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Especies por pk2solitarios

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Notas del capitulo:

La historia de Kaguya y la de Indra. Por fin. Espero que esto aclare muchas dudas.

Feliz navidad!!! Prospero año nuevo!!!!

Kaguya


Kaguya se levantó violentamente en medio del desierto. Nuevamente la luna la despertaba, su brillo era igual al llanto de un niño para sus finos oídos. Abría sus ojos y salía de su escondite de arena sin temor de morir quemada por el intenso sol del desierto. Nuevamente sus ojos contemplaba la luna y sus manos buscaban tocarla pero le era imposible. Estaba tan lejos… Tan lejos… la tristeza vistió su cara de un semblante dudoso. Mientras se elevaba y comenzaba a caminar sobre la arena caliente. El sol marco un cuarto intermedio en la batalla contra Indra, dejándola reposar y recuperar fuerzas. ¿Cuantos años llevaba sin comer?. Miro sus manos, estas no mostraban pérdida de peso, pues como vampira estas cosas no eran fácilmente visibles. Se notaba en el tiempo de curación de sus heridas. Miro aquella herida en su brazo, las garras de Indira dejaron su brazo casi colgando y no mostraban mucho avance en la curación. Supuso que de seguir así moriría próximamente. Era injusto supuso pero desde cuando una guerra era justa. La única razón de seguir de pie era su especie… si ella moría toda su especie moriría. Ella los haba creado, si ella su don de eternidad desaparecería cual hielo en primavera. Pero acaso ¿no estaba ocurriendo eso?, Su especie se debilitaba en las últimas cinco décadas, desde la conclusión de la guerra contra los licántropos desdés que Indra inicio la cacería, desde que dejo de alimentarse… 


-Nagato…- Susurro el nombre del infante vampiro y aun con aquella herida en el brazo hecha por Indra se dispuso a seguir adelante. Si… Nagato, debía concluir ese asunto pendiente.


“Eres extraña” oyó en su cabeza la voz de Nagato “Una mujer puede ser delicada y pedir ayuda… Un hombre no” Tambaleantes obligo a sus pies a seguir adelante. Pero de pronto se detuvo y miro la sombra que aparecía en el suelo. Elevo la mirada y vio fijamente a Indra a los ojos. No pudo evitar reír con amargura. Este juego era retorcido… Acaso él la esperaba, esperaba que se recuperara y saliera para dar nuevamente inicio a la batalla. ¿Con que sentido? No solo pudo matarla durante el día si sabía dónde estaba.


-¿Aun sigues enfadado por matar a tu mujer?-Le dijo desafiante. A medida que alzaba la cabeza y le miraba fijamente a los ojos. Pues Indra tampoco estaba del todo bien. La vampiresa le había clavado los colmillos más de una vez, de seguro su cuerpo aun luchaba contra el doloroso veneno. Ambos parecían buscar algo en la mirada del otro. Algún rastro de su pasado, algún sentimiento latente… pero ninguno dejaba ver nada más que el tedioso resultado de la guerra: el deseo de venganza.


-…-Indra no respondió. Solo comenzó su transformación. Mientras Kaguya cerraba los ojos y susurraba para sí misma:


-Solías ser un bebe llorón al que cambiaba los pañales y cuidaba…- Recordó el pasado- Ahora eres una molestia…- Concluyo antes de saltar, pues él la atacaba con sus filosos dientes. Kaguya miro con detenimiento a Indra. El gran lobo negro que tenía una sola cola. Quien diría que el más poderoso de esa especia solo poseía una simple cola. ¿Qué le hacía diferente del resto? Simplemente su poder. Él era el original, dominaba sobre todo aquel que tuviera sangre de licántropo. Mientras más pura era la sangre más poder tenía sobre estos. Quizás por ello parecía tan poderoso que nadie se atrevía a desafiarlo. O quizás por el hecho que era el único resistente al veneno de Kaguya, de ser otro ya habría muerto en cuestión de días, pero a Indra solo le causaba malestares temporales, jamás le causaría la muerte. Igualmente las heridas que Indra le causaba a Kaguya para ella eran heridas que no tardaban demasiado en cicatrizar, pero por su falta de comida estaban tardando más de lo debido.


