Se estremeció al sentir el choque dar contra su torso, el pedazo de tela que amortiguaba sus gritos se encontraba empapado de saliva y flojo ante las constantes mordidas. Su vista borrosa apenas y enfocaba el rostro del menor azabache quien dejo el taser en el estante vacío.
-uf~ se me hace tarde Higaku –dijo Ayano con calma, se acercó a las escaleras donde su chaqueta negra descansaba –nos vemos en la tarde –se despidió dejándolo en penumbras.
.:OoO:.
El lapicero golpeteaba constantemente la madera de su mesa, la maestra hablaba y hablaba sin parar las palabras que salían de los maquillados labios de esta no llegaban a sus odios, en su mente solo estaba el rostro de ese enano de porquería al cual quería tirar desde un balcón o un carro, cualquier porquería para deshacerse de él.
-¡Joven Kaicho! –Llamo la profesora obligando a que el oji celeste levantara la vista –Esta es la tercera vez que le llamo la atención ¡¿Cómo es posible que el presidente del consejo sea tan distraído?! –Exclamo la mujer colocando sus manos en sus caderas, el libro que sostenía fue depositado en el escritorio de esta –Al pasillo –finalizó señalando la puerta, el castaño quien echando humo por los oídos se levantó y salió del salón seguido de las risillas de los otros.
Todo culpa de ese raro de mierda, maldecía mil y un veces a ese niñato de carita infantil, carita que quería romper a golpes cada que lo veía y aún más si estaba cerca de Taro, porque últimamente esos dos siempre, pero de lo que es siempre estaban juntos.
-Mocoso del demonio –murmuro entre dientes, los pasillos desolados solo le molestaban más, odiaba ser el objetivo de burlas, el como miembro del consejo, no mejor dicho, como el presidente de ese maldito consejo merecía respeto y la veneración de los demás.
Ya no lo estaba aguantando, ese niñato no podía quedarse como antes, ese estúpido chico de primer años que apenas y hablaba, que no le dirigía la mirada a nadie y que solo permanecía bajo perfil ¿acaso no pudo continuar así? Siendo solo una sombra entre la multitud de estudiantes.
.:OoO:.
Había entrado a tiempo al salón, mientras el timbre resonaba entre los pasillos para informar el inicio de las clases Ayano había llegado justo cuando este había terminado de sonar, con la maestra a un par de pasos de entrar al salón de clases el menor se vio con la necesidad de inventar alguna escusa, pero la mujer solo hiso como si nada y entro seguida del menor quien tomo asiento en su lugar. Ese día Kojin tampoco había asistido.
-Psss~ Hey~ Aishi-Kun –dijo bajo el peli verde acercándose al menor quien levanto la cabeza prestándole atención -¿Por qué llegaste tan tarde? No es normal en ti –pregunto en voz baja.
-Por nada, un contratiempo –respondió del mismo tono que el oji verde quien se quedó conforme con aquella respuesta volviendo a su lugar.
Así transcurrió la primera hora, con la mujer dictando ecuaciones para los jóvenes y paseándose entre los puestos de estos. La hora finalizó para alegría de los otros dando paso a historia, cosa que a Ayano le pareció entretenido, llevaba varias clases poniendo nervioso a ese maestro cada que se acercaba, era una buena forma de pasar una clase que para su gusto era aburrida y poco útil.
Para finalizar biología y la tan ansiosa hora de almuerzo, los jóvenes quienes felices se levantaban de sus asientos y marchaban hacia la cafetería, plaza o azotea. En el caso del grupo del menor azabache para tomar aire salieron a los jardines traseros recostándose en la pared y césped. Las chicas quienes jugueteaban en sus móviles enviándose mensajes la una a la otra permanecían ajenas a su alrededor, mientras Hayato charlaba con el menor contando su anécdota al irse de camino a casa.
-vaya buen humor que cargas y eso es que te persiguió un perro –Dijo el menor refiriéndose a la más que notoria alegría del de flequillo recogido.
-Pero si el perro fue suerte –dijo emocionado mientras apretaba sus mejillas –La cosa es que, cuando buscaba un refugio entre sin pensarlo en la primera cerca que encontré –Contaba alegre mientras sus mejillas enrojecían –Termino siendo, que la casa era Sora y él estaba en el patio justo cuando entre.
-sabes, eso no es tener suerte realmente –comento el menor.
