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Viernes noche [Jin Akanishi & Yamapi] por TenshiNoTsubasa

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Notas del capitulo:

Aquí dejo la segunda parte de esta historia de tres capítulos. Espero que os guste.

Recuerdo que:

Narra Jin

Estaba tumbado en el sofá, completamente desnudo y tenía a Yamapi encima mía. Su rostro estaba apoyado en mi pecho mientras acariciaba con una mano su pelo. Se veía mucho más pequeño de lo que era en ese momento. Por más que lo intentara no podía apartar mis ojos de él. Era una de las imágenes más bonitas que habían pasado por mi vida. Sentía el calor de su cuerpo contra el mío, como nuestras pieles se rozaban y éramos uno en aquel abrazo.

Él levantó la cabeza y me miró con una sonrisa, no pude hacer otra cosa que corresponder.

—Escucho los latidos de tu corazón —tal vez fuera que me estaba ilusionando, pero vi un brillo especial en sus ojos.

—Yo también los escucho, es porque estás aquí conmigo —solté sin reparo, pensando que había hecho mal. De alguna forma lo estaba haciendo ¿No? Mi mujer no estaba en casa y mi hija en el otro cuarto, pero ahí estábamos, desnudos en el sofá.

A él no debió de parecerle nada malo porque se echó un poco hacia delante y me besó. Volver a sentir sus labios fue placentero. Eran suaves y cálidos, una mezcla perfecta que me hacía fundirme en la acción de una forma que pocas veces hacía. Era simplemente especial.

Aquel encuentro había empezado por un simple calentón, o al menos eso diría alguien a primera vista. Pero yo sabía la realidad. Era consciente de que había aprovechado la situación para robar todo lo que llevaba deseando coger desde hacía mucho tiempo. Para probar esos labios, que me incitaban a beber de ellos cada viernes. Para probar ese maravilloso cuerpo, que cada día se tonificaba más y aparentaba ser más hermoso. Para poder sentirle plenamente. Apoderarme de él y decir que era mío, que yo había estado en su interior y le había hecho sentir cosas maravillosas. Pero a la vez sentía una necesidad de entregarme a él, de decirle que recogiera lo que quisiera de mí. Detente, Jin, ya estas yendo por mal camino. Tú familia.

Suspiré y le obligué a levantarse haciéndolo yo con él. Le miré a los ojos y ni me molesté en ocultar mi pena.

—Deberías de marcharte, en cualquier momento puede volver o la niña despertarse y... —Me cortó.

—Lo entiendo. No es una escena fácil de explicar —ni tampoco lo eran mis sentimientos hacia él.

Se comenzó a vestir, recogiendo la ropa que había por el suelo. Yo le observé, disfrutando de aquella hermosa vista. Era tan jodidamente guapo y sensual. Cuando conseguí recuperar el dominio de mi mente, busqué mi ropa interior y me vestí sólo con ella.

Acompañé a Yamapi hasta la puerta donde antes de abrirla le miré.

—¿Quedaremos el próximo viernes? —Pregunté un poco asustado. No quería que nada nuestro cambiara. Al menos no a peor.

—Claro, como siempre —respondió bastante tranquilo y eso me calmó—. A no ser que tengas otro cambio de planes como hoy —ahí sonreí yo. Ojalá pudiera tenerlo, me las arreglaría para volver a tener un encuentro como el de hoy.

Asentí y después me acerqué a él para probar sus labios una última vez esa noche. Me respondió de manera tierna y lo dejé marchar de mi casa. Ahora estaba sólo con la niña que parecía seguir durmiendo, así que recogí la ropa del suelo y me fui a mi habitación. La dejé por el suelo de allí y me tumbé en la cama de matrimonio, ni si quiera sin destaparla, y me puse a pensar.

Intenté ordenar mis sentimientos, todas las emociones que sentía, pero no pude. Todo se convertía en un remolino que arrasaba mi interior sin poder evitarlo. Sin darme cuenta estaba reviviendo la maravillosa escena que habíamos tenido en el sofá. Recordé los besos hasta el punto de sentir el calor en mis labios. Recordé como nos tocábamos. Recordé como me la chupó al igual que yo a él. Y por último reviví de nuevo en mi mente aquellas embestidas que le di, sintiéndome como nunca antes lo había hecho.

Sin quererlo, estaba duro de nuevo. Observé el gigantesco bulto en mi ropa interior y sabía que Yamapi me ponía demasiado caliente como para dejarlo estar. Me quité la ropa interior y dejé que mi mano descendiera hasta mis partes, como si yo no la controlara y que comenzara su trabajo.

