.://Cuarta semana//:.
-P-Por favor padre, no!! –Gritaba desesperada mientras movía de forma frenética sus brazos tratando de quitar al hombre de encima suyo.
-Tks! Ya cállate pedazo de zorra –Dijo el hombre mientras forcejeaba con la muchacha, abriendo de forma violenta aquella camisola que usaba la chica en forma de pijama.
-D-Dios!! Papá detente!! Estas ebrio!! –lloraba la muchacha mientras difícilmente se cubría sus pechos y evitaba que el adulto continuara forcejeándola, pero la diferencia era obvia. Pronto ya con ambas manos aprisionadas contra el colchón, la muchacha solo podía sollozar mientras en su mente trataba de ignorar el exterior.
-Buena niña –Dijo el hombre mientras paseaba sus manos sobre su hija.
-…¿Por qué?...
Despertó sintiendo los ojos pesados, movió su cuerpo adolorido levantándose de la desecha cama. A su lado las sabanas estaban completamente vacías y desechas. Lentamente movió sus piernas agotadas sintiendo el fuerte dolor en sus partes bajas.
-De nuevo…
Murmuro la chica mientras se acercaba al baño, se paró frente al espejo viendo su propio reflejo.
-Doy asco…
Se dijo a si misma viendo sus morados cabellos sueltos, camino hasta la tina abriendo la llave y adentrándose en está dejando que el agua tocara su marcada piel, recostó su cabeza en las baldosas dejando que el vapor llenara el cuarto.
-Hoy no iré al instituto, no quiero ir… -dijo mientras sentía nuevamente los ojos aguarse –Saki… amiga… -nuevamente volvió a llorar, como lo había echo desde ese incidente, no le bastaba con tener que soportar los abusos de su padre, ahora no podría caminar por los pasillos de aquel instituto sin recibir malas miradas eh insultos.
Sintió como su pecho se oprimía fuertemente y las ganas de gritar y romper en un mar de lágrimas le estaban ganando. Cuando desearía de hundirse en aquella tina y morir ahogada de una vez, era lo único que mantenía en mente, pero era muy cobarde para acabar con su propia vida, era cobarde para defenderse, para hablar de sus problemas… para todo…
-Saki…Saki amiga, te necesito amiga –lloraba la chica sin poder soportarlo, su mejor amiga de infancia le había dado la espalda, la había ignorado y abandonado cuando más la necesitaba –¿Por qué?... De todos… de todos en el instituto porque tuviste que ser tú la que me diera la espada…
.://OoO//:.
Caminaba por el instituto muy calmado, se sentía increíblemente bien ese día, había quedado con salir con su amado senpai después de acompañarlo a su casa él día viernes. Había pasado todo el sábado anterior con su amado, claro que no pudo hacer mucho y tampoco es como que haya sido una cita, pero con haber estado con él le bastaba y sobraba.
-Aishi-Kun! –Dijo Hayato con su típica animación diaria, parecía estar bien ante los ojos del menor pelinegro.
-Ah, Haruki –“saludo” Ayano al otro el cual, al parecer se conformó con aquella respuesta –Te vez muy animado –Dijo el menor notando el leve sonrojo que aparecía en las mejillas del otro.
-B-Bueno, puedo decir que me ocurrió algo bueno –Dijo el de cabellos verdes muy contento comenzando a caminar junto al pelinegro con dirección al salón.
-No vas a decirme? –pregunto el de cabellos negros.
-Mmh, al receso –Dijo entretenido mientras caminaba entrando al salón tomando su lugar.
La primera clase del día dio inicio y los estudiantes parecían muy interesados en conversar entre ellos, claro no de las clases, no del fin de semana, si no de lo que debió de haber ocurrido con Kokona Haruka de tercer grado, que no había pisado el instituto ni dado señales de vida desde hace siete días “está muerta” decían algunos “se escapó de casa” otros, pero todos variaban en sus respuestas, aunque la mayoría parecía tenerle un profundo odio a la chica de coletas en forma de taladros.
Los maestros, los alumnos, todos interesados en saber que había pasado con la chica “no es la primera vez que ocurre” decían algunos de los profesores más antiguos “la juventud de ahora hace cualquier cosa por dinero” hablaban los más disgustados y conservadores “este tipo de chicas no son más que un desperdicio, no son realmente útiles para la sociedad” y así variaban los comentarios de aquellos que brindaban clases.
-Es desagradable –Soltó Hayato de repente en pleno almuerzo, Kojin no había estado con ellos, se la había pasado en su club encerrado.
