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Todo tiene un precio por Chibi-Chan

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Notas del capitulo:

Buenas noches *-*

Espero disfruten este capítulo, lo hice con todo mi corazón, al igual que todos los capítulos u//u//u

Quería cometnar que, probablemente, me tarde en subir capítulos, nada malo, sólo una mudanza algo corta, por lo que me quedaré sin una computadora disponible.

Lamento las molestias u3u

 

Con sus ojos cerrados aún sentía cómo el frío calaba su cuerpo, mas no podía sentirse, pues estaba completamente entumido.

Escuchaba como muchísimos zumbidos se agolpaban detrás de él, pero no entendía por qué. Poco a poco fue recuperando la movilidad, primero de sus dedos, después de sus manos y parte de las piernas, y al final pudo abrir por completo sus ojos. Todo estaba completamente sumergido en oscuridad.

Con todas sus fuerzas se recargó sobre sus brazos para poder sentarse. Una vez sentado comenzó a buscar con las palmas de sus manos un lugar donde poder recargarse. Tenía miedo de dar un paso en falso, pues no sabía con certeza si esos zumbidos eran producidos por simples moscas o por abejas.

Una vez tocó un tronco cercano, hizo fuerza con sus brazos para arrastrarse pese a todo el dolor que sentía, pues también se sentía débil y sus piernas no le respondían. Escuchó un pequeño “bloop” proveniente del lugar donde se había sentado, al igual que las cosas que zumbaban se habían esparcido. Sintió como poco a poco su ropa se empezó a mojar, estaba muy asustado, tanto que cerró sus ojos con fuerza y posó sus manos sobre sus ojos, terminando con la cara mojada de lo mismo de lo que se habían manchado sus ropas. La pestilencia era horrible, no pudo aguantar por mucho y comenzó a vomitar.

Una nube se desplazó para que la luna pudiera iluminar el lugar. Inmediatamente Deidara pudo verlo todo. Lo que había hecho “bloop” no era otra cosa más que su propia sangre, la misma que se había escapado de su cuerpo producto del desgarre que le provocó el moreno. Estaba coagulada, tenía un hedor pestilente y las moscas estaban pegados a él. Miró sus manos y comprobó que lo que también tenía sobre el rostro era su propia sangre. Debido a la pérdida de tal cantidad comprendía por qué se sentía débil al tratar de moverse. La recuperaría si descansaba, pero se sentía muy mal como para moverse es ese momento.

Un disparo se escuchó cerca. Debido a lo desordenado que había salido el sonido, pudo deducir que había sido un fusil de cañón largo. Se escuchó muy cerca, y se le hacía extraño que a tan altas horas de la madrugada eso pudiera pasar.

Una luz fugaz y tenue se asomaba por entre las ramas de los árboles y los arbustos que habitaban el bosque.

-¡Ese murciélago debió de haber caído por aquí!-Se escuchó gritar a un hombre.

-Malditos escurridizos.-

Al parecer había dos de ellos, y se escuchaban las pisadas algo más, pero no lograba identificarlas.

Uno de los hombres dio un silbido, e inmediatamente después se escuchó un ladrido, dando por sentado que las pisadas de la tercera cosa eran de un perro.

-¡Vamos, muchacho! Guíanos a ese murciélago.-

Se escuchó como los pasos iban cada vez más rápido y más audibles. Un talbot de pelaje blanco puro. Tenía un cuerpo pequeño pero grueso, patas largas y potentes, así como un hocico lleno de afilados colmillos.

-¡Ey, Gus! ¿Dónde está el perro?-

-¿Y yo qué voy a saber, Ray?-Replicó el otro.-Tú lo tenías más cerca.

El perro, viendo la confusión de sus dueños dio un aullido largo, al cual sus dueños correspondieron corriendo entre los arbustos.

-Ray, creo que me he encontrado algo mejor que un murciélago.-Gritó lascivamente el hombre.