-Lo sé, pero después de explicar que me estaba siguiendo un perro me dejo pasar hasta que ese animal se fuera –Dijo alegre -¡Estuve toda la tarde con Sora! –exclamo riendo como bobo.
-me alegro por ti –Dijo el menor pasando su mano por los cabellos del peli verde.
-Aishi-Kun deberías dejar de hacer eso –Comento Inkyu viendo al menor.
-eh ¿Por qué? –cuestiono el menor viendo a las dos hermanas.
-Esto, es que pareces un niño chiquito –Dijo Sakyu divertida.
-No es chistoso –Comento inflando sus mejillas.
-perdón, pero así pareces aún más niño.
Ayano simplemente ignoro a las dos chicas volteando el rostro, no era culpa suya que fuera bajo, no entendía su padre era alto y su madre era de una estatura muy normal ¡¿Por qué era bajo?! No tenía sentido.
El receso paso entre charla y charla, al estar cerca de la hora de entrada los jóvenes quienes limpiando sus ropas se dispusieron a ir a sus salones, las chicas que antes querían ir al baño se despidieron antes dejando a Ayano y Hayato solos, los dos jóvenes se dirigieron a su salón con toda la calma y sin prestar mayor atención a su alrededor.
Iban tan metidos en su conversación que Ayano no se dio cuenta a quien tenía enfrente, sin poder hacer nada choco con el otro retrocediendo un par de pasos, se disculpo sin fijarse con quien había chocado.
-Lo lamento –articulo.
-Tks~ ten más cuidado enano imbécil, uno de estos días alguien te va a pisar –dijo el otro arreglando sus gafas.
-¡¿Cómo que enano?! –dijo molesto el menor levantando la vista, ahí enfrente suyo Gakusei le veía molesto.
-¿Qué? Pero si eres un enano –dijo con desprecio el castaño.
-Puf~ y tu un estirado –contratado el menor.
-estirado pero no puta –dijo molesto, llevaba varios días de malhumor por culpa de ese chico y ese momento era perfecto para soltar un poco de insultos en la cara de ese chico.
-¡Eh! –Hayato se había molestado, no es como que fuera contra él pero vamos, que de lo que conocía de Aishi este jamás se había metido con alguna persona como para que le llamar así.
-¿puta? Pero si el que anda restregándose como necesitado eres tu –Dijo divertido, el de lentes frunció notoriamente el entrecejo.
-El único arrastrado eres tu enano, mira que pegarte como lapa, si no tuvieras cara de niña Yamada ni siquiera voltearía a verte –Dijo molesto, el menor se quedó en silencio unos minutos mientras sus ojos se ensombrecían.
-veo que tus celos son ridículos, esta pelea la tienes más que perdida –Dijo el menor viendo al de gafas –Es a ti a quien nunca volteara a ver –Agrego momentos antes de que el puño estrellara contra su rostro seguido de una exclamación de sorpresa del público.
El castaño fue el primero en golpear, derribo al menor de un puñetazo colocándose sobre este dispuesto a soltarle otro, pero grande fue so sorpresa al sentir como el menor le devolvía el golpe quitándole de encima, su cuerpo rodo hasta dar contra una de las paredes tan pronto sintió el frio de esta se levantó a seguir con eso.
Arañazos, puños y patadas se repartían entre esos dos, si bien ninguno participaba en alguna arte de pelea sabían atacar y defenderse, la gente quien les rodeaba alentaba a seguir con el extraño espectáculo, el presidente y un miembro del club de ocultismo. Iban iguales, el menor tenía un notorio moretón en su mejilla mientras sentía algo de sangre dentro de su boca, en tato Gakusei quien ahora tenía las gafas rotas sangraba, por la nariz y el labio además de tener uno de sus ojos hinchados ante un codazo del más bajo.
Cuando los dos jóvenes se disponían a volver a pelear fueron detenidos de golpe, el consejero seguido de dos maestros y los que parecían ser los alumnos que dieron aviso, se abrieron paso entre el cumulo de espectadores, por el rostro de Shusai se notaba que no estaba de buen humor.
-¡Qué demonios ocurre aquí! –exclamo viendo a los dos jóvenes, tanto Ayano como Gakusei callaron, el castaño era sujetado por dos estudiantes mientras el menor sin darse cuenta era tomado por los brazos pro Hayato y Sakyu que había ido a ver por qué tanto alboroto.
Ninguno hablo, estaban cansados y apenas y podían mantenerse en pie.