Las masturbación empezó lenta, recorriendo con la palma todo mi tronco para terminar en el glande con suavidad. Sólo podía pensar en Yamapi, como otras veces había hecho, pero esta era especial, porque aún me quedaba parte de su esencia en mí. Aumenté el ritmo y con ello vinieron mis primeros gemidos.

Me mordí mis labios, pensando que era él quien lo hacía. La otra mano me la llevé a un pezón y jugueteé, imaginando que era su lengua. Después cesé aquello para estimular mis testículos, deseando que fuera él. El ritmo de mi mano fue frenético y estaba tan caliente que no tardé en correrme de nuevo. El chorro salió disparado e impacto contra mi pecho, ensuciando un poco mi pezón izquierdo. El resto cayó por mis abdominales.

Ya terminado, me dirigí a la ducha, a intentar lavar mi cuerpo al igual que mis sentimientos.

___________________________

El viernes llegó y ya había convencido a mi mujer para que saliera ella hoy en vez de mí. En un principio le había resultado extraño pero supe disimularlo bien explicando que hoy no me apetecía nada salir. Al final cedió y de nuevo me quedaba sólo en casa con la niña.

Llevaba todo el día buscando el valor necesario para escribirle un mensaje a Yamapi. Me senté en el sofá y recordé de nuevo todo lo que habíamos hecho y saqué el valor de ahí para escribirle.

Hoy vuelvo a quedarme en casa ¿Vendrás?

Una vez lo envié me di cuenta de que había quedado más bien como una súplica. Al leerlo pensaría que estaba deseoso porque viniera y tuviéramos otra noche de pasión. No se equivocaría en realidad, era lo que quería, pero seguro que para él yo seguía siendo aquel amigo y tal vez lo que sucedió no debería volverse a repetir.

El móvil sonó y me llevó un tiempo leer el mensaje por temor.

Estaré ahí a la hora de siempre.

Me relajé. Había sido un mensaje normal que mostraba interés en verme como siempre. Así que no debería de preocuparme.

Las horas pasaron y conseguí que la niña se durmiera. Estaba vestido con una camiseta y unos pantalones de estar por casa, sin ropa interior por lo que se podía percibir el bulto de mi parte intima. Mentiría si dijera que no lo había hecho a posta, que no quería que Yamapi me mirara y sintiera deseo, pero cada vez dudaba más de que todo se volviera a repetir.

El timbre sonó y corriendo fui hacia la puerta, una vez allí me detuve y dejé pasar unos segundos, respiré y calmé mi expresión. Abrí la puerta con la sonrisa de siempre que poco me duró. Al ver su preciosa cara, sus blancos dientes en aquella sonrisa que siempre parecía de chulito, la mía se alargó hasta dejarme cara de tonto.

—Hola —dije con una voz demasiado suave. Pensé en besarle, pero no podía hacerlo, no éramos pareja.

Él rió y me respondió—. Hola de nuevo, apuesto Jin.

Le dejé que entrara y dejó sus cosas donde pudo como siempre. Fuimos hasta el comedor y le vi que se detenía a mirar fijamente el sofá. Parecía que se había olvidado de que estaba ahí. No sabía si debía hablar pero aún así lo hice.

—No te preocupes, hoy no hay ese tipo de pelis —bromeé con lo que fue la causa de que todo entre nosotros cambiara.

Él me miró con extrañeza a la vez que cierta tristeza en sus ojos.

—Qué pena, había venido por eso —me dejó trastocado en ese momento. No sabía cuanta verdad había en sus palabras.

—¿Sí? ¿Prefieres el porno antes que a mí? —Me acerqué a él para darle un puñetazo suave en el hombro, él sonrió y sin apartarme la mirada habló.

—Es una pregunta complicada. Prefiero el porno siempre y cuando ese porno seas tú. Así que supongo que las dos opciones son correctas.

Tragué saliva con dificultad y noté como mi temperatura corporal subía. Sus palabras causaban mucho en mí. Lo tenía ahí en frente y sólo podía pensar en lo jodidamente guapo que era. Tenía unas ganas tremendas de acostarme con él. No sabía si era que mi mente me jugaba una mala pasada pero él parecía ir con la intención. Por si acaso, no dejaría pasar la oportunidad.

—¿Entonces vas a querer un show privado? —Pregunté con un tono jocoso mientras me acercaba a la mesa, cogía el mando de la televisión y la apagaba.

—¿Puedo pedirlo? —Sentí que sus ojos se fijaban en mí.

Me di la vuelta y con una sensual mirada directa respondí—. Hoy puedes pedirme lo que desees.

Caminé hacia mi cuarto, mirando hacia atrás para ver si me seguía, entré y cerré la puerta, esperando ahí dentro a que apareciera. Lo que le había dicho era cierto. La semana pasada él se entregó a mí e hice lo que quise con su cuerpo, hoy quería que fuera al revés, que él también disfrutara. Porque no sólo era sexo... Había algo más.