-¿Qué cos…?-Su mirada se clavó inmediatamente en el rubio y su sonrisa se ensanchó.

Deidara abrió los ojos aterrado, pensó que la burbuja que había puesto Itachi sobre él hace rato seguiría funcionando, pero vio que no fue así.

-Al parecer ya no es virgen.-Cuchicheó Ray a Gus.-Mira toda esa sangre, y por la hora que es no dudo que la hayan violado.-

“¿La?”-Pensó Deidara. Al parecer la estaban confundiendo con una mujer.

-Ya no se pueden vender así de fácil.-Siguió.

-No se pueden vender.-Repitió Gus.-Pero podemos divertirnos con ella un rato.-

Miraron al rubio con sonrisas espeluznantes. No podía creer que un humano pudiera transformar su rostro de forma tan drástica y tan de repente.

-Ata al perro, yo voy primero.-Ray se había quitado el chaleco verde esmeralda frente a la aterrada mirada de Deidara.-

-¡Ey!, ¿Por qué tú primero? Yo la encontré.-Replicó Gus.

-Porque yo soy el hermano mayor y tienes qué obedecerme.-

Deidara supo que no podía ponerse a llorar, pues si veían que no salían lágrimas de sus ojos inmediatamente sospecharían de algo sobrenatural, pero eso sí, el miedo lo invadía.

-Bien. Al mismo tiempo. Tú por delante y yo por detrás, después cambiamos turnos, ¿de acuerdo?-Propuso Gus, a lo que Ray respondió con un alentador “¡Sí!”-

Deidara iba a resignarse y dejar que esos hombres le hicieran cualquier cosa que los complaciera, pues se encontraba muy débil como poder siquiera mover una mano en contra de ellos.

Cerró sus ojos con fuerza, y a los pocos segundos se escuchó que algo bajó rápidamente del árbol, seguido de un grito de dolor.

Cuando el ojiazul abrió sus ojos pudo ver un gran perro negro frente a él y más allá, vio que Gus sangraba por su mano. El talbot estaba intimidado por la sola presencia del perro negro.

Sin poder aguantar el sabor, el moreno escupió dos dedos, los cuáles le había arrancado a Gus.

-¡Maldito animal apestoso!- Ray sacó el fusil con el que le había disparado al murciélago. Itachi dio un salto y mordió la muñeca de Ray, fracturándosela. Este último no pudo resistir un aullido de dolor.

-¡Maldita seas!-Gritó Gus al escapar junto con su hermano y el perro.

-¡Puag!-Exclamó el moreno mientras tomaba su forma humana.-Es sabor de un humano ordinario es asqueroso. Preferiría comer tierra todos los días.-

El rubio parecía confundido pero a la vez aliviado porque lo salvaran de algo así.

-¿Estás bien?-Preguntó el moreno.

Deidara apenas sabía hacia dónde mirar, pues la oscuridad no lo dejaba ver, sólo seguía el sonido de su voz.

-S-sí.-Apenado y entristecido, juntó sus manos y las llevó a su rostro para así cubrirlo por completo. No le importaba la pestilencia de la sangre.

-No puedo creer que de verdad hayan pensado que eras una mujer.-Comentó Itachi mientras Deidara asentía apenado por haber sido salvado.- ¿Te puedes levantar?-El rubio gruñó en respuesta al intentar ponerse de pie.-Entonces quédate ahí y duérmete un rato, por lo menos hasta que estés curado a medias.-

Deidara seguía nervioso y arrecio, pero tenía el suficiente orgullo como para bajar la guardia y su furia hacia el moreno.

-No me mires así.-Comentó el moreno.- Te acabo de salvar la vida, deberías de ser más amable.-

Sus ojos rojos son lo que más brillaba en medio de la oscuridad del bosque.