-Los dos, a mi oficina –Dio por finalizado –el resto a sus salones –ordeno mandando a los espectadores a sus respectivas clases, los únicos que quedaron fue un pequeño grupo que pronto de marcharía.
-Aishi-Kun –llamo Sakyu al ver el estado del menor.
-¿estás bien? –cuestiono una voz a su espalda, Ayano sintió como el alma se iba de su cuerpo, al dirigir sus ojos a quien pertenecía esa voz vio como Taro veía nervioso la escena ¿acaso había visto todo?¿escuchado todo? Antes de que Ayano pudiera soltar el aliento el azabache mayor se acercó a revisar el estado del menor quien simplemente se dejó hacer.
-Esto…Yamada yo… -Ayano quería decir algo, algo que lo sacara de ese apuro.
-Me alegra que no tengas nada grave, déjame te acompaño –Dijo mientras tomaba el cuerpo del otro sintiendo como este casi se cae, la peli morada quien veía conforme aquello se despidió marchándose junto al peli verde que estaba más que angustiado.
-Andando –ordeno el consejero comenzando a caminar, el menor era ayudado por Taro cosa que molesto tanto al de presidente del consejo como a Shusai, pero ahora solo debía de aguantarse sus celos.
En cambio el castaño no los ocultaba, era ayudado por una chica del consejo la cual parecía no interesarle realmente y solo quería ganar méritos ante la escuela por ayudar y lucir como una persona bondadosa.
Al llegar, tanto la muchacha como Taro se quedaron a fuera dejando a los dos chicos frente al escritorio del consejero quien acariciando su cien se mantenía en silencio.
-Para empezar –dijo finalmente levantando la vista dirigiéndola al de gafas rotas –me decepciona Kaicho ¿Cómo es posible que el presidente del conejo haga tal cosa como pelear en medio de un pasillo? Sabe mejor que nadie que está estrictamente prohibido pelear dentro y cerca del instituto ¿Qué tiene en la cabeza? Pensé que al menos recordaría algo tan básico…
-Yo…
-no me interesa si tiene alguna escusa, esto es inaceptable por parte de ambos ¡¿acaso creen que esto es una broma?! Son estudiantes no pueden ir en la vida repartiendo golpes y peleándose por estupideces…es todo –dijo cansado –desde mañana Kaisho, ya no pertenece al consejo –dijo fríamente.
-¡Que!¡¡Esto en una broma, usted no puede…!!
-Puedo y ya lo hice, estarán suspendidos los DOS hasta el viernes, es todo –Dijo cruzándose de brazos, en todo ese lapso de tiempo el menor no dijo nada. El castaño fue echando humos por las orejas mientras el menor quien permanecía de pie viendo al de gafas se quedó –¿no dirás nada? –dijo viendo al menor.
-¿debería? –dijo frio.
-Tal vez, pensé que podrías comportarte mejor Aishi, a este paso el encubrirte se hará más difícil, toma dos días para calmarte y luego has lo que se te dé la gana, ahora lo mejor será irte a la enfermería.
Ayano quien con tranquilidad aparentemente salió de la oficina del de gafas encontrándose con Yamada quien preocupado veía al menor.
-¿Qué ocurrió? Kaicho salió corriendo –Dijo mientras comenzaba a caminar siguiendo al menor con rumbo a la enfermería.
-Lo sacaran del consejo –dijo con simpleza, se apoyó en el cuerpo del otro excusándose de apenas poder caminar.
-Oh, ya veo ¿y tú?¿estás bien? –pregunto viendo al otro.
-yo…a los dos nos suspendieron por dos días –Dijo nervioso por si era rechazado por el otro.
-¿eh? Suspendidos –dijo sorprendido, el menor asiento –Espero que no pase a mayores, el consejero es demasiado serio con ese tema…
-está bien, gracias por acompañarme –dijo finalmente Ayano al llegar a las puertas de la enfermería.
-no hay de que… espero poder verte en la salida y claro tal vez salir en estos dos días –comento antes de que la mujer abriera la puerta dejándolos pasar, la enfermera quien sentó al menor frente su escritorio le dijo a Taro que fuera a su salón entregándole un trozo de papel para que la maestra le dejara pasar.
La mujer reviso y limpio las heridas, trabajaba en silencio y no preguntaba nada, cosa buena para el menor. La enfermera le ordeno recostarse para que descansara mientras seguía trabajando, el tiempo paso y sin darse cuenta las clases habían acabado por ese día, algo desorientado Ayano decidió ir por sus cosas pero no le fue necesario, Hayato seguido de las dos hermanas y Taro venían con sus cosas a buscarle.
