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Zero por WriterSilvia

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Notas del capitulo:

¡Segundo capitulo!

En este capítulo se presenta Daiya, el hermano mayor de nuestro protagonista.

Digamos que es un poco... especial

Compruébenlo por ustedes mismos.

 

19 de marzo

 

19 de marzo, sí.

Lo recuerdo, por supuesto.

Mi hermano y yo tuvimos que preparar la cena, como siempre. La casa parecía tan vacía como siempre y la noche había llegado de golpe. No miré el reloj en toda la tarde, pero debían ser las nueve y media.

Nuestro padre siempre trabaja en aquella empresa investigadora. Es un científico, y es alguien genial. De hecho, es demasiado genial en comparación a la ordinariez de nuestra familia. Sin embargo, esto conlleva algunos contras, como tener que limpiar y cocinar, además de realizar algunas otras tareas.

Nuestra madre se marchó hace ya algún tiempo.

Sin avisar, sin decir nada.

Pero supongo que ahora no es momento de recordar eso.

 

19 de marzo resulta relevante para esta historia, de todas formas. Tanto para mi hermano como para mí. Por eso creo que debería añadirle como un personaje más…

 

Se llama Daiya, por cierto.

Daiya resulta indescriptible, y créanme, no es algo bueno.

Todo lo contrario, en realidad.

Si cualquier persona lo viese, lo describiría como el típico joven de veinte años. Grande, apuesto, aunque con el rostro algo infantil.

No es por nada, es sobre todo por sus ojos. Demasiado grandes e inocentes. De todas formas, sus ojos son el caso menos importante aquí.

El principal problema con Daiya es su obsesión conmigo.

Seguramente me estén malinterpretando, así que siento que debo aclarar algo. Él bromea con cosas de ese estilo, como si intentase seducirme y obviar una especie de obsesión conmigo. A veces molesta, otras veces intento ignorarlo. Otras me es imposible.

Esta noche en concreto, por poner un ejemplo.

Estoy en la cocina, fregando los platos. Afortunadamente no me aburre porque solo somos dos personas en casa y apenas hay platos para fresar. El ruido del chorro de agua impide que oiga que Daiya está justo detrás de mí. Bueno, no justo detrás, eso ha sido algo impreciso… diría que unos cuantos pasos más atrás.

Está desnudo.

 

–¡Por Dios, Nozomi! –se queja– ¿Quieres dejar de lavar los platos mientras estoy en la ducha? El agua sale demasiado fría.

–¡Daiya! ¡Cúbrete con una toalla!

 

Intento apartar la vista, pero él se acerca para impedirlo. Su cuerpo está cubierto de agua y gotea en el suelo de la cocina.

 

–Vamos… –se inclina y pone los brazos bajo su nuca, hace que sus partes den un brinco hacia mí– No querrás que tu hermanito se congele y pille un resfriado, ¿Verdad?

 

Maldita sea, siempre con sus bromas molestas.

Empieza a tiritar de frío, pero sé que finge. No tiene nada de frío.

 

–Dicen que el agua fría es muy buena para la piel. –digo.

–Mírame, estoy temblando. Por favor, dame unos azotes para entrar en calor.

–¡Creo que tu relación de pensamiento no funciona muy bien!

–No apartes la mirada del cuerpo de tu hermano. Estás contemplando algo natural, si miras a otro lado haces que me avergüence…

–¿Y no piensas que el que estoy avergonzado soy yo?

–Vamos, Nozomi… Puedes mirar mis partes todo lo que tú quieras, ¿O es que no te gustan? Son bastante grandes. Si me das esos azotes, puede que te deje tocarlas. Sí, te dejaré tocarlas. Es lo menos que puedo hacer por mi hermanito… no puedo negarme a nada que tú me pidas.

 

Su tono de voz es neutral, incluso un poco animado.

¿Quién es capaz de decir tales cosas con voz animada?

 

–Deberías volver a la ducha. –digo– Me estás incomodando.

–Si te estoy incomodando, lo mejor es que te desnudes tú también. Así estaremos en igualdad.

–¿Eso tiene algún sentido?

–Vamos, Nozimi, te he visto desnudo muchas veces. Cuando eras pequeño, también.

–¡Deja de recordarme eso!

–Venga, vamos a desnudarte.

–¡No!

 

Justo cuando se aproxima a mí con las manos abiertas, mi teléfono móvil suena. Salvado por la campana, supongo.

 

–Debería contestar. –digo– Vuelve a la ducha.

 

Mientras Daiya paseaba su musculoso cuerpo de vuelta a la ducha, yo caminaba al salón. Había dejado el aparato sobre la mesa.

¿Un correo?

Oh, es de Megumi. Mi mejor amiga, ya saben.

Mi mano comienza a temblar.

Llega un momento en el que apenas puedo sujetar el teléfono.

 

Nozomi, estoy en peligro. Ven a buscarme al Parque Utsuho cuanto antes.

