Unconditional, unconditionally.
Incondicional, incondicionalmente.
I will love you unconditionally.
Te amaré incondicionalmente.
Mis pies se hundían ligeramente en el barro. Hacía poco que habían regado, lo que dotaba el aire de un ligero y fresco olor a césped bastante agradable. Avancé con cautela, tratando de mancharme la suela de los zapatos lo menos posible, a pesar de que, en ese instante, era lo último que me importaba. Y, si tenía suerte, no tendría que preocuparme de esas menudeces de aquí en adelante. El viento soplaba frío, por lo que ajusté las solapas de mi chaqueta para tapar mi cuello. Una costumbre que adquirí con el tiempo, pues mi cuerpo no siente ni padece las inclemencias atmosféricas igual que los demás. Apreté el paso, ansioso por terminar la tortura de una vez. Mis esperanzas estaban puestas en la desesperación (irónicamente) que me embargaba y si eso no era suficiente, yo ya no sabía qué hacer. Cinco minutos después, desemboqué en la pequeña plaza central, coronada por una estatua en mármol blanco y pulido de dos metros con forma de ángel. Sus alas estaban extendidas, como si pretendiera acoger bajo su seno a todos sus protegidos. Aunque debía transmitir paz y eternidad, a mi solo me provocaba escalofríos. Torcí por el pasillo de la derecha, en la primera esquina una vez más a la derecha, y quince pasos en línea recta. Parecía un acertijo. Llegué a dónde me proponía, un lugar que conocía a la perfección.
Las flores yacían marchitas en un lateral y me apresuré a apartarlas. Despacio, me incliné y recosté en la fría losa, que me proporcionaba un cómodo respaldo. Alcé la vista. El cielo resplandecía en un azul impoluto, carente de nubes o cualquier elemento que pudiera estropear el precioso mar infinito. Cerré los ojos y suspiré. De pronto, la soledad más absoluta me abrumó y, sobre mis huesos, cayó el peso de los años. Las letras moldeadas de tu nombre se clavaron en mi espalda y me apretujé más contra ellas, ansioso de volver a sentir algo tuyo.
El adiós triste de la hija de Hana, Rei, me aprieta la garganta en un nudo difícil de disolver. Su madre le enseñó bien a dirigir el orfanato, igual que él hizo previamente con ella. Hemos educado bien a las generaciones que han pasado por aquellas cuatro paredes y, en tu ausencia, me he asegurado de que el prestigio que hemos ganado se mantenga cuando todo acabe. Rei será una perfecta directora y estoy convencido de que la elección de los nuevos profesores que incoroporar a las instalaciones será la acertada. Los niños estarán genial bajo su cuidado. Ni siquiera eso me ata ya a este mundo. No hay nada ni nadie que me tienda un lazo lo suficientemente resistente y sentimental como para que me den pena mis intenciones. Si hay algo de lo que me enorgullezo es, precisamente, de no arrepentirme de mis elecciones. Por muy dolorosas que fueran. Por mucho que el perder el sentido de mi existencia, fuera equivalente a arrancarme el corazón de un mordisco.
Noté las manos pegajosas. Sin darme cuenta, había estado arrancando briznas de hierba y ahora mis palmas mostraban un vivo color verde. Verde. Como sus ojos. Esos que aparecían en mis sueños cada vez que lograba conciliarlos. Esos que vi apagarse delante de mi y por los que he llorado por las noches desde entonces.
So come just as you are to me,
Así que ven a mí tal y como eres,
don't need apologies.
no necesitas disculpas.
Know that you are worthy.
Sé que mereces la pena.
I'll take your bad days with your good,
Cogeré tus días malos y buenos,
Walk through the storm, I would,
Caminaré a través de la tormenta, lo haría,
I do it all because I love you.
Lo hago todo porque te quiero.
I love you, I love you
Te quiero, te quiero.