-Si no me hubieras destrozado me hubiera podido salvar yo solo.-

Escuchó un chasquido de dedos lo suficientemente fuerte como para asustar a los pájaros de la zona, pues el sonido de sus alas agitándose delataban que se habían ido volando rápidamente. No pudo pensar mucho pues ese chasquido había producido un efecto de sordera, el cual le produjo un mareo para terminar caer desmayado sobre la tierra.

-Más tonto no puedes ser.-

Se acercó a él lentamente. Sus ojos podían distinguir a Deidara en la oscuridad. Su cabello rubio estaba cubierto de sangre y lodo, al igual que los pantalones de costal y la camisa holgada que llevaba puesta. En su rostro aparecían manchas producidas por el polvo, sus mejillas estaban pálidas y frías por estar a la intemperie y en sus pestañas se habían atorado unos cuantos copos de nieve. Aun así se veía bellísimo, no importaba cuánta suciedad tuviera encima, él brillaba como un diamante en medio de un montón de cerdos.

Sin ningún esfuerzo, tomó a Deidara entre sus brazos y lo elevó hasta que estuvo encima de su hombro y comenzó a caminar entre la neblina.

 

 

Todo el lugar estaba a oscuras, no había nada que indicara un índice de que alguien estuviera despierto a esas horas. Las únicas luces encendidas eran de las farolas en la calle y en una habitación de una casa en particular.

Tenía las luces del candelabro de techo encendidas, al parecer, su ocupante no quería dormir, o mejor dicho, no podía. La servidumbre de la casa se había ido a dormir desde las diez de la noche, no sabía nada de su marido ni quería hablar con él por ningún motivo, sólo daba vueltas como un gato encerrado.

No estaba sola, claro está, la acompañaba su madre, la cual estaba sentada en uno de los sillones más confortables para sus avejentados huesos. Tenía puestas ya sus ropas de dormir, abombadas y ligeras. Su cabeza reposaba sobre su brazo y poco a poco se iban cerrando sus ojos.

-¡Por Dios! ¡No te duermas cuando te hablo, mamá!-Reclamó alto y claro.

-¿Y qué quieres que haga, Sakura? Son altas horas de la noche y lo único que has hecho es…-Bostezó tapándose graciosamente la boca con su mano izquierda.-… quejarte todo el santo día.-

-¡Pues escucharme, mamá! ¡¿Qué más?!-Chilló la pelirrosa.-Sabes lo mucho que me costó tener un hijo de mi marido. Me costó años y muchísimo esfuerzo. A mi edad será más difícil tener uno, y lo peor es que ya no soporto a Sasori. Ya no es el hombre con el que me casé.-

-Pues en realidad nunca te ha prestado ni la más mínima atención.-

-¡¿Qué esperabas si era un matrimonio arreglado?!- Gritó la de ojos como esmeraldas mientras jalaba sus cabellos rosas hacia abajo.-Y más sabiendo que antes de mí hubo alguien más. ¡Un pueblerino! ¡Un chico! ¡¿Puedes imaginar el asco que me dio cuando me tocaba con las mismas manos que tocó a ese hijo de quién sabe qué sirvienta de quinta?!-

-Pero el capital de tu marido nos ha ayudado mucho. Pudimos levantar de nuevo la fábrica y estamos entre los 10 primeros puestos de producción de textiles del estado. Alégrate, hija.-

-¡¿Alegrarme, mamá?! Acabo de perder a mi primer hijo y Sasori casi mata a una de nuestras sirvientas. El dinero no vale todo lo que he hecho por la familia todos estos años. Ya no siquiera me considero atractiva.-Se tocó el estómago. Bajo el blusón se apreciaban marcas de su último embarazo y de los anteriores fallidos.