-¿Que es desagradable? –Pregunto Ayano mientras muy calmadamente bebía una botella de jugo que había comprado.
-Las cosas que dicen la gente… ¿es que siempre pensaron así de ella? –Dijo mientras veía con desagrado el grupo de chicas que cuchichiaban entre ellas –Es que acaso siempre le han mentido en su cara, ni aquellos que eran sus amigos, ni aquellos que eran sus maestros le dijeron la verdad y solo se guardaban sus verdaderos sentimientos respecto a ella…
-Ya veo… ¿te preocupa esa chica? –dijo no muy agradado, pero logrando disimularlo con la botella de jugo.
-En parte, es una persona más, como tú o como yo, como cualquiera –dijo desanimado.
-Bueno, no tienes que amargarte por eso, estoy seguro de que ella lograra encontrar una solución –Dijo mientras sentía las ganas de romper a reír.
-Hump… espero que sí, no me gusta que alguien este mal, sea por lo que sea
-Por cierto, Hayato hoy estabas muy animado ¿te ocurrió algo especial? –Pregunto Ayano, cambiando el tema rápidamente.
-O-Oh! Bueno –rápidamente la actitud negativa del peli verde cambio a una de emoción –E-Es que bueno, veras ayer –pronto comenzó a jugar con la servilleta que tenía en sus manos –Salí al centro para tratar de despejarme y bueno –Apretó los puños mientras sentía el cuerpo temblar de la emoción.
-Pudiste hablar con Sosuke –Dijo Ayano viendo como el otro asentía animadamente –Ya veo, por eso has estado tan contento.
-Si! Y lo mejor es que hoy quedamos en salir a la tarde –Dijo muy feliz el de ojos verdes.
-Pues te felicito Hayato –Dijo muy calmado viendo como el otro no cabía en su gozo.
Así es como ambos adolecentes pasaron la mayor parte de la hora del receso, pero ya a la mitad de este, Hayato tuvo que irse a su club, dejando a Ayano completamente solo en la azotea el cual muy calmado observaba el cielo, ligeramente nuboso.
Por la puerta, mientras Ayano no prestaba atención, una chica de cabellos cian cabizbaja se le acerco.
-Aishi –Hablo la chica viendo al muchacho que dejo de ver al cielo para ver a la voluptuosa chica.
-Que ocurre Miyu-san –dijo el menor viendo como la otra se sentaba apoyando a su lado.
-…Necesitaba hablar con alguien –Dijo la chica con la cabeza baja.
-Hum? De qué quieres hablar Miyu-san? ¿Por qué no hablas con las chicas del club de cocina?
-No quiero hablar con ellas –dijo seria –ellas… solo se burlaran, necesito a alguien de confianza, que sé que no me juzgara –dijo decidida viendo al otro.
-Vaya que me tienes confianza Miyu-San –Dijo sorprendido ante aquella ingenuidad de la muchacha –Es extraño…
-Es solo que… de todos, eres el único que no ha hablado mal de Kokona, y que no me ha insultado por haber sido su amiga…
-Vaya, ya veo –Dijo el menor mientras dejaba la botella a un lado y veía a la chica que jugaba con su falda reflexionando en silencio –“vaya chica más inocente, claro que no hablare de ella, yo ya cumplí con mi parte, yo fui quien la arruino, pero bueno no es como que pueda gritarlo” –Pensó mientras muy calmado veía a la muchacha –Pues ¿dime lo que quieras?
-Aishi…tú crees que… soy una mala persona?
-¿Por qué dices eso?
-Deje a mi amiga sola, no la apoye y no soy capaz de defenderla… no eh sido capaz de defender a la persona con la que eh estado desde hace cinco años…
-No eres una mala persona –dijo muy calmado poniendo su mano sobre el hombro de la chica –eres una chica, como cualquier otra, tenías miedo de ser dañada, pero eso no te hace mala persona –Dijo calmado viendo como la otra que lo veía sorprendida comenzaba a lagrimear.
-G-Gracias –Dijo la muchacha para luego abrazarse al chico y llorar completamente destrozada, apoyándose en el hombro de este, que por no parecer descortés, paso sus manos por la espalda de la muchacha sobándola para que esta se calmara.
-Cálmate, veras como todo se resuelve –Dijo el Ayano viendo como la muchacha lloraba libre en su hombro.
-S-Soy una mala amiga!!