Estarían en iguales condiciones en otro tiempo, incluso ahora al ver la diferencia seguían muy parejos, pero la diferencia era simple: Kaguya deseaba matar a Nagato. Indra no le interesaba… De hecho no deseaba luchar contra él, Era su pequeño hermano después de todo y la muerte de aquella humana fue un accidente, pero como hacerle comprender aquello al licántropo. Las excusas no sirven en un mundo donde una tonta guerra destruye siglos de hermandad y todo rastro de simpatía. Kaguya dejo un flor de lirio sobre la tumba de la mujer, no por sentir pena de su muerte o culpabilidad, solo la dejo en memoria de aquel pasado que era olvidado, uno donde ambas especies alguna vez convivieron untas y ambos guardianes eran hermanos que se cuidaban el uno al otro de los humanos.


Todos nacieron del árbol de la vida. El primero fue Menma, La segunda fue Mikoto. Tal como Adán y Eva con los humanos. Menma y Mikoto se reprodujeron y dieron inicio a diferentes especies. En cada una Mikoto entrego gran parte de su poder. En cada una le dio una característica especial y Menma le ayudo. El primer hijo Kaguya. Tan blanca y fría como la nieve. Nació una noche de luna llena. La  pequeña poseía una característica especial, todo lo que tocaba moría pues absorbía su poder. Los ojos de Mikoto y Menma se miraron y Menma lo decidió, pues vieron como los humanos se multiplicaban y acababan sin misericordia los regalos de la naturaleza.


-Te alimentaras de ellos-Les señalo- Serás tan poderosa como la misma humanidad y vivirás tanto como ellos- La tomo entre sus brazos y luego la dejo en el suelo para mirarla gatear en dirección de los humanos que al verla la cobijaron en sus brazos y ella por el hambre los asesino. Según debía la sangre de los humanos crecía, se hacía más fuerte y más fría. No solo debía su sangre sino todo su ser. Cada recuerdo, casa emoción, cada sentimiento.


Miro a Indra su hermano, Hermano a quien su padre le dio el legado de las bestias. Era licántropo, un ser poderoso cuyo lazo con la naturaleza era fuerte, por tanto eran como sus guardianes. Más para los ojos de Kaguya era el único ser fuera de sus padres con el cual ella podía entablar una relación pacífica. El único fuera de sus padres que no le rehuía aterrado.


Tomo a Indra en sus manos y le dedico una sonrisa imitando a su madre Mikoto. Indra solo tomo sus cabellos y los metió en su boca mordiéndolos pues sus dientes le molestaban.   


Kaguya que no conocía de la calidez supuso que ese sentimiento dentro su pecho al sujetar algo que no le temía era lo que los humanos denominaban Amor o quizás solo el calor que desprendía su hermano pues su pues ardía por su misma naturaleza, mientras que la piel de Kaguya era fría como la nieve.  


-Madre-Dijo mirando a Mikoto


-Dime


-¿Alguna vez yo podre amar a un varón y tener descendentica como tú y papa?- Mikoto quedo perpleja por la pregunta y miro a Menma, sospechaba la respuesta. Su deber era crear especies que sirvieran de control humano, más dudo que sus hijos llegaran  a ser fértiles pues tenían demasiado poder.  


-No-dijo Menma seco. Era racional sabía que si su hija tenía descendencia esta sería un problema para el mundo, por esos el mismo la limito -Pero podrás convertir humanos. Serán débiles a comparación tuya y se verán dominados por tu poderío, serán eternos y se alimentaran de sangre humana, pero si algún día tu murieras ellos también desaparecerían- Dijo Menma y Kaguya asintió emocionada aunque su fría personalidad no dejaba verlo. Dudo que alguien pudiera matarla y se alegraba de saber que tendría compañía idéntica a ella. No estaría sola.


