora estaba entre los brazos de Naruto, anhelando permanecer así para siempre. Un escalofrió recorrió su espalda al evocar el día en que su madre murió, eran las tres de la mañana y se levantó por agua, pero cuando paso por el cuarto de ella observó que la tenue luz de su lamparita estaba encendida, sonrió y se adentró a la pieza con el propósito de apagarla. Aquella hermosa mujer rubia ahora lucia pálida, con unas enormes ojeras bajo sus ojos; movió delicadamente sus cabellos notando lo fría que estaba, asustado la llamó sin recibir respuesta. Normalmente llamaría a la ambulancia, pero estaba tan asustado que lo primero que hizo fue marcarle a Naruto balbuceando cosas inentendibles.

Difícilmente logró concentrarse y detener su llanto para darle su dirección, veinte minutos después estaba siendo abrazado por aquel rubio, quien hablaba algo con los paramédicos. Él no los había llamado, y todo lo que recuerda es que se quedo junto a la cama, pidiéndole a su mamá que despertara, moviéndola delicadamente, como si su tacto fuera a dañarla…

Al parecer falleció hace varias horas… —fue lo último que escucho decir a un paramédico antes de comenzar a llorar desesperadamente, llamando a su madre.

Todo lo que ocurrió después es incierto, Naruto se había hecho cargo del funeral, del entierro y de él, un chico de diecisiete años que no podía dormir sin despertar llorando y gritando, con el cuerpo perlado en sudor. Por lo que en algún momento término durmiendo con Naruto, quien le mimaba hasta que se tranquilizara, e incluso le preparaba té o leche con miel… y es que el primer año después de la muerte de su madre vivió en casa de él, de un hombre a quien conocía desde hace un año y que visitaba cada fin de semana para tocar el piano.

Sonrió entre sollozos, meditando en lo afortunado que era al haberlo conocido. Definitivamente, Naruto era como su padre y lo amaba, por eso se aferro a él, estremeciéndose cuando el agarre de su cintura se intensifico, pegándolo más al cuerpo del varón.

—¿Deidi… qué pasa amor? —Ronroneó mimoso en un intento por tranquilizar al pequeño doncel que se aferraba a su cuerpo como si fuera a desaparecer.

—Papá… —balbuceó—, eres un idiota… aun así te amo hpm.

—Hace años que no me decías papá —besó su cabeza—, creo que desde que cumpliste veinticinco ttebayo. Oh, como extraño a ese inocente y tierno Deidara que le gustaba explotar las estatuas de mi jardín, y como disculpa me hacia unas mejoradas con una tarjeta que decía: para papá.

—Tenía que practicar y tampoco te creas tanto —le miró divertido—. No lo volveré a hacer hmp.

—Mis estatuas te lo agradecerán dattebayo.

—Yo me refería a lo otro… idiota.

●●●

—¿Falta mucho?

Naruto miró sobre su hombro a Deidara, quien se aferraba a su cintura.

—Cinco minutos más —levantó la voz, arrancando la moto en cuanto el semáforo cambio.

El doncel solo emitió un gruñido en respuesta. Ansiaba llegar y recostarse, después de tres horas de viaje era justo, pero al mismo tiempo le desagradaba la idea de que el trió de pirañas viviera con Naruto. No podía hacer nada al respecto más que intentar convivir con ellos, esperando a que pronto entendieran que no quería extorsionar a ese tonto rubio. ¡Era estúpido! De haber querido su dinero lo hubiera tomado, total, conocía la clave bancaria de Naruto, incluso tenía una tarjeta a su nombre, la cual no tenía limite de crédito —regalo del varón por haber terminado la carrera con notas sobresalientes—, y hasta donde recordaba solo la uso una vez, en un monto menor a cien dólares.

Suspiró con cansancio, era evidente que su aprecio por Naruto no tenía nada que ver con su dinero, así que haría comprender a esos tres por las buenas o acabaría explotando sus cosas —literalmente— hasta que le creyeran. Reprimió un bostezo y levanto la vista, observando una pomposa mansión muy al estilo Namikaze, rodo los ojos y se dedico a apreciar la hermosa vista.

—Eres un bastardo ostentoso —farfulló en cuanto Naruto se detuvo en la entrada, siendo recibido por un lindo doncel de cabello negro y sonrisa afable.

—Lo sé dattebayo, aun así me amas —miró a Haku, quien le contemplaba con sorpresa por lo que había dicho, restándole importancia.

—Bienvenido a casa, Naruto-san.