La chica continuo llorando, siendo ambos los únicos en esa azotea, o al menos eso era lo que ellos veían. En otra parte, junto a su hermana que parecía muy interesada en ver el paisaje del pueblo. Los hermanos Yamada permanecían muy tranquilos charlando entre ellos, almorzando sus bentos en aquel espacio abierto en donde pocos iban. Taro volteo su rostro notando como una de sus compañeras de clases caminaba hasta una de las bancas del otro extremo, hay sentado se encontraba el culpable de sus vergonzosos sueños, y de los confusos sentimientos que comenzaban a florecer dentro suyo.
Se quedó unos momentos observando a ambos conversar, pero un fuerte dolor de estómago le ataco al ver a la muchacha de cabellos cian abrazarse al menor y permanecer un buen rato abrazada a él.
-¿Taro? Que te ocurre ¿tiene algo malo la comida? –pregunto su hermana viendo como el azabache se afirmaba su estómago.
-N-No, la comida está bien –Dijo el azabache volteando rápidamente –es solo que me dio un retorcijón –Mintió viendo como la chica parecía creerse aquello.
-Ya veo, en todo caso, podemos ir a la enfermería por algo si es muy molesto –dijo la chica muy calmada.
-¿Qué te ocurre? Siempre te molestabas cunado iba a la enfermería, ahora parece que no te interesa…
-Oh! Eso, es que a la enfermera la cambiaron –Dijo la chica dando una bocanada a su almuerzo dejándose los palillos en la boca un rato.
-¿La cambiaron?¿Porque, si hacia bien su trabajo?
-No sé, solo sé que la despidieron el jueves anterior –Dijo la chica muy normal.
-…no tiene sentido, debería preguntar –Dijo mientras seguía comiendo su almuerzo.
-¿Para qué quieres preguntar? Porque no solo lo dejas así, esa mujer no importa –Dijo la chica molestándose.
-No te pongas así, es solo que la enfermera Shii era algo así como mi amiga…
-Taro…esas palabras no me ayudan –Dijo la chica masticando los palillos de plástico de color rosa.
-Hum…Ya Imouto lo siento, será mejor terminas de almorzar rápido…
Así, ambos hermanos continuaron lo que quedaba de almuerzo, y aunque el Yamada mayor no paraba de ver a los dos chicos presentes, y aunque Miyu se había separado de Ayano, Taro no paraba de ver a ambos juntos, no le agradaba, pero no iba a aceptar el por qué.
Entrada la tarde Aishi salía de clases, con dirección a su club, Hayato parecía muy contento además de estar con un leve sonrojo permanente, enfrente de su club Ayano suspiro mientras se adentraba en aquel club.
.:OoO:.
Frente a la puerta sintió un escalofrió recorrerle la espalda, toco tres veces la puerta muy nervioso, tenía que preguntar por qué la habían despedido y como el director no iba a atenderlo solo le quedaba una opción posible.
-Pase –se escuchó tras la puerta, en donde lentamente deslizo aquellas puertas y se adentró encontrando al hombre de cabellos negros y ojos igualmente.
-¿C-Consejero? –Pregunto Yamada poniéndose frente al escritorio, sintiendo como la mirada fría del hombre se dirigió a su persona.
-Yamada…puedo saber por qué usted por aquí? -Dijo el de gafas mientras dejaba la lapicera a un lado y se dedicaba a ver fijamente al otro.
-N-Necesitaba hacerle una pregunta…
-Bueno, si ya está aquí, puede preguntarme –Dijo amable a pesar de la fría y gruesa voz que salía de sus labios.
-¿P-Por qué…Por qué despidieron a la enfermera Shii? –Pregunto, viendo como el otro parecía completamente desinteresado.
-Por que debería decirle Yamada?
-No tiene sentido, ella siempre hiso bien su trabajo…
-Tengo mis motivos, y no es de su incumbencia…
-… será mejor que me vaya –Dijo Taro mientras se dirigía a la puerta dándole la espalda al de gafas.
-No deberías entrometerte Yamada – dijo el de gafas antes de que el otro saliera.
-¿A qué se refiere? –Pregunto deteniéndose en la entrada –Yo solo quiero saber por qué la despidieron…
-Niño, no me refiero a la enfermera, me refiero a otra cosa –Dijo mientras los ojos del hombre se volvían frio –Puedes largarte, tengo que trabajar…
Taro trago saliva, para luego marcharse rápidamente y dirigirse a la salida. Frente a la entrada, Yamada camino hasta las rejas encontrándose con algo extraño, a su parecer. Frente, apoyada en una pared, una mujer de cabellos negros con gafas y un abrigo del mismo color. La mujer parecía muy interesada en ver a la escuela.
-esa mujer… se me hace ligeramente familiar…
.://Continuara//:.