Lo tomo entre sus manos. Era bello, era tierno, era su tipo… sin dudarlo lo mordió y absorbió su sangre, pero no supo cuando detenerse y antes de convertirlo ya lo había asesinado. Le soltó al sentir su corazón paralizado y miro tirado en el suelo. Indra que corría por el lugar se detenía y miraba a Kaguya. Le parecía extraño que su hermana jugara con un cadáver, pero no le tomo importancia hasta que vio de sus ojos salir sangre y su tercer ojo abrirse. Dio media vuelta y siguió con sus travesuras. Los humanos le parecían muy interesantes, tontos pero interesantes. Fueron años después que el licántropo comprendió lo que ocurría.


-Mataste a otro pretendiente hermanita-se burlaba y Kaguya no le respondía como era su costumbre. No tenía sentido responderle, simplemente se marchaba.


Cuantos años siglos con esto. Cuantas décadas miro morir a quien atrajo su atención, a quien espió y jamás toco por miedo a lastimarlo resignada a la soledad, pero todo tiene un límite. Así que decidió ensayar  con cualquiera. Una y otra vez. La línea para convertirlo era tan débil. Esta un leve paso a la muerte. Pero tenía la eternidad para seguir practicando y tantos humanos como quisiera. Dejo de ser selectiva y buscar a alguien que llenara sus expectativas: Ladrones, enfermos, asesinos… todo era útil para sus prácticas y sin darse cuenta llego el gran triunfo: vampiros de oscuro corazón que la negaron y siguieron su camino en busca de sus reinados.  


Kaguya no se molestó de esto. Fuera de la frustración estaba emocionada. Supuso que eran necesario fallos antes del éxito, ahora podría buscar una pareja ideal y convertirla en su acompañante eterno.


Camino entre los matorrales y miro a Indra. Ya no era un niño. Ahora era un hombre y caminaba a gusto con una mujer. Ella sujetaba un bebe… Era el hijo de ambos. Kaguya agacho la cabeza desde la sombra de un árbol. Miro nuevamente la luna… Si. Pese a ser ambos hijos de los mismos padres era obvio que eran diferente Indra era como el sol. Siempre alegre bríllate y lleno de vida, tanto en la noche como en el día… ella… Ella era como la luna, opacada por su luz, siempre visible en la oscuridad, siempre fría y desolada… siempre símbolo de penurias y misterio. Pese a su melancolía rio, su hermano no estaría solo nunca más, y ella tampoco…


-Kaguya!-Grito Indra enfadado a su hermana. Detrás de él su manada de licántropos hijos de sus hijos.


-Dime-Repuso tranquila la vampiresa


-Has algo para controlar a tus creaciones solo destruyen todo lo que se les pone enfrente


-No puedo-Dijo la mujer


-Hable con padre. Su tu no le pones un alto, yo lo hare…


Kaguya lo miro y no dijo palabra alguna. Tampoco evito la masacre. Tenían razón. Sus creaciones estaban fuera de control. Y las de Indra… contemplo a los lobos rebosantes de poder y alegría… Eran como Indra: eran como el sol.


La primera Masacre corrió Los licántropos se desasigna de las primeras creaciones de Kaguya con la ayuda de Indra. Supuso que era lo correcto. Y debía empezar de nuevo. No podía darse el lujo de renunciar a formar una familia. Esta vez lo haría bien, no escogería al azar sus nuevas creaciones, los elegiría de acuerdo a su expectativa.


Tomo una margarita y comenzó a desojarla. Lentamente bajo la luz de la luna cuando sus ojos miraron el proceder de unos gritos. Lentamente camino en esa dirección y vio lo que jamás creyó… Los licántropos destrozaban las aldeas humanas hambrientos de poder. Busco a Indra con sus sentidos, pero no le encontró. ¿Debía interferir? Se preguntó, cerró los ojos y fingió no ver, no oír… no saber. Pero Indra hacia acto de presencia cuando la masacre había concluido. Ambos se miraron y no dijeron palabra alguna. Indra soberbio como era solo la paso de alto, no tenía intenciones de discutir con ella, no tenía por qué darle explicaciones.