-¡Pero claro que eres atractiva!- Además, tienes que hacer tu mejor esfuerzo, porque quiero más nietos y poder apropiarnos de su fortuna.-

-¡Qué simple piensas!-

-Discúlpame, pero no hay otra forma de sobrevivir a menos de que quieras tener las manos tan callosas como una lavandera o tan picoteadas como una costurera. No sabes hacer nada, ¿qué haremos si te divorcias de tu marido?-

Sakura lo meditó un poco mientras llevaba su mano a su barbilla y sentía encima la mirada penetrante de su madre.

-Es que… ya no lo soporto.-Dijo antes de desplomarse sobre una silla frente a su tocador.-Traté arduamente de enamorarme de él para que en poco tiempo él destrozara ese pequeño pedazo de amor que con tanto esfuerzo he cultivado. Pero al parecer el sigue sin sentir nada por mí.-Una cálida lágrima rodó sobre su mejilla y cayó sobre su pierna, dejando una mancha sobre el blusón.

Sin darse cuenta, su madre se había acercado e hincado frente a ella, tomando sus manos entre las suyas, brindándole el calor que sólo una madre puede proporcionar a sus hijos.

-Todo estará bien.-Susurró mientras la pelirrosa elevaba la mirada sólo para encontrarse con los dulces ojos de su madre.

-¿Lo prometes?-Preguntó en un tono infantil, casi haciendo pucheros.

-Claro que sí. Pero ahora necesitas ir a descansar, querida.-Depositó un tierno beso sobre su frente y la llevó hasta su cama donde la arropó con las finas cobijas.

Sin querer dejarla intranquila, la mujer se subió a la cama con la pelirrosa y la abrazó por la espalda, brindándole cariño y calor maternal hasta que ambas cayeron dormidas.

 

 

Era una noche bastante fría al norte del estado. Las cantinas estaban repletas de hombres a pesar de ser altas horas de la noche. Había pláticas, alboroto, chismes, en algunos casos, acciones obscenas hacia las camareras del lugar.

Todo estaba yendo bien, incluso para ese grupo de jóvenes sentados en la barra. Entre todos, ocupaban ocho bancos. Cada uno con su respectivo tarro de cerveza en la mano, a excepción de la chica morena, ella ya llevaba varios tarros vacíos acumulados en su lugar, y pedía más.

-Oh, las cosas tan simples como la cerveza saben tan deliciosas.-Exclamó el chico rubio sacudiendo su tarro en el aire.

-Hinata, estás muy sonrojada.- Dijo un joven demonio, sentado entre la morena y una chica rubia.- Creo de deberías dejar de beb... ¡Agh!-Recibió una patada en la mandíbula.

-¡No me digas lo que puedo o no hacer, Kankuro!-Iba a explotar en una rabieta cuando un hombre, de aspecto descuidado y con varios tarros de cerveza en él, se atrevió a aprovechar el descuido y ebriedad de la morena para tocar sus glúteos bien formados.

Dando media vuelta, y con su codo, logró romperle la mandíbula de un solo golpe y dejarlo tumbado sobre el suelo.

Se escucharon susurros repentinos como “qué fuerza tiene” o “ese tipo se lo merece”.

-Odio que los hombres se pasen de listos.-Dijo mientras volvía a tomar un tarro de cerveza entre sus manos para después darle un gran sorbo.- ¿Y tú qué Neji? ¿No se supone que tienes que sr mi guardaespaldas?-

Un chico de tez blanca y cabello castaño, a dos asientos de ella, levantaba la cabeza con dificultad debido a que ya tenía unas cuantas copas encima y  añadiendo a eso que no sabía beber, y se le subieron rápido a la cabeza, provocándose somnolencia.

-No estoy… en mis capacidades… físicas… Hinata.-Cada interrupción era un hipar pequeño.

-Eso no te quita tus responsabilidades, demonio inútil.-

-Ya cálmense, no queremos levantar sospechas.-Dijo un chico moreno, siendo testigo de que Hinata alzaba cada vez más la voz.