-Eso dejara marca –soltó Inkyu viendo el golpe en la mejilla del menor.
-Bueno, la mía ni se nota –Dijo Hayato apuntando su mejilla en donde habia recibido un golpe.
-pero si ya han pasado siete días –Dijo Sakyu viendo al otro.
-Igual cuenta~
-Bien, es hora de marcharse chicos –dijo la mujer viendo al grupito dentro del lugar.
-Ah, claro –El menor se levantó tomando sus cosas –Gracias –dijo inclinándose levemente ante la mujer que asintió dejando que se marchara.
Al salir del instituto Ayano noto como Taro le seguía dejándolo con la duda.
-esto, Yamada ¿y el club de natación? –dijo viendo al otro quien sonrió divertido ante aquello subiéndole los colores al rostro.
-Eso, bueno decidí acompañarte a casa hoy –Dijo tranquilo, ganándose una exclamación de emoción por las dos hermanas.
El camino fue entre risas y comentarios, los chicos hicieron una parada en uno de los tantos mini súper entrando el peli verde junto al azabache mayor, dejando tanto a Ayano como a las dos hermanas a las afueras del local.
-Sakyu –llamo el menor viendo a la oji amarillo –tengo que pedirte un favor, pero te lo diré después –dijo casi en un susurro a lo que la chica asintió, mientras Inkyu jugueteaba con su móvil ignorante de la conversación entre Ayano y su hermana.
-¡ya! –exclamo Hayato con las bolsas en mano, le entrego a cada uno su pedido con calma mientras continuaban su camino. Al salir de la calle principal en un callejón cercano se asomó la sombra de una mujer con una chaqueta grisácea y unas gafas, el cabello algo más largo era amarrado por una coleta.
La intento de detective observo por un rato más el camino de esos jóvenes, estaba segura, lo había visto, ese chico era un criminal en todo el sentido de la palabra, pero…no tenía idea de cómo exponerlo, sentía pavor el que él descubriera que lo seguía.
Lo recordaba con claridad, aquella horrorosa escena digna de una película de terror, los gritos la sangre, absolutamente todo gravado en su memoria.
Dentro del callejo oculta entre las sombras y dos contenedores de basura vio como un joven de cabellos rubios caía de golpe en el pavimento, había quedado asustada al ver como el rostro del joven callo unos centímetros cerca de su escondite que constaba del pequeño espacio de los conteiner, papeles viejos de diarios y cartones además de sus ropas negras, casi vomitaba al solo ver como después de varios cortes provocados por ese chico la cabeza del rubio se desprendió, espero un rato más después de que echara la cabeza en una maleta y se marchara, para salir y ver el resto de la escena, el cuerpo con múltiples puñales estaba extendido chorreando sangre de las heridas, no llamo a la policía solo se marchó apresuradamente ocultando su rostro con la capucha para tomar rápidamente el primer taxi que pillara.
-esto…todo esto…está mal –dijo pasando sus dedos por las pronunciadas ojeras que poseía.
.:OoO:.
Llego hasta su casa despidiéndose de Taro quien se marchó a la suya propia dejándolo en el pórtico, el menor abrió la puerta cerrando con llave, con calma retiro la chaqueta y dejo el bolso en el sofá mientras iba por un vaso de agua, estuvo un rato andando de un lado a otro para luego volver a llenar un vaso del cristalino líquido y descender hasta el sótano donde un semi consiente Shin descansaba, con una sonrisa torcida se acercó echando la mitad del líquido en la cabellera del ocultista.
-¡¿Q-Que?! –exclamo saliendo del trance en el que estaba.
-Bueno, Higaku –Ayano tomo las mejillas del otro con fuerza obligándolo a levantar el rostro colocando el borde del vaso en los labios del otro obligándole a beber –Como parece tu y yo tendremos dos largos días de entretención~ -dijo mientras alejaba el vaso de los labios del otro quien simplemente trago el agua desganado.
-¿e-eh?¿A-Ah que te refieres? –pregunto con la voz rasposa y entre cortada.
-Que estaré acompañándote otros dos días ¿divertido, verdad? –dijo alegre sonriendo de forma escalofriante ante los ojos del cautivo.
-por favor…no… -murmuro asustado.
-Vamos a divertirnos muchísimo~
.://Continuara//:.