Mi pecho subía y bajaba, sumido en la tranquilidad que me rodeaba y abrumaba. Me da la impresión de que cualquier sentimiento que no sea amor y añoranza ha desaparecido de mi interior. Solo me poseía una nostalgia abrumadora que amenazaba con hacer pedazos mi cordura. Con mis “peculiaridades”, el hecho de que en el futuro debería lidiar con la pérdida estaba más que asumido. Iniciamos una relación inconsciente pero repleta de cariño que ambos sabíamos que nos condenaría. Sin embargo, nos amamos tanto que carecía de importancia la certeza de que nuestras almas iban a terminar rompiéndose. Su ausencia me pesa día tras día y la ilusión infantil con la que nos comíamos el mundo, se fue apagando al darme cuenta de que era irreversible, que no iba a volver. La promesa de no seguirle fue difícil de cumplir. Pero los años pasan y uno se cansa de estar de pie en una realidad que no le quiere. El carrusel en el que estamos inmersos no se detiene para nadie y avanza, indiferente a los que nos quedamos atrás, estancados en una situación que nunca buscamos ni quisimos. Restriego el dorso de mi mano derecha contra la frente, reprimiento el impulso de sollozar igual que un bebé desamparado. ¿Pero qué soy si no eso, Yuu-chan? Un vampiro estúpido y asustadizo que está demasiado agotado como para seguir peleando en un lugar donde no existes. Mírame. Insultantemente joven. Eternamente con dieciséis años mientras tú te marchitabas entre mis brazos, las canas cubrían tu cabello y los huesos protestaban cuando tratabas de incoporarte en el colchón. Fuimos tan inmensamente felices que ni tu humanidad ni mi vampirismo consiguieron amargarnos, y mira que tuvimos motivos para ello.
En el fondo estaba convencido de que esos cuentos de hadas que les leíamos a nuestros pequeños eran ciertos: ¿cómo una historia como la nuestra, tan pura, radiante, dichosa, podía tener fin? ¿No se suponía que el amor verdadero lo curaba todo y podía contra cualquier mal que nos acechara? Me negaba a creer que las princesas no fueran reales, que los finales felices fueran inviables para nosotros. Necesitaba albergar algún tipo de fe.
Hasta que la llama se apagó y me sumí en tu oscuridad. Tú me pediste que me quedara, que disfrutara del “don” de mi eterna juventud, pero no me avergonzaría confesarte que el suicidio entraba dentro de mis planes. Porque no querías entender que sin ti estaba completo e indefenso, a merced de una inmensidad que no comprendía y a la que nunca pertenecí. Estaba vivo gracias a que tú estabas a mi lado. Si me quitabas eso, ¿qué me quedaba?
-Yuu-chan –susurré en un gesto quedo y amargo. Me aparté unos centímetros y encaré la lápida que se ofrecía como mi sostén. “Yuuichiro Hyakuya”. Mi hogar.
Una suave brisa revolvió mi flequillo y me recordó vagamente a cuando solía despeinarme con tal de provocarme. Una lágrima solitaria escapó por mi mejilla. Y luego otra. A través de la cortina acuosa, me pareció ver una silueta difuminada. El corazón se me detuvo y dejé de respirar. Los ojos esmeralda de un chaval de dieciséis años me observaban, sonrientes. Me incorporé de un salto, asustado. Lo que me faltaba era sufrir alucinaciones. Pero cuando su sonrisa se amplió y Akane y el resto emergieron tras él, supe que había llegado el momento. La risa de Yuu me envolvió al acercarse a mí y no pude más que abrazarle y demostrarle lo mucho que le había echado de menos. Temía que mis brazos temblorosos se perdieran en la bruma, mas su figura se hizo sólida y resistente. Hasta olía igual que él.
-Eres un terco. Aún no era la hora –me reprendió, como si fuera un niño travieso que hubiera inflingido las normas. Me daba absolutamente igual.
-Te amo demasiado. No puedes esperar que sea paciente –repliqué con un bufido. Yuu se sonrojó hasta las orejas, consciente de que “te amo” no era muy común entre mis labios. Akane y los demás cuchicheaban divertidos entre ellos, lo cual solo lograba aumentar su vergüenza.
-¿Estás preparado? –preguntó. En realidad, era una pregunta retórica porque me conocía a la perfección. Asentí y me tendió la mano, que tomé encantado.
-Continuemos nuestra aventura, Mika –En cara se formaron dos adorables hoyuelos, muestra de su exitación a causa del reencuentro. Me contagié de su entusiasmo. Miré por última vez el cementerio y me despedí mentalmente de lo poco que me anclaba aquí. Dirigí la vista a las lápidas cercanas, de mis amigos, de aquellos con los que luché y a los que defendí. Yuu hizo lo propio, deteniéndose unos segundos en el gran mármol que reposaba enfrente de la suya. Guren y Shinya también se habían reencontrado.
Le di un ligero apretón en el hombro. Un grupo de hojas secas se arremolinó a mis pies y todo recuperó su sentido.
Unconditional, unconditionally.
Incondicional, incondicionalmente.
I will love you unconditionally
Te amaré incondicionalmente.
There is no fear now,
no hay miedo ahora,
let go and just be free.
déjalo ir y solo sé libre.
I will love you unconditionally
Te amaré incondicionalmente.