-Sasuke tiene razón-tebbayo.-Comentó un muchacho rubio y de apariencia carismática.-Estamos aquí para conseguir información.-Medio-saltó de su banco para plantar un beso en la boca del demonio moreno. Éste sólo pudo decir “estás muy ebrio” entre sonrojos.

-Además de eso, también hay quienes recaudan información sobre nosotros, recuérdenlo muy bien.-Dijo Shikamaru, el líder, por lo que se veía.-No podemos flaquear, y menos si a ciertas personas…-Giró sus ojos con prepotencia hacía Hinata y Neji.- Se le suben los tragos.-

-Yo beberé cuánto yo quiera.-Dijo Hinata apoyando el puño en la barra.

-Mejor paguemos la cuenta y vayamos a una posada.-Dijo Kankuro viendo lo sin-sentido que se ponía la situación.

Algunos estuvieron de acuerdo, otros renegaron y otros cargaron a Neji porque se le habían subido los tarros.

Para su buena suerte, la dueña de la cantina había sido muy amable a pesar de su comportamiento grupal y les dio la dirección de una posada a la que podrían llegar sanos y salvos, a 3 ó 4 edificios de ahí.

 

 

Una habitación oscura, paredes húmedas, gotas de agua sucia que caían de techo, el olor a tierra mojada impregnaba el lugar. A su alrededor, desgraciadamente, todo era así.

Por el pasillo, detrás de la puerta de rejas negras y llenas de moho, podía visualizar una luz, como el que producía una lámpara de aceite.

Rápidamente y con temor, se deslizó a 4 patas hasta llegar a una esquina detrás de la cama, para no ser visto.  Se escuchó el tintineo de un manojo de llaves. Una había entrado en el cerrojo y estaba abriendo la puerta de su celda.

Tembloroso y dudoso por su situación, se apoyó en un sus piernas, tomando una posición de ataque.

-Tranquilo, no hemos venido a darte tu paliza diaria.-Dijo un hombre fornido con una sonrisa en sus labios.-Hoy saldrás.-

Esto le emocionó mucho, pero no esperaba que fuera a ser así de sencillo.

El hombre le lanzó un costal con ropa fina, de su talla, unos zapatos y algo para que se aliñara un poco, para estar presentable.-No creas que te pondrás eso estando así de sucio.-Señaló hacia afuera.-Anda, al pozo, te vas a duchar.-

Temeroso, salió de cuclillas de la celda, vigilando al hombre por si le soltaba un golpe, pero no sucedió. 

Salió corriendo al patio, pudo ver unas estelas pequeñas de luz, como si el sol quisiera asomarse, pero aún no era hora de amanecer. No tuvo mucho tiempo de contemplar el entorno, pues cuando elevó la mirada al cielo, una cubeta de agua helada le había caído encima.

Temblando y con la piel erizada, giró y miró al mismo guardia con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

-Aquí tienes agua y jabón, tienes que quedar completamente limpio.-

No dijo nada, se limitó a seguir las órdenes, pues  mientras menos tiempo pasara a la intemperie estando mojado, muchísimo mejor, no se arriesgaría a un ataque de gripe.

No tardó mucho tiempo, quedó reluciente a pesar de no haber tenido un baño en tanto tiempo. Se vistió ahí mismo, pues no quería enfermarse. ¡Oh! Qué suaves estaban sus ropas. Finas telas traídas desde la boutique más cara, al parecer.

-Te esperan en el cuarto piso, procura no cagarla.-El carcelero se adentró al edificio, esperando a que el otro le siguiera, lo cual era de esperarse.

A su paso, las tablas de madera que formaban el piso crujían de lo viejas que estaban. Temía que en cualquier momento una de ellas fuera a romperse por la humedad del lugar. Los pasillos eran cortos pero tediosos, pues la fachada parecía un barco. No había ventanas, había pinturas de mal gusto, plantas en alguna que otra esquina y tonos marrones que no alegraban para nada el lugar.