—Gracias —tomó a Deidara de la mano, hasta tenerlo a su lado—. Haku, él es Deidara y se quedara a vivir aquí desde hoy, por favor trátalo como si fuera yo.

 —Claro…

Con una sonrisa en los labios contempló a ambos donceles perderse entre los pasillos de la enorme mansión, mientras él se encaminaba a su despacho, siendo interceptado por un preocupado Iruka que no dudo en abalanzarse sobre él en un efusivo abrazo. Y tras una charla que parecía reprimenda, entró a su estudio, cogió varias carpetas y salió a la estancia, últimamente no había atendido los asuntos de la empresa como es debido, por lo que el trabajo comenzaba a acumularse.

Un par de horas después suspiró al saber que solo le faltaba checar el informe del mes y seria libre.

—Nato~ no encuentro las llaves de tu Audi, así que tome las del Ferrari.

—Si vas a salir, que te lleve Zabuza.

Deidara frunció el ceño arrojándose sobre el sillón en donde estaba Naruto. Recostó su cabeza en el regazo de varón, quien sin apartar la mirada de los papeles comenzó a repartir mimos sobre la rubia cabellera del doncel. Sabiendo que estaba a punto de hacer un berrinche para que le dejara el auto.

—Te puedo prometer que esta vez intentare no chocar hm.

—Mi cielo, no me importa el auto —dejó los papeles a un lado—, y no voy a discutir contigo. Hasta que no tengas tu permiso de conducir te llevara Zabuza a donde quieras.

—He llegado a la conclusión de que no me quieres —fingió lamentarse.

—Te amo, por eso no te presto el auto dattebayo.

Haku soltó una leve risita al verlos pelear. Instintivamente ambos voltearon a verlo, observando que su lado se encontraba Sasuke, quien apretaba los puños mirándolos con rabia. Naruto no tenía idea de cuánto tiempo llevaba ahí, pero a juzgar por su expresión, debió ser el tiempo suficiente para que se formara una idea errónea del tipo de relación que tenían Deidara y él.

—Naruto —siseó con rabia—, venía a aclarar las cosas, pero parece que no hace falta.

Sin decir más, dio media vuelta marchándose de ahí. Se sentía estúpido, había creído que Naruto le amaba y comprendería que lo que paso con Toneri había sido un error muy grande, el cual corregiría en cuanto lo viera, y si era necesario no le volvería a dirigir la palabra. Tristemente acababa de darse cuenta que para Naruto él era remplazaba, pero no podía culparlo, aquel doncel era precioso con sus enormes ojos azules, su cabello rubio y ese porte pijo que se complementaba con su idioma natal, porque era evidente que no hablaba japonés.  

—¡Sasuke!

El grito de Naruto le erizo la piel, comenzando a caminar más rápido, acción que no le funciono, porque cinco segundos después había sido capturado entre los fuertes brazos de aquel maldito rubio.

—Suéltame.

—No pienso dejarte ir, mucho menos sabiendo que estas molesto por culpa de un malentendido ttebayo.

—¿Malentendido? —Siseó con odio y en un movimiento brusco se soltó de su agarre encarando al varón, cuyos ojos se centraron en los suyos—. Sé muy bien lo que vi, Naruto. Y déjame decirte que al igual que tu, yo ya tengo a alguien.  

—Sasuke, no soy un chiquillo que se creerá esa mentira y te dejara ir tan fácilmente. Y Deidara es…

—No me interesa —lo interrumpió de golpe, dándose la vuelta.

—¿Piensas huir dattebayo? —lo sujetó de la muñeca, atrayéndolo hacia su cuerpo con la intención de besarlo y hacerlo entrar en razón.

—¡He dicho que me sueltes! —Levantó la mano con furia y abofeteo a Naruto, dejando marcados sus deditos en la mejilla del varón—. Acepta que esto se termino…

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Espero que les haya gustado :3 y mil gracias por leer, he de confesarles que este capítulo me costó horrores, pero finalmente lo termine xD

 

¿Alguien se esperaba esto?

 

Y como pueden ver, Hinata no es mala ni nada por el estilo 7u7 solo está obsesionada con Narutin xD así que puede que en el próximo capítulo tenga más participación, quien sabe, todo puede pasar muajaja

 

¿Alguien quiere que Toneri siga acosando a Sasu? 7u7 Claro que todo será con fines educativos… bueno no xD solo sería para molestar a Naruto nwn

 

Se agradecen comentarios ♥ hacen feliz a Haruka ♥♥ y los que tengo pendientes por contestar lo hare en el transcurso del día. Los quiero bien queridamente.

 

Haruka Eastwood 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).