Kaguya bajo la cabeza y contemplo su margarita. Dio media vuelta. ¿Qué derecho tenia ella de reclamar por la vida de esos humanos?, a cuantos ella no había matado. Volvió a perderse en el bosque y miro a algunos humanos que sobrevivieron a la masacre, no dudo en convertirlos. Y así nacieron los primeros eternos cuyo recuerdo de la masacre mantuvieron a raya a Indra y sus tropas de lobos que arrepentidos no se animaba a matarlos. Con pablaras llegaron a un acuerdo. Ambas especies no interferían con la otra.


Kaguya creyó que al fin se hacía de una familia, más nuevamente caía en la cruda realidad… Cada una de sus creaciones corrían en busca de sus ambiciones. Mientras ella se quedaba sola en medio de la oscuridad esperándolos. Mirándolos de lejos… cual fantasma que era llamada para convertir otros en su especie.


El mundo seguía en curso. Todos seguían luchando por hallar su lugar en el mundo. Cuando sus ojos se posaron en unos unicornios. Supo que eran los animales que su madre creo para apaciguar las desventuras de los humanos. Lentamente se acercó a uno y este se acercó a ella y cambio de forma.


-Mikoto-dijo. Y la mujer de cabellera negra se acercó a Kaguya y acaricio su cabeza


-Te vez bien…


-Padre y tu…


-Menma está bien. Se ha obsesionado con el mundo. Desea conocerlo todo. Todo está cambiando tan deprisa que nos hemos quedado chiscos, casi en el olvido…


-pero ustedes son los creadores de las especies…-Le reclamo Kaguya


-Sí y no… También fuimos creados-Dijo tocando la frente de su hija donde escondía un tercer ojos- era la primera y la más poderosa… pero la más frágil y la más piadosa- Le susurro Mikoto


-No quiero estar sola- dijo Kaguya aferrándose a los brazos de Mikoto como cuando era una simple niña.


-Nunca estarás sola. Tu padre y yo somos eternos y siempre estaremos aquí cuando tú lo necesites.


-No quiero estar sola- volvió a decir la vampiresa. Mikoto la miro fijamente a los ojos y comprendió su brillo opacado por esas lágrimas de sangre. Kaguya fuese inmortal o poderosa no dejaba de ser Mujer, no dejaba de tener esa necesidad de amar y tener algo suyo a quien cuidar. Mikoto quiso llorar con su hija pero no podía hacerlo, solo ella podía hallar su lugar en el mundo no podían interferir aunque… negó con la cabeza sin dejar de abrazarla hasta que la noche concluyo y el sol salió. Kaguya trato de separarse de su madre aterrada por el sol, mas Mikoto no soltó el abrazo y le sonrió.


Fue al primera vez que Kaguya miro al sol sin temor y vio le mundo iluminado junto al único ser que le daba calma y esperanza. Fue la primera y última vez que corrió sobre su calidez y fue también el día que conoció al amor de su vida y creyó nuevamente encontrar su camino.


Nagato era un hombre sencillo, un simple campesino cuya meta en la vida era vivir pacíficamente. Cuando se hallaba en el sembradío miro a una extraña mujer blanca como la nieve y eso simplemente llamo su atención acercándose a la mujer que no dejaba de correr cual conejo en primavera.


-Se la ve muy feliz Señorita- Kaguya salto cual gato asustado y miro al extraño. Calmo sus nervios al verle fijamente, era extraño, no le huía. Cerró los ojos y volvió a verle fijamente, no sabía cuánto tiempo el poder de su madre la dejaría disfrutar del día.