El guardia paró de improviso, provocando que casi chocaran, si no fueran por los reflejos del chico. Señaló a una puerta con la cabeza.- Entra.-Tocó y se escuchó un “adelante”.

Tocó el pomo de la puerta y lo giró haciendo un crujido con las bisagras y la madera.

Miró una oficina pequeña, en medio del lugar, había un escritorio ordenado, detrás de él, un hombre de apariencia robusta, bigote espeso y mirada fija y cordial.

-¡Ah! Qué bueno que llegaste, muchacho, te estaba esperando.-Dijo el hombre amablemente, haciendo un gesto para que tomara asiento frente a él.- ¿Gustas algo? ¿Un té, café, galletas?-

El muchacho se le quedó viendo, pues era muy amable con él cuando minutos atrás había estado encerrado en un calabozo por culpa de sus superiores.

Ante la interrogante en la cara del muchacho, el mayor dijo.- Sé que no estás acostumbrados a los buenos tratos en este lugar, pero algo de interacción social no te caería nada bien, ¿no?-Río para sí.

-¿Qué…?-

-Perdón, no te escuché, ¿puedes hablar más alto?-

-¿Qué es lo que quiere... de mí?-Articuló finalmente.

El hombre metió sus manos en sus bolsillos y se ajustó los tirantes del pantalón.

-¡Vaya que eres listo! Saber de antemano que te quiero para algo muy especial.-El muchacho sólo escuchaba.-Bueno, te informo que hay ataques en toda Inglaterra, aquí, en el sur, no ha habido pero se rumora que sí. Pero no ataques cualquiera, claro que no, sino de brujas desbocadas, esos pequeños ciervos que han perdido el camino.-Caminaba de un lado a otro hasta que se posicionó junto al marco de la ventana.-El trabajo que se te asignó, y por tu experiencia, es investigar y descubrir a la bruja o brujas que hayan por ahí, y exterminarlas.-

-¿Y qué gano yo?-Preguntó titubeante.

¿Qué ganas tú? ¡¿Qué ganas tú?!-Repitió acercándose al muchacho y tomándole uno de sus hombros.-Tu libertad, muchacho.-

“¿Mi libertad?”

Sus ojos se abrieron desmesuradamente con asombro.

-Lo que hiciste, incluyendo tu traición a la corona inglesa, será perdonado. ¡Poof! Quedas limpio, como si nada hubiera pasado.-Dijo sonriente el mayor.-Además de una gran suma de dinero por el tiempo que estuviste en las mazmorras.-

Seguía atónito con la noticia, podría tener su libertad de vuelta, ir a donde quisiera, hacer lo que quisiera y el perdón de la monarquía, pero, pensándolo bien, era un alto costo como para ser una o dos brujas.

-¿De cuántas brujas estamos hablando?-

-Siendo sincero, de 4, han provocado estragos al norte, están siendo buscadas, pero ha habido rumores de que se dirigen al sur, por eso tú entras al juego.-Espetó decidido.

Si bien era uno de los mejores cazadores de brujas, dudaba si sus habilidades estaban en forma, porque había pasado  mucho tiempo sin hacer mucho.

El mayor le acercó una hoja con el contrato, su trabajo y los beneficios.

-No importa el tiempo que te tardes en realizar el trabajo, sólo consigue información y encuéntralas. Los gastos que vayas teniendo serán cubiertos por la realeza.-

Miraba con detenimiento el papel, inclusive tenía el sello del rey. También le extendió papeles nuevos, entre ellos, una solicitud previamente aprobada de ir a donde quisiera y un nuevo nombre y un lugar dónde quedarse.

-¿Qué dices, muchacho? ¿Tu libertad a cambio de un par de desertores o pudrirte en la mazmorra?-

Sin decir nada, firmó el papel entusiasmado, y con una mirada fija y decidida hacía el mayor espetó.

-Trato hecho.-

Notas finales:

Deja un review y te daré una galleta *-* <3


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