La puerta se abrió y con ello entró un poco de luz. La habitación estaba apagada y sólo había una suave lamparita que iluminaba todo.

Yamapi cerró tras de sí y sin dejar de mirarme fue hacia la cama y se sentó, con las piernas encima y apoyándose en el cabezal. 

—Quiero que mi show empiece —me señaló el lugar donde quería que me pusiera, que era justo en frente de la cama, para tener directamente a vista.

Fui ahí y me coloqué con una sonrisa ladina, deseando que todo aquel juego comenzara.

—Dime que es lo que quieres que haga —me relamí los labios, deseoso por probarle ya, aunque por lo que parecía llevaría un poco de tiempo.

Él sonrió y señaló mi bulto—. Se ve bien grande desde aquí.

Lo agarré con la mano y apreté mi miembro aún flácido—. Y eso que ni está duro —me reí después de decirlo.

—Quítate la camiseta muy lentamente

Obedecí. Poco a poco fui levantándome la prenda desde abajo, enseñando mis abdominales mientras me movía de forma sugerente. Hice fuerza para que todos mis músculos se marcaran más y terminé sacándomela. La tiré hacia él, que la agarro y se mordió los labios mientras me miraba.

—Tócate un pezón.

Pasé la mano por mis pectorales, sin dejar de mirarle, con mucha suavidad y después con una mano empecé a estimularme el pezón. Cuando se puso completamente duro llevé un dedo a la boca, lo lamí y después humedecía el pezón para apretarme la punta.

Yamapi se rió divertido ante aquello y me pidió que me diera la vuelta. Antes de hacer vi como llevaba una mano a su bulto duro en el pantalón. Yo también estaba empezando a ponerme demasiado cachondo.

—Bájate los pantalones, quiero ver ese culo precioso.

Dejé mis pantalones caer al suelo, quedando completamente desnudo porque no llevaba ropa interior. Me apoyé en la pared y saqué un poco la cadera en dirección a Yamapi para que pudiera ver todo bien.

Le escuché suspirar y oí como se desabrochaba el pantalón. Se lo bajó y lo dejó caer al suelo. Quería mirar pero no podía.

—Mueve tus caderas.

Empecé con el movimiento suave, imaginando que lo tenía frente de mí y le estaba dando. Él no quitaba sus ojos de como mis músculos se movían en aquel baile.

—Azótate.

 Me pilló de sorpresa pero lo hice, me di fuerte en una nalga, escuchando el sonido y después sintiendo el picor.

Por como gemía supe que se estaba tocando. Yo ya estaba duro como una piedra.

—Date la vuelta.

Me encantaban sus órdenes. Lo hice y dejé que viera todo mi miembro completamente rígido deseoso de ser estimulado. Mis ojos se fijaron en él, que estaba completamente desnudo de cintura para abajo, masturbando su pene de una forma muy caliente.

—Ahora ven aquí y sé mío —pidió con una voz muy grave y sensual, como si me estuviera cantando al oído.

Me acerque a la cama y me subí, comencé a gatear hacía él y cuando estuve encima le obligué a que se quitara la camiseta. Ahora estábamos los dos desprovistos de cualquier prenda. Le miré a los ojos y me lancé a sus labios, besándolos con intensidad. No podía creerme que aquello estuviera pasando de nuevo. Unimos nuestros cuerpos y los frotamos en un movimiento bastante frenético. Se nos notaba a los dos que estábamos ansiando eso todo el día.  Nuestras lenguas peleaban para ver quien conseguía besar mejor al otro y nuestros miembros duros se golpeaban en los movimientos. Al separarnos del beso, le mordí el labio inferior, llevándomelo conmigo hasta que tuve que soltarlo.

Jadeantes unimos nuestra frente y yo conseguí el valor suficiente para pedirle lo que había fantaseado.

—Yamapi, házmelo tú hoy.

Sonrió, lo hizo de forma muy sincera, contento diría yo y me volvió a besar. Supe que aquella era la respuesta. Se quitó de debajo y me quedé yo tumbado sobre la almohada, dejándole mi parte trasera sólo a él.

Se puso sobre mi espalda y comenzó a besarme el cuello. Toda la piel se me erizó con el contacto y siguió descendiendo en un camino de besos hasta llegar al final de mi espalda. Con sus manos acarició mis nalgas para después separarlas. Sentí que me soplaba en mí entrada y supe lo que iba a venir al igual que supe que no iba a poder contener mi gemido. Su húmeda y fresca lengua atacó mi agujero y mi voz salió disparada en un ronco quejido. Aquella sensación era maravillosa y Yamapi era muy hábil. Movía su lengua por alrededor de mi entrada, estimulándola a la vez que sus labios me masajeaban la zona. Era maravilloso y me alegraba de que lo hiciera. Llevaba años sin que nadie entrara por ahí detrás y si me lubricaba antes sería mucho mejor.