Nagato trago saliva al ver aquellos ojos blancos. Acaso era una deidad de la naturaleza. Pensó acercándose lentamente para no asustarla y así poder tocarla.


Kaguya sintió el roce de su tacto, el calor de su ser, la sencillez de sus actos, la absurdez de su curiosidad descuidada, la nobleza de su corazón… Simplemente lo sintió como era de verdad. Diferente a todos los humanos que conoció y asesino. “Mío…” pensó en un anhelo pero se detuvo al volverlo a ver y de sus ojos hallar el futuro que el hombre de cabellera roja deseaba: en su mirada veía una familia que corría y disfrutaba del cálido sol día tras días, que dormía en las noches, que se amaban sin miedo, que carecían de rareza y poderío, pero aun así eran felices con la sencillez de su existencia. Una pareja que tenía descendencia y envejecía con los años y miraba a su descendencia con la que compartía mil vivencias y en una cálida noche de invierno cerraban sus ojos y desaparecían.


Tal fue el asombro al ver ese simple anhelo que ella no podía cumplir, que no noto cuando los labios del hombre se fusionaban con los suyos, mientras sus manos limpiaban esas lagrimas rojas que Kaguya derramaba.


Lentamente se alejaron el uno del otro expectante de la reacción del otro.


-Lo siento…-Dijo Nagato- pero tenía que hacerlo…- Se excusó sin fundamento, solo manifestando que era un deseo. Kaguya le miro y le espeto una débil sonrisa y negó con la cabeza al momento de marcharse y dejarle confuso.


No mataría a ese hombre, no lo lastimaría ni cambiaria. Todas las noches posaba su mirada en él, en su placido sueño cual ángel que resguarda a un niño. Lo vio convertirse en un hombre de mediana edad, lo vio casarse con una doncella, lo vio como padre y vivió desde lejos toda su vida, compartió su tristeza y sus alegrías. Se sintió tan llena de felicidad aun sin siquiera ser partícipe de esta. Pero los buenos tiempos acabaron tan pronto como llegaron. Las guerras comenzaron a dejar de ser rumores y tiñeron el campo cubierto de nieve en rojo sangre. Le miro tratar de proteger a su amada, a sus hijos. Caer perdiendo la conciencia tras un golpe y a su familia ser masacrada. Todos a excepción de él que despertaba y hallaba a su hijo menor escondido bajo la cama mientras su casa se incendiaban. Rápidamente lo tomo y con todo el dolor de su alma abandono los cadáveres de su amada y el resto de sus hijos.


Los sueños y ambiciones de Nagato se desmoronaban en una sola noche de invierno. Mientras luchaba por seguir adelante ante la furiosa tormenta. Kaguya en medio del bosque le animaba a llegar a su lado. Esta vez le convertiría y juntos estarían por siempre, pero apenas llego al bosque sus piernas cedieron y el niño caía en la nieve. El corazón de su amado comenzaba a detenerse ante el frio.


Kaguya tomo al niño en manos. Supuso que debía matarlo, más al sentir una mano jalar de su kimono se detuvo y le miro


-Por favor…-Le suplico recordando a la mujer. Ella tomo al niño y en el acto sintió como el corazón del hombre que amo descansaba en paz. Miro al niño que parecía seguir a su padre y sin dudarlo ante el temor de perder el único recuerdo del ser que amo lo convirtió en vampiro.


A diferencia del resto de sus creaciones que se dispersaron por el mundo y siguieron sus ambiciones, Nagato solo despertó entre sus brazos y quedo a su lado como todo niño que anhela el cobijo de un adulto pues se siente desprotegido. Kaguya sabía que Nagato no era el único en ser convertido siendo un simple niño, excuso y comprendió a las vampiresas que convirtieron a otros infantes en sus fieles hijos cuyo cariño jamás abandonarían. Sin embargo no dudo en aceptar que los caprichos de los niños infantes rompían las reglas, pues su hambre era implacable.