–Megumi–

 

Al principio no lo pensé.

Pero mientras anudaba los cordones de mis deportivas, listo para marcharme al parque, lo recordé.

Las extrañas desapariciones de las que estuvimos hablando hace solo unos días.

¿Y si Megumi estaba siendo secuestrada?

Se trata de una chica inteligente.

Podría decirse, la persona más inteligente que conozco.

No me sorprendería si hubiese hallado la forma de comunicarse conmigo a través de mensajería electrónica.

De todas formas…

 

Diría que hay un 80% de probabilidades de que esas personas estén muertas en el momento en el que hablamos

 

¿Y si es cierto?

¿Y si Megumi está a punto de morir?

 

Daiya aún continúa en la ducha.

Quizá podría irme sin que se enterase.

Pero él suele pedirme que le frote el cuerpo tras la ducha, a lo que me niego rotundamente. Sin embargo, él siempre lo hace, pase lo que pase.

De ser así…

Probablemente se dé cuenta de que me he marchado demasiado pronto.

Necesito algo de tiempo.

¡Claro! ¡Ya lo sé!

 

Camino hacia la puerta del cuarto de baño.

La golpeo ligeramente con los nudillos y justo en ese momento comienza mi plan.

Aunque erróneo, probablemente.

A quién le importa, Megumi está en peligro.

 

–¡Daiya! –digo sin abrir la puerta– Si me esperas aquí hasta que termine de limpiar la casa, dejaré que mires mientras tomo un baño. Y también dejaré que frotes mi cuerpo con jabón después.

 

No pasa ni medio segundo hasta que la puerta se abre y aparece Daiya desnudo gritando de felicidad.

Seguramente, en otra situación, no me hubiese creído.

Después de todo, no es una persona idiota.

Pero sabía que mi proposición le haría perder su criterio.

 

Y entonces salgo de casa a la mayor velocidad posible. Mi corazón va tan rápido que tengo que detenerme en algunos instantes para tomar mi medicina para el asma del inhalador. Hago demasiados esfuerzos físicos, pero no me importa.

Miro el reloj. Son las diez y cinco minutos.

Aún me quedan otros diez minutos para llegar al parque.

La solitaria calle comienza a amedrentarme.

No es por una razón ilógica.

Simplemente, comienzo a escuchar algo.

¿Son pasos?

Escondo mi mano en el bolsillo y acaricio mi inhalador con la yema de los dedos. Si tengo que huir, no quiero morir de asfixia.

Y entonces se me ocurre.

¿Y si el mensaje de Megumi era una trampa?

¿Y si no lo había escrito ella?

Miro a mi alrededor lo más rápido que puedo. Las sombras de la calle me rodean, en los suburbios apenas hay iluminación y no puedo ver mucho más allá de seis o siete metros de distancia.

Comienzo a pensar con rapidez a medida que la angustia se apodera de mí.

Las víctimas de los otros secuestros se desvanecieron en el aire. ¿No es un poco raro que Megumi me haya enviado un correo telefónico? Sí, es increíblemente lista, pero de todas formas… Es humana. ¿Es capaz de hacer tal cosa?

Lo dudo.

Entonces, partamos de la siguiente conclusión.

 

Megumi no ha enviado ese mensaje.

 

Aun con esa suposición… La persona remitente ha tenido acceso al teléfono móvil de Megumi de alguna forma.

¿Probablemente está bromeando?

 

No.

Megumi es una persona demasiado seria. Ella no gastaría bromas como esta. Por lo tanto, ¿Deberíamos llegar a la siguiente conclusión?

 

Megumi está en peligro, aunque no haya enviado el mensaje.

 

No. Demasiado precipitado.

¿Se lo habrán robado? Eso lo explicaría, pero…

Me quedó en silencio en mitad de la calle.

No veo ningún vehículo.

Desearía ver alguno, entonces no tendría esta sensación.

La sensación de que estoy solo y no estoy solo, a la vez.

Me sorprende un sonido estridente.

Mi pantalón comienza a vibrar. Bien, tranquilo. Es mi teléfono. ¿Será otra vez Megumi? ¿Qué querrá ahora?

 

Antes de que pueda mirar quién solicita ahora mi atención, una silueta sale de repente de la oscuridad y viene hacia mí.

Me golpea con todo su cuerpo.

Su hombro me da en la mandíbula y su codo impacta en mi abdomen.

Pierdo la respiración del dolor, pero sigo consciente.

No podría decir si es un hombre o una mujer. Su placaje ha sido fuerte, pero me ha pillado desprevenido. Alguien con poca fuerza también hubiese sido capaz de realizarlo.

Caigo al suelo.

Desde el suelo, veo mi teléfono vibrar y emitir el tono de llamada.

La persona que me ha golpeado lo levanta del suelo y se marcha tan pronto como apareció.

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer y no olviden comentar si lo desean :3 adoro sus comentarios! ^^


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