Terminó aquel dulce contacto para seguir con lo que los dos estábamos deseando. Se echó un poco sobre mí y con una mano colocó su miembro para poder ir introduciéndolo poco a poco. Apreté mis dientes, sintiendo un punzante dolor. Poco a poco conseguía sobrellevarlo y le dejaba entrar más y más. La sensación  era extraña pero en unos segundos y una vez estuvo entera dentro comenzó a transformarse en un placer indescriptible. Suspiré y me relajé, abriéndome más para él y comenzó a moverse.

Se tumbó sobre mi espalda, abrazándome a la vez que se movía. Nuestros cuerpos estaban completamente pegados y sentía sus gráciles movimientos en el interior. Era como un masaje que me ensanchaba para que él pudiera disfrutar, para empezar con la desatada pasión que los dos conocíamos cada vez que nos veíamos. Empezó a mover su cintura de arriba hacia abajo, dejando que saliera para después embestirme con una fuerza que no sabía que tenía. Cada vez que me hacía aquello gemía, porque me gustaba demasiado. Porque él era lo que me gustaba demasiado.

La velocidad aumentó y con ello sus gemidos. Había perdido el control de mi mismo para ponerme a su merced. Apretaba mis paredes para retenerle más tiempo, para darle placer y él me lo devolvía con estocadas más fuertes que me hacían llegar al éxtasis. Se levantó un poco, separando nuestras pieles para darme aún más fuerte mientras gritaba y sentía algunas gotas de sudor caer sobre mi espalda.

Aquello era lo más delicioso que me habían hecho. Al cabo de un rato, cuando Yamapi pareció haberse cansado decidí que quería yo manejar la situación. Le obligué a que se tumbara boca arriba y me senté sobre él. Agarré su duro miembro que estaba más caliente que nunca y con cuidado fui sentándome sobre él, dejando que entrara hasta que por fin me ensartó de lleno. Los dos dejamos escapar unos suaves gemidos y nos miramos con una sonrisa. Deslicé mis manos desde su cintura hasta los hombros y después descendí de nuevo para apoyarlas en sus pectorales. En ese instante comencé a mover mis caderas en círculos con él dentro.

Yamapi cerró los ojos y se dejó. Yo aumentaba el ritmo con el que se lo hacía, moviéndome de forma muy hábil, como si estuviera bailando y aquella fuera la coreografía más maravillosa del mundo. Vi como gemía y sus labios se resecaban, me agaché sin cesar el movimiento para besarle y humedecerlo de nuevo. Después volví a la otra posición y empecé a transformar la escena un poco más dura. Dejé el movimiento circular para comenzar a botar sobre él. Sentía como salía toda para luego llenarme con su plenitud. Él gemía complacido y no había nada mejor que eso. Mis botes fueron más urgentes, por mi necesidad de disfrutar de aquella fruición. El sonido de mis nalgas cayendo contra él era fantástico y para agradecerme todo lo que estaba haciendo llevó su mano a mi miembro para masturbarme.

Un movimiento muy inteligente y que consiguió derribarme por completo. No le llevó ni cinco minutos y terminé corriéndome en toda su tripa, llegando incluso hasta sus pectorales. A pesar del orgasmo que había tenido no me detuve y continué, sin dejar de moverme hasta que pude sentir como liberaba todo su semen en mi interior. Los dos unimos nuestros orgasmos y terminamos agotados. Me dejé caer a su lado, un poco dolorido y sintiendo aún el liquido caliente en mi interior. Él saco fuerzas para echarse sobre mí y estuvimos ahí besándonos durante un rato.

Al final la situación se relajó un poco, todo nuestro cuerpo había tornado a la normalidad y reposábamos el uno junto al otro, abrazados, robándonos algún beso de vez en cuando.

Le miré a los ojos y dejé entrever todos mis sentimientos a través de aquella mirada. Él me miró fijamente también y noté cierta duda, pero no me dejé amedrentar y me confesé.

—Te quiero, Yamapi.

Sus ojos se abrieron más en tono de sorpresa, su cuerpo se paralizó. Abrió sus labios, no para recitar lo que quería escuchar, si no en síntoma de su perplejidad.  

Lo había estropeado todo, lo había hecho en ese momento y lo sabía. 

Notas finales:

¡Hasta el próximo! Muchisimas gracias por leer.


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