No se tardó más de un simple siglo en declarar el decreto que se vio obligada a aceptar para evitar la extinción de su especie pues Indra apoyaba  a sus hijos: de no matar a los infantes el mismo lo haría y mataría a las vampiresas que cometieran tal acto.


Los vampiros apoyaron tal decisión de los licántropos y sin piedad dejaron expuestas a las vampiresas con sus retoños al abrazante sol.


Los ojos de Kaguya miraron los horribles actos de sus creaciones. Miraron a Nagato y tomo la decisión más dolorosa cuando vio que su pequeño pelirrojo volvía a destruir toda una aldea de humanos: Todos los infantes vampiros debían morir.


-Corre… Huye… escóndete donde mis ojos no puedan verte, donde mis sentidos no puedan percibirte. O hazte fuerte y acaba con mi vida para poder vivir la tuya…-fueron las palabras que Kaguya le dijo a Nagato por última vez, antes de cerrar los ojos y dejarlo marchar. Para luego dar inicio a una cacería. Mientras paralelamente la tensión entre los vampiros y licántropos volvía a subir a niveles insoportables esta vez por culpa de los híbridos.


Kaguya no dudo en forzar a Indra a tomar la misma decisión que ella tomo con los infantes y le obligo a matar a todos los híbridos y descendientes de híbridos pues aludía que su especie comenzaba  a salirse de los límites permisibles: Nueve colas, diez colas… esos ya eran inicios de evolución y no estaban permitidos.


Indra muy a su pesar acepto.


La paz parecía retornar cuando Nagato asesino a una mujer en medio de un camino. Ironía del destino… era nada más y nada menos que la mujer que Indra amaba, su primer amor y única humana con la cual llegó a emparejarse. Kaguya lanzo a Nagato lo más lejos que pudo, pues si ella buscaba matar a Nagato de la forma más rápida e indolora, Indra lo torturaría por la eternidad. Tomo entre sus brazos a la mujer y succiono el resto de su sangre. Su corazón se partió al ver que esta esperaba un hijo del su hermano. Cuando Indra llego al lugar miro a Kaguya y su ira se desato.


Desde entonces comenzó su persecución y su clara finalidad Matarla. Pero antes que eso llegase a pasar Kaguya quería matar a Nagato para así concluir su ciclo de errores y arrepentimientos.


….


Shikamaru llego al lugar donde se suponía debía estar el unicornio, pero solo encontró como ese castillo con la entrada de búhos se desplomaba ante sus ojos y de él salía un extraño hombre enmascarado, que camino en su dirección ignorándolo. Shikamaru en su posición de licántropo no dudo en retroceder, pues sus instintos le gritaban que era peligroso. Quizás otro guardián.


Menma que empezó a tomar conciencia de la presencia de los licántropos se acercó a Shikamaru y miro sus ojos. Se notaba sumisión y lealtad. Era los típicos ojos de un licántropo de rango menor. Sintió leve melancolía al recordar a Indra, a Kaguya y sobre todo a Mikoto.


-¿Qué buscas?-Le interrogo


-Yo…-Shikamaru trago saliva debía decirlo, debía salvar a su alfa- busco el cuerno de unicornio para salvar a mi alfa- Menma nuevamente le miro… el lobo decía la verdad, sus intenciones eran simples y sin afán de poderío o reconocimiento alguno. Debió aceptar que después de tantos años será el primero que buscaba el poder de su amada para el bienestar de otros.


Suspiro…


-toma- le lanzo una extraña semilla de color verde cuya forma se asemejaba a un durazno- no morirá su consume esto- concluyo antes de desaparecer cual arena con el viento ante los ojos de Shikamaru y el resto de los licántropos.

Notas finales:

Wiiiiii.

Espero les haya gustado. Próximamente retomamos la historia central. Este capítulo era necesario, pues ya muchos preguntaron la razón de la rivalidad entre ambos guardianes, y aquí vemos mas a Mikoto y sabremos próximamente que fue de ella.  


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